En Tokio, Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón, acaba de reiterar que no va a descartar un "corte de profundización", Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, ha anunciado que "no es un fan de tasas negativas" y Thomas Jordan, presidente del Banco Nacional de Suiza, ha reafirmado su creencia de que su "enfoque actual", incluyendo tasas negativas, "es la correcta." Mientras tanto, Janet Yellen, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, dijo al Congreso en mayo que "mientras que [ella] no descarta por completo el uso de tasas de interés negativas," estas tasas serían un último recurso.
El drama y la división entre los banqueros centrales reflejan dos errores intelectuales que han distorsionado las discusiones de política monetaria. Estos son los mismos errores que llevaron a la demonización de la flexibilización cuantitativa como "no convencional" y por lo tanto peligroso, cuando en realidad funcionó más o menos como se esperaba en la reducción de los diferenciales de tasas de interés, el fomento de la compra de activos de mayor riesgo y el ajuste de la moneda.
Las tasas negativas resultarán universalmente menos aplicables, pero también han demostrado ser fiable y útil en los shocks. El primer error es creer que la mayoría de las decisiones financieras responderá de manera significativa a cualquier cambio en los costos de endeudamiento del gobierno. El segundo error es ignorar el contexto político. Las tasas negativas son sólo otra herramienta de política monetaria, son buenas para algunas situaciones y no para otros, sin misterio profundo o el drama.