En el segundo trimestre del 2016 hubo una sorprendente desaceleración del PIB trimestral (-0.2%), donde las actividades primarias y secundarias fueron determinantes, especialmente por las caídas en construcción, manufactura y minería. El mercado interno tuvo un leve ascenso por la contribución de las remesas externas y el mercado laboral mostró indicadores coyunturales sin novedades, al igual que la balanza de pagos a corto plazo.
La confianza empresarial se mostró pesimista reflejada en el descenso anual y trimestral de la inversión privada y una caída leve en los pedidos manufactureros. En cuanto, al mercado cambiario, este registró una depreciación considerable del peso respecto al dólar y estuvo acompañado por pérdidas en las reservas monetarias internacionales. Por último, las tendencias de la inflación quedaron dentro de lo previsible, sin crear alarmas de ningún tipo para el banco central.