Desde 1840, Juan Bautista Alberdi ya veía en la Zollverein que se aplicó en los principados germánicos, una tendencia de eliminación de fronteras que se expandiría por toda Europa. Casi cien años después, en 1938, el Diputado argentino Joaquín Méndez Calzada expresaba que la comunicación entre los países sudamericanos consolidaría a Sudamérica como una unidad económica.
El enfoque de los gobiernos sudamericanos fue lograr relaciones de subordinación económica con las naciones europeas, al menos la segunda mitad del siglo XIX , sin miras reales hacia la integración. Incluso Argentina mantuvo ese tipo de lazos con Inglaterra pero la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión afectaron la hegemonía británica y a sus países dependientes.
El gobierno argentino se replanteó su manejo económico y empezó a percibir a sus países vecinos como potenciales aliados, además de dar pie al debate sobre la reconstrucción del Ferrocarril Transandino, como el primer paso hacia una integración.
Por su lado, Chile tenía al pensador Diego Portales del siglo XIX quien fuera un gran estadista y arquitecto del orden institucional en Chile que por lo menos prevaleció hasta 1891. Entre sus objetivos ideales para Chile se encontraban el mantenimiento del equilibrio en Sudamérica, la hegemonía de Chile en el Pacífico y la unidad aduanera sudamericana, esta última con la influencia del modelo exitoso de Unión Aduanera prusiana
Para 1825, la iniciativa de hacer una Unión Aduanera sudamericana ya se discutía en el Congreso Chileno para ayudarse unos a otros a desarrollar sus “industrias de infancia, y así, hacerle frente a la competencia contra los países europeos, y no pasar la sumisión de de unas manos a otras.
Alberdi en 1849 veía que las nuevas armas de los países tendrían que ser económicas, y que así se darían las nuevas guerras y conquistas. Planteó en su tesis de licenciatura, que la integración aduanera sudamericana concretaría el sueño de Bolívar de una independencia de las naciones europeas. A partir de 1850, el gobierno Argentino decidió especializarse en la producción y exportación de carnes, granos y otros productos primarios y abrir sus fronteras a las importaciones británicas de productos manufacturados en lugar de desarrollar su industria sobre la base del mercado interno para poder expandirla a través de la Unión Aduanera.
En 1922 se firma el Protocolo de Jarpa entre Chile y Argentina donde se establecen las bases para la construcción de más líneas de Ferrocarril entre las provincias con más recursos e intereses de ambas naciones. Mientras tanto el pensamiento ideal de una posible integración retoma fuerza en la academia y estudiantado.
Por su parte, otro intelectual, Alejandro Bunge veía el gran potencial de la unión aduanera sudamericana pues la podrían proyectar a una posición superior a la de Europa, sobre todo por la vastedad de sus recursos naturales. Si se concentraban en un solo bloque económico podría mejorar las condiciones de negociación de toda la región.
Sin embargo, la Gran Depresión afectó las relaciones comerciales de Chile y Argentina, pues para resguardar sus propias economías y reducir su déficit, establecieron medidas arancelarias y no arancelarias que redujeron el comercio de ambas naciones entre sí y con los demás.