Estados Unidos y México han alcanzado este lunes un acuerdo que pone punto final al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), un pacto de enormes proporciones que también incluye a Canadá, que lleva casi un cuarto de siglo en vigor y que cambiará de nombre a partir de ahora: será, de momento, el Acuerdo Comercial Estados Unidos-México. El envoltorio es importante para el presidente Donald Trump, que llegó a la Casa Blanca exigiendo una reforma profunda de ese marco, bajo amenaza de liquidarlo, y que, tras más de un año de conversaciones, parece haber encontrado consenso con su vecino del sur en algunos aspectos claves. Ahora debe sumarse a las negociaciones el Gobierno de Justin Trudeau, cuyas las relaciones con EE UU no han dejado de empeorar en los últimos meses. Tendrá dos opciones: aceptar lo pactado, con los retoques que pueda introducir, o quedarse fuera.
El presidente estadounidense hizo pública la fumata blanca por la mañana en su cuenta de Twitter. Fue tan entusiasta como ambigua. "¡Un gran acuerdo con buena pinta con México!", se limitó a escribir. Horas más tarde, en una llamada telefónica con Enrique Peña Nieto televisada con solo unos minutos de retraso, Trump ha subrayado que "alcanzar un acuerdo justo es algo muy especial para la manufactura y el campo de los dos países. Es un acuerdo increíble para los dos países". El magnate republicano ha reconocido el trabajo conjunto llevado a cabo por el presidente en funciones, Peña Nieto, y el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, –"es algo que se debe saber; el equipo negociador mexicano ha estado muy unido"– y ha reservado las palabras más duras para Canadá, lo que augura una próxima negociación compleja.
"Celebro el entendimiento que ha habido entre los dos equipos negociadores. Ha sido una negociación de meses, compleja y no exenta de momentos difíciles", ha subrayado, por su parte, el presidente mexicano. Peña Nieto sí ha tendido la mano al tercer pilar de América del Norte: "Es nuestro deseo que ahora Canadá también pueda incorporarse al acuerdo. Asumo que ellos estarán negociando los asuntos bilaterales entre Canadá y EE UU", ha afirmado en un tono mucho más inclusivo que el de su par estadounidense. "Estoy muy agradecido y tengo un enorme reconocimiento al Gobierno estadounidense y a su voluntad política", ha cerrado el todavía presidente de México, que podría viajar a Washington en los próximos días para la firma del pacto. El acuerdo final, con o sin Canadá, tendrá que ser ratificado por los Congresos de los países participantes.
El pacto bilateral alcanzado este lunes se agilizó tras la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales mexicanas del 1 julio –Trump y él han fraguado un extraño entendimiento, habida cuenta de sus amplias diferencias ideológicas–, es un paso importante pero no definitivo. Ahora queda el tramo final de la negociación, en la que las delegaciones estadounidense y mexicana tendrán que convencer a sus pares canadienses de las bondades de lo pactado, así como tratar las cuestiones que afectan a las relaciones trilaterales. El mejor termómetro de la economía mexicana, el peso, ha reaccionado positivamente al acuerdo, con una subida superior al 1% frente al dólar.
En ese sentido, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ha invitado a su homólogo canadiense, Justin Trudeau, a sumarse a las conversaciones con la mayor brevedad. "Hablé con el primer ministro de Canadá sobre el estado de las negociaciones del TLC y el avance entre México y Estados Unidos. Le expresé la importancia de su incorporación al proceso con la finalidad de concluir una negociación trilateral esta misma semana", ha tuiteado minutos después de que trascendiera el principio de acuerdo con Washington.
El TLC (Nafta, en sus siglas en inglés) constituye una zona libre de comercio en la que viven 450 millones de personas y que mueve más de un billón de dólares al año. Este primer acuerdo, tras 13 meses de arduas negociaciones –el último, un mano a mano entre estadounidenses y mexicanos, con los canadienses al margen–, allana el camino para la reedición de un texto que ha sido clave en el crecimiento del comercio en una de las regiones más dinámicas del planeta. Y, sobre todo, retira el principal foco de presión para la economía mexicana, altamente dependiente de su vecino del norte: cada hora exporta más de 30 millones de dólares, una cifra que se ha multiplicado por siete en el último cuarto de siglo.
Un portavoz del Gobierno canadiense ha celebrado el "progreso" en la negociación entre EE UU y México como un "requisito necesario" para el acuerdo trilateral, pero ha aclarado que solo firmarán un TLC que sea "bueno para Canadá y para las clases medias". "Nuestra rúbrica es indispensable", ha recordado. Aunque las autoridades canadienses se han cuidado muy mucho de expresarlo en público, el descontento por haber sido apartados durante estas cinco últimas semanas de negociación –en las que las conversaciones se han convertido en un toma y daca entre Washington y la Ciudad de México– es evidente. Toda la presión recae ahora sobre Ottawa.