La crisis económica mundial ha alcanzado a países tanto desarrollados como en desarrollo. China no es la excepción. Las implicaciones de la desaceleración económica china guardan estrecha relación con el ciclo económico de América Latina y el Caribe (ALyC) y plantean retos para la región que deben ser abordados a la brevedad para librar los impactos negativos de la crisis.
Una vez que en 2009 el gobierno chino aplicó un plan de reactivación económica, la tasa de crecimiento se mantuvo de forma vigorosa y la demanda de exportaciones provenientes de ALyC se mantuvo al alza, situación que permitió que la región atenuara los impactos de la crisis.
A partir de la segunda mitad de la primera década del siglo XXI la relación económica entre China y ALyC se ha estrechado. Si bien es importante resaltar diferencias a nivel subregional (Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica) en la relación con el país asiático, no hay duda que los flujos comerciales de éste con la región han venido guardando en los últimos años una mayor proporción.
En la actual coyuntura económica mundial, se observa un cambio sustancial en el modelo de crecimiento de China: pasa de uno liderado por la inversión y las exportaciones hacia uno con énfasis en el mercado interno. De ahí que la desaceleración actual de la economía asiática haya puesto de manifiesto la insostenibilidad de que ALyC siga manteniendo un patrón primario-exportador con China.
La mayor parte de las inversiones chinas no han ido hacia ALyC, sino a la mayoría de los países desarrollados y a la propia región asiática. La región latinoamericana ha sido relevante en términos de suministro energético y de materias primas y como receptora de inversión (sic) en paraísos fiscales como las Islas Caimán o las Islas Vírgenes Británicas. No hay encadenamientos productivos globales con Asia.
ALyC carece de una visión de largo plazo para proyectar su relación con Asia en general y con China en particular. En cambio, ésta última publicó un documento en 2008 en donde logró delimitar sus intereses en la región, mientras que ALyC sigue sin lograr articular una agenda de conjunto que permita establecer lazos de cooperación más estrechos que pongan en el centro el desarrollo regional.
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