La contracción de la economía mundial en lo que va de año se debe a las medidas sanitarias. La disminución de los ingresos de las empresas y los trabajadores redujo el consumo y la inversión y, por lo tanto, la demanda agregada. Las circunstancias financieras retrasarán la recuperación, el cruel dilema de salud pública que plantea la pandemia viral es sin duda su causa inmediata. Con esto las economías sufrirían una transformación estructural.
Las economías reestructuradas surgirán inevitablemente de la pandemia, pero a algunas les irá mejor que a otras. Las economías que tratan de ajustarse al nuevo contexto posterior a la confluencia deberían utilizar la política industrial o la inversión selectiva y la promoción de la tecnología para acelerar la reestructuración.
La actual crisis de Covid-19 debe considerarse como una oportunidad para hacer inversiones muy necesarias, si no muy atrasadas, en industrias, servicios y empresas deseables para el amanecer, incluido el readiestramiento del personal y la mejora de la capacidad, así como la readaptación del lugar de trabajo.