Las reformas que están llevando a cabo los gobiernos de los países en crisis de la Zona Euro tienen como objetivo principal destruir las conquistas de los trabajadores europeos consagradas en el Estado de Bienestar. El euro no está en crisis. Para entender la afirmación anterior es necesario revisar los fundamentos de su creación.
Las principales fuerzas que hicieron posible el euro han resultado en realidad, beneficiarias de la crisis: el establishment alemán. No olvidemos que el euro tuvo como objetivo "europeizar" a Alemania para reducir su influencia en la región, sin embargo, el establishment alemán exigió dos condiciones: 1) establecer una autoridad financiera (el Banco Central Europeo) y 2) establecer el Pacto de Estabilidad (imponiendo la disciplina financiera a todos los países miembros).
La contradicción resulta de que el Banco Central Europeo (BCE) no opera como un banco central en la realidad: el BCE no protege a sus Estados contra la especulación en los mercados financieros comprando bonos públicos. En lugar de eso, en los últimos años el BCE se ha dedicado a prestar dinero a los bancos privados a una tasa de interés muy baja (inferior al 1%) y con ese dinero compra bonos públicos emitidos a un interés muy alto (de 6 a 7%). Desde diciembre pasado, el BCE ha prestado un total de más de 1 billón de euros a los bancos privados.
Lo anterior se explica en parte, porque es el banco central alemán (Bundesbank) quien gobierna el BCE. Es el gobierno alemán, el que ha puesto énfasis en la promoción de las exportaciones como motor del crecimiento económico para la región. Sin embargo, Alemania en lugar de exportar inversiones al resto de Europa, se dedicó a exportar euros, financiando las burbujas financieras de la periferia europea, tal como ocurrió con la burbuja inmobiliaria española.
De tal forma, que la troika europea se encarga de gestionar la transferencia de fondos públicos al sistema bancario privado prestando "ayuda" a cambio de reducir los salarios, eliminar la protección social y desmantelar el Estado de Bienestar. Las enormes diferencias en la disponibilidad de crédito han terminado por beneficiar a los bancos alemanes.
Sin embargo, el euro no está en crisis. Estaría en crisis sólo si los países periféricos decidieran abandonarlo, cosa que no ha sucedido. Lo que se mira en los discursos de los gobiernos de los países en crisis es la "exteriorización de la culpa", y, como se apuntó líneas arriba, hay una enorme transferencia de la riqueza pública a manos privadas. Todo lo anterior no hubiera sido posible sin el surgimiento de lo que Jeff Faux hace bien en llamar "una alianza de clases global".
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