Gianni Vattimo: “Europa, como se decía sobre el Estado burgués, ‘se abate, no se cambia’”
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Gianni Vattimo (Turín, 1936) es de esos filósofos cuya voz se atiende más allá de la propia Academia. Un italiano de influencia global que ha tratado sobre la modernidad y la postmodernidad, el “pensamiento débil”, el fin de la historia o el surgimiento de una sociedad compleja donde lo “nuevo” ya no es igual a “mejor”. Pero también de los derechos de la comunidad gay, el feminismo, la sexualidad, la teología o la globalización.
Nació en la era de los nacionalismos previa a la Segunda Guerra Mundial y estudió en Italia y en Alemania –en Heidelberg dejó de ser católico. Luego se hizo maoísta. Criticado por las Brigadas Rojas, fue acusado de homosexual cuando la palabra “gay” era algo más que peyorativa. Europarlamentario liberal desde 1999 hasta 2004 y, de nuevo, entre 2009 y 2014, en los últimos años se define nuevamente “comunista hermenéutico” y cristiano crítico con el capitalismo liberal y con el totalitarismo.
Y duda.
El Brexit, la Unión Europea, el futuro. Nada encaja.
“Francamente, no sabría qué hacer”, señala Vattimo.
La primera pregunta es inevitable: ¿qué significa para usted el Brexit?
Yo, como antiguo diputado europeo, tengo una idea bastante negativa de la UE. Me parece que, sobre todo en los últimos años, se ha convertido en una entidad de control económico sobre los Estados. Es decir, por decirlo de forma bruta: es una agencia de transmisión de las órdenes de las marcas internacionales a los Estados nacionales. Por ejemplo en el fiscal compact, en esta idea de los límites al presupuesto y al gasto de los Estados. Es una cosa absolutamente antidemocrática. Los estados-nacionales son aún la sede de la democracia. Cuando voto, voto por un gobierno italiano, pero si este gobierno debe recibir órdenes de Europa… Está el Parlamento europeo, pero todos sabemos lo poco que cuenta en este momento. ElBrexit es un golpe que yo espero sirva para revisar y repensar Europa. No digo que Europa acabe, pero debe reformarse profundamente. Sino acabará mal.
La UE es criticada desde el Reino Unido al este de Europa pasando por los ciudadanos de los países fundadores, entre ellos Italia. ¿Pero qué es lo que lleva a la desafección con Europa de esta ciudadanía?
En estos momentos la cuestión fundamental, al menos para mí que veo las cosas desde Italia, está ligada al hecho de los límites a los presupuestos. Yo no soy economista, pero aquello por lo que odiamos Europa se debe a que nuestra política está determinada por una ley de Estabilidad dominada desde lo alto por las normas europeas. Y las europeas son normas técnico-bancarias que ninguno ha votado ni querido.
En este caso, ¿qué medidas debería tomar la actual UE, la eurozona o el ente que considere más oportuno para que el proyecto europeo siga vivo?
Antes que nada, cambiar los mecanismos del poder en Europa, que no es sólo una cuestión de sus instituciones sino que es una cuestión de política. Institucionalmente Europa está hecha así: el Parlamento cuenta menos que el Consejo y menos que los acuerdos entre gobiernos. Para ser una posible federación democrática, debería revisarse la relación entre el Parlamento y el Consejo, donde el Parlamento es el que debería contar. El Parlamento europeo no es tomado en serio porque tiene poco poder. El hecho de que sea elegido por los ciudadanos es una garantía de democracia, pero muy pequeña porque, ¿cuántos votan? El mecanismo se muerde la cola: el Parlamento europeo tiene poco poder, por esto tiene poca visibilidad; debería de contar más, pero para ello debería ser votado de forma seria. Por ejemplo: ¿qué diferencias hay en Europa entre las políticas de un partido y de otro? En Italia el presidente de la República precedente, Giorgio Napoletano, siempre ha sostenido que hace falta más Europa, como si las diferentes políticas no importaran. ¿Debemos tener más Europa para dar con una mayor unidad europea o debemos tener una mayor unidad europea para realizar una cierta política de izquierdas, de centro, de derechas o de lo que sea? No hay una verdadera cualidad política de los gobiernos europeos. La Comisión es aprobada por el Parlamento pero bajo el fundamento de gobiernos que se dividen el poder. En estos momentos es una estructura en cierta medida irremediable. No veo cómo se podría corregir Europa sin transformarla radicalmente, como una vez se decía sobre el Estado burgués: “Se abate, no se cambia”. Tengo la impresión de que este lema vale para Europa. Porque Europa tal y como es no funciona, y no se puede decir de forma simple ‘corrijamos esto o aquello’, porque no se sabe qué parte corregir. Paradójicamente la elección de los ingleses de irse me parece muy comprensible, en el sentido de que no les iba bien por tantas razones y se van. No sugieren esta u otra reforma. Francamente, yo no sabría qué hacer. Me doy cuenta de que ahora la UE no se puede disolver, porque crea más problemas de los que solventa, pero estamos en un laberinto institucional en el cual no conseguimos respirar.
Los llamados partidos populistas han adquirido cada vez más poder en Europa, y, en paralelo, otros nuevos partidos muy críticos con la UE ya dominan alcaldías como las de Roma o Turín…
Toda la cuestión de la inmigración, por ejemplo, también ha contribuido a desacreditar a Europa. Hoy, cuando se nos dice que ‘La solución está en más Europa’, me río. No lo cree nadie. Por un lado se ha comportado de forma que tenemos un Mediterráneo lleno de cadáveres. Siempre les hemos expulsado. No hemos resuelto ninguno de los problemas de la inmigración. Y la economía va mal en todos los países. Por ejemplo, yo vivo en el Piamonte y cada día se cierra una industria; se deprecia la productividad italiana de manera que las fábricas pueden ser adquiridas por los chinos, rusos, etc. Es un mecanismo que, francamente, no sé cómo se puede corregir. Por eso espero que el éxito del Brexit represente un acicate para todos los gobiernos europeos que haga repensar profundamente la UE. Pero no sé qué haría si tuviera una varita mágica.
¿Quiere decir que no sabría si lo más conveniente es avanzar hacia, por ejemplo, un Estado federal, o disolver la integración europea?
Yo en Italia aún sé de qué parte estoy entre los partidos de izquierdas, derechas, centro, etc. En Europa está el Partido Popular europeo donde están todos y ninguno. Europa no tiene una verdadera política. Por eso, faltándole un fisonomía política auténtica… Piense que hemos nominado ministro de Exteriores a una jovencita italiana y, antes, a una señora inglesa poco competente. ¿Cómo es posible hacer ministra de Exteriores de Europa a [Federica] Mogherini? ¿Qué quiere decir? Que los gobiernos europeos también dan a la Comisión una importancia muy limitada y que es disfuncional. La única cuestión que funciona efectivamente son los imperativos de la banca.
Es decir, en Europa no hablamos tanto de ideologías como de Estados y naciones, como en el pasado. Y sin el tradicionalmente liberal Reino Unido, ¿hacia dónde cree que puede discurrir la UE de la mano de dos grandes potencias como Francia y Alemania?
Habrá más poder de los Estados. Este es el punto. Porque tras salir el Reino Unido de la UE, la UE como tal es más débil, y si es más débil está más a la merced de Francia y Alemania. Estamos reconstruyendo una especie de Europa guiada por Estados que encuentran su ventaja en dominarla, es decir, les interesa mantenerla débil, dejar todas las cosas como están y no ser molestados en sus políticas nacionales. Este es el problema. Pero no tengo soluciones, solamente un poco de desesperación.