Las más de veinte mil entrevistas individuales realizadas en 20 países, que cubren una población entre los 15 y los 29 años, nos dan hoy un panorama claro de las principales percepciones y expectativas de las nuevas generaciones. El objetivo de la encuesta fue recoger las percepciones y opiniones de los jóvenes de la región preguntándoles acerca de diversas temáticas (educación, seguridad, instituciones, drogas, familia) y pidiéndoles que valoren sus situaciones actuales y a futuro (cinco años) de sus trayectorias personales y las de sus países.
Más de 150 millones de iberoamericanos son jóvenes, es decir, uno de cada cuatro, tiene entre 15 y 29 años. La mitad de ellos viven en Brasil y México. Del total de jóvenes iberoamericanos, el 80% se concentra en el sector urbano. En los países centroamericanos el porcentaje de población urbana joven es menor que el de los países andinos y del Cono Sur.
La encuesta fue elaborada por la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ), con el apoyo de los principales bancos de desarrollo de América Latina (BID y CAF), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre otros socios.
El principal reto que este valioso trabajo presenta para los organismos internacionales, los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil, es el de interpretar los mensajes y crear respuestas institucionales efectivas.
Por ejemplo, el hecho que el 33% de los jóvenes encuestados hayan expresado que la delincuencia y la violencia es su mayor preocupación, seguida por la drogadicción y el alcoholismo, con el 20%, y el desempleo, con el 16%, nos obliga a examinar las prioridades de nuestras políticas públicas.
El PNUD ha desarrollado el Índice de Expectativas Juveniles para la Encuesta, un ranking que mide el grado de expectativa positiva o negativa que tienen los jóvenes de cada país respecto del futuro, a partir de una serie de variables.
El Índice de Expectativas Juveniles reveló que: dos tercios de los jóvenes de Iberoamérica ven el futuro con una mirada optimista; las expectativas sobre el futuro son más optimistas que las evaluaciones sobre el presente y que los jóvenes expresan más confianza en las capacidades propias que en el entorno en el que se desarrollan. El Índice ha revelado también que los climas de "crisis nacional" no parecen tener una relación lineal con las expectativas de los jóvenes (por ejemplo, España no muestra niveles bajos de expectativas en el futuro). Además, las mayores expectativas están ligadas a mejoras esperadas en medio ambiente, educación, corrupción y desigualdad.
Medir las expectativas juveniles es fundamental para la región, especialmente en este momento en que América Latina vive muchas protestas callejeras, que son movilizaciones de las juventudes, de los que aspiran a más y exigen servicios públicos de calidad y trato digno.