El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) confirma una nueva realidad comercial. Este es un acuerdo de última generación que busca conformar una zona de libre comercio en bienes y servicios entre 12 países. La notoriedad otorgada al TPP tiene que ver con su modalidad y alcance, ya que vincula a países que ya poseían tratados de libre comercio vigentes e incluye en sus 30 capítulos disciplinas de última generación –conocidas como OMC Plus y OMC X– no incorporadas hasta el momento en los acuerdos comerciales.
Otro aspecto que no puede desconocerse se refiere a las repercusiones geopolíticas. A través del TPP, Estados Unidos no solo logra sellar un acuerdo con Japón –su aliado en Asia-Pacífico para contener la influencia de China–, sino también logra acercarse a países que en los últimos años han profundizado su relación económica y comercial con China, como es el caso de Australia, Nueva Zelanda y algunos de los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. También han emergido otros acuerdos de porte incluso mayor, como es el caso de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) negociado entre Estados Unidos y la Unión Europea, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) liderado por China y que pretende alcanzar una zona de libre comercio nada menos que entre China, India, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y los 10 miembros de la Asean
Más allá del resultado final en cuanto a la incorporación del acuerdo, el solo cierre del TPP tiene consecuencias políticas de consideración para América del Sur. La primera tiene que ver con el futuro del sistema multilateral de comercio. El caso más destacado tiene que ver con la incorporación del comercio agrícola a las disposiciones multilaterales. La firma de acuerdos como el TPP tiene un impacto de consideración en términos de los incentivos para definir las estrategias de inserción internacional.
La Alianza del Pacífico no solo posee un óptimo nivel de preferencias comerciales negociadas bilateralmente por cada socio, acompañando los ritmos internacionales en cuanto a la suscripción de acuerdos, sino que también logró ser parte de los esfuerzos para consolidarlas o profundizarlas.
Pero, ningún miembro del MERCOSUR integra el TPP y tampoco ha suscrito acuerdos comerciales con Estados Unidos, la Unión Europea, ni con ninguna economía asiática. Para el MERCOSUR, el impacto es claro en términos arancelarios, perdiendo preferencias relativas en mercados de importancia comercial para el bloque. Este sería el caso de países competidores en el sector agrícola y agroindustrial como Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda que han mejorado o profundizado sus preferencias de acceso a los mercados de Japón y del Sudeste Asiático.