En marzo de 1991, el argentino Carlos Menem, el brasileño Fernando Collor de Mello, el paraguayo Andrés Rodríguez y el uruguayo Luis Alberto Lacalle Herrera, firmaron el Tratado de Asunción, documento que sirvió de base para la edificación del Mercado Común del Sur (Mercosur). En una primera etapa, la iniciativa compuesta por economías grandes y medianas, tuvo como motivación principal consolidar un espacio económico sudamericano con base en el regionalismo abierto. En una segunda etapa no obstante, las crisis brasileña (1998) y argentina (2001) evidenciaron los efectos perniciosos de la apertura indiscriminada del comercio y las cuentas de capital. Así, la debacle económica por un lado, favoreció el ascenso de gobiernos opuestos a las políticas del Consenso de Washington y por otro lado, llevó a la redefinición del papel del Estado en los procesos de integración de cara a los desafíos derivados de la mundialización capitalista en curso.
Con todo, más de dos décadas no han sido suficientes para hacer del Mercosur una auténtica comunidad económica, caracterizada por la libre movilidad de mercancías, capitales y personas. Las reglas del proceso de integración operan a través de jerarquías que profundizan las asimetrías entre sus miembros y apuntalan la hegemonía regional de Brasil y sus empresas predominantes (Grupo Andrade Gutiérrez, Vale, Odebrecht, Embraer, JBS Friboi, etc.). En sentido contrario, Paraguay, Uruguay y más recientemente, Venezuela y Bolivia, enfrentan numerosas barreras arancelarias para ingresar sus productos industriales a los mercados brasileño y argentino, circunstancia que favorece los superávit comerciales de estos últimos. Por ejemplo, desde 2011 Argentina decidió aplicar licencias no automáticas de importación a 600 productos. De esta forma, las empresas del resto del bloque están supeditadas al otorgamiento de permisos por parte del gobierno de Cristina Fernández.
A mediados de 2014, Brasil y Argentina acordaron reducir el coeficiente Flex de 1.95 a 1.5 puntos, es decir, por cada 3 dólares de exportaciones brasileñas a Argentina, Brasil deberá importar 2 dólares para incrementar la participación de vehículos y autopartes en los dos mercados, al excedente se le aplica un arancel. Definitivamente, el poderío industrial de ambos países mantiene limitadas las políticas de reducción de asimetrías al interior del bloque hexapartita. El Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM), destinado a financiar proyectos de inversión de las economías menores (Bolivia, Paraguay y Uruguay), posee un débil presupuesto de 100 millones de dólares. De los 44 proyectos aprobados de 2007 a mediados de 2013, únicamente tres se concluyeron exitosamente. Por otro lado, el Fondo Mercosur de Garantías, cuyo objetivo consiste en proveer de crédito a las pequeñas y medianas empresas (PyMES), todavía no se ha implementado.
Sin embargo, todo apunta a que el proceso de integración cobró fuerza durante la XLVI Reunión Ordinaria del Mercado Común, realizada a finales de julio en la ciudad de Caracas. Entre otras resoluciones, se aprobó la creación de una Zona Económica Complementaria entre el Mercosur, la ALBA, CARICOM y PETROCARIBE. La meta es construir una unión latinoamericana y caribeña con base en la complementariedad, la solidaridad y la cooperación para fomentar el desarrollo integral, enfrentar la pobreza y la exclusión social. Los Estados Partes se reunirán en un plazo no mayor a 60 días para concluir las negociaciones comerciales y los detalles jurídicos del acuerdo.
En cuanto a la construcción de mecanismos de cooperación financiera regional de cara al agravamiento de la crisis, se enfatizó la importancia de la puesta en marcha del Banco del Sur como alternativa de financiamiento al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Brasil, Argentina y Venezuela aportarán 4 mil millones de dólares cada uno; Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ecuador aportarán en conjunto 8 mil millones de dólares para conformar así los 20 mil millones de dólares de capital autorizado. La sede principal del nuevo banco de desarrollo estará en Caracas y otras dos sucursales operarán en Bolivia y Argentina. A través de una declaración conjunta al término del encuentro, el Mercosur se mostró dispuesto a sumar esfuerzos con el Banco de Desarrollo del BRICS para el aprovechamiento de las potencialidades y oportunidades conjuntas. Previsiblemente, el Banco del Sur podría comenzar a funcionar en menos de seis meses.
El embate de los fondos buitres en contra de la República de Argentina y la tendencia descendente del ciclo económico global, hacen urgente avanzar en el desarrollo de una arquitectura financiera sudamericana. Al final de cuentas, la coyuntura crítica de la economía mundial ha vuelto a poner de manifiesto el carácter decisivo de los procesos de integración regional en el fortalecimiento de la soberanía política, económica y financiera de los países del Sur.
[1][1] Ariel Noyola Rodríguez, miembro del proyecto OBELA, Universidad Nacional Autónoma de México: Instituto de Investigaciones Económicas.
BUDAPEST (Sputnik) — Muchos países de la Unión Europea (UE) continúan comprando energía rusa a través de la India, eludiendo las sanciones europeas, señaló el ministro de Exteriores de Hungría, Peter Szijjarto.
"Una gran parte de los países de la UE sigue comprando energéticos rusos en secreto y de manera hipócrita, esquivando las sanciones. Hay un país, la India, que ha multiplicado por setenta sus importaciones de Rusia, y la UE es ahora el mayor importador de petróleo indio", subrayó Szijjarto en un video publicado en Facebook (perteneciente a Meta Platforms Inc., proscrita en Rusia por extremista).
El canciller húngaro calificó de hipócrita y falsa la crítica de la UE hacia Hungría, que compra petróleo a Rusia "de manera honesta, abierta y directa".
Según la base de datos Castellum.AI, se activaron ya más de 19.500 sanciones individuales y sectoriales contra Rusia desde el comienzo de la operación militar en febrero de 2022, además de las 2.695 que ya estaban en vigor.
Rusia continúa desde el 24 de febrero de 2022 la operación militar especial en Ucrania, cuyos objetivos son proteger a la población de "un genocidio por parte del régimen de Kiev" y contener los riesgos para la seguridad nacional que representa el avance de la OTAN hacia el este.
Rusia ha declarado en más de una ocasión que Occidente cometió un serio error al negarse a adquirir hidrocarburos de Rusia, por lo que caerá en una dependencia aún más fuerte y más costosa, se verá obligado a comprar los mismos petróleo y gas rusos, pero a unos mediadores y a precios más altos.
China said on Monday that it is one of the first countries to have completed ratification of the Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), the world's largest free trade zone, planned by 15 countries in the Asia-Pacific region.
China's Ministry of Commerce said that the country has completed the ratification of the RCEP agreement. On March 8, Commerce Minister Wang Wentao announced that the Chinese government has officially ratified the RCEP agreement.
The declaration is possibly intended to show China's resolve in pushing forward the iconic trade deal, despite recent political uncertainties, including US-China strategic talks in Alaska and a joint security statement released by the US and Japan that accused China of being "inconsistent", said Tian Yun, vice director of the Beijing Economic Operation Association.
"The RCEP is at a critical phase," Tian said. "According to the agreement, the implementation of the deal requires the ratification by at least nine countries in the pact. Japan's RCEP ratification will be considered significant."
The joint statement by Japan and the US, released last Wednesday, "downgraded" Japan as the US' "strategic appendage," and stood as evidence of the two countries' "despicable collusion to interfere in China's internal affairs and try to throw mud at China," said China's Foreign Ministry.
However, Japan's ratification will mark an important step for the RCEP, especially with the political turmoil in Myanmar that is adding uncertainties to some ASEAN countries.
"China is setting itself as an example to inspire other countries to follow suit, and to assure them that the political uncertainties will not be an impediment to the deal," Tian said.
For Japan, the deal is an important economic opportunity it cannot miss, analysts say. According to a government report released on Friday, the trade deal, once coming into force, is estimated to boost Japan's annual economy by 2.7 percent, which would be worth around $137.82 billion.
By comparison, a free trade deal with the EU would lift Japan's GDP by around 1 percent and joining the Trans-Pacific Partnership would boost it by around 1.5 percent.
In November 2020, Japan and China agreed on a bilateral tariff reduction mechanism, a historic breakthrough between the countries under the RCEP.
According to Bai Ming, deputy director of the Ministry of Commerce's International Market Research Institute, the RCEP will promote high-level trade liberalization between the two countries and among all 15 members, and it will also inject new impetus into the economic growth of the Asia-Pacific region as a whole.
Thailand finished the ratification process in February, and all member countries have agreed to finish ratification by the end of this year. The deal is scheduled to come into force on January 1, 2022.
China's ratification process started in December 2020, and in mid-January this year, Gao Feng, a MOFCOM spokesperson, said that the process had been smooth and the government was aiming to finish the ratification and plan preparatory work for the implementation of the agreement within six months.
The ratification of the RCEP means the economies of the 15 members, which account for one-third of global economic output, will form a unified, giant market with high potential and vitality among its 15 members with a total population of 2.27 billion people.
El mercado internacional del gas natural ha tenido cambios en el último trimestre del 2020: un aumento en la oferta por parte de la empresa francesa TOTAL en Mozambique; una ligera recuperación del precio internacional; y cambios en los contratos sudamericanos en los destinos de exportación. En esta nota se expondrá la situación del mercado del gas natural en Sudamérica y las perspectivas.
El gas natural es una combinación de varios gases ligeros en la que predomina el metano. Su uso es energético, principalmente para la generación de electricidad. Hay dos formas de transportarlo: en la forma gaseosa y la liquida o licuada. La condición gaseosa es transportada por gasoductos y es más barata si se cuenta con la infraestructura. En la forma licuada, el gas se enfría para transportarlo en tanques sin la necesidad atravesar ductos de varios kilómetros. La ventaja del gas líquido es que tiene 600 veces menos volumen que la forma gaseosa. En Mozambique, otra de venta es el gas natural comprimido, que se utiliza para las baterías de hidrogeno.
En Latinoamérica, el principal proveedor de gas en su forma gaseosa es Bolivia. El Gobierno boliviano nacionalizó en 2004 los hidrocarburos para que fueran administrados por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), empresa estatal que aporta recursos al erario público. Bolivia ya tenía un acuerdo de exportación firmado con Brasil en 1999 y con Argentina, ajustado también en 2004. Los contratos de exportación fijaron un precio indexado a la prima boliviana superior a la cotización internacional.
Brasil es el principal importador del gas natural boliviano, con casi 60% del total. En 2018, el 15% de la electricidad estaba generada por este hidrocarburo. Del total utilizado, el 30% del gas fue de origen boliviano. Desde 2015, las importaciones presentan una tendencia a la baja debido al cambio de la matriz energética eléctrica en Brasil por la expansión de proyectos de energía alternativa.
El otro 40% del gas boliviano se dirige a la Argentina. Su importación empieza en la década del setenta y alcanza su máximo en 2017, para luego cambiar su tendencia. La Argentina es la productora más grande del gas natural de Latinoamérica. El gas natural es la fuente de energía más utilizada en el país y la producción interna no era suficiente. Así, importó gas natural en su forma gaseosa, desde Bolivia y licuado, desde Trinidad y Tobago y Estados Unidos. En 2018, el 70% de la electricidad generada provino de este hidrocarburo.
En junio del 2020, el Gobierno de la Argentina incumplió el contrato porque la administración boliviana de Jeanine Áñez solicitó un adelanto de los pagos de importación. Tres meses después, YPFB no alcanzó la producción anual acordada en la estipulación. Con esto, el pacto entre ambos países sufrió una revisión y significó que, en 2021, Argentina importaría menores cantidades de gas a un menor costo. Sin embargo, el 24 de diciembre de 2020, el recién reelegido Gobierno de Bolivia anunció el hallazgo de un megacampo de gas natural en la zona sur, área administrada por las empresas española Repsol, la anglo-holandesa Shell y la argentina Pan American Energy. Este hallazgo podría dar lugar a un nuevo acuerdo con Argentina. La exportación de gas natural es indispensable para el país andino por su importancia para los ingresos fiscales y las reservas internacionales.
Hay dos grandes exportadores de gas licuado en América Latina: Trinidad y Tobago y Perú. El primero es el mayor vendedor de gas natural licuado de la región y tiene una industria petrolera orientada a la exportación. Las empresas más grandes presentes son Repsol, Shell, British Petroleum (Inglaterra) y Phoenix Park Gas Processors Limited (EUA). En 2019, Trinidad y Tobago fue el décimo exportador del mundo de gas licuado con destino a todos los continentes. Su principal mercado fue EUA, España, República Dominicana y China.
El Perú es el segundo exportador de gas natural licuado de la región. Al igual que Bolivia y Trinidad y Tobago, la producción peruana va principalmente al extranjero. De 2013 a 2017, el principal comprador de gas peruano fue México. El pacto fue acordado en el 2004 por Repsol para venta a la Comisión Federal de Energía (CFE) de México durante 18 años. En 2014, Shell compró el acuerdo. La prensa mexicana y peruana criticó duramente el acuerdo comercial de gas desde su firma. En México se argumentó que el suministro peruano no sería suficiente para la enorme demanda mexicana. El argumento peruano se debió a la sospecha de juego sucio en el establecimiento del acuerdo. En cada región, el Henry Hub determina el precio. Sin embargo, en Norteamérica, la cotización se desplomó desde 2010, que resulto en una diferencia abismal entre zonas. Este diferencial de valoración deja una ganancia extraordinaria para el administrador del contrato al comprar al valor más bajo del mundo y vender a la tasa internacional. El gas llegó a Manzanillo para su reexportación a Estados Unidos.
Hay esfuerzos para que el Perú deje de exportar a México y se envíe a Asía, donde la rentabilidad es mayor. Corea del Sur tiene una tendencia creciente de importación y China ha mostrado interés por controlar el gas natural licuado en el Perú con la compra de Luz del Sur a la norteamericana Sempra Energy, el principal abastecedor del gas natural licuado en el país.
El gas natural se presenta como una alternativa al petróleo por ser menos contaminante. Sin embargo, el cambio de la matriz enérgica a energías más limpias, como hidroeléctrica, eólica y solar, hace que empiece a perder terreno en las políticas medioambientales. Los países latinoamericanos continuarán con la producción del gas natural por su importancia en la generación eléctrica, comercio internacional e ingresos fiscales.
La incursión ucraniana en territorio de Rusia y el endurecimiento de las sanciones contra la industria gasística rusa, unidos al déficit del gas en la UE, provoca un aumento récord del precio de ese recurso, opinó a Sputnik el experto en energía mundial, Mamduh Salameh. Esta subida no hará más que empujar la economía europea a la recesión, agregó.
La invasión ucraniana en la región rusa de Kursk donde se ubica la estación de transmisión de gas ruso a Europa, es la causa "más directa" de la reciente subida del precio del gas natural licuado (GNL) en la UE, compartió el economista entrevistado.
Por otro lado, continuó, Europa sufre retrasos en las entregas de GNL del proyecto Arctic GNL 2 de la empresa rusa Novatek, debido "al endurecimiento de las sanciones estadounidenses" sobre el proyecto. La última razón,agregó, es la creciente demanda de GNL en China y la región Asia-Pacífico, que también impulsa la subida de precios.
En cuanto a las consecuencias de esta subida de precios, Salameh pronosticó que contribuirá a acelerar "el deterioro de la situación económica en la UE".
"La UE tendrá que competir con Asia por el GNL disponible en el mercado al contado. Esto empujará su economía a la recesión", profundizó.
De acuerdo con el analista, la situación subsiguiente podría beneficiar a cualquier productor de gas natural que pueda satisfacer la demanda, incluida Rusia "si las fuerzas ucranianas no destruyen el punto de tránsito de gas [en la región de Kursk] y si Novatek es capaz de suministrar algo de GNL en breve".
A su vez, el 9 de agosto, el representante oficial de la compañía rusa Gazprom, Serguéi Kupriyánov, también relacionó la escalada de precios de gas en Europa con la situación en la región de Kursk.
"Los acontecimientos en [Kursk] provocaron una fuerte subida de los precios tanto del gas natural como del GNL. El pico anual de los precios de intercambio ya se registró en agosto, y aún estamos en verano. La pregunta que surge es: ¿a quién beneficia esto?"
Para Kupriyánov, las obras de mantenimiento preventivo previstas en las instalaciones de la industria noruega del gas "también pueden convertirse en un factor importante". En sus palabras, "no se descarta" que estas obras se retrasen, por lo que "la tendencia al alza de los precios del gas" continuaría.
CARACAS (Sputnik) — El intercambio comercial entre China y Venezuela se ubica en 4.183 millones de dólares, señaló este 4 de julio el director de la Cámara de Comercio e Industria que agrupa a estos dos países, Ángel Freytez.
"Según las cifras oficiales de la aduana de China, el intercambio comercial entre China y Venezuela es de 4.183 millones de dólares", expresó Freytez durante una entrevista en la emisora local Unión Radio.
Al respecto, detalló que 3.451 millones de dólares corresponden a las importaciones chinas en Venezuela, y 731 millones de dólares a las exportaciones de Caracas a Pekín.
Freytez señaló que desde hace 10 años cambió la composición del intercambio entre estas naciones, por lo que el país caribeño pasó de solo exportar petróleo y minerales a vender al mercado chino metanol, crustáceos y pescados.
"Venezuela ha logrado que más de 35 productos sean aprobados recientemente, y tenemos identificadas a más de 45 empresas venezolanas que pueden exportar para China", indicó.
Freytez manifestó que esta semana Venezuela y China firmaron un convenio para la exportación de cacao y café a la nación asiática.
Asimismo, añadió que se prevé la participación de empresarios venezolanos en la feria internacional de Cantón sobre importación y exportación en China, que se llevará a cabo en octubre.
La semana pasada, Venezuela y China inauguraron el vuelo directo entre las ciudades de Caracas y Guangzhou, como parte de los acuerdos firmados entre ambas naciones para fortalecer el turismo.
En septiembre de 2023, el presidente Nicolás Maduro realizó una gira de varios días en China, que culminó con la firma de 31 nuevos convenios de cooperación.
Entre los documentos suscritos se encuentran, las áreas de energía, petróleo, gas, finanzas, economía, comercio, industria, minería, agricultura, infraestructura, salud, telecomunicaciones y turismo.
Venezuela y China celebraron en junio el 50 aniversario del establecimiento de sus relaciones diplomáticas.
China investigará las subvenciones a los productos lácteos importados al país desde la Unión Europea, informó el Ministerio de Comercio de China. El anuncio se produjo un día después de que Bruselas comunicara nuevos aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos chinos.
A petición de dos asociaciones chinas del sector subida el 29 de julio, la investigación estudiará las importaciones de los lácteos procedentes de la Unión Europea producidas desde hace un año hasta el 31 de marzo de 2024, comunicaron desde el Ministerio de Comercio del país asiático.
En el marco de esta investigación, se examinarán 20 regímenes de subvenciones en países como Austria, Bélgica, Croacia, la República Checa, Finlandia, Italia, Irlanda y Rumanía. El procedimiento durará 12 meses y podrá prorrogarse otros seis meses, detalla el comunicado.
Cabe destacar que la UE es la segunda mayor proveedora de productos lácteos de China, con al menos el 36% del valor total de las importaciones en 2023, solo por detrás de Nueva Zelanda, de acuerdo con los datos de las aduanas chinas. Para 2023, la UE exportó a China los productos lácteos por un valor de 1.840 millones de dólares, conforme con el Eurostat.
El anuncio se produjo después de que la Comisión Europea compartiera el 20 de agosto revisados tipos de aranceles aplicables a las exportaciones chinas de vehículos eléctricos a la UE.
El pasado 12 de junio, Bruselas amenazó con imponer aranceles de hasta el 38,1% a las importaciones de vehículos eléctricos con batería desde China, alegando que los subsidios "injustos" de Pekín a este sector son capaces de perjudicar económicamente a fabricantes comunitarios.
Para el Ministerio de Comercio chino, las acciones de la UE distorsionan y socavan la cadena del suministro en la industria mundial del automóvil, particularmente dentro del bloque comunitario, además de vulnerar "los derechos e intereses legítimos" de empresas chinas.
En palabras del portavoz del ente, He Yadong, Pekín "se reserva el derecho de presentar una demanda a la Organización Mundial del Comercio y tomar las medidas pertinentes para defender con firmeza los derechos e intereses legítimos de sus compañías".
China ya inició en junio una investigación por prácticas antidumping sobre las importaciones de carne de cerdo de la UE, que afecta principalmente a España, Países Bajos y Dinamarca, en un gesto de retorsión contra los aranceles de los vehículos eléctricos.
Costa Rica se ha convertido formalmente en el trigésimo octavo país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el cuarto país de América Latina y el Caribe en unirse a la institución después de México, Chile y Colombia, según ha informado el organismo en un comunicado este martes.
"Estamos encantados de dar la bienvenida a Costa la familia de la OCDE en un tiempo en el que el multilateralismo es más importante que nunca", ha destacado el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría.
El país tico ha completado los procedimientos domésticos para la ratificación de la Convención de la OCDE y ha depositado su instrumento de acceso, lo que supone una conclusión exitosa del proceso de acceso que comenzó en abril de 2015.
Gurría ha manifestado su impresión por el compromiso de todos los bloques políticos del país para adherirse al organismo, a pesar de la pandemia. "Esto refleja la importancia de trabajar juntos para diseñar e implementar mejores políticas, y Costa Rica sin duda representará un nuevo faro para la OCDE en la región", ha apostillado.
Por su parte, el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, ha señalado en su cuenta de Twitter que el país trabajará una "política pública de alto estándar" para su beneficio. Asimismo, ha agradecido la labor de los ex presidentes Luis Guillermo Solís y Laura Chinchilla para alcanzar este objetivo.
Los países miembros de la OCDE invitaron formalmente al país centroamericano a unirse a la Organización en mayo de 2020, después de un proceso de adhesión de cinco años mediante el que 22 comités del organismo sometieron al país a varios análisis técnicos para introducir grandes reformas para alinear su legislación, políticas y prácticas a los estándares del organismo.
Estas reformas abarcan un amplio abanico de áreas políticas e incluyen una reforma de las políticas de competitividad, un rediseño de los sistemas nacionales de estadística y la introducción de la responsabilidad penal para empresas en términos de cohecho en el extranjero y el establecimiento de un registro de accionistas para garantizar la transparencia fiscal.
América Latina y el Caribe seguirán creciendo en 2018, pero a un ritmo notablemente más bajo de lo previsto. La economía de la región se expandirá un 1,5%, siete décimas menos de lo esperado hasta ahora por la Cepal pero tres más que en 2017, según el informe anual que ha presentado este jueves en la Ciudad de México. "Como el resto de organismos internacionales, fuimos demasiado optimistas", reconoce la jefa del ente de Naciones Unidas para el desarrollo económico del subcontinente americano, Alicia Bárcena. El año, en cambio, ha acabado marcado por la "alta incertidumbre y volatilidad" sobre la economía global y, muy especialmente, sobre el bloque emergente.
En una región joven, que parte de bajos niveles de ingreso per cápita, el aumento consumo interno logrará esquivar en 2018 buena parte del daño que ya está infligiendo la falta de certeza en el terreno comercial tras la deriva proteccionista estadounidense, la fortaleza del dólar frente a las principales monedas latinoamericanas y la firme decisión de la Reserva Federal de continuar con las alzas de tipos de interés diga lo que diga Donald Trump. El desempleo, por su parte, seguirá ligeramente a la baja durante el ejercicio en curso, aunque la tasa urbana permanecerá por encima del 9%: un nivel elevado para economías emergentes.
Como en años anteriores, el crecimiento sigue desacompasado entre las diferentes subregiones latinoamericanas. Mientras que el área que engloba a Centroamérica y México seguirá liderando holgadamente la tabla, con una expansión media prevista del 2,5% en 2018 y con tres de los 10 países más dinámicos de la región en su seno, las islas del Caribe crecerán a una tasa media del 1,7% y América del Sur quedará por debajo de la media regional con un incremento del PIB de solo el 1,2%, lastrado fundamentalmente por Venezuela, Argentina y Brasil.
En entrevista con EL PAÍS, la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, admite su "preocupación" por una divergencia interregional que amenaza con cronificarse. "Tiene que ver con los precios de las materias primas: si suben, como ahora, a América del Sur le debería ir mejor y a Centroamérica, peor. Pero lo que cambia todo son los problemas de [las dos mayores potencias sudamericanas] Argentina y Brasil. El primero es de visión de país y de consenso de Argentina y el segundo está en una situación muy compleja a la que se suma la incertidumbre política por las elecciones de octubre".
Los tres lastres de América del Sur
Las diferencias en el rumbo de crucero no solo son regionales, sino también subregionales. Sudamérica es la mejor prueba de ello: aunque la mayor parte de los países que la integran avanzan a buen ritmo, la media se ve golpeada por el mal desempeño de sus tres mayores economías. El principal lastre es, como en los cinco últimos ejercicios, Venezuela, un país sumido en una grave crisis económica e institucional en el que la recesión se ha convertido en el nuevo normal. La Cepal prevé que su PIB se contraiga este año otro 12% a pesar del alza del precio del petróleo, el gran activo del país. Desde 2013, la economía venezolana ha retrocedido un 43%.
"Más allá de la hiperinflación, el problema de Venezuela es que su deuda cada vez es menos sostenible: más escasa y más cara. Y la producción de petróleo, que se destina al repago de la deuda, va a la baja. Es un panorama lúgubre", remarca Bárcena. "Algunas de las medidas que se han anunciado en los últimos días, como la normalización del precio de la gasolina, van en la dirección correcta. Pero son tímidas y tardías", añade Daniel Titelman, jefe de la división de Desarrollo Económico del organismo con sede en Santiago de Chile.
El segundo mayor lastre sudamericano es Argentina, que no ha logrado superar la tormenta cambiaria iniciada a finales de abril, que provocó una rápida devaluación del peso (del 65%) frente al dólar. Por primera vez un organismo internacional estima que el país austral cerrará 2018 en números rojos, con una caída del 0,3%. La senda de subida de los tipos de interés en Estados Unidos, que ha acelerado la retirada de fondos de los países emergentes, ha castigado con especial virulencia al país austral, muy necesitado de crédito para sufragar su déficit público. El Gobierno de Mauricio Macri acordó un rescate de 50.000 millones de dólares con el FMI en junio que garantizaba fondos hasta el fin del mandato, en 2019. Pero el respaldo financiero no ha sido suficiente para frenar la sangría.
Brasil, por su parte, se vio sacudido por una huelga de camioneros que paralizó al país en mayo. "Afectó muchísimo, más de lo que pudiéramos anticipar", destacan los técnicos de la Cepal. Sin embargo, el gigante suramericano se aleja de la recesión: según sus proyecciones, el gigante sudamericano avanzará un 1,6%. En el extremo opuesto, con un crecimiento previsto del 4,4%, Paraguay se mantiene como la economía más dinámica de Sudamérica seguida por Bolivia (4,3%) y Chile (3,9%). Este último recupera velocidad este año y crece al ritmo más rápido del último lustro, respaldado por el aumento de las exportaciones de cobre y también del consumo interno.
En América Central y el Caribe la tendencia es notablemente mejor que en el sur. México, el gran exponente de la zona, cerrará 2018 con una expansión del 2,2%. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, esta tasa queda bastante por debajo de lo que cabría esperar para un país con mimbres para crecer mucho más, pero es la cuarta más alta de entre las potencias latinoamericanas. Solo la superan Chile (3,9%), Perú (3,6%) y Colombia (2,7%), todas ellas impulsadas por el encarecimiento de las materias primas, en las que descansa buena parte de su crecimiento. Además, un país caribeño -República Dominicana- y otro centroamericano -Panamá- liderarán en 2018 el crecimiento latinoamericano con sendas expansiones del 5,4% y del 5,2%. Economías más pequeñas, como Costa Rica, Honduras, Antigua y Barbuda y Granada también se cuelan entre las 10 más dinámicas. América Latina crece, sí, pero poco y a muchas velocidades.
"EL MODELO DE CRECIMIENTO BASADO EN EXPORTACIONES ESTÁ AGOTADO"
Tras varios años de niveles históricamente bajos de volatilidad financiera, con la liquidez en máximos, el repunte de las dudas afecta especialmente a los emergentes, con América Latina a la cabeza. En paralelo, los flujos de capitales hacia mercados emergentes, tras aumentar de forma sostenida el año pasado, caen en este 2018. "La combinación de un dólar fuerte, tasas de interés altas y menos liquidez es lo que ha disparado los niveles de incertidumbre". En consonancia, el riesgo soberano de las principales economías de la región ha repuntado a partir de febrero, sobre todo en Venezuela –"el caso más dramático"-, Argentina, tras el rescate del Fondo Monetario Internacional, y Ecuador, una economía plenamente dolarizada.
América Latina y el Caribe tampoco son ajenos a los movimientos proteccionistas de Washington. "La gran incertidumbre pasa por las tensiones comerciales. El conflicto arancelario entre EE UU y China está creando una tensión muy fuerte en todas las economías, también en las latinoamericanas y caribeñas", apunta Bárcena. "Es un cambio de época: la globalización está en cuestión en el sentido productivo y no solamente social del fenómeno; hay una desaceleración estructural y no solo coyuntural del comercio en el mundo. Y el modelo basado en las exportaciones, en el que se han basado casi todas las economías de la región, está agotado. No se puede exportar hasta el infinito", sentencia.
Ante este cambio de era en la economía mundial, la recomendación de la Cepal para la región pasa por enfocar los esfuerzos de la inversión y en el consumo interno, con un aumento sostenido de los salarios. "No todo es comercio. Hay países, como Uruguay, que sí se están dando cuenta de que estamos en un cambio de época. Que la siguiente frontera es la de la tecnología y la innovación. Pero no todos lo están haciendo", reflexiona Bárcena. "Es muy importante que la región tenga una mirada estratégica de la inversión pública y que revierta su caída".
El domingo 15 de noviembre de 2020 se dio un paso más en la regionalización económica. La Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) de países asiáticos se firmó oficialmente. Esto indica un fortalecimiento del regionalismo en Asia mientras que en Occidente se encuentra en declive, como veremos en el presente texto.
Esto reforzará aún más las relaciones comerciales que ya se consolidaban desde hace más de 20 años con el ASEAN +3. Dos logros son la integración formal de las dos economías más grandes de Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), que era uno de los objetivos del proyecto ASEAN +6, el cual también buscaba integrar a la India; y la reducción de las tensiones comerciales que existían previamente entre algunos miembros, como China y Australia (aranceles a bienes primarios y vinos) y Japón y Corea del Sur (productos químicos para electrónica).
Con la firma del mismo, China refuerza su preponderancia en el comercio de la región. Esto se ve reforzado después de la pérdida de influencia de EUA en Asia, en especial tras que la administración Trump decidiera retirarse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), que potencialmente era su boleto de entrada al mercado asiático y reforzar su agenda comercial en la región.
A finales de la década pasada, ya se cuestionaba al orden comercial y al multilateralismo. Algunos elementos causaron la grieta en el proceso de globalización en Occidente. La guerra comercial entre China y EUA; la retirada del Reino Unido de la Unión Europea; el surgimiento de gobiernos populistas y conservadores en Europa de carácter nacionalista; y el cuestionamiento del multilateralismo por parte de los anteriores gobiernos republicanos de EUA.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el orden comercial internacional, liderado por EUA, y la globalización se produjo a través de organismos como las Naciones Unidas, el GATT y la OMC. Cuando los procesos de liberalización comercial y financiera tomaron forma a mediados de la década de los noventa, comenzó la era de los acuerdos comerciales, liderada por EUA con el TLCAN. Ahora, este mismo país ha puesto en tela de juicio el orden comercial y las instituciones que promovió.
En marzo de 2018, se marcó el comienzo de una serie de medidas proteccionistas que llevó a cabo la administración de Trump. La administración republicana estableció restricciones arancelarias contra varios de sus principales socios comerciales, como la Unión Europea, y cuestionó repetidamente el papel y la legitimidad de los organismos y tratados multilaterales como la OMS, la OMC y el Acuerdo de París. Estos son varios de los principales factores que han desestabilizado el multilateralismo y la globalización en el hemisferio occidental.
Uno de los factores fundamentales en la desglobalización en Occidente es el Brexit. Tras años de negociaciones entre el Reino Unido y la Comisión Europea, el 31 de enero de 2020, el Reino Unido formalizó su retirada de la Unión Europea. A pesar de no tener nada establecido para la nueva relación comercial con la Unión Europea, el Parlamento, con una mayoría conservadora, decidió aprobar la salida. Así, el primer gran proyecto de integración económica del mundo perdió uno de sus mayores miembros.
América Latina no es una región exenta de procesos similares. El Mercado Común del Sur (MERCOSUR), uno de los proyectos más importantes de integración que se ha desarrollado en la región, muestra ligeros retrocesos en su proceso de integración. Esto ocurrió, principalmente, por a las discrepancias ideológicas y políticas entre los gobiernos de Argentina y Brasil. El presidente Jair Bolsonaro se ha pronunciado a favor de las políticas medioambientales de la administración republicana, como el rechazo del Acuerdo de París y otros acuerdos multilaterales que antagonizan a la Unión Europea y a Argentina al mismo tiempo.
En América Latina no han sucedido acontecimientos relevantes que vislumbren un proceso de desglobalización, a excepción de Brasil. La región se encuentra en el banquillo de los procesos de integración relevantes, y se producen tratados comerciales, como el RCEP y el TTP, que establecen directrices para el futuro de las relaciones comerciales. La incapacidad de la región para colaborar y coordinar es una barrera para el desarrollo de la región y la integración en nuevos patrones de comercio. Los países de la zona tendrán que decidir si es el momento de coordinarse para cambiar de rumbo o mantenerse al margen de los cambios mundiales.
El debilitamiento del MERCOSUR en momentos de fortalecimiento del RCEP y de entrada en vigor del T-MEC coloca a los países sudamericanos del atlántico en desventaja. La imposibilidad de encontrar un acuerdo MERCOSUR-Unión Europea, por temas ambientales, refleja esa debilidad. El fortalecimiento asiático permitirá una mejor entrada en una Sudamérica que durante doscientos años no acuerda sus intereses regionales y una Mesoamérica custodiada por los intereses geopolíticos de EUA.
Con base en la reciente información elaborada por Banco de México, China se consolida como el segundo socio comercial de México ante un complejísimo 2020: pandemia, caída de la economía y del comercio, guerra comercial y tensiones EE.UU.-China y otros aspectos elaborados puntualmente en esta columna. En 2020 China representó el 10.19% del comercio exterior de México, por primera vez por encima del 10%, con el 1.91% de las exportaciones y el 19.21% de sus importaciones en 2020. Si bien el comercio exterior de México en 2020 cayó -12.6% (en -9.3% en sus exportaciones y en -15.8% en sus importaciones), las exportaciones a China aumentaron en 11.7% (como único entre los principales socios de México) y las importaciones provenientes de China cayeron en -11.4%. Como resultado, en 2020 el coeficiente importaciones/exportaciones fue de 9/1 y por debajo de niveles de 14 o hasta 16 a 1 en la última década. No obstante, el déficit comercial fue, por mucho, el mayor de México, de -65,640 millones de dólares en 2020.
La información comercial recientemente publicada permite al menos tres grupos de reflexiones.
Por un lado, destacar una relativa estabilidad –con tendencia a la baja– de la presencia comercial de los países de la Unión Europea (UE) en el comercio de México: su participación cayó del 9.41% del comercio de México en 2008 al 7.83% en 2020, particularmente en el rubro de las importaciones mexicanas provenientes de la UE, del 5.93% al 4.97% para el mismo período.
En segundo lugar, el drástico cambio del comercio exterior de México con su principal socio comercial, Estados Unidos: si en 1999 el 81.03% del comercio exterior se realizaba con ese país, en 2020 cayó al 63.31%; en 2020 por primera vez en el período aumentó del 62.94% al 63.31%, como resultado de la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China y la señalada pandemia. La tendencia de largo plazo es clara: México disminuye sus importaciones e insumos provenientes desde Estados Unidos (del 74.68% en 1997 y del 43.79% en 2020) y mantiene su participación en las exportaciones con este mismo, aunque con tendencia a diversificarlas (del 88.73% en 2000 al 81.21% en 2020).
Tercero, el caso de China. La presencia de China en el comercio exterior de México se ha incrementado abruptamente en las últimas dos décadas y particularmente vía sus importaciones: el 19.21% de las importaciones mexicanas provienen de China –todavía lejanas al 43.79% de las de EE.UU.– pero con una clara tendencia a la alza incluso en 2020. Si bien China es el tercer destino de las exportaciones mexicanas –y con un importante incremento en 2020–, siguen siendo reducidas y secundarias ante las masivas importaciones provenientes de China.
Las tendencias recientes anteriores nos llevan a un grupo de reflexiones adicionales.
Por un lado, a considerar que la República Popular China está ya plenamente integrada en las cadenas globales de valor de México –por ejemplo, en autopartes, automotriz, electrónica y telecomunicaciones, entre muchas otras–, y más allá de las tensiones entre Estados Unidos y China. Por el momento –y a diferencia de Brasil en cuanto a la implementación de la 5G por ejemplo– México pareciera estar exento por el momento de los debates en torno a la “competencia entre grandes potencias” (great power competition).
Por otro lado, particularmente el sector en México tiene la aparente esperanza de verse beneficiado de la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China: ni la información pública comercial, ni de Inversión Extranjera Directa (IED) de China, Estados Unidos, ni de México, parecieran verificar por el momento esta tendencia. La IED de China, por ejemplo, sigue representando menos del 0.5% de la IED de México acumulada hasta 2020, según la Secretaría de Economía, y con fuertes oscilaciones en la última década y sin tendencia a incrementarse.
En recientes debates en torno a que países como Vietnam y México pudieran verse “automáticamente y masivamente” beneficiados de las tensiones entre Estados Unidos y China, crecientemente aparece una tercera opción: el que las empresas trasnacionales opten por la estrategia “China + 1”, es decir, que decidan continuar sus actividades en China –por su mercado, dinamismo, proveeduría, etc.–y que busquen realizar adicionales inversiones en otros países, que no necesariamente Vietnam o México.
Instituciones como la Secretaría de Economía y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público deberán abordar la temática puntualmente ante la falta de los esperados “automatismos”.
The international natural gas market has seen developments in the last quarter of 2020: an increase in supply by the French company TOTAL in Mozambique; a slight recovery in the international price; and modifications in South American agreements in export destinations. This note will outline the situation of the natural gas market in South America and the outlook.
Natural gas is a combination of several light gases in which methane predominates. Its use is energetic, mainly for electricity generation. There are two ways of transporting it: in its gaseous form and its liquid or liquefied form. The gaseous condition m by pipeline and is cheaper if the infrastructure is available. In the liquefied form, the gas is cooled and transported in tanks without channels to cross several kilometres. The advantage of liquid gas is that it has 600 times less volume than the gaseous form. In Mozambique, another selling point compresses natural gas, used for hydrogen batteries.
In Latin America, the leading suppliers of gas in its gaseous form is Bolivia. In 2004, the Bolivian government nationalised hydrocarbons to be administered by Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), a state-owned company that contributes resources to the public purse. Bolivia had an export deal already signed with Brazil in 1999 and with Argentina, adjusted in 2004. The export agreements fixed a price indexed to the Bolivian premium higher than the international quote.
Brazil is the leading importer of Bolivian natural gas, with almost 60% of the total. By 2018, hydrocarbon generated 15% of electricity. Of the total used, 30% of the gas was of Bolivian origin. Since 2015, imports have been on a downward trend due to Brazil's electricity power matrix's transformation due to the expansion of alternative power projects.
The other 40% of Bolivian gas goes to Argentina. Its imports began in the 1970s and peaked in 2017, and then varied their trend. Argentina is the largest producer of natural gas in Latin America. Natural gas is the most used power source in the country, and domestic production was not enough. Thus, it imported natural gas in its gaseous form, from Bolivia and liquefied, from Trinidad and Tobago and the USA. In 2018, 70% of the electricity generated came from this hydrocarbon.
In June 2020, the Argentine government defaulted because the Bolivian administration of Jeanine Áñez requested an advance on import payments. Three months later, YPFB did not reach the annual production agreed in the stipulation. With this, the pact between the two countries suffered a revision and meant that, in 2021, Argentina would import smaller quantities of gas at a lower cost. However, on 24 December 2020, the newly reelected Government of Bolivia announced a mega natural gas field discovery in the southern region, an area administered by the Spanish company Repsol, the Anglo-Dutch company Shell the Argentinian company Pan American Energy. This finding could lead to a new arrangement with Argentina. The export of natural gas is indispensable for the Andean country because of its importance for fiscal revenue and international reserves.
There are two major exporters of liquefied gas in Latin America: Trinidad and Tobago and Peru. The former is the largest seller of liquefied natural gas in the region and has an export-oriented oil industry. The largest companies present are Repsol, Shell, British Petroleum (England), and Phoenix Park Gas Processors Limited (USA). By 2019, Trinidad and Tobago were the world's tenth most significant export of liquefied gas to all continents. Its primary markets were the USA, Spain, Dominican Republic, and China.
Peru is the second-largest wholesaler of liquefied natural gas in the region. Like Bolivia and Trinidad and Tobago, Peruvian production goes mainly abroad. From 2013 to 2017, the leading buyer of Peruvian gas was Mexico. The pact was agreed in 2004 by Repsol for sale to Mexico's Federal Energy Commission (CFE) for 18 years. In 2014, Shell bought the deal. The Mexican and Peruvian press heavily criticised the gas trade agreement since its signature. In Mexico, it was argued that the Peruvian supply would not be sufficient for the enormous Mexican demand. The Peruvian argument was due to suspected foul play in the deal setting. In each region, Henry Hub determines the reference price. However, in North America, the quote plummeted since 2010, leaving an abysmal difference between areas. This valuation differential leaves an extraordinary profit for the contract administrator to buy at the lowest worth in the world and sell at the international rate. The gas arrived in Manzanillo for re-export to the USA.
There are efforts to stop Peru from exporting to Mexico and shipping to Asia, where the return is higher. South Korea has a growing import trend, and China has shown interest in controlling liquefied natural gas in Peru with Luz del Sur's purchase from the North American Sempra Energy, the leading supplier of liquefied natural gas in the country.
Natural gas is presented as an alternative to oil because it is less polluting. However, the power matrix changes to cleaner energies, such as hydroelectric, wind, and solar power, means that it is beginning to lose ground in environmental policies. Latin American countries will continue to produce natural gas because of its importance in electricity generation, international trade, and tax revenues.
On Sunday, 15 November 2020, economic regionalisation took a further step with the signature of the Comprehensive Regional Economic Partnership (RCEP) of Asian countries. It indicates a strengthening of regionalism in Asia while in the West, it is in decline, as we shall see in this text.
This agreement will further strengthen the trade relations consolidated over 20 years with ASEAN +3. Two achievements happen with it: the formal integration of the two largest economies in Oceania (Australia and New Zealand), an objective of the ASEAN +6 project, which also sought to incorporate India; and the reduction of the existing trade tensions between member countries, such as China and Australia (tariffs on primary goods and wines) and Japan and South Korea (chemicals for electronics).
With it, China reinforces its preponderance in the region's trade. It comes after the loss of US influence in Asia, mainly when the Trump administration decided to withdraw from the Trans-Pacific Partnership (TPP), potentially its ticket to the Asian market and strengthening its trade agenda in the region.
At the end of the past decade, a questioning of the trade order and multilateralism was already in sight. Some elements caused the crack in the globalisation process in the West. The trade war between China and the United States; the United Kingdom's withdrawal from the European Union; the rise of populist and conservative governments in Europe of a nationalist nature; and the questioning of multilateralism by the past republican US Governments.
Since the end of the Second World War, the US-led international trade order and globalization occurred through bodies such as the UN, GATT, and the WTO. When trade and financial liberalisation processes took shape in the mid-1990s, the era of trade accords began, led by the US with NAFTA. Now, this same country has put the trade order and the institutions it has promoted into question.
March 2018 marked the beginning of a series of protectionist measures carried out by the Trump administration. The Republican administration set tariff restrictions against several of its main trading partners, such as the European Union, and repeatedly questioned the role and legitimacy of multilateral agencies and treaties such as the WHO, the WTO, and the Paris Agreement. These are several of the main factors that have destabilised multilateralism and globalisation in the Western hemisphere.
One of the critical factors in de-globalization in the West is Brexit. After years of negotiations between the UK and the European Commission, on 31 January 2020, the United Kingdom's formalised its withdrawal from the European Union. Despite not having anything established for the new commercial relationship with the European Union, Parliament, with a conservative majority, decided to approve the exit. Thus, first major economic integration project in the world lost one of its largest members.
Latin America has not been exempt from similar processes. The Southern Common Market (MERCOSUR), one of the most critical integration projects developed in the region, has shown slight setbacks in its integration process. It occurred chiefly due to the ideological and political discrepancies between the governments of Argentina and Brazil. President Jair Bolsonaro has spoken out in favour of the republican administration's environmental policies, such as the rejection of the Paris Agreement and other multilateral accords antagonising the EU and Argentina at the same time.
There have been no significant developments in Latin America that point to a process of de-globalisation, except for Brazil. The region is on the bench looking at relevant integration processes, and trade treaties happen, such as the RCEP and the PPT, setting guidelines for the future of trade relations. The region's inability to collaborate and coordinate is a barrier to the region's development and integration into new trade patterns. The countries of the area will have to decide whether it is time to coordinate to change their course or remain on the sidelines of global changes.
The weakening of MERCOSUR as the RCEP strengthens and the T-MEC comes in place sees the Atlantic's South American countries at a disadvantage. The impossibility of reaching one such between MERCOSUR and the European Union on environmental issues is a severe problem. The strengthening of Asia will facilitate a better entry into a South America that for two hundred years has been unable to agree on its regional interests and a Mesoamerica guarded by the geopolitical interests of the USA.
El comercio internacional ha sido gravemente afectado en los años posteriores a la crisis de 2008. De esta manera, el mayor crecimiento y dinamismo ha cambiado hacia la región Asia Pacífico. La APEC posee gran importancia ya que ahí se concentra el mayor crecimiento de los intercambios intra-regionales.
Sin embargo, el comportamiento de comercio entre sus socios es heterogéneo. Los mayores participantes en los intercambios comerciales son Estados Unidos, China y Japón. La tendencia reciente es que China se ha convertido en el impulsor de los intercambios comerciales.
De este modo, los países asiáticos han aumentado su comercio intra-regional con relación al total de 39 a 41% entre 2000 y 2012. Por lo tanto, el orden económico mundial ha cambiado creando nuevos centros de dinamismo centrados en la región Asia-Pacífico.
Leer texto completo en francés da clic aquí
La Zona de Libre Comercio Transatlántica (TAFTA) que fue propuesta por Estados Unidos y la Unión Europea abrieron las negociaciones este año. Dichas negociaciones han sido demasiado largas ya que iniciaron desde 1995.
Este acuerdo consiste en crear una zona de libre comercio que abarca a 70 empresas multinacionales. De esta manera, se intenta crear una zona con normas y reglas que puedan ser favorables y reconocidas para las empresas que operaran en dicha área de libre comercio.
Sin embargo, este acuerdo no consiste solamente en la eliminación de aranceles para aumentar el comercio entre ambos bloques. Lo más importante se trata del cambio de las normas laborales, financieras y sociales que son las medidas no tarifarias de este proyecto. Por lo tanto, el autor insiste en detener este proyecto que podrá provocar modificaciones negativas sobre sus sociedades.
Las relaciones de China y Rusia tomaron un mayor impulso en la reciente cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en noviembre de 2014. En dicha cumbre, ambos países firmaron catorce acuerdos que refuerzan sus relaciones económicas.
Entre estos acuerdos destacan el mayor suministro de petróleo de Rusia hacia el gigante asiático. De esta manera, se iniciaron más negociaciones además del acuerdo de 400 000 millones de dólares que suministrará petróleo por treinta años.
Por lo tanto, nos encontramos ante una nueva época de multipolaridad donde las relaciones entre China y Rusia jugarán un papel muy importante en este nuevo orden. Lo anterior se comprueba con la creación del nuevo banco BRICS que prescindirá de las instituciones de Washington.
El presente documento examina en detalle la estructura de las exportaciones del Sistema de Integración Centroamericano (SICA), y la evolución de los flujos de comercio entre el SICA y el resto de Latinoamérica y el Caribe (RLAC) para el periodo 2000-2013.
Con base en el análisis de los datos, el documento propone un conjunto de políticas nacionales y regionales tendentes a promover, estabilizar, y diversificar el intercambio de bienes y servicios entre el SICA y el RLAC.
El documento también evalúa el desempeño macroeconómico del SICA, el estado actual de los tratados comerciales entre el SICA y el RLAC, y explora ciertos factores que son cruciales para estimular el comercio internacional y el crecimiento: el proceso administrativo requerido para el comercio a través de las fronteras; la conectividad marítima - comercial de la región; el ambiente general para hacer negocios; la cobertura y calidad de la infraestructura, especialmente la que está más vinculada al comercio internacional; la capacidad del sistema educativo para proveer la fuerza de trabajo necesaria en cantidad y calidad; y el avance en el proceso de integración comercial y económica.
Banco Interamericano de Desarrollo
Integracion Financiera y Bancos Extranjeros en America Latina (ingles)Arturo J. Galindo, Alejandro Izquierdo, Liliana Rojas-Suárez
Sucre, un instrumento para la integraciónLuciano Wexell Severo
Hacia una Estructura Financiera Regional
Latindadd. Versión en Español
Oscar Ugarteche
Hacia una Nueva Arquitectura Financiera Regional
Oscar Ugarteche
SELA Aboga por Nueva Arquitectura Financiera Regional
Estasemana.cip.cu Humberto Márquez 24/06/08
Enhancing the Role of Regional Development Banks; the Time is Now
Stephany Griffith Jones
Publicado en OBELA 30-06-08
Latin American in the Post-Bush Era: What can we expect in the Next phase of U.S. Latin American Relations
Publicado en: cepr Center of Economic and Policy Research
Análisis ALBA UNASUR
Josette Altmann
Publicado en: Real Insituto El Cano 6-03-08 /OBELA 9-06-08
Cuenca Amazonica en la Mira de las Megaobras
Vince McElhinny
Publicado en: BICECA 20-02-08 / OBELA 9-06-08
El Dólar en la Constitución, ¿Para qué?
Alberto Acosta
Publicado en: http//asambleaconstituyente.gov.ecboletines/el-dolar-en-la-constitucion-para-que.do / OBELA 2-06-08
Nicaragua: el ritmo inflacionario de 2008.
Néstor Avedaño
El regreso al futuro: Los limites del crecimiento económico en América Latina
Eduardo Gudynas
Publicado en: Programa para las Américas 5-05-08
La Ronda de Doha y Crisis Alimentaria.
Publicado en: Latindadd 25-05-08 OBELA 28-05-08
Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas
www.integracionsur.com / OBELA 28-05-08
Lineamientos para el Plan de Acción 2008-2009 de UNASUR
Desarrollo y pobreza: regularidades y cambios en las ideas y la práctica del desarrollo rural altoandino en el Perú
Alberto Graña
Publicado en: OBELA 19-05-08
¿Quién Gana con la Crisis Alimentaria Mundial?
Esther Vivas
Publicado en: Rebelión 9-05-08 OBELA 13-05-08
Luna de Hiel para la agricultura de Brasil
Jao Pedro Stedile
OBELA 29-04-08
Oportunidades de Integración II CAF Lima, Perú
Latinobarómetro
OBELA 18-04-08
Más allá del Conflicto Colombia-Ecuador. ¿Un Obstáculo para Detener la Integración Sudamericana?
Leonel Carranco
Publicado en: OBELA 18-04-08
A Estratégia do "Mais do Mesmo" na Energía
Carlos Tautz
Publicado en:OBELA 27-02-08
América do Sul: Do destino construcao
Marco Aurélio Gárcia
Públicado 13/02/07 - OBELA 24-02-08
El presente artículo es un análisis minucioso de la cooperación económica de Latinoamérica en las finanzas, infraestructura y comercio, así como el potencial positivo para todos sus miembros.
Así como se recomienda que haya una armonización con las instituciones de comercio internacionales, también se recomienda fortalecer las instituciones de integración regional y armonización de los mercados y sobre todo sus regulaciones.
El autor menciona un Fondo Monetario Regional que se institucionalice, como los existentes en cada región continental del mundo; así como los Bancos de Desarrollo Regionales que puedan administrar y regular los conflictos que pudiesen darse, que impulsarían a Latinoamérica como bloque.
En la actualidad, México, Brasil y Argentina, que son los países más fuertes de Latinoamérica, pero no han hecho un frente de intereses comunes en los Foros del G-20, en la Junta de Estabilidad Financiera o en el Comité de Supervisión Bancaria de Basel, y por lo tanto no han representado los intereses a gran escala de la región Latinoamericana.
La armonización financiera necesita mayor regulación en cuanto a las operaciones transfronterizas, así como en las reglas de contabilidad, y regulaciones micro prudenciales en los requisitos de capital, como en los requisitos líquidos, de provisiones y reservas.En cuanto a las legislaciones macro prudenciales también es necesario regular, en áreas como el capital contracíclico y restricciones de capital extranjero.
La regulación de los mercados básicos de capital beneficiaría de manera directa a los mercados de capital regionales, y sobre todo a las operaciones intra regionales.
Convertir al FLAR en una institución a nivel regional y fomentar la participación de los miembros de Latinoamérica, así como persuadir a naciones como México y Brasil de unirse, con el argumento de que obtendrían beneficios financieros y ganancias geopolíticas.
El ensayo pretende dar nuevos lineamientos para las instituciones internacionales, que fueron creadas con objetivos propios como evitar depresiones y crisis económicas, las cumplieron por muchos años. Los gobiernos de los países desarrollados tienen las influencias más fuertes en los organismos internacionales, con consecuencias menos que favorables para los países latinoamericanos. Sin embargo, las condiciones cambian y las actuales necesitan nuevos agentes que las puedan regular y llevar a buen cabo a las economías. El autor ve las bondades de una integración regional en la independencia de las nacionales latinoamericanas de dichas influencias, así como el establecimiento de objetivos comunes.
En el contexto de la economía mundial son incuestionables las incidencias que se han venido gestando, mismas que han contribuido a cambios tanto geopolíticos como geonómicos, dando como resultado la aparición de nuevos actores e instituciones en la escena internacional.
Este es el caso de China, cuyo liderazgo en la cumbre de APEC 2014 realizada en Beijing, China, no sólo mostró al "Gigante Asiático" como líder anfitrión, sino que dejó en claro su hegemonía con su iniciativa de conformar una zona de libre comercio entre los miembros del foro, dejando en un segundo plano a Estados Unidos con su iniciativa del TTP (por sus siglas en inglés)
A finales de junio, Venezuela asumirá por primera vez la presidencia pro témpore del Mercosur (PPTVEN), en la Cumbre en Montevideo, pero con una activa agenda presidencial. Ya Nicolás Maduro comenzó, en gira por Uruguay, Argentina Y Brasil, a consensuar con los Presidentes la agenda política del bloque. Esta presidencia se desarrollará en el marco del despliegue de las fuerzas derechistas en el continente y de un ambiente político de alta tensión, en el cual la derecha continental intentará romper la unidad política de la región.
La ofensiva ya comenzó desde el primer día de la presidencia de Nicolás Maduro, con una violenta ofensiva contra las instituciones, tratando de desestabilizar el país, quizá en busca de una intervención militar extranjera, a falta de un triunfo electoral inmediato. Con gran cobertura mediático, dirigentes de la oposición venezolana han viajado a Estados Unidos y a los países sudamericanos (Perú, Uruguay, Argentina, en especial) en busca de apoyos para desestabilizar el gobierno de Maduro. “Me da la impresión de que hay una terrible inflación mediática”, dijo al respecto el presidente uruguayo José Mujica. “Quiero es llamar la atención, los problemas de superficie, por duros que sean y por buenas o malas soluciones que se les encuentren, no son los principales, sino que los problemas de fondo son los que hacen la suerte de la gente”, advirtió.
No es para nada descartable que en algunas instancias del Mercosur se presenten procesos de antagonismo protagonizados por organizaciones empresariales, sindicales e incluso parlamentarias, que cuentan, además, con el amplificador de los medios cartelizados y comerciales de comunicación de cada uno de los países, de Estados Unidos y de Europa. Esta ofensiva obliga a concentrar un conjunto de iniciativas que coadyuven a contrarrestar el proceso contrarrevolucionario cuyo fin es, también, la destrucción del bloque.
Este no es el mismo Mercosur de sus comienzos. En la última década, gracias a las políticas de inclusión social, más de 40 millones de personas se han incorporado en nuestros países al mercado de consumo y sus necesidades –incluyendo al turismo- debieran ser abastecidas por producción regional (y no china, estadounidense o europea). Hoy, ante la crisis mundial, hubo necesidad de recogerse hacia los intereses nacionales, sacrificando a veces integración regional por economía nacional, lo cual ha llevado a que se cierren incluso rutas de comercio que ya estaban establecidas.
Tampoco el accionar de la derecha es similar a la de 20 años atrás. Ha cambiado su discurso y su metodología. Hoy buscan dirigentes jóvenes, con discursos populistas, dispuestos a trabajar la territorialidad e, incluso a protagonizar (o animar) acciones violentas y desestabilizadoras en sus países. Cuentan, además, con un poderoso respaldo financiero foráneo y el altavoz de los medos cartelizados. Lo cierto es que el bloque regional está en la mira de la derecha internacional por su propia existencia. A diferencia de lo que sucede en Europa, ninguno de los países del Mercosur ha propuesto combatir la crisis con políticas de austeridad. Y por ello todos están siendo severamente atacados por no priorizar la defensa del capital financiero sobre los intereses de sus pueblos. Es más, el próximo semestre se lanzarán las negociaciones para la firma de un TLC y Acuerdo de Inversiones entre Estados Unidos y la Unión Europea, para la construcción del Mercado Común Trasatlántico (MCT), a fin de reanimar sus economía y frenar su desgaste ante los países emergentes y el crecimiento de Asia, China y Brasil. Este MCT debiera impulsar el libre comercio mundial, activando negociaciones como el acuerdo entre Mercosur y la UE o las negociaciones para la liberalización del comercio mundial de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Y, de concretarse, seguramente perjudique a los países de la región que tienen acuerdos de libre comercio con EEUU y la UE.
Mientras, las políticas europeas, chinas y estadounidenses presionan la desindustrialización de las economías del Mercosur. La presión por materias primas han desestimulado las inversiones industriales ligeras y estimulado las extractivas en todos los países del bloque. Si bien dos terceras partes del comercio del bloque es del sector automotriz, hay que recordar que estas ganancias (de casi siete mil millones de dólares en 2011) son transferidas a sus casas matrices (empresas trasnacionales). Una lectura seria de estas cifras hace el impulso de la integración productiva de pequeñas y medianas empresas nacionales.
Durante la presidencia pro témpore de Venezuela sin duda se acelerará la incorporación gradual de otros países sudamericanos al bloque: sobre ello ya existe consenso. Bolivia ya firmó su adhesión, habría que retomar las negociaciones con Ecuador, que ya se mostró dispuesto, y sumar a Surinam y Guayana como miembros asociados. No sólo disparan contra Maduro y la Revolución Bolivariana: La meta es aniquilar los procesos de integración y poder someter nuestras riquezas naturales a la expoliación de las trasnacionales y los voraces capitales financieros, que está cumpliendo su tarea de pauperizar también Europa.
Fuente: Rebelión
En este texto el autor presenta las experiencias en Cooperación Financiera Regional que tuvieron en Centro América basada en un esquema regional de pagos, igualmente muestra las perspectivas del sistema regional de pagos Descargar Aquí
El panorama de América Latina ha experimentado profundas transformaciones en relativamente poco tiempo. Han proliferado las organizaciones regionales; el regionalismo abierto de la década de 1990 ha entrado en decadencia; nuevas organizaciones, referidas a menudo como pertenecientes a una nueva ola de políticas orientadas más al "regionalismo post-hegemónico," tomó el centro del escenario para concentrar la atención de los observadores por nuevas organizaciones dirigidas al comercio como la Alianza del Pacífico.
Estos desarrollos han sido el desconcierto para académicos y responsables de políticas, que en su mayor parte han tendido a converger en el punto de vista de que una configuración regional fragmentada con divergentes o incluso incompatibles modelos de integración regional, está en aumento. Este artículo cuestiona esta interpretación, argumentando que muchas de las tendencias que observamos en la actualidad, son más bien el resultado de la adaptación práctica de los estados latinoamericanos en sus estrategias de política exterior para el surgimiento de una economía política multipolar en el sistema internacional.
Una consecuencia importante de este proceso de adaptación, es una "separación" de las funciones económicas del regionalismo en sus demás dimensiones, este proceso se muestra al facilitar la aparición de una arquitectura regional caracterizada por una mejor división del trabajo entre las organizaciones.
Hace unos días se dio a conocer el interés de Colombia (y con él, la Alianza del Pacífico) de ingresar a la OTAN y aunque por ahora las negociaciones parecen haberse congelado, los intereses de fondo y las alarmas en América Latina no deben apagarse. Según comenta el periodista argentino, Alberto Rabilotta, es la pieza del rompecabezas que falta para que el imperio estadounidense acabe “por la mala” con aquellos países de la región que han osado adoptar políticas socioeconómicas que favorecen el desarrollo para reducir la pobreza.
Desde luego, las reacciones de los presidentes y políticos de la zona no se han hecho esperar, pues el inminente accionar de esta relación busca crear las condiciones “legales” (en las cortes supremas, por ejemplo), de que seguirán las campañas mediáticas y políticas para sembrar la confusión, desestabilizar las sociedades y hacer retroceder los avances logrados en muchos de los países de la región. De ahí, la importancia de este acuerdo, puesto la adhesión de Colombia a la OTAN la terminarán convirtiendo en un brazo de la tenaza que ha puesto en marcha el imperio. El otro brazo es la negociación para incorporar a Colombia, Perú, Chile y México al Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, su sigla en inglés).
Cabe destacar además, que Estados Unidos no está solo en este plan. El gobierno Conservador canadiense del primer ministro Stephen Harper tampoco aceptó la derrota del ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas), lo que explica las subversivas agendas de Ottawa y Washington hacia los gobiernos latinoamericanos que buscan rescatar su soberanía, como Honduras, Venezuela, Ecuador y Bolivia, por ejemplo.
Edición Digital de la Revista América Latina en Movimiento,
Contenido:
Lecciones de la crisis global para la regionalización financiera de América latina
Oscar Ugarteche
Entrevista a Pedro Páez
Transformar la situación de vulnerabilidad
Osvaldo León
Los nuevos clientes del FMI se extienden a la eurozona
Marlén Sánchez Gutiérrez
La integración regional y la crisis de la deuda en Europa
Carlo Panico
Se reproducen errores de los 80 de América Latina
La crisis de la deuda llega a Europa
Jaime Atienza
México de cara a Europa: lecciones para salir de la crisis
Alicia Girón
Sucre: releyendo a Keynes en el siglo XXI
Alberto Montero Soler, Manuel Cerezal, Ricardo Molero Simarro
Sistemas de coordinación monetaria en América Latina:
Aprendizajes de la crisis del euro
Alejandro López Aguilar
A pesar del amplio consenso respecto de los enormes beneficios económicos, sociales y ecológicos que aportaría avanzar en la integración dentro del ámbito energético, y particularmente del sector eléctrico, los resultados obtenidos no están aun a la altura de las expectativas.
En este documento, se evidencian las barreras y obstáculos que han presentado los procesos de integración de los sectores eléctricos entre países y al interior de las subregiones de América Latina. Para analizar los procesos de integración energética en América Latina (y particularmente aquellos relacionados con la integración eléctrica), los autores consideran necesario contextualizar a la región en el marco del proceso global de integración regional y de los paradigmas ideológicos predominantes, dado que los antecedentes muestran una fuerte vinculación entre dichos procesos, de tal forma que la actual fase de la globalización parece haber acentuado en sectores importantes, la necesidad de profundizar en el camino de la integración, como plataforma desde la cual posicionar a América Latina en un mundo conformado por bloques cada vez mas definidos.
En lo referente al campo específico de la integración eléctrica regional, desde mediados del siglo pasado en adelante, ésta se ha ido desarrollando bajo diferentes esquemas, en consonancia con las corrientes político-económicas predominantes. Desde entonces, y aplicados diversos modelos, la región puede exhibir casos concretos de proyectos de integración exitosos, pero no cabe duda que los resultados aún son exiguos en relación a los potenciales beneficios que derivarían de una mayor profundización en la senda de la integración eléctrica regional.
El presente estudio pretende aportar elementos que contribuyan a una mejor comprensión de los problemas que enfrentan los procesos de integración eléctrica en AL, enmarcarlos en la perspectiva más amplia de la integración regional y, en la medida de lo posible, aportar pautas que ayuden a la identificación y remoción de obstáculos. Para analizar los casos de algunos países de sudamericanos y de Centroamérica, entendimos pertinente recurrir a la opinión de expertos para que aportaran su visión del tema. Somos conscientes que se trata de cuestiones complejas, polémicas y que en muchos casos tocan fibras muy sensibles. Pero dada la escasez de ámbitos donde se puedan abordar abiertamente y en profundidad estos temas, y más allá de compartir o no dichos puntos de vista, estamos convencidos de la relevancia de hacer el ejercicio de tratar de entender las diferentes posiciones, si es que se quiere avanzar en el proceso de integración.
El documento cuenta con un capítulo donde en forma resumida se hace un repaso de los diversos hitos por los que han transitado los procesos de integración económica y política en América Latina. En el siguiente capítulo se hace una reseña de los diferentes esquemas de integración eléctrica que se han venido aplicando en la región y sus problemáticas. En los últimos capítulos, a través de la mirada de expertos que han tenido participación directa en la temática de la integración eléctrica, se analizan en profundidad los casos de América Central, Brasil, Ecuador y Argentina.
La noción de apertura comercial a través del tiempo ha cambiado, de igual modo lo ha hecho la forma de comerciar y la manera en la que los países ven buena o mala una incursión al mercado global. Cualquiera que sea la postura de un país para entrar al mercado global, siempre han existido obstáculos al comercio; el primero es la distancia, misma que parece ya haber sido superada gracias al avance de las tecnologías.
La segunda son las barreras al comercio, mismas que nacieron como protección a los productores locales ante la competencia extranjera. Este tipo de barreras nunca han sido aceptadas por los defensores del libre comercio, por lo que a lo largo de la historia se han hecho intentos para desaparecerlas.
Mediante el aprendizaje empírico se llegó a la conclusión de que la aplicación de este tipo de barreras para proteger a los productores, en ocasiones hacían que las empresas no tuvieran incentivos para innovar, haciéndolas poco competitivas y a la larga obsoletas.
De igual forma se entendió a la liberalización comercial como un camino para acceder a una mayor cantidad de productos, a menores precios y a su vez sirvió como protección para los consumidores, al adoptar mayores estándares internacionales de calidad.
A este viejo régimen Pascal Lamy lo llama “la vieja lógica del comercio” la cual principalmente se basa en eliminar las barreras al comercio y establecer un régimen multilateral no discriminatorio.
La actual lógica del comercio ha dejado de lado el viejo régimen multilateral y se ha encaminado a la integración económica, en especial a grandes acuerdos que bien podemos llamar megaregionales. El TPP es el más claro ejemplo de esto, agrupando a las economías de la cuenca del pacifico con el fin de competir con China, misma que ha mantenido el control de la zona en los últimos años.
Hoy en día, los acuerdos son más profundos e incluyen temas como la inversión o los derechos de propiedad intelectual, estos mismos son más factibles entre los países que tienen preferencias políticas no tan distantes. Si bien, no siempre existe una reciprocidad equivalente para las partes involucradas, es la convergencia y la coordinación la que los hace atractivos.
Estos acuerdos pueden estimular la innovación, y el nacimiento de economías de escala y de igual forma impulsa la adopción de compromisos internos, llevando a cabo reformas económicas con el fin de que las partes converjan.
Levy categoriza otra lógica de comercio, principalmente aplicable para sociedades ricas, las cuales entienden que la liberalización puede someterlos a riesgos de todo tipo, por lo que la aplicación de barreras no arancelarias es una forma de obstaculizar la entrada de bienes o servicios que puedan tirar por la borda su nivel de vida.
Es así que los nuevos tratados como el TTIP ha desatado la controversia en las sociedades europeas ya que según ellos, es un intento de Estados Unidos por derribar sus estándares e ingresar a un mercado que no necesariamente necesita bienes o servicios más baratos, sino que se preocupa por mantener mayores niveles de calidad.
Tanto los vínculos económicos mundiales como los regionales se han fortalecido considerablemente durante el último cuarto de siglo. Es por dicha razón que los autores de este artículo se dieron a la labor de crear un modelo con factores dinámicos para analizar las implicaciones de estos vínculos en la evolución de los ciclos económicos mundiales y regionales.
A partir del modelo, que cuenta con una amplia de países y regiones en el período 1960-2010, es posible evaluar el papel desempeñado por los factores globales y regionales de países específicos en ciclos económicos, de tal manera que la evidencia muestra que, desde mediados de 1980, la importancia de los factores regionales ha aumentado considerablemente en los ciclos económicos, especialmente en las regiones que experimentaron un fuerte crecimiento en el comercio intrarregional y las corrientes financieras.
Por el contrario, la importancia relativa del factor global ha disminuido en el mismo período. En resumen, la reciente era de la globalización ha sido testigo de la aparición de los ciclos económicos regionales.
Durante la VI Cumbre Unión Europea- América Latina y el Caribe, Ecuador dejó establecida su posición respecto a los acuerdos comerciales regionales: Acuerdos Integrales para el desarrollo Si, Tratados de Libre Comercio No.
La experiencia de otros países ha demostrado las consecuencias de tratados comerciales sin restricciones, que al favorecer las exportaciones se desprotegen áreas fundamentales para el desarrollo nacional. LeerDespués de décadas de fuerte crecimiento, la crisis de los años ochenta sacudió profundamente América Latina. El nivel del PIB en 1980 sólo se logró después de 14 años y la tasa de aumento de la pobreza en los años ochenta fue tal que después de sólo 25 años, el continente vio el nivel de 1980 (Jiménez, 2010). Un Continente marcado por fuertes desigualdades, con raras excepciones, por una acción impuesto regresivo, por modesta de las transferencias sociales en comparación con los vigentes en Europa y una modesta liberalización del comercio (con la excepción de México y algunos países de América Central), la crisis internacional 2008 interrumpió una fase de crecimiento relativamente alta desde 2003-2004.
