Las Monedas Digitales de Bancos Centrales (CBDC) transformarán la arquitectura financiera internacional. Las CBDC son una nueva forma de dinero y sigue el patrón histórico en el que la evolución del dinero conduce a cambios en los sistemas de pago, las reservas internacionales y la política monetaria. El dinero fiduciario (el dinero actual, cuyo valor no proviene de un bien tangible o metal precioso, sino de la confianza que hay en la entidad emisora) experimentó el mismo proceso. Fue pensado para usarse en entornos locales; las CBDC en cambio son de carácter global. La integración de la economía mundial y las características únicas de las CDBC plantean una transformación en el sistema financiero internacional.
El dinero es una forma de deuda , un pagaré sobre bienes y servicios futuros, que se respalda en quien lo emite. El control de la emisión de estos pagarés es una dinámica entre la emisión privada, respaldada en depósitos, y la emisión centralizada, ligada al otorgamiento de deuda al estado. La emisión privada fue sustituida por el establecimiento de la banca central desde principios del siglo XX. Las interacciones económicas y las estructuras financieras durante los últimos tres siglos y medio se han visto afectadas por la misma dinámica, desde la creación del Banco de Inglaterra en 1694.
El dinero volador, primer referente del dinero fiduciario, fue una innovación financiera en la dinastía Tang (618-907 d.C.), consistía en certificados de depósito que evitaban transportar grandes cantidades de efectivo. El sistema era de uso limitado y funcionaba entre las redes de confianza de los comerciantes. No estaba pensado para convertirse en una moneda de curso legal. Años más tarde, la dinastía Song, como solución a la escasez de metales para la acuñación, oficializó y centralizó la emisión del dinero volador. La intervención estatal, por primera vez, estandarizó y estabilizó una innovación monetaria originada en el ámbito privado.
En Inglaterra, el rey Guillermo III, para estabilizar la economía y financiar el gasto bélico de la Revolución Gloriosa de 1688 y la posterior Guerra de los Nueve Años (1688-1697), impulsó la creación del Banco de Inglaterra , una institución de propiedad privada pero autorizada por el gobierno. A cambio de un préstamo de 1,2 millones de libras esterlinas al gobierno, el Banco de Inglaterra obtuvo el monopolio sobre la emisión de billetes en Inglaterra. La medida, consolidó el poder en manos del banco central, proporcionó estabilidad financiera, restringió el papel del dinero privado y, sobre todo, facilitó el endeudamiento gubernamental.
En Estados Unidos, durante la Era de la Banca Libre (1790-1913), existió una proliferación de billetes emitidos por bancos privados, lo que condujo a un sistema monetario caótico con tipos de cambio fluctuantes y frecuentes quiebras bancarias. La creación del Sistema de la Reserva Federal en 1913 , que es una unión de bancos privados, consolidó la centralización de la emisión de billetes. Se le asignó la tarea de regular el sistema bancario y gestionar la política monetaria del país. Bajo este sistema, cada emisión monetaria en Estados Unidos, aunque no es un préstamo directo, crea una deuda implícita del gobierno hacia la Reserva Federal.
En 2008, la crisis inmobiliaria estadounidense sacudió al mundo. La solución de la Reserva Federal consistió en una expansión monetaria que duplicó sus activos, que pasaron de 0.9 a 2.25 billones de dólares. La expansión estuvo influenciada por la teoría monetaria moderna de Jan Kregel y Randall Wray destinadas a estabilizar la economía. Solo se puede aplicar a EEUU por el papel del dólar como moneda top. La misma medida fue repetida allá, en el 2020 cuando el balance de la FED alcanzó los 9 billones de dólares, con consecuencias sentidas en los precios y los mercados cambiarios del mundo, cuyas monedas se apreciaron.
Adam Smith en la Riqueza de las Naciones estableció un precedente sobre la desconfianza en el control estatal del dinero . Friedrich Hayek, en su obra de 1973, "Desnacionalización del dinero" , cuestionó la convención del dinero controlado por el Estado, y abogó por la separación del dinero del Estado y propuso un sistema en el que las entidades privadas pudieran emitir monedas. La libre emisión de monedas fomentaría la competencia y la innovación, también conduciría a un sistema monetario más estable y eficiente.
Para Marx el dinero fiduciario formaría parte del capital ficticio, un título de propiedad sobre una parte del plusvalor futuro, una herramienta de la explotación capitalista. Argumentaba que el Estado puede regularlo independientemente del valor real del capital que representa, lo que permite a la clase capitalista usarlo para maximizar sus ganancias sin tener conexión con la creación de capital real. Hilferding, en su obra El Capital Financiero, argumentó que la centralización del control monetario en manos del Estado o de entidades financieras monopolísticas era un resultado inevitable del desarrollo capitalista, que conducía a la concentración del poder económico.
