Neoestructuralismo y corrientes heterodoxas en América Latina y el Caribe a inicios del Siglo XXI
Como respuesta a la ineficacia de la faceta neoliberal para diagnosticar y enmendar la actual crisis mundial y de la Eurozona, el llamado a una revolución en el campo de las ideas toma mayor impulso. La aportación del mundo en desarrollo vía la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) lleva por título "Neoestructuralismo y corrientes heterodoxas en América Latina y el Caribe a inicios del siglo XXI". Enriquecida por la diversidad de enfoques teóricos críticos (desde evolucionistas, institucionalistas, regulacionistas y marxistas hasta radicales y postkeynesianos), aunque centrada en el (neo)estructuralismo, la investigación subordina su agenda teórica y de trabajo al desarrollo y crecimiento económico inclusivo, mejoramiento de la inserción comercial externa, incremento de empleo productivo, disminución de la heterogeneidad estructural, mejora en la distribución del ingreso y, no menos importante, la estabilidad financiera sustentada en el sector real con ayuda estatal.
El razgo distintivo de la escuela (neo)estructural es basar el desenvolvimiento económico no en distorsiones esporádicas de la política económica sino en características de naturaleza endógena, estructural e histórica. De ahí que a lo largo de sus 15 capítulos sólo a partir de consideraciones orgánicas e individuales (tales como rezago tecnológico, restricción externa, desigualdad, heterogeneidad estructural, inestabilidad real, relaciones de dependencia centro-periferia, apertura comercial, movilidad internacional de capitales, privatización, desregulación, etc.) se aconseje determinada agenda económica, industrial, social y estatal. Si una reprimenda central al dogma dominante fue su fallida "tropicalización" en la periferia de modelos económicos pensados para economías desarrolladas, aquí pueden encontarse soluciones de y para naciones subdesarrolladas.