La relación entre Estados Unidos y China ilustra, en buena medida, el diapasón de la economía mundial, con crecientes disputas regionales y desacuerdos globales (ONU, G20, FMI, OMC, etc.), a partir de la crisis. La reciente gira del presidente chino Xi Jinping por la Cuenca del Caribe ratifica el interés por la región y su papel hemisférico como pivote geopolítico, en lo que se podría considerar un espacio de disputa frente a Estados Unidos.
China, con la mira puesta en el exterior para consolidar su estrategia de transformación de modelo económico busca afianzar su sistema de alianzas a través de una política exterior defensiva sustentada en el soft power, esto es, en la utilización de instrumentos no ofensivos que incluyen la cultura y los valores cívicos como baluartes de su "ascenso pacífico" y "desarrollo compartido". La visita del primer ministro Li Keqiang a Alemania, anterior a la visita de Xi, muestra su observación del juego estadounidense de aislarlos a través de las negociaciones de la Asociación Transpacífico [TPP, Trans-Pacific Parthnership] en el Atlántico.