Las exportaciones de América Latina y el Caribe continúan creciendo. Después de cuatro años en negativo, ya van dos de aumentos. Pero el ritmo ha decaído. Si en el primer trimestre de 2017 la subida fue de un 11,9%, este se ha quedado en un 10,6%, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicado este jueves.
Detrás de ese escaso punto y medio porcentual hay "signos de desaceleración bastante claros", en palabras de Paolo Giordano, economista principal del Sector de Integración y Comercio del BID y coordinador del estudio. "Latinoamérica no está aprovechando el vigoroso crecimiento del comercio mundial, que está al 16%", asegura.
La ralentización se debe, en parte, a la bajada o la moderación de precios de materias primas como el azúcar, el café, la soja y el hierro. Las buenas noticias serían que en volúmenes, el crecimiento de las exportaciones prácticamente se mantiene igual (en un 4%) y que la fuerte subida del petróleo en los últimos meses —fuente de energía de la que el subcontinente es exportador neto y en la cual descansan las exportaciones de muchos países de esta parte del planeta— puede ayudar a aumentar el valor de estas ventas. "Pero no conviene basar el crecimiento en un solo producto. La región debe promover la diversificación y una integración regional más profunda para asegurarse contra la volatilidad de los mercados de productos básicos", matiza Giordano.
Además, la potencia exportadora se concentra en las cuatro mayores economías de la región: Argentina, Colombia y, especialmente, México y Brasil. En el resto de los países fue muy leve o incluso disminuyó. Por regiones, Sudamérica pasó de una subida del 15% en 2017 a un incremento del 10,4% en los tres primeros meses de 2018; en Mesoamérica las exportaciones repuntaron casi un 11% respecto al mismo periodo año anterior, con un crecimiento de los envíos mexicanos y una desaceleración de los centroamericanos.
En cuanto a las fuentes de demanda, los destinos que más repuntaron en el primer trimestre del año fueron la Unión Europea y las intrarregionales —ventas a países vecinos—, pero Estados Unidos y China siguen siendo los dos principales clientes de América Latina. El envite proteccionista de la Administración Trump, en forma de aranceles sobre el aluminio y el acero, está empezando a notarse en los envíos de hierro a EE UU.
El reciente fortalecimiento del dólar con respecto a las grandes monedas locales —el peso mexicano, argentino y colombiano, así como el real brasileño— que podría ser una ventaja competitiva futura para los países latinoamericanos, está teniendo —por ahora— un impacto muy moderado. En buena medida, porque las materias primas, en la que región es intensiva, cotizan y se comercializan en la divisa estadounidense. En el país en el que más debería tirar de las ventas exteriores es en México: el más dependiente de las ventas a la primera potencia mundial y, sobre todo, la nación latinoamericana en la que más peso tienen las manufacturas sobre la matriz exportadora.
Un dato ambivalente que aporta el estudio del BID es el de las importaciones, que subieron en la región en un 14% interanual en el primer trimestre de 2018 frente al menos de 10% del año anterior. "Por un lado es positivo porque muestra un buen comportamiento de las economías de Latinoamérica [que hace crecer la demanda y, consecuentemente, las compras en el exterior]. Pero, por otro, también es peligroso, ya que en un escenario de subidas de tasas de tasas de interés en todo el mundo podría suponer problemas de financiación”, puntualiza el coordinador del informe.