Recientemente se ha considerado que la interacción económica del tipo Sur-Sur resulta más benéfica para el desarrollo que la mantenida por los países en desarrollo con el Norte global. Sin embargo, los resultados a la vista no muestran una modificación radical en los patrones de inserción internacional.
Sin embargo, dos sucesos importantes han ocurrido en los últimos años que provocaron un cambio en esta percepción: 1) el ascenso manufacturero de China y por ende, su mayor presencia en el comercio internacional y 2) la interacción económica entre potencias emergentes como Brasil, Rusia, India y China - BRIC - no dista mucho de los patrones sostenidos en el pasado.
La mayoría de los multimedia del Norte argumenta y en parte con razón, que algunas potencias emergentes han reproducido una especie de esquema neo colonial con países pobres: la explotación de los recursos naturales, daños en el terreno ambiental, transacciones inequitativas y pocos beneficios para la población local. Además, las exportaciones de países pobres contienen muy poco valor agregado, lo que no hace sino reproducir un modelo primario-exportador, tan característico por el histórico modo de dominación imperialista de los países desarrollados.
Las principales acusaciones apuntan en contra de China. Si bien algunas pueden estar bien sustentadas, Pekín más que reproducir un esquema de subordinación con los países en desarrollo privilegia la diversificación de sus relaciones económicas en el plano internacional para incrementar su influencia global.
El ascenso de centros manufactureros en el sudeste asiático ha incrementado la demanda de importaciones de China provenientes de países en desarrollo, lo que indirectamente ha provocado su ingreso en los mercados de países desarrollados. Asimismo, este auge exportador ha permitido el ascenso gradual de los países en desarrollo incrementando así su mercado interno y favoreciendo incluso, las exportaciones de los países desarrollados, que se encuentran actualmente en recesión por la crisis.
Con todo, lo que sí es evidente que el interés de las grandes corporaciones ha sido el que ha dirigido las relaciones entre los Sures, con escaso beneficio y participación de la ciudadanía. La clave está en democratizar las relaciones económicas, apuntalar la creación de empleo de calidad, la cooperación en la generación de tecnología y la coordinación de la misma para alcanzar el anhelado desarrollo del Sur.
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