La cumbre presupuestaria de la UE en Bruselas fue el comienzo, no el final de la pugna en torno a las finanzas de la Unión Europea. La comunidad se permite contar con una suprema autoridad escindida en el tema del presupuesto: el Consejo europeo y el Parlamento europeo tienen los dos, la palabra.
Los 27 jefes de Estado sólo pudieron acordaron de forma unánime el recorte del proyecto presupuestario de 960,000 millones de euros (mde) presentado por la Comisión europea. De no mediar un consenso sobre el próximo presupuesto de la UE, la unión de Estados deberá operar a partir de 2014 con presupuesto anuales.
Los vencedores fueron los fanáticos del ahorro -Alemania, Gran Bretaña y Holanda-, de los mil millones propuestos inicialmente por la Comisión, quedaron 960,000 mde, exactamente 1% del PIB europeo para los próximos siete años. La magnitud del "ahorro" se aprecia con los 994,000 mde en el que se fijó el presupuesto de la UE para el periodo anterior 2007-2013.
En definitiva, Merkel, Cameron y Mark Rutte no quieren perder la ocasión de imponer ampliamente en Europa políticas de austeridad. De ahí que con razón, algunos euro parlamentarios aboguen por una reforma financiera que ponga fin al toma y daca de las contribuciones, establezca impuestos propios para toda la Unión, implemente un impuestos sobre las transacciones financieras así como el derecho a contar con empréstitos propios -los famosos euro bonos.
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