"EEUU busca convertir nuevamente su política [económica] a una de tipo nacionalista, que es lo que ha dicho [el candidato republicano] Donald Trump en sus discursos, de regresar los capitales [locales] a EEUU y que, incluso, la vicepresidenta y aspirante demócrata, Kamala Harris, lo ha planteado. Hay que recordar que en el próximo año tenemos un proceso de revisión del tratado comercial [T-MEC]", explica el doctor en estudios económicos por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), Jenner Torrez Vázquez.
En este sentido, el profesor del Tecnológico de Monterrey, Francisco Rueda, indica que la reticencia de Washington con Pekín también ocurre por el desempeño de las cadenas de suministros tras la pandemia de COVID-19, donde el comercio mundial fue severamente afectado, y por el temor a una dependencia de productos de la nación asiática.
"En general, ni el Partido Republicano ni el Demócrata ven con buenos ojos las inversiones chinas y rechazan una posible dependencia. Por esa razón, también el T-MEC impide a México establecer un tratado de libre comercio con [el país asiático]", precisa.
Los señalamientos de Torrez Vázquez y Rueda hacen referencia a las palabras de la titular de la Representación Comercial de la Casa Blanca (USTR, por sus siglas en inglés), Katherine Tai, quien declaró que EEUU está preocupado respecto a las acciones que las firmas chinas puedan tener en México, especialmente en el sector automotor.
"Si un fabricante chino de automóviles va a fabricar sus vehículos en México, nos preocupará quién trabaja en esas fábricas, cuáles son las normas laborales, cuál es el impacto medioambiental y, sobre todo, si existe una conexión transparente entre la empresa y el Estado", expresó el 24 de octubre durante un foro organizado por Bloomberg en Brasil.
Tai añadió que el Gobierno estadounidense está enfocado en aplicar "instrumentos comerciales que puedan fortalecer las cadenas de suministro", esto en relación con el arancel de 100% a las importaciones de vehículos eléctricos chinos, que se aplica desde septiembre de este año.
"EEUU ya no puede competir contra China por sí solo"
Los especialistas coinciden en que las palabras de Tai se dan en el marco de los comicios presidenciales estadounidenses, pero también de cara a la revisión del T-MEC, cuyas mesas iniciarán en 2025 y cuya decisión final sobre si se mantiene o no el pacto comercial será en 2026.
"EEUU era el país que hablaba de la apertura y el libre mercado y, ahora, está rebasado por esas prácticas. Cuando observa que China incrementa su producción y acapara una mayor cantidad del mercado, les motiva y plantean una política industrial de tipo nacionalista. En ese sentido, la revisión del T-MEC y sus resultados hasta la fecha, en gran medida tendrá que ver con evitar la introducción de las firmas chinas en suelo estadounidense", subraya Torrez Vázquez.
"Recordemos que la guerra comercial [entre Washington y Pekín] tiene una nueva dimensión tras la cumbre de los BRICS en Kazán, grupo que está en la posición número uno, al menos en población. EEUU ya no puede competir contra China por sí solo, incluso con la Unión Europea, por lo que busca convertir a México en un aliado sumamente estratégico para frenar la llegada de capital y productos chinos", puntualiza el también profesor investigador en la UJAT.
Pero eso no es todo. Rueda, quien también es maestro en economía por el Colegio de México (Colmex), precisa que las restricciones que EEUU ha impuesto a China se dan no solo por la triangulación de productos que hace a través de México, sino de otros territorios del este asiático.
De acuerdo con cifras del Banco de México (Banxico), México ha tenido una participación de 1,58% en las exportaciones hacia China, correspondientes a 5.592 millones de dólares, esto tan solo en lo que va de 2024. A su vez, las importaciones chinas representaron 20,2%, a 72.512 millones de dólares.
El balance comercial neto entre México y China cuenta con un saldo negativo de 66.920 millones de dólares.
Un doble discurso
Sin embargo, las preocupaciones que refiere Tai acerca del vínculo de las empresas chinas con México, sobre todo en los ámbitos laborales, medioambientales y en la cercanía con el Gobierno del país latinoamericano, son sujetas a la crítica, especialmente cuando las compañías estadounidenses y de otros países han sido señaladas por afectaciones en suelo mexicano, sobre todo a partir de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, el antecesor del T-MEC.
"El pacto comercial impulsó que se establecieran más empresas de EEUU en México, tal y como nunca había pasado en la historia. Esto trajo conflictos porque, en algunos casos, no cumplen las normas laborales o medioambientales, sea en tierra o mar, y ni siquiera se ciñen a criterios que sí siguen en su propio país", observa Rueda.
Para muestra, recuerdan los especialistas, está el caso de Vulcan Material, misma que realizaba trabajos en la mina de Calica, en el sureste mexicano. Según el Gobierno nacional y expertos en temas ecológicos, esta causó graves daños, en su mayoría, irreversibles.
Por ello, y dada la expropiación del sitio para convertirlo en área natural protegida, ambas naciones sostienen una disputa ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias (CIADI) del Banco Mundial.
"Otra crítica constante hacia las condiciones de trabajo que las compañías de EEUU ofrecen es en las maquiladoras, mismas que se encuentran en la zona del Bajío y en el norte de nuestro país. Tienen jornadas laborales malas, salarios precarios y explotación laboral. También se han aprovechado en las zonas turísticas, donde cuentan con capitales, para mermar a los trabajadores mexicanos", refiere Torrez Vázquez.
Lo que está ocurriendo entre México y China
En el último año, México y China han tenido un gran avance en el lazo diplomático y comercial. Una prueba de ello fue el encuentro bilateral que sostuvieron el entonces mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y su par chino, Xi Jinping, en el marco del Foro de Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), a finales de 2023.
En él, entre otros rubros, se pactó la compra de enseres domésticos a Pekín por parte del Gobierno mexicano, esto para ayudar a la población afectada por el huracán Otis, que impactó principalmente al estado de Guerrero, al sur del país latinoamericano.
Mientras esto acontece, más de 100 empresas chinas han llegado a México para aprovechar el nearshoring y, de ese modo, fortalecer su presencia en América Latina.
A pesar de estos avances, hay algunas dificultades en el lazo bilateral. Prueba de esto es que en julio de 2024, el secretario de Hacienda y Crédito Público mexicano, Rogelio Ramírez de la O, llamó a una revisión del vínculo comercial entre ambas naciones, debido a que China solo vende, pero no compra productos al país latinoamericano.
Esta línea se mantiene en el sexenio de Sheinbaum. Recientemente, el secretario de Economía mexicano, Marcelo Ebrard, señaló que el Gobierno trataría de movilizar "todos los intereses legítimos en favor de fortalecer a la región Norteamérica".
Frente a este panorama, Rueda indica que la postura de México debe flexibilizarse después de los comicios presidenciales de EEUU, ya que sí ha obtenido beneficios al acercarse a Pekín.
"Debe buscar mantener estas inversiones pero, al mismo tiempo, poner ciertos límites para que la revisión del T-MEC se lleve a cabo en los mejores términos", analiza.
Por su parte, Torrez Vázquez destaca que China requiere apostar a otras áreas para mantener la proximidad con México, como invertir en tecnología o en energías renovables.
Además, "debería interesarse en la generación de bienes intermedios, es decir, que se conviertan en insumos de otras industrias, lo que ayudaría muchísimo a incrementar la presencia del capital chino en nuestro país. Si también cumplen con ofrecer buenos empleos y llevar prácticas ambientales positivas, como le preocupa a EEUU que se lleven a cabo, Pekín podría tener muy buena presencia" en México, concluye.