El impacto del COVID en las remesas de Mesoamérica

Mar, 10/06/2020 - 12:22 -- anegrete

El 22 de abril de 2020, el Banco Mundial informó que el año 2020 tendría la peor caída de remesas en América Latina y el Caribe de la historia; cerca de una quinta parte en comparación con 2019. Las remesas representan una quinta parte del PIB de El Salvador y de Honduras, una décima parte para Guatemala y Nicaragua y menos del 5% para Belice, México, Costa Rica y Panamá.

¿Por qué no se cumplieron las proyecciones de forma homogénea para todos los países? Las remesas para Centroamérica se recuperaron a partir de junio. ¿Por qué tan pronto?

El gobernador de California, Newsom, ordenó una cuarentena no obligatoria en marzo del año y dicho Estado es la meca de los desplazados: con 10.7 millones residentes. En abril otros Estados aplicaron medidas de distanciamiento social. Para los países de origen de los migrantes tanto ilegales como legales, el efecto fue la reducción en las remesas por la pérdida de ingresos de estos. El peor desplome de remesas fue en abril. El Salvador perdió 40% de sus remesas, Guatemala el 20% y los otros centroamericanos tuvieron la misma tendencia. Sin embargo, en México cayeron apenas 2% anual.

Juan José Li Ng señala que las remesas de México crecieron hacia la región Noroccidente de México (Sonora, Chihuahua y Baja California) y disminuyeron en el resto. Los norteños desterrados tienen mayor tiempo en EE.UU., ciudadanía o residencia permanente; y empleos formales y de mejor calidad; con redes de apoyo y familiares. Los latinos provenientes de Centroamérica y del Sursureste de México, son recientes, de los últimos 15 años. Los trabajadores provenientes de Centroamérica y del Sursureste de México no tienen el mismo arraigo en los EE.UU. que los de la región Noroccidente. Las actividades en que trabajan son de servicios y el fin del confinamiento les permitió regresar a sus trabajos. Los migrantes sudamericanos son proporcionalmente menos y datan de la década del 80 mayormente, aunque también del 70. Esa antigüedad es la que determina la estabilidad de los flujos. La calidad de la mano de obra define, en cambio, la variabilidad de los fondos remitidos con una aparente relación inversa entre calificación y velocidad del retorno a trabajar.

Investigadores del MPI indicaron que durante la crisis de 2008-2009 los trabajadores latinos visitantes enfrentaron gran desempleo. Empero, recuperaron sus puestos laborales más rápido que los nacidos en EE.UU.

En marzo de 2020 el desempleo latino fue del 6% y se triplicó ante la pandemia a 18.9% en abril. Las mujeres fueron las más perjudicadas. Los latinos desplazados fueron el grupo étnico que más empleos perdió, como en la crisis de 2008, y tuvieron una recuperación rápida. En enero de 2020 la brecha de género fue de 2%, mientras que en abril aumentó hasta 5%. Para agosto estaba de regreso a 2%. Según el MPI, en abril solo 40% de las latinas con edad para trabajar estaban empleadas lo que implicó que las familias latinas se quedaran con un sólo ingreso. El desempleo de este grupo étnico se redujo a 10,9% entre junio y agosto con un índice de recuperación más rápido que el promedio (ver gráfico).

Los desterrados trabajan en industrias muy vulnerables al ciclo económico. El MPI indicó que los extranjeros trabajan en servicios de alojamiento y alimentación, servicios a domicilio y servicios de construcción. Su empleo en EE.UU. se mantuvo porque está en la infraestructura esencial que responde al relativo bajo nivel educativo, donde reciben una paga baja, pero mucho mayor que lo que tendrían en sus países de origen. Las remesas hacia Centroamérica se recuperaron con la relajación del confinamiento en EE.UU.

Las proyecciones catastróficas del Banco Mundial no se cumplen, afortunadamente para las familias mexicanas, centro y sudamericanas que se apoyan en esto. Lo que está visto es que ser migrante y ser precario son sinónimos y que en caso de cualquier caída de producción es el primer grupo desempleado.

 

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Crisis económica