El escenario internacional contemporáneo exige regionalismos adecuados a la realidad política de los Estados. La construcción de una región no se limita a la visión dominante promovida por Occidente y el modelo de la Unión Europea (UE). Los proyectos de integración euroasiática y latinoamericana, al igual que la relación transcontinental, se han dinamizado en los últimos años; en este proceso, la República Popular China (RPC) y la Federación de Rusia son actores clave. El multilateralismo contemporáneo es heterogéneo y bipolar, oscila entre la hegemonía en declive de Estados Unidos y la configuración de un orden plural desde Oriente y el Sur global.
El regionalismo en Eurasia tiene dos vertientes: la rusa y la china. En la primera, Moscú se esfuerza en mantener su influencia en el espacio postsoviético, ejemplo de ello son la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC) y la Unión Económica Euroasiática (UEEA). Los intereses de Beijín giran en torno a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR). La relación sino-rusa es esencial para que el regionalismo euroasiático se mantenga fuera la influencia occidental.
La UEEA está formado por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Rusia. Desde el 2015, la integración de estos países es comparable con la de la UE. Los órganos con jurisdicción supranacional son la Comisión Económica Euroasiática (CEEA) y la Corte de la UEEA; la máxima autoridad es el Consejo, compuesto por los jefes de Estado de sus miembros. Los sectores más importantes para esta región son energías fósiles, producción de fertilizantes y cereales.
Asia central es determinante para conectar Europa con China y la cuenca del Pacífico. En el marco de la IFR, Beijín impulsa proyectos de infraestructura como los Corredores Económicos Chino-Pakistaní (CPEC)y el China-Mongolia-Rusia (CMREC). La RPC ha aumentado su presencia multilateral por medio de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y firmado un tratado de libre comercio con la UEEA.
La OCS surgió en 2001 con una agenda de seguridad, pero, desde el anuncio de la IFR, ha girado hacia la cooperación económica; sus miembros son Rusia, China, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, India, Pakistán e Irán. La OCS avanza hacia la creación de sus propias instituciones financieras y el establecimiento del comercio intrarregional en moneda nacional. El 11% de las inversiones chinas, entre 2005 y 2021, está en los países de la OCS; el monto asciende a $236,280 millones de USD, invertidos principalmente en energía y transporte.
El Centro Financiero Internacional de Astaná (AIFC), capital de Kazajistán, es relevante para el desarrollo y regionalismo euroasiático. El Centro tiene como aliados estratégicos a la Bolsa de Shanghái y la Fundación de la IFR. En 2020, 628 empresas de 49 países estaban localizadas en el AIFC, la mayoría de origen kazajo, chino y ruso. En la Bolsa de Astaná, el 47% de los activos están en una moneda distinta al dólar.
El acercamiento entre Eurasia y América Latina y el Caribe se da por la vía multilateral. La CEEA ha firmado memorándums de entendimiento con la Comunidad Andina (CAN) en 2017, con el MERCOSUR en 2018 y con el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) en 2021. Además, la CEEA firmó una declaración conjunta con la Alianza del Pacífico en 2019. En 2021, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) inició diálogos con la UEEA para cooperar en temas financieros.
América Latina avanza hacia modelos de regionalismos post-hegemónicos a causa de la crisis sistémica estadounidense y la emergencia de China como competidor. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) sirve como espacio de concertación para los países de la región y como plataforma para acercarse a otras. El Foro CELAC-China, establecido en 2014, ha impulsado la relación entre ALyC y Beijín. El diálogo ha avanzado al punto en el que, en su Plan de Acción 2022-2024, se habla del acercamiento con los Bancos centrales de la región para facilitar transacciones en moneda nacional. La presencia del Gigante asiático en Latinoamérica es notable por sus inversiones, comercio y energías renovables.
Al igual que la RPC, Rusia se acerca a ALyC a través de la CELAC; desde 2015 se estableció el Mecanismo de Diálogo y Cooperación. Un punto clave de la actual relación con el Kremlin es la diplomacia de las vacunas. Gracias a la intervención de la CELAC, la región recibió millones de dosis de Sputnik V; lo mismo ocurrió con las vacunas chinas.
Las experiencias en Eurasia y América Latina son alternativas viables y reales de un regionalismo post-hegemónico; estas regiones, al igual que otras del Sur-global, han ganado terreno frente a Occidente y el eurocentrismo. China ha construido redes de cooperación favorables a sus intereses; con la IFR y el desarrollo de sus países vecinos, logró mover el eje de la economía mundial del Atlántico Norte a la Cuenca del Pacífico. Moscú y Beijín están del mismo lado del multilateralismo bipolar. América Latina, siempre en busca de autonomía, mira cada vez más hacia oriente.