Aunque la rápida propagación de la nueva pandemia de coronavirus (COVID-19) en los Estados Unidos y la Unión Europea ha captado la atención del mundo, no hay que perder de vista la pandemia y los problemas de salud y estabilidad económica y financiera que conlleva en el resto del mundo. A medida que la pandemia del COVID-19 avanza a nivel mundial, África y el sur de Asia están siendo testigos de un aumento en el número de nuevos casos últimamente, y estas regiones podrían convertirse pronto en sus próximos epicentros en las próximas semanas.
Los mercados emergentes y las economías en desarrollo se enfrentan a un triple golpe: salidas masivas de capital, una repentina interrupción de la actividad económica y el colapso de los precios de los productos básicos, además de una crisis de salud pública causada por COVID-19.
Por consiguiente, los efectos combinados de la pandemia sanitaria, los cierres, la volatilidad financiera y la disminución de los precios de los productos básicos son catastróficos para las EME y socavarían gravemente su capacidad de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.