A mediados de los 90s se planteaba que la pobreza se estaba "juvenilizando"[1], argumentos que señalaban las consecuencias que la pobreza y los déficits experimentados al inicio de la vida podían acarrear en el desarrollo futuro de la población infantil y su trayectoria por las etapas posteriores del ciclo de vida.
Desde la perspectiva económica, se considera conveniencia de reorientar las políticas públicas hacia este tipo de intervenciones, destacando que las políticas orientadas a la infancia son altamente rentables para las sociedades, resolviendo a la vez objetivos de equidad y eficiencia, debido a sus importantes efectos sobre las etapas posteriores del desarrollo de los individuos.
La desigualdad entre grupos nacidos en distintos momentos del tiempo, identifica no las diferencias que existen en el bienestar de distintos grupos de edad, sino en cómo el bienestar -o los déficits- se transmiten de una generación a la siguiente -lo que se asocia a la idea de reproducción intergeneracional de la pobreza- o en cómo evoluciona el acceso al bienestar de las generaciones a lo largo del ciclo de vida.
Para América Lartina, el tema empezó a sonar a mediados de los 90's, en ese momento, diversas investigaciones señalaban la relevancia de estudiar los déficits que se concentraban en los primeros años del ciclo vital y sus implicancias para las posibilidades de acceso al bienestar de la población en las décadas siguientes, que indicaban la fuerte asociación que existía entre pobreza y presencia de niños en los hogares, así como entre la pobreza entre niños y adolescentes y algunas configuraciones familiares.
A finales de la década e inicios de la siguiente, la preocupación por el bienestar de las generaciones más jóvenes dio un giro importante, alertando sobre la progresiva sobrerrepresentación de los niños, adolescentes y jóvenes en la pobreza por ingresos en la comparación con el conjunto de la población y con otros grupos etarios.[2]
El Panorama Social de América Latina publicado en el año 2000 , planteaba que la pobreza entre las generaciones más jóvenes era más alta que la del total de la población. Otro estudio regional publicado un año después llegaba a conclusiones similares dado que señalaba que la pobreza se había reducido mucho menos entre los hogares con presencia de niños y adolescentes, lo que implicaba una sobrerrepresentación progresiva de la población infantil y adolescente en las categorías de pobreza y confirmando, una vez más, que esta población seguía siendo la más afectada por la pobreza y la indigencia. Cierto es que no todos los países reflejaban la misma distribución etaria de la pobreza e idéntico nivel de avance en el llamado proceso de "infantilización de la pobreza".
Se utilizan tres indicadores distintos para reflejar el fenómeno, en base al cálculo de pobreza absoluta: la razones o ratios entre i) la pobreza en niños y adolescentes y la pobreza en las edades típicamente activas - 18 a 64 años, ii) la pobreza en niños y adolescentes respecto a la pobreza total[3] iii) la pobreza en niños y adolescentes respecto a la pobreza en los adultos mayores de 65 años y más.
En algunos países -la Argentina, Chile, Panamá y el Brasil- la pauta de la desigualdad etaria ya se observaba con mayor fuerza. También en el Uruguay, el país que históricamente había mostrado menores niveles de pobreza y desigualdad, se registraba un comportamiento diferencial de la reducción de la pobreza entre distintos grupos etarios que dejaba a los niños y jóvenes sobrerrepresentados en esa categoría, lo que lo convirtió en un caso de especial atención para los investigadores. Un segundo grupo de países presentaba niveles "intermedios" de pobreza en la comparación regional y, al mismo tiempo, una proporción de pobreza más alta en las generaciones más jóvenes, con una tendencia a la baja en las edades típicamente activas y un nuevo repunte de pobreza en las edades más avanzadas. En algunos casos, como Colombia, este repunte era más leve, mientras que en otros, como México, Venezuela (República Bolivariana) y muy especialmente Costa Rica era muy marcado.
[1] Refiriéndose al aumento de la pobreza en población infantil.
[2]CEPAL, 2000; Kaztman y Filgueira, 2001.
[3] Kaztman y Filgueira, 2001