Por el contrario, la crisis de los años ochenta, la crisis de 2008 es mucho menos el producto de las dificultades internas que el contagio de una crisis cuyo origen se encuentra en los países desarrollados. En este sentido, se aproxima a la crisis de los años treinta. También es diferente de la crisis de los años ochenta y la crisis de los años treinta, aunque profunda la crisis de 2008 es al parecer hasta ahora, una duración relativamente breve, ya que es la reanudación de esto desde finales de 2009. Sin embargo, debe ser prudente y no debe confundirse con un tiempo de ciclo de su tendencia, sobre todo cuando se trata de una crisis estructural. En el estado actual de crisis internacional, sólo se puede ser escéptico sobre la duración de la recuperación, al menos hasta la arquitectura internacional se restableca. Reanudación frágil, sin duda, pero también la crisis de los años ochenta y, especialmente, treinta, la "experiencia" de la crisis se manifiesta por una mutación de las estructuras productivas, aunque difícil de leer en la actualidad, como la de modificar el formas y modos de administración.
El objeto de este trabajo es cuestión de si, después de años de creciente apertura, un nuevo régimen de crecimiento, centrado en una distribución más equitativa del ingreso y una expansión del mercado interior, tiene grandes posibilidades de contribuir a la reanudación del crecimiento sostenible. Las apuestas en el mercado nacional, sucediendo a la de los mercados extranjeros con el Consenso de Washington de los años noventa, tiene un carácter aparentemente utópica, considerando las profundas desigualdades y grandes conflictos de intereses que se oponen a la reforma tributaria y una política redistributiva para hacer frente a las capas superiores sociales. Pero usted no puede dejar de hacer constar que en algunos países, como Brasil y Argentina, en menor medida, esta "utopía" parece presentar una pronta realización. políticas contra cíclicas, decidió poco después de la explosión de la crisis internacional son diferentes a las de años anteriores, inspirado por el Consenso de Washington y se caracteriza por una reducción del gasto social a la llegada de la crisis de divisas, lo que precipitó una recesión. Las nuevas políticas, inspirado por un keynesianismo "pragmático", buscando un favor a sostener la demanda y conducir a una disminución de los superávit primarios. Estas medidas mitigar el costo social de la crisis en lugar de acentuar, por lo menos hasta principios de 2010.
Por lo menos en un aspecto y en cierta medida, estas políticas contra la caída cíclica a lo largo de un continuo que se observa en algunos países después de principios de los años 2000s: pequeña disminución de la desigualdad, la política social y la recuperación de un crecimiento más sostenido. Uno puede entonces considerar que la crisis internacional produce tan bajo tierra, acelerando un proceso ya iniciado, o, más pesimista, se podría pensar que esto es sólo enlaces provisionales, pero una vez que la ilusión se confirma la reanudación, el modelo de exclusión antes, aunque algo modificada, volver con una fuerza. El regreso del mercado, la movilización de utopía, o la devolución de los modelos anteriores, más abierta, menos vulnerables, pero también más frágiles (Salama, 2009o, 2009b). En una primera parte, recordar lo que fue el impacto de la crisis de los años treinta sobre la base industrial de las principales economías de América Latina, y una segunda sección, evaluamos las posibilidades de éxito de "apuestas en el mercado nacional, lo que favorece dos factores: la amplitud de la importancia de la apertura y la desigualdad de ingresos.
Como parte de su labor de análisis, formulación de propuestas e incidencia respecto del desarrollo, la integración regional y la inserción internacional de América Latina (AL), la Asociación Latinoamericana de Organizaciones de Promoción al Desarrollo A.C. (ALOP) ha prestado una particular atención a la evolución de las relaciones políticas, económicas y de cooperación entre nuestra región y la Unión Europea (UE). La importancia de los vínculos políticos, económicos, culturales y de cooperación que unen a ambos continentes ha justificado este interés a partir del cual ALOP, con el apoyo solidario de varias organizaciones europeas amigas, ha desarrollado un trabajo sistemático.
A partir de dicha investigación sistemática, la ALOP considera que las relaciones entre América Latina y la Unión Europea necesitan renovar sus objetivos políticos para poder relanzarse y profundizarse, especialmente en cuanto a las nociones de “progreso” y “desarrollo” que las han animado hasta el presente. El objetivo de construir una asociación estratégica birregional perseguido desde la Cumbre de Río de Janeiro de 1999 requiere hoy ser revisado a la luz de la evolución de ambos continentes teniendo en cuenta el verdadero “cambio de época” de vive el mundo y, en especial, atendiendo los planteos que cuestionan la noción tradicional sobre el desarrollo.
Además, la ALOP hace una revisión general sobre la Inversión Extranjera Directa de la Unión Europea en América Latina, determinando en qué medida nuestra región es realmente un aliado estratégico y una prioridad para la UE como destino de su inversión externa y también se discute la doxa sostenida por la prédica neoliberal para América Latina, en general y Argentina, como caso particular, la cual afirma que para dinamizar las estrategias industriales de crecimiento económico de la región se debe profundizar la apertura comercial y permitir la masiva entrada de capitales extranjeros.
La iniciativa de Multilateralización de Chiang Mai (CMIM) es un compromiso entre los ministros de finanzas y gobernadores de Bancos Centrañes de los países de la ASEAN+3 y la Autoridad Monetaria de Hong Kong para proveer de apoyo financiero en dólares mediante swaps y consta de solo un arreglo contractual. En 2012 la CMIM alcanzó los $240 billones de dólares. Se firmó el 24 de diciembre de 2009, pero entró en vigor hasta 2010.
Sus principales objetivos son acatar las dificultades de la liquidez a corto plazo, y apoyar acuerdos internacionales existentes. Para tal efecto, las contribuciones son el proporción 20:80, ya que diez miembros de la ASEAN aportan $48 billones de dólares, y China, Japón, Corea y Hong Konf aportan juntos $192 billones de dólares.
Las transacciones pueden ser requeridas por cualquier miembro, a lo que le seguirá un proceso para aprobarlo los recursos y activarlos.
Para garantizar la seguridad de los procesos se creó la AMRO, que supervisará de manera independiente las actividades de la CMIM en la región, además de que será su órgano de investigación, asesoría y consulta para los miembros de la ASEAN+3.
El capítulo primero analiza y describe la debilidad de las economías mundiales, su impacto en el comercio y las expectativas de crecimiento para el próximo año. Los países desarrollados seguirán moviendo la economía internacional, no sin sus consecuencias sobre los países en vías de desarrollo. Las naciones industrializadas inyectaron estímulos monetarios a sus economías para dinamizarlas en el corto plazo y de manera urgente.Entre sus beneficios se encuentran, reducir la vulnerabilidad de los bancos y estabilizar el sistema financiero, sin embargo dichas acciones no han impactado sobre el consumo y la inversión. De seguir con estas políticas, los bancos tardan más en sanar sus balances, lo que puede ocasionar burbujas financieras debido a la facilidad con la que se accede al financiamiento; además de un desacople entre las bolsas de valores y la economía real.
Asimismo, los conflictos internacionales, y en específico los de Medio Oriente se traduce en un riesgo para el comercio mundial, pues los precios del petróleo suben y se vuelven más volátiles; a la vez que afectan las balanzas comerciales de los países importadores netos del energético. Por otra parte, la debilidad de la demanda mundial hará que el comercio internacional crezca de 1 a 2%.
En el segundo capítulo, el texto se adentra en las llamadas negociaciones megarregionales, cuya creciente importancia en los últimos años han formado y cambiado la faz del comercio internacional. Los procesos que se consideran de mayor importancia para la integración regional son el Acuerdo Trasatlántico sobre Comercio e Inversión entre los Estados Unidos y la Unión Europea, el Acuerdo de Asociación Transpacífico, y la Asociación Económica Integral Regional. Los países que las conforman tienen un peso especial en la economía internacional en tanto producto, población e inversión extranjera directa mundial, cuyo interés es la expansión de espacios económicos hacia un multilateralismo y que abarquen distintos temas.
El capítulo tres se enfoca en Latinoamérica y el Caribe, y su entrada a las redes de producción y las cadenas de valor, con dos tendencias muy marcadas. Comercio hacia Estados Unidos, y la regionalización del mismo. En el segundo caso, se hace una descripción del comercio que se está dando en Centroamérica de bienes intermedios y otros insumos de los países del MERCOSUR.
Finalmente, se concluye que un fomento en las pymes, podría ser un importante factor de dinamismo para las economías de la región.
Oscar Ugarteche[i] y Miriam Chaverría Reséndiz[ii]
A lo largo de la historia, se han creado distintos proyectos de integración latinoamericanos, panamericanistas y regionalistas, para formar lo que hoy vive América Latina, un plato de tallarines, en sus múltiples sistemas de integración económica. Los esquemas panamericanistas incluyen a Estados Unidos mientras los regionalistas son asociaciones de países vecinos. El TLCAN, el ALCA y la Alianza del Pacifico vendrían a ser esquemas panamericanistas. Al otro lado están el MERCOSUR, el SICA, el CARICOM, y el ALBA regionalistas, este último no con países vecinos sino con economías similares en ingresos por habitante. UNASUR vendría a ser el espacio de integración político de ambos grupos, CAN + MERCOSUR, y no incluye a México que se define como América del Norte con el TLCAN. Uruguay, en este plano coquetea con la Alianza del Pacifico.
La CEPAL en “Los desafíos estratégicos de la integración centroamericana”(2014)[iii], expresa que este amplio catálogo de acuerdos contribuyen a la intensificación del debate sobre los paradigmas de integración, el cual parece transitar de un regionalismo abierto a un regionalismo estratégico. De otro lado, Hettne,[iv]postula un nuevo regionalismo con diferentes grados de regionalidad; y cinco niveles de regionalización. Guerra Borges entiende como nuevo regionalismo de los países en desarrollo, a los acuerdos entre países vecinos que superan las formas simples de integración establecidas en el artículo XXIV del GATT y que incluyen acuerdos regionales sobre materias y regulaciones que no necesariamente se ajustan a las disposiciones de la OMC.
El reciente acercamiento entre dos sistemas de integración antagónicos: uno regional –MERCOSUR- y uno panamericano –Alianza del Pacífico-; refleja una búsqueda de puentes entre ambos. El pasado primero de noviembre se llevó a cabo la primera reunión entre los cancilleres de ambos bloques en Cartagena, Colombia, impulsada por México; con el fin de lograr una futura cooperación en las cadenas de valor energéticas. El 24 de noviembre tuvo lugar un segundo encuentro de cancilleres de ambos bloques dentro del seminario "Diálogo sobre Integración Regional: Alianza del Pacífico y Mercosur", en Santiago de Chile; impulsado por la presidente Chilena. En el segundo encuentro el punto en común fue el mejor aprovechamiento de los recursos naturales con que cuentan los bloques, que son la base del comercio con Asía.
La búsqueda en común de un mayor comercio con el continente asiático tiene en cuenta no sólo a China sino a Rusia. Esto se ve potenciado por las restricciones comerciales impuestas a este último por Estados Unidos y la Unión Europea en torno al conflicto en Ucrania. El bloque común –el ALCA antes fracasado- , es probable que ahora tampoco proceda dado que ambos bloques responden a modelos económicos así como a formas de inserción en la economía global distintos, uno con un sello más liberal y el otro con un sello más proteccionista.
Guerra Borges (2008) propone que como sistema regional el MERCOSUR ha mostrado a los países en desarrollo que los acuerdos regionales de integración son un instrumento insustituible en las negociaciones con terceras naciones o con otros acuerdos regionales. En este tenor[v]propone que la elección del regionalismo se las dicta el subdesarrollo a las economías en desarrollo, mientras que a las potencias la elección se la dicta el alto nivel de desarrollo alcanzado. Esta diferencia es vital en las futuras negociaciones entre los bloques comerciales que buscan mayor cooperación comercial con terceros bloques.
La CEPAL en “La Alianza del Pacífico y el MERCOSUR. Hacia la convergencia de la diversidad” (2014)[vi], hace hincapié en que un mercado regional integrado (ALCA) podría actuar como factor de estímulo para el crecimiento, y amortiguar los impactos asociados a un menor dinamismo económico en otras partes del mundo. El trabajo no considera las diferencias de crecimiento económico entre los países de la Cuenca del Caribe que casi no han crecido en las dos últimas décadas y los de Sudamérica que si lo han hecho, ni las diferencias entre el MERCOSUR industrializado y la Alianza del Pacifico primario exportadora. México en última instancia exporta mano de obra barata desde las zonas de maquila.
En suma, parece haber un impulso a resucitar el ALCA de una nueva forma, mediante la suma de los dos bloques, que siguiendo el principio de nación más favorecida indudablemente sesgan los acuerdos hacia los países con el menor arancel. Este intento reiterado dos veces en el mes de noviembre debe alertar sobre los esfuerzos por la ampliación de los mercados a los productos de los Estados Unidos a costa del desarrollo económico de la región.
[i]Economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org y presidente de ALAI www.alainet.org
[ii]Miembro del proyecto OBELA, IIEc-UNAM.
[iii]http://www.obela.org/node/1783
[iv]Hettne,Björn (2005), “Beyond the New Regionalism”, New Political Economy, vol. 10,No. 4, diciembre, pp. 543-571.
[v]Guerra, Alfredo, (2008), “Regionalismo y multilateralismo en su laberinto”, Revista Latinoamericana de Economía, vol. 39, No. 152, enero-marzo, pp.11-28.
[vi]http://www.cepal.org/es/publicaciones/la-alianza-del-pacifico-y-el-merco...
India propone la creación de una banca de desarrollo conjunta para los BRICS, esto ante la necesidad de que dichos países tomen un papel preponderante en el orden económico mundial.
El proyecto Seria un banco que comience con poca inversión por parte de sus firmantes y que no solo financie infraestructura dentro de estas economías sino también se incluyan proyectos de desarrollo en África, Asia y América Latina; además esta institución podría emitir valores convertibles, que puedan ser comprados por la banca central, con la conveniencia de que dicha inversión seria con un riesgo compartido.
Dentro de la arquitectura financiera internacional este hecho independizaría a estas boyantes economías emergentes de las decisiones de occidente, su creación esta actualmente en el terreno político pues China quiere la presidencia permanente y lo mismo se espera que busquen Rusia y la India, aquí se supone el reto mas grande que constara de dotar a la hipotética institución de un representatividad equilibrada.
La XIV cumbre del BRICS, un grupo de mercados emergentes que incluye a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, se llevará a cabo esta semana en formato virtual con el tema "Fomentar la asociación BRICS de alta calidad, abriendo una nueva era para el desarrollo global", bajo la presidencia de China.
Desde su establecimiento hace 16 años, el BRICS se ha convertido en un marco integral y de múltiples niveles con cooperación práctica en docenas de áreas, manteniendo el espíritu de apertura, inclusión y cooperación de beneficio mutuo.
En momentos en que el mundo se enfrenta a numerosas incertidumbres, incluyendo una pandemia sin precedentes en un siglo, se espera que los cinco principales países en desarrollo contribuyan con su sabiduría y esfuerzos para promover el desarrollo mundial.
PROMOVER EL DESARROLLO COMÚN
Los países BRICS son una fuerza impulsora importante para el crecimiento económico y comercial regional y mundial. A pesar del impacto prolongado de la COVID-19, el volumen total del comercio de bienes de los miembros del grupo alcanzó casi 8,55 billones de dólares en 2021, un aumento interanual del 33,4 por ciento, según los datos oficiales.
Entretanto, el comercio bilateral de China con otros países BRICS totalizó 490.420 millones de dólares, un aumento interanual del 39,2 por ciento y superior al crecimiento general del comercio exterior de China en el mismo período.
A nivel mundial, los países BRICS representan el 18 por ciento del comercio de bienes y el 25 por ciento de la inversión extranjera, de acuerdo con las estadísticas.
Prinx Chengshan (Shandong) Tire Co., Ltd, un productor de neumáticos con sede en la provincia de Shandong, este de China, ha estado involucrado en el mercado brasileño durante más de una década y ha ganado popularidad entre los distribuidores y clientes locales.
Según la empresa, el acuerdo de reconocimiento mutuo del estatus de operador económico autorizado (OEA) entre China y Brasil, que entró oficialmente en vigor el 1 de enero de 2022, ha impulsado las exportaciones de sus productos.
Tales historias se han vuelto bastante comunes en los países BRICS, y la cobertura de su cooperación económica y comercial apunta a expandirse aún más.
Durante la 12º reunión de ministros de economía y comercio de los BRICS, celebrada a principios de este mes, los participantes se comprometieron a profundizar la cooperación en campos como la economía digital, la inversión comercial, el desarrollo sostenible, la cadena de suministro y los mecanismos comerciales multilaterales.
Para abordar los desafíos de infraestructura y desarrollo que enfrentan las economías emergentes, los países BRICS fundaron el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), con sede en Shanghai, inaugurado formalmente en julio de 2015.
Desde proyectos de energía renovable en Brasil hasta programas de mejora de la red ferroviaria en India y nuevas carreteras de peaje en Rusia, el NBD había aprobado más de 80 proyectos en los países miembros hasta mayo de 2021, con una cartera total de unos 30.000 millones de dólares.
Según el banco, de 2022 a 2026 se proporcionarán 30.000 millones de dólares de apoyo financiero a los países miembros, y el 40 por ciento de los fondos se utilizará para mitigar el calentamiento global.
Funcionando como un nuevo y fuerte impulso para el desarrollo, el Centro de Innovación de la Asociación para la Nueva Revolución Industrial (PartNIR) de BRICS se lanzó en Xiamen, provincia de Fujian, este de China, en diciembre de 2020. Su objetivo es proporcionar un punto de apoyo para que los países miembros hagan uso de la innovación tecnológica y la transformación digital.
A principios de junio, el centro firmó un memorando de entendimiento con el NBD para facilitar la cooperación bilateral y promover el desarrollo común de los países BRICS, afirmando que las dos partes darán prioridad a la cooperación en campos como inteligencia artificial, internet industrial, conservación de energía y protección ambiental a través de investigación conjunta, capacitación de personal e intercambio de información sobre infraestructura y programas sostenibles.
Marcos Troyjo, presidente del NBD, dijo que además de su propia entidad, el Centro de Innovación de la PartNIR de BRICS constituye otro mecanismo concreto para fomentar la cooperación entre los miembros.
Ambos mecanismos tienen como objetivo promover la agenda de desarrollo sostenible, incluido el cumplimientos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU por los BRICS, así como por otros mercados emergentes y países en desarrollo.
ENFRENTAR LOS DESAFÍOS DE SALUD
Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, los países BRICS se han apoyado mutuamente con suministros médicos y llevado a cabo una amplia cooperación en prevención y control de infecciones, protocolos de diagnóstico y tratamiento, e investigación y desarrollo de vacunas y medicamentos.
En marzo, el Instituto Butantan de Brasil inauguró una fábrica en Sao Paulo para la producción a partir de 2023 de la vacuna CoronaVac desarrollada por China.
También en marzo se llevó a cabo en línea una ceremonia de lanzamiento del Centro de Investigación y Desarrollo de Vacunas de BRICS. Los cinco países miembros propusieron conjuntamente una iniciativa para fortalecer la cooperación en materia de vacunas, con el fin de garantizar la accesibilidad y asequibilidad de estas en los países en desarrollo a través de su distribución equitativa como bienes públicos mundiales.
La iniciativa también tiene como objetivo mejorar la capacidad de los países BRICS para controlar enfermedades infecciosas y responder a eventos de salud pública. Pone énfasis especial en la apertura y da la bienvenida a más socios para que se unan.
La 12º reunión de ministros de salud de BRICS, celebrada en mayo a través de un enlace de video, acordó que los países miembros lanzarán un sistema de alerta temprana para brotes pandémicos a gran escala. Los asistentes tuvieron debates en profundidad sobre una variedad de temas, como la prevención y el control de la pandemia de COVID-19, el desarrollo de nuevos sistemas de salud y la salud digital.
PERSPECTIVAS BRILLANTES
Los logros de la cooperación BRICS no solo han mejorado el estatus de los mercados emergentes y los países en desarrollo en el mundo, sino que también han convertido el mecanismo en una plataforma importante para promover la cooperación Sur-Sur.
En 2017, China propuso el modelo de cooperación "BRICS Plus", cuyo objetivo es fortalecer la unidad y coordinación entre los integrantes para una mayor cohesión y, al mismo tiempo, seguir ampliando el "círculo de amigos" de BRICS en una búsqueda conjunta de objetivos compartidos, desarrollo y prosperidad para todos los mercados emergentes y países en desarrollo.
Después de presidir un diálogo a través de vídeo de ministros de Relaciones Exteriores entre los BRICS y los mercados emergentes y países en desarrollo en mayo, el consejero de Estado y ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, señaló que todos los ministros participantes apoyaron y estuvieron de acuerdo con el modelo de cooperación "BRICS Plus".
Tras destacar la cooperación "BRICS Plus", los participantes extranjeros del diálogo expresaron su voluntad de mejorar la comunicación estratégica y la coordinación entre los miembros y los mercados emergentes y promover el desarrollo de un sistema de gobernanza global que sea más justo y equitativo, así como más inclusivo y democrático.
Wang Youming, director del Departamento de Estudios de Países en Desarrollo del Instituto de Estudios Internacionales de China, señaló que la cooperación BRICS en reducción de la pobreza, seguridad alimentaria, desarrollo verde, industrialización, economía digital y conectividad, entre otros, ha satisfecho las necesidades y aspiraciones de muchos países en desarrollo y, por lo tanto, el mecanismo de cooperación jugará un papel importante para ayudar a los países en desarrollo a hacer frente al impacto de COVID-19 y otros desafíos de desarrollo.
Gu Qingyang, profesor asociado de la Escuela de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de Singapur, aseguró a Xinhua que, en el futuro, los países BRICS pueden fortalecer aún más su mecanismo de cooperación actual y expandirlo gradualmente, e integrarlo profundamente con programas bajo los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y la Iniciativa de la Franja y la Ruta para ganar un mayor espacio para la cooperación y el desarrollo.
Durante una rueda de prensa reciente en Ciudad del Cabo, el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, dijo que su país quiere ver una "asociación mayor y más profunda" con otros miembros de BRICS, un grupo "atractivo" en el que confían muchas otras naciones.
Los BRICS dan un paso sólido hacia su integración al anunciar planes de una muy posible alianza. Mediante ello se busca atraer a inversores extranjeros a sus economías dinámicas para así poder tener mayor liquidez en sus operaciones. Con esta iniciativa los gobiernos de Brasil, Rusia, China, Sudáfrica e India, buscan seguir avanzando en este proyecto de intercambio que ha de convertirse en un hito histórico, puesto que por primera vez los países emergentes surgen como una fuente alternativa e importante de financiamiento, lo cual sin duda, fortalece el ya importante crecimiento de estos.
Con está primera etapa ya casi en marcha se prevé que en el futuro inmediato los miembros desarrollen conjuntamente nuevos productos a incluir es sus intercambios, así como también, incluir la cooperación en el diseño de productos y servicios nuevos que fortalezcan el crecimiento de los miembros.
De acuerdo con el "IW 1000", un ranking industrial mundial, el TOP 3 de los países con mayores ingresos promedio en este sector está liderado por miembros del BRIC.
En primer lugar destaca China, con 70 compañías industriales, que representaron el 26.7% de los ingresos promedio de la tasa de crecimiento.
Le sigue Rusia, con 12 compañías representando el 26.2% y en tercera posición India, con el 22.9%.
En el caso de Brasil, éste no figura en los primeros puestos del ranking, Sudamérica en su conjunto, representa el 14.6% de los ingresos promedio de la tasa de crecimiento.
Para Estados Unidos, el porcentaje se sitúa en 15.1%, sin embargo es el país con mayor número de compañías en el ranking, 270 en total, que contabilizan 5.6 billones de dólares de ingresos.
Dentro de la Unión Europea, sobresalen Italia (+15%), Alemania (11.9%) y Francia (8.7%).
Finalmente, se resalta la creciente participación de México y Canadá, con 20.6 y 17.9% respectivamente.
Texto en inglés completo da clíck aquí
Con la firma del Tratado de Unión entre los doce países que hoy están incorporados en la UNASUR, se ha dado un paso de gigantes hacia la realización de sueños ancestrales de nuestros pueblos.
Su materialización, sin embargo, está condicionada por el acierto que se logre en la definición de una estrategia y de un plan que sean resultantes del interés común y las coincidencias entre nuestros pueblos.
En esta búsqueda hemos venido planteando que la mayor fortaleza de nuestra gran región radica en sus recursos naturales, en las enormes reservas que la caracterizan. De allí que, a partir de esa realidad, la propuesta radica en trazar una política y un plan que se puedan desplegar progresivamente a fin de obtener el mejor y más racional aprovechamiento de tales recursos.
DEL MULTILATERALISMO AL NEOREGIONALISMO
Oscar Ugarteche[1]
Jorge Arturo Luna
El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica se trata del tratado comercial plurilateral más grande (12 paises miembros) desde el el Tratado de Ottawa de Cooperacion Imperial de 1932 (58 estados miembros) por el que se fortalecía el Imperio Británico y se consolidaba la zona monetaria de la libra esterlina. El TPP, incluye a Estados Unidos, Australia, Brunéi, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam, quienes en total suman cerca del 40% de la economía global. De esto, Japón y Norte America suman las cuatro quintas partes.
No es el tamaño del acuerdo ni su concentracion lo que sorprende, sino la forma en la que se han llevado a cabo las negociaciones y los alcances que podría tener. En general si hay algo que esconder es una mala señal en los tiempos de la transparencia. En términos comerciales de bienes no ofrece nada nuevo y poco adicional dado que existen TLC entre casi todos los 12 paises miembros y entre estos y Estados Unidos com pocas excepciones como Australia y Nueva Zelandia. En esto es análogo al Tratado de Ottawa de 1932, siendo Gran Bretaña el centro del acuerdo de la época y sin excepciones.
Evocando el acuerdo de 1932 dice Obama en el Washington Post “El mundo ha cambiado. Las reglas cambian con él. Los Estados Unidos y no China, debería de escribirlas.” Obama enterró el multilateralismo de la OMC con esa frase y está listo a que Estados Unidos de manera unilateral defina las reglas. Quizas como el acuerdo de 1932 deba ser bautizado como un “acuerdo imperial”. De todos modos es un acuerdo que señala al debilitamiento del multilaterismo. La manera de las negociaciones quizas señalan hacia la privatizacion de la gobernanza global. No se negocia como un acuerdo publico sino como acuerdos privados.
Desde su creación las negociaciones se llevaron a cabo en secreto y ahora que poco a poco va saliendo a la luz puede observarse distintos angulos que dicho tratado trae consigo. Los derechos de propiedad intelectual, las patentes de medicinas, la posibilidad de que las empresas demanden a los gobiernos, así como menores requisitos a las normas de origen, son temas que generan mucha inquietud. Igualmente merecen atención los capitulos 9 y 11 sobre inversi0ones servicios financieros.
Médicos sin Fronteras alertó que el TPP extenderá el periodo de vigencia de las patentes más allá de los 20 años previstos actualmente, con lo que se retrasa o bloquea la disponibilidad de medicamentos genéricos. Los altos precios de los medicamentos de marca los mantendrá inalcanzables para las personas más pobres y con eso la calidad de la salud de las personas en las economias menos prosperas de la region no verá mejora a pesar de existir retrovirales, medicnas para el corazon y tratamientos de cáncer, por nombrar algunos que están con las patentes por vencer. En el Peru, el presupuesto de salud para el progarma de retrovirales doblo entre el 2010 y 2015 pero la cobertura se redujo a la mitad. Hay tres muertos al día de SIDA, una enfermedad que ya no es letal si es tratada correctamente.Habría que ver si la relacion es directa entre esto y el ingreso del Peru al TLCAN o si es efecto de la intervencion de la iglesia catolica en el Ministerio de Salud.
El endurecimiento en los temas de propiedad intelectual afecta además el acceso a música, películas, libros y materiales y hace que el conocimiento en general se mantenga mucho más difícil y costoso dificutando asi el desarrrollo de las economias emergentes.
El TPP también pone en riesgo la soberanía de los países. Un documento revelado por WikiLeaks hace unos años muestra que el TPP permitirá a las grandes empresas demandar a los gobiernos y solicitar millonarias indemnizaciones a cuenta de los contribuyentes cuando sus intereses o ganancias se vean afectados por regulaciones internas. Esto lo está trabajando Gutierrez Haces en detalle para el conjunto de paises con BITs, acuerdos bilaterales de inversion, por sus siglas en inglés en el marco del CIADI.
Segun Gutierrez Haces en el CIADI las empresas pueden demandar a los gobiernos ante paneles de arbitraje integrados por abogados corporativos que eviten los tribunales nacionales y que anulen la voluntad de los Parlamentos en caso de no conseguir lo que quieren. Los juicios en el CIADI pueden ser incluso por ganancias esperadas no logradas. Es decir, si se anticipa 12% de rentabilidad de una inversion minera pero se incrementa el canon, por ejemplo: entonces la empresa enjuicia para que el Estado le restituya lo pagado. Con esto se destruiría por completo la legislación y los derechos fundamentales de los Estados democráticos que entrarán en riesgo mas alla de los acuerdos de estabilidad fiscal de inversión inicial.
En cuestiones laborales el TTP obliga a los estados miembros a modificar sus legislaciones laborales, para garantizar una mayor explotación de la fuerza de trabajo; esto no sólo tiene consecuencias para los países económicamente dependientes, también para la clase obrera norteamericana, que tendrá como presión el traslado de sus fuentes de empleo a otros países, y con ello la disminución de sus respectivos salarios y la pérdida de empleos. El beneficio para los otros once es la generación de empleo que ahora carecen de derechos tras las reformas laborales que disolvieron los sindicatos, al menos en America Latina. Los sindicatos que sobreviven son los,protegidos por partidos de gobierno.
El tratado también establece menores requisitos en las reglas de origen en la industria automotriz, un sector muy importante para naciones como México. Esto lo convierte en una atraccion para Argentina cuyo socio automotriz es Brasil. De este modo Argentina pide ingresar a la Alianza del Pacifico como observador camino al TPP. Por eso está un país del Atlántico buscando entrar en la AdelP.
Los países Latinoamericanos que son parte del tratado pueden esperar poco dinamismo en sus exportaciones, Perú, México y Chile, ya son hoy en día socios de muchos de los miembros. Colombia, que tiene industria, banca y burguesia nacional no se suma al TPP. La burguesía compradora, como fue bautizada hace varias decadas por Amilcar Cabral en referencia a Africa, no lo hace. El `problema para estos ultimos es que no tienen mucha alternativa: venden materias primas o mano de obra barata. Son inversionistas financieros en el mejor de los casos.
Los países firmantes del TPP tienen grandes diferencias entre sí. Por ejemplo, mientras un australiano tiene un ingreso medio de 60 mil dólares anuales, un vietnamita gana 2 mil dólares. En cuanto a ingreso per cápita, del grupo de países firmantes, México sólo supera a Vietnam y Perú. La desigualdad entre los países que conforman el TPP nos hace pensar quienes serán los ganadores y quienes los perdedores. Lo que separa a los países desarrollados de los países en desarrollo es una brecha en el conocimiento, y el TPP hará que esa brecha sea más difícil de cerrar.
El TPP al mismo tiempo representa una maniobra geopolítica encabezada por Estados Unidos para influir en la Cuenca del Pacifico que ha sido dominada por China en los últimos años. Al mismo tiempo busca destruir aquellas integraciones regionales sudamericanas que dejen fuera a Estados Unidos, tal es el caso del MERCOSUR en Sudamérica. En ese sentido, Mauricio Macri, presidente de Argentina, ha dejado en claro en repetidas ocasiones que buscará ser parte del TPP.
Por otro lado, China ha puesto en marcha su `pròpia versión del TTP, el llamado Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP, su sigla en inglés) que cubrirá un mercado de 3.400 millones de personas y estará compuesto por los diez paises que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), es decir Malasia, Indonesia, Brunei, Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar, Singapur, Tailandia y Filipinas, además de seis países con los que la Asean mantiene tratados de libre comercio: Australia, China, India, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelandia. La ventaja del RCEP con respecto al TPP es que contara con reglas menos estrictas, lo cual podría hacerlo más atractivo para los países en desarrollo. El comercio intra RCEP se hará en yuanes.
A pesar de todo el misterio detrás del TPP, las intenciones están claras, se sabe quiénes serán los beneficiados y quienes los afectados, de nuevo son las grandes corporaciones las que se llevaran la mejor parte, dando como resultado una mayor concentración del capital que se suma a los argumentos ya conocidos de Anthony B. Atkinson, Thomas Piketty, and Emmanuel Saez.
Referencias
https://actualidad.rt.com/actualidad/187727-cuales-son-peligros-ocultos-tpp
http://www.almomento.mx/estado-de-los-estados-tpp-amenaza-para-mexico/
Entrevista con Giovanny Infante, ex-director del MHOL, Lima.
Anthony B. Atkinson, Thomas Piketty, and Emmanuel Saez, “Top Incomes in the Long Run of History”, Journal of Economic Literature 2011, 49:1, 3–71 http:www.aeaweb.org/articles.php?doi=10.1257/jel.49.1.3
[1] Oscar Ugarteche, Instituto de Investigaciones Económicas UNAM, SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina, www.Obela.org. Ex presidente y Miembro del Consejo Directivo de ALAI
Jorge Arturo Luna es colaborador de Obela
El presente estudio ha sido elaborado en cumplimiento de la Actividad I.1.5. “Evaluación de los mecanismos subregionales de integración de América Latina y el Caribe: CAN-CARICOM– MERCOSUR-SICA; de nuevas modalidades de integración: ALBA-TCP y de la Alianza del Pacífico, su dimensión latinoamericana y caribeña”, del Programa de Trabajo de la Secretaría Permanente del SELA para el Año 2014.
En ese sentido, este estudio tiene como objetivo destacar la situación actual y el grado de evolución del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), en sus aspectos económicos, comerciales e institucionales, conforme a sus objetivos y en sus diferentes dimensiones y aspectos relevantes.
Se contempla, asimismo, sobre la base del diagnóstico respectivo, fundamentar un conjunto de conclusiones y recomendaciones para impulsar su profundización.
Video conferencia presentada en el II Congreso Internacional de Sustentabilidad
"La Gestión Financiera y su Responsabilidad Social"
Centro Universitario de Ixtlahuaca. 26, 27 y 28 de agosto de 2009, Ciudad de México, D.F.
Descarga: Click aqui
De acuerdo a este nuevo informe del Banco Mundial, llegó el momento de que el sector financiero de América Latina y el Caribe (ALC) se expanda de manera sustentable en nuevas direcciones, fomentando la actividad económica y la inclusión financiera. Luego de una historia de inestabilidad ecurrente, el fortalecimiento de las políticas macroeconómicas y el sistema de supervisión en la región ayudó a evitar préstamos de alto riesgo y burbujas al estilo de los EE.UU. El informe plantea que el subdesarrollo de los sistemas financieros de ALC abarca muchos indicadores. Mientras Chile posee el fondo de pensiones más desarrollado, representando un 70 por ciento del Producto Interno Bruto, y Brasil la mayor industria de fondos de inversión, con un 42 por ciento del PIB, ambos indicadores representan el 10 por ciento o menos del PIB en el resto de los países de América Latina. Superar estas brechas en el desarrollo financiero de la región requiere una mayor inclusión financiera. Se debe tener extremo cuidado, sin embargo, para evitar los excesos que la expansión descontrolada de las hipotecas de alto riesgo causó en los EE.UU. En este sentido, los siete países más grandes de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay) adoptaron una exhaustiva agenda de políticas para fomentar la inclusión financiera, con resultados notables en cuanto a la incorporación de hogares pobres y microempresas. El resto de la región, sin embargo, ha sido menos activa respecto a la agenda de inclusión financiera. El desafío ahora -de acuerdo al informe- es que los servicios financieros latinoamericanos mejoren en un entorno internacional más volátil. La crisis mundial reveló una serie de excesos y vulnerabilidades que cuestionan la capacidad de los mercados de autorregularse y les dan un valor preponderante a aquellas políticas públicas que complementan las actividades de los mercados financieros. Hasta ahora, sin embargo, la discusión respecto a la necesidad de ir más allá de las herramientas tradicionales para prevenir una crisis y elaborar algún tipo de supervisión sistémica("macroprudencial") ha dado pocos resultados. El estudio proporciona un inventario y una evaluación prospectiva de la evolución financiera de la región. En lugar de entrar en detalles acerca de problemas específicos del sector, el informe se centra en los principales temas de arquitectura, perspectivas generales, y las interconexiones. El valor del informe se agrega lo que gira en torno a su visión holística del proceso de desarrollo, su amplia cobertura de la industria de servicios financieros más allá de la banca, su énfasis en la evaluación comparativa, su punto de vista sistémico, y su esfuerzo explícito para incorporar las lecciones de la reciente crisis financiera mundial. El documento se basa en varios estudios y complementa lavisión sobre el desarrollo económico en ambos países de la región y el mundo en desarrollo que fueron publicados en la última década. El estudio resulta de gran interés para los responsables políticos y los analistas financieros interesados en mejorar el sector financiero en la región de ALC.
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS, UNAM
Centro de Documentación e Información INTERtips2012
Servicio de diseminación selectiva en información económica
© Víctor Medina Corona.
La integración latinoamericana parece un juego de mamuschkas. Como las muñecas rusas que se insertan una adentro de otra, los proyectos de asociación de países se superponen por estas latitudes. Otros se yuxtaponen. Unas son iniciativas más económicas. Otras, más políticas. Algunas eran más comerciales, pero han ido incorporando otros aspectos. Este entramado lleno de obstáculos, desafíos y sueños fue descripto el pasado día 11 en una conferencia del ECON 2012, el congreso anual de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA). La disertación fue organizada por el Plan Fénix (el grupo de economistas heterodoxos de la UBA) y la Fundación Friedrich Ebert.
"Con la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se rompió la inercia que inmovilizaba a la integración regional..." La unión bajo las actuales condiciones, resulta estratégica para los pueblos y los gobiernos de la región. Una organización que defienda los intereses comunes, haga frente a la crisis e incentive el crecimiento económico. "...Pero el camino a transitar no es sencillo, sino más bien está plagado de obstáculos y desafíos, de cuya superación depende la materialización de todas las expectativas que se han depositado en la Celac..."
El autor analiza los obstáculos a los cuales se enfrenta la integración latinoamericana: conflictos políticos e ideologicos, subdesarrollo, falta de infraestrcutura, la vinculación a Ásia y la misma existencia de tratados comerciales, por mencionar algunos.
Según el estudio la demanda de bienes en Asia, y particularmente en India, impulsará en las próximas décadas el crecimiento de las exportaciones de Argentina, Brasil y México. India requerirá cada vez más bienes debido al alza de la demanda de sus consumidores, una clase media en expansión y la inversión en infraestructura que convertirán el país en un mayor socio comercial de Latinoamérica. En consecuencia, HSBC proyecta que India será el quinto mercado para las exportaciones de México y el tercero de Brasil para 2030, desplazando a Alemania y Argentina, respectivamente.
El banco comenzó a proyectar en 2011 los flujos de bienes del comercio bilateral de 23 países. Los flujos comerciales de Argentina, Brasil y México son considerados el indicador más significativo de las tendencias exportadoras de Latinoamérica. El estudio de HSBC prevé que las exportaciones brasileñas se expandirán en 5% por año hasta 2015 y luego aumentarán 9% por año hasta 2020. El crecimiento de las exportaciones será impulsado por la continua industrialización de China y el apetito general de Asia por las materias primas brasileñas. El crecimiento de México, en tanto, promediaría 8% por año hasta 2020. Estados Unidos seguiría siendo el principal mercado de las exportaciones mexicanas, e incluso los envíos a ese mercado se ampliarían 7% al año a medida que las firmas estadounidenses trasladan sus plantas de producción a México desde Asia para aprovechar los bajos costos manufactureros.
HSBC anticipa que las exportaciones mexicanas a Asia aumentarán 19% al año hasta 2015 y 13% anualmente de ahí en más hasta 2020. Las exportaciones de Argentina crecerían a una tasa anual del 7% hasta 2020, y China se convertirá en el principal mercado de los envíos argentinos para 2030, cuando el país asiático desplazará a Brasil.
Las proyecciones de crecimiento y empleo para los próximos años en países emergentes como China y las naciones latinoamericanas se encuentran por encima de la tendencia trazada por países desarrollados como Estados Unidos, Europa y Japón.
Las estrategias globales y regionales en curso revelan un mayor vínculo comercial, de inversión, particularmente Inversión Extranjera Directa (IED) y de cooperación entre países Sur-Sur.
En dicho contexto aún cuando el socio comercial más dinámico de la región latinoamericana a lo largo de la década del 2000 ha sido China, tasando el comercio bilateral en 2010 en 200,000 millones de dólares, es necesario redoblar esfuerzos para diversificar las ventas destinadas al país asiático, siendo necesario estimular alianzas empresariales además de promover inversiones que generen una mayor presencia de la región en las cadenas productivas de valor asiáticas.
El objetivo de la publicación avalada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), es examinar la evolución del comercio entre China y América Latina y el Caribe en términos de países, sectores y productos, resaltando el papel de la IED, concluyendo primordialmente que las exportaciones chinas se caracterizan por bienes manufacturados en tanto que las exportaciones latinoamericanas se fundamentan en materias primas.
En el presente documento se analizan las relaciones de interconexión entre proveedores de servicio de Internet en América Latina y se presenta un diagnóstico de los puntos de intercambio de tráfico (IXP) en algunos países de la región.
Actualmente, al menos 110 países participan en 22 negociaciones regionales de inversión. Tan sólo, durante 2012 se realizaron 8 acuerdos en los que estuvieron involucrados 49 países de Asia, Europa y América del Norte y del Sur. Es prudente resaltar que el regionalismo presenta tanto oportunidades como desafíos. Por un lado, el enfoque actual del regionalismo conduce a una multiplicación exponencial de tratados, haciendo que la red de obligaciones internacionales entre los diversos países sea más compleja e inconsistente haciéndola más difícil de manejar. Sin embargo, el regionalismo también puede proporcionar una oportunidad para la racionalización del régimen de los IIAs (acuerdos internacionales de inversión, por sus siglas en inglés).
Según el análisis de la UNCTAD de las nueve negociaciones regionales seleccionadas ha encontrado que, si estas se encaminasen hacia los acuerdos internacionales de inversión, se podrían sustituir cerca del 10 por ciento de los tratados bilaterales de inversión de hoy (TBI). Es decir, si los países que son partes en estas nueve negociaciones (es decir, aquellos países en los que las disposiciones de los TBI están en la agenda) optaran por reemplazar sus respectivos TBI con un capítulo sobre inversiones en un acuerdo regional, la red global de TBI de hoy se podría reducir en más de 270 tratados.
La VI Reunión Ministerial el Foro de Cooperación América Latina - Asia del Este (FOCALAE), que tuvo lugar en Bali, durante los días 13 y 14 de junio, reunió a las autoridades gubernamentales de 36 países de América Latina y Asia del Este en un diálogo "región a región". Se espera que esta región represente 60% del crecimiento mundial entre 2012 y 2022, mientras que la contribución de América Latina podría superar la de Medio Oriente, África e incluso Europa. Actualmente, Asia es un mercado inexplorado para muchos de los países de América Latina.
Chile y Perú tienen Tratados de Libre Comercio (TLC) con China, Japón y Corea del Sur, mientras México solo ha firmado con Japón. Además, los tres países participan en negociaciones a través del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica, mientras que MERCOSUR únicamente cuenta con un acuerdo potencial con India, y no participa en negociaciones con ningún otro socio asiático.
La CEPAL propone realizar intercambios periódicos de información sobre las oportunidades de mercado y las condiciones de acceso al mismo, así como la revisión de las políticas públicas en áreas como la facilitación del comercio, la internacionalización de las pequeñas y medianas empresas y el desarrollo de redes de producción y cadenas de valor. El documento de la CEPAL resalta, además, que la innovación y la competitividad solo se pueden alcanzar a través de la formación de los recursos humanos, por lo cual es necesario reforzar los lazos entre el sistema educativo y el sistema productivo, mediante estrategias y planes de largo plazo. En este campo, América Latina tiene mucho por aprender de las experiencias de Asia del Este en lo referente a la adopción de nuevas tecnologías, la educación a distancia, entre otros.
A partir de una evaluación del reporte sobre la inserción internacional de América Latina y el Caribe, 2008-2009, se concluye que CEPAL persiste en entender los vínculos internacionales como esencialmente comerciales, no ofrece alternativas a la primarización exportadora, y vuelve a defender el regionalismo abierto, a pesar de la crisis global. La agenda ambiental es distorsionada, no se postulan reformas en cuestiones críticas como los flujos de capital, y no se ofrecen alternativas a la globalización contemporánea. Incluso se defiende un retroceso en la integración regional a la cooperación. Este reporte ejemplifica que el neoestructuralismo actual de la CEPAL no logra generar una visión crítica ni alternativas originales frente a la actual crisis. Ver Documento
Los países cuando amplían su estructura industrial y productiva, se proyectan en el plano político y cultural haciendo de su visión del mundo, un modelo de esquema mental distorsionado que exportan con la finalidad de que sea asimilado por las periferias: una de sus manifestaciones es la exportación de Modelos de Desarrollo y de Integración para América Latina. El pensamiento de las potencias es apropiado de forma deformada por los intelectuales y los políticos de los Estados subdesarrollados, que a través de este acto de sometimiento mental, planifican y justifican las políticas antinacionales sobre su pueblo y cavan las tumbas en donde enterrarse como miembros de un país subyugado. La justificación de los proyectos antinacionales que no pueden garantizar los fusiles, los aviones o las cancillerías, los ejecutan las instituciones educativas, culturales y periodísticas del aparato de la colonización pedagógica, que es planificado en las metrópolis y ejecutado por sus operadores internos en los Estados dependientes. Frente a este panorama, las organizaciones libres del pueblo y sus intelectuales enfrentan una batalla política y cultural por la supervivencia nacional y regional de América Latina. No existe emancipación social sin autonomía política, sin independencia económica y sin soberanía cultural y estos aspectos fundamentales de un Modelo de Desarrollo, no se consolidan sin integrar la región latinoamericana para poner tope a los intereses expansionistas del imperialismo.
En este cuadro, es que introducimos el debate sobre los Modelos de Desarrollo y su relación con la integración regional, ya que consideramos que de la realización o la obstrucción de ambos, se define parte importante de la viabilidad social, cultural, económica y política de América Latina.
La gran recesión de la economía internacional registrada durante 2008-2009, no sólo interrumpió el período de crecimiento más alto que ha tenido la región centroamericana en muchas décadas, sino también afectó las finanzas públicas de los países al reducir sustancialmente sus ingresos fiscales. La respuesta de los gobiernos incluyó el impulso de reformas tributarias que permitieran recuperar el espacio fiscal perdido.
En todos los países del Istmo sepresentaron propuestas con diversos componentes y matices. El Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), tiene la satisfacción de presentar al público regional su décimo cuarto Boletín de Estudios Fiscales (BEF), titulado "Las reformas tributarias recientes en Centroamérica".
Este BEF 14 tiene como objetivo presentar, analizar y contrastar las propuestas presentadas y las reformas finalmente aprobadas, destacando sus principales elementos y orientaciones. Como se podrá apreciar, los sistemas tributarios de los países de la región, salvo el de Panamá, son fuertemente sensibles a los choques externos, y se caracterizan por contar con administraciones tributarias en proceso de fortalecimiento y con pocas herramientas de fiscalización, en particular en lo referente a la tributación internacional. Aunque las reformas propuestas se enfocaron en resolver parcialmente esta problemática, lo aprobado en muchos casos dista de lo propuesto, mostrando el efecto de la correlación de fuerzas políticas en el seno de cada sociedad de la región. Es más, países como Guatemala y Costa Rica fueron de los primeros en presentar propuestas, pero permanecen en discusión y su aprobación es incierta.
Uno de los aspectos a destacar de este BEF 14 es que pese a que se han dado pequeños avances en la búsqueda de resolución de los problemas estructurales de la fiscalidad en la región, todavía hay much terreno por andar. Las reformas aprobadas parecen más encaminadas a resolver problemas coyunturales de insuficiencia de ingresos, que lograr cambios de fondo como la inequidad del sistema tributario, la rendición de cuentas en el uso de los recursos públicos, y la calidad, efectividad y eficiencia del gasto.
Con miras a ampliar la relación bilateral en un futuro inmediato, México y Argentina arrancarán una nueva etapa de comercio en materia automotriz en el marco del Acuerdo de Complementación Económica (ACE) 55, luego de que éste fuera suspendido en junio pasado.
En un primer acercamiento para restablecer dicho acuerdo, se pactaron cuotas de exportación mexicana de vehículos con la liberación total del comercio en el 2015.
El Protocolo Modificatorio del ACE 55 firmado entre el mexicano Ildefonso Guajardo, titular de la Secretaría de Economía, y Débora Giorgi, Ministra de Industria de Argentina, establece una cuota de exportaciones en 575 millones de dólares para el primer año (18 diciembre del 2012 al 17 de diciembre del 2013); para el segundo periodo de 625 millones de dólares (18 de diciembre del 2013 al 17 de diciembre del 2014), y 187.5 millones de dólares para un tercer periodo (18 de diciembre del 2014 al 18 de marzo del 2015), con el fin de alcanzar el libre comercio a partir del 19 de marzo del 2015.
La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) se congratuló por el acuerdo al que llegaron los gobiernos de México y Argentina para restablecer el libre comercio de automóviles y que iniciará con cupos crecientes.
Respecto al valor de contenido regional para este mismo tipo de vehículos, se pactó aplicar a partir de la entrada en vigor hasta el 18 de marzo de 2013, una cuota de arranque del 30 por ciento de integración; a partir del 19 de marzo de 2013, subirla a un 35 por ciento, y a partir del 2016, bajo el esquema, a partir del esquema de libre comercio, de un 40 por ciento.
Las Instituciones Financieras Regionales y la Integración en América del Sur
Publicado en: CLAES- OBELA 05/01/09
Eduardo Gudynas
Países del ALBA deciden crear una moneda común: el "Sucre"
Publicado en: Rebelión -OBELA 27/11/08
Can free trade be fair? Lessons from de Peru-US Free Trade Agreement
This analysis was prepared by COHA Research Associate Mary Tharin
Publicado en: COHA 9/10/08 -OBELA 13/10/08
Hacia una Unidad Monetaria Sudamericana, con miras a la Integración Económica Regional
Oscar Ugarteche, Aurora Vázquez
Publicado en: OBELA 11/09/08
Los desafios de la nueva Asamblea Constituyente y de la deuda
Eric Toussaint
Publicado: ALAI 14/01/08- OBELA 14/01/08
La Dolarización es incompatible con una política económica pro-activa
Entrevista sobre dolarización a Alberto Acosta en "El Diario" (Manabí)
9 de Enero del 2008
Brasil Está Sendo Vítima de Cassino Internacional
Jamil Chade
Publicado en: GENEBRA 24-03-08 - Obela 24-03-08
Os Afeitos da Crise da Economia dos Estados Unidos
Publicado en Obela: 24-03-08
Prominet British Figures Call on Exxon Mobil To Respect Venezuelan Sovereignty
Publicado en: Venezuela Information Center 28-02-08 - Obela 28-02-08
Banco del Sur: La lucha de los grandes contra los chicos
Oscar Ugarteche
Publicado: ALAI 10/01/08 - Obela 10/01/08
Retrospectiva da Economia Brasileira em 2007
Tres ensayos escritos por:
Guilherme Delgado,Escrito por Jurandyr O. Negrão,
Wladimir Pomar. Dic 2007. OBELA 4-03-08
Los procesos de integración que vive América del Sur buscan promover una integración y unidad regional de largo plazo y de carácter multidimensional: económico, político, cultural, educacional, de infraestructura, etc. En este contexto, se retoma el debate sobre el desarrollo como proyecto regional. Temas claves como soberanía, recursos naturales e hidro-energéticos, preservación de la biodiversidad y los recursos bio-genéticos, la Amazonía como área de preservación y de disputa, se colocan en el centro del debate político.
A este debate se dedica la más reciente edición de la revista mensual de ALAI "América Latina en Movimiento" (edición doble: 480-481, noviembre-diciembre 2012), con el siguiente temario:
El informe prevé que las exportaciones originadas en los países en desarrollo deberían alcanzar más del 50 por ciento de las exportaciones mundiales en pocos años. Además, el comercio Sur-Sur ha crecido más rápido que el intercambio global y ya supera las exportaciones Sur-Norte.
Este escenario se repite en ALC, donde casi todos los países han visto crecer sus exportaciones hacia el Sur más rápido que hacia el Norte, además de tener un comercio más diverso y con mayor participación de manufacturas. Sin embargo, el reporte indica que los costos de comerciar son significativamente superiores para los países del Sur.
Aunque los aranceles hayan caído gracias a los Tratados de Libre Comercio, restricciones no arancelarias implementadas por los países en desarrollo han impedido el aprovechamiento integral de su potencial. Cuellos de botella en materia de crédito y financiamiento también han restringido las oportunidades para el sector privado en el comercio Sur-Sur.
There is an emergence of regional financial cooperation in South America as a result of the insufficiency shown by IFIs in crisis periods. In this paper we want to argue that regional financial cooperation serves to cover any or all of the external, fiscal and, savings and investment gaps, in a new regionalism context where the actors are no longer the States only but also the private sector. The requirement for monetary cooperation is financial stability which exists amongst certain subsets of countries but not amongst all. Equally, Latin America has turned into South America and as such is organised around UNASUR due to the political perception that Mexico and the Central American Community countries were shifting towards a US led dominance while the Mercosur countries centred around Brazil. This country launched local currency payment mechanisms and have not in been used widely due to the lack of monetary policy coordination.but equally they would require a a change in the IMF definition of what is a reserve currency. A regional payment system (SUCRE) was also launched and is not used widely for the same reason. Finally there are new research areas found after the Euro crisis that must be studied in order to ensure greater regional financial stability.
Disponible en: Click aqui
Ponencia presentada al Seminario Internacional "Propuestas y alternativas desde la sociedad civil frente a la crisis financiera y económica mundial" 5 de agosto de 2009, Bogotá, Colombia
Responder de manera regional a una crisis económica y financiera como la actual, significa generar respuestas coordinadas desde los esquemas de integración regional existentes. Es la afirmación con que inicia su presentación el Profesor de la Universidad Nacional de Colombia y coordinador de Demo sur, Germán Prieto Corredor.
Las respuestas deben ser concertadas por los países miembros de dichos esquemas, deben generar obligaciones y beneficios para casa país, y deben contar con mecanismos institucionales de ejecución que garanticen la participación y el control sobre el desarrollo de tales respuestas. Para poder responder a una crisis desde un esquema de integración, es necesario que exista un nivel suficiente de cohesión regional, es decir, que la región ocupe un lugar relevante dentro de las agendas políticas de los países miembros, de manera que se deba tener en cuenta a la región para tomar las decisiones políticas individuales de cada Estado.
En Suramérica existen tres esquemas de integración regional que presentan diferentes niveles de cohesión regional, lo que hace que su capacidad de respuesta ante la crisis sea distinta en cada caso. Esta ponencia sostiene que la crisis política de la CAN, así como el estancamiento del comercio intra-regional, y los efectos de la crisis política sobre los intercambios comerciales de los países miembros, impiden que este esquema de integración pueda generar una respuesta regional a la crisis. En el caso del Mercosur, su mayor dinamismo económico, la posición dominante de Brasil y la mayor solidez de las instituciones de la integración, pueden permitir que este esquema subregional responda de manera conjunta a la crisis.
Para la UNASUR, la crisis actual debería constituir una oportunidad crucial para abrir el campo de la integración económica suramericana, a través de la profundización del ACE CAN-Mercosur, y de la creación de un Consejo de Ministros de Economía y Comercio Suramericanos que se inaugure como un foro de discusión sobre las respuestas que se pueden generar ante la crisis, aun cuando no exista un mínimo de cohesión regional que permita llevar a la práctica grandes propuestas o iniciativas. Por último, esta ponencia señala que el incipiente Banco del Sur debe ser considerado como una importante estructura financiera que puede permitir a la región mitigar el impacto de una crisis mundial en futuras ocasiones, aunque en ésta particularmente no tenga mayores alternativas que ofrecer. Ver Presentación
African Economic Outlook 2011
Publicado el 16 de Febrero de 2012
African Development Bank Group
The Impact of the Global Financial Crisis on the Chinese economy and China´s policy responses
Yu Yingding
Regionalismo y Regiones Económicas en Asia Oriental
Pablo Bustelo
A deviation Measurement for Coordinated Exchange Rate Policies en East Asia
Eiji Ogawaa y Junko Shimizub
AMU Deviation Indicator for Coordinated Exchange Rate Policies in East Asia and its Relation witch Effective Rates
Eiji Ogawaa y Junko Shimizub
The Shift from 'Market-led' to 'Institution-led' Regional Economic Integratión in East Asia in the late 1990s
Urata Shujiro
Financial Liberalization and Economic Integration in East Asia
Financial, Monetary and Economic Cooperation in East Asia
Global and Regional Financial Integration
En el marco de la actual crisis mundial, que más allá de ser financiera, es económica; retoman importancia las discusiones sobre la regioanalización de las finanzas que habían adelantado América Latina y el continente asiático, cada quien en su proceso autónomo, pero con un objetivo claro y es poder tener un mecanismo que estabilice regionalmente las finanzas y las blinde de crisis financieras o ataques especulativos a una moneda o al conjunto de ellas.
El presente trabajo muestra los antecedentes y el proceso de construcción que ha llevado la región asiática que se muestra como una referencia obligada y un ejemplo para la regionalización en otras partes del mundo. Descargar
El presente trabajo, Integración y la agenda social (y de pueblos indígenas) en Mesoamérica (Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice y México), tiene el propósito de sistematizar el estado actual de la integración en la región, sus principales avances, retos y desafíos, fundamentalmente de los movimientos sociales y pueblos indígenas.
El material busca servir para dar información actual sobre los procesos de integración que se tiene en la región y que sirva a las distintas redes, movimientos y organizaciones de Pueblos Indígenas en los procesos de reflexión para la acción que están generando.
Este trabajo requerirá de una permanente actualización de aquí en adelante. Los temas propuestos están en permanente movimiento y por lo mismo, van generando cambios constantemente. Son varios los trabajos que fueron utilizados para esta actualización, principalmente estudios que en años anteriores el autor (Henry Morales) ha realizado en los diversos temas aquí expuestos.
La VII cumbre de la Alianza del Pacífico en Cali, ha revitalizado el debate sobre los diversos enfoques planteados para América Latina en materia de Acuerdos de Cooperación Regional. Las palabras del anfitrión, Juan Manuel Santos, evidencian el intento por romper con los modelos predecesores e instalar lo que él ha dado en llamar el nuevo “motor” de la economía regional. El grupo (fundado por: México, Chile, Perú y Colombia) ha incorporado como miembro pleno en esta cumbre a Costa Rica, también participaron como observadores Uruguay, España, Canadá, Panamá y Guatemala, adicional de otras delegaciones del pacífico.
De los discursos que circularon en la cumbre, se desprendió la intención en profundizar el proceso de negociación arancelaria, destinado a cumplir la anhelada meta del libre mercado, en desmedro de las demandas sociales o las asimetrías entre las economías involucradas. La tarea del corto plazo, implica la liberación del 90% de aranceles en forma poca discriminada, permitiendo crear un mercado de más de 216 millones de personas sin incluir los observadores, con una tendencia a la desregulación estatal en sectores estratégicos: de tipo agrícola o en los recursos naturales; un retorno al proceso de reestructuración neoliberal que tomó fuerza desde la década de los 70 a los 90 (época dorada de los Chicago Boys), propuesto como alternativa al cepalismo de Prebish acusado de proteccionista bajo el modelo de industrialización por sustitución de importaciones.
La cumbre coincide con el papel activo de América Latina, en la agenda económica para el segundo período del gobierno de Barack Obama. Diversas cumbres de alto nivel se han celebrado con la región, involucrando al Vicepresidente Biden; el propio Obama en fecha reciente visitó a México y Centroamérica. Algunos especialistas en el tema geopolítico, señalan que la nueva estrategia de los EEUU con los TLC es contener a China, que ha demostrado fuerza con una diplomacia activa a nivel global. La visita del vicepresidente chino Li Yuanchao se sumará a una nueva del propio XI Jinping que escoge América Latina en el marco de su primera visita oficial a los EEUU y su segunda gira internacional como presidente. La creciente inversión china en América Latina, implica a sectores mineros y energéticos pero se ha diversificado a la infraestructura y con una abundancia financiera ha permitido a algunos países escapar de la hegemonía del Fondo Monetario Internacional para la capitalización.
El nuevo club neoliberal, recurre a la versión neo-realista de los ACR con la fórmula de los Tratados de Libre Comercio, en antagonismo a la última década donde las propuestas como el ALBA marcaron la agenda de ruptura en las relaciones con las transnacionales, privilegiando la participación del Estado y abriendo posibilidad a la participación de los movimientos sociales. El golpe de Estado en Honduras abrió la primera fisura a la integración “soberana” en Centroamérica, completada con el golpe en Paraguay dirigidos a frenar la exportación del modelo impulsado por Chávez y, bloquear su acceso a MERCOSUR donde aún se enfrenta a la amenaza de la derecha paraguaya. La mayoría de los miembros de la Alianza del Pacífico están incorporados en forma bilateral a TLCs con los EEUU, permitiendo mantenerse como “cabeza de playa” a lo largo del continente, adicional cuentan con su venia para el ingreso al TPP como satélites para el control geoestratégico del pacífico asiático.
En la Cumbre del Mar del Plata de 2005 los movimientos sociales, con la anti-cumbre exigieron la sepultura del modelo neoliberal que Bush intentó imponer con el ALCA. La resistencia de gobiernos progresistas atajó el desmantelamiento estatal, recuperando el control de los recursos naturales. ¿Una resurrección del ALCA?, el control sobre México a través del TCLAN, la injerencia militar en Colombia, el manejo casi absoluto de Centroamérica con el DR-CAFTA, indican el estado de robustez de los dispositivos de vigilancia de carácter militar y político de los EEUU en algunas regiones del continente, pero esa salud tiende a empeorar cuando la decadencia del capitalismo anglosajón reduce a promesas las ventajas de sus TLC, la quimera del crecimiento por el libre mercado convierten sólo en optimismo las palabras de Santos en Cali, un peón en el tablero geopolítico de la partida que libran EEUU vs China, olvidando en su rompecabezas económico el papel vital de Brasil en la región (BRICS).
Esta semana se realiza en Cali, Colombia la reunión de los miembros de la Alianza del Pacífico, con sus respectivos gobernantes, Sebastián Piñera (Chile), Ollanta Humala (Perú), Manuel Santos (Colombia) y Enrique Peña Nieto (México).
En la ocasión el gobernante colombiano recibirá la presidencia pro tempore que ejerció el presidente chileno durante el primer año, pero sobre todo servirá para evaluar, tras doce meses desde la constitución de este espacio de libre circulación de personas y bienes que se constituyó en el Cerro Paranal de Chile en junio de 2012, ocasión en que estuvo presente el Rey de España. La iniciativa nació sin burocracia ni una institucionalidad pesada, pero sí con dos convicciones muy claras. En primer lugar, que es importante que los países americanos avancen en la senda de la libertad política y económica, que es la clave para el progreso de los pueblos y para alcanzar el desarrollo que permita mejores condiciones de vida para la gente. En segundo lugar, que en el siglo XXI los países del Asia Pacífico, como China, India o Japón, serán potencias cruciales para ampliar el comercio internacional, las exportaciones y se ubicarán entre las principales economías del planeta hacia el 2050, superando inclusive a Estados Unidos y a las naciones europeas.
A la Cumbre en Cali asistirán también la presidenta de Costa Rica Laura Chinchilla y el gobernante panameño Ricardo Martinelli, además del jefe de gobierno español Mariano Rajoy y autoridades de Canadá, Guatemala, Nueva Zelandia, Uruguay, Australia y Japón. Esto ilustra que, desde un comienzo, la Alianza del Pacífico se presenta con las puertas abiertas para que se amplíen las relaciones comerciales, culturales y políticas en la zona del Pacífico, que podemos llamar el “mare nostrum” del siglo XXI.
En este siglo, China, India y Japón serán potencias cruciales para ampliar el comercio internacional Los países de la Alianza del Pacífico son y serán relevantes hacia el futuro. Entre ellos suman más de 200 millones de personas, representan el 35% del PIB latinoamericano y el 50% de las importaciones de la región, además de tener exportaciones crecientes a Asia y al resto del mundo. Entre los cuatro miembros de la Alianza, por su parte, se avanza para llegar a la plena liberalización arancelaria en un corto plazo.
Sin embargo, el tema de fondo de la Alianza del Pacífico no es de estadísticas, sino de una comprensión sobre la mejor organización política y económica de los países y sobre el futuro de Iberoamérica en general. Quizá por eso España, desde un comienzo, ha estado vinculada a la idea y ya es observador de la Alianza. Porque hemos comprendido que si en el pasado los países del continente sufrieron la pobreza y la marginalidad, esa no puede ser una condena permanente ni un trágico destino al que hay que enfrentar con lamentos o divisiones.
Por el contrario, el desarrollo está al alcance de la mano y solo depende de nosotros alcanzarlo. Los países de la Alianza del Pacífico, y Chile específicamente desde hace mucho tiempo, hemos comprendido que las condiciones de vida de nuestros ciudadanos pueden mejorar, como de hecho ha ocurrido, sobre las bases de la libertad que han dado origen a este proyecto de futuro que ya comienza a dar frutos después de un año de vigencia.
La VII Cumbre Presidencial de la Alianza del Pacífico realizada en Cali el pasado jueves 23 de mayo, arrojó importantes decisiones en materia económica, de comercio, turismo, educación y ambiente. Con estas decisiones la Alianza se abre camino al mundo para eliminar las barreras y promover el encadenamiento productivo empresarial con miras a fortalecer el Pacífico y su inserción en el Asia.
La Alianza se mostró como la octava economía, que aporta el 50% del mercado regional y representa el 35% del PIB regional. Colombia, Perú, Chile y México decidieron crear un Fondo de Cooperación de la Alianza del Pacífico con un monto inicial de US$1 millón con el fin de financiar proyectos de medio ambiente, ciencia, tecnología e innovación, que beneficiará incluso a las pequeñas y medianas empresas del país.
INSTITUCIONES DE INTEGRACIÓN: ALBA / CAF
CEPAL / Comunidad Andina INTAL / SELA / SICA / SIECA
"Los desafios de la nueva Asamblea Constituyente y de la deuda"
Eric Toussaint
14 de enero del 2008
"La Dolarización es incompatible con una política económica pro-activa"
Entrevista sobre dolarización a Alberto Acosta en "El Diario" (Manabí)
9 de Enero del 2008
"Hay que recuperar el pensamiento crítico latinoamericano"
Rafael Correa
29 de octubre del 2007
"Ecuador: De absurdas dolarizaciones a uniones monetarias"
Rafael Correa
29 de marzo del 2004
Perú y Venezuela dejan a un lado el espacio multilateral andino para construir una relación bilateral. El 7 de Enero de 2012 el presidente del Perú Ollanta Humala realizó una visita de Estado a Venezuela dando un giro con respecto a la política bilateral que tenían ambas naciones en el pasado, suscribiendo un Acuerdo Macro en los ámbitos: comercial, energético, educativo, social, de complementación económica-productiva y regulación migratoria. Diferenciandose de la desgravación aracelaria generalizada que proponia el Pacto andino, las nuevas negociaciones contemplan la liberalización de las exportaciones sobre partidas especificas entre ambos países, destacando el rublo energético (cooperación entre las empresas petroleras PDSVSA y PETROPERU). Texto en Español e inglés.
La Red Latinoamericana de Política Comercial publica su LATN NEXOS número 9 en el mes de Agosto de 2009, en donde presenta los efectos de la crisis internacional en los Países Andinos, la crisis andina en el contexto de la crisis internacional y las perspectivas de la integración regional. Ver Nexo9
El MERCOSUR parecía estar trabado hace tan sólo unos meses, sin embargo, ha recuperado terreno y regresado nuevamente a un primer plano. Eso se ha debido en gran medida a las nuevas naciones incorporadas al bloque, las cuales que están poniendo su granito de arena para que el bloque prospere en la medida de lo posible.
Así, a pesar del descrédito de la derecha con el que ha cargado el nuevo gobierno de Venezuela, el presidente Nicolás Maduro ha logrado sortear los embates consiguiendo que la nación bolivariana firme numerosos convenios con Argentina, Uruguay y Brasil, los cuales que impulsarán, en conjunto, sus relaciones económicas.
Lo cierto es que con la entrada de esa nación al MERCOSUR, dicho organismo regional ha tomado nuevas fuerzas económicas y sociales, sobre todo si se considera que dicho bloque reúne a tres de las cuatro economías más grandes del hemisferio occidental americano y que cuenta con enormes potenciales de hidrocarburos y de agua potable. Como forma muy clara del pensamiento integracionista que recorre América Latina en estos tiempos, los presidentes de América Latina integrantes del bloque han hecho un llamado a "profundizar, solucionar y cambiar las cosas, pero manteniendo siempre como eje fundamental, el continuar avanzando a través de políticas sociales de inclusión".
Los distintos acontecimientos poIíticos que se han produciendo estas últimas semanas en América del Sur modifican las expectativas en el futuro proceso de integración. En el campo internacional el multilateralismo comercial no pasa por su mejor momento.
EEUU ha tomado la decisión de llevar adelante acuerdos plurilaterales, especialmente para competir en mejores condiciones frente a China, que ostenta el primer lugar como exportador de bienes y de productos manufactureros. En el campo multilateral EEUU sufría las posiciones divergentes, especialmente de China e India.
