El mundo padece desde 2007 la peor crisis desde 1930. La crisis económica-financiera, expresada por seis etapas hasta la fecha, representa una crisis clásica de sobreproducción que requiere de un cambio en el patrón tecnológico siendo necesario, como propone Carlota Pérez, abrir espacio para la masificación de tecnologías ya existentes.
No obstante, hay por lo menos tres crisis que abarcan el campo social. La primera está relacionada con las economías desarrolladas como Estados Unidos y Europa que experimentan altos niveles de desempleo y dificultades en el pago de jubilaciones. Según proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el tamaño del Producto Interno Bruto (PIB) en la década iniciada, solo la economía de los Estados Unidos, Japón y Alemania quedarán entre las primeras siete economías, China será la primera economía en cinco años, y en diez Alemania habrá salido de la lista de siete mayores para dejar su lugar a Corea del Sur.
La segunda gira en torno a los conflictos derivados de la explotación minera y petrolera en Asia, África y América Latina organizándose movimientos en resistencia contra la degradación ambiental de gobiernos nacionales y empresas transnacionales. La tercera se caracteriza por los movimientos de migración a raíz de las contracciones económicas de los países desarrollados fomentando sentimientos xenófobos y en contra de los trabajadores extranjeros no documentados.
Desde 1994, acentuado en 2004, existe un mercado de títulos relacionados con materias primas que, ante la falta de rentabilidad de las economías líderes, se han vuelto un refugio para los fondos de inversión y de pensiones del mundo. Eso ha dado como resultado un auge brutal en los precios de las materias primas, lo que ha prestado oxígeno a las balanzas de pagos de las economías ricas en estos recursos.
Disponible: Aqui