La Reserva Federal se mantiene paciente. El banco central de Estados Unidos decidió dejar de nuevo los tipos de interés estables entre el 2,25% y el 2,5% al tiempo que avanza con el plan anunciado en la pasada reunión para suspender la reducción del balance en septiembre. La discusión interna, con Donald Trump presionando para que baje tipos, se centró esta vez en definir cómo reaccionará si los datos económicos dan una sorpresa en cualquier dirección durante los próximos meses.
Esta vez no había proyecciones económicas ni encuesta interna de los miembros del comité para tener una indicación de por dónde van las cosas en el seno de la Fed. Así que toda la atención se centró en el color que diera su presidente, Jerome Powell, durante la rueda de prensa. El comunicado tras la reunión evidencia que el crecimiento en el primer trimestre fue más robusto del esperado, del 3,2%.
La estrategia preventiva de la paciencia se enfrenta, en todo caso, a retos económicos y políticos. Los miedos que dominaron en Wall Street a final de 2018 demostraron ser exagerados, las condiciones financieras mejoraron y se espera que el crecimiento se refuerce en el segundo trimestre. La coyuntura económica, por tanto, da margen a la Fed para mantenerse a la espera y evitar la tentación de ir al extremo del recorte. "Los riesgos se han moderado", afirma.
La dificultad para Powell, sin embargo, es cómo va a manejar las expectativas. La solidez del crecimiento podría ser un argumento para subir tipos. "Seguirá a un ritmo saludable el resto del año", antcipa. Pero la inflación se muestra vulnerable. Cuando se excluye el precio de la energía y los alimentos, la subyacente bajó al 1,6% en marzo. Es cuatro décimas menos cuando se compara con diciembre, la última vez que se encareció el precio del dinero, y dos frente a enero.
Powell, por eso, trata de ser muy cuidadoso para evitar decantarse hacia uno u otro lado. En sus intervenciones públicas sigue dominando la palabra “paciencia”. El de la baja inflación, además, es un dilema al que se enfrentan los grandes bancos centrales mundiales al manejar sus estrategias. Hay múltiples factores en este ciclo que explican que el alza de precios lleve tanto tiempo por debajo al 2% de referencia. Confía, sin embargo, que vuelva a un nivel más normal cuando pasen factores transitorios.
El gran debate, por tanto, es saber qué va a provocar que Jerome Powell mueva ficha pese a insistir que se encuentra "cómodo" con la política actual. Donald Trump, entretanto, mantiene la presión. No es el primer presidente que trata de influir en la estrategia de la Fed, aunque sí el más agresivo. El republicano acudió en la víspera de la decisión a Twitter para pedir un recorte de un punto porcentual en los tipos y que reactive el mecanismo de compra de deuda.
Su argumento es que la inflación lo permite. Al mismo tiempo lo justifica echando la mirada a China, en plena batalla arancelaria entre las dos potencias. “Están estimulando su economía al mismo tiempo que mantienen bajos los tipos”, afirma, criticando de nuevo a la Fed por haber restringido el crédito. “Tenemos el potencial de subir como un cohete si hacemos lo mismo”, asegura. Powell responde que no ve motivos para ir en una u otra dirección.
El presidente de la Fed aprovechó para dejar claro que los miembros del banco central se concentran exclusivamente en el análisis de los indicadores económicos y los riesgos potenciales para definir la política que se considera es apropiada en cada momento. "No pensamos en otros factores, no dejamos que formen parte de nuestros proceso de toma de decisiones y no los discutimos", concluyó tras exponer cómo se preparan las reuniones.