En el campo regional el triunfo de Macri en la Argentina, la derrota del gobierno venezolano en las elecciones legislativas y, especialmente, la crisis política en Brasil marcan cambios significativos para el proceso de integración y los futuros acuerdos comerciales. La actitud del nuevo gobierno argentino con respecto al Mercosur es una incógnita. Lo que parece relativamente claro es que va a caminar en la línea de los EEUU, con un viraje muy profundo con respecto a los gobiernos kirchneristas. Las elecciones legislativas en Venezuela se realizaron sin fraude y en paz, con un contundente triunfo de la oposición. Las posiciones sobre política internacional del gobierno y la oposición son absolutamente distintas y no se nota en el horizonte ambiente de diálogo y acuerdos internos. Esto agrega incógnitas e incertidumbres. Pero sin duda, lo más relevante surge de la crisis brasileña. Sin Brasil no hay integración ni unidad regional, para ganar poder de negociación con el mundo desarrollado. Sin Brasil no hay posibilidades de avanzar en cadenas de valor que nos acerquen al mundo del conocimiento.
Uruguay tiene acuerdos comerciales con el Mercosur, tratados de libre comercio con México y Chile y diversos acuerdos en el ámbito de la Aladi. Hay corrientes dentro del gobierno y, seguramente, toda la oposición que están clamando por participar en los acuerdos comerciales que lleva adelante los EEUU. Quieren minimizar la dependencia con el Mercosur, porque éste no lleva adelante nuevos acuerdos en el campo internacional. Sin estos acuerdos Uruguay ha logrado obtener 178 mercados de destino de nuestras exportaciones. Es un logro muy positivo para la necesaria diversificación de nuestros mercados externos. Pese al número limitado de acuerdos comerciales Uruguay entre 2005 y 2012 tuvo un crecimiento de sus exportaciones de 16% acumulativo anual, lo que es un verdadero récord en la historia del país, con mucha ayuda del aumento de los precios internacionales de los principales productos de exportación. Vale la pena resaltar que Brasil se mantuvo como el principal comprador de bienes en este período de muy elevado crecimiento de las exportaciones y en consecuencia el Mercosur, con todas sus deficiencias, siguió contribuyendo enormemente al crecimiento del país.
La bonanza económica facilitó mejoras sustantivas en el campo social, pero al igual que el resto de la región no se aprovechó para los necesarios cambios en la estructura productiva y, especialmente, en la estructura de las exportaciones. Vivimos el mundo del conocimiento y de las innovaciones. De exportaciones de alta y media tecnología y de cadenas de valor. Integrarnos al mundo significa que Uruguay también tenga capacidad de exportar bienes y servicios de alta y media tecnología. Para ello es imprescindible participar en nuevas cadenas de valor que se inicien con procesos regionales con Argentina y, especialmente, con Brasil. El país va a seguir exportando por mucho tiempo recursos naturales, ojalá con incorporaciones tecnológicas y de valor agregado. Pero para desarrollarnos estas exportaciones deben complementarse con la incorporación a cadenas de valor, donde el país pueda lograr valor agregado y contenido tecnológico. Para esto se requiere un desarrollo productivo y nuevos procesos de integración, con dificultades en la actualidad.
Para un país pequeño como Uruguay le conviene las negociaciones multilaterales donde pueda tener un mayor margen de maniobra. Pero esto en la actualidad tampoco está funcionando. Le conviene negociar conjuntamente con el Mercosur para ganar poder de negociación. Negociar sólo es que también Brasil decida negociar solo y nos deje de lado. El horizonte es la integración y la negociación con el mundo desarrollado, con la mayor cantidad de países de la región. Unidad para negociar con EE UU, con la Unión Europea y con China. Si Uruguay decide entrar a la Alianza del Pacífico no va a tener mayores variaciones comerciales. Ya tenemos Tratados de Libre Comercio con Chile y con México. Vale resaltar que a México le exportamos licor de Pepsi Cola de la zona franca de Colonia y lácteos. Le compramos automóviles, celulares y electrónicos. No parece un acuerdo muy positivo. Tenemos acuerdos de rebajas arancelarias, vía Aladi, con Perú y Colombia. Todos los países de la Alianza del Pacífico tienen acuerdos comerciales con EEUU. Integrar la Alianza del Pacífico es una fuerte señal de participar en la línea de la política internacional de los EEUU.
Los acuerdos comerciales con los países desarrollados tienen diversos inconvenientes. Nos pueden dar cierta apertura a los rubros derivados de los recursos naturales mientras nosotros les damos apertura a rubros de alta y media tecnología. Se siguen manteniendo relaciones Centro-Periferia. A ellos les públicas no tengan privilegios, que el Estado minimice su participación, intervención y regulación, que la inversión extranjera directa tenga igualdad y no le fijen normas de desempeño, desean participar en las compras estatales y en la liberalización de los servicios. Todos estos factores pueden afectar el futuro desarrollo del país. Mientras tanto es importante intentar realizar acuerdos parciales, por ejemplo con China para colocar carne y otros productos sin aranceles como ya lo tienen Australia y Nueva Zelandia. Podrían ser acuerdos del estilo de los que China hizo bilateralmente con Argentina y Brasil. China es el primer comprador de la mayoría de los países sudamericanos. Hoy tenemos relaciones Centro-Periferia con China. Se podría explorar si se pueden realizar otros tipos de acuerdos, que no solamente nos compren recursos naturales o nos ayuden a la infraestructura, sino también a que los países de la región puedan vender, dentro de cadenas de valor, rubros con contenido tecnológico. Diversas publicaciones de la Cepal plantean estas posibilidades futuras con China. Habría que lograr acuerdos comerciales que nos permitan exportar rubros de alta y media tecnología.
Los acuerdos comerciales tienen pro y contras. Es un momento muy especial y muy difícil. El Frente Amplio debería debatir estos temas con el Poder Ejecutivo y con la bancada parlamentaria. En los tres ámbitos hay posiciones diferentes. El Frente Líber Seregni en el Ejecutivo, en la bancada y en la fuerza política se ha mostrado favorable a los acuerdos bilaterales con los países desarrollados. Seguramente el resto de los sectores políticos y las bases tengan una posición contraria.
"Esta crisis económica es más grave que la de 1929"
Entrevista a Plinio Suárez de Arruda
Publicado en: Rebelión 29/11/08 - OBELA 2/12/08
El Banco del Sur: Avances y Desafíos
Isabel Ortiz, Oscar Ugarteche
Publicado en: OBELA 6-10-08
El Banco del ALBA y el Banco del Sur: Dos Proyectos Financieros Diferentes
Por: Oscar Ugarteche y Aurora Vázquez
Publicado en: OBELA 7-08-08
Banco del Sur - Riesgo de volverse un Proyecto Tecnócrata
Por: Marcos Arruda
Publicado en: CADTM 21-05-08 / OBELA 28-05-08
El Banco del Sur: Concepción sin Pecado Original
Por: José Félix Rivas Alvarado
OBELA 23-05-08
La Unidad Monetaria Sudamericana (UMS): Una Segunda Aproximación
Por: Oscar Ugarteche
OBELA 29-04-08
Un Banco del Sur en el Contexto de las Crisis de las IFIS: Reforma del FMI, Cuestiones Sistémicas y Regionalización Financiera
Por: Carlos Bedoya Bonelli
Publicado en: OBELA 4-04-08
Banco del Sur: 90 días de silencio
Por: Gabriel Strautman
Publicado en: CADTM 2-04-08 / OBELA 28-05-08
El Banco del Sur y el Banco del Alba
Por: Ernesché Rodríguez Asien
Publicado en: CADTM 12-03-08 / OBELA 28-05-08
Es hora de ser Banca (Banco del Sur)
Por: Mariano Beldyk
Publicado en: OBELA 25-02-08
Por: Néstor Restivo
Publicado en: Diarío Clarín 19-02-08 / OBELA 25-02-08
Oscar Ugarteche
Publicado: ALAI 10/01/08 - OBELA 10/01/08
El Banco del Sur Debe Ser Independiente de Mercados Trasnacionales
Por: Sébastien Brulez
Publicado en: CADTM 17-08-07 / OBELA 28-05-08
El proyecto del Banco del Sur suena cada vez más fuerte. Hace apenas unos días la Comisión de Finanzas, en el que se dio un dictamen favorable. Con esta institución, se pretende tener una herramienta más para financiar el desarrollo económico, social y ecológico de la región, y que sirva como instrumento para afrontar las consecuencias de una crisis económica como la actual. Aunque el protocolo de creación del Banco del Sur fue constituido en 2004, cobró fuerza recientemente cuando a fines de diciembre del año pasado, siete de los doce países que constituyen la Unasur rubricaron su firma.
La puesta en marcha del proyecto de un Banco del Sur, propuesto hace siete años, está más viva que nunca. Ahora ha sido Argentina el país que ha dado el paso, al aprobarse en el congreso el convenio de constitución de la entidad. Se prevé que en breve sea Uruguay el país que sigue en la aprobación, con lo cual ya sólo faltarían 2 de los firmantes del acta fundacional en aprobarlo: Brasil y Paraguay. En el siguiente artículo se trata de explicar el proceso constitutivo de esta institución, así como su objetivo que persigue, lo cual lo hace una entidad sumamente relevante.
La noche del 31 de mayo, la Cámara de Diputados de Brasil aprobó simbólicamente el proyecto de Decreto Legislativo 1669/09, que contiene el tratado para crear la Unión de Naciones Sudamericanas; y envió el proyecto al Senado que deberá dar su visto bueno final. De ser aprobado por el Senado, donde el oficialismo es mayoría, Brasil se convertirá en el décimo país en ratificar el tratado de adhesión, tras Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. Aún falta la aprobación del acuerdo en los Parlamentos de Colombia y Paraguay.
Con la aprobación de Uruguay, la Unasur completó las nueve ratificaciones necesarias para dar existencia jurídica al bloque. Su tratado constitutivo ya fue entregado en la Oficina de Asuntos Legales de las Naciones Unidas (ONU) para su registro y publicación.
La integración regional es un objetivo estratégico para América Latina en busca de lograr su completa independencia. Desde esta perspectiva, fortalecer los distintos niveles de integración y consolidar un bloque latinoamericano son ápices fundamentales dentro de la región.
Es a partir de esta consigna que Kintto Lucas hace una descripción de los diversos bloques que existen en la región, destacando que de entre todos el más logrado y capitalizado ejemplo de integración es la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), ya que este ha logrado levantarse como un espacio de acuerdos y entendimientos desde la diversidad y ha generado un proceso integrador diferente. Asimismo, destaca como desde su perspectiva el Mercosur (Mercado Común del Sur) y la CAN (Comunidad Andina de Naciones) se han convertido en propuestas integradoras de corte neoliberalista, mientras que la UNASUR se posicionó como una propuesta de integración desde lo político, consiguiendo demostrar cómo es posible llegar a ciertos acuerdos que parten de un punto central.
Sin embargo, el embajador itinerante de Uruguay, destaca que ahora es necesario consolidar a Unasur como bloque de poder e interlocución mundial, involucrando a las organizaciones sociales y a los movimientos sociales en una confluencia desde abajo, desde los pueblos y enfrentados a los dos modelos de desarrollo (un modelo que es más soberano, vinculado a la producción nacional y el otro, el hegemónico, que apuesta al libre comercio) que se encuentran en disputa.
En el contexto de la “VII Reunión ordinaria del consejo de jefas y jefes de Estado y de Gobierno”, llevada a cabo a finales de agosto, la UNASUR ha fortalecido su postura como bloque integracional en Sudamérica al reafirmar su firme deseo de una integrar una unión suramericana construida de manera flexible y gradual, en el marco de la cooperación, la solidaridad y el respeto al pluralismo. Asimismo, se enfatiza sobre la importancia de valores como la democracia y el Estado de Derecho, pues para este bloque la integración debe darse a partir de la inclusión ciudadana y en los mejores términos de paz.
Además, en dicha declaración se destaca que se es consciente la gran riqueza natural de América Latina, pero también de la desigualdad y la exclusión que persiste en la región. Por ello, UNASUR plantea una identificación de formas de cooperación regional que permita a los Estados miembros aprovechar las riquezas de Suramérica para avanzar en la lucha contra problemas sociales históricos, así como reconstituir y fortalecer una estrategia Suramericana que proyecte la región en el contexto mundial y sea capaz d promover los objetivos comunes de desarrollo e inclusión social, en un momento de significativos cambios en la economía y política internacionales.
Para leer la declaración completa clic aquí
La Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), nacida en 2008, es un organismo de carácter regional que tiene por objetivo rescatar la perspectiva integracionista en el cono sur del continente, una vez que el mundo globalizado se ha vuelto inevitable e incluso necesario. Ante la importancia de este organismo, Monica Bruckmann y Osvaldo León entrevistan a su Secretario Regional, Alí Rodríguez Araque, donde tratan diversos temas como las lecciones que se pueden derivar la crisis en la Zona Euro, donde el dominio del capital financiero y de las instituciones bancarias se elevo a poderes supranacionales; la importancia de China como socio comercial, así como de una estrategia de exportación que permita que no sólo se exporten materias primas sin ningún valor agregado; las consecuencias ambientales derivadas de la sobreexplotación y la relevancia de diseñar una “doctrina sobre la integración” que permita reducir las asimetrías entre países con enorme desigual socio-económica, sobre todo considerando que la región posee una gran diversidad socio-cultural.
Los mandatarios de Sur América mantuvieron una reunión en la localidad Argentina de Bariloche, que fue catalogada como exitosa por varios de sus asistentes
Es la primera vez en Sudamérica que un tema de cooperación militar se discute en un espacio multilateral, antes los tratados militares se imponían sin ninguna posibilidad de discusión. Hay un nuevo escenario político en la región y se reafirma el rol de Unasur, que sale fortalecida de la reunión de Bariloche.
1. La cumbre hizo evidente la preocupación de todos los gobiernos que integran Unasur sobre los alcances del convenio de cooperación militar entre Estados Unidos y Colombia, en términos de estabilidad política, seguridad, integridad territorial, soberanía, armamentismo y paz. En este sentido se explica la convocatoria a una reunión del Consejo Sudamericano de Seguridad, la intención de monitoreo y verificación del convenio entre Estados Unidos y Colombia y la implementación de un mecanismo de transparencia, que garantice que no habrán bases militares extranjeras en territorios de los países de América del Sur. Pese a su molestia, el gobierno colombiano cedió en este punto, aun cuando reafirmó que el acuerdo ya está finiquitado y no es sujeto de modificación alguna. Fue clave la intervención del presidente Hugo Chávez para identificar los peligros del convenió de cooperación en términos estratégicos de seguridad del gobierno de Estados Unidos. El presidente Correa de Ecuador demostró que no se necesitan esos acuerdos para combatir el narcotráfico y puso en evidencia el compromiso de su gobierno en la frontera con Colombia.
2. El armamentismo fue tema obligado en la cumbre, así como otros tratados y convenios militares que van a ser objeto de monitoreo por el Consejo Sudamericano de Defensa. El presidente Chávez se adelantó a ofrecer toda la información sobre el convenio militar suscrito por Venezuela con Rusia y con Irán.
3. Es la primera vez en Sudamérica que un tema de cooperación militar se discute en un espacio multilateral, antes los tratados militares se imponían sin ninguna posibilidad de discusión. Hay un nuevo escenario político en la región y se reafirma el rol de Unasur, que sale fortalecida de la reunión de Bariloche. La presidenta Bachelete hizo énfasis en la agenda tradicional y la nueva agenda de seguridad en la región y reafirmó la transparencia en el tema de armas y recursos de seguridad y en la cooperación multilateral.
4. Quedó clara la necesidad de un diálogo político entre Unasur y el gobierno de los Estados Unidos en torno a los temas de seguridad regional y lucha contra las drogas. La propuesta del presidente Lula tuvo acogida entre los mandatarios que integran la Unasur, aun cuando es significativa la oposición del presidente de Colombia. Si se mantiene el espíritu de "alianza entre iguales" expresado por el presidente Obama en Trinidad y Tobago, este diálogo es posible.
5. Avanza una propuesta cooperación regional y multilateral en la lucha contra el narcotráfico, previa evaluación de la eficacia de la militarización y la estrategia implementada mediante el Plan Colombia. El rol principal estará a cargo del Consejo Sudamericano de lucha contra el narcotráfico. Este será un nuevo escenario de debate público que demanda una decidida participación de la sociedad civil.
6. A pesar de las preocupaciones expresadas por el presidente Lula, la transmisión en directo por televisión contribuyó a moderar el lenguaje de los mandatarios y, al final, a las espontáneas manifestaciones de aprecio y respeto entre los presidentes de Colombia y Ecuador, como antesala de un eventual diálogo entre los dos gobiernos.
7. Fue muy importante la contribución de la presidenta Cristina Fernández para moderar la reunión en momentos críticos y asegurar un resultado positivo de la cumbre. Este pedido de la presidenta de Argentina, así como las gestiones previas del presidente Lula, ayudaron en esta dirección.
8. El presidente Uribe logró incluir a la OEA en los mecanismos que adopte el Consejo Sudamericano de Defensa, así como un consenso en torno a la necesidad de combatir el terrorismo y a los grupos ilegales, que no tuvo objeción en la cumbre. En cambio no fue bien recibida la propuesta de Uribe de declarar terroristas a los grupos guerrilleros colombianos y penalizar el consumo de drogas en los países sudamericanos.
9. Cada vez más se posesiona la interlocución de Unasur con la sociedad civil, en virtud del artículo 18 del organismo que asegura la participación ciudadana en las deliberaciones y decisiones. La Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz de Colombia logró hacer saber de todos los mandatarios y ministro de relaciones exteriores sus propuestas y reflexiones en torno a la crisis diplomática entre Colombia, Venezuela y Ecuador, la ampliación del convenio de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos y la urgencia de avanzar hacia una solución no militar del conflicto armado en Colombia.
10. Justamente el tema de la paz en Colombia, premisa necesaria para asegurar la integración, evitar la regionalización del conflicto y evitar más roces diplomáticos, fue planteado al final por el presidente Hugo Chávez y abre la posibilidad de que Unasur asuma un liderazgo en esta dirección.
Tomado de: http://alainet.org/active/32688
En medio de turbulencia global y el abordaje recesivo impulsado por lo países centrales, la opción de conformar un bloque entre los países sudamericanos suena más fuerte. Es en estos días, que los ministros de Economía y los banqueros centrales de la región buscan avanzar en la coordinación de medidas para enfrentar la crisis financiera internacional, impulsando distintas herramientas que permitan responder en forma conjunta a posibles ataques especulativos contra las monedas de la región. Además de ello, la Unasur no sólo se conforma con la coordinación de políticas anticrisis, sino que también busca impulsar cuatro aspectos económicos fundamentales: la promoción de la integración productiva regional, la administración coordinada de las reservas internacionales de los bancos centrales, la regulación de los movimientos de capitales especulativos de corto plazo -medidas macroprudenciales- y el financiamiento de los procesos de integración regionales.
Cita en Bariloche finalizó ayer con una declaración que insta a establecer medidas de confianza para la región
Bariloche.- La Cumbre extraordinaria de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) concluyó ayer con la aprobación de una declaración que insta al Consejo de Defensa de la organización a diseñar medidas de fomento de la confianza y la seguridad en la región.
La declaración final de la Cumbre de Unasur, discutida hasta el último minuto, instruye a los ministros de Defensa y Relaciones Exteriores a diseñar esta estrategia de seguridad y garantías para la zona durante una reunión del Consejo de Defensa que se celebrará en septiembre.
Estos instrumentos "de garantías para todos los países" deben ser elaborados de manera "complementaria" a los mecanismos existentes, en el marco de la OEA.
"Estos mecanismos deberán contemplar los principios de irrestricto respeto a la soberanía, integridad e inviolabilidad territorial y no injerencia en los asuntos internos en los Estados", establece el texto aprobado por los mandatarios. Los países de la Unasur instaron, además, a que estas medidas incluyan garantías contra el narcotráfico, el tráfico ilícito de armas y el terrorismo.
El documento también instruye al Consejo Suramericano de Defensa a que analice el texto sobre "Estrategia Suramericana. Libro blanco, Comando de Movilidad Aérea (AMC)", al que se refirió el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, durante su exposición en la cumbre.
Además, insta a que el Consejo Suramericano de Lucha contra el Narcotráfico diseñe un plan de acción. Durante la cita, los gobernantes debatieron el polémico acuerdo entre Bogotá y Washington para que militares estadounidenses usen bases colombianas, lo que generó tensión en la región e hizo que naciones como Argentina y Brasil demandaran "garantías" para asegurarse de que el trato no redundará en la intervención en terceros países. En respuesta al Libro Blanco que exhibió Chávez, un portavoz del Departamento de Estado, de los EEUU, aseguró que el documento es un informe de la Fuerza Aérea sobre planes de emergencias y ayuda humanitaria, y que en ningún caso contiene estrategias ni políticas del país.
El texto del acuerdo, que por momentos parecía imposible de alcanzar por las enormes discrepancias manifestadas por los presidentes, es suficientemente amplio como para haber permitido el consenso de las posturas más dispares, encabezadas por los presidentes de Colombia, Venezuela, Bolivia y de Ecuador.
Durante la jornada se pidió que el presidente Álvaro Uribe presente a la Unasur el texto del acuerdo, pero él no se refirió al tema en ningún momento.
Uribe insistió en ofrecer garantías a sus vecinos de que la utilización de las bases colombianas por militares estadounidenses no afectará a la estabilidad de la región y se limitará a la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo en su país. Pero no logró convencer al grueso de los presidentes que participaron en la reunión de Bariloche y tuvo que aguantar duras críticas de algunos de sus socios, en especial de Correa y Chávez.
Un reclamo a Correa. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, protagonizó ayer un encontronazo dialéctico con Rafael Correa, por la forma en que se condujo para llevar adelante el dilatado debate de la cumbre.
Ya se fue (el uruguayo) Tabaré Vázquez y (el peruano) Alan García y dentro de pocos vamos a quedar solo dos o tres presidentes para tomar una decisión", afirmó.
Sarcasmo de García. El presidente Alan García comenzó por reclamarle a Chávez, en tono jocoso, que no fuera tan confianzudo con las damas casadas, refiriéndose a ciertas chanzas con la presidenta Cristina Fernández (la anfitriona). También le echó en cara, con mucha picardía, que Chávez esté preocupado por el supuesto interés de los EEUU en apoderarse de su petróleo, aunque la mayor parte de su producción ya se la vende a EEUU a cambio de unos cuantos dólares.
Las ironías de García arrancaron carcajadas entre los asistentes. (EFE/NJ)
Rafael Correa
El presidente Rafael Correa afirmó que Colombia es el "responsable" del "flagelo" del narcotráfico, y consideró que el Plan Colombia "es un fracaso".
Durante la Cumbre de Unasur, negó que Venezuela y Ecuador "sean el problema" en la región.
"Colombia tiene el mayor cultivo de drogas de la región. Entonces el problema no somos los vecinos", dijo Correa tras pedir al pueblo colombiano "a abrir los ojos" para ver que lo que ocurre "es exactamente lo contrario" a lo que postula el presidente Álvaro Uribe, quien ayer defendió el acuerdo con EEUU.
Álvaro Uribe
El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, pidió ayer a su homólogo ecuatoriano Rafael Correa "reflexionar" por el caso del ex ministro colombiano de Defensa Juan Manuel Santos, investigado por el bombardeo a un campamento de la guerrilla de las FARC en territorio ecuatoriano en marzo de 2008.
La Fiscalía de Ecuador ordenó en julio la detención del ex ministro de Estado y aspirante presidencial colombiano por considerarlo responsable de ordenar el bombardeo al campamento del jefe guerrillero "Raúl Reyes".
Hugo Chávez
El uso de bases militares en Colombia responde a una estrategia global de guerra ideada por los Estados Unidos, aseguró el presidente Hugo Chávez.
"La estrategia global de dominación de Estados Unidos es la razón por la que están instalando esas bases en Colombia", dijo.
Chávez coincidió con su par brasileño Lula Da Silva en que la Cumbre debería haberse celebrado en presencia del presidente estadounidense Barack Obama. Recalcó que Venezuela no tiene bases militares chinas ni rusas, ni presencia militar de esos países.
Lula Da Silva
El presidente de Brasil, Lula Da Silva, pidió a la Unasur garantías jurídicas de que la presencia de tropas de los EEUU, en Colombia se limitará a ese país y no afectará a los vecinos. "Conversé sobre esto con (el presidente de Colombia y le dije que respetamos la soberanía de cada país. Pero queremos resguardarnos, sería importante que en el tratado existan garantías para eso", dijo Lula. Estas garantías representaría "la presencia de instrumentos que nos aseguren que la presencia militar de los EEUU es algo específico a Colombia. Tomado de: http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/disenaran-planes-de-seguridad-365...
Las propuestas de formar un bloque en el Sur parecen cada vez más reales. En esta ocasión, en una reunión extraordinaria en Buenos Aires, los cancilleres de la Unasur avanzaron en la conformación de un bloque común contra a la crisis económica internacional. A la vez, sus platicas se centraron en tres temas fundamentales: desdolarizar el intercambio comercial entre los países, consolidar una banca regional y proteger la región de la volatilidad coordinando el uso de reservas. Así con estos aspecto tratados, se busca que los grupos de trabajo tengan 60 días para trabajar en las definiciones y que para la próxima cumbre de presidentes, que se realizará a fin de octubre o principios de noviembre en Asunción, Paraguay, haya primeros avances.
INSTITUCIONES DE INTEGRACIÓN: ASPAN / TLCAN
Waving Goodbye to Hegemony
Parag Khanna
Publicado: New York Times 27/01/07 - Obela 30/01/08
North-American Monetary Integration: Here Comes the Amero
Andrew G. Marshall
Publicado:Global Research 20/01/08 - Obela: 25/01/08
El presente trabajo del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) se divide en tres capítulos donde en el primero se revisa la situación actual de la economía mundial y los principales componentes de las reformas que se han aplicado respecto de la arquitectura monetaria y financiera internacional; en el segundo, se aborda lo referido a la región latinoamericana frente a los problemas de la arquitectura financiera y monetaria internacional, en particular los distintos indicadores del impacto que el deterioro global está teniendo en el comportamiento de la producción, de las bolsas de valores y de los tipos de cambio de las principales economías de la región; en el tercero, se hace un seguimiento del desenvolvimiento reciente de los mecanismos de cooperación monetaria y financiera que en los últimos años se han creado en la región: el Sistema de Pagos en Monedas Locales del MERCOSUR, el Banco del Sur, el Sistema Unitario de Compensación Regional y el Banco del ALBA. Por último, se presentan una serie de conclusiones y recomendaciones, mediante un conjunto de elementos que apuntan al avance de una arquitectura financiera y monetaria regional para América Latina y el Caribe.
Además se incluye la versión en presentación del tema anterior elaborada por Jaime Estay Reyno; Universidad Autónoma de Puebla, México.
En este trabajo se analiza si el nivel de integración financiera de los bancos en un país, aumenta la incidencia de las crisis bancarias sistémicas. El documento intenta hacer proxy de facto de la integración financiera sobre la base de estadísticas de la red de bancos que participan en el mercado interbancario mundial de préstamos.
En el documento se ajusta un modelo de datos de tipo transversal para el período 1980 - 2007 y se considera que el nivel de integración del banco promedio es un determinante importante en la incidencia de crisis bancarias.
Un mayor nivel de integración medido por los préstamos de los bancos se asocia positivamente con la incidencia de crisis. Un nivel más alto de integración de jure (apertura de cuentas de capital) también se asocia con una mayor incidencia de crisis. Sin embargo, los resultados también indican que la regulación bancaria prudencial (supervisión) juega un papel crucial y mucho más importante en la reducción de la incidencia de las crisis.
Curiosamente, los resultados también muestran que el nivel de integración medido por intermediación del banco promedio tiene un efecto negativo sobre la incidencia de crisis. Es decir, mientras más importante sea el banco promedio de un país en la red bancaria mundial, menor será el número de crisis que vive el país.
De acuerdo con el estudio, el modelo de integración económica fundado en la creación de una unión aduanera ha tenido que solventar distintas vicisitudes a lo largo de las dos últimas décadas; surgiendo una dialéctica entre integración y el libre comercio, misma que ha sido una condicionante de su evolución.
En este tenor, se establece que el marco teórico del regionalismo abierto se aplicó al proceso de integración centroamericano en 1995; la estrategia que mostró este regionalismo abierto fue un factor determinante en la apertura comercial experimentada por la economía latinoamericana en las últimas décadas, tanto para la multilateral como para la de bloques regionales pero cuyo impacto en el bienestar global, particularmente en los países en desarrollo, no ha sido tan eficiente como se prometía.
Si bien el proceso de integración centroamericano se ha actualizado varias veces, actualmente se caracteriza por mostrar una oferta de propuestas integracionistas de distinta naturaleza como la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la CELAC, la Alianza del Pacífico, y un amplio catálogo de acuerdos comerciales bilaterales e interregionales que contribuyen a intensificar el debate sobre los paradigmas de la integración, mismo que parece transitar del regionalismo abierto hacia un regionalismo estratégico.
En este análisis se catalogan las modalidades del regionalismo latinoamericano en tres distintos grupos: 1) Bloques de libre comercio y espacios de preferencias arancelarias como la ALADI y el TLCAN ; 2) Procesos de integración regional cuyo objetivo es la conformación de una unión aduanera y la profundización en políticas comunes como la Comunidad Andina, la CARICOM, el MERCOSUR, el SICA; 3) Procesos de cooperación, colaboración y complementariedad en temas de desarrollo, políticos, sociales y económicos como el ALBA-TPC, La Asociación de Estados del Caribe, la CELAC, OTCA, el Proyecto Mesoamérica y la UNASUR.
De igual manera, se muestra un panorama de integración marcado por la convivencia de tres dinámicas de regionalismo: la de los procesos nacidos en el marco de la integración regional (1950-1960), la de las iniciativas que se explican a partir del regionalismo abierto (década 1990) y la de los acuerdos que lo hacen ahora sobre la propuesta del regionalismo posliberal.
Si bien los avances institucionales en el proceso de integración centroamericano en su impacto individual pueden parecer limitados, son de relevancia ya que en conjunto han establecido instituciones que ofrecen mayor capacidad técnica, generando un marco normativo mejorado con criterios de reforma de enorme importancia para la eficacia tanto del marco político, como institucional y jurídico de la integración.
Finalmente, se dibuja un panorama actual en el regionalismo marcado porque : es pragmático y flexible; está abierto a la multipertenecia, es más preciso en la distinción de lo conceptual de los procesos que están bajo su manto, es intergubernamental, está centrado en una agenda de desarrollo más amplia que no se limita a lo comercial, no descartando el establecimiento de uniones aduaneras como instrumento para promover un mercado estratégico para ampliar las oportunidades a sus sectores más competitivos o para incorporar a sus miembros en las cadenas de valor regionales o globales. Siendo estas características tendencia a un regionalismo estratégico que contribuye favorablemente a reforzar algunos desafíos de la integración centroamericana.
Mercado Común del Sur: el largo y difícil camino de la integración
Ariel Noyola Rodríguez[1]
En marzo de 1991, el argentino Carlos Menem, el brasileño Fernando Collor de Mello, el paraguayo Andrés Rodríguez y el uruguayo Luis Alberto Lacalle Herrera, firmaron el Tratado de Asunción, documento que sirvió de base para la edificación del Mercado Común del Sur (Mercosur). En una primera etapa, la iniciativa compuesta por economías grandes y medianas, tuvo como motivación principal consolidar un espacio económico sudamericano con base en el regionalismo abierto. En una segunda etapa no obstante, las crisis brasileña (1998) y argentina (2001) evidenciaron los efectos perniciosos de la apertura indiscriminada del comercio y las cuentas de capital. Así, la debacle económica por un lado, favoreció el ascenso de gobiernos opuestos a las políticas del Consenso de Washington y por otro lado, llevó a la redefinición del papel del Estado en los procesos de integración de cara a los desafíos derivados de la mundialización capitalista en curso.
Con todo, más de dos décadas no han sido suficientes para hacer del Mercosur una auténtica comunidad económica, caracterizada por la libre movilidad de mercancías, capitales y personas. Las reglas del proceso de integración operan a través de jerarquías que profundizan las asimetrías entre sus miembros y apuntalan la hegemonía regional de Brasil y sus empresas predominantes (Grupo Andrade Gutiérrez, Vale, Odebrecht, Embraer, JBS Friboi, etc.). En sentido contrario, Paraguay, Uruguay y más recientemente, Venezuela y Bolivia, enfrentan numerosas barreras arancelarias para ingresar sus productos industriales a los mercados brasileño y argentino, circunstancia que favorece los superávit comerciales de estos últimos. Por ejemplo, desde 2011 Argentina decidió aplicar licencias no automáticas de importación a 600 productos. De esta forma, las empresas del resto del bloque están supeditadas al otorgamiento de permisos por parte del gobierno de Cristina Fernández.
A mediados de 2014, Brasil y Argentina acordaron reducir el coeficiente Flex de 1.95 a 1.5 puntos, es decir, por cada 3 dólares de exportaciones brasileñas a Argentina, Brasil deberá importar 2 dólares para incrementar la participación de vehículos y autopartes en los dos mercados, al excedente se le aplica un arancel. Definitivamente, el poderío industrial de ambos países mantiene limitadas las políticas de reducción de asimetrías al interior del bloque hexapartita. El Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM), destinado a financiar proyectos de inversión de las economías menores (Bolivia, Paraguay y Uruguay), posee un débil presupuesto de 100 millones de dólares. De los 44 proyectos aprobados de 2007 a mediados de 2013, únicamente tres se concluyeron exitosamente. Por otro lado, el Fondo Mercosur de Garantías, cuyo objetivo consiste en proveer de crédito a las pequeñas y medianas empresas (PyMES), todavía no se ha implementado.
Sin embargo, todo apunta a que el proceso de integración cobró fuerza durante la XLVI Reunión Ordinaria del Mercado Común, realizada a finales de julio en la ciudad de Caracas. Entre otras resoluciones, se aprobó la creación de una Zona Económica Complementaria entre el Mercosur, la ALBA, CARICOM y PETROCARIBE. La meta es construir una unión latinoamericana y caribeña con base en la complementariedad, la solidaridad y la cooperación para fomentar el desarrollo integral, enfrentar la pobreza y la exclusión social. Los Estados Partes se reunirán en un plazo no mayor a 60 días para concluir las negociaciones comerciales y los detalles jurídicos del acuerdo.
En cuanto a la construcción de mecanismos de cooperación financiera regional de cara al agravamiento de la crisis, se enfatizó la importancia de la puesta en marcha del Banco del Sur como alternativa de financiamiento al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Brasil, Argentina y Venezuela aportarán 4 mil millones de dólares cada uno; Uruguay, Paraguay, Bolivia y Ecuador aportarán en conjunto 8 mil millones de dólares para conformar así los 20 mil millones de dólares de capital autorizado. La sede principal del nuevo banco de desarrollo estará en Caracas y otras dos sucursales operarán en Bolivia y Argentina. A través de una declaración conjunta al término del encuentro, el Mercosur se mostró dispuesto a sumar esfuerzos con el Banco de Desarrollo del BRICS para el aprovechamiento de las potencialidades y oportunidades conjuntas. Previsiblemente, el Banco del Sur podría comenzar a funcionar en menos de seis meses.
El embate de los fondos buitres en contra de la República de Argentina y la tendencia descendente del ciclo económico global, hacen urgente avanzar en el desarrollo de una arquitectura financiera sudamericana. Al final de cuentas, la coyuntura crítica de la economía mundial ha vuelto a poner de manifiesto el carácter decisivo de los procesos de integración regional en el fortalecimiento de la soberanía política, económica y financiera de los países del Sur.
Ciudad Universitaria, Coyoacán, 28 de agosto de 2014.
* Texto redactado con colaboración de Ulises Noyola Rodríguez, estudiante de la licenciatura en Actuaría de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México.
[1] Miembro del Observatorio Económico de América Latina del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Columnista de la revista Contralínea (México) y colaborador de la Red Voltaire (Francia). Contacto: anoyola@iiec.unam.mx
En este trabajo del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, se establece que existen repercusiones tanto para el país de origen como para el país receptor como resultado de un proceso migratorio, estas repercusiones serán diferentes en ambos países si emigra mano de obra calificada o no calificada. La ampliación, permanencia o disminución del flujo migratorio dependerá en gran medida de las políticas públicas que se establezcan en los países relacionados.
El análisis se concentra en el flujo migratorio hacia Chile proveniente en particular de Perú, donde se observa una mayor concentración de peruanos en el sector de la construcción. Los dos principales obstáculos a los que se enfrentan los inmigrantes a la sociedad chilena son: la inserción en el mercado de trabajo y la adaptación a la sociedad chilena. Por otro lado, se observa que el estatus laboral de la inmigración es básicamente mano de obra semi calificada por tanto, no compite mayormente con la mano de obra nacional. Siendo la percepción de la brecha salarial entre el país anfitrión y el de origen la principal variable que afecta a la decisión de la migración, de acuerdo con el análisis establecido.
Finalmente, los resultados del análisis indicaron que los efectos económicos de la migración varían ampliamente, ello de acuerdo a las condiciones de las economías receptoras y originarias del flujo migratorio. Reiterando el impacto de la migración en el desarrollo económico y el bienestar social en el país originario y en el extranjero.
Chile, Colombia, México y Perú comparten gobiernos estables y democráticos, políticas macroeconómicas equilibradas, una orientación a favor del mercado similar, y un interés común en la profundización de los lazos económicos con sus contrapartes en la región Asia-Pacífico.
La idea original era abarcar todos los países de América Latina en la Cuenca del Pacífico (la llamada iniciativa Arco del Pacífico), pero a medida que las negociaciones se movieron lentamente, los presidentes de los cuatro países que ya tenían acuerdos bilaterales de libre comercio entre ellos, decidieron acelerar el proceso por su cuenta el 28 de abril de 2011, dejando la puerta abierta para que otros se unan más tarde.
Actualmente, los otros países del Pacífico en el hemisferio, además de varios otros países fuera de la región, participan en las reuniones de la Alianza en calidad de observadores, y las tres economías más grandes de Centroamérica (Costa Rica, Panamá y Guatemala) están comenzando ya sea el proceso de adhesión o han expresado interés en hacerlo.
Xi Jinping el presidente de China, anunció en Bali en octubre de 2013, la pronta creación de un Banco Asiático de Infraestructura e Inversión (AIIB). Si este banco prospera, podría subsanar algunas de las consecuencias negativas de las crisis en los mercados financieros globales.
A pesar de las bajas tasas de interés que se van a manejar, podrá ser un buen medio para conectar el ahorro con la demanda de infraestructura de productividad económica, sobre todo en las economías emergentes de Asia.
Según cálculos de la OECD los requerimientos de inversión en los países emergentes de Asia para los próximos veinte años será de aproximadamente 8 trillones de dólares, y el Banco de Inversión Asiática podrá satisfacer esa demanda.
China también necesita mejores relaciones con sus vecinos, además de que sus costos de producción se están incrementando, haciendo que el país necesite forzosamente reorientar sus cadenas de producción. El banco permitirá a las economías en desarrollo- sin importar en qué grado- invertir en dicha producción.
El AIIB, trabajará en cooperación con las instituciones financieras ya existentes, además de operará bajo principios comerciales, para atraer la inversión de los gobiernos de Asia Pacífico, en el marco de cooperación de la APEC.
Los tratados de libre comercio han hecho que prolifere el comercio al interior de las regiones. Los ciclos económicos tanto a nivel global como regional se han visto afectados de maneras inesperadas, pues después de la crisis económica de 2008-2009, hubo regiones como en Norteamérica que experimentó una contracción prolongada; mientras que Asia fue resistente e incluso regresó rápidamente a su alta tasa de crecimiento. Dichas situaciones hacen que nos cuestionemos, cómo es que en una era de globalización, son los factores regionales los que tienen mayor peso en los ciclos económicos. Para responder esta pregunta, la Reserva Federal de San Luís utilizó un modelo de factores dinámicos para analizar las fuentes de fluctuación en entradas, consumo e inversión en 106 países, en un periodo de 50 años, de 1960 a 2010. Esta muestra permite contrastar las regiones en términos de shocks externos, así como estudiar los distintos periodos y subperiodos para analizar los ciclos económicos.
Se concluyó que durante esta época de globalización, se ha visto la emergencia de ciclos económicos regionales. Las iniciativas de integración y las políticas que se implementan en los distintos países miembros, hacen que los factores regionales tengan más peso en estas zonas y afecten sus ciclos económicos. En los últimos veinticinco años, el comercio internacional ha cambiado mucho a nivel global, pero su fuente es el comercio intrarregional, sobre todo en la especialización vertical, la cual es la fragmentación de los procesos de producción en cadenas secuenciales distribuidas en varios países.
A su vez, no ha habido una mayor sincronización internacional en los ciclos económicos, dando cuenta que los factores globales tienen mayor peso en los ciclos.
A pesar de todos los obstáculos que ha tenido que atravesar América Latina en los últimos años, se han podido minimizar sus desigualdades y ha tenido algunos avances en sus aspectos económicos y políticos. Sin embargo, mantener dicho progreso no será un camino lineal, más aún porque la crisis de 2008 evidenció la incertidumbre que domina al panorama internacional, pues de entrada se le ha dificultado a las naciones acordar soluciones conjuntas.
En América Latina las trabas a la recuperación económica son por causas endógenas y exógenas. La desaceleración del comercio internacional aunado a la estructura productiva desarticulada. Es aquí donde radica la importancia de los pactos, pues los compromisos a los que pueda llegar el Estado, los mercados y la sociedad para llegar a nuevas estrategias de desarrollo.
La CEPAL ofrece su enfoque desde una visión de desarrollo que incluya igualdad y sostenibilidad ambiental, a mediano y largo plazo, que sobre todo plasma en sus documentos de los últimos años. Latinoamérica probó que el esfuerzo y avance en sus indicadores de desarrollo de los cinco años anteriores a la crisis no fue en vano, pues los gobiernos supieron responder a la crisis con medidas contracíclicas.
Asimismo la democracia ha tenido sus mayores expresiones en las manifestaciones en Brasil y en Chile, pero aunque positivos son síntoma de algo más profundo, y es la incapacidad latente, que es la concentración de la riqueza y de lograr un verdadero bienestar general. Sin embargo, los servicios públicos siguen siendo inadecuados si los maneja el Estado, pero monopólicos y abusivos si los lleva la iniciativa privada. La democracia puede legitimar los acuerdos de los distintos actores y sociales, darles fuerza y cauce.
“La igualdad como horizonte, el cambio estructural como camino y la política como instrumento” son los principios de la CEPAL. Combinar el desarrollo con la distribución de los ingresos para lograr la igualdad, hacer política que comprometa a todos los actores políticos y agentes económicos como parte de una unidad nacional y hasta regional.
Blowing out 75 candles is great exercise for the lungs. The United Nations turned 75 this year. It is a remarkable accomplishment in itself. The League of Nations, which preceded the UN, survived for two decades only. Still, can we cheerfully say at this jubilee (and with every passing year), is the body's ambition growing higher? Is its appetite for meaningful change increasing? Hardly so. To argue that the UN is not today in its best shape is to state a political platitude.
There are many graphic manifestations of the serious institutional deficiencies that prevent the UN from playing its legitimate role as the centerpiece of the global governance system. The UN consistently fails to take action on violent regional conflicts - be it in Asia (Syria), in Europe (Ukraine), or in Africa (Libya). Its General Assembly resolutions quite often have little or no impact on the behavior of member states, which the resolutions aspire to influence.
The UN Security Council meeting room sometime turns into a scene for fierce propaganda duels rather than remaining as a calm place for reaching consensus for common threats and challenges. On top of that, the UN is in a state of a continuous financial crisis. It has questionable personnel policies based on national quotas, and is frequently accused of waste and mismanagement.
Whom should we hold responsible for such a dismal picture within the leading and by far the most distinguished global institution? Many in Russia (and arguably in China as well) would be happy to blame everything on the US. Indeed, over the last couple of years, Washington has demonstrated a highly critical, biased and even irresponsible attitude to the UN system. It abandoned UNESCO, the UN Human Rights Council and WHO. It more than once complicated access of foreign representatives to the UN headquarters in New York. It pursued unilateral actions in clear violation of collegial decisions by the Security Council. President Donald Trump, in particular, has never been shy in manifesting his condescending view of the UN and its role in the international system.
Still, it would be unfair to impose all the responsibility for numerous UN problems, shortcomings and deficiencies on the US only. Other member states and, in the first place, other permanent members of the Security Council (P5), should take a critical view on their own performance in the building on the East River's embankment. Every failure to come to an agreement within the Security Council results in a serious damage to the body's reputation. More importantly, the chronic paralysis of the Security Council reinforces and justifies temptations to bypass it altogether. It sometimes even seeks to circumvent norms of international law. For now, actions bypassing the Security Council are still perceived as exceptional, but they could soon become the rule. For now, they are a deviation from the norms - but soon they could become perilously commonplace.
Many enthusiasts of the UN reforms look for simple solutions to its complex institutional problems. Maybe, they argue, we should make the Security Council larger and more representative. Some say that the UN Secretariat needs more authority, more autonomy and more resources. Others maintain that the solution lies in a redistribution of responsibilities between the Security Council and the General Assembly in favor of the latter.
In my opinion, no simple solution will do the trick. For example, a larger and more diverse Security Council is likely to be even less efficient, since new members will bring to the table their particular interests, national prejudices and grievances. If the Secretariat becomes more autonomous, odds are that it will be accused of unaccountability and self-serving decisions (as the Deep State is demonized today by populists of all sorts). Delegating more power to the General Assembly at the expense of the Security Council would make the P5 members even less interested in the future of the UN than they are now.
A true reform of the UN cannot start in New York; it should start in national capitals of member states. The UN, like any other international organization, is as bad or as good as its members want it to be. Before changing institutions there should be a change in the basic logic of members. Nation states, including the most powerful of them, have to demonstrate determination to move to a new level of governance by relinquishing a part of their national sovereignty.
Historical experience suggests that those not willing to sacrifice a part risk losing the whole. Unfortunately, the UN is not at all immune to the fate of its predecessor.
The author is director general of the Russian International Affairs Council. opinion@globaltimes.com.cn
The International Monetary Fund has called for a speedy end to the deepening trade war between the United States and China after calculating that the tit-for-tat tariffs will cost $455bn (£357.5bn) in lost output next year – more than the size of South Africa’s economy.
Christine Lagarde, the IMF’s managing director, underlined her organisation’s growing concern at the most serious outbreak of trade tension since the 1930s and said “self-inflicted wounds” had to be avoided.
In a paper prepared for the meeting of G20 finance ministers and central bank governors in Japan this weekend, the IMF calculated that the recently announced intensification of protectionism would cut global gross domestic product by 0.3% in 2020.
The Washington-based IMF said that taken together with the tariffs announced last year the total impact would be a 0.5% hit to activity next year.
“This amounts to a loss of about $455bn, larger than the size of South Africa’s economy,” Lagarde said, noting that there was strong evidence that the US, China and the global economy were the losers from the conflict.
Donald Trump has so far ignored warnings from the IMF and other international organisations about the impact of his trade measures and in the past week has threatened action against Mexico unless its government halts the flow of people into the US. Washington said a 5% tariff on all Mexican goods would be imposed as early as next week and rise to 25% by October.
The Federal Reserve – the US central bank – has signalled that it is prepared to cut interest rates to boost growth amid signs that the world’s biggest economy is weakening. Private sector job hires – as measured by the ADP national employment report on Wednesday – stood at just 27,000 – the weakest for nearly a decade.
Lagarde said while there was some evidence that the global economy might be stabilising there were “stumbling blocks” that could prevent a rebound.
“Most importantly, there are growing concerns over the impact of the current trade tensions. The risk is that the most recent US-China tariffs could further reduce investment, productivity and growth. The just-proposed US tariffs on Mexico are also of concern,” she added in a blog post to accompany the IMF’s surveillance report on the state of the global economy.
“These are self-inflicted wounds that must be avoided. How? By removing the recently implemented trade barriers and by avoiding further barriers in whatever form.”
Trump has said US tariffs are designed to protect workers in America’s industrial heartlands from unfair Chinese competition, but Lagarde said the result was higher prices.
“The fact is that protectionist measures are not only hurting growth and jobs, but they are also making tradable consumer goods less affordable – and disproportionately harming low-income households.”
Lagarde’s intervention followed the latest half-yearly health check on the global economy from the World Bank, which said Trump’s trade wars with China, Mexico and Europe had sent global investment tumbling.
The IMF’s sister organisation predicted that the upshot of increased political uncertainty would push down world growth to 2.6% this year – its weakest since 2016.
La introducción por la Unión Europea (UE) de aranceles de barrera sobre el grano ruso es un intento de forzar la salida de Rusia del mercado alimentario, explicó la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova. En su opinión, Occidente intenta por todos los medios privar a Moscú de la condición de proveedor fiable.
Poco antes, el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, señaló que el Consejo de la UE aprobó la decisión de introducir derechos de aduana de barrera sobre el grano importado de Rusia y Bielorrusia, que entrará en vigor el 1 de julio. Como subrayó la ministra de Asuntos Exteriores de Belgica, Hadja Lahbib, se trata de "una nueva medida restrictiva contra Rusia y una nueva forma de reforzar la solidaridad con Ucrania".
"Cuando Occidente empieza a hablar de aranceles prohibitivos sobre el grano ruso, les aconsejo que reconsideren sus propias declaraciones sobre la seguridad alimentaria, que les preocupaban hace dos años", destacó Zajárova en una reunión informativa.
Recordó que en aquel momento Occidente alegó la necesidad de alimentar a los Estados necesitados y exigió la aplicación de "algunos acuerdos sobre cereales".
"Los países occidentales deben responder ante los pueblos de países de distintos continentes. ¿Cuándo decían la verdad? ¿Cuando llamaban a alimentar a los países más pobres y a las regiones necesitadas...o dicen la verdad ahora, cuando intentan hacer todos sus esfuerzos en impedir que el grano ruso se convierta y siga siendo una mercancía fiable?", indicó.
La vocera agregó que Rusia es un proveedor fiable de alimentos y productos alimentarios en todo el mundo. En sus palabras, Occidente mintió hace dos años cuando, motivado por la preocupación por los necesitados, exigió que se cumplieran los acuerdos sobre exportaciones agrícolas.
"No les importaba la seguridad alimentaria mundial. Solo querían llenar los bolsillos de los grandes actores mundiales que se dedicaban a la reventa y ganaban fortunas colosales con este margen", subrayó la portavoz.
En cuanto a las consecuencias, Europa sufre, pero para el país euroasiático Asia es un mercado más interesante e importante, aseguró a Sputnik el experto independiente Leonid Jazánov.
"Los precios del grano subirán allí [en Europa] en cualquier caso. Por lo tanto, Europa tendrá que buscarse otros proveedores, o tendrá que intentar aumentar los cultivos agrícolas, o habrá importaciones de grano ruso a través de otros países", agregó el experto.
La Comisión Europea propuso el aumento de los aranceles a finales de marzo. Según esta iniciativa, dependiendo del producto concreto, aumentarían en 95 euros por tonelada de productos importados a la UE o hasta un arancel del 50%. No obstante, en el mismo mes, la comunidad política aumentó las importaciones de cereales rusos en un tercio en comparación con febrero. Así, a principios de la primavera, la UE importó 125.200 toneladas de productos agrícolas. Un mes antes esta cifra era de 92.600 toneladas y hace un año era de 100.000 toneladas. En términos mensuales, las compras se incrementaron un 35%, y en términos anuales, un 25%.
BOGOTÁ (Sputnik) –La empresa estatal petrolera colombiana Ecopetrol y la brasileña Petrobras anunciaron este jueves 3 de octubre el hallazgo de un gigantesco depósito de gas en aguas colombianas al norte del país.
"Petrobras y Ecopetrol son responsables del principal descubrimiento offshore de Colombia, que es Sirius. Estamos cumpliendo con la sostenibilidad energética que necesita el país. Este proyecto puede garantizar la seguridad energética por décadas", indicó el gerente general de activos exploratorios de Petrobras, Rogeiro Suárez, durante la VII Cumbre de Petróleo, Gas y Energía.
"Sirius (antes Uchuva) tiene reservas por seis terapies cúbicos, un tamaño que solo se compara con el campo Chuchupa, que le ha dado gas natural a Colombia en los últimos 45 años", agregó.
Y es que, al ritmo de consumo actual (0,3 terapies por año), este campo podría alimentar por sí solo el consumo del país durante unos 20 años.
De acuerdo con el directivo de Petrobras, el tamaño de este yacimiento es comparable con el del campo Chuchupa, cuyas reservas iniciales estaban entre 5 y 5,6 terapies cúbicos de gas.
Chuchupa entró en producción en 1979 y actualmente se encuentra cerca del final de su ciclo de producción, aunque sigue entregando gas natural al país.
Para Bolivia es un honor participar en un evento de tal magnitud, declaró a Sputnik el presidente boliviano, Luis Arce, refiriéndose a la XVI Cumbre de los BRICS en la ciudad rusa de Kazán. En este sentido, subrayó que el grupo BRICS muestra al mundo que existe otra alternativa de cómo poder hacer las cosas de manera más justa y más equitativa.
Arce destacó que los países miembros de los BRICS tienen la oportunidad de hablar, de ser escuchados y de presentar sus sugerencias sobre hacia dónde deben dirigirse.
"Es importante consolidar y mostrar al planeta entero que hay una alternativa, que no hay un solo camino, sino que hay una alternativa para poder hacer las cosas de diferente manera, pero de manera más justa, más equitativa, con mayores oportunidades, especialmente para los países que nunca tuvimos la oportunidad de ser escuchados", declaró el mandatario.
Arce tildó la XVI Cumbre de los BRICS de "altamente positiva", al subrayar que "es un día histórico".
"Este bloque va a consolidarse como tal al admitir nuevos miembros, nuevos socios, nuevos países que le van a dar el impulso a esta iniciativa, que la tuvieron los países originales del BRICS", aclaró el presidente boliviano.
Arce enfatizó que Bolivia se siente honrada de estar participando en un evento de esta magnitud.
"Nosotros también nos sentimos parte [del evento] y queremos seguir contribuyendo para que esto siga creciendo y siga un bloque que (...) se está enfrentando a los cambios que hay en el mundo, en el planeta, en este momento", agregó.
Algunos países difunden rumores de que Rusia está supuestamente aislada debido a las sanciones impuestas contra ella tras el comienzo de la operación militar especial de Ucrania. En este sentido, Arce subrayó que Rusia, al igual que el grupo BRICS, no está sola.
"Creo [que] lo más rescatable es que a convocatoria de los países BRICS nos hemos venido acá [para asistir a la cumbre], demostrando solamente que Rusia no está sola, sino que el BRICS no está solo, sino que hay muchos países más que quieren formar parte, que quieren adherirse, que quieren estar involucrados en la conformación de nuestro nuevo bloque", explicó el presidente.
En conclusión, Arce enfatizó que la realidad va a ir demostrando que Rusia no está sola.
Rusia asumió el pasado 1 de enero la presidencia rotatoria de los BRICS para 2024, año que empezó con la admisión de nuevos miembros. Además de Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica, en el grupo ingresaron Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos en 2024. De esta manera, la asociación representa actualmente a casi la mitad de la población mundial, el 40% de la producción global de petróleo y alrededor del 25% de la exportación de bienes.
The 75th anniversary of the Bretton Woods agreement and the departure of Christine Lagarde from the helm of the International Monetary Fund represent a golden opportunity to put the institution on a path toward a more effective and inclusive future. What should her successor's priorities be?
This month marks the 75th anniversary of the signing of the Bretton Woods agreement, which established the International Monetary Fund and the World Bank. For the IMF, it also marks the start of the process of selecting a new managing director to succeed Christine Lagarde, who has resignedfollowing her nomination to be European Central Bank president. There is no better moment to reconsider the IMF’s global role.
The most positive role that the IMF has played throughout its history has been to provide crucial financial support to countries during balance-of-payments crises. But the conditionality attached to that support has often been controversial. In particular, the policies that the IMF demanded of Latin American countries in the 1980s and in Eastern Europe and East Asia in the 1990s saddled the Fund’s programs with a stigma that triggers adverse reactions to this day.
It can be argued that the recessionary effects of IMF programs are less harmful than adjustments under the pre-Bretton Woods gold standard. Nonetheless, the IMF’s next managing director should oversee the continued review and streamlining of conditionality, as occurred in 2002 and 2009.
The IMF has made another valuable contribution by helping to strengthen global macroeconomic cooperation. This has proved particularly important during periods of turmoil, including in the 1970s, following the abandonment of the Bretton Woods fixed-exchange-rate system, and in 2007-2009, during the global financial crisis. (The IMF also led the gold-demonetization process in the 1970s and 1980s.)
But, increasingly, the IMF has been relegated to a secondary role in macroeconomic cooperation, which has tended to be led by ad hocgroupings of major economies – the G10, the G7, and, more recently, the G20 – even as the Fund has provided indispensable support, including analyses of global macro conditions. The IMF, not just the “Gs,” should serve as a leading forum for international coordination of macroeconomic policies.
At the same time, the IMF should promote the creation of new mechanisms for monetary cooperation, including regional and inter-regional reserve funds. In fact, the IMF of the future should be the hub of a network of such funds. Such a network would underpin the “global financial safety net” that has increasingly featured in discussions of international monetary issues.
The IMF should also be credited for its prudent handling of international capital flows. The Bretton Woods agreement committed countries gradually to reduce controls on trade and other current-account payments, but not on capital flows. An attempt to force countries to liberalize their capital accounts was defeated in 1997. And, since the global financial crisis, the IMF has recommended the use of some capital-account regulations as a “macroprudential” tool to manage external-financing booms and busts.
Yet some IMF initiatives, though important, have not had the impact they should have had. Consider Special Drawing Rights, the only truly global currency, which was created in 1969. Although SDR allocations have played an important role in creating liquidity and supplementing member countries’ official reserves during major crises, including in 2009, the instrument has remained underused.
The IMF should rely on SDRs more actively, especially in terms of its own lending programs, treating unused SDRs as “deposits” that can be used to finance loans to countries. This would be particularly important when there is a significant increase in demand for its resources during crises, because it would effectively enable the IMF to “print money,” much like central banks do during crises, but at the international level.
This should be matched by the creation of new lending instruments – a process that ought to build on the reforms that were adopted in the wake of the global financial crisis. As IMF staff have proposed – and as the G20 Eminent Persons Group on Global Financial Governance recommended last year – the Fund should establish a currency-swap arrangement for short-term lending during crises. Central banks from developed countries often enter into bilateral swap arrangements, but these arrangements generally marginalize emerging and developing economies.
Then there are the IMF initiatives that have failed altogether. Notably, in 2001-2003, attempts to agree on a sovereign debt-workout mechanism collapsed, due to opposition from the United States and some major emerging economies.
To be sure, the IMF has made important contributions with regard to sovereign debt crises, offering regular analysis of the capacity of countries in crisis to repay, and advising them to restructure debt that is unsustainable. But a debt-workout mechanism is still needed, and should be put back on the agenda.
Finally, the IMF needs ambitious governance reforms. Most important, building on reforms that were approved in 2010, but went into effect only in 2016, the Fund should ensure that quotas and voting power better reflect the growing influence of emerging and developing economies. To this end, the IMF must end its practice of appointing only European managing directors, just as the World Bank must start considering non-US citizens to be its president.
Lagarde’s departure represents a golden opportunity to put the IMF on the path toward a more effective and inclusive future. Seizing it means more than welcoming a new face at the top.
After the last round of trade negotiations in Beijing, China and the United States have signalled
progress towards an agreement. US President Donald Trump, after hearing reports from US trade negotiators, tweeted on Sunday that “Big progress [is] being made on soooo many different fronts! Our Country has such fantastic potential for future growth and greatness on an even higher level”.
Chinese President Xi Jinping, in his meeting with US delegation last Friday, also congratulated negotiators from both countries for their success in achieving broad progress towards a final agreement.
Comments by both leaders generate hope for a successful deal. This would serve not only the interests of the two countries but also the world community.
As the world’s largest economies, China and the US have obligations not to throw the global economy into uncertainty. While both have legitimate national interests to protect, they cannot shirk their global responsibilities. Because of their combined economic weight, a trade war will wreck global economic prosperity.
According to the World Bank study “Global Economic Prospects, Darkening Skies”, released on January 9, the risk of rising trade protectionism remains high. New US tariffs and the retaliatory response of trading partners now affect close to [US]$430 billion of global imports”.
As a result, the bank says the US-China trade war could make a global recession likely by 2020, and the uncertainty it generates “is likely to weigh on firms’ willingness to invest, export and engage in international value chains, with negative effects on the global trade outlook”.
In addition to global recession, China and the US would pay a price for the trade war. The bank predicts US growth would drop from 2.9 per cent in 2018 to 2.5 per cent in 2019, and China’s growth from 6.5 per cent to 6.2 per cent.
As Xi said in his meeting with the US delegation, “We all think that in terms of maintaining the prosperity and stability of the world, as well as promoting global economic prosperity and development, our two countries share broad mutual interests”.
The path to cooperation is no doubt fraught. Due to its relative decline and the re-emergence of a multipolar world, Washington has been anxious. As a result, the Trump administration has shifted towards a more competitive strategy. Hence, the administration has defined China as a “
strategic competitor”.
Countries typically exaggerate others’ malign intentions. For example, many in the US exaggerate China’s intent to replace it as the world’s dominant power. Mutual exaggeration of malign intentions can lead states into cold wars, which harm the interests of both parties.
A successful deal between China and the US would promote strategic mutual trust and prevent a new cold war. It would convince China that US motives are confined to “unfair” trade relations only.
Such as a conviction would motivate China to make the necessary concessions for a trade agreement. Conversely, if it perceives the US as intent on a cold war, this would motivate China to stand firm.
A successful deal would therefore prove that while the two great powers will certainly compete, they can nonetheless work with each other to safeguard global stability and avoid a new cold war.
This new bilateral relationship could constitute a commendable model for great power relations in the 21st century. They would also prove that they could act responsibly, in the world’s common interests.
Given the stakes, if the two sides have indeed made genuine progress but cannot narrow final differences before the March 1 deadline, Washington should consider postponing the deadline. Recently, Trump indicated that he may consider this possibility if significant progress has made a final agreement likely.
Moreover, the US should pursue a longer-term, flexible negotiating strategy to enable a deal in the coming weeks or months.
It is reported that China has been willing to take significant measures to address trade deficits, forced
transfer of technologies, protection of intellectual property rights and market access by US companies.
However, the US demands that China stop subsidising
state-owned enterprises, as these violate free trade principles and distort trade relations.
This insistence, while legitimate in many regards, could derail a deal. Washington is asking for nothing less than an overhaul of the Chinese economic model.
Indeed, the so-called China model is built on the coexistence of state and private sectors. This would be hard for Beijing to swallow; as Xi warned last Friday, while China wants to cooperate with the US, China would only consider “an agreement acceptable to both sides”.
To prevent the issue from derailing an agreement, the US should consider a more patient strategy aiming for longer-term changes to the Chinese economic model.
It must recognise that it is impractical to change the economic system of another country – a peer great power – with a few rounds of trade negotiations. Instead, Washington should be aware that China has been debating the need for further market reforms.
The US strategy should be to encourage China, while applying appropriate pressures, towards that goal.
The right way is to seek maximum Chinese commitments to the reforms of its state-owned sectors while avoiding a last-minute failure of trade negotiations. Further reforms of China’s state sectors should be on the agenda of future rounds of trade negotiations.
As long as China makes enough progress towards significant reductions in trade deficits, better protection of US technologies and greater market access by American companies, Washington should be willing to seal a deal with Beijing. This flexible, longer-term strategy is both realistic and responsible.
Since 2018, the United States has begun to hinder China's trade relations with the world, resulting in a slow but noticeable decline in trade with the Asian giant. The impacts of this "war" are especially evident in the disruption of supply chains, given that most technology products have some link to China, which has caused a marked decline in global economic activity. But what are the implications for the global economy?
It is essential to underline the importance of this blockade for the world economy. China is currently the leading exporter of technological products but is the first link in the automotive, aeronautics, telecommunications, renewable energy and pharmochemical industries. These exports have declined recently, especially to the United States and its allies. It leaves the West needing more supplies.
Because of the conflicting nature of this situation, the data can be contradictory, as much of the world's economic stability depends on a dynamic US and China that is primarily engaged in providing the rest of the world with technology and innovation. However, although the numbers are lower than expected, they are positive. China has been gradually transforming into more than just the "factory of the world". It has become an autonomous powerhouse. Technology is the leading supplier of most goods on the world market and has acquired raw material markets abroad, thus consolidating its position as the "Asian Giant" we all know.
The trade war has created net trade opportunities rather than simply shifting trade destinations. It has allowed "peripheral" nations to strengthen their relations with the current central economy. It has created opportunities for China to engage with countries with which the US has little trade. The so-called "bystander" effect has provided more significant opportunities for countries such as Mexico to increase their exports to the US.
Meanwhile, with the help of the BRICS, China is exploring new directions by overseeing a series of Silk Belt projects that include agricultural growth in Brazil and financing the construction of a new port in Peru, among other things, to consolidate its position globally.
Inflation in the US has a year-on-year increase of 4.9%, according to the Bureau of Labor Statistics as of 2023. The IMF, for its part, forecasts a 2% increase in consumer price inflation in China by the end of the year, which does not seem to be so sure, as she has entered a period of meagre inflation in August and may end the year at 1.5% or less.
Remembering the Chinese government's control over the economy and scope is crucial. They can take measures to regulate their business cycle if necessary. However, some factors may contribute to the fact that, even with their intervention, they cannot avoid issues such as overcapacity, the effect of falling international demand and the behaviour of global prices. These are more visible in the midst of the trade war.
The most recent periods have only demonstrated how assertive China is to the rest of the world, despite distortions (Chinese recession and deflation) in the Western press and growing US concerns about its own economic fragility (slow growth, high inflation) and technological backwardness. The latter has led to that country's policies of protection and de-globalisation.
In short, the world splits on two fronts: on the one hand, the de-globalising US is facing slow growth, blaming China for its external problems and deficits. On the other hand, China and its growing domestic market are open to globalisation, facing the real challenges generated by the trade war. The trade war has a more significant negative impact on the US than on China, as it has blocked trade with the world's leading supplier of technology goods and leader in the renewable energy sector, among other industries. China has gone from being a rising economy to virtually a new superpower, and the days of US dominance in innovation, new industrial branches and global economic regulation are gone, eroding the confidence of many nations.
Eventually, an initial economic conflict became a glaring example of geopolitical resentment and fear of change on the part of prominent economic actors. It results in global economic and political consequences, such as disruptions in global supply chains and the mutual imposition of tariffs and trade restrictions. It complicates production for many industries dependent on Chinese inputs, contributing to fear and distrust in a globally slowing economic situation.
Ha sido una crisis como ninguna otra. Para hacer frente a la emergencia sanitaria, los países tuvieron que paralizar la vida económica durante el Gran Bloqueo.
Esto creó la peor recesión desde la Gran Depresión. El FMI actuó con rapidez para ayudar a las personas y los países, mientras que una enorme incertidumbre enturbió las perspectivas de la economía mundial y el mundo siguió luchando contra las incógnitas de la pandemia.
La crisis ha alterado la vida de las personas de innumerables maneras. Además de la trágica pérdida de vidas, millones de personas han perdido sus empleos, ingresos y ahorros, y muchos se preocupan por cómo pagar su alquiler y sus facturas.
La magnitud y la velocidad del colapso económico no tenían precedentes. La crisis socavó la estabilidad financiera mundial y grandes segmentos de la economía mundial quedaron paralizados, incluida la economía no estructurada, que sigue siendo importante en América Latina y el África subsahariana. Para salvar vidas, los gobiernos financiaron servicios adicionales de salud y de emergencia. En los casos en que las condiciones y el espacio en el presupuesto lo permitieron, los gobiernos también detuvieron la caída libre del crecimiento mundial con un extraordinario apoyo monetario y fiscal, este último de unos 11,5 billones de dólares a nivel mundial a partir de septiembre de 2020, para extender la vida de las empresas y las personas.
Estos tiempos excepcionales requirieron igualmente excepcionales acción rápida. El FMI ha trabajado para ayudar a proteger personas, ayudar a proteger la economía y ayudar a los países prepararse para la recuperación.
Este informe de política presenta una visión general de la economía de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en términos de su relación económica con las multinacionales, particularmente las compañías japonesas, que han invertido durante mucho tiempo en esta región.
La ASEAN ha establecido una relación económica recíproca con otros países y regiones. Para desarrollar su economía, se espera que los Estados miembros de la ASEAN sigan avanzando en el ASEAN- Comunidad Económica (AEC) a un nivel alto.
Por lo tanto, la ASEAN debe abordar desafíos tales como profundizar la integración económica y reducir las brechas de desarrollo en la región. Lo que es más importante, la ASEAN todavía necesita aumentar el atractivo de su "región entera" como parte esencial e integral de las cadenas mundiales de valor para atraer más IED.
La expansión mundial se ha debilitado.Se proyecta que la economía mundial crezca 3,5% en 2019 y 3,6% en 2020, es decir, 0,2 y 0,1 puntos porcentuales menos que lo proyectado en octubre pasado.
Los pronósticos de crecimiento mundial correspondientes a 2019 y 2020 ya se revisaron a la baja en el último informe WEO, en parte a raíz de los efectos negativos de los aumentos de aranceles introducidos en Estados Unidos y China previamente en el año.
Los riesgos para el crecimiento mundial se inclinan a la baja. Un recrudecimiento de las tensiones comerciales que vaya más allá de lo contemplado en el pronóstico sigue siendo una importante fuente de riesgo para las perspectivas.
Alianza del Pacífico y Mercosur frente al TPP
Las dificultades enfrentadas en el ámbito multilateral del comercio han fomentado la explosión de los acuerdos comerciales. Si bien dicho fenómeno comenzó en la década de los noventa, se extendió en los primeros años del nuevo siglo. Más recientemente, y gracias al impulso de los cambios en la producción y comercialización internacional a partir de los avances tecnológicos, así como por la paralización de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC), emergió un nuevo fenómeno conocido como megabloques.
El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) fue el primer compromiso suscrito de estas características, lo que confirma –más allá de las dificultades que enfrentará su proceso de entrada en vigor– una nueva realidad comercial.
