A partir de la crisis de 2007-2008 quedó claro que los bancos causaron un enorme lío y frecuentemente se apunta que la banca se ha repuesto y ahora anda navegando a proa por los vastos océanos de las finanzas. Varoufakis sostiene que México y Grecia tienen varias cosas en común: flujos violentos de capital, crisis bancarias, reestructuración de la deuda, inexorable aumento de la pobreza, incorporación a un bloque comercial integrado por vecinos septentrionales más grandes y potentes. El problema radica en realidad, en el poder adquirido por la “Gran Banca” (SIFIs), que sirviéndose de una combinación de opciones y derivados, por un lado, y de apalancamiento, por el otro, a fin de tomar préstamos con el lado de los pasivos contables y apostar con el lado de los activos. Cuanto mayor el apalancamiento empleado, tanto mayor los beneficios dimanantes de esas actividades, resultando todo ello en un crecimiento exponencial de sus activos, sus beneficios y, ni que decir, tiene, sus bonificaciones. De esta forma, los SIFIs llegaron a vivir un sueño hecho realidad: así como estuvieron en condiciones de incrementar exponencialmente sus beneficios en el ciclo alto, ahora, en el ciclo bajo, se hallaban en condiciones de conseguir rescates por montos no menos exponenciales financiados por los contribuyentes. La conclusión es que las SIFIs se han venido moviendo a su voluntad propia, que no es otra que la interminable búsqueda de rentas económicas cada vez más desacoplada de la mundana tarea de suministrar crédito a los negocios.Se benefician del préstamo volátil: excesivo cuando lo crucial son las restricciones; insuficiente, cuando lo que se precisa es impulsarlo. Las SIFIs son una suerte de máquina generadora de volatilidad provista en su cúspide de una campo magnético que irradia aridez crediticia a su alrededor.