Los guardianes de la selva maya desafían a narcos e inversores
En un 25% de la Reserva de la Biosfera Maya apenas hay incendios, deforestación, saqueos o traficantes de cocaína. Hay muy poca emigración y las remesas económicas desde el extranjero son insignificantes. Y aunque el Estado está prácticamente ausente, hay clínicas y escuelas.
Esto se debe al modelo de concesiones forestales manejadas por comunidades, que desde su creación en 1997 han levantado la economía local protegiendo uno de los enclaves naturales y culturales más importantes de América Latina. Estas concesiones, otorgadas por un periodo de 25 años, se han convertido en la principal fuente de ingresos de las comunidades indígenas y rurales de la zona. Pero a medida que el momento de renovar los permisos se acerca, las presiones externas van en aumento. La guerra contra las drogas está llevando a las organizaciones criminales a adentrarse en zonas cada vez más remotas, lo que convierte a las concesiones en una isla de resistencia dentro de un mar de amenazas.
El gobierno de Guatemala ha expresado su deseo de dar continuidad a las concesiones forestales comunitarias, también el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lleva años apoyando la conservación y desarrollo sostenible en la Reserva de la Biosfera Maya, pero queda trabajo por delante.