Este es un acuerdo de última generación que busca conformar una zona de libre comercio en bienes y servicios entre 12 países. La notoriedad otorgada al TPP tiene que ver con su modalidad y alcance, ya que vincula a países que ya poseían tratados de libre comercio vigentes e incluye en sus 30 capítulos disciplinas de última generación –conocidas como OMC Plus y OMC X– no incorporadas hasta el momento en los acuerdos comerciales.
Su importancia también se explica por su impacto económico, ya que se trata de un bloque que representa el 11% de la población mundial (cerca de 800 millones de personas), más del 35% del PIB, cerca del 25% del comercio y 37% de las inversiones a nivel global. El modelo de desarrollo de algunos de los miembros del TPP, en cuanto a la denominada economía digital –tal es el caso de Estados Unidos y Japón–, otorga al acuerdo suma consideración en términos de la definición de las reglas de juego del comercio.
Otro aspecto que no puede desconocerse se refiere a las repercusiones geopolíticas. A través del TPP, Estados Unidos no solo logra sellar un acuerdo con Japón –su aliado en Asia-Pacífico para contener la influencia de China–, sino también logra acercarse a países que en los últimos años han profundizado su relación económica y comercial con China, como es el caso de Australia, Nueva Zelanda y algunos de los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés). En efecto, el TPP no es un hecho aislado de política internacional, sino el resultado de una estrategia económica, comercial y geopolítica que Estados Unidos ha desplegado en Asia-Pacífico desde la conformación, en 1989, del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés).
El fenómeno de las meganegociaciones no se limita al TPP. También han emergido otros acuerdos de porte incluso mayor, como es el caso de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) negociado entre Estados Unidos y la Unión Europea, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) liderado por China y que pretende alcanzar una zona de libre comercio nada menos que entre China, India, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y los 10 miembros de la Asean. Algunos autores incluyen en la categoría de megabloques a otras iniciativas comerciales como las negociaciones trilaterales entre China, Corea del Sur y Japón, el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TISA, por sus siglas en inglés) y hasta las negociaciones entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea.
Impactos para la integración regional
Algunas aclaraciones previas son necesarias para abordar los impactos del TPP en la región. En primer lugar, se debe tener en cuenta que el acuerdo no se encuentra todavía vigente y que enfrenta en muchos de sus miembros un debate sobre la conveniencia de incorporarlo –es el caso, por ejemplo, de Estados Unidos. La segunda precisión tiene que ver con que hay algunos países de América Latina que sí integran el TPP, a saber: Chile, Perú y México.
Más allá del resultado final en cuanto a la incorporación del acuerdo, el solo cierre del TPP tiene consecuencias políticas de consideración para América del Sur. La primera tiene que ver con el futuro del sistema multilateral de comercio. Las negociaciones en la OMC han sido históricamente el escenario de negociación natural donde las economías en desarrollo fueron alcanzando ciertos logros. El caso más destacado tiene que ver con la incorporación del comercio agrícola a las disposiciones multilaterales. Esto implica que una porción considerable de países aún no ha avanzado en una estrategia bilateral de negociaciones comerciales y por tanto muestran un rezago en la incorporación de las nuevas normas que regulan el comercio global –caso de los miembros del Mercosur–; por lo que la firma de acuerdos como el TPP tiene un impacto de consideración en términos de los incentivos para definir las estrategias de inserción internacional.
Otra consecuencia, más localizada, tiene que ver con el quiebre en las políticas de inserción de la región. La estrategia seguida por la Alianza del Pacífico (AP) en relación al Mercosur –los dos procesos de integración de mayor envergadura actual en América del Sur–, muestra profundas diferencias, lo que lleva a distinguir las consecuencias del TPP por bloque comercial.
La ventaja de la Alianza del Pacífico
Tres de los cuatro miembros de la Alianza integran el TPP y desde tiempo atrás cuentan con acuerdos vigentes con Estados Unidos, la Unión Europea y varias economías asiáticas. A su vez, tanto Chile, como Perú y México forman parte de APEC y todos negocian el TISA.
En todos los casos se trata de economías abiertas que en los últimos años han priorizado las reformas para mejorar el entorno de negocios y captar inversiones. Todos los miembros de la AP muestran avances sustantivos en los indicadores de competitividad y han priorizado un enfoque pragmático, flexible y realista de la integración económica, características que, por cierto, no están presentes en otros bloques de América del Sur, los que siguen enfrentando bloqueos por las rigideces impuestas por los marcos jurídicos de otrora.
La reciente firma y vigencia del Protocolo Adicional al Acuerdo Marco de la AP posiciona a este bloque de forma muy ventajosa frente al TPP, ya que lo alcanzado por aquel proceso de integración se alza como el acuerdo más moderno vigente hasta el momento en la región. Las disciplinas comerciales incorporadas, como el comercio electrónico, en el mencionado protocolo, concomitantemente con los esfuerzos negociadores y reformas implementadas por los socios de la AP en años anteriores, los ubica favorablemente para negociar acuerdos de última generación y beneficiarse de las mejores condiciones de acceso e impactos de la regulación del comercio internacional. Es más, luego de revisar lo aprobado en el TPP en términos de las excepciones y reservas, algunos de los países lograron avances en relación a los acuerdos vigentes, lo que introduce al debate la importancia de ser parte de las negociaciones y relativiza la aseveración de que no hay negociación posible cuando la contraparte es una potencia.
Otro desenlace favorable del TPP para la AP tiene que ver con la profundización de sus relaciones con Asia-Pacífico, ya que a través de este acuerdo termina de consolidar una relación estratégica con la región, en particular por el acuerdo con Japón y algunos países de la Asean, bloque comercial que tiene un integración productiva y comercial muy profunda con China. Las propias normas de la AP en conjunto con las disposiciones del TPP fomentan la incorporación de los miembros del bloque latinoamericano a las cadenas globales de valor en bienes y servicios y permite que cada economía incorpore las normas más avanzadas en una vasta red de normas comerciales que regularán las transacciones productivas y comerciales en los próximos años.
En cuanto a los desafíos, el rezago de Colombia en las negociaciones comerciales, especialmente con los países asiáticos, conlleva ciertos riesgos en la articulación entre los miembros de la AP, lo que adquiere importancia desde la aprobación del Protocolo Adicional. Si bien se espera que Colombia, junto con otros países del sudeste asiático y Corea del Sur, sea un candidato firme para ingresar al TPP, deberá mientras tanto gestionarse apropiadamente la brecha en términos normativos existente entre los miembros de la AP por la situación comentada, lo que podría profundizarse aún más si Costa Rica y Panamá ingresan como socios plenos al bloque regional.
En suma, la AP no solo posee un óptimo nivel de preferencias comerciales negociadas bilateralmente por cada socio, acompañando los ritmos internacionales en cuanto a la suscripción de acuerdos, sino que también logró ser parte de los esfuerzos para consolidarlas o profundizarlas. En este sentido y más allá del bajo comercio intrarregional que existe entre sus miembros, en términos de acceso y regulación comercial, la AP como bloque así como los socios de forma bilateral se encuentran muy bien posicionados frente a los posibles impactos del TPP.
El retraso del Mercosur
Sin abordar en esta ocasión la problemática interna del Mercosur, la que naturalmente impide una reacción consensuada frente a las tendencias globales, el impacto evidente para las economías socias tiene que ver con el alejamiento del bloque de las negociaciones internacionales. Ningún miembro del Mercosur integra el TPP y tampoco ha suscrito acuerdos comerciales con Estados Unidos, la Unión Europea, ni con ninguna economía asiática –a excepción de un acuerdo muy limitado con India de escaso o nulo beneficio comercial. Asimismo, ningún país del Mercosur integra las negociaciones del TISA.
Paralelamente al estancamiento de la agenda externa del Mercosur, el bloque no ha logrado avanzar en las negociaciones internas en las nuevas disciplinas del comercio, lo que impidió en muchos de los países la armonización de normas e implementación de reformas como las impulsadas por los países de la AP. El escaso dinamismo de la agenda externa del Mercosur en los últimos años aumentó considerablemente la discriminación arancelaria y normativa del bloque frente a otros esquemas de integración y países a nivel internacional, llevando a una pérdida relativa de preferencias frente a competidores directos.
Lejos de atender dicha emergencia, se está frente a un esquema de integración que alcanzó su nivel máximo de politización en los últimos años, aprobando normas que tienen mayor relación con un foro político que con un acuerdo comercial. Esta situación se da en momentos en que a nivel mundial se alcanzó un nivel inédito en la firma de acuerdos comerciales y cuando emerge un nuevo sistema de producción.
El Mercosur no está participando en la definición de las reglas comerciales a nivel global, las que ya no se están aprobando en el ámbito multilateral, sino en acuerdos plurilaterales y en los llamados megabloques. El impacto es aún mayor, dado que internamente el Mercosur no solo no ha logrado cumplir con sus preceptos básicos, como la conformación de una unión aduanera y un mercado común, sino que tampoco logró imponer parte de la agenda internacional en su agenda interna.
Por otro lado, desde el bloque no se desprenden políticas claras con respecto a cómo insertarse en los nuevos fenómenos comentados, ni presenta planes alternativos. Es más, queda la sensación de que en los últimos años –los cambios políticos en la región modificaron parcialmente esta posición en 2016–, el bloque se ha negado a reconocer la realidad que lo ha dejado mal posicionado frente a las cadenas globales de valor en bienes y servicios –más allá de los encadenamientos productivos alcanzados entre Brasil y Argentina en algunos sectores–, en la obtención de mejoras de acceso en el sector de los alimentos y en la negociación de capítulos clave en la producción y comercialización internacional del presente y futuro.
Dado el contexto anteriormente comentado, adquiere especial relevancia para el futuro del bloque las negociaciones con la Unión Europea, única de impacto económico, comercial y normativo en curso. De avanzar, los efectos del TPP serán de menor envergadura y el acercamiento entre el Mercosur y la AP se ve como un camino posible.
En definitiva, los resultados del TPP para el Mercosur son notorios y por cierto diferentes al caso de la AP. Para el Mercosur, el impacto es claro en términos arancelarios, perdiendo preferencias relativas en mercados de importancia comercial para el bloque. Este sería el caso de países competidores en el sector agrícola y agroindustrial como Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda que han mejorado o profundizado sus preferencias de acceso a los mercados de Japón y del Sudeste Asiático. En este caso, el impacto sería especialmente relevante para todos los miembros a excepción de Venezuela, que posee una estructura productiva distinta a la de los otros miembros del bloque.
Otro consecuencia del TPP tiene que ver con la regulación internacional, área en la que desde tiempo atrás el Mercosur no ha logrado avances sustantivos debido al estancamiento de su agenda interna y externa. Este impacto es cada vez mayor a medida que los acuerdos plurilaterales o meganegociaciones logren avances normativos en servicios, inversiones, normas técnicas, entre otros.
En este caso, existen embates diferenciados según el país, ya que si bien el Mercosur no posee una armonización profunda en las nuevas disciplinas del comercio internacional, algunos miembros como Uruguay y Argentina están más avanzados en reformas internas e incluso negocian bilateralmente con algunos miembros de la AP –caso de Uruguay con Chile. Esta realidad podría llevar a impactos diferenciados según cada socio del Mercosur y acelerar aún más las diferencias en política comercial del bloque. De todas formas y más allá del esfuerzo realizado por Uruguay en los últimos meses y el bienvenido cambio en la política internacional de Argentina –es apresurado confirmar cambios en el mismo sentido en Brasil–, todos los miembros siguen rezagados en la incorporación de los nuevos temas del comercio internacional.
Conclusión
Si bienalgunos analistas entienden que los megabloques todavía no son una realidad, sustentando dicha aseveración en las dificultades que atraviesa el TPP para su entrada en vigor, en el estancamiento del TTIP o en el complejo acuerdo entre China y Japón para avanzar definitivamente hacia el cierre del RCEP, discusión que pareciera estar centrada en posiciones más de orden geopolítico que económico y comercial, los nuevos marcos normativos que se manifiestan al compás de los cambios en los modos de producción y comercialización mundial son una entera realidad y superan incluso el fenómeno del TPP.
Frente a este contexto internacional aún en curso y con resultados todavía inciertos, los países de América del Sur reaccionan de forma dispar. Los miembros de la AP han seguido una estrategia que incorporó las tendencias globales, tanto en lo que tiene que ver con la participación de Asia-Pacífico en la estrategia de inserción del bloque, como en la importancia otorgada a las nuevas disciplinas.
En contrapartida, el Mercosur se mantiene alejado de esta realidad, no logrando progresar en las negociaciones entre sus socios ni con países externos al bloque, lo que lo posiciona muy desfavorablemente para afrontar los cambios que se están registrando en el comercio internacional. La situación es mayormente compleja para un bloque que no ha presentado otras opciones de inserción externa.
Se espera que el cambio de contexto político en Mercosur y la presión de algunos actores sociales, como el empresarial, impulsen las negociaciones con la Unión Europea. El cambio de Gobierno en Argentina ya impactó positivamente en ese sentido –se alcanzó un nuevo intercambio de ofertas– y Uruguay presentó una agenda más dinámica con respecto a los países asiáticos, buscando profundizar un acuerdo con India e iniciando conversaciones con Corea del Sur. En este período se confirmó, además, el interés por acercarse a AP, lo que sin duda mitigaría de forma sustancial los impactos negativos por no integrar el TPP.
En las últimas décadas China –junto con las demás economías emergentes de Asia- han estado modificando aceleradamente el mapa de la economía mundial ya que se han convertido en un factor clave para entender la evolución y las perspectivas del proceso de globalización gracias a su desempeño en cuanto a crecimiento económico, comercio internacional, inversión extranjera directa e innovación tecnológica y a su papel como fuente de financiamiento internacional.
Desde 2012, la economía china ha registrado una moderación de su ritmo de expansión, que se espera se mantenga en los próximos años. Este hecho se ha traducido en menores precios de varios de los productos básicos exportados por América Latina y el Caribe a ese país. La situación ha sido interpretada como el fin del “superciclo” de altos precios de dichos productos que prevaleció en la mayor parte del período comprendido entre 2003 y 2011. Paralelamente, las orientaciones adoptadas por las autoridades chinas apuntan a lograr un rebalanceo de su modelo de desarrollo, en que se da un mayor peso al consumo de los hogares y un peso relativamente menor a las exportaciones y a la inversión. Todos estos elementos plantean oportunidades y desafíos para las relaciones económicas entre América Latina y el Caribe y China, que cobrarán cada vez más relevancia en los próximos años.
El fuerte interés manifestado por las autoridades chinas en fortalecer los vínculos con América Latina y el Caribe ofrece a la región una oportunidad histórica. Por ejemplo, para revertir la preocupante reprimarización exportadora es preciso lograr avances en productividad, innovación, infraestructura, logística y formación y capacitación de recursos humanos. Estos avances son fundamentales para crecer con igualdad, en un contexto de acelerado cambio tecnológico. La cooperación entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y China podría privilegiar esta renovación de la política industrial, favoreciendo el procesamiento de los recursos naturales y sus encadenamientos productivos con las manufacturas y los servicios. Ello contribuiría a diversificar las exportaciones de la región, elevando su contenido de conocimiento y su valor agregado. Asimismo, en la medida en que la cooperación con China ayude a cerrar nuestras brechas de infraestructura, logística y conectividad, estimularía también el comercio intrarregional y la gestación de cadenas regionales de valor. Por su parte, la rica experiencia acumulada por nuestra región en materia de políticas sociales innovadoras, urbanización, protección medioambiental y otros ámbitos puede enriquecer las políticas que permitan abordar los grandes desafíos que China enfrenta en su camino al desarrollo.
1. Introducción
El análisis de los movimientos expansivos y contractivos en la metrópoli afectan directamente a los países periféricos, por medio de la emisión de masa monetaria, la inversión extranjera directa -IED-, la desregulación de los mercados entre otras dinámicas que ejemplifican el movimiento expansivo que tiene como fin la realización y valorización de capital ficticio permanente en el tiempo y amplificando por medio del movimiento contractivo que se basa entre otros por el aumento de la tasa de interés en los Estados Unidos como fuente de concentración y acumulación del capital ficticio realizado y valorizado en la periferia acompañado por políticas proteccionistas de corte acumulativo y procesos altamente austeritarios.
Esta comparación entre dos momentos expansivos y contractivos del sistema imperialista financiero nos lleva a identificar el proceso de mantenimiento de un sistema que vive de procesos de opresión, explotación y despojo que son transversales a los dos momentos pero que son acrecentados en el movimiento contractivo generando crisis económicas, que configuran guerras económicas y/o doctrinas de choque, en la periferia por medio de la manipulación del mercado internacional por parte de Estados Unidos.
El análisis de los diferentes contextos permitirá identificar los lazos de sujeción del imperialismo del siglo XXI en Nuestra América y comprender a groso modo los procesos que identifican todo un ciclo y/u onda tras la década de los 70 del siglo XX.
2. El nuevo régimen de acumulación, su incidencia en la dinámica periferia-metrópoli y la década perdida en América Latina.
América Latina actualmente afronta una crisis económica de magnitudes considerables que rememoran algunas características de las décadas de los 70 y 80 del siglo XX, época popularizada como la década perdida en América Latina.
La década de los 70 evidenció un aumento exponencial de los precios del petróleo (precios para el año 2015) pasando de aproximadamente 18 dólares el barril a principio de la década de los 70 a aproximadamente 100 dólares a finales de le misma, es decir un incremento de más del 500% en menos de 10 años, para luego desplomarse en la década de los 80 y fluctuar en la franja de 20 a 40 dólares.
Este aumento exponencial del precio del petróleo a principios de la década de los 70 responde a la puesta en marcha de la Nueva Política Económica en Estados Unidos [1] que tenía como base la inconvertibilidad del dólar, el aumento de los aranceles y el apalancamiento de la industria nacional, entre otras dinámicas de corte proteccionista acumulativa. Esta Nueva Política Económica se debió al aumento de la productividad de países como Francia, Alemania y Japón los cuales disputaban el poder hegemónico de los Estados Unidos y a la exigencia de la convertibilidad en oro de las grandes masas de dólares que poseían estos países.
“(...) en agosto de 1971 Nixon promulgo su “nueva política económica”, suspendiendo la convertibilidad de los dólares en oro e imponiendo un recargo de 10 por ciento a las importaciones, al tiempo que, no por casualidad, introducía nuevos estímulos presupuestarios bajo la forma de mayores deducciones fiscales a la inversión, la derogación del impuesto de apalancamiento de automóviles y camiones y deducciones en el impuesto sobre la renta” (Brenner, 2013, pág. 349)
Estados Unidos comprendió en la década de los 70 que la hegemonía productiva no podía seguir siendo sostenida debido a los limites propios del sistema y sus contradicciones intrínsecas -sobreexplotación y sobreacumulación- acompasado por la competencia cada vez más cercana de algunos países europeos y asiáticos que disputaban su poder hegemónico por medio de la competencia Inter-imperialista, con lo que se produjo un cambio en la esfera de dominación, donde Estados Unidos trasfirió el control hegemónico desde el poderío productivo hacia el control del mercado de conjunto por medio del señoreaje monetario y la financiarización como prorroga de la barrera inmanente propia del sistema capitalista.
Por otro lado, la masa en dólares había superado el respaldo en oro pactado en el Acuerdo de Bretton Woods donde “[...] en 1971 las reservas estadounidense de oro representaba menos de la cuarta parte de sus deudas oficiales” (Brenner, 2013, pág. 348), manifestación clara de la emisión de masa monetaria sin control ni corresponsabilidad con el anclaje material tras la década de los 60 y 70 del siglo XX.
Esta nueva política económica ocasionó un aumento de la masa monetaria en el mercado internacional debido a que los países con grandes masas de dólares los redirigieron al mercado internacional debido a la manifestación unilateral de los E.E.U.U. de la inconvertibilidad del mismo propiciando el aumento de los precios de las materias primas, y en particular del petróleo, arrojando la configuración de los llamados petrodólares y eurodólares en la década de los 70.
Como manifiesta Celso Furtado sobre la década perdida: “Sin la superabundancia de liquidez internacional, sin el ansia de los bancos comerciales de sacar provecho de ella y sin el empeño de los países industrializados importadores de petróleo de aumentar sus exportaciones, no se habría formado el engranaje infernal que produjo ese endeudamiento. Las presiones inflacionarias y las acciones defensivas que produjeron las brutales elevaciones de las tasas de interés en los Estados Unidos, a finales de la década de 1970, profundizaron el proceso. Las consecuencias están ahí: países pobres transformados en exportadores de recursos reales para los ricos, fuerte baja en la tasa de inversión real en las naciones endeudadas y reducción sustancial de las importaciones de esas mismas naciones (…)” (1990, pág. 29)
La década perdida se basó, en un primer momento, a principios y mediados de la década de los 70, en la exportación de los llamados Petrodólares y Eurodólares hacia América Latina, estas grandes masas de dólares fueron colocadas en nuestra región por medio de la deuda pública y la inversión extranjera directa.
La colocación de esta gran masa de dólares responde a la necesidad de la realización y materialización de este capital ficticio que no responde a una realidad material, sino que se convierte en capital por medio del control hegemónico del dólar en las transacciones del mercado internacional.
El segundo momento es caracterizado por el desplome internacional de los precios del petróleo a principios de la década de los 80 que ocasionó una alta tasa de recesión económica a nivel mundial, dando paso a la reducción de la demanda de mercancías y arrojando a América Latina a escenarios de estancamiento económico, devaluación de las monedas locales con relación al dólar, apreciación de la deuda pública, altas tasas de inflación, fuga de capitales, entre otras dinámicas.
Este desplome de los precios del barril de petróleo y la crisis en América Latina está claramente ligada con el aumento unilateral de las tasas de interés en Estados Unidos en el año 1979 política denominada como el Giro Volcker, ocasionando una transferencia de capital desde las periferias y más concretamente desde América Latina hacia los Estados Unidos (como se puede observar en la siguiente gráfica) a causa de una mayor tasa de ganancia propiciada por el sistema financiero estadounidense y sus altas tasas de interés.
Como se evidencia en la gráfica no. 1 se produjo a partir de la década de los 80 y hasta principios de los 90 un deterioro de las condiciones internacionales de intercambio para América Latina conllevando a que algunos países vivieran devaluaciones catastróficas de hasta tres y cuatro dígitos, implicando como reflejo el aumento de la deuda pública puesta en dólares en los mismos porcentajes y ocasionando una profunda crisis fiscal de magnitudes inimaginables. (Marini R. M., 1990).
Esta crisis económica en América Latina recrea la realización del capital ficticio originado por la emisión sin control del dólar por parte de Estados Unidos y que se convierte en capital en el proceso de inversión y de compra de deuda pública de los países de América Latina. En estos países es en donde esta dinámica se ve acrecentada debido al proceso contractivo de la metrópoli derivado del aumento de la tasa de interés generando una fuga de capitales desde la periferia hacia la metrópoli propiciando una acumulación por desposesión debido al deterioro de las condiciones internacionales de intercambio para Nuestra América.
Este proceso puede ser visto también como un reajuste espacio-temporal de la crisis de las metrópolis hacia los países periféricos por medio del control del mercado internacional y la póstuma exportación de la inflación, ocasionando un tipo de plusvalía estéril debido a que este capital no genera riqueza social sino que dinamiza la demanda de una sobreoferta recreada por una alta tasa de composición orgánica del capital desde la década de los 70, como manifiesta Ruy Mauro Marini:
“[...] a partir de 1980, Estados Unidos ha sabido asumir la iniciativa en diversos frentes, en especial mediante la institucionalización de lo que, desde su inicio, se venía constituyendo en práctica del gobierno de Reagan: utilizar a la deuda externa de los países dependientes para forzarlos a contribuir más activamente a la superación de la crisis en los países industriales y, paralelamente, readecuar sus economías a los intereses de éstos.” (Marini R. , 1990)
Esta crisis económica y fiscal en América Latina conllevó a la adopción de diferentes políticas económicas lideradas por la ideología neoliberal y la teoría neoclásica ortodoxa, que se concretó en las disposiciones del Consenso de Washington, propiciando: 1) una alta desregulación económica; 2) una dependencia mucho más alta de la financiarización de la economía; 3) altas tasas de privatización de sectores económicos estratégicos; 4) reducción del Estado; 5) desprotección de los derechos laborales; 6) una mayor reprimarización de las económicas periféricas; y, 7) perdida de conquistas sociales debido a las privatizaciones, a la reducción del gasto estatal y a su póstuma mercantilización, entre otras dinámicas totalmente regresivas para las sociedades de América Latina.
Es por lo anterior que se hace necesario contrastar las relaciones que llevaron a la crisis de la década perdida en el periodo 1970-1990 en América Latina y las dinámicas actuales en nuestra región a partir del periodo 2000-2014, con el fin de atestiguar si existen dinámicas de fondo que evidencien la eterna dependencia y subordinación de las económicas periféricas ante las metrópolis económicas, el papel de la deuda pública y la exportación de las crisis económicas desde las metrópolis hacia las periferias, dadas por medio de la manipulación del mercado internacional en el nuevo régimen de acumulación basado en un sistema imperial de corte financiero.
3. ¿La nueva década perdida en América Latina?: Entre la crisis global y el reajuste espaciotemporal de la crisis.
[...] como Benjamín decía que un materialista debe contar la historia, la historia deslumbrante de la modernidad capitalista. de sus progresos y sus liberaciones, mostraría su lado sombrío. Su narración tendría que tratarla primero como una historia de opresión, represión y explotación. (Echeverría, 2013)
Son evidentes, en el contexto actual, las condiciones para una nueva crisis de deuda pública y privada en América Latina – o una nueva década perdida en América Latina-, que se está configurando aun, en tanto sus consecuencias ya se perciben tras aproximadamente 4 años de la caída de los precios de las materias primas y/o Commodities, en particular de los precios de los hidrocarburos.
Este desplome de los precios de las commodities incide directamente, puesto que gran parte de las economías de la región se basan en la dependencia a las exportaciones de estas mercancías, debido entre otras a: i) la injerencia de las políticas neoliberales que imponen una ideología de industrialización hacia afuera como condición de desarrollo (Toussaint, 2014); ii) la vulnerabilidad de los Estados de la región a la determinación productiva originada por la Inversión Extranjera Directa; y, iii) la necesidad de divisas internacionales para suplir las demandas básicas de sus sociedades originando una alta tasa de dependencia, entre otras dinámicas derivadas de la división internacional del trabajo en la etapa de la financiarización capitalista (Galindo & Gómez , 2016).
Si bien el síntoma de la crisis económica en América Latina se ha manifestado a partir la caída de los precios de las Commodities en el año 2014, no es correcto basar el análisis en los resultados del problema, en cambio se deben analizar las condiciones estructurantes del régimen de acumulación del capital, que se articuló desde 1970 como crisis continúa impuesta por la etapa de la financiarización. [2]
A. Proceso expansivo del imperialismo financiero y sus consecuencias.
Tras la crisis de la burbuja “Punto COM” a principios del siglo XXI en Estados Unidos, entre otros procesos de desaceleración de las economías metropolitanas se pone de manifiesto la política de “Quantitative Easing”, en español flexibilización cuantitativa que tiene como fin la ampliación de la masa monetaria como fuente de apalancamiento de la economía.
“Entre el 2001 y el 2015, los bancos centrales más poderosos del mundo – el BoJ de Japón (2001, 2013), la Fed de EE.UU. (2008), el BoE de Inglaterra (2009), y recientemente el ECB de la Eurozona (2015) – han sido forzados a innovar sus marcos de política por temor a los fantasmas de la deflación y la recesión. Uno por uno, estos bancos fueron reduciendo sus tasas de referencia hasta 0% (…) Estos instrumentos se pueden clasificar en dos grupos: las comunicaciones (forward guidance) y las políticas de hoja de balance." (Müller, 2015)
Esta emisión de masa monetaria puede ser evidenciada, en parte, por la emisión de deuda pública de los países metropolitanos y en particular de Estados Unidos donde en la siguiente gráfica, evidenciamos como en el año 1981 la deuda pública de Estados Unidos era aproximadamente 909 billones de dólares, pasando a 5,628 trillones de dólares en el año 2001 y llegando para el año 2016 a aproximadamente 20 trillones de dólares (anglosajones), atestiguando el aumento exponencial de la deuda y como esta tiene una mayor inclinación a partir del año 2003 tras la crisis de los “Punto COM”.
Esta dinámica de emisión de masa monetaria será amplificada durante y tras la crisis de los subprime en el año 2008 como se puede evidenciar en el siguiente extracto:
“En Estados Unidos, la auditoría realizada por el Departamento de Contabilidad del Gobierno reveló la transferencia, en secreto, de 16 billones de dólares por la Reserva Federal (FED) a bancos y corporaciones, en forma de préstamos con tipos de interés cercanos a cero, entre diciembre de 2007 y junio de 2010.” (Fattorelli, 2013, págs. 22-23)
Este incremento de la masa monetaria implementada por Estados Unidos conllevaría a la postre a un aumento de la inflación, pero debido a la reconfiguración de la economía internacional tras la Nueva Política Económica y la potestad del señoreaje monetario, condujo a que la inflación fuera exportada al mercado internacional generando un incremento de las mercancías de mayor demanda a nivel internacional -las Commodities-.
Este aumento de los precios de las Commodities y en particular de los precios del barril de petróleo implicó el incremento de la reprimarización de las economías periféricas apalancadas por las fuerzas del mercado internacional, ocasionando una debilidad endémica ante los reflujos de la economía internacional.
Esta dinámica de exportación de la inflación implicó el aumento de los precios del barril de petróleo, como se puede evidenciar en la siguiente gráfica, en la misma franja de tiempo en que se implementó la política de flexibilización cuantitativa entre el año 2001 hasta el año 2014 donde este proceso expansivo del nuevo régimen de acumulación y del sistema imperialista financiero llegó a su fin.
En la gráfica no. 3 podemos evidenciar como el precio del barril de petróleo Brent pasó de 20 dólares a principio del siglo XXI a llegar a precios de hasta 140 dólares el barril en el año 2007 y luego de la crisis de los subprime posicionarse en la franja de los 100 a 120 dólares el barril desde el año 2010 hasta el 2014 donde se evidencia una desplome dramática tras la puesta en marcha del proceso contractivo del imperialismo financiero estadounidense con el fin de la política de la expansión cuantitativa y la puesta en marcha de una política de corte proteccionista acumulativa por parte de la administración de Donald Trump.
Por otro lado, la emisión de masa monetaria en Estados Unidos, como crédito, y la colocación de estos a tasas de interés cercanas a cero permitió que los grandes oligopolios percibieran ganancias extraordinarias al colocar esta misma masa de dólares en mercados periféricos a tasas de interés entre la franja de 4 a 8% aumentando la deuda pública y privada en los países periféricos, como se puede evidenciar en la siguiente gráfica.
En la anterior grafica se atestigua el aumento exponencial que tiene la deuda pública entre el año 2008 y 2012 que pasó de 19.000 millones de dólares a 114.000 millones de dólares en el año 2012, un aumento del 500% en menos de 4 años. Esta dinámica se expresa por la transferencia de capital ficticio desde las metrópolis hacia los países periféricos y en particular a América Latina bajo la herramienta de la deuda pública. Este escenario es muy parecido a los créditos emanados por los Eurodólares y Petrodólares en la década de los 70 y 80 del siglo XX en la región.
El proceso expansivo del nuevo régimen de acumulación financiero se caracteriza entre otras dinámicas, por la puesta en marcha de la política de expansión cuantitativa, la exportación de la inflación y la colocación de masa monetaria en la periferia por medio del aumento de la deuda pública y privada originando un proceso de realización de este capital ficticio en la periferia y en el mercado internacional que dará paso al proceso contractivo que sirve de concentración, acumulación de capital ficticio realizado y desde una mirada geopolítica a la desestabilización de gobiernos progresistas y/o alternativos por medio de la manipulación del mercado internacional.
B. El proceso contractivo del imperialismo financiero y la crisis de la periferia.
El proceso contractivo del sistema imperialista de corte financiero y/o nuevo régimen de acumulación financiero se implementó a principios del año 2014, con el fin de las políticas de Flexibilización cuantitativa, el aumento de las tasas de interés por parte de la FED -Reserva Federal de Estados Unidos- y la puesta en marcha de políticas proteccionistas con el fin de generar un deterioro de las condiciones de intercambio internacional para los países periféricos y dependientes a los altos precios de las materias primas.
Esta dinámica propicia entre otras, el desplome de los precios de las Commodities y en particular de los precios de los hidrocarburos, bajas tasa de Inversión Extranjera Directa anudado a altas tasa de fuga de capitales desde la periferia hacia la metrópoli, altas tasas de devaluación de las monedas de los países periféricos con relación al dólar generando un aumento de reflejo de la deuda pública y un aumento de la necesidad de financiamiento de parte del Estado que vendrá a engrosar la emisión de deuda.
En el año 2014 la Reserva Federal de Estados Unidos manifestó el fin de la política de Flexibilización Cuantitativa que había desarrollado desde principios del siglo XXI y que había sido amplificada a partir de la crisis del año 2008 como se puede evidenciar en el siguiente extracto: “El QE que llevó a cabo la FED se dividió en tres fases iniciando en noviembre de 2008 y terminado totalmente en octubre de 2014, caracterizado por la compra de bonos del tesoro y Mortgage Backed Securities (MBS) que son titularizaciones hipotecarias” (Gandini, 2017)
Esta nueva política de la FED de poner fin a la emisión de masa monetaria anudada con el aumento de la tasa de interés conllevo a la fuga de capitales desde las periferias hacia las metrópolis e incidió, entre otras dinámicas, en el desplome de los precios de las Commodities como se puede evidenciar en la siguiente gráfica.
En la anterior grafica se evidencia el desplome de los precios en dólares de los productos agrícolas, de los metales y en particular el desplome de los precios de la energía que contiene los hidrocarburos a mediados del año 2014 coincidiendo con el fin de la política de flexibilización cuantitativa y la puesta en marcha del aumento de las tasas de interés por parte de la Fed que conllevara a un deterioro de las cuentas corrientes de los países periféricos como se puede evidenciar en el siguiente tabla:
En la anterior tabla podemos observar el deterioro de la cuenta corriente de algunos países de América Latina entre el año 2012 y 2018, lo que atestigua el deterioro de las condiciones internacionales de intercambio, ocasionando la puesta en marcha del aumento de la deuda pública y privada en la región como fuente de contención de las crisis fiscales que origino el proceso contractivo desde los Estados Unidos y su incidencia en el nuevo régimen de acumulación, como se evidencia en el siguiente extracto.
“Las economías latinoamericanas atraviesan una etapa compleja en términos económicos. Uno de los principales problemas de la región es, nuevamente, la dificultad para cerrar las cuentas externas. El balance de pagos de América Latina enciende las luces de alarma en cualquier análisis estructural (…) El rojo fue en 2017 de 81 mil millones de dólares.” (Kucher, 2018)
Este deterioro de las condiciones de intercambio internacional a partir de mediados del año 2014 se puede evidenciar en la balanza comercial y en la balanza de pagos en los últimos años en América Latina, conllevado esto a un aumento dramático de la emisión de deuda pública y privada como fuente de manutención del sistema como se puede evidenciar en la siguiente gráfica.
En la anterior grafica podemos observar como la deuda externa en millones de dólares entre 2014 y 2018 en América Latina aumenta hasta un 18% en proporciones del PIB. Un índice dramático si se tiene en cuenta que este solo manifiesta el crecimiento neto de la deuda en dólares y no su incremento de precio derivado de la depreciación de las monedas periféricas con relación al dólar.
Este deterioro de las economías periféricas se debe al aumento de las tasas de interés en los Estados Unidos que viene a ser el detonante de la reubicación de los capitales en busca de rentabilidad, debido a estas dinámicas contractivas los capitales migran desde los países periféricos y en particular desde América Latina hacia las metrópolis por medio de la rentabilidad que asegura una tasa de interés cada vez mayor velada por la Reserva Federal de los Estados Unidos.
Aunque la tasa de interés en Estados Unidos se encuentra en rangos todavía bajos de 2 y 2,25% se observan grandes flujos de capital que emigran desde las periferias hacia las metrópolis, debido a la caída de los precios de las Commodities y a los rumores cada vez más concretos de un aumento de la tasa de interés más rápido en el futuro cercano.
Aunque los precios de las commodities y en particular el precio de los hidrocarburos ha aumentado en los últimos dos años 2017 y 2018 esto no equivale a una reconfiguración del escenario económico y del proceso contractivo del régimen de acumulación financiero, sino que se debe a los grandes deterioros de las economías periféricas y en particular de los gobiernos progresistas que fueron golpeados de mayor manera por el proceso contractivo anudado a las sanciones de Estados Unidos, las sanciones a países productores de petróleo como el caso de Irán y la reducción transitoria de la oferta por parte de Estados Unidos tras los desastres naturales de las regiones productoras de hidrocarburos.
Esta dinámica se complejiza debido el aumento de los precios al consumidor en los países periféricos y en particular en América Latina. Por ejemplo, el paso del indicador del precio al consumidor de +4% en 2007 a +36% aproximadamente en el año 2015 en América del Sur y el caso más dramático Venezuela que pasa de un +2% en 2007 a un +65 aproximadamente en el año 2015, como se puede evidenciar en la siguiente gráfica, y el cual ha seguido en un aumento exponencial y dramático debido a las dinámicas de contracción del nuevo régimen de acumulación.
Este contexto en los países periféricos evidencia una latente preocupación por la tasa de cambio con relación al dólar, los desequilibrios en las balanzas de pagos y la fuga de capitales que ha desembocado en aumentos de las tasas de interés que por ejemplo ha llevado a la Argentina a tasas de interés de más del 60% a mediados del año 2018 como fuente de retención de capital como se puede cotejar en el siguiente extracto.
“Argentina sube la tasa de interés al 60%, la más alta del mundo y que casi triplica la de Venezuela (…) Argentina ya contaba con la tasa de interés más alta del mundo después de que se decidiera aumentar esa referencia al 40% en mayo pasado.” (BBC News Mundo, 2018)
Pero no solo Argentina vive un aumento de las tasas de interés, también Colombia, Ecuador y México han manifestado su iniciativa en el aumento de la tasa de interés, esto como reflejo de los aumentos de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos, que se piensan recrudecer en el devenir cercano.
Esta dinámica de conjunto tiene incidencias directas en los regímenes de América Latina, manifestando una estrategia de intervención geopolítica y geoeconómica desde las metrópolis hacia los países periféricos y en mayor medida a los países denominados progresistas que serán los más afectados por dichas dinámicas de manipulación internacional del mercado. [3]
El deterioro de los términos de intercambio y la fuga de capitales, generan y es parte fundamental de la devaluación de las monedas periféricas con respecto al Dólar, infligiendo una gran carga a las importaciones de carácter esencial y básica como son alimentos y medicinas, debido pues a que a una menor masa de dólares en el mercado local de los países periféricos incide directamente en la revaluación de esta y por ende en la devaluación de las monedas locales.
Este proceso ha acarreado tasas de devaluación que van desde los 30 a 40% de las monedas periféricas hasta niveles de tres y cuatro cifras como es el caso de Argentina y de Venezuela. Como se evidencia en el siguiente extracto en tan solo un mes se vivieron devaluaciones de hasta dos dígitos en algunos países de América Latina.
“En la región se puede observar, por ejemplo, cómo entre el 20 de abril y el 20 de mayo países como Argentina, Brasil, Colombia y Chile sufrieron devaluaciones del orden del 20,6%, 9,3%, 6,4% y 5,9%, respectivamente”. (Wahren, Devaluaciones en América Latina: ¿un problema local o externo?, 2018)
Esta dinámica tiene por lo menos dos estrategias de acumulación: por un lado, el aumento del precio de sus exportaciones, y por el otro lado, el aumento de la rentabilidad y masa de la deuda pública debido a la devaluación de las monedas de América Latina, como se puede evidenciar en el siguiente gráfico.
Es dramática la situación de la deuda pública a nivel mundial y claro está en América Latina si tenemos en cuenta que los índices de devaluación son correlativos al aumento del precio de la deuda pública y privada puesta en dólares que para el año 2018 para los países de América Latina se encuentran en la franja de 40 a 70%.
Este proceso conlleva a graves crisis económicas en los países periféricos lo que ha generado diferentes reformas fiscales, políticas de ajuste estructural y manifestación de guerras de corte económico, donde se amplifica la concentración y acumulación de capital ficticio realizado en el proceso expansivo.
Este breve recorrido atestigua como existe un círculo vicioso de expansión y contracción del capital como fuente de valorización del capital ficticio por medio de las crisis implementadas por la manipulación del marcado internacional similares al caso de la década perdida y el contexto que vive hoy por hoy América Latina, por medio del nuevo régimen de acumulación financiero y en concreto del nuevo sistema imperialista de E.E.U.U.
En tanto en el campo geoestratégico se impone una crisis fiscal a los países periféricos y en particular a los Estados de América Latina, ocasionando crisis en los gobiernos y particularmente en los regímenes progresistas los cuales se encuentran en su mapa de intervención, implantando por medio de la violencia estructural y socioeconómica nuevos gobiernos totalmente serviles y de corte totalmente austeritario como es caso de Argentina con Mauricio Macri, de Brasil con Michel Temer y Jair Bolsonaro, y Ecuador con Lenin Moreno, entre otros.
Este proceso contractivo aumentará con el recorrido del tiempo y conllevará graves consecuencias en términos de justicia social, igualdad y dignidad de nuestros pueblos, tan solo la construcción de poderes alternativos y de izquierda que se piensen la integración comercial horizontal y solidaria en los países periféricos y en particular en Nuestra América permitirá romper el ciclo del nuevo régimen de acumulación.
Como plantearía Walter Benjamín, aunque el nuevo contexto nos arroje a la desilusión de la razón en nuestros países existe el optimismo de la voluntad de construir un mundo más humano basado en el valor de uso y no en el de cambio como fin de una sociedad más justa.
BIBLIOGRAFÍA
Arena Publica. (11 de Noviembre de 2017). Aumentarán los precios del petróleo y productos agrícolas en 2018. Obtenido de Arena Publica: https://www.arenapublica.com/articulo/2017/11/02/7836/precio-barril-petroleo-2018-banco-mundial-exportacion-energeticos-predicciones
BBC News Mundo. (30 de Agosto de 2018). Argentina sube la tasa de interés al 60%, la más alta del mundo y que casi triplica la de Venezuela. Obtenido de BBC: https://www.bbc.com/mundo/noticias-45363180
BLOOMBERG. (3 de Julio de 2018). Trump presiona a Arabia Saudita por los altos precios del petróleo. Obtenido de Portafolio: https://www.portafolio.co/internacional/trump-presiona-a-arabia-saudita-por-altos-precios-del-petroleo-518673
Brenner, R. (2013). La economía de la turbulencia global. Mexico: Ediciones Era, S.A.de C. V.
Echeverría, B. (7 de junio de 2013). Violencia y Modernidad. Obtenido de Marxismo Critico: https://marxismocritico.com/2013/06/07/violencia-y-modernidad/
Fattorelli, M. L. (2013). Auditoria ciudadana de la deuda publica. En M. L. Fattorelli, Financiarización mundial, crisi y endeudamiento publico (págs. 11-40). Brasília: Inove Editora.
Furtado, C. (1990). EconomÍa Mundial: Transformaciones y crisis . Bogotá: Tercer Mundo Editores.
Galindo , C., & Gómez , J. (25 de Junio de 2016). Crisis del capitalismo periférico y la bancarrota del extractivismo. Obtenido de CADTM: http://www.cadtm.org/Crisis-del-capitalismo-periferico
Gandini, G. (27 de Septiembre de 2017). ¿Qué es el QE y por qué tiene a la Fed de cabeza? Obtenido de DINERO: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/que-es-el-qe-y-por-que-tiene-a-la-fed-de-cabeza-gregorio-gandini/250343
Kucher, F. (19 de Julio de 2018). La caída de la Inversión Extranjera Directa en Latinoamérica. Obtenido de CELAG: http://www.celag.org/caida-inversion-extranjera-directa-latinoamerica/
Marini, R. (1990). América Latina en la encrucijada. Obtenido de Ruy Mauro Marini: Escritos : http://www.marini-escritos.unam.mx/069_america_latina_encrucijada.html
Müller, A. (15 de Marzo de 2015). La magia del ‘Quantitative Easing (QE)’. Obtenido de Semana Economica: http://semanaeconomica.com/reflexionesdepoliticamonetaria/2015/03/25/la-magia-del-quantitative-easing-qe/
Ocampo, J. A. (2014). La crisis latinoamericana de la deuda desde la perspectiva histórica . Santiago de Chile: Editorial CEPAL.
Toussaint, E. (18 de Noviembre de 2014). Corea del sur: el milagro desenmascarado. Obtenido de Comite Para la Abolición de las Deudas Ilegitimas: http://www.cadtm.org/Corea-del-Sur-el-milagro,1869
Wahren, P. (6 de Julio de 2018). Devaluaciones en América Latina: ¿un problema local o externo? Obtenido de CELAG: http://www.celag.org/devaluaciones-america-latina-problema-local-o-externo/
Notas
[1] Para más información sobre el nuevo régimen de acumulación desde la década de los 70 y de corte imperial de Estados Unidos remitirse a (Brenner, 2013) y (Harvey, 2004)
[2] Para mayor acercamiento a las dinámicas y rasgos específicos de la financiarización remitirse a François Chesnais y Michel Husson
[3] Para una mayor documentación revisar (Galindo & Gómez, La caída de los precios del petróleo, la devaluación del peso y el aumento de la deuda pública, 2014
Para consultar el artículo con tablas descargue el artículo completo en la siguiente liga: http://www.cadtm.org/spip.php?page=imprimer&id_article=16811
El comercio de América Latina con la región del Indo-Pacífico se ha dinamizado en la última década. Esto ha sido causado por la emergencia de China como potencia económica y por los esfuerzos de los mecanismos de integración latinoamericanos. En este lapso, las exportaciones de ALyC hacia la Unión Europea disminuyeron y con Estados Unidos se desaceleraron. Para los países latinoamericanos y caribeños, el cambio del centro de la economía mundial a la cuenca del Pacífico significa la oportunidad de disminuir su histórica dependencia con Occidente y el Atlántico Norte.
El regionalismo en el Indo-Pacífico se ha limitado a intereses comerciales. China es el actor principal en este proceso con su Iniciativa de la Franja y la Ruta. Un elemento significativo de ello es la creación de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés); con el 30% del PIB mundial, los países de la RCEP representan una alternativa para América Latina.
El regionalismo latinoamericano, en sus diferentes vertientes, se ha convertido en una forma de conectarse con otras regiones. La Alianza del Pacífico (AP), integrada por Chile, Colombia, México y Perú, apuesta por el libre comercio en la lógica neoliberal; por tanto, su vinculación externa se da en esos términos. En cuanto a su relación con Asia-Pacífico, este mecanismo cuenta con un acuerdo de cooperación con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y un Acuerdo de Libre Comercio con Singapur.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) es principalmente un espacio de concertación política; sin embargo, en cuanto a cooperación económica, destaca el Foro CELAC-China. En este se ha propuesto dejar de utilizar el dólar para las transacciones comerciales. La CELAC ha tenido acercamientos con India, Japón y la ASEAN, pero la relación aún es poco significativa.
Centroamérica y el Caribe presentan pocos nexos con Asia-Pacífico. En el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), Corea del Sur, India, Japón y Taiwán son socios para el desarrollo. Algunos países de esta subregión aún reconocen a Taiwán como Estado independiente. Por ello, la relación con Beijín no había sido estrecha; sin embargo, esto cambió a raíz del interés de Centroamérica en atraer financiamiento para infraestructura y tecnología desde la República Popular de China.
América del Sur es el bastión del comercio e inversiones chinas, también es la subregión más conectada económicamente con Asia-Pacífico. El MERCOSUR tiene un Acuerdo Preferencial de Comercio con India; Perú y Chile forman parte de la AP y del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP11). Brasil, la economía más grande la región, forma parte del Grupo de los BRICS lo que implica un vínculo comercial estrecho con China, India y Rusia.
El principal destino de las exportaciones latinoamericanas es Asia-Pacífico. Esta tendencia se puede observar en la última década (2011-2020) en cinco de las seis economías más grandes de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, y Perú). A diferencia de sus pares sudamericanos, México aún tiene como mayor socio comercial a Estados Unidos.
Las exportaciones de las cinco economías más grandes de Sudamérica hacia los países de la RCEP superan por mucho a las que tienen por destino Estados Unidos y la Unión Europea. Las exportaciones hacia países de la RCEP crecieron, entre 2011 y 2019, en un 24% para Argentina, 28% para Brasil, 90% para Colombia, 60% para Perú y 2% en el caso chileno. En el mismo periodo, las exportaciones hacia Estados Unidos disminuyeron 2% para Brasil, 6% en Perú y 38% para Colombia; en Argentina y Chile sí se registró crecimiento (8% y 14% respectivamente).
El caso de México es ligeramente distinto al de Sudamérica. Estados Unidos es su principal socio comercial, el segundo es el bloque de la RCEP. Las exportaciones con destino a Asia-Pacífico han superado el comercio con la Unión Europea. Las exportaciones mexicanas han aumentado, entre 2011 y 2019, un 61% hacia la RCEP, 36% a EE. UU. y 34% a la UE.
El multilateralismo transpacífico está atravesado por el reacio intento de Estados Unidos por conservar su hegemonía. El Grupo QUAD (Australia, Japón, India y EE. UU) es otro proyecto alineado a los intereses geopolíticos estadounidenses. El Marco Económico para la Prosperidad del Indo-Pacífico (IPEF por sus siglas en ingles) es la iniciativa que impulsa Joe Biden para recuperar influencia en la región. El IPEF busca competir con la RCEP; sin embargo, los países del Sudeste asiático encuentran mejores oportunidades económicas y comerciales con China. Lo que le interesa a Washington en el Indo-Pacífico es contener a China, no el comercio o la integración.
China comienza a liderar por el lado de la persuasión económica, Estados Unidos opta por la coacción política y militar. El eje Atlántico noroccidental está enfrascado en una narrativa anacrónica; al mismo tiempo, Asia-Pacífico apuesta por el pragmatismo económico. Para América Latina este escenario es favorable para la diversificación de sus exportaciones, atracción de inversión en infraestructura, tecnología y de fuentes de financiamiento desde Beijín.
Los países de América Latina y el Caribe reafirmaron hoy el Consenso de Montevideo como la base de una hoja de ruta integral y estratégica para la acción nacional y regional, durante la clausura de la tercera reunión de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo que culminó este jueves en Lima, Perú.
La ceremonia de cierre fue encabezada por Ana María Mendieta, Ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables de Perú, Mario Cimoli, Secretario Ejecutivo Adjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y Dereje Wordofa Gidda, Director Ejecutivo Adjunto del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
A la reunión asistieron 192 delegados de 32 países miembros de la CEPAL y un miembro asociado, además de 82 representantes de organismos del Sistema de Naciones Unidas e intergubernamentales y 320 personas de la sociedad civil.
“La presencia de las más altas autoridades en esta reunión muestra el compromiso de los Gobiernos con la implementación del Consenso de Montevideo, compromiso que permite reforzar nuestro optimismo sobre el cumplimiento de todas las medidas necesarias para promover la igualdad y el respeto por los derechos humanos”, afirmó la Ministra Ana María Mendieta.
Agregó que la Conferencia Regional “ha vuelto a demostrar que más allá de los avances logrados durante los últimos años quedan aún muchos desafíos por delante que nos comprometen a acelerar la adopción de medidas en distintos ámbitos”.
La autoridad se refirió también a la Presidencia de la Mesa Directiva de la Conferencia sobre Población y Desarrollo que desde ahora recae en Perú y señaló que “cumpliremos con la mayor responsabilidad y compromiso. Tengan todos ustedes la certeza de que en el año 2020 pasaremos la posta con la tarea cumplida”.
Mario Cimoli, en tanto, manifestó la satisfacción de la CEPAL no solo por el exitoso desarrollo de la reunión sino también por su destacado resultado. “Hemos cumplido con el objetivo mayor que teníamos que es que todos los países miembros han reafirmado el Consenso de Montevideo como la hoja de ruta de la región para el cumplimiento del Programa de Acción de El Cairo después de 2014, con las especificidades regionales que contempla nuestro instrumento”, afirmó.
El Secretario Ejecutivo Adjunto de la CEPAL felicitó a los países por el nivel de compromiso que tanto sus Gobiernos como la sociedad civil tuvieron durante el proceso de evaluación nacional y regional del Consenso de Montevideo. “Veintitrés países han entregado sus informes nacionales y han dado cuenta de los avances realizados en los distintos ámbitos temáticos del Consenso. Y si bien los informes revelan avances importantes, persiste una gran heterogeneidad entre los países y dentro de ellos”, advirtió.
Dereje Wordofa destacó que en los tres días de la Conferencia “hemos escuchado la llamada repetida, desde cada rincón de esta sala y cada rincón de la región, de que no debemos dejar a nadie atrás, mujeres y niñas, hombres y niños, jóvenes, personas mayores, personas LGBTI, afrodescendientes, pueblos indígenas, personas discapacitadas, migrantes, cualquier persona que experimente pobreza, exclusión o discriminación”.
Añadió que “nuestra responsabilidad moral, capturada en el núcleo del Consenso de Montevideo, es no dejar a nadie atrás y para lograrlo primero debemos llegar más lejos. Las personas lo exigen, tienen derecho a él, el desarrollo sostenible depende en él”.
Al término de la Conferencia los países aprobaron un proyecto de resolución en el que, entre otros, se comprometen a acelerar el cumplimiento de las medidas prioritarias relevantes del Consenso de Montevideo a través de la asignación adecuada de recursos y la creación y el fortalecimiento de mecanismos institucionales para su implementación y seguimiento.
También exhorta a los países a desarrollar estrategias y políticas públicas nacionales con perspectiva de género e interculturalidad y participar en las iniciativas regionales dirigidas a las personas mayores en relación con la implementación y el seguimiento del Consenso de Montevideo y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, y a que continúen adoptando medidas para garantizar el ejercicio de sus derechos humanos y dignidad.
Finalmente, la resolución celebra la presentación, por parte de la CEPAL, del Proyecto de primer informe regional sobre la implementación del Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo, así como de la Propuesta de Plataforma virtual para contribuir al seguimiento regional del Consenso los que serán revisados por los países que integrarán sus observaciones, comentarios y sugerencias.
“Made in China 2025” es un plan maestro industrial, anunciado por el Consejo de Estado chino en 20151, cuyo propósito es consolidar a la economía asiática como una superpotencia mundial, a través de la innovación tecnológica en las actividades manufactureras como eje central. Esta política industrial no sólo tiene objetivos específicos para el 2025, sino hasta el 20492, en el centenario de la fundación de la República Popular de China y del maoísmo, como contexto.
Esta estrategia lleva implícito el proyecto político-económico “Belt and Road”3, también conocido como “Nueva Ruta de la Seda”, debido a que reconstruye las antiguas rutas comerciales que unían a las civilizaciones de Asia, en particular, vinculaba a China con África y Europa en el siglo XIX, incorporando una ruta marítima paralela. Belt and Road tiene el propósito de generar el 55% del PIB mundial4, con implicaciones económicas sobre el 75% de las reservas energéticas y el 70% de la población mundial, para el año 2049.
De esta forma, el presidente chino Xi Ping, considerado el líder político chino más influyente después de Mao Zendong, con su credo del resurgimiento de La Gran Nación China, une a las diversas economías del globo, bajo los cinco pilares de Coexistencia Pacífica5: respeto mutuo a la soberanía e integridad territorial; acuerdo mutuo de no agresión; acuerdo mutuo de no intervención en los asuntos internos; igualdad y el beneficio mutuo; coexistencia pacífica. Es casi la inversa perfecta de EEUU para América Latina. Aunque este discurso suena seductor para las economías emergentes, habrá que conocer cuál será el costo de oportunidad social y económico de subirse al tren Made In china 2025.
En este sentido, las inversiones económicas y en infraestructura que realiza China, en diversos países del globo, como parte de sus estrategias industriales, pone a prueba la supremacía de las principales economías y corporaciones mundiales actuales, además de colocar a China como líder en innovación, con la capacidad de influir en los estándares globales y las cadenas de suministro. Ante este panorama, ¿cuáles son las implicaciones de América Latina y el Caribe (ALC) en el alcance de los objetivos de Made in China 2025?
En los últimos años, China ha manifestado interés económico y geopolítico en los diversos países de ALC. Muestra de ello es la fuerza comercial que, a través del crecimiento de las exportaciones e importaciones, ha tenido el bucle ALC-China. Sin embargo, China mira a los países sudamericanos como proveedores para materias primas y, en algunos casos, como una fuente de financiamiento para inversiones en infraestructura,6 mientras los países de la Cuenca del Caribe considera a China un dragón benéfico7, al recibir paquetes económicos para el desarrollo social. Para China el comercio con el Caribe es minúsculo en comparación con el resto del mundo, empero, su interés en esta región es principalmente geopolítico, al desplazar a Taiwán de las fuentes de materia prima en el largo plazo e instalarse en la Cuenca, incomodando a Cuba, mientras EEUU se limita a militarizar la relación con la región.
Actualmente, aunque son muchos los países de ALC considerados en el proyecto Belt and Road, Panamá es el único que ha firmado un memorándum de participación dentro de este marco. Al respecto, en el segundo Foro de China con los Estados Latinoamericanos y caribeños (ECLAC), celebrada en enero de este año8, los funcionarios chinos se refirieron a ALC, como una “extensión natural” de Belt and Road, añadiendo que la región es un “ participante indispensable” en su construcción.
Con lo anterior, es evidente que la región de ALC tiene vínculos comerciales estrechos con el mecanismo central de la economía mundial del siglo XXI. No obstante, lo está haciendo de la manera errónea, ya que no existe una diversificación en los bienes y servicios que se comercializan. Como se observa en el Gráfico 2, la mayor parte de las importaciones de China desde ALC son commodities, manteniéndose una relación centro-periferia.
Es también evidente que el déficit comercial de México con China representa el grueso del déficit comercial de toda América latina con el gigante asiático. Los países de la Cuenca del Caribe, incluyendo Mesoamérica, tienen un deficit explicado esencialmente por el tamaño del déficit mexicano.
Es inminente la incorporación de la región ALC como el engrane en la máquina Made in China 2025, al representar el papel de proveedor de materias primas importante, así como un consumidor potencial de manufacturas. Es esencial que los gobiernos de los dos subbloques de ALC, próximos a incorporarse al proyecto industrial chino, consideren la integridad y diversificación comercial, sus alcances.
La situación a 2017 es que el promedio del déficit comercial con China de los países de la Cuenca del Caribe suma 93.4% del total de los flujos comerciales con ellos. El más grave es San Vicente que no le exporta nada a China y el menos grave es Trinidad y Tobago que tiene un déficit de 54% del total comerciado. Ellos le exportan petróleo. Esto indica que la Cuenca del caribe y Centro América no ofrecen bienes y servicios hacia China, sino se limitan a comprar. México, en ese escenario, compra insumos para la industria ensambladora para fabricar para el mercado estadounidense. Su déficit con China suma el 84% de lo que comercia con ellos.
En Sudamérica la situación es distinta. China invierte en minas, sobre todo, y compra grandes producciones agrícolas. De este modo el déficit sudamericano promedio es de 20.7% del total comerciado, habiendo países superavitarios como los mineros del Pacifico y Brasil y deficitarios como Paraguay. Bolivia, Ecuador, Argentina y Uruguay.
El tamaño del déficit comercial mexicano con China equivale al 88% del déficit latinoamericano con China, por su inmenso tamaño. Es 71,881 millones de dólares de un déficit total agregado de los 22 países de 81,028 millones de dólares. Por el tamaño del déficit, México compra Made In China en forma abrumadora sin vender casi nada a cambio. Aparentemente, China compra materias primas y vende productos industriales, siguiendo el viejo patrón del dependentismo latinoamericano del siglo XIX.
1http://english.gov.cn/state_council/ministries/2017/10/12/content_281475...
2 https://www.merics.org/sites/default/files/2017-09/MPOC_No.2_MadeinChina...
3 Para mayor información consultar la página oficial de Bel and Road del gobierno de China en: https://www.yidaiyilu.gov.cn/
4 https://www.alainet.org/es/articulo/192143
5 http://cr.chineseembassy.org/esp/xwdt/t1173044.htm
6 https://revista.drclas.harvard.edu/book/made-china-2025
7 https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/00358533.2010.484144?scroll...
Acuerdos Comerciales y Países que los Integran
Fuente: Elaboración Propia en base a datos de SICE (Sistema de Información Sobre Comercio Exterior) www.sice.oas.org
ACUERDOS COMERCIALES POR BLOQUE ECONÓMICO:
América del Norte
América del Sur
Centroamérica y el Caribe
Comunidad Andina
América del Norte
América del Sur
Centroamérica y el Caribe
Comunidad Andina
Fuente: Elaboración Propia en base a datos de SICE (Sistema de Información Sobre Comercio Exterior) www.sice.oas.org
* Los Acuerdos Marco se refieren a que éste es firmado entre un sindicato mundial y una empresa multinacional con el fin de establecer mecanismos que permitan el cumplimiento de los estándares laborales mínimos en todas las plantas que esa empresa posea en el mundo, y muchas veces también en las empresas subcontratistas y tercerizadas.
1948 - Comisión Económica para América Latina (CEPAL) Naciones Unidas.
1951 - Organización de Estados Centroamericanos (ODECA/SICA).
1960 - Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) sustituida por la actual ALADI.
1960 - Mercado Común Centroamericano (MCCA) en http://www.sice.oas.org/default_e.asp Febrero 14, 2012.
1969 - Comunidad Andina de Naciones (CAN).
1973 - Comunidad del Caribe (CARICOM).
1975 - Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA).
1980 - Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
1991 - Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
1991 - Iniciativa para las Americas (IPA).
1993 - Sistema de Integración Centroamericana (SICA).
1994 - Alianza para el Desarrollo Sostenible (ALIDES).
2004 - Comunidad Sudamericana de Naciones, evolucionó a UNASUR.
2004 - Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
2008 - Unión de Naciones Panamericanas (UNASUR).
2012 - Alianza del Pacífico.
A partir del 24 de febrero del 2010 se crea la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños como un esfuerzo más por consolidar la integración regional en diferentes ambitos y sin la participación de Estados Unidos y Canada.
Este nuevo organismo estará integrado por 32 paises incluido Cuba, de esta forma se buscará dar salida a problemas diplomaticos y políticos que en el pasado no dieron resultado como la reacción al golpe de estado en Honduras.
Este organismo iniciará su funcionamiento formal a partir del acuerdo de sus estatutos, en Venezuela el proximo año.
Asia está buscando completar un acuerdo económico importante a principios de 2017 que ofrece la oportunidad de levantar su crecimiento cercano al potencial mediante la liberalización y la cooperación regional. El acuerdo de asociación económica integral (RCEP) es la respuesta de Asia para el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y anuncia la siguiente fase en la cooperación económica de Asia. Pero RCEP es cualitativamente diferente a la cooperación anterior en Asia y para su consolidación se requerirá una enorme voluntad política.
La cooperación económica y el aumento de la interdependencia económica en Asia oriental se produjeron sin acuerdos regionales preferenciales, a diferencia de Europa a través de la UE o en América del Norte con el TLC. Sin embargo, la integración económica en Asia Oriental por la mayoría de las medidas está a la par con la de estas otras regiones.
La idea de que la apertura al comercio y la inversión es necesaria para el crecimiento, el desarrollo y la prosperidad ha cobrado fuerza en el Este de Asia en los últimos años, países del sur de Asia aún tienen que establecerse en ese consenso. El peso creciente de las economías del Este de Asia en la economía internacional, combinadas con su proximidad y la complementariedad de sus economías, es por qué las relaciones económicas asiáticas intra-oriental han crecido tanto. La relación comercial entre Japón y China, por ejemplo, es la tercera más grande del mundo. La India se está uniendo poco a poco al paquete.
A medida que las economías de Asia oriental han aumentado la escala de ingresos (Japón, Corea, Hong Kong y Singapur ya son las economías de altos ingresos ) sus intereses de política económica internacional han pasado de comercio de bienes e inversión directa, al comercio de servicios, inversiones en las redes de producción e inversión financiera en el mercado a través de la cuenta de capital. La agenda de cooperación económica en Asia oriental ahora abarca todas estas cuestiones.
La diversidad de las economías y sistemas políticos regionales, y las dificultades derivadas del bagaje histórico y político entre ellos, ha dado forma a la naturaleza de la cooperación económica en Asia
El estancamiento del multilateralismo ha dado origen a acuerdos megaregionales con el potencial de incluir o excluir países y así tener una mayor importancia en el sistema global. La protección de sectores estratégicos impulsados por las grandes economías ha ocasionado grandes debates sobre este tipo de acuerdos.
El TPP incluye a los miembros del Pacífico oriental de la APEC - los Estados Unidos, sus socios del TLC México y Canadá más Chile y Perú - así como los miembros RCEP Australia, Japón, Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam. Sin embargo, China, Indonesia, Corea, la India y los demás países de la ASEAN, dejar un gran agujero en el TPP. El RCEP es en parte una respuesta al TPP.
El RCEP incluye los países menos desarrollados en el sudeste de Asia y otros como la India que están más atrás tanto económicamente como en el comercio y la reforma económica. Las ganancias derivadas de la apertura de estas economías y apuntalar la reforma interna nacional a través del refuerzo regional es enorme.
China e India no serán capaces de unirse a la TPP en el corto plazo y, como argumenta Drysdale, 'un ambicioso y de alta calidad RCEP puede contrarrestar el comercio y la desviación de la inversión del TPP y trabajar para integrar toda la región de Asia Pacífico. La exclusión del TPP no es sólo un problema de China e India, miembros de la ASEAN no forman parte del TPP y también tendrá que luchar para unirse en un futuro próximo, creando serios líneas de falla en el progreso hacia la integración económica de Asia Oriental. Ya que algunos fabricantes se están moviendo desde China a Vietnam para tomar ventaja de un mejor acceso al mercado de Estados.
El TPP es considerado por muchos como un acuerdo de mayor calidad debido a las nuevas cuestiones que introdujo tales como protección de la propiedad intelectual más estrictas, la liberalización del flujo de datos y nuevas disposiciones de solución de diferencias. Algunos de estos aspectos será ayudar a las economías abiertas y dar un impulso a la reforma, pero no todos.
Claramente el RCEP incluirá una agenda de cooperación económica en curso que proporciona apoyo de compañeros regional para la reforma institucional interna. Como dice Drysdale, la "agenda de cooperación económica establece al RCEP como un vehículo importante para la construcción de la confianza económica y política en la ejecución de la próxima gran transformación estructural a través de Asia, entre China, la India, el noreste de Asia y el sudeste de Asia.
La elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos (EU) fue previsible en la medida que era la expresión del malestar de occidente generado por la caída del crecimiento económico, los problemas de productividad, la caída de los salarios y la tendencia general en las sociedades más desarrolladas a buscar refugio en el bienestar de su pasado onírico. El nacionalismo de derecha rebautizado populismo de derechas se ha internacionalizado. Es neo fascismo en la medida de una comunión con un proyecto alimentado de xenofobia, racismo, misoginia y todo tipo de virulencia social. El fascismo era anti bolchevique. El neo fascismo no lo es por su inexistencia, pero al igual que el fascismo teme por la pérdida del poder de su sociedad.
No fue por el trabajo de marketing político que el candidato consiguiera despertar lo irracional en la ciudadanía. Trump al igual que Farage en Gran Bretaña, Le Pen en Francia y otros similares en el resto de Europa han logrado despertar esta irracionalidad y, encima, culpar a los sectores débiles de la sociedad de su malestar; crean chivos expiatorios para descargar la frustración ante la falta de perspectiva política y crecimiento económico.
La elección americana, al igual que la británica, fue el resultado de profundas contradicciones sociales construidas por la decadencia de un sistema capitalista hegemónico en crisis. Europa enfrentará en 2017, por las mismas razones, la continuación de estos giros. La desglobalización viene liderada por el neofascismo y no por la izquierda, acompañada de una polarización de las sociedades y no por su integración.
El presidente electo de EU abre un escenario económico en muchos aspectos, incierto. Sin embargo, ha mostrado rasgos que parecen engancharse a una lógica que cobra cada vez fuerza en el rumbo económico global: aumento de la intervención del Estado en la gestión de la economía y papel creciente del gasto público; disminución del libre mercado; y fortalecimiento del mercado interno. La incertidumbre descansa sobre cuáles son sus grados de libertad internos y externos; y qué quiere decir un gabinete casi íntegramente relacionado a Wall St. en este escenario.
Donald Trump prometió, en campaña, abandonar el acuerdo de integración económica en la región del Pacífico (TPP) que la administración del presidente Obama consideró fundamental para el rumbo del comercio internacional. El acuerdo del TPP era una iniciativa unilateral americana negociada a lo largo de más de seis años de negociaciones,1 para el crecimiento económico y el control sobre la Cuenca del Pacífico, con el cual se vincularía a 12 países a partir del pacto regional más grande de la historia, casi el 40% del Producto Interno Bruto Global y más de un tercio del mercado internacional.2
No obstante la potencial fuerza económica y geopolítica que podría implicar dicho acuerdo, el diagnóstico que el ahora presidente electo encontró, con un xenófobo y racista nacionalismo, fue que con este tratado se permitiría a China tomar ventaja sobre todos los integrantes. La reacción del presidente Chino al escuchar dicho anuncio fue, durante las reuniones del APEC3 en Lima, incorporar a los países americanos a la iniciativa china del Área de Libre Comercio de Asia Pacifico (FTAAP por sus siglas en inglés a través del RCEP- La Asociación Económica Integral Regional).
Este singular revés que dio Trump a la culminación del más grande proyecto neoliberal reveló a un peligroso nacionalismo como política frente a la incertidumbre económica. Trump no comprendió que el unilateralismo de Obama era fortalecimiento comercial interno frente a un mercado que está desmantelando el multilateralismo. La reacción china fue instantánea y no dejó espacio para una segunda opinión del defensor de “América hagámosla grande otra vez”. Fortalecer a China, como se conseguirá con la salida del TPP no va resultar beneficioso para EU, si acaso, en cierta medida, solo a los países periféricos que quedan enclavados con el dinámico mercado chino.
