La crisis sanitaria ha desencadenado una crisis mundial como ninguna otra y es probable que la pandemia ejerza un daño duradero en los determinantes fundamentales de las perspectivas de crecimiento a largo plazo, erosionando aún más los niveles de vida en los años venideros. La crisis sanitaria mundial que, además de un enorme costo humano, está llevando a la recesión mundial más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. Aunque el resultado final del crecimiento es todavía incierto, y es posible un escenario aún peor si se tarda más en controlar la crisis sanitaria, la pandemia dará lugar a contracciones de la producción en la gran mayoría de los mercados emergentes y las economías en desarrollo. Las prioridades de política inmediatas son aliviar los costos sanitarios y humanos actuales y atenuar las pérdidas económicas a corto plazo, abordando al mismo tiempo problemas como la informalidad y la debilidad de las redes de seguridad social que han acentuado las repercusiones en las poblaciones vulnerables. Una vez que la crisis haya remitido, será necesario reafirmar un compromiso creíble con las políticas sostenibles y emprender las reformas necesarias para reforzar las perspectivas de crecimiento a largo plazo. Para estas medidas, la coordinación y la cooperación mundiales serán fundamentales