La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha publicado las cifras de inversión extranjera directa para la región durante el año 2014 . Una de entre tantas razones para su meticuloso análisis y trabajo es que el texto provee de valiosa información para medir el impacto de la ralentización económica en las economías maduras, la tendencia decreciente en los precios de las materias primas y las expectativas de la normalización monetaria en Estados Unidos sobre Latinoamérica y el Caribe.
Por si tal información no fuera suficiente, el documento de trabajo se completa con un análisis de los flujos de inversión en la zona del Caribe y otro sobre los impactos medioambientales de la inversión de las empresas transnacionales sobre algunos países de la región.
A continuación un breve resumen de cada uno de los capítulos:
1. Panorama de la inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe.
La imagen a nivel región muestra: una reducción de la IED en productos naturales y manufacturados que revitaliza al sector servicios; mayor intensidad tecnológica en los flujos de capital percibidos; importancia creciente de Países Bajos, Estados Unidos, España y China como principales acreedores; y persistencia de la repatriación del 50% del monto total de la IED. En consecuencia, la previsión de una menor actividad económica en la región, junto con el obstinado descenso en el precio de las materias primas, vaticinan una rebaja del 10% en el flujo de IED encauzado hacia Latinoamérica para el 2015.
2. La inversión extranjera directa en el Caribe.
La secuela de un 5% menos de IED sobre la región del Caribe es diferenciada según el grado de mayor o menor dependencia: República Dominicana junto a Trinidad y Tobago simbolizan el primer caso, en tanto Cuba y Haití encarnan el segundo escenario. Las políticas de impulso a la IED, que van de organismos que promueven la inversión foránea mediante un favorable entorno de negocios hasta la flexibilización regulatoria a los acreedores extranjeros vía facilidades tributarias son inciertas en cuanto a rendimientos sobre la economía: no hay cálculos del efecto favorable (integración de las cadenas nacionales de valor) o desfavorable (desequilibrio en la balanza de pagos) de la IED. El tema cobra más importancia en cuanto se sabe la gran dependencia de las economías de la región hacia la actividad turística.
3. Empresas transnacionales y medio ambiente.
Aceptando que la estrategia de inversión de toda empresa transnacional determina su impacto sobre el medio ambiente, es inevitable el considerar al sector económico objetivo, la existencia y cumplimiento de la normatividad gubernamental en materia ecológica y el interés ambiental de la empresa como factores últimos de la huella contaminante. El llamado es a diseñar políticas de inversión alineadas a legislaciones medioambientales.