Otro revés de giro político nacionalista se presentó, de manera más clara y menos virulenta, con el fenómeno del Brexit (“Britain exit”) sobre el cual la sociedad británica refrendó la salida del Reino Unido (UK) de la Unión Europea (UE). El referéndum, que pretendió ser una comprobación política de la vigencia de la UE, resultó ser la manifestación de rechazo y la voluntad salida de una de las estructuras insignia del neoliberalismo. Mostró las profundas desigualdades y contradicciones se generó entre los reinados británicos, Inglaterra (53% a favor de irse de la Unión Europea) y Gales (52% a favor) mientras que Escocia (62% en contra), Irlanda del Norte (55 % en contra).
En julio del 2018 Gran Bretaña se habrá salido de la UE y deberá de restablecer acuerdos bilaterales de todo tipo con el mundo para restablecer su comercio, flujos de personas, de capitales así como redefinir su postura en los tratados internacionales firmados con la UE. En cualquier caso, aunque aún no se conozcan cuáles serán estos términos de salida, este proceso es expresión, por lo pronto, del agotamiento y cambio político y económico del modelo neoliberal de acumulación y globalización que reprimarizó las exportaciones, bajó los salarios y frenó el crecimiento del PIB mundial.
Recientemente se observan tendencias que anuncian, por un lado, el fin del ejercicio de un mercado global que se dice autorregulado y, por otro, la gestación de una metamorfosis del mercado mundial. La interrogante es ahora si estas tendencias y las políticas bosquejadas son la respuesta correcta. Lo correcto para ellos no necesariamente es correcto para nosotros como demostró 1981 cuando el aumento del déficit fiscal y el freno de la política crediticias empujó la tasa de interés de Estados Unidos a niveles record de altos lanzando al mundo a una recesión y a América latina a la crisis de la deuda mientras Estados Unidos recuperaba su crecimiento perdido una década, antes en 1973.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, firmó acuerdos este domingo para la incorporación de su país a la iniciativa china del Cinturón y Ruta de la Seda, la cual involucra financiamientos de la nación asiática por 23 mil 700 millones de dólares, se informó oficialmente.
En el marco de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno, Fernández mantuvo una reunión “cordial, amistosa y fructífera” con su par chino Xi Jinping, en la que se selló el ingreso de Argentina como uno de los más de 140 países al Cinturón y Ruta de la Seda, una iniciativa diplomática china para ampliar su influencia estratégica en el mundo, mediante el impulso del comercio, la integración de mercados, financiamiento e inversiones multimillonarias del gigante asiático.
Así, Argentina se convierte en el primer país de gran tamaño de América Latina en incorporarse a esa iniciativa que han adoptado naciones en desarrollo y que es vista con cierto recelo por países más ricos, como Estados Unidos.
De acuerdo con un comunicado de la presidencia argentina, la nación sudamericana recibirá financiamiento en dos tramos, uno inicial de 14 mil millones de dólares divididos en diez proyectos de infraestructura y otros 9 mil 700 adicionales.
China también expresó su respaldo a Argentina en sus “esfuerzos para preservar la estabilidad económica y financiera” y se comprometió a “incentivar un mayor uso de las monedas nacionales en el comercio y las inversiones y facilitar a las empresas de ambos países la rebaja de los costos y la reducción del riesgo de cambio”, según el comunicado.
El documento señala que se promoverá “la inversión extranjera de China en la Argentina” en sectores estratégicos como energía y electromovilidad y las exportaciones del país sudamericano. “Se trabajará para ampliar la participación de los proveedores argentinos en las obras de infraestructura y se acelerarán las negociaciones sanitarias, fitosanitarias y las habilitaciones para estimular las exportaciones argentinas a China”, añade.
Además ambos países firmaron acuerdos para potenciar áreas de tecnología e innovación como el desarrollo verde, la economía digital, el ámbito espacial y educación y agricultura; así como energía nuclear, una línea de inversión que ha levantado polémica en el país.
Según datos de la presidencia argentina, China es el primer socio comercial extra-Mercosur del país, el segundo destino para las exportaciones agroindustriales y su primer inversor en energías renovables. A su vez, China financia diversos proyectos de infraestructura, energía y transporte, a lo que se suma la colaboración entre ambos países en materia de agricultura, educación, cultura y deportes.
En cuestiones diplomáticas, Argentina reiteró su apoyo “al principio de una sola China”, mientras que el gigante asiático mostró el suyo al conflicto sobre las islas Malvinas o Falklands que desde hace décadas enfrenta al país sudamericano con reclamos por su soberanía con Gran Bretaña.
It is fairy tale to suggest haters can be turned into lovers in days. But US President Donald Trump wrought such magic. In the course of 10 days, the unpredictable Republican firebrand made a U-turn from calling the European Union a “foe” to declaring that US and the EU “love each other”.
In an interview with CBS on July 15, Trump called the EU an economic “foe” and “possibly just as bad as China” on trade. But on July 25, Trump tweeted that the EU and US “love each other!” after he and European Commission chief Jean-Claude Juncker agreed to “launch a new phase” in the relationship, following their talks at the White House.
Trump’s abrupt change of attitude towards the long-time US ally came amid escalating transatlantic tensions over issues ranging from trade to defence, Iran and climate change that boiled over at the rancorous Group of 7 and Nato summits recently.
But what underscored the Trump-Juncker summit was not emotional sentiment but serious business as Washington and Brussels agreed to work to achieve an out-and-out free trade bloc, which will have “no tariffs, no barriers and no subsidies”.
If so, it was really “a big day”, as Trump put it, for world trade and for the global economy, one that will also have profound impact on geopolitics. Together, the US and the EU have the largest and wealthiest market in the world, with a population of more than 800 million accounting for more than half of world’s economic output. The US and EU also account for about US$1 trillion in transatlantic trade, also the largest bilateral relationship in the world.
The US-EU deal came just days after the signing of a landmark trade agreement between EU and Japan, which creates an open trade zone covering almost a third of global gross domestic product. It can be expected that a similar US-Japan agreement will be signed, while the US, Canada and Mexico will renew their free trade agreement.
All other developed economies, such as the UK, Australia and New Zealand, are likely to follow suit. The arrangement might also have attraction for some less developed major economies, such as India, Brazil, South Africa, and Asian export-oriented economies like South Korea, Singapore and Taiwan. A US-led and free economies-dominated new world trade system is on the horizon.
The World Trade Organisation will face its most serious challenge since its founding in 1995 as the organisation finds itself falling short of the expectations of many free economies.
These developments also constitute a serious challenge for China, as the world’s second-largest economy and largest merchandise exporter risks being excluded from the world’s largest open market.
Trump and Juncker pledged to work together to reform the WTO to address their common complaints about China, on issues such as rampant theft of foreign technology and intellectual property rights, the behaviour of state-owned enterprises, and subsidised exports of the industrial overcapacity in the country.
What underpins the free trade bloc are the shared values, trade, interests and security concerns among the developed economies, all of which contradict both China’s interests and philosophy.
After all, the US, the EU, the UK, Canada and Japan are all major free economies under the umbrella of the G7. They are also security allies with 22 of the EU’s 28 states being members of Nato, and many are also members of other US-led core institutions.
While presenting itself as a proponent of the free market and a champion of economic globalisation on the world stage, China’s communist leadership is shy of carrying out substantive reform to its party-led and state-dominated capitalism, for fear of undermining its absolute grip on power. This is also the chief source of China’s long-standing dispute with its major trading partners.
The biggest challenge is that China’s one party-ruled authoritarian political system will inevitably constrain its effort to fully embrace a truly free-trade institution.
Los países de América Latina siempre han declarado tener una estrategia de integración comercial que ofrezca mercados alternativos, en busca de mayor independencia económica y geopolítica de los grandes polos industrializados del resto del mundo. Sin embargo, los indicadores señalan que el comercio exterior desde los países de América hacia Estados Unidos, Europa y especialmente Asia, aumentan; mientras el comercio entre los países de la región, disminuye[1].
La realidad es que las políticas de integración regional han favorecido la exportación de las materias primas, es decir, conectar centros de producción de commodities con puertos y aeropuertos. Hasta hace pocos años, el impulso político y financiero detrás de este modelo de integración suramericana fue Brasil. Con su buque insignia: el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), que financió casi toda la cartera de proyectos de la Iniciativa para la Integración Regional Sur Americana – IIRSA, como: Vías, hidrovías, puertos fluviales y ferrocarriles que permitirían a la soja, la carne y los minerales brasileños llegar a los puertos del Pacífico. Sin embargo, el gigante del sur ha sufrido un duro revés tras el escándalo de corrupción entorno a Odebrecht-Lava Jato, además de la crisis política que viene pasando el país, con ello un súper-poder se ha propuesto reiniciar el proyecto, bajo sus términos: La China.
Con el Canal de Nicaragua paralizado por conflictos sociales y denuncias de violaciones a los derechos humanos y el Tren Bioceánico que sería concesionado a una empresa alemana sin atravesar la Amazonía, pasando por el sur de Perú hacia Bolivia, Uruguay y Brasil, la opción china es simple: Reemplazar al BNDES como impulsor de la cartera de proyectos IIRSA, especialmente las del Eje Amazonas.
Ya desde el 2014 tenemos información sobre las reuniones entre el Chinese Development Bank (CDB), el Banco de Exportaciones e Importaciones de China (EXIM Bank) y el Consejo UNASUR que controla la cartera. En aquella oportunidad el CDB aseguró qué “que el objetivo de la institución es apoyar la implementación de proyectos de infraestructura regional a fin de promover la sostenibilidad social y el desarrollo económico de los países de América del Sur[2]”. Asimismo, presentó las condiciones necesarias para el financiamiento de proyectos de infraestructura en América del Sur, entre ellas la de promover los vínculos comerciales entre China y el país impulsor del proyecto, fomentando la participación de China en las inversiones asociadas a estos megaproyectos y en la provisión de los servicios logísticos necesarios para su funcionamiento[3]. El paquete completo: Empresas chinas extrayendo las materias primas, empresas chinas construyendo la infraestructura que abarate sus costos de transporte, y a través de sus numerosos bancos ofreciendo préstamos para la cartera de megaproyectos de toda la región, por alrededor de 35 mil millones USD[4]. Una combinación peligrosa si recordamos que todo esto se piensa hacer encima de la frágil y valiosa cuenca amazónica. Más peligroso aún si recordamos que los gobiernos suramericanos, sin excepción están en una carrera por debilitar sus regulaciones ambientales y facilitar el acceso al uso de la tierra para las inversiones.
Finalmente, el gran problema es que estas inversiones vienen financiadas por bancos con salvaguardas que mejoran en el papel, pero que simplemente no se han estado cumpliendo. Habrá que estar muy atentos a los proyectos IIRSA en adelante. Mejores condiciones son necesarias para un verdadero desarrollo sostenible en nuestros países.
[1] http://www.redalyc.org/html/413/41331033008/
[2] http://www10.iadb.org/intal/cartamensual/cartas/Portada.aspx?CartaMensua... 437a-
8518-5f590057eb05
[3] http://www.iirsa.org/Event/Detail?Id=255
[4] Programa de Préstamos Especiales para Proyectos de Infraestructura China-LAC: US$ 20.000 millones.
Fondo China-LAC de Inversión para la Cooperación Industrial: US$ 10.000 millones
Fondo de Cooperación China-LAC: US$ 5.000 millones adicionales.
La iniciativa global Build Back Better World (B3W) de EE. UU. ha sido expuesta por el presidente Biden a América Latina como una alternativa al financiamiento chino en infraestructura. No debe confundirse con la Build Back Better Agenda, de orden doméstico para crear empleos, a través de reducir impuestos y bajar los costos de los servicios a las familias. El B3W tiene la intención de hacer frente al proyecto One Belt, One Road, del Gigante Asiático bajo dos principales líneas políticas. La primera, regresar a la lucha por la democracia liberal y la protección de los derechos humanos; y la segunda, ayudar a las naciones a no caer en la trampa de la deuda de china. El presente texto muestra la postura de rechazo total respecto a China por parte de la administración Biden, así como los reiterados esfuerzos para erradicar la influencia del país asiático en América Latina.
La propuesta fue lanzada por el G7 en junio de 2021 en Cornualles, Inglaterra, con vacíos importantes sobre el funcionamiento del proyecto que se discutirán en la siguiente reunión del G7 el 2022. El enfoque del proyecto B3W está en el desarrollo de las infraestructuras, aunque el G7 ha recurrido a China por inversión para renovar sus propias infraestructuras. Tampoco está claro si estas infraestructuras estarán interconectadas para responder a un propósito comercial como las de la iniciativa de la Ruta de la Seda.
China sigue vista por EE. UU. como la amenaza más grande a la seguridad nacional del siglo XXI, en continuación a la administración republicana. El gobierno advierte que es imperante refrenar el acceso de contrincantes a regiones clave, e instaurar alianzas democráticas, asociaciones y reglas que permitan mantener un sistema internacional estable. Dicho sistema buscaría que países como China estén obligados a rendir cuentas. Las interrogantes son ¿A quién se las deberían rendir? ¿Dónde queda Naciones Unidas? ¿Asumirá China el viejo principio de excepcionalismo estadounidense? ¿Buscará EEUU que China les rinda cuentas a ellos? El panorama abre un escenario de guerra fría con América latina como zona en disputa.
El B3W irradia al resto del G7, con el propósito de hacer una política común dirigida a naciones de ingresos medios y bajos con el fin que se mantengan bajo el paraguas de occidente. Busca que cada miembro del G7 se enfoque en un área de acción geográfica diferente y que los proyectos cuenten con el financiamiento de los Bancos de desarrollo de su zona y la iniciativa privada. En conjunto EEUU busca que B3W sea capaz de cubrir el déficit de infraestructura de más de 40 000 m.d. de los países en desarrollo, bajo los principios de transparencia, democracia y sustentabilidad, ya que todos los proyectos de infraestructura deberán apegarse a un estricto margen en concordancia con el acuerdo de París para el cambio climático. También buscará incentivar a la iniciativa privada para que invierta en proyectos que apoyen la mitigación climática, salud y seguridad alimentaria, tecnología digital e igualdad de género. A diferencia de China, EE. UU. no tiene el dinero para hacer eso solo y beneficiarse.
Biden menciona lo imprescindible que resulta América Latina para EE. UU. por eso en los primeros días de octubre de 2021, una delegación estadounidense viajó a Colombia, Panamá y Ecuador, con la intención de entablar conversaciones con sus gobiernos y evaluar posibles proyectos de infraestructura en el marco de la iniciativa B3W, que serían financiados por el BID. El Viceconsejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos para la Economía Internacional, Daleep Singh, lideró la misión compuesta por el Director de Operaciones de la Corporación Financiera de Desarrollo de los Estados Unidos (DFC, por sus siglas en inglés), David Marchick, y el Subsecretario Adjunto Principal de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Ricardo Zúñiga.
La inversión china en infraestructura, cooperación en materia de salud, energías renovables y tecnología digital aumentó durante la pandemia, pero los créditos oficiales han disminuido. China sigue siendo el principal socio comercial y financiador de economías tan importantes como Argentina, Chile, Brasil y Perú por lo que la disputa será más tensa en países sudamericanos que no tienen como socio principal a EE. UU. en ningún campo. Panamá con su canal es estratégico para EE. UU. y Colombia con dos mares igualmente. En ambos hay presencia militar estadounidense importante mientras Ecuador acordó ceder una pista de aterrizaje en las Galápagos para naves oficiales estadounidenses
Finalmente, B3W representa para EE. UU. un medio de competencia estratégica con China, lo cual aunado a otros proyectos como Red Limpia o Chips for America Act, muestra que, al menos en el corto plazo las tensiones y el rechazo a cooperar con el Gigante Asiático serán una constante. Los proyectos estadounidenses son aún muy jóvenes con un impacto menor en la región, y probablemente intentará replegar la influencia de China comprándole dicha deuda a los países latinoamericanos, con tasas de interés más bajas tal y como ya lo ha hecho en Ecuador a cambio de no usar la tecnología 5G de Huawei.
The U.S. global Build Back Better World (B3W) initiative has been presented by President Biden to Latin America as an alternative to Chinese infrastructure financing. It is not to be confused with the domestic Build Back Better Agenda to create jobs by reducing taxes and lowering the cost of services to families. The B3W intends to confront the Asian giant's One Belt, One Road project along two main policy lines. The first is to return to the struggle for liberal democracy and the protection of human rights; the second is to help nations avoid falling into China's debt trap. This text shows the Biden administration's total rejection of China and its repeated efforts to eradicate China's influence in Latin America.
The G7 launched the proposal in Cornwall, England, in June 2021, with essential gaps in the project's operation. G7 member countries will discuss them at the next meeting in Germany in 2022. The focus of the B3W project is on infrastructure development, despite having the G7 turned to China for investment to renew its infrastructure. It is unclear whether these infrastructures will be interconnected to serve a commercial purpose like the Silk Road initiative.
China continues to be seen by the U.S. as the most significant national security threat of the 21st century, following the Republican administration. The administration warns that it is imperative to curb the access of challengers to critical regions and to put in place democratic alliances, partnerships and rules to maintain a stable international system. Such a system would seek to hold countries such as China accountable. The questions are: to whom should they be accountable? Where does this leave the United Nations? Will China adopt the old principle of U.S. exceptionalism? Will the U.S. seek to hold China accountable to them? The scenario opens up a cold war scenario with Latin America as a contested zone.
The B3W radiates to the rest of the G7, intending to make a standard policy aimed at middle- and low-income nations to keep them under the Western umbrella. It aims for each G7 member to focus on a different geographic area of action and for projects funded by local development banks and private initiatives. Overall, the U.S. aims for B3W to cover the infrastructure deficit of more than 40,000 million dollars in developing countries, under the principles of transparency, democracy and sustainability, as all infrastructure projects will have to adhere to a strict margin following the Paris climate change agreement. It will also encourage the private sector to invest in projects that support climate mitigation, health and food security, digital technology and gender equality. Unlike China, the U.S. does not have the money to go it alone and profit.
Biden mentions how essential Latin America is for the U.S., which is why in early October 2021, a U.S. delegation travelled to Colombia, Panama and Ecuador, to engage in talks with their governments and evaluate possible infrastructure projects under the B3W initiative, which the IDB would finance. U.S. Deputy National Security Advisor for International Economics Daleep Singh led the mission, including U.S. Development Finance Corporation (DFC) Chief Operating Officer David Marchick and Principal Deputy Assistant Secretary of State for Western Hemisphere Affairs Ricardo Zuniga.
Chinese investment in infrastructure, health cooperation, renewable energy and digital technology increased during the pandemic, but official appropriations have declined. China remains the leading trading partner and financier of major economies such as Argentina, Chile, Brazil and Peru, so the dispute will be tenser in South American countries that do not have the U.S. as a significant partner in any field. Panama, with its canal, is strategic for the U.S., as is Colombia with two seas. There is a significant U.S. military presence in both, while Ecuador has agreed to cede an airstrip for official U.S. ships in the Galapagos.
Finally, B3W represents for the U.S. a means of strategic competition with China, which together with other projects such as the Clean Grid or the Chips for America Act, shows that, at least in the short term, tensions and the refusal to cooperate with the Asian giant will be a constant. The U.S. projects are still very young and have a minor impact on the region. She will probably try to retract China's influence by buying such debt from Latin American countries, with lower interest rates as it has already done in Ecuador in exchange for not using Huawei's 5G technology.
El más reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo, reveló que los países latinoamericanos sufrieron una caída en sus ventas al exterior debido a la desaceleración de la economía mundial. América del Sur es la región que ha sufrido el mayor impacto al tiempo que México lidera un moderado incremento de acuerdo con el estudio.
Según lo explicado por Paolo Giordano, economista principal del sector integración y comercio del Banco Interamericano de Desarrollo, la economía mundial está padeciendo de una recaída en torno al valor de las exportaciones. Dicho de otra manera, durante el primer semestre del presente año, el indicador reveló una contracción a nivel mundial de 2,6%, una situación que contrasta con los números alcanzados en el año 2018 en donde se situó en un 9,6% .
“Esta situación se presenta principalmente por la caída de los precios y la caída de los volúmenes (números de ventas en la exportación). La baja de los precios se produce por la apreciación del dólar pero también por la caída de algunos mercados como lo es el del petróleo, por ejemplo” dijo Giordano durante una transmisión vía streaming en la que explicó detalles del informe.
América Latina y el Caribe no escapan a la situación global y el reporte resalta otras parrticularidades que han propiciado la caída de las exportaciones. Según los datos del BID, el crecimiento que venía registrando la región desde el año 2016 con valores de exportación de 12,2% en el 2017 y 8,8% en 2018, se interrumpió drásticamente debido a la desaceleración de las principales economías y una baja en las importaciones de los mercados emergentes.
“En el primer semestre del año 2019 las exportaciones de la región registraron una contracción de 1,3% dado principalmente por los problemas que afronta Sudamérica. El único país que ha mostrado un crecimiento en ese periodo ha sido México”, explicó el economista.
Factores que inciden en la caída de las exportaciones
De acuerdo con el informe, el cambio en torno a los valores de exportación a la baja se sustenta en la disminución de los precios que han registrado las principales materias primas de exportación en América Latina, entre ellas el petróleo.
Ante esta situación, los economistas del BID proponen lo que definen como 'una póliza de seguro' o un método que evite el impacto de las variaciones constantes que está experimentando la economía mundial.
“Esta póliza de seguro no es más que diversificar la economía, es decir, no ser tan dependientes como lo somos en la actualidad, de las ventas de materia primas y commodities cuya demanda y precios es muy fluctuante (…) América Latina no ha capturado la cuota que debería, según varios indicadores, en el sector de los servicios por ejemplo”, dijo el economista durante una entrevista con el canal France 24.
BREXIT LLEGÓ AL CARIBE
Por Manuel E. Yepe
El “Brexit” ha sido definido por muchos como “un auténtico terremoto político con repercusiones nacionales e internacionales”.
Parecía una lucha difícil para los separatistas porque los más altos líderes ingleses, capitaneados por su primer ministro David Cameron, encabezaron la oposición a esta demanda impulsada por los más conservadores. El liderazgo político británico fue derrotado y, con éste, toda Europa, sus aliados y hasta el presidente de los Estados Unidos Barack Obama, quien vio vencida su posición de conservar dentro de la Unión Europea (UE) a su más fiel y poderoso aliado en todos los temas más trascendentales para la potencia norteamericana.
El resultado del referendo sobre el Brexit, que ha repercutido en todo el mundo de diversas maneras, tiene a los países de la región del Caribe en tensa espera, debatiéndose entre pronósticos y
preparativos, a causa de los lazos, tanto históricos como actuales, que la vinculan con el Reino Unido.
“No hay necesidad de pánico. Se hará todo lo posible para asegurar el mercado del Reino Unido”, dijo a los medios el ministro de Turismo de Jamaica, Edmund Bartlett, aunque reconoció que la decisión del electorado británico “es de importancia para nosotros los caribeños en el turismo por un número de razones, tal vez la más importante, el hecho de que tendrá un impacto en los arribos de viajeros y en el turismo en toda la región”.
Según ha informado la revista digital italiana Travel Trade Caribbean (TTC) especializada en el turismo en la región caribeña, “Bartlett recordó que el Caribe es muy dependiente de los visitantes británicos. Por tal motivo “es importante que consideremos las implicaciones que tendrá la decisión”.
“Brexit crea una pesadilla comercial para el Caribe”, comentó en un titular el periódico Tribune Bahama. Estimó que los países
independientes de habla inglesa de la Comunidad del Caribe (CARICOM) “tienen, a lo sumo, dos años para formular un plan para hacer frente a las graves consecuencias de la salida británica”.
“Una vez que Gran Bretaña abandone finalmente la Unión Europea, los doce países del Caribe perderán toda relación comercial estructurada mediante el comercio con el mercado británico. Cuando Gran Bretaña se unió a la entonces Comunidad Económica Europea en 1973, se transfirió el control de los acuerdos comerciales a la Comunidad. Desde entonces, el comercio formal, de ayuda y de inversiones entre los doce países del Caribe ha pasado por la UE. Estas relaciones se formalizaron sucesivamente en la Convención de Lomé, el Acuerdo de Cotonú y con el Acuerdo de Asociación Económica (EPA) “, agregó el diario.
Según comenta TTC, los expertos en la región creen que Brexit podría impulsar a los estados del Caribe más hacia Washington con el fin de encontrar más seguridad en aspectos tan delicados como los financieros y económicos que sean más seguros que los que ofrecen los
tradicionales vínculos británicos.
La región del Caribe tiene ciertamente fuertes lazos históricos y culturales con Gran Bretaña. Por ello, el rector de la Universidad de las Indias Occidentales (UWI) Sir Hilary Beckles advirtió a la región en un mensaje que “debe prepararse para el impacto del rompimiento del Reino Unido con la Unión Europea “, ya que “todos los aspectos de la vida en el Caribe serán afectadosnegativamente”.
Sir Hilary expuso en su comunicado publicado por la página web oficial de CARICOM que la frágil recuperación económica de la región está amenazada “de muerte” y la salida de Gran Bretaña podría dar lugar a reacciones regionales estratégicas inmediatas, incluso antes de que los Jefes de Gobierno se reúnan en Guyana este mes de julio. “Brexit es una amenaza a largo plazo para el desempeño de las economías de la CARICOM”, dijo. Pronosticó que “las relaciones comerciales, la inmigración, el turismo, las relaciones financieras, los compromisos culturales y la política exterior del Caribe tendrán una importante redefinición, por la reorganización de los compromisos de CARICOM-Reino Unido”, añadió el experto.
Instó a la región a fortalecer sus políticas internas y sus relaciones con el resto del mundo.
Brexit ha tenido igualmente una fuerte repercusión en Puerto Rico, isla caribeña que, al igual que Cuba y Filipinas fueron botines de la guerra oportunista lanzada por Estados Unidos contra España a finales del siglo XIX. Puerto Rico permanece bajo dominación de Washington pese a la notoriedad de fuertes sentimientos nacionales, muchas veces conflictivos, sobre su situación compartida: la gran mayoría reflejan un apasionado amor por su patria, un evidente resentimiento hacia Washington y una apreciación doliente de los beneficios que la ciudadanía estadounidense puede aportarles.
Allí se han escuchado gritos airados clamando por un “prexit” para su patria, o sea, la salida de Puerto Rico de Estados Unidos.
Julio 5 de 2016.
El Banco del Sur fortalece su institucionalidad con la designación de nuevos directores ejecutivos. Es así que, en el marco del III Consejo de Ministros del Banco del Sur, realizado el 31 de agosto en la sede de Unasur en Quito, se aprobó la incorporación de Pablo Quirno (Argentina) y Pedro Buonomo (Uruguay) al Directorio Ejecutivo de la entidad. Estos funcionarios acompañan a Andrés Arauz (Ecuador), Gabriel Loza (Bolivia) y Eudomar Tovar (Venezuela).
El Ministerio de Finanzas de Ecuador confirmó que realizó su primer aporte para la puesta en marcha del Banco del Sur. La etapa preoperativa requiere el 5% del aporte contemplado para el primer año. En los primeros doce meses, el Banco contará con un capital en efectivo de $90 millones. Los aportes son depositados en los bancos centrales de cada país para su posterior transferencia al Banco del Sur. El capital total (efectivo y en garantía) de los países que ratificaron el Convenio Constitutivo del Banco sumará 4.900 millones en los próximos 10 años.
El Banco del Sur apunta a dinamizar los mercados de valores y las economías de los países de la región, y contribuirá a financiar el portafolio de 480 proyectos de infraestructura consensuados en el Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento de UNASUR -una inversión de $150 mil millones-. Para este fin, el Banco del Sur buscará captar una parte de los $1034 mil millones que bancos comerciales y bancos centrales mantienen depositados fuera de Suramérica.
En recientes declaraciones, Arauz propuso que el Banco del Sur se convierta en un market maker de títulos soberanos e invierta su liquidez en títulos emitidos por cooperativas financieras de América del Sur. Adicionalmente, insistió en la necesidad de constituir el Fondo de Conocimiento del Sur como un fideicomiso que financie proyectos educativos, culturales y de investigación científica de carácter regional.
La puesta en marcha del Banco del Sur va en la línea de la creación de organismos alternativos como el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), inaugurado en el 2015, y el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura BAII, en operación desde este año.
With the Washington Consensus from the 1980s being challenged, President Donald Trump withdrawing the United States from the Trans-Pacific Partnership (TPP), and China pursuing its Belt and Road Initiative (BRI), most notably with its own initiatives such as the multilateral Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB), the political and economic landscape in East Asia continues to evolve. Jomo Kwame Sundaram was interviewed about likely implications for developing countries in the region and beyond.
Belt and Road Initiative
What do you think of world growth prospects and China’s Belt and Road Initiative? Although there are some hopeful signs here and there, there are few grounds for much optimism around the North Atlantic (US and Europe) for various reasons. Unconventional monetary policies, especially quantitative easing (QE), have helped achieve a modest recovery in the US, but appears less likely to succeed elsewhere. Such measures have also accelerated massive wealth concentration, which is why a few of the world’s richest men own more than the bottom half of the world’s population.
The situation is more promising in East Asia due to China’s diminished but sustained growth, and its almost unique rising labour share of national income. Most importantly for others, China has been willing to finance massive infrastructure projects, although this has given rise to a host of problems. For example, Chinese contractors are known for using Chinese material and human resources as far as possible, minimizing multiplier benefits for host economies. A few years ago, China’s ambassador to Tanzania publicly apologized for the conduct of Chinese firms in Africa, but most others tend to see all Chinese in monolithic terms. Meanwhile, US, European, Japanese, Indian and other competition for influence has helped increased options for other developing countries. However, it is not yet clear that China’s BRI and ‘alternative globalization’ will be enough to sustain rapid progress in the region.
Trade liberalization?
You once said that “If President…Trump lives up to his campaign rhetoric, all plurilateral and multilateral free trade agreements will be affected.” Now, with the US having withdrawn from the TPP, why are the Japanese, Australians and Singaporeans still pushing for the CPTPP (Comprehensive and Progressive TPP) with all the others without the US?
It must be emphasized that the US, the EU and Japan have done little to advance trade multilateralism and keep the promise of the Doha Round of World Trade Organization negotiations, flawed as they are against developing country interests. Meanwhile, the Japanese, Australians and Singaporeans are trying to hype up the CPTPP as a political counterweight to China. But as a trade agreement, it will not do much except to strengthen foreign corporate power and further weaken governments, e.g., through its investor state dispute settlement (ISDS) provisions.
Why will the CPTPP have little impact on growth, but will strengthen the power of foreign enterprises?
Let us be clear that even with the original TPP, all projections, including the most optimistic ones by the Peterson Institute, projected very modest economic growth attributable to trade liberalization. US government projections were much more modest. About 85 percent of the Peterson Institute’s projected ‘growth gains’ were attributed to ‘non-trade measures’, mainly broadening and strengthening intellectual property rights (IPRs) and foreign corporate legal rights against host governments with its ISDS provisions, which they are promoting as features for so-called 21st century free trade agreements. So, for example, if stronger IPRs raise the prices of medicines, the value of trade will also rise! With ISDS, if a government decides to ban the use of a toxic agrochemical to protect farm workers and consumers for instance, it will have to compensate the supplier for loss of profits!
International financial institutions
Do you think the Washington Consensus is threatened by South-led financial institutions like the Asian Infrastructure Investment Bank and New Development Bank?
Although still very influential, the Washington Consensus is acknowledged to have been superseded by new policy prescriptions. Despite recent ethno-nationalist Western reactions, all too many developing country governments still believe that further trade liberalization will boost growth. Meanwhile, financial globalization continues despite its adverse effects for growth, stability and equity.
Now, digital globalization is supposed to have wonderful progressive effects when it has clearly accelerated concentration of power and wealth, albeit with the rapid ascendance of innovative new players able to quickly consolidate lucrative monopolies.
I wish the new multilateral development banks would be bolder, but thus far, they have largely chosen to work within the dominant framework shaped by the Washington Consensus, probably to secure market confidence.
Credit from China’s banks, usually benefiting China’s corporations, is far more important than what the AIIB and NDB offer. Of course, lending by China’s banks has undermined the BWIs’ monopolies, and this has already been reflected by new policy initiatives by the West and Japan, e.g., to more generously provide infrastructure finance.
Meanwhile, the World Bank has aligned itself more closely with the UN’s Sustainable Development Goals in order to provide its new initiatives to promote market-based private finance such as securities and derivatives besides public private partnerships.
Capital controls
You have pointed out that both portfolio investment inflows to developing countries have in recent years. Do you think it appropriate to resume capital controls, as Malaysia did during the 1997-1998 Asian financial crisis, to counter capital outflows?
With even China reintroducing capital controls, it is important to consider such options. I have long advocated counter-cyclical ‘capital account management’ to smoothen financial cycles, rather than to only impose controls after a crisis, as effective capital account management must be pro-active, agile, and flexible.
Almost by definition, capital account management is context specific. There are few ‘one size fits all’ rules. What I specifically called for in the early and mid-1990s is probably no longer relevant or appropriate. The challenge is not to expect the last crisis to recur, but to protect national economic progress from likely future threats.
Capital inflows to sustainably enhance the real economy should be prioritized, not portfolio flows which tend to be speculative, easily reversible, and do not enhance the real economy.
GENEVA and KUALA LUMPUR, Feb 5 2019 (IPS) - In Davos in late January, several powerful governments and their allies announced their intention to launch new negotiations on e-commerce. Unusually, the intention is to launch the plurilateral negotiations in the World Trade Organization (WTO), an ostensibly multilateral organization, setting problematic precedents for the future of multilateral negotiations.
Any resulting WTO agreement, especially one to make e-commerce tax- and tariff-free, will require amendments to its existing goods agreements, the General Agreement on Trade in Services (GATS) and the Trade-Related Intellectual Property Rights (TRIPS) agreements. If it is not an unconditional agreement in the WTO, it will violate WTO ‘most favoured nation’ (MFN) principles.
This will be worse than the old, and ostensibly extinct ‘Green Room’ processes — of a few major powers negotiating among themselves, and then imposing their deal on the rest of the membership. Thus, the proposed e-commerce rules may be ‘WTO illegal’ — unless legitimized by the amendment processes and procedures in Article X of the WTO treaty.
Any effort to ‘smuggle’ it into the WTO, e.g., by including it in Annex IV to the WTO treaty (Plurilateral Trade Agreements), will need, after requisite notice, a consensus decision at Ministerial Conference (Art X:9 of treaty) . It may still be illegal since the subjects are already covered by agreements in Annexes 1A, 1B and 1C of the WTO treaty.
Consolidating power of the giants
Powerful technology transnational corporations (TNCs) are trying to rewrite international rules to advance their business interests by: gaining access to new foreign markets, securing free access to others’ data, accelerating deregulation, casualizing labour markets, and minimizing tax liabilities.
While digital technology and trade, including electronic or e-commerce, can accelerate development and create jobs, if appropriate policies and arrangements are in place, e-commerce rhetoric exaggerates opportunities for developing country, especially small and medium enterprises. Instead, the negotiations are intended to diminish the right of national authorities to require ‘local presence’, a prerequisite for the consumer and public to sue a supplier.
The e-commerce proposals are expected to strengthen the dominant TNCs, enabling them to further dominate digital trade as the reform proposals are likely to strengthen their discretionary powers while limiting public oversight over corporate behaviour in the digital economy.
Developing countries must be vigilant
If digital commerce grows without developing countries first increasing value captured from production — by improving productive capacities in developing countries, closing the digital divide by improving infrastructure and interconnectivity, and protecting privacy and data — they will have to open their economies even more to foreign imports.
Further digital liberalization without needed investments to improve productive capacities, will destroy some jobs, casualize others, squeeze existing enterprises and limit future development. Such threats, due to accelerated digital liberalization, will increase if the fast-changing digital economic space is shaped by new regulations influenced by TNCs.
Diverting business through e-commerce platforms will not only reduce domestic market shares, as existing digital trade is currently dominated by a few TNCs from the United States and China, but also reduce sales tax revenue which governments increasingly rely upon with the earlier shift from direct to indirect taxation.
Developing countries must quickly organize themselves to advance their own agenda for developmental digitization. Meanwhile, concerned civil society organizations and others are proposing new approaches to issues such as data governance, anti-trust regulation, smaller enterprises, jobs, taxation, consumer protection, and trade facilitation.
New approach needed
A development-focused and jobs-enhancing digitization strategy is needed instead. Effective national policies require sufficient policy space, stakeholder participation and regional consultation, but the initiative seeks to limit that space. Developing countries should have the policy space to drive their developmental digitization agendas. Development partners, especially donors, should support, not drive this agenda.
Developmental digitization will require investment in countries’ technical, legal and economic infrastructure, and policies to: bridge the digital divide; develop domestic digital platforms, businesses and capacities to use data in the public interest; strategically promote national enterprises, e.g., through national data use frameworks; ensure digitization conducive to full employment policies; advance the public interest, consumer protection, healthy competition and sustainable development.
Pro-active measures needed
Following decades of economic liberalization and growing inequality, and the increasing clout of digital platforms, international institutions should support developmental digitization for national progress, rather than digital liberalization. Developing country governments must be vigilant about such e-commerce negotiations, and instead undertake pro-active measures such as:
Data governance infrastructure: Developing countries must be vigilant of the dangers of digital colonialism and the digital divide. Most people do not properly value data, while governments too easily allow data transfers to big data corporations without adequate protection for their citizens. TNC rights to free data flows should be challenged.
Enterprise competition: Developing countries still need to promote national enterprises, including through pro-active policies. International rules have enabled wealth transfers from the global South to TNCs holding well protected patents. National systems of innovation can only succeed if intellectual property monopolies are weakened. Strengthening property rights enhances TNC powers at the expense of developing country enterprises.
Employment: Developmental digitization must create decent jobs and livelihoods. Labour’s share of value created has declining in favour of capital, which has influenced rule-making to its advantage.
Taxation: The new e-commerce proposals seek to ban not only appropriate taxation, but also national presence requirements where they operate to avoid taxes at the expense of competitors paying taxes in compliance with the law. Tax rules allowing digital TNCs to reduce taxable income or shift profits to low-tax jurisdictions should be addressed.
Consumer protection: Strong policies for consumer protection are needed as the proposals would put privacy and data protection at risk. Besides citizens’ rights to privacy, consumers must have rights to data protection and against TNC and other abuse of human rights.
Competition: Digital platforms must be better regulated at both national and international level. Policies are needed to weaken digital economic monopolies and to support citizens, consumers and workers in relating to major digital TNCs.
Trade facilitation: Recent trade facilitation in developing countries, largely funded by donors, has focused on facilitating imports, rather than supply side constraints. Recent support for digital liberalization similarly encourages developing countries to import more instead of developing needed new infrastructure to close digital divides.
Urgent measures needed
‘E-commerce’ has become the new front for further economic liberalization and extension of property rights by removing tariffs (on IT products), liberalizing imports of various services, stronger IP protection, ending technology transfer requirements, and liberalizing government procurement.
Developing countries must instead develop their own developmental digitization agendas, let alone simply copy, or worse, promote e-commerce rules developed by TNCs to open markets, secure data, as well as constrain regulatory and developmental governments.
Chakravarthi Raghavan, Editor-emeritus of South-North Development Monitor SUNS, is based in Geneva and has been monitoring and reporting on the WTO and its predecessor GATT since 1978; he is author of several books on trade issues.
Jomo Kwame Sundaram is Senior Adviser with the Khazanah Research Institute. He was an economics professor and United Nations Assistant Secretary General for Economic Development.
President Biden has enlisted a dozen Asia-Pacific nations to join a new loosely defined economic bloc meant to counter China’s dominance and reassert American influence in the region five years after his predecessor withdrew the United States from a sweeping trade accord that it had negotiated itself.
The alliance will bring the United States together with such regional powerhouses as Japan, South Korea and India to establish new rules of commerce in the fastest-growing part of the world and offer an alternative to Beijing’s leadership. But wary of liberal opposition at home, Mr. Biden’s new partnership will avoid the market access provisions of traditional trade deals, raising questions about how meaningful it will be.
“We’re writing the new rules for the 21st-century economy,” Mr. Biden said on Monday in Tokyo during the launch for what he has termed the Indo-Pacific Economic Framework. “We’re going to help all of our country’s economies grow faster and fairer.”
The president sat alongside Prime Minister Narendra Modi of India and Prime Minister Fumio Kishida of Japan for the rollout of the initiative, while other leaders joined the event by videoconference. The new alliance represents the centerpiece not only of Mr. Biden’s first trip as president to Asia but also of his broader strategy in the region at a time when China has increasingly filled the void left when President Donald J. Trump pulled the United States out of the Trans-Pacific Partnership in 2017.
“It is by any account the most significant international economic engagement that the United States has ever had in this region,” Commerce Secretary Gina M. Raimondo, who will lead some of the negotiations triggered by the agreement, told reporters on Sunday. “And the launch of it tomorrow here in Tokyo marks an important turning point in restoring U.S. economic leadership in the region and presenting Indo-Pacific countries an alternative to China’s approach to these critical issues.”
In addition to the United States, India, Japan and South Korea, the 13 members of the framework will include Australia, Brunei, Indonesia, Malaysia, New Zealand, the Philippines, Singapore, Thailand and Vietnam. Together, the participating nations represent about 40 percent of the world economy, and any specific agreements that emerge from the grouping could go a long way toward setting standards even beyond its membership.
Amid uncertainty and skepticism in the region about what the new framework would actually mean, American officials scrambled in recent weeks to line up enough major countries to commit in hopes of making a big impression with a splashy kickoff. Privately, they said all of the nations they had been seriously targeting agreed to join, but some analysts wondered whether any assurances or trade-offs proffered to entice participation would diminish the scope of the new bloc.
The new Biden initiative comes less than five months after the China-led Regional Comprehensive Economic Partnership officially went into force, linking 15 Asia-Pacific economies in the world’s largest trade bloc. Most of the countries Mr. Biden signed up for his framework already belong to the bloc with China.
For the United States, the new framework effectively replaces the more expansive Trans-Pacific Partnership as the main vehicle to shape the flow of goods and services in the region. President Barack Obama, with Mr. Biden as his vice president, negotiated the T.P.P., only to have Mr. Trump abandon it on his first full weekday in office, leaving the bloc to proceed without its largest member.
But rather than simply rejoin the partnership, as Japan, Singapore and other countries wanted him to do, Mr. Biden essentially abandoned it too, in deference to opposition within his own party. To assuage his liberal base, the new framework, unlike T.P.P. and other traditional free trade pacts, will not reduce tariffs.
Business executives say the China-led bloc has now done more to define trade in the region, even though it asks little of its members and focuses mainly on limiting red tape. The American vision for the region, in contrast, is ambitious, aiming to raise labor and environmental standards. But without offering more access to its market, analysts say, the United States does not have a lot of carrots to encourage those changes.
“It is going to be difficult to convince Asian governments to change rules in ways that may be disruptive to their political economies without the promise of increased access to the American market,” said Aaron Connelly, a research fellow at the International Institute for Strategic Studies in Singapore.
While many of the leaders heaped praise on the U.S.-led initiative on Monday, some at the rollout made clear they expect others to join the bloc soon. Beijing has recently criticized the framework for benefiting only a limited group of nations.
“Inclusive economic cooperations will have positive impact in the long run,” said Muhammad Lufti, Indonesia’s trade minister. “We do not wish to see IPEF merely be an instrument to contain other countries.”
The framework will focus on four main goals: harmonizing efforts to secure supply chains, expanding clean energy, fighting corruption and paving the way for greater digital trade. With Monday’s kickoff, negotiations in each of these areas will soon ensue, led by Ms. Raimondo or Katherine Tai, the United States trade representative.
Each of the 13 participating countries will be allowed to choose in which of the four areas to pursue deals without having to commit to all of them. Parameters for the negotiations should be set by late June or early July, and the administration hopes to wrap up any agreements within 12 to 18 months to then submit to each government for ratification.
As officials prepared for the new venture, it was clear that the scars of T.P.P. run deep in the Biden administration. Ms. Tai acknowledged bluntly on Sunday that “the biggest problem” with T.P.P. was that even before Mr. Trump was elected, “we did not have the support at home to get it through” Congress. “There was a very, very strong lesson there, that T.P.P., as it was envisioned, ultimately was something that was quite fragile and that the United States was not able to deliver on, and that informs very much our thinking,” she said.
She said that labor and environmental groups would “have premier seats at the table” in the new framework but demurred on whether agreements emerging from it would be submitted to Congress for approval. “Let’s see where these negotiations take us,” she said.
But other administration officials, speaking on the condition of anonymity to discuss internal deliberations, said separately that without tariffs on the table, it most likely would not be necessary to go to Congress.
The kinds of agreements currently envisioned, some binding and some not, could be accomplished through executive agreements, they said. Nonetheless, one of the officials added that the administration would consult with Congress as if approval were needed in hopes of rebuilding trust following the T.P.P. experience and establishing durable bipartisan support for any eventual deals.
The membership in the new framework overlaps the T.P.P. membership but not precisely. Seven countries will belong to both, but several members of T.P.P. did not sign onto the framework. For two of them, Canada and Mexico, it could be less imperative since they already have their own North American Free Trade Agreement with the United States, recently updated by Mr. Trump.
Ms. Raimondo said the new framework goes above and beyond a “same-old, same-old” free-trade agreement, but partners in Asia still want a same-old trade agreement. Countries like Singapore have tried to convince the United States to use the framework as a steppingstone to rejoin the T.P.P., a nonstarter for the Biden team.
But rather than simply rejoin the partnership, as Japan, Singapore and other countries wanted him to do, Mr. Biden essentially abandoned it too, in deference to opposition within his own party. To assuage his liberal base, the new framework, unlike T.P.P. and other traditional free-trade pacts, will not reduce tariffs. Still, Mr. Kishida said on Monday, “We think it’s desirable for the United States to return to the T.P.P.”
Even the more limited Biden framework will require deft management of Democratic constituencies. Labor groups in the United States are already skeptical of any broad new commitments, including digital provisions that could lead to more outsourcing in fields like medicine and other service industries.
The kickoff came during a busy two days for Mr. Biden, who will meet separately with each of those three leaders in addition to a summit gathering of all four of them representing the Quad, a security-oriented bloc formed years ago out of growing anxiety about China’s military footprint in Asia and parts of the Indian Ocean.
Economic issues, however, have clearly been front and center on Mr. Biden’s mind throughout his trip to South Korea and Japan. Before flying to Tokyo on Sunday, Mr. Biden joined Euisun Chung, executive chairman of Hyundai Motor Group, to celebrate the company’s plan to build a new $5.5 billion electric vehicle and battery manufacturing plant in Savannah, Ga. Before that, he touted Samsung’s decision to build a new manufacturing plant in the United States during a tour of a similar semiconductor plant.
With prices rising, stock markets falling and fears of recession spreading at home, the president is eager to demonstrate that he is focused on stabilizing the economy, especially with midterm elections five months away.
During separate news briefing with Mr. Kishida on Monday, Mr. Biden said he did not believe a recession was inevitable.
“Does that mean we don’t have problems? We do,” Mr. Biden said. “We have problems the rest of the world has. But less consequential than the rest of the world has because of our internal growth and strength.”
The war in Ukraine has made evident the old US-led unipolar world order is dead, and a new one is in the making. Kissinger said, "Far too often the Ukrainian issue is posed as a showdown: whether Ukraine joins the East or the West. But if Ukraine is to survive and thrive, it must not be either side’s outpost against the other — it should function as a bridge between them.” There are three ways of understanding the Ukrainian war. One is the recovery of Ukraine by Russia after thirty years of independence to prevent Nato and the US from stepping in. A second one is a fight for a larger slice of the European energy market, split between Russia, the US and the Middle East. The third is a redefinition of multilateralism from unipolar to bipolar.
Russia has a strong partner in China, with an important trade relationship and the leading export market, a massive 4,209.3 kilometres border and a fellow co-founding member of the Shanghai Cooperation Organisation (SCO), a political, economic, and security alliance of Asian countries created in 2001. The Shanghai Cooperation Organisation (SCO) was proclaimed on Jun. 15, 2001, in Shanghai (China) by the Republic of Kazakhstan, the People's Republic of China, the Kyrgyz Republic, the Russian Federation, the Republic of Tajikistan and the Republic of Uzbekistan. It includes India, and Pakistan; four observer countries — Afghanistan, Belarus, Iran and Mongolia —and six dialogue partner countries — Azerbaijan, Armenia, Cambodia, Nepal, Turkey and Sri Lanka —. According to SCO, the Executive Committee of the Regional Anti-Terrorist Structure (RATS) is the permanent body of the SCO RATS based in Tashkent, the capital of Uzbekistan. It operates following the SCO Charter, the Shanghai Convention on Combating Terrorism, Separatism and Extremism, and the Agreement among the SCO member states on the Regional Anti-Terrorist Structure. ( http://eng.sectsco.org/docs/about/faq.html) SCO member countries represent a part of the East in China's new multilateral bipolar world. The West could define itself partially as NATO member countries led by the US. (https://www.nato.int/cps/en/natohq/nato_countries.htm).
Eastern European countries have begun to slide into NATO and take a western stance while bordering Russia. Moscow objects to this, and the Ukraine war is an extreme reaction. Previously, a conflict in Georgia in 2008 ended their wish for membership in NATO in a few days.
A US-backed UN security council resolution on Ukraine on Feb. 25 2022, to veto Russia's intervention failed because the Russian Federation rejected it. China, India, and the United Arab Emirates abstained. Essentially the East voted against a US-led western resolution. The failed resolution can be understood in an East-West light.
Other East-West components are the Belt and Road Initiative with the help of the Asian Infrastructure Investment Bank, which finances infrastructure projects and replaces western resources in this field. The new emerging trade pattern with China as the new leading trading partner of many countries in South America, Africa, and Europe and their new role as technology providers. China sits on the chair of the UN’s International Telecommunications Union when Huawei 5G projects sell around the world. It is much to the US's resentment and loss of face because they lost the 5G technology game by US firms not reaching the market on time in 2018 to compete. As China via Huawei projects sells 5G technology worldwide, the US reacts and attempts to block its use without ITU support. Latin America is the space at stake, and the US is not winning the 5G game.
As recently as 2020, the US wished to withdraw from NATO and assert a unilateral world policy. (See Negrete, “Post-pandemic multilateralism? or America alone", OBELA, Sept. 17, 2020) The then US President ignored the economic and financial multilateral institutions made to support Pax Americana and sabotaged the WTO. It withdrew the US from the WHO, 2020, UNESCO, 2018, the Paris Agreement, 2020 and the UN Human Rights Commission, 2018, to later return in some cases. The US is the primary source of UN funding and does not pay its dues on time, being increasingly replaced by China, with a lesser contribution but paid on time. The US wants to go for it alone with no Foreign State Policy (Política exterior de Estado, politique étrangère d'Etat), leaving Ukraine's future uncertain. The US will attempt to push its agenda on the multilateral order (NATO) and continue to face resistance from the Eastern bloc. The opposite side has the means to resist, with the support of China, SCO countries and other Asian nations. The failed UN resolution is an example.
Henry Kissinger wrote in 2014 in the Washington Post, “The West must understand that…Russian history began in what was called Kievan-Rus…Internationally, [Ukraine] should pursue a posture comparable to Finland's. That nation leaves no doubt about its fierce independence and cooperates with the West in most fields but carefully avoids institutional hostility toward Russia." That should settle an East-West divide. It will not be soon, however.
SANTA CRUZ (Sputnik) — Bolivia dejó de exportar gas natural a Argentina en los últimos días, tras 18 años de venta ininterrumpida, días antes de la fecha límite del 30 de septiembre previsto en el contrato, confirma el gerente de Contratos de Exportación de gas natural de YPFB, Oscar Claros.
"Hace unos días hemos dejado de enviar gas de exportación a Argentina. Esto estaba previsto en el contrato, justamente la última adenda firmada con Enarsa de Argentina ya preveía que el 30 de septiembre era el último día de envío de gas de Bolivia a Argentina", explica en contacto con la prensa local.
Los envíos de gas a Argentina tenían volúmenes variables. Comenzó con 3 millones de metros cúbicos al día (Mm3/d), tuvo un pico de 20 Mm3/d y luego fue bajando en los últimos años hasta 4 Mm3/d.
"Lo que ocurrió es que Argentina dejó de demandar gas unos días antes. Estaba previsto, no forma ningún problema. YPFB prevé que la transición se haga de mejor manera y se busque clientes para el gas que se deja de enviar a Argentina", destaca.
El contrato de compra venta de gas natural entre YPFB de Bolivia y Enarsa de Argentina se firmó en octubre de 2006 con fecha de conclusión en 2027.
Bolivia produce en la actualidad aproximadamente 40 Mm3/d de gas natural, de los cuales 17 Mm3/d se destinaban al mercado brasileño, hasta 10 Mm3/d al mercado argentino y 12,5 Mm3/d al mercado interno.
Lima, 10 jun (EFE).- La presidenta de Perú, Dina Boluarte, afirmó este lunes que el viaje que realizará a fines de este mes a China le permitirá fortalecer las relaciones bilaterales e impulsar los proyectos de inversión en su país.
"En las próximas semanas estaremos viajando a la República Popular China para reunirnos con su presidente, Xi Jinping, y empresarios de ese maravilloso país, al que nos unen lazos de amistad, pero también económicos y comerciales", sostuvo Boluarte durante su participación en una actividad oficial.
La gobernante agradeció la autorización del Congreso peruano para realizar este viaje que, según sostuvo, "servirá para fortalecer aún más las relaciones con China e impulsar proyectos de inversión para beneficio" de todos los peruanos.
En ese sentido, dijo que no se va a "cansar de llamar a la unidad" y que su gestión seguirá "siendo la fuerza que la patria necesita para que el desarrollo esté al alcance de todos y todas las peruanas".
Boluarte cumplirá del 23 al 30 de junio próximo una visita oficial a China que ha sido considerada "de alta prioridad" por el Gobierno peruano, por tratarse del primer socio comercial del país andino y de una invitación oficial del presidente Xi.
El Congreso peruano autorizó este viaje oficial el miércoles pasado luego de que el canciller, Javier González-Olaechea, argumentara ante el pleno que traerá "claros beneficios para ir cerrando brechas con proyectos" de infraestructura.
González-Olaechea recordó, además, que Xi visitará Perú en noviembre próximo para participar en la cumbre de líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y la inauguración del puerto de Chancay, que es construido en el norte de Lima por un consorcio liderado por la empresa china Cosco Shipping.
De acuerdo con la agenda del viaje adelantada por el Ejecutivo peruano, la gobernante visitará las ciudades de Pekín, Shenzhen y Shangai, con el 28 de junio como día central, cuando está prevista un ceremonia en plaza Tiananmen y un encuentro con Xi, así como la firma de acuerdos bilaterales.
González-Olaechea declaró posteriormente que esta visita comprenderá tres días de trabajo y la mandataria viajará en un vuelo comercial, junto con una delegación "muy acotada".
El último sábado se publicó la resolución que aprobó su viaje y determina que Boluarte seguirá a cargo del despacho presidencial "empleando tecnologías digitales" durante ese viaje.
La norma agregó que esos instrumentos "adoptan los mecanismos de seguridad digital y la garantía de la seguridad de los medios a emplearse".
Boluarte no cuenta con vicepresidentes, ya que asumió la jefatura de Estado el 7 de diciembre de 2022, en reemplazo de Pedro Castillo (2021-2022), de quien era vicepresidenta, y después de que este fuera destituido por el Congreso tras anunciar un fallido golpe de Estado.
La cifra alcanzada en el mes de julio representa un incremento de 118% respecto a 2019.
El volumen exportado hasta ahora ha sido el segundo más alto del 2020, sólo por detrás de los 8.4 millones de toneladas enviadas en mayo, y también se acerca al récord mensual registrado en diciembre de 2019, cuando el país sudamericano negoció 8.5 millones de toneladas, según la Secretaría de Comercio Exterior (Secex).
Sin embargo, impulsado por la depresión de los precios del crudo en el mercado internacional, los ingresos procedentes de las exportaciones de petróleo en julio aumentaron sólo un 14.7%. El precio del commodity bajó 47.2% en julio, a US$218 por tonelada, desde US$413.5 por tonelada un año antes.
La importancia para Brasil del mercado refinador de China
La participación de China en los ingresos del mes de julio bajó a alrededor de 73% en comparación con 88% en junio. Los países europeos, entre ellos España, Portugal y los Países Bajos, aumentaron su demanda de crudo, al igual que los Estados Unidos.
En el primer semestre de 2020, Brasil amplió las exportaciones de petróleo a Asia. La petrolera nacional, Petrobras, logró aumentar los envíos de combustible en un 65.4% durante el segundo trimestre, en comparación con el mismo período de 2019, según se reveló en julio.
Los refinadores chinos independientes, los compradores más importantes de Petrobras en Asia, han ayudado a impulsar la producción en los mayores yacimientos de crudo presal de la compañía, como el campo Buzios, que produjo un récord de 615,000 bpd en julio.
Las tasas de utilización en las refinerías nacionales de Petrobras se recuperaron para llegar a un promedio de 70% en el segundo trimestre y alcanzó el 78% en junio, lo cual está muy cerca del nivel primer trimestre de 79%.
Brasil produjo alrededor de 3millones de bpd en junio, el más alto desde marzo, y la producción en julio probablemente se incrementendebido a que Petrobras concluyó algunos mantenimientos preliminares.
Sin embargo, las actividades planificadas entre septiembre y noviembre podrían eliminar alrededor de 200,000 bpd de la producción de la empresa.
La producción de petróleo en los activos de aguas profundas más resistentes a los costos de la compañía se ha mantenido estable en los últimos meses, pero la empresa está retirando proyectos de aguas poco profundas menos viables económicamente.
Petrobras informó hace unos dias que está desactivando una plataforma de producción en el campo Merluza de 3.600 barriles equivalente de petróleo (boe/d). Este cierre deun activo maduro en la cuenca Santos, parte de la cartera de desinversión centrada en aguas profundas de la compañía, es la unidad número 63 de aguas poco profundas que se cerrará en respuesta a los precios más bajos del crudo.
BRASILIA, 14 feb (Xinhua) -- Brasil intensificará las negociaciones para entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), informó hoy miércoles la Presidencia en un comunicado.
Mientras el país busca cumplir los requisitos previos para postularse como miembro pleno, la representación diplomática brasileña en París, donde están la sede de la OCDE y otros organismos comerciales, será reforzada a partir de marzo.
Compuesta por 35 países miembros, la organización "es un foro cuya misión involucra la cooperación y el intercambio de buenas prácticas sobre políticas públicas", destacó la nota.
Sumados, los integrantes son responsables del 62 por ciento del PIB global y de dos tercios de los negocios internacionales.
Aunque Brasil tiene participación activa en diferentes foros de la organización, sólo Estados Unidos, Canadá, México y Chile son países miembros entre los países americanos.
Según destacó el embajador Carlos Márcio Cozendey, actual subsecretario general de Asuntos Económicos y Financieros de la cancillería brasileña, discusiones iniciadas en la OCDE suelen influir en decisiones de otros organismos internacionales, como la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La formalización de la candidatura brasileña depende de la adecuación del país a 237 recomendaciones establecidas por la OCDE.
Brasil ya se ha adherido a 36 de esas normas y ha pedido la adhesión de otros 74 instrumentos, informó el gobierno.
En una entrevista al diario "O Globo" el 21 de noviembre, la líder del Frente Parlamentario Agropecuario y futura Ministra de Agricultura del flamante presidente Bolsonaro, Tereza Cristina, afirmó directamente: "Es hora de revisar el Mercosur".
Esta declaración se suma a otras y a algunas designaciones en puestos claves del nuevo mandatario brasileño que, de confirmarse, tendrán fuerte impacto sobre el comercio exterior del país vecino, y por extensión, sobre la economía argentina.
Los designados futuros ministros de Economía, Relaciones Exteriores y Agricultura, anuncian un desinterés hacia quienes vienen siendo, exceptuando Estados Unidos, los principales socios comerciales de Brasil: China y otros países en Asia; Mercosur y demás sudamericanos, y países árabes y africanos.
En las últimas dos décadas el comercio exterior brasileño cambió radicalmente. Los países emergentes y en desarrollo pasaron a tener un peso enorme, mientras cayó el de sus socios más tradicionales, como Estados Unidos y la Unión Europea. Además, hubo una creciente especialización en la venta de commodities y mayor direccionamiento de la producción industrial para el mercado interno con pérdida creciente de participación de la industria en las exportaciones.
Radiografía del comercio externo brasileño
Algunos datos ilustran este cambio. Entre 1997 y 2017, las exportaciones de mercancías brasileñas más que cuadruplicaron, pasando de US $ 52 mil millones a US $ 217 mil millones. Esta expansión posibilitó que, en el comercio global, la participación de Brasil pase del 0,9% al 1,3%. Pero como esto A diferencia de la industria, para el sector de agro-negocios de Brasil, el Mercosur no resulta atractivo. se explicó fundamentalmente por exportaciones primarias a China, en realidad, la industria brasileña perdió market-share global, retrocediendo del 0,7% al 0,6%.
El destino de las ventas brasileñas también cambió: en 1997 sus principales socios eran la Unión Europea (28,4%), Estados Unidos (17,5%) y Mercosur (17,1%). Inclusive, con 24,1%, Sudamérica como un todo adquiría más exportaciones de Brasil que EEUU. Hasta octubre de este 2018, los principales mercados del país vecino fueron China, Hong Kong y Macao (27,9%), Unión Europea (17%), Estados Unidos (12%) y Mercosur (9,2%), otros asiáticos distintos de China (10,9%), Medio Oriente (4,1%) y África (3,4%).
Además, también se alteró significativamente la pauta exportadora. En 1997, predominaban los productos industriales (81,4%), especialmente los de media-baja, media y alta-tecnología (56,2%); ya en 2018, los productos agrícolas y minerales representaban el 41,4%. Manufacturas de baja intensidad tecnológica, fundamentalmente aquellas que procesan recursos naturales y/o son intensivas en trabajo, constituían otro 23%. Así, la industria de transformación de mayor complejidad tecnológica, vio su participación relativa en el comercio internacional caer a un tercio del total de las ventas.
Con Asia y la Unión Europea, básicamente, Brasil vende commodities agrícolas y minerales e importa manufacturas. Con países suramericanos y, en cierta medida, con Estados Unidos y con naciones de bajos y medianos ingresos de África y Oriente Medio, las exportaciones e importaciones son más equilibradas en cuanto a la presencia de bienes industriales en la pauta de ventas.
Las importaciones y el saldo comercial de Brasil también reflejan la importancia de China y otros países asiáticos. En 2018, China, Hong Kong y Macao representaron la mitad del saldo comercial acumulado hasta octubre. Sudamérica contribuyó con 24% y los países de Medio Oriente, 5%. Entre enero de 1997 y octubre de 2018, Brasil acumuló un saldo comercial de 489.000 millones de dólares. América del Sur explicó 34%, China, Hong Kong y Macao 25%; y la Unión Europea 14% —mientras que Estados Unidos apenas 1%.
Mercosur e industria brasileña
Las entidades que representan a la industria brasileña saben que la región constituye un nicho importante para sus exportaciones — y por eso lo consideran crucial por su temor a un avance de la competencia china. En consecuencia, la Confederación Nacional de la Industria (CNI) reaccionó inmediatamente cuando Paulo Guedes, futuro ministro de Economía, afirmó que el "Mercosur no es prioridad", sentenciando en un comunicado que:
“Si el gobierno brasileño no da prioridad al Mercosur, o aún peor, si reduce el Arancel Externo Común de forma unilateral, el único ganador es China, que ya viene tomando el mercado brasileño en toda América del Sur ... Pequeñas y medianas empresas, que exportan más a esos países, serán las más afectadas”.
A diferencia de la industria, para el sector de agro-negocios de Brasil, el Mercosur no resulta atractivo. Por eso, como representante del sector, la futura Ministra de Agricultura afirmó que: “El Mercosur, para Brasil, es desigual, principalmente para los productos de la agropecuaria”. A continuación, Tereza Cristina puntualizó que era hora de revisarlo, “haciendo un acuerdo, tal vez, más moderno y mejor”, o Brasil se retiraría, porque no puede continuar como está.
Dado que Brasil tuvo un saldo comercial acumulado de 80.500 millones de dólares en los últimos 21 años con el Mercosur —y de US $ 168 mil millones en América del Sur— parece casi imposible un acuerdo revisado que satisfaga a su nuevo gobierno, tomando en cuenta, también, lo que su economía representa en la región. Es decir, no parece haber mucho margen para que el Mercosur sobreviva bajo esa expectativa del próximo gobierno brasileño.
Si bien los industriales brasileños manifestaron desagrado con la posibilidad de que Brasil se retire del Mercosur, por otro lado, abrazaron el discurso liberal de Bolsonaro y de cortes de gasto público. Postura similar se observó de sus pares en Argentina, cuyo gobierno viene mostrando una ansiosa voluntad en firmar a toda costa un acuerdo de libre comercio del Mercosur con la Unión Europea. Así, parecería que el penoso Mercosur que persiste se quedó sólo y bajará las persianas, como vienen haciendo las industrias de la región desde la retomada neoliberal.
De esta manera, quedarían en pie los grupos regionales promovidos por los países que más discursean por el liberalismo económico global. En medio de la "guerra comercial", los bloques comerciales (y políticos) se están reorganizando. Estados Unidos repactó el NAFTA y forzará nuevos términos en las relaciones con sus socios. La Unión Europea, en tiempos de Brexit y crisis económica, intenta reinventarse. China construye múltiples canales en sus relaciones bilaterales y regionales, participando activamente en todos los foros en los que logra tener espacio. El sudeste asiático no abandonó a la ASEAN, así como Rusia sigue como motor de su área de influencia.
Mientras tanto, los grandes países sudamericanos, fanatizados por sus discursos ideológicos que definen como “no ideológicos” y, por eso mismo, aferrados a una total falta de pragmatismo y de desprecio a la información sobre la realidad económica mundial histórica y actual, ciegamente avanzan en el sentido contrario. No es difícil apostar a quiénes les irá mejor y a quiénes peor.
Los gobiernos de Brasil y Argentina acordaron hoy trabajar "para revisar el arancel externo común, mejorar el acceso a mercados y avanzar en facilitación de comercio y convergencia regulatoria" en el ámbito del Mercosur.
El consenso se alcanzó tras un encuentro este miércoles en Brasilia entre los presidentes de Brasil, Jair Bolsonaro, y de Argentina, Mauricio Macri.
Un comunicado conjunto divulgado por el gobierno brasileño detalla los temas abordados por los dos mandatarios, con énfasis en las perspectivas del Mercado Común del Sur (Mercosur).
En este momento, Argentina ostenta la presidencia pro témpore del bloque regional, compuesto además por Brasil, Paraguay y Uruguay.
Los presidentes resaltaron la importancia de esta primera visita de un mandatario extranjero a Brasil tras la toma de posesión del presidente Bolsonaro el pasado 1 de enero, prueba de la prioridad que se atribuyen recíprocamente ambos países.
Hicieron "un primer abordaje de temas de interés común en las esferas bilateral, regional e internacional", de acuerdo con el comunicado.
Con respecto a los temas de la agenda bilateral, los presidentes acordaron que los dos gobiernos deben trabajar con el objetivo de cumplir metas concretas, a corto plazo, en las diferentes áreas con mayor potencial.
"Destacaron, de forma no exhaustiva pero con sentido de prioridad, la seguridad interna y la seguridad regional, el perfeccionamiento de los instrumentos bilaterales de cooperación jurídica y de lucha contra el crimen transnacional y la corrupción", reza el texto.
También se comprometieron "al tratamiento expeditivo y sistemático de las cuestiones comerciales y de inversiones, la convergencia reguladora, la facilitación del comercio, la facilitación del tránsito de turistas, la cooperación consular, la cooperación tecnológica e industrial en las áreas de defensa, nuclear, espacial y de satélites".
Será reforzada la cooperación en la infraestructura física, la conectividad, incluida la aérea, entre los dos países, la ciencia, la tecnología y la innovación, las energías renovables y la integración de energías no renovables, la salud, la educación y enseñanza del portugués y del español, entre otros.
Por otra parte, la cooperación entre las Fuerzas Armadas debe incluir la formación de las misiones de paz de Naciones Unidas, subraya el comunicado.
Con respecto al Mercosur, los dos presidentes decidieron trabajar durante sus consecutivas presidencias pro témpore, en 2019, "para revisar el arancel externo común, mejorar el acceso a mercados y avanzar en facilitación de comercio y convergencia regulatoria".
"En el plano externo, acordaron impulsar las negociaciones más prometedoras ya en curso y evaluar el inicio de nuevas negociaciones con otros socios", indica la nota.
Durante el encuentro en Brasilia, Bolsonaro y Macri firmaron un nuevo tratado de extradición bilateral que perfeccionará el marco de cooperación jurídica entre los dos países.
Bolsonaro aceptó la invitación de Macri para realizar una visita de Estado a Argentina en fecha a ser acordada mutuamente por los canales diplomáticos.
El compromiso chino a través de inversiones financieras y cooperación contractual para el año 2021 en los 144 países de la Iniciativa de la Franja y la Ruta fue de unos 59.500 millones de dólares. De este compromiso, alrededor de 13 900 millones de USD se realizaron a través de inversiones y 45 600 millones de USD a través de contratos (parcialmente financiados por préstamos chinos). El compromiso general de China es un desarrollo constante en comparación con 2020, cuando el compromiso chino fue de aproximadamente US $ 60,5 mil millones. En ese momento, el volumen de contratos aumentó de unos 37.000 millones de dólares, mientras que la inversión se redujo de 23.400 millones de dólares. En comparación con 2019, el año anterior a la pandemia de COVID-19, la participación china disminuyó en alrededor de 53 000 millones de USD (alrededor del 48 %). Con el COVID-19 en curso, las inversiones de la BRI estaban a su ritmo más lento desde que la estrategia de inversión en el extranjero de China se acuñó como "Iniciativa de la Franja y la Ruta" en 2013, cuando China se convirtió en el principal inversor en muchos de los países de la BRI.
Britain has reportedly decided it can mitigate the risks arising from the use of Huawei Technologies in 5G networks, despite warnings from the US about leaving the telecoms network vulnerable to Chinese espionage.
The conclusion, reached by the National Cyber Security Centre (NCSC), would "carry great weight" with European leaders, the Financial Times reported, citing a source.
