LA MITIGACIÓN CLIMÁTICA: SIN CAMBIOS
Gabriela Ramírez, OBELA
Durante el año 2024 el planeta, específicamente el hemisferio norte, presentó anomalías de temperatura preocupantes. Tras romper récords de calor durante el verano, la comunidad científica tiene la confianza de que dicho año será el más caluroso jamás registrado hasta ahora. Las sequías e incendios forestales se mantuvieron como los fenómenos climatológicos más presentes durante los primeros seis meses del año 24, sin embargo, no son los únicos eventos del clima exacerbados por el cambio climático.
Con las mediciones de temperatura de enero a octubre, el año 2024 ha sido catalogado como el más caluroso del que se tiene récord (desde que comenzaron las mediciones hace 175 años). Se llegó a marcar una temperatura de 1.28C° más al promedio que existía entre los años 1901-2000, que era de 14.1°C. De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos no existen razones para pensar que entre noviembre y diciembre se den las condiciones para que la temperatura promedio baje.
El problema radica en que el año anterior también había sido señalado como el que albergó los días con más calor. El 2023 obtuvo el récord de ser el más caluroso cuando superó al 2016 por 0.17°C. Cada mes de la segunda mitad del año 23 fue más cálido que cualquier mes correspondiente en años anteriores, con julio y agosto como los dos meses con los registros más altos.
Fuente: National Oceanic and Atmospheric Administration.
Como podemos observar en la imagen, la mayor concentración de anomalías de temperatura al alza recae en los último cuarenta años. Con un énfasis en el 2023 y, por supuesto el 2024. De acuerdo con Copernicus, el año 24 fue el más cálido y el primero en superar la barrera de los 1.5°C sobre los niveles preindustriales, rasero considerado como un límite para evitar la pérdida masiva de biodiversidad.
En el mes de octubre del 2024, las temperaturas que rompieron récord provinieron de diversos puntos del globo. Gran parte del Ártico, así como grandes zonas del suroeste de Estados Unidos y el norte de México. En el continente asiático, India y Pakistán experimentaron climas extremadamente secos, al igual que pequeñas partes del continente africano y el sur de América. Norteamérica tuvo su octubre más cálido, Sudamérica tuvo su segundo, mientras que Europa el cuarto, Asia su quinto y África tuvo su décimo.
Fuente: Copernicus Climate Change Service.
Las aguas del planeta también se vieron afectadas. La temperatura media de la superficie del mar alcanzó los 20.68°C, el segundo valor más alto de los registros de ese mes, solo 0.10ºC por debajo de la temperatura de octubre de 2023. Las temperaturas fueron inferiores a la media en el Pacífico ecuatorial oriental y central pero las temperaturas de la superficie de los océanos se mantuvieron inusualmente elevadas en muchas regiones.
En cuanto al hielo marino, el Ártico alcanzó su cuarta extensión más baja durante el mes de octubre con un 19% debajo del promedio. Las anomalías de concentración de hielo marino estuvieron muy por debajo de la media en todos los mares que rodean el océano Ártico, especialmente el mar de Barents (en Noruega y Rusia), el archipiélago canadiense y el norte de Svalbard (en Noruega). Durante las últimas cuatro décadas, que coinciden con el periodo de anomalías de temperatura, los satélites han registrado una tendencia constante: más deshielo en el verano y una reducción en la formación de hielo en el transcurso del invierno.
El hielo no solo está en reducción, sino que el que sobrevive es muy joven. De acuerdo con el laboratorio de Ciencias Criosféricas del Centro de Vuelos Espaciales de la NASA, la abrumadora mayoría del hielo en el océano ártico es más delgado (probablemente de un año), que tiene una menor capacidad de sobrevivir a los meses más cálidos. Actualmente hay menos posibilidades de encontrar hielo que sea de tres años o más.
Temporada de huracanes
Diversos eventos climatológicos llamaron la atención a lo largo del 2024, sin embargo, aquellos que tuvieron que ver con agua fueron los más sonados durante la segunda mitad del año. A fines del mes de septiembre, el huracán John entró a México, a un territorio que ya había sido golpeado casi un año antes por un huracán categoría cinco. La estación meteorológica de Acapulco, en Guerrero, registró durante cuatro días el 80% del agua que recibe usualmente en un año.
En Estados Unidos, dos huracanes golpearon parte de su costa sureste con solo dos semanas de diferencia a finales de septiembre y principios de octubre. El primero en golpear, Helene, fue catalogado como el segundo más mortífero solo por detrás del huracán Katrina. A su paso, dejó pérdidas humanas, cortes de servicios e incluso llegó a cambiar el curso de un río en Carolina del Norte. Milton, el segundo huracán en llegar a territorio estadounidense cobró fuerza en muy poco tiempo. Nació como una tormenta tropical el 5 de octubre y para el 7 ya era un huracán categoría cinco. Sus vientos pasaron de 129 km/h a 282 en tan solo 24 horas.