Satoshi Nakamoto , el creador del Bitcoin, introdujo el concepto de moneda digital que opera en una red descentralizada y elimina la necesidad de intermediarios como bancos o gobiernos. La tecnología subyacente de Bitcoin, blockchain, garantiza la transparencia, la seguridad y la inmutabilidad de las transacciones. La revolución financiera, que se opone a las políticas de expansión monetaria, tomó al Bitcoin como estandarte y se extendió con la creación de innumerables monedas digitales.
Las monedas digitales eliminan ineficiencias asociadas con el dinero físico, como los costos de producción, almacenamiento y transporte; facilitan transacciones internacionales más rápidas y seguras, lo cual mejora la articulación comercial, los mercados cambiarios y los bancos centrales pueden hacer operaciones directas entre ellos.
Las teorías y el pensamiento económico sobre las que se desarrollaron las criptomonedas enfatizan la descentralización y la menor dependencia de la banca central. Las CBDC no adoptan estos principios, solo incorporan algunas de las eficiencias e innovaciones introducidas por las criptomonedas.
Las CBDC plantean preocupaciones sobre la privacidad, la vigilancia y el riesgo de una excesiva centralización del control financiero: a los ciudadanos les podría preocupar que los gobiernos puedan rastrear todas sus transacciones financieras, eliminar el anonimato del efectivo y permitir la creación de perfiles financieros detallados.
Aunque las preocupaciones son válidas, se pueden atenuar con marcos regulatorios robustos e instrumentos de la propia criptografía, al agregar capas adicionales de encriptación que impidan la elaboración de perfiles. Desde el punto de vista del banco central, los beneficios de una mayor eficiencia y abaratamiento de transacciones llevan a una reducción en el uso de una tercera moneda en el comercio internacional.
El Banco de Pagos Internacionales (BIS) ha propuesto tres arquitecturas para integrar las CBDC en el sistema financiero global. Cada modelo tiene implicaciones y consecuencias distintas que afectan la manera en que los países interactúan financieramente, la acumulación de reservas internacionales y la regulación del sistema monetario global.
Sistema Global Único
Un sistema global único elimina la necesidad de intermediarios y reduce los costos de transacción. En este modelo, las monedas locales pueden intercambiarse directamente dentro de un sistema de compensación unificado regulado por un organismo supranacional (el propio BIS). El desarrollo de esta arquitectura implicaría la implementación de políticas monetarias conjuntas a nivel global, con la que los países tendrían una pérdida de autonomía en sus políticas monetarias. La regulación supranacional podría imponer restricciones que no siempre se alinien con las necesidades nacionales y el sistema entero quedaría expuesto a riesgos sistémicos mayores.
Múltiples Sistemas Interconectados
Este modelo es similar al sistema de la Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT), donde los sistemas nacionales independientes se comunican a través de protocolos de mensajería estandarizados. Los sistemas nacionales pueden mantener sus propios estándares de seguridad y control, los costos de transacción serían más bajos que en el sistema actual debido a la digitalización. No obstante, la falta de una integración completa podría mantener ciertos costos asociados con la conversión y transferencia entre diferentes sistemas nacionales. La falta de integración permite a los países adaptar sus sistemas a las necesidades económicas y políticas monetarias locales, con total autonomía regulatoria. Por lo tanto, este modelo ofrece un marco sin alterar la arquitectura existente.
SWIFT introdujo un entorno de pruebas para las CBDC , similar al modelo de Múltiples Sistemas Independientes Conectados por Mensajería propuesto por el BIS. SWIFT proporcionó un entorno de prueba para que los bancos centrales exploraran la integración de las CBDC en la infraestructura financiera existente. Los bancos centrales pudieron experimentar con varios escenarios y desarrollar marcos para la implementación de CBDC.
SWIFT es el principal proveedor de servicios de mensajería financiera, es utilizado por más de 11.000 de instituciones bancarias ubicadas en más de 200 países. SWIFT tiene un interés claro en mantener su posición. La creciente adopción de las CBDC y otras tecnologías financieras innovadoras podría amenazar su modelo de negocio.
Numerosos países de todo el mundo exploran o ya han implementado proyectos CBDC.
La capacidad de los bancos centrales para utilizar las CBDC en la implementación de políticas monetarias es otro de sus grandes atractivos. A través de herramientas como tasas de interés negativas o transferencias directas a los ciudadanos, las CBDC pueden mejorar la estabilidad económica y la respuesta a las crisis.
Las CBDC tienen el potencial de transformar la arquitectura financiera internacional, así como la forma en que entendemos e interactuamos con el dinero. Las arquitecturas propuestas por el BIS destacan el potencial de las CBDC para remodelar las interacciones financieras internacionales, lo que promueve una economía global más integrada y eficiente.