"Other nations can make the argument that if the British are confident of mitigation against national security threats then they can also reassure their publics and the US administration that they are acting in a prudent manner in continuing to allow their telecommunications service providers to use Chinese components as long as they take the kinds of precautions recommended by the British," the source told the newspaper.
Huawei, along with another Chinese network equipment company ZTE Corp,, has been accused by the United States of working at the behest of the Chinese government.
The United States, which has said their equipment could be used to spy on Americans, is trying to prevent US companies from buying Huawei routers and switches and is pressing allies such as Britain to do the same.
Huawei has repeatedly denied the claims. Last week, Eric Xu, one of Huawei’s three rotating chairmen, accused Washington DC of launching a “coordinated geopolitical campaign” against the company in order to gain leverage in a trade war.
Earlier this month, the chief of Britain's foreign intelligence service said Britain should avoid relying on a monopoly provider of equipment in new 5G mobile networks, but that there were no easy answers to concerns about using Huawei.
Huawei Chief Financial Officer Meng Wanzhou was arrested in Canada in December and faces possible extradition to the United States.
After months of speculation, British Prime Minister Theresa May finally revealed her plans for Britain’s clean break from the European Union (Brexit). In a much-anticipated speech to European diplomats at Lancaster House (London) on Tuesday, May outlined her government’s strategy for Brexit by confirming that Britain wants a wants a complete break from the EU’s single market, which allows free movement of goods, services, capital and people within 28-nation bloc. Instead, her government will pursue a “new, comprehensive, bold and ambitious” free trade agreement with the EU.
Opting for a so-called ‘hard’ Brexit strategy, she said: “I want to be clear: What I am proposing cannot mean membership of the single market…Not partial membership of the European Union, associate membership of the European Union, or anything that leaves us half-in, half-out. We do not seek to adopt a model already enjoyed by other countries. We do not seek to hold on to bits of membership as we leave.” Such a clear positioning strategy was missing following the June referendum even though the PM had stated many times “Brexit means Brexit.”
Her speech has moved the country closer to triggering Article 50 of the Lisbon Treaty – the two year legal process the exit the EU. May has pledged to trigger Article 50 by March 31, 2017. On January 24, the Supreme Court will deliver its judgment on whether the UK government can formally trigger Article 50 without the explicit approval of Parliament.
The Plan
In her speech, May outlined 12 key objectives for the negotiations adding up to “one big goal: a new, positive and constructive partnership between Britain and the European Union.” Following are the key components of her plan.
* There would be drastic changes in immigration rules to “control the number of people who come to Britain from Europe.”
* The UK will seek a new bespoke customs arrangement with the EU to retain tariff-free trade with the European bloc.
* The UK will pursue bilateral trade agreements with non-EU countries like the US, China, India and Australia.
* The Brexit process will be gradually implemented in phases to ensure a “smooth and orderly Brexit.”
* The final Brexit deal will be put to a vote in both Houses of Parliament.
* There would be greater engagement of devolved administrations in the Brexit process. British laws will be devised in Westminster, Edinburgh, Cardiff, and Belfast.
* The UK will not contribute large amounts of money to the EU budget.
* The UK will seek an early agreement to guarantee the rights of EU nationals in Britain and British nationals in the EU.
* The workers’ rights will be fully protected after Brexit.
* The UK will continue its co-operation with the EU member-states on science, research and technology initiatives. Similarly, the UK will continue its cooperation with EU nations on fighting crime and terrorism.
* A practical solution to maintain the common travel area with Republic of Ireland will be explored.
There is no denying that by publicly declaring her intentions and plans, Prime Minister May has addressed lingering concerns but there is still plenty of uncertainty as many questions need to be resolved to ensure a smooth Brexit and future trading with the EU and the rest of the world. For instance, take the plan on immigration. It is not clear what kind of legal framework (bilateral or regional) will protect the rights of British and EU citizens, post-Brexit.
Weak Bargaining Power
It is a well-known fact that bargaining power affects the outcome of trade negotiations. As a small country, the UK has less bargaining power than the EU. The EU trade matters more for the UK economy than UK trade for the EU economy.
As trade agreements take a long time to negotiate, the UK is in a far less advantageous negotiating position. The two-year time limit on exit negotiations weakens the UK’s position. It is in the UK’s interest to secure a quick trade deal with the EU. If the UK is unable to clinch a deal within two years, it would continue to trade with the EU but under the rules of the World Trade Organization.
Michel Barnier, the EU’s chief Brexit negotiator, has already described divorce as a “prerequisite” to a future trade deal with the UK and there is complete unanimity among 27 member-countries to stick to this mantra. Since considerable amount of time would be spent in working out the exit process, it is highly unlikely that a comprehensive new trade deal between the UK and EU could be worked out quickly.
The UK is aiming for the freest possible trade in goods and services with the bloc. Unlike trade in goods, trade in services can take place through four different modes of supply – cross-border trade, consumption abroad, investment, and movement of service professionals.
Trade in services is very important for the UK as services account for nearly 80% of country’s economy. In financial services, the UK enjoys a strong competitive edge but may face regulatory hurdles in serving European markets in the absence of an agreement covering cross-border trade and investments in financial services. Outside of the scope of single market, financial services are more difficult to negotiate as it requires harmonization of countries’ domestic regulations. This factor would also act as an important impediment when the UK will seek liberalization of financial services under bilateral trade agreements with the US, China, India, Brazil and Australia.
The European leaders are unlikely to approve a more favorable trade deal with the UK as it would encourage other member-states to seek out a similar deal in future. Already demands for similar referendums is gaining momentum in a number of EU member-states. Hence, the prospects of having a free trade agreement with the EU which could undermine the basic membership of the bloc are very weak.
Further, difficulties may also arise from the ratification process because any new trade and investment agreement will have to be ratified by national parliaments of all 27 EU members. Not an easy task in the present times when the public support for free trade agreements are plunging throughout the world.
Singapore of Europe?
What is alarming is the PM’s veiled threat to turn the UK into a low-tax economy if the country fails to negotiate a satisfactory Brexit deal.
“I am equally clear that no deal for Britain is better than a bad deal for Britain. Because we would still be able to trade with Europe. We would be free to strike trade deals across the world. And we would have the freedom to set the competitive tax rates and embrace the policies that would attract the world’s best companies and biggest investors to Britain. And – if we were excluded from accessing the Single Market – we would be free to change the basis of Britain’s economic model,” she added.
It is too early to judge whether this is purely a negotiating threat to the European bloc or something else. Certainly, transforming Britain into a corporate tax haven (Europe’s Singapore) is not what the people voted to leave the EU.
Buques de guerra estadounidenses fueron avistados "en el lugar de los hechos" en donde ocurrió el atentado contra el gasoducto de Nord Stream días antes de que ocurriera, de acuerdo con la publicación 'European Conservative'.
La publicación cita a John Anker Nielsen, capitán del puerto de Christiansø —la parte más oriental de Dinamarca en el mar Báltico y una zona cercana los lugares de las explosiones del Nord Stream—, quien relató que días antes del ataque al gasoducto en septiembre de 2022, buques de guerra de la Armada de Estados Unidos estaban en el lugar y operando con las radios apagadas.
El capitán dijo al diario danés Politiken que cinco días antes de la explosión salió con un equipo de salvamento sospechando que podría haberse producido un accidente porque había radios apagados, sólo para encontrarse con buques de guerra estadounidenses, cuyo personal ordenó al equipo que se retirara.
De acuerdo con European Conservative, en un principio al capitán "no se le permitió decir nada" sobre el avistamiento de buques estadounidenses.
Así, la publicación señala que la versión del capitán Nielsen provoca dudas en torno a las versiones sobre que el gasoducto Nord Stream, construido para suministrar gas ruso a Alemania y al resto de Europa, fue saboteado por un grupo ucraniano.
El periodista de investigación estadounidense Seymour Hersh ha afirmado que los explosivos que detonaron habían sido colocados en los gasoductos durante el mes de junio de ese año por buzos de la Marina estadounidense, al amparo de un ejercicio de la OTAN denominado “Baltops 22”. Sin embargo, en su momento, la Casa Blanca negó el informe, calificándolo de “totalmente falso y completa ficción”.
El 26 de septiembre de 2022 se produjeron explosiones en dos gasoductos rusos de exportación: Nord Stream y Nord Stream 2. Alemania, Dinamarca y Suecia no descartaron la posibilidad de un sabotaje deliberado.
La empresa operaria, Nord Stream AG, informó que los gasoductos sufrieron destrucciones sin precedentes y que era imposible evaluar el tiempo que llevaría la reparación. La Fiscalía General de Rusia abrió una investigación, catalogando lo sucedido como un acto de terrorismo internacional.
La Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, reiteró el compromiso de la institución para apoyar a la Alianza del Pacífico y aplaudió sus esfuerzos de convergencia con el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), durante la XIII Cumbre de autoridades del bloque que componen Chile, Colombia, México y Perú, y que se realiza en Puerto Vallarta (México) hasta mañana 24 de julio.
La alta funcionaria de las Naciones Unidas hizo también un llamado a los países del grupo a profundizar su relación con Australia, Canadá, Nueva Zelandia y Singapur, naciones con las que lleva a cabo un proceso de negociación para que se integren a la Alianza como Estados asociados. Bárcena se encuentra participando en la Cumbre que reúne a los Presidentes de los cuatro países miembros: Sebastián Piñera (Chile), Juan Manuel Santos (Colombia), Enrique Peña Nieto (México) y Martín Vizcarra (Perú), además de los Presidentes de Brasil, Michel Temer, y de Uruguay, Tabaré Vásquez, quienes asisten como invitados especiales.
En el marco de la reunión, que congrega también a Ministros de Relaciones Exteriores, Comercio y Finanzas de varios países de América Latina y otras regiones del mundo, la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL moderó hoy lunes un panel sobre el rol de la Alianza del Pacífico como promotor del libre comercio, e intervino el domingo 22 de julio en una cena de trabajo de los ministros de la Alianza del Pacífico con los representantes de los organismos internacionales (CEPAL; Banco Interamericano de Desarrollo – BID; Banco de Desarrollo de América Latina – CAF; Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos – OCDE; Asociación Latinoamericana de Integración – ALADI; y Secretaría General Iberoamericana -SEGIB).
En el panel realizado hoy participaron las autoridades de la Alianza del Pacífico María Lorena Gutiérrez (Ministra de Comercio, Industria y Turismo de Colombia); Ildefonso Guajardo (Secretario de Economía de México); Rogers Valencia (Ministro de Comercio y Turismo de Perú); y Rodrigo Yáñez (Director General de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile), junto con los ministros de los países candidatos a integrarse como Estados asociados Steven Ciobo (Ministro de Comercio de Australia); Pamela Goldsmith-Jones (Secretaria Parlamentaria del Ministerio de Comercio Internacional de Canadá); David Parker (Ministro de Comercio de Nueva Zelandia); y Chee Hong Tat (Ministro de Estado Senior en el Ministerio de Comercio e Industria de Singapur).
En sus palabras iniciales, Alicia Bárcena señaló que el comercio internacional pasa por un período muy preocupante debido a la imposición de numerosas restricciones, que ya alcanzan poco menos de 200.000 millones de dólares (o el equivalente al 1% del intercambio global de bienes). Esta cifra podría aumentar considerablemente si Estados Unidos ejecuta en septiembre su anuncio de aumentar en 10% los aranceles a 200.000 millones de dólares adicionales de importaciones provenientes de China, y si este país responde con una medida equivalente.
“Si todas estas restricciones potenciales anunciadas se materializan, podríamos terminar el año con barreras de más de un trillón de dólares a las importaciones mundiales, equivalentes a casi el 6% del comercio global de bienes”, dijo Bárcena. “Sin embargo, quizás más preocupante que esos números es el deterioro que observamos del ambiente en que se conduce el comercio internacional. Vemos en algunos actores una erosión del apoyo y respeto al sistema multilateral de comercio personificado en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y un movimiento hacia relaciones comerciales basadas en el poder. Esto es un desarrollo muy negativo para todos los que apoyamos la cooperación multilateral por sobre el unilateralismo”, agregó.
La Secretaria Ejecutiva de la CEPAL coincidió con varios ministros en la necesidad de responder a los crecientes cuestionamientos al libre comercio mediante una agenda comercial inclusiva que genere beneficios para todos los sectores de la sociedad y también para el medio ambiente. Dicha agenda debe también actualizarse para reflejar adecuadamente los fuertes cambios tecnológicos que vive la economía mundial, como la digitalización y la robotización. En este sentido, Bárcena destacó la creciente inclusión de capítulos sobre pymes, género y desarrollo sostenible en los acuerdos comerciales más recientes suscritos por los países de la Alianza del Pacífico y por sus candidatos a Estado asociado.
En el panel las autoridades abordaron además la importancia de la Alianza del Pacífico en la región Asia-Pacífico y los desafíos de la coexistencia de los distintos acuerdos comerciales, en particular entre el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por su sigla en inglés), suscrito por once países el 8 de marzo de 2018, y el potencial acuerdo derivado de la negociación de la Alianza del Pacífico con los candidatos a Estados asociados. Tres de los miembros de la Alianza del Pacífico son signatarios del CPTPP (Chile, México y Perú), al igual que sus cuatro candidatos a Estado asociado.
En su intervención en la cena de trabajo con los ministros el domingo, Bárcena señaló que la convergencia entre la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR es “necesaria y urgente”, sobre todo en una coyuntura tan turbulenta como la actual. Recordó que ambos bloques concentran alrededor del 80% de la población y el PIB de la región, cerca del 85% de su comercio y casi el 90% de sus flujos de inversión extranjera directa (IED). Sin embargo, comercian muy poco entre sí: el MERCOSUR representó en 2017 solo el 2,8% de las exportaciones totales de bienes y el 4,0% de las importaciones de la Alianza del Pacífico. En tanto, en ese mismo año la Alianza fue el destino del 6,4% de los envíos totales de bienes del MERCOSUR y el origen del 6,6% de sus compras externas.
La funcionaria internacional indicó a las autoridades presentes que la convergencia entre ambos bloques debe pasar de la fase exploratoria a una orientada al logro de acuerdos sectoriales en materias de interés común. Específicamente, precisó que la CEPAL propone trabajar en cinco áreas: mayor cooperación regulatoria y reducción de obstáculos técnicos al comercio; facilitación de las inversiones; reconocimiento mutuo de los programas nacionales de Operador Económico Autorizado; avanzar hacia un mercado digital regional; y la cooperación en el desarrollo de estadísticas sobre comercio de servicios.
Durante su participación en la XIII Cumbre de la Alianza del Pacífico, Alicia Bárcena puso a disposición de los Presidentes y Ministros la reciente publicación de la CEPAL La convergencia entre la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR. Enfrentando juntos un escenario mundial desafiante, que analiza el estado actual del comercio entre ambos grupos y las oportunidades y desafíos que presenta.
Los profundos cambios tecnológicos en curso generan la destrucción y transformación de puestos de trabajo existentes y la generación de nuevos empleos. En el debate público, la preocupación se ha centrado en mayor medida en los riesgos de pérdida de empleos, y se han desarrollado varios métodos para estimar la cantidad de empleos que podrían ser objeto de sustitución tecnológica.
La aplicación de estos métodos a las economías de América Latina y el Caribe sufre la debilidad de suponer que los mercados laborales de la región funcionan de la misma manera que los de los países desarrollados. Sin embargo, en los mercados laborales de América Latina y el Caribe existen sectores de baja productividad cuya dinámica se determina en gran parte por las necesidades de los hogares de bajos ingresos y la oferta laboral de estos hogares que no se ve afectada por los cambios tecnológico en curso.
En este documento se propone un ajuste al método de estimación del riesgo de sustitución tecnológica del trabajo humano elaborado por Frey y Osborne que toma en cuenta esta diferencia estructural, además se analiza el riesgo de sustitución tecnológica del trabajo diferenciado por características como sexo, educación, edad y ramas de actividad y se identifican desafíos para contener los peligros de nuevas polarizaciones, segmentaciones y brechas en los mercados laborales.
Mike Wirth, director general de Chevron, una de las principales empresas energéticas de Estados Unidos, acusó a la Administración del presidente Joe Biden de elevar los precios de la energía y socavar la seguridad energética de los aliados de Washington, informa el periódico 'Financial Times'.
Los "ataques al gas natural" de Biden y la congelación de nuevos permisos de exportación para terminales de gas natural licuado ponen "la política por delante del progreso" y perjudicarán los esfuerzos para luchar contra el cambio climático, indica la publicación, refiriéndose a las declaraciones de Mike Wirth en la conferencia Gastech de Houston.
"Esto amenaza el suministro fiable de gas natural licuado [GNL], socavando la seguridad energética de nuestros aliados. Y ralentiza la transición del carbón al gas natural, lo que significa más emisiones y no menos", añade.
Su comentario, explica el periódico, se refería sobre todo a la decisión de Washington de limitar las exportaciones de GNL. En enero, el Departamento de Energía, bajo la dirección de la Casa Blanca, anunció que suspendía las nuevas licencias de exportación de combustible a países que no son socios de libre comercio de Estados Unidos. A su vez, Biden justificó tal decisión por "el cambio climático".
El medio destaca que la decisión de la congelación de las exportaciones de GNL es un tema importante de la campaña presidencial en el estado de Pensilvania, que produce alrededor del 20% del gas de Estados Unidos.
El mercado mundial de gas cambió drásticamente desde que la Unión Europea impusiera restricciones a los recursos energéticos procedentes de Rusia, en respuesta a su operación especial. Como consecuencia, se suspendió el suministro de gas a través de los gasoductos rusos, pero aumentó el de GNL. A su vez, Estados Unidos también aprovechó la situación y empezó a suministrar más este tipo de combustible a Europa.
Desde Moscú indicaron en reiteradas ocasiones que la UE cometió un grave error al renunciar a las adquisiciones de los hidrocarburos rusos. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, aseguró que su país no niega a nadie el suministro de sus recursos energéticos. En sus palabras, Europa esperaba que si no recibía el gas ruso, Moscú colapsaría, pero, en cambio, en sus Estados están empezando a producirse procesos irreversibles.
China will use the Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) to consolidate its hegemony in the Asia-Pacific. This triumph of regionalism in Asia is a sign of a change in the correlation of forces in the international system; Western multilateralism, driven by the United States, remains in crisis and shows no signs of recovery. The centre of world trade is in the RCEP countries with the leadership of the Asian Giant.
The RCEP treaty came into force in January 2022, is the largest globally and accounts for 30% of global gross domestic product. The ten members of ASEAN) plus China, Japan, South Korea, Australia and New Zealand make up the RCEP. The RCEP standardised the rules that previously governed trade between these countries and will complete the dynamisation of a region that became the centre of gravity of the global economy by 2021.
The Belt and Road Initiative (BRI) is the main instrument through which Beijing projects its interests in the Asia-Pacific. Although the RCEP negotiations took place within ASEAN, China's prominence is undeniable. The RCEP provides a favourable framework for Beijing and the BRI strategic areas: economic cooperation and infrastructure investment.
China is the most important investor in the Asia-Pacific. Chinese investment in Southeast Asia has increased since the announcement of the BRI, from $23 billion (USD) per year in 2012 to $57 billion in 2019. China provides the bulk of foreign direct investment in Brunei, Cambodia and Laos, investing in transport, energy and communications. Between 2019 and 2021, she initiated at least 25 projects linked to the BRI.
The Asian giant increased its energy production from renewable sources and invested in renewable energy in Indonesia, Vietnam, and Thailand but continues to invest in fossil energy in Brunei and the less developed ASEAN countries and Latin America. It is one of the factors why RCEP does not contain environmental considerations.
RCEP implies greater integration in countries that account for half of the world's manufacturing, 26% of global value chains (GVCs) and 70% of electronics production. Under these conditions, the centre of international trade shifted from the North Atlantic to Southeast Asia, and intra-RCEP value chains increased by 50% from 2010 to 2020. With the treaty's entry into force, they will grow even more. The region rises its resilience to the externalities of the global economy.
The RCEP dominates telecommunications and electronics production, while Europe has a larger share in pharmaceuticals, automobiles and aerospace. However, Southeast Asia is the initiator of the GVCs discussed here; for example, China's rare earths are indispensable for chip manufacturing critical for aeronautics and automobiles. Some strategic sectors of the world economy depend on Beijing's decisions.
With the RCEP, China's expansion in the Asia-Pacific strengthened while securing the supply of raw materials to nearby countries. Chinese exports will grow thanks to increased construction of connectivity and storage infrastructure. For all states involved, the RCEP provides benefits of trade liberalisation; for China, it means consolidating a regional structure favourable to the BRI.
The vulnerability of the US and the West to China and the RCEP has grown. The Trans-Pacific Partnership (TPP) intended to act as a counterweight to Chinese influence. Still, since Washington's withdrawal, those possibilities reduced. Conversely, Beijing has established itself as the hegemon of the Asia-Pacific and has applied to join the TPP to become the largest economy in the group.
The world is going through a period of bipolar multilateralism. The United States faces the breakdown of the post-Cold War unipolar system. The Bretton Woods international financial institutions have lost legitimacy; in their place, China has emerged as the new driver of economic cooperation. The peripheral countries are at a crossroads: continue with US investment or move closer to Beijing. The RCEP is a new driver of economic collaboration and expresses the multilateralism dictated by the Asian giant, despite including US allies like Japan and South Korea.
The RCEP impacts Western-led world trade and worries the US because it consolidates the Asian Giant as a leader on its way to superpower status. The decline in the US leadership of the world economy is observed clearly through the post-pandemic economic crisis and recovery. The historical dependence of the peripheries seems to be shifting from Washington to Beijing rather than diminishing. With the RCEP, the less developed ASEAN countries are on the way to proving this assertion.
It is incomprehensive to track Latin America's progress in recent years without taking into account China's participation, even in difficult times, said experts.
According to a report by the Frederick S. Pardee School of Global Studies at Boston University, Latin America and the Caribbean had deepened their commercial exchanges with China after the 2008 financial crisis, despite other partners reducing their presence in the region.
China's growth has been based on building closer ties with partners, especially in South America, said Jose Luis de la Cruz, director of Mexico's Institute for Industrial Development and Economic Growth.
"The impact of China's trade relations, especially with South America, has been very positive," the expert said.
The Inter-American Development Bank calculated that total exports from the region grew around 13 percent in 2017, to reach around 985 billion U.S. dollars, in a large part thanks to the Chinese demand.
According to statistics from Chinese customs, bilateral trade between China and Latin America and the Caribbean stood at 260 billion U.S. dollars in 2017, up 18.8 percent over 2016.
Gao Feng, spokesperson from the Chinese Ministry of Commerce, said in a recent press conference that China is diversifying its investments in the region. Between 2004 and 2010, investments in mining and energy represented 42 percent and 18 percent of the total respectively. Between 2011 and 2017, this lowered to 20 percent and 6 percent.
Sergio Martinez, a researcher at the China-Mexico Studies Center at the National Autonomous University of Mexico, told Xinhua that "China is not forgetting its production abroad. It is tending to both markets, internal and external. Chinese presence will continue to be felt here for a long while."
However, China's participation in the region is not only felt through trade.
A recent study by RED ALC-China, an academic network of studies on China in Latin America and the Caribbean, said that in the last two decades, China enhanced its cooperation with the region "in practically all fields imaginable."
It cited the fields of defense, science and technology, as well as culture and academia, among others.
Ricardo Barrios, member of the Inter-American Dialogue think tank, said that in the recent China-CELAC Forum in Chile, Chinese Foreign Minister Wang Yi said that close to 4,000 Latin American and Caribbean professionals had recently visited China for training and educational purposes.
"I feel these numbers are only going to rise in the next few years," said Barrios.
El presidente chino, Xi Jinping, destacó los lazos de su país con Europa del Este como un impulso para la economía china durante su gira europea destinada a... 09.05.2024, Sputnik Mundo
Conforme con el diario húngaro, Magyar Nemzet, Xi caracterizó este estrechamiento de los lazos como avance hacia la estabilidad y el desarrollo mundiales. Es un "signo de los tiempos y de la tendencia general del desarrollo", declaró Xi, añadiendo que Europa del Este aporta un "complemento útil a las relaciones China-Europa".
De acuerdo con Bloomberg, se espera que durante su visita a Hungría se firmen más de una docena de acuerdos sobre proyectos ferroviarios, viarios y energéticos entre ambas naciones.
Hungría, Estado miembro de la UE, "rechazó las presiones" de Bruselas y apostó por la cooperación económica con China, atrayendo en los últimos años inversiones de 10.800 millones de dólares, la mayoría en el sector de los vehículos eléctricos, reporta el medio.
En particular, BYD, el gigante chino de este sector, eligió Hungría como sede de su primera fábrica europea de automóviles, una inversión "codiciada" por otros países como Alemania y Francia, revela el periódico. Hungría es también un "centro neurálgico" para los fabricantes de baterías de vehículos, y la china Contemporary Amperex Technology está construyendo actualmente una planta de 7.300 millones de euros en la ciudad de Debrecen, agrega.
"La posición de Hungría es firme: para mantener y mejorar la competitividad, tanto nuestro país como Europa necesitan fomentar las buenas relaciones con China (...) En lugar de disociarnos, deberíamos aspirar a la cooperación", declaró el asesor del primer ministro húngaro, Balazs Orban, citado por Bloomberg.
En cuanto a Serbia, Xi calificó el aumento del comercio de ese país con China de "camino inevitable para progresar", incluso cuando la UE está dispuesta a acompañar a Estados Unidos en su guerra comercial contra China.
Por ejemplo, Belgrado impulsa sus exportaciones al gigante asiático, con un acuerdo de libre comercio, y espera inversiones chinas en infraestructuras por un valor de hasta 27.000 millones de dólares, destaca el medio.
Además de la cooperación económica, las dos naciones también respaldan la integridad territorial mutua: Pekín no reconoce la independencia de Kosovo, una provincia serbia que se separó unilateralmente de Belgrado en 2008, nueve años después de la Guerra de Kosovo, que terminó con los trágicos bombardeos de la OTAN sobre Serbia. A cambio, Serbia respalda la política de Pekín en torno a Taiwán.
Xi Jinping realiza una gira europea del 5 al 10 de mayo, que incluye visitas a Francia, Serbia y Hungría. El mandatario chino ya completó un viaje de dos días a Francia, donde mantuvo conversaciones con el presidente Emmanuel Macron y se reunió con la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
En esas reuniones, entre otras declaraciones, Xi Jinping se pronunció enérgicamente contra las críticas a las estrechas relaciones de su país con Rusia durante el conflicto en Ucrania.
La industria de semiconductores en China está en crecimiento, sin embargo, aún permanece rezagada de la vanguardia occidental del sector. La estrategia “Made in China 2025” pretende consolidar una industria de semiconductores significativa en China con el fin de limitar su gran dependencia al exterior.
China depende fuertemente de la importación de semiconductores, Asia como región es el principal demandante a nivel global y China en específico produce muy pocos de los semiconductores del mundo.
La inversión para desarrollar este sector está en marcha y en gran crecimiento, principalmente apoyados por el gobierno del país asiático. Los semiconductores chinos son una pieza clave para la industria tecnológica china; es cuestión de tiempo para que el “ambicioso plan” para limitar su dependencia se concrete.
BEIJING, 21 ago (Xinhua) -- La República Popular China y la República de El Salvador firmaron hoy martes en Beijing un comunicado conjunto sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas.
El comunicado fue firmado por el consejero de Estado y ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, y el ministro de Relaciones Exteriores salvadoreño, Carlos Castaneda.
"La República Popular China y la República de El Salvador, en concordancia con los intereses y el deseo de los dos pueblos, han decidido reconocerse el uno al otro y establecer relaciones diplomáticas a nivel de embajador, efectivas desde la fecha de la firma de este comunicado", dice el documento.
"Los dos gobiernos acuerdan desarrollar relaciones amistosas entre los dos países sobre la base de los principios del respeto mutuo a la soberanía y la integridad territorial, la no agresión mutua, la no interferencia en los respectivos asuntos internos, la igualdad, el beneficio mutuo y la coexistencia pacífica", añade.
"El gobierno de la República de El Salvador reconoce que existe una sola China en el mundo, que el gobierno de la República Popular China es el único gobierno legal que representa a toda China y que Taiwan es una parte inalienable del territorio chino", afirma el comunicado.
De acuerdo con el comunicado, el gobierno de El Salvador rompe las "relaciones diplomáticas" con Taiwan desde la fecha y se compromete no tener más relaciones o intercambios oficiales con Taiwan. El gobierno de la República Popular China aprecia la posición del gobierno de la República de El Salvador.
El gobierno de la República Popular China y el de la República de El Salvador acuerdan que, de conformidad con las disposiciones de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 y la práctica internacional común, intercambiarán embajadores y se proporcionarán el uno al otro toda la asistencia necesaria para el establecimiento y el cumplimiento de las funciones de sus respectivas embajadas en la capital del otro país sobre la base de la reciprocidad, indica el documento.
"La adhesión al principio de una sola China es una norma internacional reconocida universalmente y el consenso de la comunidad internacional, así como la base fundamental para que China establezca y desarrolle relaciones con cualquier país", destacó Wang Yi.
"El Salvador se integra ahora en la abrumadora mayoría de países del mundo al decidir con resolución reconocer y comprometerse a acatar el principio de una sola China, y establecer lazos diplomáticos con China sin condiciones previas", declaró Wang.
Hasta la fecha, un total de 178 países han establecido relaciones diplomáticas con China, según Wang.
"Creo que el pueblo salvadoreño sentirá la amistad y la hospitalidad del pueblo chino y se beneficiará de la cooperación entre ambos países", manifestó, y destacó que la historia demostrará que forjar relaciones diplomáticas con China se corresponde con los intereses fundamentales y a largo plazo del pueblo salvadoreño.
Wang afirmó que China tiene ahora un amigo más en la región latinoamericana y caribeña, así como un socio para impulsar la iniciativa de la Franja y la Ruta y construir una comunidad de destino de la humanidad.
China está dispuesta a trabajar con El Salvador para materializar su desarrollo conjunto, promover la cooperación China-América Latina en su conjunto, y contribuir a la revitalización colectiva de los países en vías de desarrollo.
Castaneda subrayó que forjar lazos diplomáticos con la República Popular China es una decisión estratégica de El Salvador y constituye un evento histórico para el país centroamericano.
El Salvador ha cortado sus llamados "lazos diplomáticos" con Taiwan y ya no tendrá relaciones oficiales o intercambios oficiales con Taiwan de ningún tipo, prometió el canciller salvadoreño.
El Salvador está deseoso de trabajar con China para aumentar la confianza política, fortalecer los intercambios a varios niveles y desarrollar una cooperación pragmática, señaló Castaneda, quien expresó su deseo de que la cooperación entre ambos países abra la puerta a una nueva era y beneficie a ambos pueblos.
China utilizará la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés) para consolidar su hegemonía en Asia-Pacífico. Este triunfo del regionalismo en Asia es un signo del cambio en la correlación de fuerzas en el sistema internacional; el multilateralismo occidental, impulsado por Estados Unidos, continúa en crisis y no muestra señales de recuperación. El centro del comercio mundial en la postpandemia está en los países de la RCEP con un liderazgo indiscutible del Gigante asiático.
El tratado de la Asociación Económica Integral Regional entró en vigor en enero de 2022, es el tratado de libre comercio más grande del mundo y concentra el 30% del producto interno bruto global. La RCEP está conformada por los diez miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. La RCEP homologó las normas que anteriormente regían el comercio entre estos países, terminará de dinamizar una región que se convirtió en el centro de gravedad de la economía mundial en 2021.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII) son los instrumentos principales por los cuales Beijín proyecta sus intereses en Asia-Pacífico. A pesar de que las negociaciones de la RCEP se llevaron a cabo en el seno de la ASEAN, el protagonismo de China es innegable. La RCEP provee un marco favorable para aspectos estratégicos del Gigante asiático y la IFR: cooperación económica e inversión en infraestructura.
China es el inversor más importante de Asia-Pacífico. El capítulo 15 del tratado de la RCEP establece que los países menos desarrollados de la ASEAN (Camboya, Laos y Myanmar) son los prioritarios para recibir proyectos e inversiones de cooperación económica. La participación de las inversiones chinas en el Sudeste Asiático ha aumentado desde el anuncio de la IFR; pasó de 23 mil millones de dólares (mdd) anuales en 2012 a 57 mil mdd en 2019. China provee la mayor parte de la inversión extranjera directa (IED) en Brunéi, Camboya y Laos; los sectores en los que invierte son transporte, energía y comunicaciones. De acuerdo con la ASEAN, entre 2019 y 2021, se iniciaron al menos 25 proyectos directamente ligados a la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
El Gigante asiático ha aumentado su producción de energía con fuentes renovables e invertido en ella en Indonesia, Vietnam y Tailandia; sin embargo, continúan sus inversiones en energías fósiles en Brunéi y los países menos desarrollados de la ASEAN, así como América Latina. Esto es uno de los factores por los que la RCEP no contiene consideraciones sobre medio ambiente, elemento que fue ampliamente criticado por occidente.
La RCEP implica una mayor integración en los países que concentran la mitad de la manufactura mundial, el 26% de participación en las cadenas globales de valor (CGV) y el 70% de la producción de electrónicos. En estas condiciones, es indiscutible que el centro del comercio internacional se ha movido del Atlántico norte al Sudeste Asiático. Asimismo, las cadenas de valor entre países de la RCEP se han incrementado en un 50% de 2010 a 2020. Con la entrada en vigor del tratado, se espera que crezcan aún más. De esta forma, la región aumenta su resiliencia frente a las externalidades de la economía mundial.
Los países de la RCEP dominan la producción de telecomunicaciones y electrónicos. Europa tiene mayor participación en farmacéuticos, automóviles e industria aeroespacial. Sin embargo, se debe de considerar que en el Sudeste asiático inician las CGV aquí expuestas; por ejemplo, las tierras raras que posee China son indispensables para la fabricación de chips. Es decir, algunos de los sectores estratégicos de la economía mundial dependen enteramente de las decisiones de Beijín.
Con la RCEP, la expansión de China en Asía-Pacífico se fortalece, además, Beijín asegura el abastecimiento de materias primas de los países cercanos. Las exportaciones chinas también crecerán gracias al aumento de la construcción de infraestructura de conectividad y almacenamiento. Para todos los Estados involucrados, la RCEP proporciona múltiples beneficios propios de la liberalización del comercio; para China implica la consolidación de una estructura regional favorable para la IFR.
La vulnerabilidad de Estados Unidos y Occidente frente a China y la RCEP ha crecido. El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) buscaba, entre otras cosas, fungir como contrapeso a la influencia china en la región; pero desde que Washington se retiró, las posibilidades se han reducido. A la inversa, el Gigante asiático se ha consolidado como la hegemonía de Asia-pacífico y ha solicitado ingresar al TPP y convertirse en la economía mayor del grupo.
El mundo atraviesa una etapa de multilateralismo bipolar. Estados Unidos y sus aliados occidentales enfrentan el quiebre del sistema unipolar de la postguerra fría. Las instituciones financieras internacionales de Bretton Woods han perdido legitimidad; en su lugar, China apareció como el nuevo impulsor de la cooperación económica. Los países periféricos están en una encrucijada: seguir sobre la línea de acción con inversiones estadounidenses o acercarse a Beijín. La RCEP, a pesar de contar con aliados históricos de Estados Unidos (Corea del Sur y Japón), sigue la línea dictada por el multilateralismo del Gigante asiático.
La RCEP impacta en el comercio mundial históricamente liderado por Occidente. El multilateralismo asiático y el claro liderazgo de China son motivo de preocupación para Estados Unidos porque consolidan al Gigante asiático como líder camino a ser superpotencia. La crisis económica causada por la Covid-19 fue un punto de quiebre, una coyuntura en la que se ha podido observar más nítidamente el declive estadounidense en la economía mundial. Por otra parte, la dependencia histórica de las periferias en vez de disminuir parece sólo cambiar de centro, de Washington a Beijín. Con la RCEP, los países menos desarrollados de la ASEAN se encaminan a comprobar esta afirmación.
China y su camino a la apertura
En abril del 2014 la Comisión Reguladora del Mercado de Valores del China y la Comisión de Valores y Futuros de Hong Kong (CSRC y SFC, por sus siglas en ingles) anunciaron sus intenciones de crear un mecanismo que hiciera posible conectar las bolsas de Shanghai y Hong Kong, marcando un paso importante en la apertura del mercado de capitales anhelado por China en su XII plan quinquenal. De igual forma se buscaría la internacionalización del yuan y la consolidación de Hong Kong como centro financiero.
Fue así que el 17 de noviembre del mismo año, ambas bolsas vincularon sus operaciones mediante el programa denominado Stock Connect. El programa nace con el sello de “experimental” y permite a los inversionistas de Shanghai invertir una cuota anual de 250,000 millones de yuanes (40,550 millones de dólares) en el parque de Hong Kong, mientras que los inversores procedentes de Hong Kong contarían con un máximo de 300,000 millones de yuanes (48,660 millones de dólares).
Con la conexión entre ambas bolsas, Shanghai experimenta un rápido crecimiento en el volumen de sus operaciones las cuales prácticamente se duplicaron en menos de seis meses. Después de un periodo de comportamiento positivo y de aceptación por parte de los inversionistas, el 24 de agosto del 2015 el índice compuesto de Shanghai, perdió 8.5 %, esta caída agudizo una tendencia a la baja que para aquel día ya representaba el 38% por debajo de su máximo, alcanzado el 12 de junio del mismo año.
La caída se dio como respuesta a la depreciación del yuan anunciada solo una semana atrás y a las perspectivas de que la FED iniciaría un ciclo de incrementos a sus tasas de interés. China reaccionó reforzando la intervención del Estado en el mercado y culpando a la prensa y a los inversores extranjeros de agravar el pánico.
El 30 de noviembre del 2015 en una decisión más política que económica y después de las interminables demandas de China, el FMI acepto al yuan chino en la cesta de divisas con Derechos Especiales de Giro, sumándose al dólar, el euro, la libra esterlina y el yen. La divisa china representaría a partir del 1 de octubre del 2016 el 11% del valor de los DEG, lo que la sitúa por delante de las monedas japonesa y británica.
La aceptación del yuan en la cesta del FMI representa para China prestigio político y un avance en sus aspiraciones económicas, sin embargo, adquiere compromisos con el FMI, entre los que destacan: abrir sus mercados interbancarios y de divisas a las instituciones financieras extranjeras, mejora de las estadísticas sobre reservas de divisas y una flexibilización del tipo de cambio para que las fuerzas del mercado influyan en el, dichas exigencias hacen que China sea más vulnerable ante el entorno internacional.
El 18 de diciembre, el congreso de Estados Unidos aprobó la reforma al sistema de cuotas de representación del FMI, misma que había sido impulsada por China y los demás países emergentes, especialmente del grupo BRICS que en este mismo año había puesto en operación su Nuevo Banco de Desarrollo el cual pretendía ser una alternativa a las instituciones Bretton Woods.
Estados Unidos sigue conservando el derecho de veto, y al parecer son las economías emergentes las que resultan triunfadoras, China será el más beneficiado ya que su derecho de voto pasará de 3.8 a 6%, será el tercer país con más poder, detrás de Estados Unidos y Japón, Brasil sube cuatro posiciones, mientras que India y Rusia consiguieron entrar en la lista de los diez más influyentes.
El hecho de pensar que Estados Unidos dio su brazo a torcer y por fin reconocerá la importancia de los países emergentes en la escena internacional, es algo difícil de creer, en su lugar se puede pensar que finalmente entendió que la mejor forma de contener a su enemigo es manteniéndolo cerca y haciéndolo caer en su propio juego, el congreso accedió a sus peticiones pero no sin antes dejar en claro las reglas que deben seguirse.
La llegada del 2016 no fue del todo feliz en los mercados financieros, las bolsas chinas de Shanghái y Shenzhen cayeron 6.86 y 8.22 por ciento respectivamente, la caída activo el sistema de cierre automático que suspendía las negociaciones por 15 minutos después de una caída de 5%, mientras que tras una caída de 7% cerraba el mercado por el resto del día.
El mecanismo de cierre fue muy controversial ya que según muchos analistas, lejos de calmar la turbulencia en los mercados financieros, creó un estado de pánico que contagio a los inversionistas por todo el mundo. Solo tres días después el mecanismo volvió a activarse, cerrando las operaciones a solo cuarenta minutos de haber iniciado, mas tarde se anuncio que el mecanismo dejaría de funcionar al día siguiente.
Ambas caídas a inicios del año en curso, han dejado claro que el mercado financiero Chino se encuentra expuesto, el programa Stock Connect echado a andar en noviembre del 2014 represento el primer salto hacia una total liberalización de sus mercados financieros, sin embargo podría representar su punto débil, la caída de la bolsa ha sido tomada por los medios como la mejor evidencia de que China se está desacelerando y está arrastrando al mundo hacia una crisis de igual magnitud a la de 2008, la incursión del gigante asiático a la canasta del DEG y la reforma al sistema de cuotas de representación del FMI, representa la adopción de compromisos encaminados a una mayor apertura, misma que podría dejar a China totalmente expuesto a los desequilibrios globales.
http://economia.elpais.com/economia/2014/04/10/agencias/1397130806_834566.html
http://www.negocios.com/noticias/bolsa-china-abre-mundo-17112014-1002
http://www.portafolio.co/opinion/el-renminbi-la-cesta-los-deg-no-es-cuento-chino
A special clause in the new US-Mexico-Canada trade agreement would give Washington a near-veto over any attempt by Canada or Mexico to agree to a free-trade deal with a “non-market economy”, in what analysts have said is a major threat to China’s position in the global trading system.
The United States-Mexico-Canada Agreement (USMCA), finalised on Sunday to replace the 24-year-old North America Free Trade Agreement, stipulates that any of the three parties to the deal has the right to be informed about any negotiations on a free-trade agreement with a “non-market economy” at an early stage, and can review any such deal signed by another member.
If one of the three were to sign a free-trade deal with a non-market country, either of the other two would have the right under article 32.10 to terminate the trilateral USMCA with six months’ notice and form its own bilateral deal on the same terms.
The agreement needs to be approved by the governments of all three counties, including the US Congress, which isn’t expected to take it up until early next year.
Despite repeated Chinese demands that they do so, the US and European Union have refused to classify China as a “market economy” – a technical distinction in the World Trade Organisation framework that would reduce the ability of Washington and Brussels to impose trade sanctions on Beijing.
Although the new stipulation – which was not included in the trade deal between the US and South Korea agreed last month – does not name any specific country, analysts understand it to be aimed at China.
With the power to review and then impede or effectively veto a possible free-trade deal between China and Canada or Mexico, the US can block potential “backchannels” for Chinese products to enter US markets via its neighbours, and gain a significant advantage in weakening Beijing’s negotiating power in future trade talks.
The clause would effectively end any dalliance between Canada and China – Canada’s second-largest trading partner after the United States – over a possible free-trade deal. The two countries agreed in 2016 to study the feasibility of such a deal, although it was not taken further and the Chinese government’s announcement in March of its existing and potential future free-trade deals did not mention Canada.
But the clause has wider implications than scuttling any future China-Canada deal. If the US were to insert a similar clause into trade deals it is negotiating with the EU and Japan, it would mean Beijing’s best hope of trading with the EU, Japan and Canada to offset an extended trade war with the US would be quashed, according to trade experts.
It could, in effect, create a new partnership hemming in China, much as the 12-country Trans-Pacific Partnership was meant to do when it was signed in 2016, before being scrapped.
Song Eui-young, an economics professor specialising international trade at Sogang University in Seoul, said the clause was a sign of Washington’s desire to create an “economic alliance” against China.
US President Donald Trump has changed his early tactic of quarrelling with all of the US’ major trading partners simultaneously and is instead pursuing “a new trade stance to unite Europe, Japan and Canada into an economic alliance against China”, Song said.
The veto clause, presenting a near-insurmountable obstacle to possible free-trade deals between China and major US trading partners, was not a pressing issue only a few months ago when Washington and Seoul were revising their bilateral trade agreement. But the US now appears to see it as a necessary part of any new trade deals, he added.
Kotaro Tamura, an Asia fellow at the Milken Institute and a former senator and parliamentary secretary in charge of economic and fiscal policy in Japan’s cabinet office, said the USMCA “will definitely be the [new] blueprint to contain China in terms of trade”, with Washington using the “non-market economy” clause as a loyalty test for its major trading partners.
“The US will try to reach a similar agreement with other countries surrounding China, including Japan,” Tamura predicted.
With updated trade deals in North America and South Korea in hand, and Washington negotiating with Japan and the EU on new ones, its ultimate design would be a new US-led global trading system underpinned by a series of bilateral agreements.
China looks increasingly isolated despite its repeated claim that it is the true protector of global free trade and multilateralism centred on the World Trade Organisation.
A US-led trade system that excludes China would be the worst-case scenario for Beijing because such a structure could lead to fundamental realignments of international economic relations and global value chains, which in turn could curb China’s economic rise.
So far, China has signed 16 bilateral free-trade deals, including those with Australia, New Zealand, Iceland, South Korea, Singapore and the 10-nation Association of Southeast Asian Nations, in total accounting for about a quarter of China’s total foreign trade. China has no free-trade deal with Canada, Mexico, Japan, Europe or the US.
Christine Loh, an adjunct professor at the Hong Kong University of Science and Technology, said the US’ moves to form a new trade alliance during its heated trade war with China would “change supply chains all over the world”.
Some industries, such as garment and shoe manufacturing, had already started to move out of China to other developing economies with lower labour, energy and rental costs, Loh noted. Chinese businesses have started to join the exodus, with US tariffs the final blow to their ability to make a profit at home.
China’s Ministry of Foreign Affairs and Ministry of Commerce have yet to comment on the USMCA, which was announced during China’s week-long National Day holidays. Its state media was largely silent on the deal and made no mention of article 32.10.
After US-imposed tariffs on an additional US$200 billion worth of Chinese products last month and China’s subsequent rejection of a US invitation to hold talks to ease the dispute, Chinese President Xi Jinping toured his country’s northern rust-belt region, sending a message that China would have to rely on itself for future development.
Arthur Kroeber, research head and co-founder of the economic consulting firm Gavekal Dragonomics, wrote in a note on Tuesday that the USMCA may put an end to Trump’s trade position of “picking fights with anyone and everyone”. Washington, he said, would focus its fire on the nation it perceives as the real trade enemy: China.
“The US has confined its economic warfare to a single battlefield, but the fight will be a long one,” Kroeber said.
The United States has declared a trade war between the two most important economies in the world, where diverse aspects, technological leadership, markets and the dominant position of economic influence in Latin America are disputed. China is an increasingly important partner for the countries of the region, now in trade and investment, especially in energy in South America and as a buyer of commodities. Recently, China's foreign direct investment (FDI) in electricity distributors in the region has been highlighted.
For analytical purposes, Latin America can be divided into two sub-regions. The first, South America, has China as its commercial axis; without Colombia, Ecuador and Venezuela, which operate like Mexico, Central America and the Caribbean basin, which have the United States as their economic axis. The nuance is that China has improved its position as an important partner in both El Salvador and Mexico in recent years.
Overall, Latin American exports to the U.S. decreased 2% on average between 2014 and 2018 in both subregions. Paradoxically, in 2019 there is a South American resurgence with double-digit growth on the part of Argentina, Bolivia and Paraguay, resulting in South America with an average growth of 6%, the same as Mexico, and below Colombia with 8%, while exports from Central America and the Caribbean decline by 5%, Ecuador by 4% and Venezuela by 74%.
Figure 1 shows the exports of both subregions to their respective main partners. As can be seen, exports to China have a growing trend since 2012, while the tendency to export to the United States is decreasing.
Despite the dominant U.S. influence in Latin America, China is slowly increasing its economic relationship with the entire region.
Its economic expansion strategy is divided into three: trade flows; capital flows in the form of FDI; and the novelty is the establishment of productive enclaves.
Mexico, Central America and the Caribbean Basin, plus Venezuela, Colombia and Ecuador have a high concentration of U.S. capital and trade. However, since 2010 China has become an important partner for El Salvador mainly in electrical components (capacitors). Between 2010 and 20190 exports of this product are 20 times higher. (from 5.3 MDD to 110.3 MDD) . The remarkable thing is that in a region concentrated in only one country, Salvadoran exports to China represent approximately 20% of the total under the heading electrical machines and apparatuses.
This is a clear example of expansion through export of capital and productive and commercial enclaves. This country formally established relations with China and broke its own with Taiwan in 2018. Since then, the U.S. undertook a smear campaign against China in El Salvador, led by the ambassador there. Despite this, China's presence in El Salvador was consolidated with the creation of a special economic zone in July 2018. It is a territory equivalent to 13% of the total Salvadoran national territory. Additionally, they are planning a port concession in the port of "La Unión", which the U.S. embassy has reproached as an intention to establish a military base in Central America. This brings to mind the pretext of the construction of the Granada airport by Cuban engineers as an excuse to invade the Caribbean island on October 25, 1983.
On the other hand, just as China has become a growing trading partner, it has also become an important investment partner. It is particularly relevant for countries such as Ecuador or Peru where Chinese investment represents approximately 25% and 22% respectively, while in Argentina it is 9% and in Brazil it only represents 6% of the total.
South America is a fundamental region for the expansion of Chinese influence in the American continent, far from the Caribbean. FDI has been mainly oriented towards energy (53% of the South American total) and mainly towards Brazil (40%) and mostly energy. One of the important points in the trade war is the energy transition to cleaner sources.
Finally, the eastern presence in Latin America is a challenge to the American domination of the region that it has maintained throughout the twentieth century with invasions and economic policies that have retarded growth to levels never recorded since macroeconomic data were available in the 1940s. The sympathies with a new actor seeking clean energy and arriving with large investments in the region are good news. The entry into El Salvador with a special processing zone is a novelty and the fact that the Salvadoran government did not pay attention to the threats of the American ambassador is a sign of the times. No one in Latin America expects anything positive from the United States, with Pan Americanism at its lowest point in history; but everyone expects the trade war to open policy space for the economy to develop better than it has over the last thirty years.
China, Rusia y Mongolia firmaron un plan de desarrollo el jueves 23 de junio en Tashkent, para construir un corredor económico que conecta los tres vecinos, y se comprometieron a impulsar la conectividad de transporte y la cooperación económica en las regiones fronterizas.
El plan fue firmado después de una reunión entre el presidente de China, Xi Jinping, Vladimir Putin, y de Mongolia Elbegdorj Tsakhiagiin, la capital, Tashkent uzbeco antes de una cumbre anual de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
Presidiendo la reunión trilateral, el tercer tipo, el presidente chino, examinó los progresos realizados por los tres países en la implementación de su plan de trabajo a mediano plazo para la cooperación, diciendo que el progreso y los resultados positivos se obtuvieron en áreas tales como el comercio y la economía, los intercambios culturales y entre las personas, el transporte de billete, el turismo y el deporte.
"La parte china está satisfecha con el impulso de nuestra cooperación trilateral", opinó Xi.
Propuso que los tres países siguen centrándose en la alineación de la iniciativa china Cinturón Económico de la ruta de la seda, las estrategias de desarrollo de Rusia, en particular su plan de ferrocarril transcontinental, y el programa de la estepa de Mongolia ruta para avanzar activamente en la cooperación trilateral.
Xi pidió a los tres países poner en práctica el plan de desarrollo para construir corredor económico y fortalecer la cooperación en infraestructuras de transporte conectividad, construcción de puertos, la capacidad industrial, la inversión, el comercio y la economía, intercambios culturales y entre las personas y la protección ambiental , generando resultados tan pronto como sea posible.
El presidente chino también instó a los tres países para ampliar la cooperación en el marco de la OCS, especialmente en áreas como la tarjeta de transporte, la seguridad alimentaria, la reducción de desastres y la energía.
Putin dijo que Rusia, China y Mongolia son vecinos amistosos basados en la igualdad, el respeto y el beneficio mutuo.
Dijo que Rusia, teniendo en cuenta el consenso entre los tres países, se ha comprometido a trabajar con China y Mongolia para aplicar bien los proyectos de transporte y construcción de infraestructura, acelerar la simplificación de los procedimientos portuarios, y promover el proceso de la integración económica regional.
Rusia también está dispuesta a aumentar los intercambios culturales y entre las personas con los otros dos países, agregó.
Por su parte, Elbegdorj dijo que el plan de desarrollo en el corredor económico que conecta los tres países es muy importante, y agregó que Mongolia está dispuesta a unirse con China y Rusia para avanzar en la construcción de la infraestructura de transporte y reforzar la cooperación económica en las regiones fronterizas.
Mongolia también espera promover la cooperación con los otros dos países de la agricultura y el alivio después de un desastre, dijo.
Después de la reunión, los tres líderes del estado fueron testigosde la firma de un acuerdo trilateral sobre el reconocimiento mutuo de control aduanero de los resultados de ciertos productos básicos.
La República Popular China (RPC) abrió las puertas de su economía al mundo en 1990, dejando su política de autarquía del siglo XX. Su politica exterior, según el Gobierno Chino, es salvaguardar los intereses comunes de toda la humanidad, fomentar el multilateralismo; establecer un orden político y económico internacional, justo y racional, salvaguardar la diversidad del mundo y abogar por la democratización de las relaciones internacionales y la diversificación de los modelos de desarrollo, entre otros. Esto hace que los negocios chinos sean mucho más amigables con los países receptores que otros países del G7 con pasados coloniales.
Ha logrado un sólido crecimiento y desarrollo económico, mejorado su tecnología y expandido sus zonas de influencia, concentrándose principalmente en sus países vecinos y en otras zonas más alejadas, pero de igual forma importantes para demostrar su papel como superpotencia. Uno de los rubros principales en esta política de influencia es invertir en países extranjeros. Según los datos del China Global Investment Tracker, la RPC ha tenido en total 3,740 transacciones alrededor del mundo con un valor total por más de 2 billones de dólares entre el 2005 y el 2021.
Los negocios de la RPC tuvieron un alza desde el 2005 gracias a los acuerdos bilaterales que se han firmado entre varios países, principalmente con países colindantes del sureste asiático y de la Cuenca del Pacífico, asimilándose a una “ola” que se extiende cerca de sus costas, pero también ha llegado a puntos tan distantes como el continente americano, en los cuales la RPC también posee acuerdos de cooperación y grandes socios comerciales (por ejemplo, EUA. o Canadá).
En 2018 las transacciones, tanto en cantidad como en monto total, comenzaron a disminuir y en el 2020 registraron niveles similares a los vistos en 2010 a causa, entre otros, de la Pandemia de COVID-19. Este descenso se focalizó principalmente en Oceanía y en África, donde disminuyeron a la mitad en este año, pero se recuperaron en el 2021, gracias al reinicio de las actividades económicas en esta parte del mundo. En Europa y América se registró una disminución menos precipitada con una recuperación más rápida en número.
Es clara la influencia que sostiene la RPC en su propio continente, pero también se destaca que en lugares tan distantes como el continente americano tenga un gran número de operaciones. El continente americano es importante para el capital chino, que de igual forma, crece en Europa y disminuye en África y Oceanía, a pesar de que el primero fue un destino predilecto para las inversiones chinas durante inicios del siglo XXI. Una de las razones que pueden incentivar el establecimiento de empresas chinas es la búsqueda de materias primas, principalmente de energéticos.
El principal sector donde ingresa capital chino es energía, particularmente en combustibles fósiles (principalmente petróleo y gas) y en los años más recientes, desde el 2015, apuestan hacia el desarrollo de energía renovable. Esto explicaría el interés sobre países con grandes reservas de energéticos, aunque no solo se limita en estos rubros, ya que el sector de transporte es el segundo en importancia al ser un complemento directo para poder trasladar los recursos extraídos y/o la tecnología necesaria. Existen otros rubros de inversión eclipsados por el número y el valor del sector de energía y de transporte.
Los Tratados Comerciales de la RPC actualmente son los siguientes:
ASEAN (Bangladesh, India, Corea del Sur, Laos, Sri Lanka).
APTA (Brunéi, Myanmar, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Filipinas, Singapur, Vietnam, Tailandia, China).
RCEP (Australia, Brunéi, Camboya, Corea del Sur, Filipinas, Indonesia, Japón, Laos, Malasia, Myanmar, Nueva Zelanda, RPC, Singapur, Tailandia, Vietnam).
Acuerdos Bilaterales con Australia, Chile, Costa Rica, Georgia, Hong Kong, Corea del Sur, Macao, Mauritania, Nueva Zelanda, Singapur, Islandia, Moldavia, Noruega, Pakistán, Perú y Suiza.
En este cuadro se puede notar la importancia de los acuerdos bilaterales y multilaterales de la RPC, así como la claridad de su zona de influencia. Gracias a esto, se destaca que la principal forma de la RPC de invertir en países extranjeros cercanos y más lejanos es a través de acuerdos de cooperación, a pesar de que con EUA, principal objetivo de su capital, no cuenta con alguno.
En el continente americano los recursos siguen siendo pequeñas para la RPC respecto a los países de la esfera de influencia china directa, pero pueden ser enormes para los países receptores. En este continente se han recibido nuevos fondos chinos continuamente desde 2005, lo cual debilita el estatus de EUA en nuestro continente, asemejándose a la compra de empresas británicas finalizada la Segunda Guerra Mundial por parte de firmas estadounidenses.
Como beneficio de las empresas chinas, estas se caracterizan por no intervenir directamente en los sistemas políticos de los países receptores, esto hace que se adecuen dentro del país y no al contrario. Existen también desventajas y críticas hacia éstas: un ejemplo es el caso de la Mina de las Bambas en Perú. Las críticas son principalmente en temas ambientales y laborales así como las continuas quejas de organismos internacionales por los malos tratos hacia los trabajadores, análogos a capitales de otros países a lo largo del continente y del mundo, por lo que no es un caso excepcional.
La entrada de fondos chinos en el continente americano es una muestra del desplazamiento de poder existente en el mundo, de occidente a oriente. Esto resulta en que EUA pierde influencia dentro de su propio “patio trasero” y la RPC gana más adeptos en la búsqueda de crear una simbiosis entre éste y los países receptores y reemplaza un modelo de dependencia subordinada o quizás sólo sea un sustituto. Está por verse.
The People's Republic of China (PRC) opened the doors of its economy to the world in 1990, leaving behind its 20th-century policy of autarky. It is Chinese foreign policy to safeguard the common interests of humanity, promote multilateralism, and establish a fair and rational international political and economic order. It also protects the world's diversity and advocates the democratisation of international relations and the diversification of development models. Its policy makes Chinese ventures appear much friendlier to host countries than those of other G7 countries with a colonial past.
The country achieved solid economic growth and development, improved its technology and expanded its spheres of influence, concentrating mainly on its neighbouring countries and entering other more distant but equally important areas to demonstrate its role as a superpower.
One of the main items in this policy of prestige is investing in foreign countries. According to data from the China Global Investment Tracker, the PRC registers 3,740 transactions worldwide with a total value of more than USD 2 trillion between 2005 and 2021.
PRC property have been on the rise since 2005, thanks to bilateral agreements signed mainly with neighbouring countries in Southeast Asia and the Pacific Rim. It resembles a "wave" that spreads close to its shores but reaches as far as the American continent, where the PRC also has cooperation agreements and major trading partners (e.g. the USA or Brazil).
2018, new expenditures, both in quantity and total amount, have started to decrease. By 2020 they reached levels similar to those seen in 2010 also due to COVID-19 Pandemic. The decline focuses on Oceania and Africa, where expenditure halved. They recovered in 2021, thanks to the resumption of economic activities there. Europe and the Americas saw a less steep decline with more rapid recovery in the number of transactions.
The PRC's impact on its continent is evident, but it is noteworthy that there are a large number of transactions in places as distant as the Americas. The American continent is a major destination for Chinese assets, similarly growing in Europe and decreasing in Africa and Oceania, even though the former was a favorite destination for Chinese assets at the beginning of the 21st century. The search for sources of raw materials, mainly energy-related, drives new Chinese purchases abroad.
Energy is the primary sector in which Chinese stakes are present on the supply side, particularly fossil fuels (mainly oil and gas). More recently, since 2015, they have bet on renewable energy development. It explains the People's Republic of China's interest in countries with large energy reserves. However, it is not only limited to these areas, as the transport sector, on the demand side, is the second most important and is a direct complement to transport the resources extracted and the necessary technology. The energy and transport sectors eclipse other areas by their numbers and values.
The Trade Agreements that the PRC are as follows:
- ASEAN (Bangladesh, India, South Korea, Laos, Sri Lanka).
- APTA (Brunei, Myanmar, Cambodia, Indonesia, Laos, Malaysia, Philippines, Singapore, Vietnam, Thailand, China).
- RCEP (Australia, Brunei, Cambodia, Indonesia, Japan, Laos, Malaysia, Myanmar, New Zealand, Philippines, South Korea, PRC, Singapore, Thailand, Vietnam).
- Bilateral Agreements with Australia, Chile, Costa Rica, Georgia, Hong Kong, South Korea, Macao, Mauritania, New Zealand, Singapore, Iceland, Moldova, Norway, Pakistan, Peru and Switzerland.
This table shows the importance of the PRC's bilateral and multilateral agreements and the clarity of its area of leadership. Thanks to this, it is clear that the PRC's primary way of investing in nearby and more distant foreign countries is through cooperation agreements. However, it does not have any with the USA, its leading asset destination.
In the Americas, assets remain small for the PRC relative to countries in China's direct sphere of influence but can be huge for the recipient countries. Substantial new Chinese ventures have been coming into the continent since 2005. It resembles the weakening status of the UK in the post II World War period with the arrival of US money and firms buying them out.
A benefit of Chinese firms is that they do not intervene directly in the political systems of the recipient countries, making the assets friendlier for the country and not the other way around. There are also disadvantages and criticisms: one example is the case of the Las Bambas mine in Peru. The objections are mainly related to environmental and labour issues and the continuous complaints from international organisations about the mistreatment of workers, similar to ventures from other countries throughout the continent and the world, which is why this is not an exceptional case.
The influx of Chinese resources into the Americas is a sign of the power shift in the world from West to East. It results in the US losing clout in its own "backyard" and the PRC gaining more followers in the quest to create a symbiosis between it and the recipient countries and replace a model of subordinate dependency, or perhaps be a substitute. It remains to be seen.
The New Silk Road embodies China's expansion strategy, of which Latin America is a part. Through investments and loans, China establishes itself in the region and wants to take a dominant role from the US. In Latin America, China's presence focuses on the energy sector, but transport is increasingly an essential part of the Asian giant's strategy for the region. This article will review the port and dock projects of the Asian economy in Latin America.
The Belt and Road initiative or the New Silk Road is a Chinese mega-project that seeks to connect four continents via land and maritime trade routes. More than USD 90 billions was invested from 2013 to 2019 in 57 countries in Asia, Africa, America, and Europe in trade infrastructure and energy projects. In Latin America, the investments listed for the mega project are new. However, Chinese investment was already notable since 2010.
The initiative targets Infrastructure and transport projects and ranges from roads and railways to port construction. In this regard, within the China - CELAC Cooperation Forum, a China - Latin America Infrastructure Cooperation sub-forum seeks to "jointly promote high-quality and sustainable development of infrastructure cooperation." Since the first meeting in 2016, all infrastructure projects are vital for international trade between China and the region.
Thus, the continent's Pacific and Atlantic sea lanes become necessary to expand the Asian country's trade. From Mexico to Uruguay, China already controls wharfs and has projects for new ports. In Mexico, Hutchinson Whampoa has piers in Baja California, Colima, Michoacán, and Morelia and a logistics base in Hidalgo. Likewise, the China Harbour Engineering Company, since 2014, has the tender to expand the port of Veracruz with an investment of almost 228 million dollars.
In another port in the Caribbean basin, in Santiago de Cuba, China Communications Construction Company modernised the port in 2017 by increasing the quay's depth for the entry of larger vessels. Hutchinson Whampoa is also present with three wharfs in the Bahamas, including one for cruise ships. In Panama, the same company controls three docks in Colon, Cristobal, and Balboa ports for ships. Former President Juan Carlos Varela initiated diplomatic relations with China in 2017 to join the New Silk Road, which led to the construction of the largest port within the territory with an investment of 1.1 billion dollars by the Landbridge Group Colon. In Trinidad and Tobago, the China Harbour Engineering Company is in charge of building a port in La Brea since 2018 to export gas. The COVID-19 pandemic delayed this project.
In El Salvador, in 2018, Asia Pacific Xinhuao sought to lease 13% of the national territory in Puerto de la Unión. It prompted the US embassy to warn the Salvadoran Government that China planned to install a military base. Similarly, Japan threatened to withdraw cooperation of $11 million to expand the port if the relationship with the Chinese Government continued. These projects in the Caribbean and Central American region set off alarm bells in Washington during the Trump administration. Mike Pompeo, former US secretary of state, warned about Chinese state-owned enterprises and their "predatory activity."
In South America, there are also Chinese port projects. In Argentina, Hutchinson Whampoa has a pier in Buenos Aires and possibly in Uruguay. Works for a wharf in Montevideo by Shandong BaoMa company started in 2018; however, the Government halted it in 2019 because of a lack of transparency issues. Meanwhile, the same year, in Chile, the Chinese Government started talks with the Chilean Government for the use of the Punta Arenas port for Antarctic exploration. This project is of the utmost importance for China because of the Magallanes area's geopolitical influence from the Pacific to the Atlantic.
In Brazil, China Merchants Port Co. bought 90% of the Brazilian TCP Participaçoes, which manages the port of Paranaguá. This port is the second-largest in the country, and the operation was worth almost one billion dollars. There is a construction of new ports on the Amazon river for a waterway starting from Yurimaguas, Peru, where there is already Chinese investment. Also, in Peru, the first Chinese port in South America is being built from scratch. Cosco Shipping Ports and the mining company Volcan invest 3 billion dollars in constructing the new port of Chancay. With Brazil and Peru, China would control interconnected ports leading to the Pacific and Atlantic oceans through the Amazon. When envisaging the construction of roads and railways around the region, an inter-oceanic trade route is apparent.
For the New Silk Road, port projects and control of piers are essential for China to continue expanding its initiative. China's strategy in the region seems to be based first on energy infrastructure and now on ports and harbours. The importance of having outflows of raw materials and inflows of Chinese goods across both oceans is paramount. However, the US will not leave Latin American territory, especially the Caribbean basin. Joe Biden's new administration has already lashed out against the New Silk Road, pointing to environmental risks and debt problems. Biden even mentioned that there should be a similar initiative to China's from "democratic countries."
Using his executive powers, President Bill Clinton, on this day in 1995, approved a $20 billion loan from the U.S. Treasury to Mexico after Congress had rejected providing a $50 billion bailout to America‘s southern neighbor.
As the Mexican economy crumbled, the peso plunged to an all-time low. Fearing that political and economic unrest south of the border would imperil U.S. security, the president authorized the bailout, despite criticism on Capitol Hill.
Clinton issued the loan through the Federal Reserve’s Exchange Stabilization Fund, marking the first time the fund had been used to help stabilize a foreign currency. In justifying his action, Clinton warned that an insolvent Mexico could lead to an influx of illegal immigration into the United States, threatening American jobs and undermining border security.
Furthermore, he predicted that, unless he acted, American exports to Mexico would dwindle, disrupting the U.S. economy.
Critics dismissed Clinton’s gloomy scenario and resented what they saw as a rescue of Mexico from its inept financial management. They also saw it as an indirect bailout of Wall Street firms that had invested, perhaps imprudently, in Mexican bonds.
Most Republican leaders agreed with conservative commentator Pat Buchanan’s assessment of the loan as “daylight robbery of the nation’s wealth. [It is money] the American taxpayers will never see again,” Buchanan said. Some legislators also complained that Clinton’s decision to bypass the legislative process constituted an abuse of executive power.
Critics of the loan to Mexico echoed opponents of the North American Free Trade Agreement, which was negotiated under President George H.W. Bush and shepherded into law by Clinton. They argued that Clinton’s vision of a global economy would lead to an unacceptable trade deficit as American imports outnumbered exports, widening the gap between economic classes and eliminating well-paid U.S. jobs.
As it turned out, Mexico repaid the loan three years ahead of schedule, along with $500 million in interest. This event was marked by a celebration at the White House on Jan. 16, 1997, presided over by Clinton and Robert Rubin, the Treasury secretary. The return of the funds also released Mexico from the tight economic controls that had been imposed by Washington.
“Two years ago, helping our friend and neighbor in a time of need was quite controversial,” Clinton noted. “Some said that we should not get involved, that the money would never be repaid, that Mexico should fend for itself,” he added. “'They were wrong. Today, the American people can be proud that we did the right thing by Mexico and the right thing for the United States, and the right thing to protect global prosperity.”
The president did not name those opponents, who, in addition to Buchanan, included Ross Perot and Sen. Alfonse D’Amato (R-N.Y.).
President Ernesto Zedillo declared that the government had made a “bold step toward the economic recovery of Mexico.”
Estados Unidos ha declarado una guerra comercial entre las dos economías más importantes del mundo donde se disputan aspectos muy diversos, el liderazgo tecnológico, los mercados y la posición de influencia económica dominante en Latinoamérica. China es un socio cada vez más importante para los países de la región, ahora en comercio e inversión, sobre todo en energéticos en Sudamérica y como comprador de commodities. Recientemente, destaca la inversión extranjera directa (IED) que realiza China en distribuidoras eléctricas de la región.
Para efectos analíticos se puede dividir a Latinoamérica en dos subregiones. La primera, Sudamérica, que tiene como eje comercial a China; sin Colombia, Ecuador y Venezuela que estos operan como México, Centroamérica y la cuenca del Caribe que tienen como eje económico a EEUU. El matiz es que China ha mejorado su posición como socio importante en El Salvador y México en años recientes.
En líneas generales, las exportaciones latinoamericanas a EEUU decrecieron 2% en promedio entre 2014 y 2018 en ambas subregiones. Paradójicamente, en el 2019 hay un resurgimiento sudamericano con un crecimiento de dos dígitos de parte de Argentina, Bolivia y Paraguay, resultando Sudamérica con un crecimiento medio de 6%, igual que México, y debajo de Colombia con 8% , mientras decaen las exportaciones de Centroamérica y el Caribe en 5%, Ecuador en 4% y Venezuela en 74%.
En la Gráfica 1 se muestran las exportaciones de ambas subregiones a sus respectivos socios principales. Como se puede observar, las exportaciones a China tienen una tendencia creciente desde el 2012, mientras que la tendencia exportadora con Estados Unidos es decreciente.