El cambio climático tuvo un impacto importante en la severidad de estos eventos. Según el Imperial College London, las temperaturas cálidas de las aguas del Golfo de México ayudaron a la rápida intensificación tanto de Helene como de Milton. El calentamiento global incrementó las velocidades de sus vientos entre un 10 y 11%. Es decir, en un mundo sin cambio climático, Milton habría tocado tierra en categoría 2 y no en categoría 3. Aunado a ello, se estima que el 44% de los daños económicos provocados por Helene y el 45% de los de Milton pueden ser atribuidos a la debacle ambiental.
Del otro lado del mundo, en la península Ibérica, se llegó a un récord de lluvias mensuales, alimentado por bajas presiones en el Estrecho de Gibraltar. Por ello, en pocas horas se crearon sistemas de lluvias que quedaron prácticamente estacionadas sobre las provincias españolas de Valencia, Cuenca, Albacete y Murcia. Dejaron un saldo de cerca de 200 fallecidos y provocaron el desbordamiento de ríos y arroyos. La Agencia Estatal de Meteorología de España menciona que los registros de lluvia en varias estaciones de la región reflejan que las precipitaciones de un solo día fueron equivalentes a un tercio, o incluso la mitad en algunas localidades, de la cantidad anual promedio. World Weather Attribution asegura que el cambio climático intensificó las lluvias en España en un 12% y las volvió el doble de probables a futuro.
Los límites de la naturaleza
El Global Carbon Budget, grupo de investigación sobre el cambio climático establecido en la Universidad de Exeter, estima que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) lleguen a un récord histórico al término del 2024. El récord, sostenido por el constante uso de combustibles fósiles, será de 37 mil millones de toneladas, 0.8% más que las de 2023.
A pesar de la necesidad por reducir las emisiones para combatir el cambio climático, científicos señalan que aun no hay evidencia de que las emisiones de CO2 de origen fósil ya hayan alcanzado su punto máximo. Se espera que aumenten tanto las emanaciones a causa de los combustibles fósiles y por el cambio de uso de suelo. Las condiciones de sequía también agravaron aquellas provenientes de los incendios relacionados con la deforestación y la degradación forestal.
Los océanos, bosques y suelos sirven como sumideros de carbono. Estos ecosistemas absorben cerca de la mitad de las emisiones humanas. Con el calentamiento de la Tierra, existen preocupaciones de que la naturaleza absorba cada vez un poco menos del CO2 que emitimos los seres humanos. En 2023, los resultados preliminares de un equipo internacional de investigadores muestran que la cantidad de carbono absorbido por la Tierra se desplomó temporalmente. Esto puede ser una prueba de que la naturaleza comienza a mostrar señales de llegar a los límites de su resiliencia.
Un ejemplo de lo anterior es el derretimiento de los glaciares en Groenlandia y las capas de hielo del Ártico. Debido a la rapidez de este proceso (alimentada por el calentamiento global), se llegan a alterar las corrientes oceánicas y se reduce la velocidad a la que los océanos absorben el carbono. El zooplancton -criaturas que se alimentan de algas- es expuesto a la luz solar más de lo debido, lo que lo podría mantener en las profundidades del océano durante más tiempo y alteraría la migración vertical que almacena el carbono en el suelo marino.
¿Fracaso en Baku?
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2024 (COP29) llevada a cabo en Baku, Azerbaijan (país petrolero), culminó en un acuerdo para el financiamiento climático. Se creó un marco de referencia para el mercado global de carbono, lo que permitirá a los países comerciar créditos de carbono, esto con la meta de incentivar la reducción de emisiones de carbono e invertir en proyectos sustentables, sin embargo, no hay evidencia para confiar en que esto funcione.
También acordaron recaudar al menos 1.3 billones de dólares anuales para el 2035, esto para sustituir el objetivo anterior de 100 mil millones de dólares que expira en 2025, que parece no será cumplido. Estos fondos tendrían el fin de ayudar a los países emergentes en sus esfuerzos de adaptación y mitigación de daños por efectos del cambio climático. Sin embargo, el Sur Global criticó que esta cantidad era inadecuada para los retos que las naciones tienen que enfrentar. Ante su inexistencia y la falta de voluntad política del G-7, las soluciones no parecen a la vista. Hasta ahora, China es el único país que puede llegar a su punto máximo de emisiones en un futuro próximo, por lo que lidera a las naciones en el camino hacia la descarbonización.
El cambio climático inducido por el ser humano trae consigo impactos importantes en los sistemas naturales, económicos y sociales. Desde el incremento en las temperaturas globales hasta la intensificación de sequías, pasando por inundaciones y fenómenos climáticos extremos, las consecuencias son cada vez más evidentes y disruptivas. A pesar de los avances científicos en pro de la comprensión del problema climático y los esfuerzos aislados para mitigar sus efectos, las medidas no han sido suficientes para afrontar el problema.
El Acuerdo de París y otros compromisos internacionales destacan la necesidad de limitar el calentamiento global a 1.5°C por encima de los niveles preindustriales, sin embargo, los datos señalan que se está muy lejos de alcanzar este objetivo. Los desafíos del calentamiento global provocado por la humanidad es un problema sistémico que requiere medidas tanto inmediatas como a largo plazo. La inacción mantendrá y agravará aún más los impactos de los fenómenos climatológicos y limitará las potenciales soluciones.