La recuperación de la economía mundial a lo largo del primer semestre de 2012 es lenta y diferenciada: mientras la mayoría de los países desarrollados presentan tasas de crecimiento con perspectivas a la baja, la situación para América Latina y el Caribe sigue siendo favorable aunque con una ligera desaceleración respecto al año previo. Se prevé una tasa de crecimiento del PIB mundial del 2.5% para 2012 (en 2011 fue del 2.8%).
La situación en Estados Unidos continúa siendo endeble. A un elevado desempleo superior al 8% (hasta junio de 2012) se suman la desconfianza en el sector bancario y el alto nivel de endeudamiento de las familias, situación que ha llevado a la Reserva Federal (Fed) a contemplar un nuevo ejercicio de flexibilización cuantitativa (QE3) para septiembre de este año. Las perspectivas no son positivas, pues a lo anterior se suma el difícil proceso de negociación política que tendrá lugar a inicios de 2013, cuando entrarán en vigor de manera automática alzas tributarias y recortes del gasto por un total de 560 000 millones de dólares (4.7% del PIB).
Europa es actualmente el centro de atención de los mercados financieros internacionales. Persiste la desconfianza interbancaria por la crisis de la zona euro, situación que ha impactado negativamente en la demanda agregada de las economías nacionales y reducido el nivel de importaciones, especialmente de China. Además, la creciente debilidad económica europea ha puesto al descubierto los límites del desacoplamiento entre los países industrializados y el mundo en desarrollo. Para América Latina, ha representado una menor demanda de importaciones de la región y una disminución en el envío de remesas (de España principalmente).
En el caso de los países en desarrollo, se observa una ligera desaceleración en sus ritmos de crecimiento, producto de la menor demanda de importaciones de Asia (en particular de China), así como de un ligero descenso en el precio de las materias primas. Se observa un cambio en las tendencias del comercio internacional: las transacciones Sur-Sur empiezan a tener un papel cada vez más relevante, para 2017 se estima que este tipo de transacciones superarán el monto de las realizadas entre países industrializados.
Con todo, no cabe duda de que en las próximas dos décadas los países en desarrollo serán el motor principal de crecimiento de la economía mundial; si bien es importante no perder de vista que la desaceleración de la economía china, el descenso del precio de las materias primas y la menor demanda de los países desarrollados marcan límites muy marcados al aparente desacoplamiento Norte-Sur de la post-crisis del 2008.
Es necesario que América Latina y el Caribe articulen políticas públicas a favor del desarrollo (para favorecer su competitividad internacional) a la par de construir una agenda de cooperación especialmente con Asia Pacífico: mayor y mejor nivel de integración regional para una inserción internacional a favor de los países del Sur.
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