A pesar de la influencia dominante estadounidense en Latinoamérica, China aumenta lentamente su relación económica con toda la región. Su estrategia de expansión económica se divide en tres: los flujos comerciales; los de capital en forma de IED, y lo novedoso es el establecimiento de enclaves productivos.
México, Centroamérica y la Cuenca del Caribe, más Venezuela, Colombia y Ecuador tienen una alta concentración de capital y comercio estadounidense. De forma excepcional, China desde el 2010 se ha vuelto un socio importante para El Salvador principalmente en componentes eléctricos (condensadores). Entre el 2010 y el 2019 las exportaciones de este producto son 20 veces mayores. (de 5.3 MDD a 110.3 MDD)1. Lo notable es que en un región concentrada en un solo país, las exportaciones salvadoreñas a China representan aproximadamente el 20% del total del rubro máquinas y aparatos eléctricos2.
Este es un ejemplo claro de la expansión mediante exportación de capital y enclaves productivos y comerciales. Este país estableció formalmente relaciones con China y rompieron las propias con Taiwán en 2018. Desde entonces, EEUU emprendió dentro del Salvador una campaña de desprestigio contra China, liderada por la embajadora allá3. A pesar de esto, la presencia China en El Salvador se consolidó a partir de la creación en julio de 2018, de una zona económica especial. Es un territorio equivalente al 13% del total del territorio nacional salvadoreño.4 Adicionalmente proyectan una concesión portuaria en el puerto “La Unión”, que la embajada estadounidense ha recriminado como una intención de establecer una base militar en Centroamérica. Esto trae a la memoria el pretexto de la construcción del aeropuerto de Granada por los ingenieros cubanos –como base aérea soviética- como excusa para invadir la isla caribeña el 25 de octubre de 1983.
Por otra parte, así como China se ha vuelto un creciente socio comercial, también se ha convertido en un importante socio en inversión. Es particularmente relevante para países como Ecuador o Perú en donde la inversión china representa aproximadamente el 25% y el 22% respectivamente, mientras que en Argentina es el 9% y en Brasil, sólo representa el 6% del total5.
Sudamérica es una región fundamental para la expansión de la influencia china en el continente americano, lejos del Caribe. La IED se ha orientado mayormente a energía (53% del total sudamericano) y principalmente hacia Brasil (40%) y mayoritariamente energía. Uno de los puntos importantes en la guerra comercial es la transición energética a fuentes más limpias6.
Finalmente, la presencia oriental en América Latina es un desafío a la dominación americana de la región que ha mantenido a lo largo del siglo XX con invasiones y políticas económicas que han retrasado el crecimiento a niveles nunca registrados desde que hay datos macroeconómicos en la década de 1940. Las simpatías con un actor nuevo que busca energías limpias y que llega con inversiones grandes en la región son una buena noticia. La entrada en El Salvador con una zona de procesamiento especial es una novedad y que el gobierno salvadoreño no prestara atención a las amenazas de la embajadora americana es una señal del cambio de los tiempos. Nadie espera en América latina nada positivo de Estados Unidos, con el Panamericanismo en el punto más bajo de la historia; pero todos esperan que la guerra comercial le abra espacio a la economía para que pueda desarrollarse de mejor modo que en los últimos treinta años
1 https://unctadstat.unctad.org/EN/
3 https://www.nytimes.com/2019/09/21/world/americas/china-el-salvador-trump backlash.html
4 Ibidem
5(Cifra acumulada entre 2005 y 2018 ) https://dusselpeters.com/CECHIMEX/20190804_CECHIMEX_Libro_Chinas_Foreign_Direct_Enrique_Dussel_Peters.pdf y https://unctadstat.unctad.org
6http://obela.org/analisis/el-corazon-de-la-guerra-comercial
Este trabajo propone cambios e inversiones en el sector de la movilidad urbana en América Latina y el Caribe, basado en el análisis de las condiciones actuales, de las experiencias positivas que han ocurrido en la región y de experiencias adicionales que han tenido éxito en otros países. El objetivo final es apoyar el desarrollo de una movilidad urbana sostenible, como parte de la construcción de ciudades sostenibles, y, finalmente, contribuir hacia el avance de un gran impulso ambiental orientado a un nuevo estilo de desarrollo.
The World Bank has successfully promoted its ‘Maximizing Finance for Development’ (MFD) strategy by embracing the United Nations’ Sustainable Development Goals, internationally endorsed in September 2015.
It has also secured support from the G20 of twenty biggest economies, and effectively pre-empted alternative approaches at the third UN Financing for Development summit in Addis Ababa in mid-2015.
As the main ‘show in town’, developing countries will need to address the MFD’s implications by responding pro-actively and collectively to address the new challenges it poses.
Managing new macro-financial challenges
As the MFD agenda privileges foreign investors and portfolio inflows, multilateral development banks (MDBs) should be obliged to clearly show how developing countries will benefit.
Greater vulnerability and other adverse implications of being more closely integrated into fickle global financial markets, which detract from the ostensible advantages of such integration, are now widely acknowledged.
The IMF and other international financial institutions (IFIs) should also advise on the efficacy of various policy instruments, such as macroprudential measures, including capital controls, to ensure central bank control of domestic credit conditions.
Although portfolio flows are generally recognized as pro-cyclical, IFIs reluctantly recommend capital controls, and even then, only after governments have exhausted all other monetary and fiscal policy options.
After experiencing repeated boom-bust cycles in capital flows, many emerging markets have learnt that they must manage such flows if they are to reap some benefits of financial globalization while trying to minimize risks.
Addressing systemic risks
In fact, many concerned economists believe that monetary and fiscal policies cannot adequately address such systemic fragilities, but may inadvertently exacerbate them, e.g., raising interest rates may attract more capital inflows, instead of just stemming outflows.
After effectively eschewing capital controls for decades despite its Article VI provisions, recent IMF advice has been inherently contractionary by raising interest rates and tightening fiscal policy instead of judiciously using ‘smart’ capital controls.
Development-oriented governments must include those familiar with changing securities and derivatives markets, who will have to work with central banks on regulating cross-border flows and managing systemic vulnerabilities.
It is difficult for development-oriented governments to be pragmatic and agile when they are subject to the dictates of private finance, especially when these appear to be rules-based, anonymous and foreign.
Financial systems are increasingly being reorganized around securities markets dominated by transnational institutional investors who have transformed financial incentives and banking business models.
Many banks have reorganized themselves around securities and derivative markets where short-term profit opportunities are significantly higher than traditional alternatives requiring costly nurturing of long-term, ‘information-intensive’ relations.
Stopping capital outflows from developing countries
International financial liberalization has enabled further capital outflows from most developing countries, depriving them of much needed resources to develop their economies.
The economic fiction that open capital accounts would result in needed net financial flows from ‘capital-rich’ developed economies in the North to ‘capital-poor’ developing countries in the South has been disproved.
Thus, a significant share of the money flowing into global shadow banking (institutional investors, asset managers) comes from developing countries. Such capital outflows are typically due to tax arbitrage and avoidance practices by transnational corporations and wealthy individuals.
There is also considerable capital flight by those who have accumulated wealth by corrupt and other dubious means. The illicit sources of such riches encourage storing such wealth abroad.
Effective cooperation to check and return such ill-gotten gains — often syphoned out using illicit means, such as trade mispricing and other forms of money laundering — can go a long way.
Equitable international tax cooperation would increase financial resources available all round, especially to developing country governments.
Instead, the IMF and others should enable developing country authorities to effectively implement policies to more successfully mobilize domestic financial resources for investment in developing economies.
Ensuring transparent government guarantees and subsidies
The MFD approach seeks to commit fiscal resources to ‘de-risking’ securities and other financial instruments to attract foreign institutional investments.
It is thus re-orienting governments to effectively guarantee profits for private investors from financing ‘development’ projects, effectively reducing public financial resources available for development projects.
To minimize abuses and to protect the public interest, MDBs should instead ensure the transparency and accountability of the framework by making clear the likely fiscal and other, including opportunity costs of de-risking projects.
Public interest agencies, civil society organizations and the media should help governments closely monitor such costs and make the public fully aware of the costs and risks involved.
En este documento de la CEPAL y la OIT, se analiza un aspecto específico muy relevante para la relación entre las nuevas tecnologías y el trabajo decente. Las plataformas digitales crean nuevas oportunidades laborales tanto a nivel local como en mercados digitales globales.
Sin embargo, el número de personas ocupadas en el mercado laboral en América Latina y el Caribe registró un aumento en 2018, pero este crecimiento es superior en el trabajo informal. De los 14 países que conforman el estudio, sólo tres presentaron un fenómeno distinto. Chile, Honduras y República Dominicana tuvieron un mayor crecimiento del empleo asalariado, que informal.
Un elemento clave al respecto es la duda sobre si estas nuevas formas de trabajo representan una nueva modalidad de empleo asalariado, si corresponden a un trabajo independiente o si debería ajustarse el marco normativo, ya que ni las normas que se refieren al empleo asalariado ni las correspondientes al trabajo por cuenta propia reflejan adecuadamente las características de estos trabajos.
México asumirá la presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en medio de las divisiones ideológicas y crisis internas que hay en la región y la preocupación mundial generada por la renovada confrontación entre Estados Unidos e Irán.
La cumbre de la Celac, que se realizará el próximo miércoles en la ciudad de México, será un intento más para fortalecer a América Latina en un año en el que Donald Trump pretende reelegirse como presidente aun a costa de una nueva guerra en Medio Oriente.
El encuentro será encabezado por Andrés Manuel López Obrador, un presidente que no viaja al exterior y que ha dejado la diplomacia internacional por completo en manos de su canciller, Marcelo Ebrard, quien en septiembre pasado consiguió que México sucediera a Bolivia en la presidencia pro témpore de la Celac. Todavía gobernaba Evo Morales y la posibilidad de un golpe de Estado en su contra ni siquiera asomaba en el horizonte. En Argentina y Uruguay no se habían realizado las elecciones presidenciales. Y Chile, todavía sin protestas masivas, seguía siendo el ejemplo predilecto del neoliberalismo. En Colombia, el resultado de los comicios regionales de octubre era una incógnita.
En estos escasos cuatro meses, el panorama regional cambió por completo.
Morales fue depuesto en noviembre y se encuentra asilado en Argentina, después de haber pasado un mes como refugiado en la capital mexicana y de una escala con fines médicos en Cuba. Desde Buenos Aires, mantiene una estrategia de sobreexposición y reconoce que está en campaña con miras a las elecciones previstas para el 3 de mayo. Confía en un triunfo de su partido Movimiento al Socialismo (MAS), pero sin él como candidato.
En Argentina, el candidato peronista Alberto Fernández ganó las elecciones con un discurso progresista opuesto a su antecesor, el conservador Mauricio Macri. En Uruguay ocurrió lo contrario: el candidato Luis Alberto Lacalle Pou recuperó para la derecha el gobierno que el izquierdista Frente Amplio mantuvo durante 15 años.
Una de las grandes sorpresas fue el estallido social en Chile que terminó con el espejismo construido alrededor de este país durante tantos años. Acorralado, con denuncias de delitos de lesa humanidad de por medio, y en un intento de evitar la caída anticipada de su gobierno, el presidente Sebastián Piñera convocó a un plebiscito que se realizará el 26 de abril, justo una semana antes de las elecciones presidenciales de Bolivia. Ese día, los chilenos tendrán que decidir si quieren una nueva Constitución.
En Colombia, el mapa político se reconfiguró después de las elecciones regionales, lo que demostró el hastío de parte de la ciudadanía con la clase política tradicional. Hoy, Bogotá es gobernada por primera vez por una mujer, Claudia López, quien además es la primera alcaldesa de América Latina abiertamente homosexual. Su nueva posición y su boda con la senadora Angélica Lozano se erigieron en un poderoso símbolo para contrarrestar el avance de los grupos conservadores que tienen en el brasileño Jair Bolsonaro y en el gobierno de facto de Bolivia encabezado por Jeanine Añez a dos de sus máximas y más peligrosas expresiones.
Las pujas
En el reacomodo del tablero regional, las pujas que anteceden la cumbre de la Celac están a la orden del día.
Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador crearon una alianza de gobiernos progresistas en el extremo norte y sur de América Latina que tuvo su primer resultado concreto y positivo en la ayuda que le brindaron a Evo Morales, ya que las denuncias de anomalías y presunto fraude en la elección boliviana de ninguna manera podían justificar el golpe de Estado en su contra. Ese apoyo les valió a ambos presidentes críticas de sectores de la oposición que, en su afán de repudiar toda medida, validaron la violenta interrupción de un gobierno democrático.
Les valió, también, cuestionamientos por parte de Trump, quien con la acostumbrada posición injerencista de Estados Unidos, ahora quiere condicionar acuerdos políticos y comerciales con México y Argentina porque está inconforme con el respaldo de esos países a Morales.
Venezuela es otro tema de conflicto permanente en el que México y Argentina promueven una tercera posición: ni apoyo a Nicolás Maduro, ni intervención extranjera para la resolución de la ya larga y compleja crisis social, política, económica y humanitaria que padece ese país.
La estrategia quedó en evidencia luego de las irregularidades sufridas ayer en la Asamblea Nacional, que tuvo que sesionar extramuros para reelegir a Juan Guaidó, el autoproclamado presidente de Venezuela, como líder del órgano legislativo, cargo que unas horas antes había asumido el chavista Luis Parra. Es sólo una más de las múltiples anomalías institucionales de un Estado en el que la democracia hace mucho no se respeta.
En respuesta, la mayoría de los países del Grupo de Lima, cuyo monotema es Venezuela, denunció nuevamente al "régimen dictatorial de Maduro". Argentina y México no firmaron ese comunicado y optaron por pronunciamientos individuales que sorprendieron por su tono crítico, pero sin obedecer la narrativa condenatoria impuesta por parte de la llamada "comunidad internacional" en torno a Venezuela.
La cancillería mexicana hizo votos para que la Asamblea Nacional pueda elegir democráticamente a su Junta Directiva y advirtió que "el legítimo funcionamiento del Poder Legislativo es pilar inviolable de las democracias". La cancillería argentina, en tanto, consideró "inadmisible para la convivencia democrática" lo ocurrido ayer y convocó a recuperar "a la brevedad la normalidad democrática" y el resguardo de la independencia de poderes en Venezuela. Argentina reconoció así, de manera tácita, que el gobierno de Maduro no es democrático. Desde que era candidato, Alberto Fernández ya lo había calificado como "autoritario", sin ceder a las presiones para que lo denominara como una "dictadura".
Como si la agitación regional no bastara, el mundo se conmocionó la semana pasada luego de que Estados Unidos asesinara con drones, en un operativo realizado en Bagdad, a Qasem Soleimani, el militar y líder político más poderoso de Irán después del ayatolá Ali Jamenei. Hoy, el panorama internacional está atravesado por la incertidumbre de una nueva guerra con la que Trump aspira a ganar los votos suficientes para ser reelegido y el temor de la respuesta de Irán y sus aliados.
Más allá de los discursos públicos y oficiales, la cumbre de la Celac también estará teñida de manera extraoficial por la grilla diplomática en torno a la elección de la nueva Secretaría General de la Organización de Estados Americanos que se llevará a cabo el 20 de marzo y en la que el uruguayo Luis Almagro busca la reelección. Cuenta con el visto bueno de los gobiernos que vieron con agrado su apoyo al golpe de Estado en Bolivia. Enfrente tiene a la ecuatoriana María Fernanda Espinosa y al peruano Hugo de Zela. Los votos hoy todavía no marcan una tendencia decisiva.
Por otra parte, una de las principales ausencias será la de Bolivia. El gobierno de facto ya anunció que no tendrá representante en la cita de la Celac. La relación con México está rota por la ayuda de López Obrador a Morales y por el asedio de policías y militares a la embajada mexicana en La Paz.
Es un síntoma más de la tensión que cubre los vínculos entre los países miembros de un organismo que nació en 2010 en Playa de Carmen (México) con la intención de fortalecer alianzas que dotaran a América Latina y al Caribe de una voz fuerte, protagonista e influyente en el debate global. En ese momento era mucho más fácil plantearlo, porque los gobiernos progresistas, en general resistentes a la dependencia estadounidense a la que es más proclive la derecha, todavía eran mayoría en Sudamérica.
Pero el escenario cambió. Y ahora la Celac, con sus 33 países miembros que representan el 8,6% de la población mundial y generan el 7,1% del PIB global, hará otra vez en México una nueva apuesta por la integración regional. Esa eterna utopía.
For about a year now, people around the globe have followed the escalating trade conflict between the United States and China with bated breath. The world's two largest economies are currently negotiating a solution, and there had been some hope for a high-level bilateral meeting in Davos to help defuse the spat.
But nothing came of it as US President Donald Trump and his state secretaries canceled their trips at short notice, citing the problems around the US shutdown.
By contrast, China is here in Davos with the biggest delegation ever since it first attended the World Economic Forum 40 years ago. The China delegation is headed by Vice President Wang Quishan (pictured above), who used his address to the audience to reiterate his country's commitment to global trade, open markets and international cooperation.
"We should all work together to make the cake bigger and distribute the slices more evenly," Wang said about his future vision of global trade. "What we shouldn't do, though, is stop making cakes."
A persistent policy
Wang thus took up on what Chinese President Xi Jinping started in Davos two years ago when he came out in favor of free trade and multilateralism, earning him a lot of praise back then.
But a lot has happened since the trade conflict between the US and China took shape a year ago. The West's view on China's economic might has changed. We hear more and more people talking about Beijing's attempts to protect its own economy from foreign competition, for instance in the finance sector.
China's rising middle class has made the Asian nation more interesting for Western companies. German carmaker Volkswagen for instance sells every second car it produces on the Chinese market. For US firms it's no longer enough to produce cheaply in China for global markets, but they also want to get a foothold in the nation's huge market itself.
"These corporations now see China as a market they want to enter, and they feel China is erecting trade barriers against them — so some of the geopolitical tensions are based on tensions between companies," said economist Rhaguram Rajan from the Bank for International Settlements.
Rivalry growing
On top of that, many Chinese companies have turned into strong competitors. Take telecom equipment and smartphone giant Huawei, but also chemicals firm Sinochem led by Ning Gaoning. His company is to merge with Chemchina soon in a $120 billion (€105 billion) transaction.
A couple of years ago, Ning was able to acquire firms in the US, too, but today that wouldn't be plain sailing. "We all see what's happening at the moment," Ning said at Davos. "There will be less investment."
"The Chinese are getting quite confused," he said. "They thought they were welcome to invest in other countries, but now they realize they are not welcome all the time. That's OK — the Chinese economy has grown in recent decades by welcoming investment from all over the world. So their mindset is that investment should be welcome anywhere. That is not the case today."
The German government has introduced legislation that makes it easier to intervene and stop planned Chinese acquisitions in response to Chinese Midea Group's takeover of German robotics company Kuka in 2016.
Hurry up!
Europe as a whole fears it cannot keep abreast of developments in key technology areas. None of the 10 biggest tech companies are from Europe, the large platform companies from the US and China are dominating the market; and investments in artificial intelligence (AI) are very small in Europe, compared to the US and China," said the World Economic Forum's Martina Larkin while presenting a fresh report on Europe's competitiveness.
She said that particularly in the field of AI, Europeans had a lot of catching up to do, Larkin argued.
There's no time to waste as China is making huge strides in that area. "The venture business is exploding with growth," said Blackstone chief Stephan Schwarzman. "China also has greater data sets; it's the start of a revolution."
The political conflict involving China is one centered on technology, market power and well-being. While Europeans are still banking on dialogue, the US is having a go at confrontation.
"There will be adjustments of trade barriers, but how long this period of adjustment takes is tough to tell right now," Schwarzman said. "It'll take a while; it could take decades."
La reunión de los líderes del G20 se llevó a cabo el pasado fin de semana en Argentina. Posterior a la reunión se ha emitido el documento completo de la declaración final, en el que se hace evidente una postura al margen del proteccionismo económico.
En la declaración destacan los temas trabajo, educación, tecnología, comercio, infraestructura, género, seguridad alimentaria, refugiados, corrupción y terrorismo. Luego de dos días de reunión, en el documento no se plasman compromisos concretos en cuestiones clave como comercio y clima.
Esta Cumbre mostró las relaciones de fuerza y las tendencias que modelan la política internacional. En el punto 31, el documento de la declaración final culmina con los agradecimientos hacia Argentina por haber presidido el G20.
En La guerra comercial Estados Unidos China: una visión panorámica se presentó (http://www.obela.org/analisis/-la-guerra-comercial-estados-unidos-china-una-vision-panoramica) el problema general de la misma. Aquí, se presenta un análisis más detallado sobre lo que implica para EEUU y para América Latina. De primera impresión, EEUU tiene su aparato productivo eslabonado con el de China y las cadenas globales de valor pasan por la fabricación de partes y piezas para la industria Americana en China; mientras para China, EEUU es el origen de bienes de consumo duradero. A continuación vamos a revisar las categorías mas importantes de productos, en el sistema armonizado de clasificación.
Vamos a analizar los dos cuadros resúmenes de la cronología de la guerra y a detallar dentro de cada cuadro algunos productos significativos. Nos centramos en evidencias sobre algunos aspectos que resultan eclipsados cuando se ven los agregados. Es decir, se tratará de analizar mejor el origen y las consecuencias de los aranceles para los aparatos productivos. Para una revisión completamente desagregada de la información, se sugiere visitar “La Guerra comercial EEUU – China”, en: http://www.obela.org/investigacion/otros/guerra-comercial-eeuu-china.
El detalle de los más de 13,000 productos, suma de ambos países, a los cuales los gobiernos de EEUU y China han sometido a alzas de tarifas arancelarias desde marzo a octubre del 2018, muestra una parte oculta de la historia. Para comenzar se destaca que el 19.1% del total que EEUU ha sancionado son productos de las industrias químicas. En la primera lista que entró en vigor el 6 de julio de 2018 de EEUU figuran isótopos entre los productos gravados. Cabe resaltar su importancia en diferentes ramas de la actividad económica. Para China industrias químicas representa el 14.2% de lo que le compra aEEUU con aranceles, siendo el rubro con segundo peso en cuanto número de productos. El primero es maquinas eléctricas que se verá más abajo.
¿Por qué resultan relevantes estos elementos? Los isótopos tienen aplicaciones en agronomía, medicina, química forense, así como en la industria alimenticia, astronáutica y militar. Cuando se tiene en cuenta el número de aplicaciones que tienen estos elementos se evidencia el impacto macroeconómico que tendrá la imposición de aranceles a estos productos, presentes prácticamente en toda la economía. También en industrias químicas destacan los aranceles norteamericanos de algunos productos derivados del petróleo de origen chino.
En orden de magnitud siguen máquinas eléctricas con un 15.8% del total de los productos chinos afectados, que ascienden a 1,708 productos. Destacan reactores nucleares, calderas de agua de alta presión, turbinas tanto para el sector marino como aeroespacial, turbojets, básculas industriales, retroexcavadoras, entre otros. La importancia de esta sección, per se, está en lo que nos deja ver el grado al cual la industria estadounidense está articulada con la industria china. Van desde elementos esenciales en la creación de energía, hasta insumos en la producción industrial, aeronáutica, marítima etc.
Por su lado, para China máquinas eléctricas representó el rubro con más peso, un 19.2%, si bien se incluyen productos como turbinas y calderas de agua, las importaciones de estas no son de las dimensiones que las que le exportan a EEUU. Destacan algunas máquinas de perforación. Solo para contrastar con los insumos que China exporta a EEUU, los productos que importa son del tipo de maquinas de encuadernación, lavavajillas, ventiladores de baja potencia, entre otros. Es decir, no son productos que se utilicen en el aparato productivo, sino son de consumo doméstico duradero en su mayoría.
Los productos clasificados como materias textiles y sus manufacturas ocupan el tercer sitio en importancia, con 918 productos chinos gravados, los cuales representan 13.4% del total. Los insumos mencionados muestran que tenemos al ciudadano promedio americano que consume bienes importados y, por otro lado, un aparato productivo que importa insumos.
La lista de productos pertenecientes a maquinas eléctricas sugieren dos cosas: 1) China tiene un aparato productivo bastante diversificado y especializado, es decir, no sólo produce en cantidad sino en calidad; 2) La producción de EEUU depende en gran medida de los insumos provenientes de China e incluso ramas muy especializadas tienen esta dependencia.
Cabe resaltar que no se está hablando de cualquier tipo de insumos. Los productos generadores de energía que China le exporta a EEUU sugiere la magnitud del problema para los EEUU, íntimamente ligado al de los problemas de productividad en dicha economía. Entender este punto resulta fundamental para comprender toda esta guerra comercial.
Por último se hará mención de la categoría instrumentos de óptica, aparatos de relojería, instrumentos musicales. Si bien estos representan sólo 3.4% del total de productos, es muy probable que su alcance sea mayor a otras partidas con mayor participación. La razón es el nivel de especialización de esos productos, por mencionar algunos, encontramos toda clase de elementos relacionados con microscopios, telescopios, productos relacionados con la industria espacial, ciencias médicas y los relacionados con la industria tecnológica digital.
Por estas razones, el impacto sobre la economía de EEUU es más significativo que sobre la economía de China, en un primer momento. La consecuencia sobre el comercio internacional es una disminución de los volúmenes transados, lo que se verá reflejado en una disminución del crecimiento del PIB mundial. El auge de la economía estadounidense que se aprecia en el 2018 se va a detener cuando la falta de competitividad se haga evidente por el alza de costos de producción en los trimestres finales del 2019 e inicios del 2020. China, de su lado, está en posibilidad de abrir fábricas para bienes de consumo duraderos y compensar los costos altos derivados de los aranceles, por ese lado.
El gobierno de Estados Unidos está poniendo más presión sobre la Unión Europea para llegar a un acuerdo sobre el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP). Esto se ha hecho evidente a partir de copias de documentos confidenciales de negociación que han sido puestos a disposición de Süddeutsche Zeitung y las estaciones de radio y televisión alemana WDR y NDR. El material, que consta de 240 páginas, fue proporcionado por Greenpeace y será publicado el próximo lunes. Varias personas familiarizadas con las negociaciones confirman que los documentos presentados son actuales.
La publicación de estos documentos ofrece a los ciudadanos una visión no conocida en las negociaciones entre los EE.UU. y Europa. Desde el inicio de las negociaciones hace tres años, el público sólo podía tratar de adivinar lo que ambas partes estaban discutiendo, lo que ha llevado a millones de personas a salir a las calles en protesta por el TTIP. Mientras que la UE está poniendo a disposición del público las negociaciones del TTIP, los EE.UU. insisten en mantener sus posiciones en cuestiones secretas. Washington utiliza esta táctica para garantizar un ámbito de aplicación más amplio para las negociaciones. La divulgación de estos documentos de negociación finalmente ofrece una transparencia más completa para los 800 millones de personas repartidas en dos continentes cuyas vidas se verán afectadas por el acuerdo bilateral de comercio más grande de la historia.
Los documentos permiten un profundo conocimiento de las tácticas de Estados Unidos, como el empuje activo de Washington para evitar la relajación de las regulaciones de exportación de la industria europea del automóvil, ya que este sector juega un papel central en la economía de Europa. Uno de los documentos confidenciales demuestra que el gobierno de Estados Unidos "se apresuró a señalar que tendría que consultar con su industria en relación con algunos de los productos y que el progreso en las partes relacionados con vehículos de motor sólo sería posible si la UE mostraba avances en la discusión en los aranceles agrícolas”.
Sin embargo, la exportación de productos agrícolas no es el foco principal de la estrategia de Estados Unidos, Washington también ha puesto su mirada en las polémicas de alimentos modificados genéticamente que están prohibidos en su mayoría dentro de la Unión Europa. Ambas partes han subrayado a menudo hasta ahora que los EE.UU. respetarán las preocupaciones europeas en esta materia, y que los ciudadanos de Europa no tienen que estar preocupado por este problema. Pero el material confidencial pinta una imagen muy diferente de la situación. "Es realmente muy interesante ver las demandas que los EE.UU. han hecho", dice Klaus Müller, presidente de la Federación Alemana de las organizaciones de consumidores.
Los EE.UU., exigen que las prohibiciones legales sobre los productos para proteger la salud humana sólo se debe permitir si ha sido científicamente demostrado que estos productos son realmente perjudiciales. La UE prohíbe productos como la carne tratada con hormonas o los alimentos modificados genéticamente como medida de precaución, si sólo el más mínimo indicio de riesgo surge, mientras que los EE.UU. sólo les prohíbe si las personas ya han sido dañados como consecuencia del consumo de dichos productos.
Los documentos de negociación también revelan, por primera vez, con qué frecuencia los diferentes puntos de las opiniones chocan entre las partes. EE.UU. demanda en un capítulo sobre protección de los consumidores, que antes de pasar a una prohibición de la UE se debe evaluar "alternativas para lograr el nivel adecuado de protección", lo que significa que hay una ley en este sentido que se debe pasar en primer lugar. Además de esto, la UE también debe explicar públicamente "si alguna de esas alternativas son significativamente menos restrictiva del comercio."
Otro punto de controversia grave es la cooperación legislativa. Tanto los EE.UU. y Europa dieron la impresión de que estaban en su mayoría de acuerdo respecto a la regulación legislativa. Pero los documentos de negociación sugieren algo muy diferente. Mientras que la UE insiste en su derecho a la libre determinación legislativa en los documentos, los EE.UU. quieren restringir severamente el alcance de los legisladores europeos en lo que respecta a las decisiones económicas en las que se ha demostrado en varias sugerencias que han hecho. Un ejemplo es la demanda formulada por los EE.UU. que "cada Parte mantendrá procedimientos que promuevan la consideración de los siguientes factores cuando se realiza una evaluación del impacto normativo de Reglamento." Es decir, esto significa que la UE se supone introducir una proceso que va a evaluar "la necesidad de un reglamento propuesto" en conjunción con un análisis de "los costos y beneficios (cuantitativos, cualitativos, o ambos) de dichas alternativas previstas."
La legislación de EE.UU. es fundamentalmente diferente de la de la UE. En la UE, por ejemplo, el uso de 1.308 diversos productos químicos en los cosméticos está prohibido en la luz de las sospechas de que puedan ser cancerígenos. Por otra parte, la autoridad responsable en EE.UU, a lo mucho 11 sustancias.
La oficina del representante de Comercio Internacional de Estados Unidos incluye este año a cuatro países de América Latina en su la lista negra por violar los derechos de propiedad intelectual y patentes. Colombia se incorpora al grupo de 12 grandes infractores de las reglas, junto a Argentina, Chile y Venezuela. Entran así en la misma categoría que integran China, Rusia o India.
Los países citados aparecen en la “lista de vigilancia prioritaria” al considerar que están fracasando a la hora de aplicar las disposiciones acordadas sobre la materia en los acuerdos comerciales que tienen con EE UU. Canadá también se suma al grupo, justo en la recta final de las negociaciones para la revisión del tratado de libre cambio norteamericano. México está en la “lista de vigilancia”.
En total hay 36 países señalados por EE UU cuando se combinan las dos listas y a todos ellos les urge que adopten medidas para proteger de una manera adecuada la propiedad intelectual, las patentes y los secretos comerciales. El informe cita, por ejemplo, problemas a la hora de controlar el tráfico de productos falsificados en sus fronteras, robo de secretos o la piratería informática.
China lleva 14 años seguidos en la lista negra de este informe en el que cada año se examinan las barreras relacionadas con la propiedad intelectual. Es diferente de la investigación que la oficina de Comercio Internacional utilizó para aplicar nuevos aranceles a importaciones chinas. Pero como indican sus funcionarios, “los problemas que se señalan por sus malas prácticas son los mismos”.
Todos estos países, insisten, “están negando una protección adecuada” de la propiedad intelectual de compañías que operan en industrias clave para EE UU como la tecnológica y la farmacéutica. Aunque evitan hablar de las medidas que se adoptarán en respuesta, si insiste en que con este informe se busca un “cambio urgente” en las políticas que aplican estos países.
Brasil, Bolivia, Costa Rica, Perú y Guatemala también forman parte de los países bajo vigilancia. Robert Lighthizer, responsable de la oficina comercial, reitera que la Administración que preside Donald Trump se toma la protección de los derechos de autor como una “prioridad” clave. Aunque no especifica las medidas que puede tomar para contrarrestar estos obstáculos, espera que el mensaje sea escuchado.
China no está dispuesta a la retirada y Estados Unidos tampoco quiere mostrar desinterés. Centroamérica, con sus necesidades y su alto valor geográfico, es el terreno de la batalla sobre el cual ambos titanes de la economía mundial miden sus fuerzas sin cuidar demasiado sus palabras, a pesar del acuerdo bilateral firmado la semana pasada entre ambos gobiernos para intentar apaciguar su guerra comercial.
El pasado martes sirvió como muestra de la pasión con que Washington y Pekín defienden sus formas de ejercer su influencia sobre Centroamérica, este istmo donde la mitad de los países tienen relaciones diplomáticas formales con China y la otra mitad, con Taiwán. El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, se permitió una crítica a las formas chinas sin que nadie se lo preguntara durante su visita a Costa Rica, al hablar de las “promesas rimbombantes” del gigante asiático, que “solo ofrece deuda, dependencia e, incluso, erosión de la soberanía en algunos países”.
No era la primera vez que Pompeo dirigía su verbo contra las aventuras americanas de China, pero sí era la primera vez que lo hacía desde que su presidente Donald Trump firmó, este 15 de enero, un primer paso de tregua en la guerra comercial con el Gobierno chino. El secretario de Estado lo mencionó a manera de contraste con los lazos económicos de su país con Costa Rica, basados en las inversiones de numerosas empresas estadounidenses en el sector de la tecnología y el de los dispositivos médicos que apuntalan las exportaciones costarricenses. “Vamos a continuar apoyando a las empresas de mi país para que inviertan y creen prosperidad”, continuó Pompeo antes de centrarse en otros temas de una visita relámpago que varios analistas explican como un intento de marcar territorio.
La respuesta china tardó solo seis horas. Al anochecer, la embajada de China en San José rompió su habitual silencio para publicar un comunicado en el que expresó el repudio contra las nuevas palabras de Pompeo, a quien atribuyó “un estilo de hablar irresponsable”. “La cooperación pragmática entre China y Costa Rica es la opción de los dos gobiernos y sus pueblos, que no permite acusaciones irresponsables de los malintencionados”, publicó la sede diplomática. A Pompeo le envió un consejo: “que recupere cuanto antes la racionalidad, se ocupe de sus propios asuntos y deje de difundir rumores falsos sobre China”.
Costa Rica forma junto a Panamá y El Salvador el bloque de países que mantienen relaciones diplomáticas con China, mientras Guatemala, Honduras y Nicaragua son parte de las pocas naciones en el mundo que siguen aliados a Taiwán. Los gobiernos intentan hacer equilibrios entre la acogida a un titán chino dispuesto a invertir y prolongar sus zonas de influencia, y el poderoso Washington del que dependen en gran medida las inversiones, exportaciones y remesas en Centroamérica.
La escaramuza sucede sin que siquiera haya transcurrido una semana desde el anuncio de la primera fase de un acuerdo encaminado a poner fin a la guerra comercial que ha sostenido Trump con el gobierno de Xi Jinping. Este acuerdo, sin embargo, establece condiciones mínimas o generales que no alcanzan para disipar la batalla de carácter regional ante ambas potencias, comentó Constantino Urcuyo, profesor en la Universidad de Costa Rica y autor del libro China y Estados Unidos: geopolítica y estrategia en el siglo XXI.
La vigencia de la doctrina Monroe en Centroamérica tiene ahora como amenaza una China con pretensiones globales y potencial financiero que las pequeñas economías del istmo no pueden ignorar, como sus autoridades le han dicho a los estadounidenses. Por ejemplo, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, anunció en diciembre en Pekín un paquete de cooperación no reembolsable de China, que incluía una nueva biblioteca nacional, un nuevo estadio para deportes, una planta potabilizadora de agua y obras varias en complejos turísticos y en el puerto La Libertad.
El presidente salvadoreño, fiel a su estilo de formas rupturistas, intentaba así hacer de equilibrista entre Washington y Pekín, cinco meses después de recibir a Mike Pompeo en San Salvador. Bukele, que se proyecta como un aliado de Trump en la región, también ofreció convertir a su país en un centro de las operaciones chinas en América Latina, por su posición geográfica. “Centroamérica ha ganado importancia geopolítica, más allá de lo comercial”, sostiene el analista de política exterior Carlos Murillo, de la Universidad Nacional en Costa Rica, sin dejar de recordar los acontecimientos recientes en Taiwán.
La reelección este mes de la presidenta Tsai Ing-Wen, de relación hostil con Pekín, ha supuesto la reactivación de la discordia política con el Gobierno de Xi, que parece haber intensificado la animosidad en la batalla por aliados diplomáticos en otras zonas del mundo. Centroamérica, que hasta el 2017 era toda aliada de Taipei, se la ha ido de las manos poco a poco y esto no agrada a sus amigos en Washington. “No sería sorprendente que aumente la confrontación política de Estados Unidos con China. Los países latinoamericanos, pero sobre todo los centroamericanos, deberán saber jugar las cartas entre ellos y también con Taiwán”, añade Murillo.
Estados Unidos y México han alcanzado este lunes un acuerdo que pone punto final al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), un pacto de enormes proporciones que también incluye a Canadá, que lleva casi un cuarto de siglo en vigor y que cambiará de nombre a partir de ahora: será, de momento, el Acuerdo Comercial Estados Unidos-México. El envoltorio es importante para el presidente Donald Trump, que llegó a la Casa Blanca exigiendo una reforma profunda de ese marco, bajo amenaza de liquidarlo, y que, tras más de un año de conversaciones, parece haber encontrado consenso con su vecino del sur en algunos aspectos claves. Ahora debe sumarse a las negociaciones el Gobierno de Justin Trudeau, cuyas las relaciones con EE UU no han dejado de empeorar en los últimos meses. Tendrá dos opciones: aceptar lo pactado, con los retoques que pueda introducir, o quedarse fuera.
El presidente estadounidense hizo pública la fumata blanca por la mañana en su cuenta de Twitter. Fue tan entusiasta como ambigua. "¡Un gran acuerdo con buena pinta con México!", se limitó a escribir. Horas más tarde, en una llamada telefónica con Enrique Peña Nieto televisada con solo unos minutos de retraso, Trump ha subrayado que "alcanzar un acuerdo justo es algo muy especial para la manufactura y el campo de los dos países. Es un acuerdo increíble para los dos países". El magnate republicano ha reconocido el trabajo conjunto llevado a cabo por el presidente en funciones, Peña Nieto, y el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, –"es algo que se debe saber; el equipo negociador mexicano ha estado muy unido"– y ha reservado las palabras más duras para Canadá, lo que augura una próxima negociación compleja.
"Celebro el entendimiento que ha habido entre los dos equipos negociadores. Ha sido una negociación de meses, compleja y no exenta de momentos difíciles", ha subrayado, por su parte, el presidente mexicano. Peña Nieto sí ha tendido la mano al tercer pilar de América del Norte: "Es nuestro deseo que ahora Canadá también pueda incorporarse al acuerdo. Asumo que ellos estarán negociando los asuntos bilaterales entre Canadá y EE UU", ha afirmado en un tono mucho más inclusivo que el de su par estadounidense. "Estoy muy agradecido y tengo un enorme reconocimiento al Gobierno estadounidense y a su voluntad política", ha cerrado el todavía presidente de México, que podría viajar a Washington en los próximos días para la firma del pacto. El acuerdo final, con o sin Canadá, tendrá que ser ratificado por los Congresos de los países participantes.
El pacto bilateral alcanzado este lunes se agilizó tras la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales mexicanas del 1 julio –Trump y él han fraguado un extraño entendimiento, habida cuenta de sus amplias diferencias ideológicas–, es un paso importante pero no definitivo. Ahora queda el tramo final de la negociación, en la que las delegaciones estadounidense y mexicana tendrán que convencer a sus pares canadienses de las bondades de lo pactado, así como tratar las cuestiones que afectan a las relaciones trilaterales. El mejor termómetro de la economía mexicana, el peso, ha reaccionado positivamente al acuerdo, con una subida superior al 1% frente al dólar.
En ese sentido, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ha invitado a su homólogo canadiense, Justin Trudeau, a sumarse a las conversaciones con la mayor brevedad. "Hablé con el primer ministro de Canadá sobre el estado de las negociaciones del TLC y el avance entre México y Estados Unidos. Le expresé la importancia de su incorporación al proceso con la finalidad de concluir una negociación trilateral esta misma semana", ha tuiteado minutos después de que trascendiera el principio de acuerdo con Washington.
El TLC (Nafta, en sus siglas en inglés) constituye una zona libre de comercio en la que viven 450 millones de personas y que mueve más de un billón de dólares al año. Este primer acuerdo, tras 13 meses de arduas negociaciones –el último, un mano a mano entre estadounidenses y mexicanos, con los canadienses al margen–, allana el camino para la reedición de un texto que ha sido clave en el crecimiento del comercio en una de las regiones más dinámicas del planeta. Y, sobre todo, retira el principal foco de presión para la economía mexicana, altamente dependiente de su vecino del norte: cada hora exporta más de 30 millones de dólares, una cifra que se ha multiplicado por siete en el último cuarto de siglo.
Un portavoz del Gobierno canadiense ha celebrado el "progreso" en la negociación entre EE UU y México como un "requisito necesario" para el acuerdo trilateral, pero ha aclarado que solo firmarán un TLC que sea "bueno para Canadá y para las clases medias". "Nuestra rúbrica es indispensable", ha recordado. Aunque las autoridades canadienses se han cuidado muy mucho de expresarlo en público, el descontento por haber sido apartados durante estas cinco últimas semanas de negociación –en las que las conversaciones se han convertido en un toma y daca entre Washington y la Ciudad de México– es evidente. Toda la presión recae ahora sobre Ottawa.
En medio de las tensiones crecientes de la guerra comercial iniciada en el 2018 entre Estados Unidos y China, las empresas estadounidenses comenzaron a mirar hacia el horizonte en busca de tierras más seguras y estables para sus productos. Fue en este escenario de incertidumbre y desafíos que Japón emergió como un faro de oportunidad y se acuñó el concepto de friendshoring, distinto del referido a la cercanía a EE. UU., nearshoring.
La relación entre EE. UU. y China se ha deteriorado rápidamente. Los aranceles y las represalias comerciales crearon un ambiente de incertidumbre que inquieta a los mercados globales y los conflictos políticos han creado un escenario de conflicto militar posible. Empresas como Apple, Google y recientemente Microsoft (que junto con Facebook, Amazon y Netflix forman el grupo de las FAANG, por sus siglas en inglés), así como grandes fondos de inversión como Goldman Sachs comenzaron a buscar alternativas. Japón se presentó como una opción geográfica natural, con su economía estable, mano de obra altamente calificada y un conjunto de empresas de alta tecnología.
Las primeras señales del nuevo rumbo lo dieron las grandes corporaciones tecnológicas de Estados Unidos. Las empresas de Silicon Valley, el corazón occidental de la innovación tecnológica comenzó a dirigir su mirada hacia el sol naciente. Las gigantes tecnológicas (FAANG) empiezan a establecer centros de investigación y desarrollo en Tokio y otras ciudades japonesas. Apple desde el 2015 ya posee un centro de investigación situado en Tokio, Google comenzó operaciones en Chiba desde marzo del 2023, mientras que Microsoft planea inaugurar una en algún momento de 2024. Estos centros no solo buscan aprovechar la avanzada infraestructura tecnológica de Japón, sino también colaborar con empresas locales en proyectos de vanguardia.
El Banco de Japón, con su política de tasas de interés bajas y su enfoque en estimular la economía, ha creado un entorno atractivo para la inversión. El gobierno japonés, consciente de la oportunidad que se presenta, implementó reformas para facilitar la entrada de capital extranjero, redujo las barreras arancelarias, y se allanó el camino para los inversionistas extranjeros.
En Wall Street, los gestores de fondos y capital de riesgo comenzaron a redirigir recursos hacia el mercado japonés. Los mercados bursátiles de Tokio observaron un aumento en la actividad, con el índice Nikkei 225, con un aumento constante desde el 2020, de 23,300 puntos, a 30,000 puntos en el 2024; un incremento total de aproximadamente 30%.
La reorientación del capital impacta profundamente las relaciones geopolíticas. La alianza entre Estados Unidos y Japón se ve fortalecida en términos económicos y estratégicos. Ambos países son aliados en el QUAD, acuerdo militar para contrapesar a Rusia y China, en el Mar del Japón y en el Estrecho de Taiwán para contener la creciente influencia económica y comercial de China en la región.
Con la guerra comercial de telón de fondo, Japón es percibido como un refugio seguro para las empresas estadounidenses. En cada inversión, en cada nueva empresa establecida, se narra una historia de adaptación, oportunidad y colaboración. Mientras las tensiones entre EE. UU. y China continúan, el sol del amanecer japonés brilla con más fuerza, que ilumina un futuro prometedor para las empresas estadounidenses que encontraron su nuevo hogar.
Estos nuevos lazos económicos afectan el enfoque tradicional de seguridad y amplían la cooperación tecnológica, dejando de lado la competencia y los acuerdos que ya tenían, como la Alianza de Seguridad, firmada en 1951. Los cambios son para tener un plan de acción en caso de una posible confrontación militar, así como para crear centros de investigación y desarrollo tecnológicos situados en Japón con el objetivo de diversificar su dominio en distintos terrenos de conflicto. Es crucial reconocer que la estrategia estadounidense a menudo distorsiona la percepción de las amenazas para justificar su política exterior y sus objetivos militares. Al presentar a China como una amenaza mayor al american way of life, EE. UU. puede avanzar en sus intereses geopolíticos y económicos en esa región con el apoyo ahora de Japón.
La dirección de las inversiones en tecnología, provenientes de occidente están concentradas principalmente en semiconductores e inteligencia artificial. Es claro que lo que busca el presidente Biden es intentar suplir uno a uno los bienes que le provee China. Cualquier exportación japonesa es enormemente competitiva, lo que para las FAANG es sumamente rentable. Esta estrategia podría resucitar la economía japonesa.
Desde el 2022 Estados Unidos nuevamente ha vuelto a ser el mayor inversor extranjero en la isla con una cantidad de aproximadamente 9.3 mil millones de USD (JETRO) igual que el año anterior. La colaboración en tecnología, la estabilidad económica de Japón y las sólidas relaciones bilaterales seguirán impulsando esta tendencia, a medida que ambos países enfrentan desafíos globales y buscan innovar en conjunto.
EE. UU. se encargó de desmentir el mito del “nearshoring” como el futuro del comercio internacional en el continente americano. En su lugar colocó el concepto llamado “Friendshoring”, que consiste en reubicar las cadenas de suministro en países aliados o con relaciones amistosas, en lugar de en regiones inestables. El “Friendshoring” entre ambos países y el “Nearshoring” en México son respuestas estratégicas a las cambiantes dinámicas globales. Ambas buscan fortalecer las cadenas de suministro y sobre todo reducir la dependencia de China, pero lo hacen a través de enfoques complementarios. Mientras uno se enfoca en la colaboración tecnológica y la estabilidad política con un aliado fuerte pero lejano, el otro aprovecha al máximo la proximidad geográfica y la eficiencia logística de un vecino. Dicho enfoque busca reducir los riesgos geopolíticos y garantizar las cadenas de suministro más confiables y seguras. Ambos países han adoptado de manera recíproca el friendshoring como parte de sus políticas económicas y estratégicas, después del inicio de la Guerra Comercial. Las preocupaciones de Washington con el Dragón Asiático respecto a su seguridad nacional son en torno a una amenaza en términos de robo de propiedad intelectual, riesgos cibernéticos y la posibilidad de interrupciones en la cadena de suministro, por el temor desmedido ante la emergencia de nuevo orden mundial.
Ambos gobiernos proporcionan incentivos para que las empresas inviertan en las economías de cada uno. Estos incluyen incentivos fiscales, subsidios y subvenciones para construir instalaciones de manufactura y centros de investigación, contraviniendo los acuerdos pactados en 1995 en la Organización Mundial de Comercio (“Las subvenciones prohibidas son aquellas cuya concesión está supeditada al logro de determinados objetivos de exportación o a la utilización de productos nacionales en vez de productos importados. Están prohibidas porque están destinadas específicamente a distorsionar el comercio internacional, y por consiguiente es probable que perjudiquen al comercio de los demás países.” OMC). También buscan mejorar la infraestructura para poder sustentar los proyectos que se tienen, que incluye desarrollar redes de transporte, centros logísticos e infraestructura digital para facilitar operaciones eficientes y competir de este modo con la Ruta de la Seda.
El “Friendshoring” entre EE. UU. y Japón busca mejorar la seguridad y la resiliencia económica en un mundo en constante movimiento. Este enfoque permite que ambas naciones colaboren estrechamente en industrias clave como la tecnología, manufactura avanzada y la inteligencia artificial, lo que crea un frente unido para enfrentar las incertidumbres globales y les permite a ambos mitigar riesgos asociados a la dependencia de mercados volátiles o inestables.
La alianza entre estos dos gigantes económicos no solo fortalece la cadena de suministro, que les permite asegurar un flujo continuo de bienes y servicios, sino que también fomenta un entorno propicio a la innovación. La sinergia entre capacidad tecnológica y excelencia en manufactura abre nuevas oportunidades para el desarrollo de productos y servicios de alta tecnología, que pueden impulsar la competitividad global de ambas economías.
La innovación y tecnología japonesa son mundialmente reconocidas y la idea de una colaboración más estrecha genera una atracción hacia más empresas multinacionales estadounidenses, por sus ventajas competitivas. Según BEA, las EMN japonesas tienen cuatro veces más ventas que las EMN estadounidenses. (ver gráfico)
Las empresas multinacionales estadounidenses, con su capacidad de adaptación y visión estratégica, están en posición de aprovechar el conocimiento de sus socios en esta nueva dinámica. No solo se redefinen las estrategias empresariales y la IED entre estas naciones, sino que también se refuerzan los lazos económicos y políticos, afectados en la década del 90, cuando EE. UU. acusó a Japón de lo que ahora acusa a China.
Para concluir, el friendshoring de EE. UU. en Japón es la estrategia destinada a mejorar la seguridad y resiliencia económica frente a China. Dada la dotación de factores japonesa la capacidad de desarrollo tecnológico se verá potenciada con esta alianza que no sólo mitiga riesgos, sino también le abre nuevas oportunidades al país del sol naciente. Con esto, el Oeste consolida a Japón como un refugio seguro y aliado estratégico para las empresas estadounidenses. EE. UU. no solo diversifica sus fuentes de suministro, sino que también fortalece su posición geopolítica en la región de Indo-Pacifico. Al consolidar a Japón como un refugio seguro y un aliado estratégico, el Oeste asegura una presencia robusta en una zona crucial para el comercio y la seguridad global. Esta relación simbiótica beneficia a ambas naciones: Japón recibe inversiones y EE. UU. obtiene tecnología y un socio confiable en una ubicación geoestratégica clave para el futuro de la economía fragmentada.
Durante sus primeros 60 días, Trump ha impulsado medidas comerciales proteccionistas y reorganizado la proyección de EEUU en el mundo. Consecuente con sus advertencias previas durante la campaña electoral, muestra un proyecto americano de largo plazo con el soporte del sector financiero y del sector militar. La agenda llamada hacia la “reconstrucción del mercado americano” comenzó, apenas juramentó, el 20 de enero del 2016, mediante la renuncia formal al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) promovido por Obama para imponer unilateralmente la agenda estadounidense de comercio e impedir que China impusiera la suya
El gobierno americano intentará revertir el orden mundial liberal que EEUU diseñó, desde 1944, mediante las instituciones de Bretton Woods. El pensamiento (neo)liberal moderno de los años 30 y masificado de 1980 en adelante, huelga recordar, fue creado desde sus universidades e impuesto con coerción como políticas económicas homogéneas alrededor del mundo por las instituciones multilaterales de Bretton Woods (Banco Mundial, FMI, OMC). Aplicar estas políticas fue condición sine qua non para resolver los problemas de deuda.
Se liquidan así las teorías de 19 premios Nobel, iniciados con F. Hayek en 1974, seguidos por M. Friedman en 1976 y demás profesores de la Universidad de Chicago, hasta Eugene Fama en el 2013. El presidente de EEUU y los financieros reconocen que ha llegado a su fin el curso neoliberal de la escuela de Chicago en el mercado mundial. Encuentran que la apertura comercial absoluta y la autorregulación del mercado no han resultado en crecimiento y pleno empleo en su economía, fundamentos de la teoría neoliberal. Se han topado con una combinación de desempleo, grandes déficits comerciales, pérdida de capacidad adquisitiva, una concentración inédita del ingreso y un muy prolongado estancamiento económico, junto con un monumental auge en las bolsas de valores.
La estrategia propagandística de la nueva administración para impulsar su unilateralismo comercial comenzó con la retórica de make America great again. Ésta enfatiza una balanza comercial estadounidense “víctima de los abusos del mercado mundial” en general, y de China y México, en particular. Lo siguiente fue el anuncio unilateral de reformar el TLCAN; se advirtió la aplicación de impuestos selectivos-discrecionales a las exportaciones intrafirma, mayoritariamente de empresas trasnacionales estadunidenses en México.
En América del Norte existen líneas de producción compartidas, en particular electrónicas y automotrices, las cuales constituyen más del 42% del comercio entre ambos países. (Ver Gráfico 1). El mercado de EEUU es el más próximo y más rico del hemisferio, a pesar de su muy bajo crecimiento desde inicios del nuevo siglo (1.05% per cápita). México y los países de la Cuenca del Caribe colocan el 80% de las exportaciones de insumos o bienes finales fabricados o ensamblados allí. Para el resto de América Latina (AL) es 30% o menos.
La nueva política proteccionista no sólo determinará el curso económico de América del Norte y la Cuenca del Caribe, sino también del resto del mundo. Esta política es análoga a las medidas tomadas durante el gobierno de Herbert Hoover mediante la ley Smoot Hawley de junio de 1930, la cual afectó la importación de 20,000 productos y llevó la relación bilateral con EEUU al anterior peor momento de su historia. Para EEUU no era importante (sus exportaciones eran 7% del PIB) pero para el mundo su mercado si lo era.
Este redespliegue económico se basa en el unilateralismo y gasto fiscal. El liderazgo de la economía mundial ha sido cedido a China. Ni la reforma de la globalización, ni el (im)probable desmonte de la internacionalización de la producción y del consumo, podrán ser resultado de un decreto presidencial norteamericano. La prevalencia del poder económico sobre el político, y del financiero sobre el productivo, determinará la capacidad, forma y fuerza del redespliegue buscado. Sin embargo: un alza de salarios que dinamiza el mercado interno quita utilidades y afecta a la bolsa de valores; un recorte presupuestal de los ministerios relacionados con las relaciones económicas y políticas se ve contrapesado por un aumento del presupuesto militar; un impuesto fronterizo se encuentra con represalias internacionales. Subir salarios reduciendo el mercado laboral de migrantes regresa como mayores costos, inflación y pérdida de productividad la cual impacta sobre la masa de ganancia en la economía.
El redespliegue será de corto aliento, desde un gobierno con un proyecto político de largo alcance, con instrumentos militares de política exterior y control social interno. Cabe recordar 1930, tras el alza de los aranceles, las quiebras de bancos y la caída del comercio, en AL se comenzaron a diseñar las primeras políticas de sustitución de importaciones. Estas no fueron fruto de una abstracción teórica, sino de una urgencia económica. Otro mundo es posible.
[1] Investigador titular Instituto de Investigaciones Económicas-UNAM, SNI/CONACYT, coordinador del proyecto OBELA.org.
[2] Proyecto OBELA
While most other western leaders fiddle and seethe, Donald Trump powers ahead as bully-in-chief. A genuine new world order is the only way to stop him.
Trump’s impulsive decisions, such as his refusal to endorse the G7 declaration agreed upon in Quebec, are not just expressions of his personal quirks. Instead, they are reactions to the end of an era in the global economic system, reactions which are sustained by an incorrect understanding of what is happening. However, Trump’s misguided vision is nonetheless based on the correct insight that the existing global system no longer works.
An economic cycle is coming to an end, a cycle which began in the early 1970s, the time when what Yanis Varoufakis calls the “Global Minotaur” was born, the monstrous engine that was running the world economy from the early 1980s to 2008. The late 1960s and the early 1970s were not just significant for the oil crisis and stagflation; Nixon’s decision to abandon the gold standard for the US dollar was the sign of a much more radical shift in the basic functioning of the capitalist system.
Indeed, by the end of the 1960’s, the US economy was no longer able to continue the recycling of its surpluses to Europe and Asia because its surpluses had mutated into deficits. As a result, in 1971, the US government responded to this decline with an audacious strategic move: instead of tackling the nation’s burgeoning deficits, it decided to do the opposite, to boost deficits.
And who would pay for them? The rest of the world!
Centre Stage
How? By means of a permanent transfer of capital that rushed ceaselessly across the two great oceans to finance America’s deficits. And these deficits thus started to operate “like a giant vacuum cleaner, absorbing other people’s surplus goods and capital.
While that ‘arrangement’ was the embodiment of the grossest imbalance imaginable at a planetary scale, nonetheless, it did give rise to something resembling global balance; an international system of rapidly accelerating asymmetrical financial and trade flows capable of providing a semblance of stability and steady growth.
Powered by these deficits, the world’s leading surplus economies (e.g. Germany, Japan and, later, China) kept churning out the goods while America absorbed them. Almost 70% of the profits made globally by these countries were then transferred back to the United States, in the form of capital flows to Wall Street. And what did Wall Street do with it? It turned these capital inflows into direct investments, shares, new financial instruments, new and old forms of loans etc,” as Varoufakis noted in "Global Minotaur."
This growing negative trade balance demonstrates that the US is the non-productive predator: in past decades, it had to suck up a 1 billion dollars daily influx from other nations to buy for its consumption and is, as such, the universal Keynesian consumer that keeps the world economy running. (So much for the anti-Keynesian economic ideology that seems to predominate today!)
This influx, which is effectively like the tithe paid to Rome in Antiquity (or the gifts sacrificed to Minotaur by Ancient Greeks), relies on a complex economic mechanism: the US is "trusted” as the safe and stable center, so that all others, from the oil producing Arab countries to Western Europe and Japan, and now even China, invest their surplus profits in the US.
Friendly Division
Since this “trust” is primarily ideological and military, not economic, the problem for the US is how to justify its imperial role – and it manages this through a permanent state of war.
For this reason, it had to invent the “War on Terror,” offering itself as the universal protector of all other “normal” (as opposed to “rogue”) states. Thus the entire globe tends to function as a universal Sparta with its three classes, now emerging as the First, Second, Third world: (1) the US as the military-political-ideological power; (2) Europe and parts of Asia and Latin America as the industrial-manufacturing region (crucial here are Germany and Japan, long the world's leading exporters, plus, of course, now the rising China); (3) the undeveloped rest, today's helots, those “left behind.” In other words, global capitalism brought about a new general trend to oligarchy, masked as the celebration of the diversity of cultures: equality and universalism are more and more disappearing as actual political principles.
From 2008 on, this neo-Spartan world system is breaking down. In Obama years, Paul Bernanke, the Chairman of the Federal Reserve, gave another breath of life to this system: ruthlessly exploiting the fact that the US dollar is the global currency, he financed imports by massively printing money.
However, Trump has decided to approach the problem in a different way: ignoring the delicate balance of the global system, he focused on elements which may be presented as “injustice” for the US: gigantic imports are reducing domestic jobs, etc. But what he decries as “injustice” is part of a system which profited the US: the Americans were effectively “robbing” the world by importing stuff and paying for it by debts and printing money.
Inside Outside
No wonder Trump addresses Kim Yong-un in far more friendlier terms than his big Western allies: here also, extremes meet. With the disintegration of the system that dominated world trade from 1970, the US is increasingly becoming the disruptor of world trade. In contrast to 1945, the world doesn't need the US, it is the US which needs the world. Two outcasts are thus meeting in Singapore: the excluded outcast (Kim) and the outcast in the very fulcrum of the system.
Trump’s goal is to make trade deals with single partners who can all be blackmailed into submission, so it is of utmost importance that Europe acts as a unified economic and political force. Full of dangers as this new situation is, it opens up a unique chance for Europe: to engage itself in the formation of a new global economic system that will no longer be dominated by US dollar as the global currency.
In global economic terms, it’s war, so it’s time for radical measures. Europe should be aware that there is no return to the status quo.
Instead, a truly new world order is needed for Trump to get his comeuppance. And it is here that the response of EU members and Canada is insufficient: instead of advocating a new vision, they act as an offended party complaining that the US broke the established rules.
Thus, in the last decade or so, the EU more and more acts like the PLO ex-leader Yasser Arafat: about whom it was said that he never missed an opportunity to miss an opportunity.
As the immigrant crisis and Catalonia, among other events prove, it’s probable that Europe will again miss the chance.
President Donald Trump’s executive order to withdraw the United States from the 12-member Trans-Pacific Partnership (TPP) economic agreement in the Asia Pacific is a strategic turning point in the open economic order.It is a blow to furthering reform for some members, a lost opportunity for the United States to write the rules of international commerce, and more worryingly a sign of the United States turning its back on the global economic system it helped create and lead.
Trump and his trade team favour bilateral deals instead of regional agreements. US negotiations with Europe are therefore likely headed for the same fate as the TPP. With major multilateral trade deals at the WTO now too difficult and bilaterals only making slow progress towards freer markets — one of the reasons for the shift towards ambitious regional agreements — all eyes now turn to Asia’s Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) agreement. It is now the most important initiative on the global trade scene.
The awkwardly named RCEP has received much less attention than the TPP and is shrouded in misconceptions.
It is comprised of the 10 Southeast Asian members of ASEAN as well as Australia, China, India, Japan, New Zealand and South Korea. The first misconception is that RCEP is China-led or China dominated. But China is a spoke and ASEAN is the hub. RCEP was built to consolidate ASEAN’s five separate free trade agreements with China, South Korea, Japan, India and Australia–New Zealand. And the RCEP idea and its guiding principles were crafted not in China, but in Indonesia.
ASEAN centrality has also ensured that RCEP has incorporated Asia’s other large power — Japan — and reflects Japanese preferences as much as those of China. Originally, China wanted to limit core membership of Asian cooperation to ASEAN plus China, Japan and South Korea. Japan wanted a larger membership, involving Australia, New Zealand and India, to help provide a counterweight to China. In the end, ASEAN centrality and the interests of Australia and India in the region meant the broader grouping prevailed.
The fear that the demise of the TPP will lead to China writing the rules of trade and commerce in the Asia Pacific is therefore far-fetched. Allowing China to write the rules would require ASEAN, Australia, Japan and India to all acquiesce to China’s demands.
The second misconception is that RCEP is a low-standard agreement that will not shape commerce to any serious extent within the grouping, let alone beyond it. But that is yet to be determined and completely misreads the potential of the agreement.
The RCEP grouping is already larger than the TPP grouping in purchasing power parity terms — the correct way to compare economic size. The East Asian grouping is also more dynamic, with an average growth rate much higher than the world average.
China, India, Indonesia and many of the developing countries in RCEP still have high barriers to trade and investment. Relatively easy liberalisation will therefore deliver large gains, not only to those countries, but also to the more developed members in RCEP who do business with them.
And an agreement that has those countries commit to liberalisation and reform will be a fillip to global trade growth and openness at a time when it is sorely needed.
We are now at a crossroads for RCEP and whatever agreement that does evolve will have important economic and strategic implications for the Asia-Pacific.
Economically, RCEP will do best if it can reduce significant barriers to trade and investment, further trade facilitation, and support countries’ domestic reform efforts. Thankfully, these outcomes are not mutually exclusive, but are interdependent and reinforcing. Ambitious commitments do need to be made in traditional areas like tariff cuts and investment liberalisation for the agreement to be credible. But for RCEP to have a significant effect, countries will need to commit to measures behind the border — not just at the border — like regulatory reform, breaking down market entry barriers and equal treatment of foreign firms domestically.
East Asia’s diversity — including in countries’ systems of government — has led to an Asian way of cooperation that requires forging consensus around principles of cooperation. This is not sexy, but the history of Asia’s integration into the WTO and APEC shows that it is effective and can be sustained. This form of cooperation would mean moving towards regulatory harmonisation over time, instead of imposing overly prescriptive and inappropriate rules at the starting line, which was the method adopted by the TPP.
Strategically, how RCEP evolves will determine whether trade becomes a force for cooperation and integration across the wider Asia-Pacific region, or a cause of rivalry and economic fragmentation. The RCEP grouping could decide to pursue an agreement that seeks to extend its economic benefits to the United States and other non-RCEP members. This would help to reduce the perception that RCEP is a China-led bloc designed to erode US economic leadership in Asia, and would be the best way of encouraging the US to maintain its economic commitment to Asia, which was always one of the core goals of the TPP.
RCEP is now the best path towards a Free Trade Area of Asia and the Pacific. With the world trading system under threat it is time for leaders in Asia to step up and push for opening markets and deepening reforms to enhance economic integration, not just with each other but with Europe, the United States and the rest of the world.
Shiro Armstrong is co-director of the Australia–Japan Research Centre at the Crawford School of Public Policy, The Australian National University and Editor of the East Asia Forum. Amy King is a senior lecturer at the Strategic and Defence Studies Centre, The Australian National University.
Panamá, 4 dic (PL) El resultado más apreciado hoy por panameños de la recién concluida visita del mandatario chino Xi Jinping, es la atención dedicada por la segunda economía del mundo a un pequeño país centroamericano y su plataforma logística.
Los múltiples intentos de sectores nacionalistas estimulados por Estados Unidos por bloquear el acelerado avance de las casi estrenadas relaciones de año y medio, chocaron con acciones económicas, que en las ramas del comercio e inversiones empiezan a enrumbar frutos a mediano y corto plazos.
A la casi veintena de acuerdos que cubren varias ramas de la vida nacional istmeña rubricados hasta el momento, se sumaron otros 19 memorándum y convenios firmados por los titulares de las dos naciones durante las apenas 24 horas de estancia de Xi.
Los pronunciamientos escritos y orales del presidente asiático durante la visita se enfilaron en crear un clima de confianza mutua, bajo su filosofía de ganar-ganar y neutralizar así los discursos 'nacionalistas' anti chinos catalizados por las cizañas del estadounidense Michael Pompeo, secretario de Estado.
En sus ataques contra China, que continúan a pesar de la tregua acordada en Argentina en el marco de la reunión del G-20, Pompeo no dudó en venir a Panamá sorpresivamente en octubre pasado para 'advertir' al gobierno istmeño sobre cómo actuar con China.
'Recordarle a la región entera, que cuando China llama no siempre es para el bien de los ciudadanos de estos países', dijo a los periodistas que le acompañaron sobre las conversaciones sostenidas con el presidente panameño Juan Carlos Varela.
En un reciente encuentro con la prensa, la canciller istmeña Isabel de Saint Malo, consideró que Pompeo 'no dio una advertencia' a Varela sobre sus relaciones con China, sino que 'se emitieron opiniones basadas en su experiencia', y ratificó que Panamá es soberano y se respetan sus relaciones bilaterales.
Aunque los anfitriones se vieron más ocupados en ofrecer al visitante un clima similar al recibido por el mandatario centroamericano en Beijing que en el propio contenido, no pasaron inadvertidos a los analistas nacionales los mensajes de Xi dirigidos al pueblo panameño, incluso antes de su arribo.
A diferencia del discurso oficial local que insiste en su propaganda el valor monetario de las obras, el líder asiático utilizó los recursos de la histórica relación cultural entre ambos pueblos por las emigraciones chinas que comenzaron hace 160 años y el bienestar social, con veladas menciones al tema económico.
En un artículo de su autoría publicado en el diario La Estrella antes de su llegada, resaltó como aquella comunidad asiática se insertó en la sociedad panameña, e incluso citó la solidaridad del pueblo chino en la lucha de los istmeños en los años 60 del siglo pasado por recuperar la soberanía de la ruta fluvial.
'A muchos chinos, como también es el caso mío, no nos resulta desconocido su país sin haber pisado esa tierra, pues disfruta de fama mundial por el Canal de Panamá, el café geisha y las ricas frutas tropicales como el banano', escribió el mandatario.
En una declaración conjunta antes de finalizar la visita, ambos presidentes calificaron de 'fuerte despegue' la cooperación bilateral en múltiples campos y afirmaron que se fortalecieron las bases de la relación diplomática entre los dos países, basadas en respeto mutuo, transparencia y el espíritu de ganar-ganar.
La presencia de empresas de esa nación asiática antecede a las relaciones diplomáticas, pues las naves chinas ocupan el segundo lugar entre los clientes del canal interoceánico y en la caribeña Zona Libre de Colón resultan los primeros proveedores.
En materia de inversiones, construyen un puerto en la entrada atlántica de la vía fluvial, ganaron la licitación para ejecutar el cuarto puente sobre esa ruta, que soportará, además, una línea del metro capitalino, y realizaron el estudio de factibilidad de un tren entre esta ciudad y la frontera con Costa Rica.
Para el analista Julio Yau, panameño descendiente de chinos, la presencia del país de sus ancestros rompe la bilateralidad exclusiva que durante más de un siglo mantuvo Estados Unidos, porque hay otro actor en el Istmo: para algunos, esta es la mayor preocupación de la potencia del norte y la génesis de su agresividad contra la presencia asiática en Latinoamérica.
tgj/orm/cvl
Oscar Ugarteche[i], Tesalia Valencia[ii].
Menos preocupado por el drenaje de recursos y más por la calidad de la nueva infraestructura, China ha promovido la incorporación de miembros europeos para indignación de Estados Unidos. Para el Tesoro, este banco compite con el Banco Mundial cosa que no hubiera hecho el Banco del Sur.
