Luego del estudio de la política exterior seguida por Brasil en la región, podría confirmarse que existen claros elementos para confirmar que la política de dicho país, no necesariamente favoreció la evolución de los procesos de integración de mayor importancia en América del Sur, fomentando incluso un nivel de institucionalidad que ha reflejado los intereses de Brasil por sobre los de los otros países de la región.
Entre los ejemplos más notorios, podrían mencionarse la evolución del Mercosur, especialmente la de los últimos años, la constitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones y de la UNASUR, las políticas de inversión seguidas por Brasil entre otros fenómenos. Al menos en términos de su desarrollo institucional y del cumplimiento de los objetivos originarios planteados por los tratados de algunos de los procesos señalados y confirmando la evidente importancia de Brasil en el impulso de las iniciativas o nuevos enfoques adquiridos por los ámbitos integracionistas de la región, podría aseverarse que la política desplegada por Brasil no favoreció la profundización de los acuerdos, sino que por el contrario la habría perjudicado.
De cualquier forma, los esfuerzos desplegados por Brasil para transformarse en un líder indiscutido, al menos en el nivel sudamericano, no necesariamente alcanzaron dicho objetivo. La presencia de Estados Unidos en la región sigue muy presente y las políticas de inserción internacional de países como Chile, Perú o Colombia, difieren sustancialmente de la de Brasil, lo que quedó en evidencia con la creación de la Alianza del Pacífico, que además sumó a México a la iniciativa lo que potenció la importancia geoestratégica adjudicada a la iniciativa.
Si bien, hay una incidencia de la política internacional de Brasil en todas las iniciativas regionales de enfoque económico y comercial, como también político, la consolidación de su liderazgo regional sigue en cuestionamiento y podría afectar algunos de los objetivos planteados por Brasil a nivel multilateral.