La llegada de Donald Trump a la presidencia de EEUU y su giro proteccionista ha cambiado por completo los equilibrios de poder internacional. Y el efecto dominó de ese giro llegó a la primera gran cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de la era Trump, que concluyó después de tres días en Buenos Aires con un innegable fracaso que admitían incluso sus máximos responsables.
Es tan evidente el bloqueo que sufre el principal organismo mundial para promover el libre comercio, el gran enemigo contra el que Trump dirigió su campaña electoral, que hasta Roberto Azevêdo, el director general de la OMC, evitó el lenguaje diplomático habitual de estos foros: "No hemos podido obtener resultados. No podemos ocultar nuestra decepción. No pudimos avanzar en varios programas, la decepción es amarga sobre todo para los autores". El brasileño utilizó un tono especialmente dramático para defender la utilidad de la OMC, puesta en cuestión indirectamente por EEUU y otros. "Faltó flexibilidad para que el sistema funcione. El sistema no es perfecto, pero es el mejor que tenemos. Todos lo lamentaremos si un día lo perdemos". "No hemos estamos a la altura", admitió la argentina Susana Malcorra, gran organizadora de la cumbre. Después de miles de dólares gastados en viajes hasta Buenos Aires de las enormes delegaciones de los 164 participantes, los resultados son apenas un par de compromisos para seguir negociando.
La paradoja es que la reunión se dio en Argentina, un país que ha dado un giro de 180 grados a favor del libre comercio, de la mano de Mauricio Macri, después de 13 años de kirchnerismo que apostaba por el proteccionismo. Pero ese giro, como el de otros países de América Latina, se ha encontrado con otro cambio aún más fuerte en EEUU que se ha impuesto con su poder en esta cumbre y ha marcado un notable frenazo después de dos reuniones en Nairobi y Bali con muchos avances. Diversos miembros del Gobierno argentino, desolados por el fracaso de una cumbre que era la gran puesta de largo internacional del equipo de Macri, insistían en que la organización no falló –la ciudad se blindó por completo para evitar que se acercaran los manifestantes a la cumbre- y que el fracaso político no es culpa de Argentina, sino sobre todo de EEUU y su guerra abierta con China. "El multilateralismo no es obtener lo que queremos, sino lo que podemos. Si valoramos el sistema tenemos que venir a sabiendas de que tenemos que hacer concesiones, algunas dolorosas, esto es algo que faltó en Buenos Aires", se quejaba Azevêdo.
Los 164 países participantes llegaron a Buenos Aires sin haber podido cerrar un documento conjunto de antemano y las negociaciones se preveían difíciles, tal y como anticipó Malcorra en el inicio de las sesiones plenarias. Pero el resultado fue aún peor de lo esperado. "Ha sido una ocasión perdida", lo definió la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, ante un grupo de periodistas.
Las decisiones en la OMC se toman por unanimidad y un único voto en contra bloquea cualquier acuerdo. Sin embargo, si las grandes economías coinciden suele ser más fácil avanzar, lo que no ha ocurrido en esta ocasión. El Gobierno de Trump está más interesado en negociar acuerdos bilaterales que en apostar por el sistema de comercio multilateral de la OMC, en línea con su eslogan América primero. El representante estadounidense, Robert Lighthizer criticó el actual funcionamiento del organismo y denunció que algunos de los grandes países incumplen las reglas al beneficiarse de un estatus de país en desarrollo que no se corresponde con la realidad. China, por el contrario, se mostró como una férrea defensora del libre cambio, en un intercambio de los roles tradicionales jugados por las dos potencias.
"Las diferencias eran demasiado grandes", admitió Malmström, quien reconoció estar "triste" por el fracaso. El organismo no logró cerrar un acuerdo ni siquiera en uno de los temas para los que había más consenso, la retirada de subsidios a la industria pesquera que favorecen la sobreexplotación de los mares y la pesca ilegal. Todo quedó en "un programa de trabajo" para seguir negociando de cara a la futura cumbre, en 2019, lo que aleja la posibilidad de cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible sobre los océanos, que prevé poner fin a la pesca excesiva e ilegal. "Estuvimos cerca, hubiese sido la primera vez en la que se decía 'comercio sí, pero tiene que ser sostenible", dijo Malmström. La mayor resistencia en este punto llegó de India, según las ONG.
Tampoco se logró unanimidad en otros temas sensibles, como agricultura y financiación para el desarrollo de inversiones. Dentro de la OMC hay división incluso sobre la agenda que debe estar sobre la mesa. Algunos países sostienen que primero debe cumplirse la hoja de ruta trazada en Doha en 2001, mientras que otros creen que el mundo ha cambiado mucho desde entonces y es urgente adaptarla a la nueva realidad, en la que han cobrado gran importancia el comercio electrónico y la protección del medio ambiente, entre otros temas. El único que pudo celebrar en Buenos Aires fue Sudán del Sur, el país más joven del mundo, que se va de la capital argentina con estatus de observador. Un triunfo pírrico para una conferencia que se preparó durante dos años.