Aunque ni Estados Unidos ni Japón se encuentran en la lista de los miembros fundadores, la presencia de Francia, Alemania, Italia y Noruega, ha sido un éxito diplomático para China, pues el apoyo de las grandes economías de Europa representa el incremento de poder e influencia del gigante asiático en el occidente lo que significa al mismo tiempo un gran desafío para las instituciones multilaterales tradicionales como son el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) controlado por Japón, y el Banco Mundial (BM) encabezados por Estados Unidos. El Tesoro acusó al Reino Unido de “la constante acomodación” con respecto a China y lo desafió a renunciar a su idea.[1]
En América latina, el sólo impulso del Banco del Sur llevó a la conversión de la Corporación Andina de Fomento en Banco Latinoamericano de Desarrollo que en efecto compite con el Banco Mundial en la región y sobre todo con el Banco Interamericano de Desarrollo. Con treinta y cinco años de experiencia la antigua Corporación Andina de Fomento se amplió de seis miembros andinos (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile) más catorce bancos privados; a 16 países latinoamericanos y dos europeos, España y Portugal. De América latina continental faltan Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, marcando la separación entre América Central y América del Sur, que en este banco comienza en Costa Rica.
Quizás el rasgo más importante de la CAF Banco Latinoamericano de Desarrollo es que tiene acciones de propiedad de bancos privados. Por la manera como se presentan los datos en sus balances del 2014 es difícil discernir cuánto de la propiedad del Banco es de la banca privada sudamericana más el Banco Interamericano de Desarrollo. Los países cuyos bancos privados son importantes en la CAF son Ecuador (Banco del Pacifico y Banco de Guayaquil); Perú (Banco de Crédito, BBVA Continental, Scotiabank y Banco Internacional del Perú INTERBANK); Colombia, (Banco DAVIVIENDA S.A. y Corporación Financiera Colombiana S.A.).
El Banco Asiático de Infraestructura (BAII) tiene cincuenta y siete gobiernos miembros fundadores, repartidos entre treinta y siete asiáticos y veinte europeos. Para los asiáticos, la presencia o no de Estados Unidos en su membresía no es un tema tan álgido como lo es en América latina donde la diferencia es entre un esquema panamericano y uno regional y donde la asimetría le da al vecino del norte un peso que no tiene en Asia. La oposición de Estados Unidos hacia el (BAII), podría entenderse como una expresión de debilidad estadounidense sobre su influencia mundial. El tamaño inicial del patrimonio del BAII es de 100.000 millones de dólares, alrededor de cinco veces mayor que el patrimonio del BID, doce veces el del Banco Latinoamericano de Desarrollo, tres veces el BNDES de Brasil y dos veces y medio el patrimonio del Banco Mundial. Evidentemente se contemplan otras posibles opciones para la financiación del BAII, como son los préstamos interbancarios y la emisión de bonos, lo que con un apalancamiento análogo al BNDES lo convertiría en un banco que opera con un billón de dólares, el banco más grande del mundo con distancia.[2] El total de activos del Banco Mundial como grupo suma 353,000 millones de US$ para el año 2014.
La iniciativa de un Banco dedicado a la inversión para infraestructura junto con el Fondo de la Ruta de la Seda y el nuevo banco de los BRICS, ratificado por el parlamento chino el 24 de junio del 2015,[3] tiene que ver con el cambio hacia un nuevo orden económico mundial caracterizado por la mirada preventiva China. Cada institución sola no amenaza el poderío financiero global de Estados Unidos. Todas sumadas son un elemento a tomar en cuenta seriamente.
El principal motor de crecimiento del gigante asiático ha sido el sector construcción, que recientemente ha perdido fuerza a medida que el proceso de urbanización ha ido avanzando. Es como si China, consciente de no poder continuar acumulando paquetes de estímulo orientados a la inversión en infraestructura en su propio territorio pretendiera exportar este modelo de desarrollo al resto del mundo emergente a través de estas tres instituciones.
Otra motivación económica va asociada a la estrategia dirigida al uso internacional del renminbi (RMB) ya que la moneda de referencia del BAII es el RMB y con esto estará empujando la acumulación de activos financieros en yuanes fuera de las fronteras chinas y afirmando la internacionalización de su moneda. Por ambas razones Estados Unidos protestó la presencia británica y europea allí.
Finalmente, tomando una idea de Sudamérica, China y los países asiáticos han logrado montar un aparato financiero multilateral potente, mientras Brasil se debate aun sobre el Banco del Sur. Aparentemente si el beneficio al MERCOSUR/Brasil no es directo, no es tema y el Banco del Sur no le da ningún beneficio directo a Brasil que este no obtenga con el BNDES. El éxito Chino es un interesante caso de muestra de la miopía diplomática latinoamericana. Parece que algunos quieren regionalismo, ¡pero no financiarlo!
[i]Economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México. Miembro del SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA) www.obela.org y presidente de ALAI www.alainet.org
[ii]Miembro del proyecto OBELA, IIEc-UNAM.
[1]“US attacks UK’s ‘constant accommodation’ with China” enhttp://www.ft.com/intl/cms/s/0/31c4880a-c8d2-11e4-bc64-00144feab7de.html#axzz3e0NnRIDI
“Acomodar a China puede que no sea una mala estrategia”.
Véase en http://elcomercio.pe/economia/mundo/ft-acomodar-china-puede-que-no-sea-mala-estrategia-noticia-1799141
[2]Anticipan guerra entre potencias por creación del AIIB. Véase en http://eleconomista.com.mx/economia-global/2015/03/30/anticipan-guerra-entre-potencias-creacion-aiib
[3]REFILE-China takes first step to ratify BRICS Bank agreement- Xinhua, http://www.reuters.com/article/2015/06/24/china-brics-banking-idUSL3N0ZA3SO20150624
El pasado miércoles 18 el Parlamento de la Unión Europea (UE) decidió verificar la consistencia que hay entre el texto del borrador de Acuerdo Birregional de Libre Comercio (ALC) que esa región negoció con el Mercosur y los enfoques contenidos en el Pacto Verde Europeo o PVE (el “European Green Deal” en inglés), emitido por la Comisión de la UE que ahora preside Ursula van der Leyen. El texto de 24 páginas fue enviado el 11 de diciembre a todos los órganos rectores del gobierno comunitario, de lo que se deduce que la tarea de medir la compatibilidad sanguínea de ambos enfoques tiene enorme prioridad para la dirigencia política del Viejo Continente. De esa consistencia parece depender la futura vida del ALC adoptado, con exceso de pompa y circunstancias, el último 28 de junio. La verdad es que la integración birregional también está en jaque por la subyacente y explícita resistencia política de Europa a competir con la agricultura del Mercosur.
Tal movida no debería ser dogmáticamente ignorada u objeto de una lectura superficial por parte de los gobiernos del Mercosur. El comunicado de prensa del Euro-Parlamento anticipó, en lenguaje muy directo, que el debate se habrá de concentrar en el escenario que prevalece en la convulsionada región amazónica, lo que incluye poner sobre la mesa las ideas que en su momento hizo públicas el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Para Europa, la región amazónica es tratada como una especie de patrimonio biodiverso de la humanidad. El Papa Francisco (Laudato Sí) se ocupó con profundo detalle de las cuestiones vinculadas con la necesidad primordial de cuidar los jardines de la tierra sin hacer pie en las cuestiones de soberanía. Otros observadores se conforman con definir el debate como la necesidad de preservar el gran pulmón del planeta. Cualquiera sea la conclusión de tales ejercicios de análisis, se trata de una región esencial para la vida terrestre, cuya soberanía es un derecho legítimo de Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Venezuela, Surinam, Francia (Guayana Francesa) y Guyana. El problema reside en definir cual es el vínculo entre soberanía y el deterioro del patrimonio global (los denominados global commons), ya que el Cambio Climático destruye el planeta sin gestionar visa de residencia.
Obviamente el nexo que la Comisión de la UE y el Parlamento Europeo definieron sobre el tema, está legítimamente relacionado con el débil aunque masivo respaldo al proceso lanzado en el marco del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, donde se mezclan las inquietudes de tenor climático y ambiental, con obvias disputas económicas y políticas derivadas del costo del ajuste y de sus efectos tangibles sobre la inversión y el comercio.
Meses atrás, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, sostuvo que su país no suscribiría un acuerdo de librecomercio con naciones que no adhieran lealmente al proceso generado por el Acuerdo de París sobre Cambio Climático (en ese entonces aún no existía el PVE). Tras cartón hubo un cruce de mensajes entre el propio Macron y el Presidente Bolsonaro, que incluyó un lamentable intercambio de insultos y ataques personales.
Por separado, los agricultores franceses y alemanes protagonizaron algunos desmanes de gran importancia con el fin de expresar su total rechazo a la firma del aludido ALC birregional, por considerar que los del Mercosur son países agrícolas de elevada competitividad que no aplican las mismas reglas y complejos requisitos que se habrán de exigir a los productores europeos (en mis columnas anteriores cuestioné frontalmente la veracidad de tal supuesto, por cuanto los exportadores deben satisfacer las reglas de acceso que establece el mercado importador, a menos que puedan demostrar que tales disposiciones son restricciones no arancelarias y por lo tanto ilegales bajo la ley internacional).
Paralelamente, la UE viene librando una fuerte batalla destinada a proteger la vida de las abejas en su función de agente vital de polinización y, por ello, del patrimonio biodiverso, tema de igual prioridad para la política verde del Viejo Continente y para los productores y exportadores del Mercosur, que se verán forzados a llevar a cabo programas de reducción del uso de plaguicidas, lo que puede originar un irresponsable descontrol de plagas. Según estudios comunitarios, desaparecieron total o parcialmente un millón de las ocho millones de especies catalogadas en esa región.
Y, por si a todo esto le faltase pimienta, la posición francesa de rechazo al ALC birregional encontró, como ya advertimos a partir del segundo semestre de este año, el sucesivo respaldo de Austria, Irlanda (país del que proviene el actual Comisionado de Comercio de la UE), Luxemburgo, y quizás Italia y Polonia.
En el mundo se da por cierto que la integración con el Viejo Continente supone reverenciar sin derecho al pataleo la hegemonía de la UE y abrir obsequiosamente el mercado propio a los bienes, servicios, derechos de propiedad intelectual y a la aceptación a sobre cerrado de verdades conceptuales reveladas sobre desarrollo sostenible, la lucha contra el cambio climático, de “buenas prácticas agrícolas”, de sanidad y medio ambientales (la religión verde) o de economía circular que se definen en Bruselas como si fueran dogmas papales. Con esta modalidad no hay auténtica negociación comercial entre socios; sólo hay un tira y afloje sobre los detalles del contrato de adhesión. ¿Era ese el borrador de ALC equilibrado que deseaban adoptar los gobiernos del Mercsour? Si así fuera, sería muy educativo obtener una explicación de la racionalidad política y económica de semejante genialidad con referencia al acuerdo, no acerca de la obsoleta discusión entre barras bravas sobre apertura o cierre de mercados, tema sobre el que muy pocos de los predicadores tienden a saber con fundamento de qué demonios están hablando. ¿Conviene tener un ALC con la UE? Bien negociado, no sólo conviene sino resulta indispensable.
Quienes creyeron entonces, o quienes suponen ahora que el ALC entre la UE y el Mercosur era o es un debate sobre apertura o cierre de mercados hacen la señal de la cruz ante una vinería, no ante una iglesia o un templo secular. La propia líder del equipo negociador de Bruselas, la ex comisionada de Comercio Cecilia Malmström, reconoció que las concesiones agrícolas otorgadas a nuestra región fueron “muy modestas” (definición que suena optimista). A ello se agrega una opinión como la que emitió, el 12 de diciembre último, John Clarke, director de Relaciones Internacionales de la Dirección General de Agricultura de la Comisión de la UE.
Al referirse al acuerdo birregional con el Mercosur, Clarke dijo, sin anestesia “pienso que, en cierto modo, zafamos milagrosamente, y nos llevamos de arriba un verdadero asesinato” con ese proyecto de acuerdo. “En mis peculiares 30 años como negociador comercial yo nunca vi ese rango, esa armonía, esa panoplia de medidas destinadas a mitigar el impacto de una concesión comercial (…) “Si (bien sus disposiciones y concesiones) pueden originar algunos desafíos para nuestra comunidad agrícola en los sectores de carne vacuna, aves, azúcar, arroz y etanol, el tema está cubierto porque hemos adoptado una serie de pasos, una serie de medidas con el fin de mitigar esas dificultades”. Pero medido en cifras, el argumento de Clarke no es muy serio, por cuanto el mayor acceso al mercado de la oferta extranjera del Mercosur, dista de representar un genuino riesgo o peligro competitivo para un mercado de la magnitud absoluta y relativa de la UE.
Desde tal perspectiva, la dogmática improvisación que reinó entre los sectores que hicieron fuerza por firmar cualquier cosa con tal de firmar, debería ceder paso al hecho de que es el propio lado europeo quien confirma, sin tapujos, que se hicieron un festival con el Mercosur.
El actual enfoque del Viejo Continente que se rige centralmente por el Pacto Verde (PVE) es un proyecto de asignación de objetivos y roles orientado a conseguir que, en 2050, la UE obtenga un crecimiento neto igual a cero o neutral en las emisiones que provoca el Cambio Climático. Ello supone la implantación del Plan sectorial llamado del “Programa Campo al Tenedor” (Farm To Fork Program); de programas destinados a suministrar energía limpia y segura; o de los concebidos para movilizar a la industria y al transporte a fin de que sean parte de un crecimiento limpio y económicamente circular; así como el montaje de investigación y desarrollo consistentes con la antedicha economía circular, ideas cuya viabilidad real es discutible, pero que me apresuro a calificar como muy bien inspiradas.
De registrarse diferencias de ambición entre los planes de descarbonización de la UE y los de sus socios comerciales, existiría el propósito de Bruselas de aplicar medidas compensatorias en frontera, como una especie de tasa o impuesto ad hoc para que resulte económicamente punitorio eludir las acciones destinadas a realizar la tarea de mitigación climática; al mismo tiempo para castigar o evitar la “gotera” o “leakage”. Con ello se intentaría eliminar el riesgo de desestimular la inversión y el desplazamiento de comercio europeo. Lo que no está tan claro es, según dice el texto de PVE, que tales mecanismos unilaterales resultan automáticamente consistentes con la presente legalidad OMC. La situación se asemeja al mercantilismo y unilateralismo de facto que practica Estados Unidos para bajar el déficit comercial de su balanza de pagos, enfoque que choca de frente con la mayor parte de las reglas del Sistema Multilateral de Comercio.
La UE también se propone llevar estas ideas a todos los foros influyentes o contractuales disponibles, como el Grupo de los 7 (G7), el G20 y la OMC lo que, debería saberlo, no supone garantía de aprobación. En ese contexto, es sugestivo que las autoridades comunitarias no incluyeran en la agenda un ejercicio público y previo de consistencia entre el PVE y el futuro del multilateralismo comercial.
En tal perspectiva es necesario reiterar que, si bien la reserva legal que hace últimamente la UE en todos los ALC que suscribe con el fin de resguardar su soberanía para legislar a solas sus política públicas, tal picardía no implica adquirir el derecho a piedra libre para exportar su “virtuoso proteccionismo”.
Organismos globales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) advirtieron este jueves de que el mundo se enfrenta a una situación de ralentización económica "sincronizada" derivada de factores como las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos y las incertidumbres derivadas.
En una rueda de prensa posterior a la reunión "1+6" celebrada este jueves en Pekín, en la que participaron autoridades chinas y diversas instituciones económicas internacionales, la nueva directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, indicó que las pérdidas estimadas para la economía global por la guerra comercial ascenderán a 700.000 millones de dólares hasta 2020, el 0,8 % del PIB mundial.
"Debemos movernos de una tregua comercial (entre China y Estados Unidos) a una paz comercial", exhortó.
La búlgara explicó que el crecimiento global "está previsto en solo un 3 % en 2019, el más lento en una década", y recordó que el crecimiento del 90 % del PIB mundial se ralentizó en el último año, algo que contrasta con el avance del 75 % de las economías hace dos años.
Para Georgieva, la actual coyuntura -que podría agravarse dependiendo del resultado de la salida del Reino Unido de la Unión Europea- aumenta la vulnerabilidad financiera y plantea retos a largo plazo como la desigualdad en los ingresos, los problemas demográficos o las disparidades regionales.
Estos asuntos "seguirán pesando sobre el crecimiento a menos que nos enfrentemos a ellos con rapidez", advirtió.
Por su parte, el presidente del Banco Mundial (BM), David Malpass, se pronunció en términos similares y pidió esfuerzos para resolver los problemas comerciales entre Pekín y Washington para "evitar una ralentización todavía más aguda".
En la reunión también participaron el primer ministro chino, Li Keqiang, así como representantes de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Consejo de Estabilidad Financiera.
El comunicado conjunto emitido por todas estas partes al término del encuentro reitera el apoyo al multilateralismo y la cooperación internacional como único método para resolver los problemas que surjan entre países, y subraya la necesidad de reforzar la resistencia del sistema financiero y de apuntalar los sistemas de comercio tomando las normas como base, entre otros asuntos.
El G20 de Buenos Aires se abre con agendas nacionales más que agendas globales. México firmara su tratado de libre comercio ma non troppo con Estados Unidos en el que México promete respetar 70 años la autoría de los inventos. Estados Unidos de su lado y en reciprocidad le mantiene los aranceles de 25% y 10% al acero y al aluminio. Se mantiene una guerra comercial entre Estados Unidos y China y entre Estados Unidos y la Unión Europea y la postura de Estados Unidos frente a la OTAN es de hostilidad, habiéndose abierto la posibilidad de que Alemania y Francia organicen una fuerza militar fuera de la OTAN en vista de la simpatía americana a las posturas rusas en Europa Central.
Un tema que divide es el asesinato del periodista Khashoggi en el consulado Saudí en Estambul, que Turquía insiste que fue un asesinato de Estado por los Saudíes. Todos estarán sentadas juntos con el gran negociante haciendo lo posible porque no se note. Trump tiene importantes lazos de negocios con los saudíes. Seguin Business Insider, dijo durante la campaña del 2015 "I get along great with all of them; they buy apartments from me," Trump said. "They spend $40 million, $50 million. Am I supposed to dislike them? I like them very much!" (https://www.businessinsider.com/trump-saudi-arabia-financial-interests-ties-hotel-bookings-sales-2018-10).
La interrogante es si la protección a los saudíes saldrá a la luz o si lo mantendrán fuera de los reflectores. La más reciente aparición de Trump en la Asamblea General de Naciones Unidos en setiembre del 2018, generó carcajadas de los jefes de Estado del resto del mundo, experiencia que sería mejor que no se repitiera. El mundo resumido en el G20 no protegerá a un estado asesino. Tampoco podrá evitar los problemas económicos de las economías altamente endeudadas frente al alza de la tasa de interés y la caída del comercio internacional.
https://www.imf.org/external/datamapper/datasets/GDD
Otros temas espinosos son los aranceles contra las importaciones de la UE. El hecho de haber roto con el sistema multilateral de comercio es poco apreciado por Europa y por los latinoamericanos, ahora perros falderos de Washington. La ventaja de Trump es que los tres gobiernos latinoamericanos no tendrán posición adversa mientras estén estos gobernantes. Su desventaja es que los asiáticos si la tendrán y ellos pesan mucho.
En este G20, en medio de alzas de la tasa de interés que pueden conducir la economía mundial a una recesión, no se va a discutir temas financieros que, como se ve en la tabla, son muy serios. El alza de la tasa de interés va a repercutir sobre los costos de la deuda de los países ricos altamente endeudados de Europa, Canadá, Estados Unidos y Japón. Cada 1% de alza de la tasa de interés es igual a 1% del PIB de trasferencia del fisco a los acreedores, con el consiguiente ajuste fiscal, dadas las políticas de metas de inflación y los niveles de deuda de 100% del PIB promedio que tienen los países del G7.
Un tema que se ha esquivado, son los problemas financieros de la gran banca demasiado grande para quebrar, cuyos precios de las acciones vienen en caída desde el 2008. Trump está protegiendo a la banca americana (tres bancos de 30) pero no puede proteger al resto del mundo. Basilea III ha demostrado ser un fiasco que mira los créditos bancarios mientras la gran banca se dedica en realidad a las inversiones. Esto no se tocará. Mientras tanto la diplomacia del Yuan seguirá. China ya tiene más bancos “demasiado grandes para quebrar” que Estados Unidos, pero sobre todo, lo que tiene es liderazgo mundial, que Estados Unidos ha perdido y dinero para hacer efectivas sus ofertas.
Veremos más acuerdos bilaterales que un acuerdo multilateral que ahora será desconocido por Washington, como está desconociendo todos los otros acuerdos multilaterales que tiene. Esta reunión puede ser una pérdida de tiempo, que parece, o la ocasión para que el mundo le ponga un pare a los crímenes de los saudíes y reconvenga una postura multilateral más fuerte de parte de todos sus socios, en particular del fundante del multilateralismo. Debe recordarse que el anfitrión de este G20 vetó la participación a unas 60 personas que asistirían a la preparatoria de la cumbre de la OMC en diciembre del año 2017, y a varias les negó la visa o las deportó, y que por tanto carece de un cartel democrático internacionalmente reconocido.
Como consecuencia de sus deletéreas sanciones, Occidente congeló depósitos rusos por más de 300.000 millones de dólares. Hoy, el G7 escala su guerra geofinanciera y dispone de 50.000 millones de los intereses del capital ruso para financiar la prolongación del conflicto perdido por Zelenski, esto contribuirá a acelerar la desdolarización.
Para dimensionar el acto unilateral del actual G7 totalmente dominado por Biden, pese a su inocultable deficiencia cognoscitiva cada vez más acentuada, baste recordar que Rusia fue incorporada en su seno bajo un esquema tramposo de un G8 que en realidad se trataba de un G7,5 porque nunca fue invitada insólitamente a sesionar en sus reuniones financieras.
Lo anterior denota la relevancia financierista del conglomerado de los siete países más industrializados de Occidente.
Amén de que China fue citada 20 veces en forma negativa por el G7 en su reciente cumbre en Puglia, Italia, la agencia china de noticias Xinhua sintetizó en forma muy serena los "resultados mixtos" de la cumbre, en medio de las graves crisis que padecen sus "siete enanos", como los calificó en forma despectiva nada menos que The Wall Street Journal, donde resalta el "acuerdo del grupo para usar los intereses de los activos rusos congelados para financiar con alrededor de 50.000 millones de dólares un préstamo a Ucrania".
Xinhua comenta que "la especificidad del préstamo queda muy opaca y que pudiera tomar meses su finalización en próximas negociaciones". Así que se trata, en el mejor de los casos, de un "préstamo" muy etéreo.
El presidente ruso, Vladímir Putin, condenó la medida del G7 como "un robo" y prometió que "no quedarán sin respuesta" cuando "los países occidentales han congelado los activos rusos y las reservas de divisas.(…) Pese a todo el escándalo, un robo será un robo".
En una respuesta inmediata, que ya tenían preparada, las autoridades financieras rusas desdolarizaron totalmente su economía y adoptaron el anclaje del rublo al yuan chino. Así las cosas, el Banco Central de Rusia anunció el 12 de junio que la tasa de cambio del yuan con el rublo sería la referencia para los participantes en el mercado. Hoy un yuan se cotiza en 12,2 rublos y no está lejano el día en que se sumen con tasas de paridad similares, las divisas de otros dos miembros de los BRICS+, como Brasil con su real e Irán con su rial, lo que daría pie a fundar un sistema de cambio fijo y una unidad contable comercial a la que se iría agregando el restante de los miembros de los BRICS+ y otros países de la mayoría del Sur Global, como aduce persuasivamente Richard Freeman de EIR News: "El Tesoro de EU escala la 'guerra de sanciones' contra Rusia, olvidadizo de sus propios fracasos continuos".
En su entrevista semanal con el juez napolitano, el exdiplomático británico Alastair Crook, interpretó que el préstamo del G7 de los 50.000 millones de dólares hurtados serían redireccionados al complejo militar industrial de EEUU para la fabricación de armas que sirvan para prolongar el conflicto de la OTAN contra Rusia en Ucrania.
También el pasado 12 de junio, una fecha icónica en Rusia y EEUU, el Departamento del Tesoro de estadounidense publicó un reporte de 29 páginas con un título kilométrico, donde queda claro que la administración Biden tiene en la mira empezar una serie de sanciones financieras contra China: "Conforme Rusia completa la transición a una plena economía de guerra, el Tesoro apunta radicalmente a la estructura financiera fundamental y al acceso al apoyo a terceros países".
Por cierto, Richard Freeman comenta que las drásticas medidas del Tesoro estadunidense constituyen "un plan de guerra en contra de la banca rusa y sus sistemas económicos físicos", diseñada para "crear la destrucción en Rusia, lo más probable es que tengan el efecto opuesto: acelerar la desdolarización y la aceleración del desarrollo de un nuevo orden mundial".
Tal nuevo orden geofinanciero multipolar lo abordé en mi más reciente libro "Nuevo Orden Geofinanciero Multipolar: Desdolarización y Divisa BRICS".
El G7 lanzó ya toda la carga destructiva de su guerra geofinanciera contra Rusia, que viene preparando en forma sobria y gradual el advenimiento de un nuevo orden geofinanciero multipolar, como explayó el presidente Vladimir Putin en el reciente Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF, por sus siglas en inglés) —un competidor del globalismo financierista del Foro Económico Mundial de Davos que creó el fallecido Henry Kissinger con su pupilo Klaus Schwab—, en donde se reunió en forma conspicua con la expresidenta brasileña Dilma Rousseff, que hoy encabeza el llamado Banco de Desarrollo de los BRICS+ y que puede tener una concreción feliz en la próxima cumbre 16 de los BRICS+ en Kazán, en donde hacen larga lista de espera más de 40 países.
El Senado de Estados Unidos ha aprobado abrumadoramente (por 89 votos a 10) este jueves el nuevo tratado comercial con México y Canadá (TMEC), que sustituirá al NAFTA. Tras su paso por las dos cámaras del Congreso (la Cámara de Representantes le dio el visto bueno el mes pasado), la firma del presidente será el último paso en este texto legislativo, que supone el cumplimiento de una de las promesas electorales de Donald Trump, y reescribe las normas que regirán los intercambios de servicios y bienes industriales y agrícolas entre los tres vecinos norteamericanos.
El acuerdo gozaba del apoyo de los líderes de ambos partidos, y su aprobación representa un paréntesis de consenso, justo el mismo día en que el Senado se constituye en el tribunal que habrá de pronunciarse sobre la destitución de Trump, acusado formalmente por la Cámara baja de abuso de poder y obstrucción al Congreso.
El NAFTA, que básicamente eliminaba los aranceles a la mayoría de los productos intercambiados entre los tres países, fue objeto de reiteradas críticas por parte de Donald Trump, que lo definió durante su campaña presidencial hace cuatro años, como “el peor acuerdo de la historia”. Consideraba el presidente que el tratado colocaba a los trabajadores estadounidenses en una desventaja competitiva. También había críticas entre los demócratas, que consideraban que el acuerdo, tras 25 años de historia, necesitaba una actualización.
Recelosos con su redacción inicial, a lo largo de meses de negociaciones los demócratas han forzado cambios en el texto del nuevo acuerdo, sobre todo en materia de derechos laborales, y finalmente lo han apoyado. Siguen existiendo algunas voces críticas, como el senador y candidato en las primarias demócratas Bernie Sanders, que se hacen eco de las críticas de grupos ecologistas y señalan que no contiene medidas para combatir el cambio climático. “Es una gran victoria para nuestro país. Es una gran victoria para la Administración Trump”, ha dicho Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado.
México, cuya economía está estancada y encadena tasas de crecimiento nulo, ha vivido la aprobación del tratado con alivio. "Se termina una fase importante", ha dicho el presidente Andrés Manuel López Obrador, en un video colgado en su cuenta de Twitter. "Este tratado va a significar más confianza en México para la llegada de inversiones, para que se instalen empresas". Todavía está pendiente la ratificación por parte de Canadá, la tercera pata del acuerdo.
En el Artículo 2202 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se define que “las Partes podrán convenir cualquier modificación o adición a este Tratado”, de modo que es más preciso hablar de discusión y no de renegociación. No obstante, la llamada “cuarta ronda de renegociación del TLCAN" se reanudó en Washington durante la segunda semana de octubre del 2017. Hasta ahora, las pasadas discusiones sobre TLCAN no han encontrado algún punto importante de acuerdo, sino todo lo contrario. Los enfrentamientos entre la clase política, los corporativos transnacionales y las empresas nacionales sólo crecen, en particular entre Canadá y México. El Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, expresó en Washington, un día antes que comenzaran esta ronda de discusión, que el problema del TLCAN ha sido México, Trump replicó que se podría lograr un acuerdo bilateral con Canadá.
Su posición se basa en que los salarios automotrices en México son una fracción de los mismos en Canadá, con la misma tecnología y calidad de bien final. Debería ser cierto que a iguales productos, iguales salarios, pero es igualmente cierto que bajar los salarios es la madre del crecimiento exportador. Quien gana con los diferenciales salariales entre Canadá y México en la industria automotriz son las armadoras automotrices establecidas en México y las empresas que le suministran los insumos fabricados nacionalmente. En el lado mexicano es pequeño pero significativo, en el lado canadiense ni siquiera es significativo.
Esta vieja discusión, que podría romper sucesivas reuniones sobre TLCAN, encubre la sustitución de la mano de obra por los nuevos esquemas robotizados en la industria automotriz que fabricará automóviles eléctricos sin chofer. Este podría ser el regreso de EEUU como líder tecnológico y la base del redespliegue económico global. Las nuevas inversiones automotrices americanas se realizan, desde 2011, dentro de EEUU (Google, Tesla, Ford). Esto ha sido varios años previo de esta polémica del TLCAN. Esta es una de las razones por las que EEUU podría prescindir de México en la industria automotriz. La otra, es que México fabrica automóviles ligeros y la demanda dentro de EEUU es de camionetas. Por tanto, las fábricas mexicanas proveerán, de manera creciente, al resto del mundo pero no a EEUU. La apuesta canadiense será entrar como socio en esa nueva industria automotriz robotizada, así como entró en 1965, mucho antes que México, con un acuerdo automotriz (padre del TLCAN).
Las anteriores tres rondas de discusión se han llevado a cabo en dos niveles diferentes: uno fuera del sala, ahí donde Trump ha construido una falsa discusión con mandatarios locales y tomadores de decisión, a través de los medios “buenos” y su cuenta de Twitter; y el otro nivel dentro de la sala de discusión, el cual ha sido muy celoso en comunicar los avances y resultados de sus sesiones. Mucho de lo que se sabe sobre el ambiente, acuerdos y temáticas ha sido producto de rumores, opiniones y declaraciones externas, no de comunicados oficiales.
De estos resultados, si se es optimista, se pueden reconocer el acuerdo en los capítulos sobre Pequeñas y Medianas Empresas (PyMES) y sobre Competencia, aunque estos no representan un avance significativo, una victoria política o un mayor grado de certeza de lo que sucede en las discusiones. Si se es pesimista, hay que recordar lo complicado de un acuerdo en los capítulos sobre las Reglas de Origen de los productos comerciados y el dedicado la Resolución de Controversias comerciales. EEUU quiere 85% de contenido de América del Norte y 50% de eso de EEUU mismo, actualmente el contenido regional es 62% y los insumos para los automóviles americanos vienen, en gran medida y por encargo, de China. Visto desde este ángulo hay un conflicto entre empresas y Estado, y lo lógico sería que las empresas ganen su argumento y el Estado lo pierda, según la nueva economía política mundial prevaleciente.
A la cuestión si ¿las empresas norteamericanas pueden vivir sin TLCAN si no exportan autos a EEUU?, la respuesta es sí, después de encontrar nuevos mercados. Es aquí donde encajan los Capítulos sobre PyMES que la alimentan. El consenso sobre el papel de las pequeñas y medianas al que llegaron las discusiones es porque, aunque las PyMES en el largo plazo pueden vivir sin TCAN, no podrán soportar la transición tecnológica de los próximos cinco años. Cabe recordar que, de acuerdo a las propuestas de EEUU, cinco años es el tiempo previsto para la próxima “renegociación” del TLCAN.
Todo lo anterior está visto desde el ángulo de los intereses de las empresas automotrices americanas. Al final, la interrogante es dónde se coloca el interés nacional mexicano frente a todo esto. ¿Acaso Existe? En EUU, de un lado, operan múltiples fuerzas en contra o a favor de una “renegociación” del TLCAN, pero todas se enfrentan contra la satrapía e incontenible verborragia del presidente. Trump, con diezmado de apoyo institucional y escasas logros ejecutivos, continúa con su promesa de campaña proteccionista y su adelantada advertencia a salir del TLCAN si no puede conseguir un acuerdo favorable para EEUU – para facilitar la transición tecnológica de la industria automotriz y encontrar el inexistente redespliegue económico anhelado.
[i] Investigador Titular IIEc-UNAM / SNI. Coordinador del proyecto OBELA
[ii] Proyecto Obela
TPP could go forward without the United States
The election of Donald Trump has closed the door to consideration of the Trans-Pacific Partnership (TPP) during the lame duck session of Congress this year. During the campaign, Trump vowed to rip up TPP; Republican leaders in Congress, beholden to Trump for saving their majorities in the Senate and House, will not challenge him in the flush of this unexpected but decisive electoral victory.
What’s the future for TPP? Most likely, Trump will simply not implement it. Without US participation, the pact cannot definitively enter into force. It’s death by malign neglect.
But there are 11 other TPP signatories, and they may not follow the US example. Indeed, each of them agreed to TPP obligations that require substantial changes in their economic policies primarily because it is in their economic self-interest to do so. The concessions offered in return by the United States were modest, since the US market is already relatively open and US negotiators only offered to partially reform many of the remaining US barriers inhibiting foreign suppliers of goods and services. In other words, the United States did not commit to substantial changes in existing policies but won agreement from 11 other countries to improve access to their markets for US exporters and investors.
Sounds like a good deal for Uncle Sam, and it is: According to a comprehensive PIIE analysis of the TPP, the pact will provide substantial benefits for the United States. The TPP will boost US real income by about $130 billion, increase high-paying jobs in export industries, and lower costs for US consumers and manufacturers. The economic reforms advanced by the TPP should boost US productivity: Faster productivity growth is the key to strengthening our economy over time and increasing real wages and incomes.
The other TPP countries understand the importance of using TPP reforms to reinforce domestic economic growth. In Japan, despite Trump’s position on TPP, the Lower House of the Japanese Diet passed TPP implementing legislation on November 10—a vote that affirmed support for the economic reform strategy of Prime Minister Shinzo Abe and recognized that TPP contributes importantly to advancing structural reforms long needed to revive the Japanese economy. Other TPP countries are advancing domestic legislation to implement TPP for similar reasons, including Vietnam, a TPP country that has to make fundamental changes to its economic regime. Moving TPP forward will likely be discussed in some detail when leaders of the Asia-Pacific Economic Cooperation (APEC) meet in Peru for their annual summit later this week.
The 11 other TPP countries may not sit idly on the sidelines waiting for US ratification (see infographic on the status of TPP ratification by country). Instead, they could agree among themselves to extend the TPP benefits to each other on a provisional basis, leaving the door open for US participation in the future. If the United States subsequently ratifies the TPP, the pact would then enter into force on a permanent basis. But note: Until the United States joins the party, US firms, workers, and farmers would not be eligible for TPP tariff preferences and other benefits in those markets, and US competitiveness vis-à-vis farmers, firms, and service providers to the other TPP countries would suffer accordingly. For example, new opportunities to provide services in Japan or supply government contracts in Vietnam and Malaysia would be open to firms in other TPP countries but not to those based in the United States.
There are obvious precedents for such a strategy: The General Agreement on Tariffs and Trade (GATT) was a provisional agreement pending congressional ratification of the Havana Charter for an International Trade Organization (ITO), the planned trade regime for the immediate post–World War II era. Congress failed to vote on the ITO Charter, and the GATT became the de facto postwar trade regime until a new agreement established the World Trade Organization—47 years later.
The TPP should not require such a long gestation period. The pact commands substantial support among Republicans in Congress and is supported by the vast majority(link is external) of US farm, industry, and services associations because it opens new opportunities abroad for trade and investment. It also has substantial bipartisan appeal because it reinforces US security alliances with key Asian partners.
Moreover, dropping TPP or delaying action on its implementation would cost more than just the foregone opportunities to expand US exports and jobs: US firms already risk losing customers because of existing free trade agreements (FTAs) to which the United States is not a party. For example, US beef exporters would continue to be disadvantaged in both the Japanese and Australian markets because other suppliers pay lower tariffs under the Japan-Australia FTA. In other words, US firms now face discrimination in some TPP markets, and the TPP would help level the playing field.
Given the cost to US firms and workers, if the United States drops TPP while the other pact members move forward, my advice to the incoming US administration is simple: Fix it, don’t deep-six it. Every negotiated agreement between sovereign nations can be improved. My next blog post offers some suggestions for how President-elect Trump could renegotiate the TPP to substantially respond to key criticisms of the pact put forward by Republicans and Democrats alike.
A Parceria Transpacífico e suas consequências para o Brasil: uma aproximação preliminar
A Parceria Transpacífico (TPP, na sigla em inglês) é um abrangente acordo de comércio e investimentos, firmado em 4 de outubro de 2015, após sete anos de negociações. O acordo conta com doze países signatários banhados pelo Oceano Pacífico. As negociações, lançadas em 2008, visavam à ampliação do Acordo de Parceria Econômica Estratégica Transpacífico (Trans-Pacific Strategic Economic Partnership - TPSEP, também conhecido como P4), assinado originalmente por Brunei Darussalam, Chile, Nova Zelândia e Singapura em 2005. As negociações incorporaram progressivamente os demais países signatários: Austrália, Canadá, Japão, Malásia, México, Peru, Estados Unidos e Vietnam.
O TPP é, nesse sentido, uma etapa adicional da corrida iniciada pelo acordo de livre comércio entre Nova Zelândia e Singapura no início do século. A partir desse acordo, iniciou-se um movimento de negociações competitivas numa região que havia desenvolvido elevada integração produtiva com base no sistema multilateral de comércio, em regime não preferencial. O TPP, para boa parte de seus membros, sanciona circuitos produtivos já formados e, nesse sentido, tem menor impacto para os países de fora da região do que para os países concorrentes, como a Indonésia ou a Tailândia, que passam a ter desvantagens em relação a Malásia ou Vietnam, na competição por inserção nas cadeias produtivas regionais. Para países como México, Canadá, Chile e Peru, tratava-se também de não ver erodidas as preferências dos acordos de livre comércio que já possuíam com os EUA e outros países participantes sem obter um mínimo de benefícios adicionais. Para vários dos países menores, a participação insere-se também na noção de que a vinculação aos grandes mercados proporcionada por acordos deste tipo é uma fonte de atração de investimentos externos.
Num sentido mais amplo, o TPP consagra o movimento de gradual distanciamento dos Estados Unidos do multilateralismo comercial que eles mesmos criaram, iniciado com a negociação do acordo de livre comércio com o Canadá, origem do NAFTA. Conforme o sistema multilateral consagrado pelo GATT/OMC se ampliou, tornou-se cada vez mais difícil definir suas regras e bases de negociação num diretório restrito conformado por países desenvolvidos com visões econômicas similares. Por meio de acordos comerciais preferenciais, os EUA passaram a utilizar a dimensão de seu mercado interno e o potencial de investimentos externos de suas empresas para promover agendas de mais difícil aceitação no ambiente multilateral. Os acordos de livre comércio dos EUA, desde o início, foram menos sobre eliminar barreiras ao comércio do que sobre temas que estão além das fronteiras, como proteção da propriedade intelectual ou disciplinas sobre investimentos. O TPP não é diferente e se insere num movimento de lançar uma nova rodada de “novos temas” normativos que buscarão, depois de desenhados e razoavelmente estabilizados, trazer às disciplinas multilaterais.
De acordo com o escritório da representação norte-americana para o comércio (United States Trade Representative - USTR), o TPP objetiva “promover o crescimento econômico; apoiar a criação e manutenção de postos de trabalho, reforçar a inovação, a produtividade e a competitividade; elevar os padrões de vida; reduzir a pobreza; e promover a transparência, a boa governança e proteção ambiental”1 . A ambição dos objetivos se reflete no amplo escopo temático da normativa negociada, que, por si só, já atrairia enorme atenção para o acordo. Despontam ali, em diferentes níveis de desenvolvimento e profundidade, temas como comércio eletrônico, medidas de controle de propriedade intelectual (enforcement), comércio e meio ambiente, comércio e padrões trabalhistas, subsídios a empresas estatais, entre outros, que vão além dos compromissos multilateralmente acordados na OMC ou outros foros. A paralisação da Rodada Doha de negociações comerciais da OMC, após junho de 2008, forneceu aos EUA o pano de fundo adequado para a narrativa da necessidade de avançar nos acordos bilaterais e plurilaterais diante da paralisia do pilar negociador da OMC. A administração Obama, que assume em 2009, orientou sua diplomacia econômica a “elevar o sarrafo” das demandas aos grandes países emergentes no contexto das negociações da OMC, sem ampliar suas próprias concessões, prolongando o impasse e abrindo espaço para, por meio das negociações preferenciais, manter um discurso pró-comércio em condições mais controladas.
Num terceiro sentido, o TPP se inscreve na declarada iniciativa dos EUA de pivot to Asia. O TPP consolida o eixo Ásia-Pacífico como um dos pilares mais importantes das relações comerciais internacionais. Mas, para muitos analistas, mais que um acordo comercial, o TPP é um fato geopolítico. Com efeito, em que pese o sentido econômico do acordo, a motivação geopolítica de países signatários do TPP convida a uma avaliação que vá além das análises quantitativas dos ganhos que podem auferir.
Conjugam-se no eixo Ásia-Pacífico o potencial econômico do Japão, o enorme peso da economia chinesa e os arranjos que organizaram a produção em torno de cadeias regionais de valor integradas. O acelerado crescimento chinês dos últimos 25 anos aumentou sobremaneira a influência da China na região, de uma forma que, crescentemente, ultrapassa a dimensão econômica e se manifesta como presença geográfica, seja com o gradual reforço da projeção da força naval, seja com o projeto “one belt one road”, que busca criar estruturas de comunicação e transportes coordenadas pela China em seu entorno. Uma forma de tentar mitigar o enorme déficit comercial dos Estados Unidos com a China3 e ampliar a influência norte-americana na Ásia-Pacífico seria lograr um abrangente acordo comercial que, excluída a China, fortalecesse os fluxos de comércio e investimento entre os participantes a partir dos polos norte-americano e japonês. O argumento, repetido no debate interno dos Estados Unidos pelo presidente Obama, de que o TPP permite aos EUA desenhar as disciplinas comerciais da Ásia-Pacífico em vez da China, não deixa dúvidas a respeito da instrumentalidade geopolítica do acordo para os norte-americanos. Não é difícil imaginar, tampouco, que o passo dado pelo Japão tenha entre suas principais motivações o reforço da parceria com os EUA para fazer frente a uma China em expansão econômica e política. Embora o Japão já tivesse abandonado o estrito multilateralismo comercial sob o qual construiu suas redes econômicas na região, o TPP coloca desafios de nova magnitude para os setores japoneses sensíveis, notadamente a agricultura. Essas resistências foram ultrapassadas pelo esforço de introduzir modificações estruturais que despertem a economia japonesa de seu longo processo de perda de dinamismo, mas também, certamente, por considerações de estratégia geopolítica.
El Tratado Trans Pacifico (TPP) se ha negociado entre doce países: cinco de América; dos de Oceanía y cinco de Asia. Tres de los cuatro miembros de la Alianza del Pacífico(AP) han adherido al TPP a la búsqueda de una inserción más dinámica en la economía internacional.
Los argumentos para adherir que se han expuesto en algunos países de la región refieren al aprendizaje (“en ese espacio se aprende a negociar”) a la información (ahí uno se informa de lo que “realmente esté pasando” en el tema) y a evitar la exclusión (otros acuerdan beneficios de los cuales es conveniente no quedar excluidos).
En la misma dirección se ha dicho que incorporarse al TPP permitirá ubicarse favorablemente para negociar nuevos acuerdos (“de última generación” los denominan, con la ilusión de que el próximo será mejor que el anterior como ocurre supuestamente con un plasma, una computadora, o una heladera) ; que allanará el camino para incorporar las normas nuevas que regularán el comercio internacional del futuro; y que pondrá en carrera a sus integrantes para incorporarse a las cadenas globales de valor de bienes y servicios.
Salvo las encomiables intenciones de ir a aprender, las afirmaciones anteriores son expresiones de deseos que no cuentan con sustento teórico o empírico alguno. Qué los países de América del Sur incorporados al TPP encuentren ahí un camino para ingresar a las cadenas de valor asiáticas es una aspiración que parece no tomar muy en cuenta quienes comandan esas cadenas y donde se nutren. Apreciaciones semejantes son solo una repetición de los artículos de prensa que promueven el producto.
Descontado lo anterior es de contemplar que razones de alianzas y criterios geopolíticos podrían proporcionar beneficios de trato preferente al pequeño que se incorpore, aspecto que no es de despreciar. Por lo demás, es de suponer que los países que han adherido hicieron sus estudios y concluyeron que los beneficios eran superiores a los costos.
El auge proteccionista amenaza el pacto de libre comercio entre Europa y EE UU
El acuerdo comercial entre Bruselas y Washington ha caído presa de los miedos que atenazan a la ciudadanía y los líderes políticos titubean a la hora de darle el apoyo final
Corresponsal en Bruselas
Bruselas 7 AGO 2016 - 19:51 CEST
Hace más de tres años que la Unión Europea y Estados Unidos iniciaron la negociación de un ambicioso acuerdo comercial y regulatorio para allanar las trabas a los intercambios entre ambos bloques. Pero el TTIP (tal como se conoce el acuerdo por sus siglas en inglés) ha caído presa de los miedos que atenazan a la ciudadanía a ambas orillas del Atlántico y los líderes políticos titubean a la hora de darle el apoyo final. A tres meses de las elecciones estadounidenses, Washington y Bruselas se disponen a dar el último empujón para encauzarlo antes de que acabe el mandato del presidente Barack Obama. El auge proteccionista y nacionalista que se respira en Occidente augura que no será sencillo.
Antes de llegar a la mesa del consumidor estadounidense, las naranjas valencianas son observadas de cerca por inspectores de aquel país, que se desplazan periódicamente a la Comunidad Valenciana para supervisar el producto. Para reducir este tipo de trabas al comercio la Unión Europea y Estados Unidos negocian un acuerdo entre los dos mayores mercados del mundo.
Todos los dirigentes defienden tácitamente el marco comercial como una fuente de crecimiento y empleo para los dos grandes bloques económicos mundiales. Pero en tiempos en los que las fuerzas proteccionistas están en fuerte auge pocos salen a respaldarlo públicamente y esa actitud empaña las discusiones.
Fuentes diplomáticas de ambos bloques consideran que el pacto se enfrenta al momento de la verdad. Convencidos de que el TTIP morirá si el candidato republicano, Donald Trump, gana las elecciones estadounidenses el 8 de noviembre, los representantes políticos quieren pisar el acelerador este otoño. Si la vencedora esHillary Clinton, el interés por el pacto permanecerá, aseguran esas fuentes, pero el escenario es muy incierto.
Líderes populistas en alza se oponen rotundamente al acuerdo en muchos países occidentales. Voces críticas toman fuerza incluso en las formaciones moderadas. Y varias citas electorales en el horizonte, además de la EEUU, complican el escenario. Especialmente en Francia, porque los socialistas rehuyen un pacto que buena parte de sus bases rechaza antes de las presidenciales de 2017. Pero también en Alemania, donde el rechazo al acuerdo también es fuerte y están previstas legislativas ese mismo años.
Bruselas y Washington concluyeron a mediados de julio una ronda negociadora que esperaban decisiva, aunque los avances han sido más bien limitados. El negociador jefe de la UE, Ignacio García Bercero, consideró “un motivo de preocupación grave” la falta de progresos en uno de los capítulos que más interesan a la UE: el acceso de empresas europeas a contrataciones públicas en Estados Unidos.
“Es importante que los dos grandes bloques mundiales muestren que son capaces de llegar a un acuerdo y se resitúen en el tablero internacional. Eso marcaría posiciones por ejemplo frente a China, con la que la relación se está revelando complicada”, argumenta Inmaculada Rodríguez-Piñero, eurodiputada socialista experta en comercio internacional. Pese a defender el marco general, Rodríguez-Piñero advierte: “No puede firmarse un acuerdo si las posiciones siguen igual en lo que respecta a contratación pública”. La postura del Parlamento Europeo resulta crucial porque su voto es preceptivo para la aprobación del acuerdo.
Para tratar de neutralizar la contestación social al tratado —numerosas organizaciones han alertado del riesgo de que Europa rebaje sus estándares regulatorios si pretende homogeneizarlos con los estadounidenses—, los líderes políticos tratan de hilar una contranarrativa. El secretario de Estado, John Kerry, anunció hace unos días su intención de visitar Europa en las próximas semanas para concienciar sobre las bondades del TTIP. Y la Comisión Europea, encargada de negociar el acuerdo, pone cada vez más el acento en que beneficiaría sobre todo a las 600.000 pequeñas y medianas empresas europeas que ya exportan a Estados Unidos. E insiste en que no habrá rebaja de ambición medioambiental, laboral o alimentaria en el club comunitario si se adopta ese marco común.
Pese a todo, las adversidades no dejan de aumentar. La decisión británica de abandonar la UE, que ha estallado en plena negociación, afecta gravemente al TTIP. Un 25% de las exportaciones estadounidenses van a parar a territorio británico, un porcentaje muy considerable que ahora quedaría fuera de cualquier arreglo que negocien Bruselas y Washington. La desesperación por desencallar el acuerdo llevó a algún alto cargo comunitario a proponer que Londres también participe de él, como socio externo, una vez salga de la Unión. Pero nadie acepta una idea similar.
El otoño tendrá varias fechas clave para dilucidar el futuro del TTIP. Los ministros de Comercio se reunirán el 23 de septiembre en Bratislava (la capital de Eslovaquia, que ejerce este semestre la presidencia rotatoria de la UE) para definir su nivel de ambición. En los días previos, diversas plataformas ciudadanas tratarán de neutralizar los discursos oficiales con una serie de movilizaciones en Alemania. Pocas semanas después, los jefes de Estado y de Gobierno deberán abordar el asunto en la cumbre de octubre. También para ese mes está prevista la próxima ronda de negociación entre Europa y Estados Unidos. La última, previsiblemente, bajo mandato de Obama.
Las exportaciones de América Latina y el Caribe continúan creciendo. Después de cuatro años en negativo, ya van dos de aumentos. Pero el ritmo ha decaído. Si en el primer trimestre de 2017 la subida fue de un 11,9%, este se ha quedado en un 10,6%, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicado este jueves.
Detrás de ese escaso punto y medio porcentual hay "signos de desaceleración bastante claros", en palabras de Paolo Giordano, economista principal del Sector de Integración y Comercio del BID y coordinador del estudio. "Latinoamérica no está aprovechando el vigoroso crecimiento del comercio mundial, que está al 16%", asegura.
La ralentización se debe, en parte, a la bajada o la moderación de precios de materias primas como el azúcar, el café, la soja y el hierro. Las buenas noticias serían que en volúmenes, el crecimiento de las exportaciones prácticamente se mantiene igual (en un 4%) y que la fuerte subida del petróleo en los últimos meses —fuente de energía de la que el subcontinente es exportador neto y en la cual descansan las exportaciones de muchos países de esta parte del planeta— puede ayudar a aumentar el valor de estas ventas. "Pero no conviene basar el crecimiento en un solo producto. La región debe promover la diversificación y una integración regional más profunda para asegurarse contra la volatilidad de los mercados de productos básicos", matiza Giordano.
Además, la potencia exportadora se concentra en las cuatro mayores economías de la región: Argentina, Colombia y, especialmente, México y Brasil. En el resto de los países fue muy leve o incluso disminuyó. Por regiones, Sudamérica pasó de una subida del 15% en 2017 a un incremento del 10,4% en los tres primeros meses de 2018; en Mesoamérica las exportaciones repuntaron casi un 11% respecto al mismo periodo año anterior, con un crecimiento de los envíos mexicanos y una desaceleración de los centroamericanos.
En cuanto a las fuentes de demanda, los destinos que más repuntaron en el primer trimestre del año fueron la Unión Europea y las intrarregionales —ventas a países vecinos—, pero Estados Unidos y China siguen siendo los dos principales clientes de América Latina. El envite proteccionista de la Administración Trump, en forma de aranceles sobre el aluminio y el acero, está empezando a notarse en los envíos de hierro a EE UU.
El reciente fortalecimiento del dólar con respecto a las grandes monedas locales —el peso mexicano, argentino y colombiano, así como el real brasileño— que podría ser una ventaja competitiva futura para los países latinoamericanos, está teniendo —por ahora— un impacto muy moderado. En buena medida, porque las materias primas, en la que región es intensiva, cotizan y se comercializan en la divisa estadounidense. En el país en el que más debería tirar de las ventas exteriores es en México: el más dependiente de las ventas a la primera potencia mundial y, sobre todo, la nación latinoamericana en la que más peso tienen las manufacturas sobre la matriz exportadora.
Un dato ambivalente que aporta el estudio del BID es el de las importaciones, que subieron en la región en un 14% interanual en el primer trimestre de 2018 frente al menos de 10% del año anterior. "Por un lado es positivo porque muestra un buen comportamiento de las economías de Latinoamérica [que hace crecer la demanda y, consecuentemente, las compras en el exterior]. Pero, por otro, también es peligroso, ya que en un escenario de subidas de tasas de tasas de interés en todo el mundo podría suponer problemas de financiación”, puntualiza el coordinador del informe.
Se prevé que la pandemia tendrá un impacto negativo importante sobre el comercio internacional. Conforme a las proyecciones de la OMC, las exportaciones e importaciones de América Latina y el Caribe sufrirán este año una caída pronunciada de al menos un 13% y un 22%, respectivamente, en consonancia con las estimaciones para el mundo en su conjunto. Los datos agregados disponibles confirman que el comercio de la región se contrajo significativamente en los primeros meses de 2020.
Desde el punto de vista de la política económica, el interrogante principal que se plantea es qué márgenes del comercio están generando (y generarán) variaciones agregadas. ¿Estamos ante un desplome de la cantidad de firmas que comercian internacionalmente, la cantidad de productos comerciados y la cantidad asociada de transacciones o envíos transfronterizos de mercancías (lo que los economistas especializados en comercio llaman el margen extensivo)? ¿Se ha producido un colapso de los valores del comercio para ciertas empresas, transacciones y productos (lo que los economistas llaman el margen intensivo)? ¿O se están verificando ambos procesos al mismo tiempo?
A fin de dar respuesta a dicho interrogante, analizamos datos de comercio internacional a nivel de firma sumamente detallados y de alta frecuencia con el propósito de desentrañar los canales través de los cuales la crisis afectó inicialmente los resultados comerciales macro en seis países latinoamericanos, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay. Cuando se comparan los primeros cinco meses de 2020 y 2019 en estos países, los datos revelaron los siguientes hechos estilizados (ver abajo figuras detalladas para cada país):
1. Si bien fueron similares en promedio, las exportaciones totales mostraron respuestas mucho más heterogéneas que las importaciones totales en los distintos países de la muestra. En promedio, las exportaciones y las importaciones experimentaron contracciones semejantes, 15% y 17%, respectivamente. No obstante, en el caso de las exportaciones, dichas caídas oscilaron entre el 0,1% en Ecuador y el 30,1% en Perú, mientras que las importaciones se redujeron entre un 7,6% en Uruguay y un 21,7% en Ecuador.
2. El margen extensivo de transacciones —medido por las cantidades de envíos— se derrumbó en los seis países tanto para las exportaciones como para las importaciones. En promedio, la cantidad de transacciones de exportación e importación cayó un 23,1% y un 21,2%, respectivamente. El número de transacciones de exportación se redujo un 16,6% en Ecuador y un 31,2% en Perú, en tanto que el número de transacciones de importación disminuyó un 15,8% en Colombia y un 27,1% en República Dominicana. Cabe destacar que estas caídas generalmente superan a las registradas en los valores, lo cual sugiere implícitamente que el tamaño de la transacción promedio ha aumentado.
3. El margen extensivo de firmas también mostró reducciones significativas tanto en las exportaciones como en las importaciones en la mayoría de los países de la muestra. Las reducciones de las cantidades de firmas exportadoras e importadoras promediaron alrededor de un 11%, y oscilaron entre un 4,3% en Ecuador y un 18,7% en Perú, y entre un 6,5% en Colombia y un 18,9% en República Dominicana, respectivamente. Por lo tanto, la profunda caída registrada en la cantidad de transacciones se explica, al menos parcialmente, por el hecho de que muchas firmas dejaron de comerciar.
4. El margen extensivo de productos se redujo sistemáticamente más en las exportaciones que en las importaciones. En promedio, la cantidad de productos exportados cayó un 7,9%, y el rango de dichas variaciones negativas fue de entre un 4% en Colombia y un 13,6% en Ecuador. Por el contrario, la cantidad de productos importados decreció menos de un cuarto con respecto a su contraparte del lado de las exportaciones, con variaciones que oscilaron entre el 1,3% en Ecuador y el 3% en República Dominicana.
5. Si bien, tanto el margen extensivo de firmas como el margen extensivo de productos se redujeron significativamente en todos los países de la muestra, en el caso de las exportaciones la contracción del primero fue sustancialmente mayor que la del segundo en el caso de las importaciones. En promedio, la cantidad de firmas exportadoras y de productos exportados cayeron un 11% y un 8%, respectivamente. En cambio, la reducción de la cantidad de firmas importadoras promedió casi un 12%, pero la cantidad de productos importados sólo disminuyó un 1,9%. La brecha promedio entre estos dos márgenes fue del 5,9% en el caso de las exportaciones y de aproximadamente un 10% en el caso de las importaciones.
COVID-19, un shock negativo masivo para las relaciones comerciales
En síntesis, la pandemia del COVID-19 ha provocado un shock negativo masivo que está afectando de manera considerable los niveles de comercio internacional en el mundo y, en particular, en la región. A diferencia de la crisis financiera mundial que tuvo lugar hace una década, la pandemia ha tenido un impacto negativo mucho mayor sobre el margen extensivo del comercio. Este impacto se registra específicamente en términos, tanto de las cantidades de firmas y productos en el caso de las exportaciones como en términos de las cantidades de firmas en el caso de las importaciones.
Cabe señalar que, si bien el shock podría ser transitorio, las consecuencias negativas observadas pueden perdurar. Esto se debe a que las relaciones comerciales se asemejan a las personales: son difíciles de establecer y de desarrollar, y la única manera de generar confianza es con el tiempo y sobre la base de la experiencia. Esto es especialmente desafiante cuando varios lazos preexistentes se debilitan o desaparecen de manera repentina, como está sucediendo con la pandemia.
Qué pueden hacer los países y las firmas hacia adelante
Los datos a nivel de firmas muestran claramente que tanto las exportaciones como las importaciones empezaron a recuperarse en mayo de 2020, pero ¿cómo se comportarán el comercio agregado y sus márgenes en los próximos meses?
Las políticas públicas pueden jugar un papel importante en esta historia. En particular, por medio de la facilitación y la promoción del comercio (y las inversiones). Por ejemplo, la evidencia empírica existente indica que los programas de promoción del comercio (enlace en inglés) —incluidos los que brindan servicios de información y relacionamiento— pueden ayudar a las firmas a sobrellevar los períodos de crisis internacionales. Asimismo, las iniciativas de facilitación del comercio para reducir los tiempos de procesamiento y las demoras en las fronteras (enlace en inglés), como las mejoras a los sistemas de gestión de riesgos y la adopción de ventanillas únicas electrónicas de comercio exterior, pueden tener efectos positivos sobre las exportaciones cuando las firmas enfrentan incertidumbre respecto de la demanda.
Para que estas políticas estén bien diseñadas y resulten efectivas, hay un requisito esencial: contar con información y análisis robustos sobre cómo las firmas de distintos tipos fueron y se verán afectadas a mediano y a largo plazo. Los países, así como las firmas en determinados países, pueden responder a la crisis de manera asimétrica.
Las diversas firmas pueden ajustar sus precios, adaptar sus canastas de productos y sus conjuntos de países de destino o de origen, cambiar sus grupos de clientes y de proveedores, y reoptimizar y decidir dejar de vender o de comprar en el exterior en mayor o menor medida.
América Latina no se quiere a sí misma como socio comercial y el frenazo global no ayuda. Los intercambios dentro de la región se contraerán un 10% en 2019 tras dos años de recuperación, según las proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) publicadas este martes en su informe anual Perspectivas del comercio internacional. La reducción coloca a los intercambios regionales en el nivel más bajo en una década y pone de manifiesto las conexiones deficientes entre los países del bloque.
Paradójicamente, los lazos con el vecino de en frente son más tenues que con el que vive de dos calles más allá. Las proyecciones de la Cepal muestran que el comercio dentro de Latinoamérica cae más que los intercambios entre el subcontinente y el resto del mundo, que están previstos que se reduzcan en apenas un 0,1%. Es decir, la región deja de comerciar consigo misma antes que con los demás países.
Con este descenso, apenas el 15,5% del comercio del subcontinente será con países de la región, una tasa muy baja comparada a la de otras partes del mundo − Europa tiene un 60% de intercambios regionales−. La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, apunta a la necesidad de superar ese rezago. “Llegamos a estar en 21% cuando se creó Mercosur; al menos deberíamos llegar a ese porcentaje y aún así estaríamos por debajo de Europa y Asia”, asegura.
Más allá de sus fronteras, los países latinoamericanos también están comerciando menos con el resto del mundo. La Cepal proyecta que para 2019 el valor de las exportaciones disminuya un 2% y el de las importaciones, un 3%. Cuanta mayor es la dependencia en productos básicos, mayor es la caída. El precio de 26 de las 30 principales exportaciones de la región ha bajado, entre ellos el del azúcar de palma − un 33% −, el carbón −un 22% − y el petróleo − un 10%−. Venezuela, antigua potencia petrolera que vive inmersa en una profunda crisis económica, vuelve a tocar fondo. En 2019, el país comprará un 60% y venderá un 50% menos al resto del mundo que en 2018, según las proyecciones de la Cepal.
En el otro lado de la cuerda, México es uno de los países que mejor aguanta el tirón. Sus exportaciones crecerán casi el 3% en 2019. La guerra comercial entre las dos grandes potencias le ha beneficiado, gracias a la sustitución en EE UU de las importaciones chinas por las mexicanas. “México no necesita al resto de la región porque está incorporado a las cadenas de producción global”, resume Ignacio Martínez, economista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Pero el caso mexicano es una de las pocas excepciones. El estancamiento de la demanda global e interna explica parte del declive del comercio regional. Las ventas a la Unión Europea se han desplomado casi un 8% y el crecimiento de los envíos a China se ha ralentizado. Paralelamente, el apetito de la región por sus propios productos también se hunde por un crecimiento económico letárgico que la Cepal proyecta en un 0,2% para 2019.
Ante este panorama, la receta pasa por mejores carreteras y puertos y por una mayor integración, según el organismo. Alicia Bárcena sostiene que la región debe “repensar su reinserción en el comercio internacional” más allá de los productos básicos. Menos petróleo y más smartphones, ese es el objetivo. “Latinoamérica tiene una historia de extraer materia prima y sacarla al exterior. Un patrón que no hemos podido resolver”, afirma.
Además, el organismo estima que se necesita invertir un 6% del PIB anual en infraestructura y en servicios, frente al 1,8% actual, para enfrentar el problema. En la actualidad, solo un 23% de las carreteras están pavimentadas. “No hay un corredor logístico de Sudamérica al centro y norte del continente y los itinerarios aeroportuarios son principalmente de Asia”, coincide Ignacio Martínez, de la UNAM. Como ejemplo, la red ferroviaria es un parche de vías con siete anchos distintos, incluso dentro del mismo país. Un rompecabezas de hierro que da idea del desafío al que se enfrentan los intercambios comerciales de la región en pleno frenazo global.
La Ronda de Doha trataba de dar un nuevo impulso a la liberalización del comercio internacional. Se la bautizó como la “ronda del desarrollo”, pues pretendía reducir las barreras al comercio, con una apertura desigual para los países industrializados y para los más rezagados, que pedían mayor capacidad de penetración para sus productos. Iniciada en 2001 en la reunión en la capital de Qatar, tras la Ronda Uruguay, tenía que haberse cerrado en 2005, entre otras cosas, reduciendo las ayudas a la exportación de productos agrícolas. Algo que sí se ha acordado, relativamente, a este respecto en Nairobi, junto a otros avances. Pero la idea de un gran acuerdo ha muerto.
La confrontación entre EEUU y la UE, por una parte, y grandes economías emergentes como China, la India y Brasil, convertidas estos años en importantes exportadores y a las que los anteriores pedían que bajaran sus barreras a la importación, han sido algunos de los motivos de tal hecho. Los que más lo sufrirán serán, otra vez, los países más pobres, y esencialmente los africanos. Desde 2001 a la actualidad, muchas cosas han cambiado, para empezar, la emergencia de China, transformada en la segunda mayor economía del mundo –según algunos cálculos, la primera– pero que a efectos de la OMC todavía es considerada como economía en desarrollo lo que la exime de muchas obligaciones, condición que no quiere cambiar.
Además, han pesado los efectos de la Gran Recesión. Según datos de la UNCTAD, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, aunque, a diferencia de la crisis de 1929, no se han producido reacciones proteccionistas, el comercio mundial cayó drásticamente, en un 12%, en 2009 como efecto de la crisis. Volvió a aumentar al año siguiente. Pero luego el crecimiento ha sido anémico.
La Ronda de Doha se ha anotado algunos avances, como el acuerdo en 2013 sobre facilitación de trámites comerciales, y el intento, que sigue, de eliminar los aranceles en bienes como las turbinas eólicas y los paneles solares. Y puede que la OMC siga avanzando en acuerdos generales mucho más específicos y limitados que los contemplados desde 2001, como en Nairobi. Mientras el multilateralismo global en materia de comercio ha entrado en crisis, han proliferado los acuerdos bilaterales preferenciales al margen de la OMC, impulsados por las economías avanzadas. Muchos países en vías desarrollo han preferido buscarlos a esperar a un acuerdo general que nunca llegaba.
Y, sobre todo, lo que están multiplicándose, con efectos geopolíticos, son algunos acuerdos regionales. El principal, hasta ahora, ha sido el del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP en sus siglas en inglés) firmado (pero aún no ratificado) por EEUU, Japón y otros 10 países. En (difícil) negociación está el Acuerdo de Comercio e Inversiones (TTIP) entre EEUU y la UE. China, por su parte, está promoviendo un acuerdo en su región con 16 países, incluidos la India y Japón. Pero la regionalización del mundo, aunque pueda resultar positiva, no sustituye a la necesidad de llegar a acuerdos más amplios, auténticamente globales.
Lo ocurrido es parte de la redistribución del poder que está viviendo el mundo. La defunción de la Ronda de Doha se ha visto como un triunfo para EEUU y la UE, que consideraban que la parálisis de estas negociaciones estaba haciendo perder peso y relevancia a la OMC en una economía global que ha cambiado profundamente desde 2001. El ministro estadounidense de Comercio, Michael Froman, anunció el 18 de diciembre en Nairobi “la muerte de Doha y el nacimiento de una nueva OMC”. De hecho, los miembros de la OMC han acordado entrar en nuevos temas como la economía digital.
La llegada de los republicanos al poder en enero del 2017 auguraba una profundización de las políticas unilaterales promovidas por los demócratas. Lo que ha sorprendido al mundo es la agresividad con la que el jefe de Estado norteamericano actual anuncia su política exterior y sus efectos sobre el multilateralismo; creado por el propio EEUU al final de la primera guerra mundial e instalado en 1944 como la esencia de la Pax Americana y el orden mundial de post guerra. Todo apunta a que estamos al final de ese orden mundial multilateral de segunda post guerra, como señala Zizjek, y que estamos entrando en una etapa de confrontación directa para tratar de reafirmar el liderazgo estadounidense ante su pérdida de hegemonía. Está logrando lo inverso.
Desde el punto de partida del G6 en 1975, cuando los jefes de Estado y de gobierno de Francia, Alemania Occidental, EEUU., Japón, Reino Unido e Italia discutieron el impacto del precio del petróleo, la crisis financiera y las vías para salir de la recesión; hasta el primero de marzo de 2018, cuando el presidente de EEUU anunció la imposición de tarifas arancelarias a las importaciones de acero y aluminio estadounidenses, los acontecimientos económicos internacionales han modificado las reglas de intercambio, los mercados, los acuerdos comerciales, las prácticas diplomáticas y las instituciones del comercio mundial. En ese periodo se creó la OMC, el TLCAN, el MERCOSUR, se vigorizó el ASEAN, llegó y se fue el UNASUR, y se anunció la integración africana. El G6 se volvió G7, con la incorporación de Canadá en 1976. Casi una década después de la refundación de Rusia, esta fue invitada pero como G7+1. Ese 1 no tiene nada en común con el resto, y queda a la voluntad de los miembros plenos invitarlo o no. Lo significativo es que si no hay consenso para su permanencia, el uno puede ser dejado de lado.
La OMC fue creada en abril de 1994, a través del Acuerdo de Marrakesh, para asegurar las políticas de libre comercio que el Banco Mundial y el FMI habían instalado alrededor del mundo. Esto fue aplicar las políticas que el Tesoro y el Congreso de EEUU habían acordado para los organismos multilaterales. Empero, con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) EEUU fue el primero en romper el espíritu de la OMC. Propuesto por México pero articulado en Washington, el TLCAN colocó lo trilateral sobre lo multilateral en la relación entre EEUU, México y Canadá. No obstante que EEUU ratificó la OMC en 1994, meses después de haber ratificado el TLCAN. Así, por un lado seguía con el juego multilateral y por el otro abría un juego trilateral contrario.
EEUU solo tiene, actualmente, 20 tratados de libre comercio, pero con una distribución geopolítica interesante: 12 están en el hemisferio americano, acorde al principio de continentalización del siglo XIX donde se percibe y actúa con el resto del continente como parte de sí mismo; cinco están en medio oriente; dos en Asia y uno en Oceanía. Todos son aliados militares.
Unilateralmente, Trump impuso aranceles de 25% al acero y 11% al aluminio dado que Canadá y México no cedían a sus demandas de renegociación del TLCAN. Esta medida la amplió a China y la Unión Europea. De este modo, todo parece indica que el libre comercio ya no le interesa a EEUU, ahora cuando más necesita al mundo y el mundo ya no lo necesita tanto, como dice Zizjek. El mercado mundial dinámico del siglo XXI es China, ya no es EEUU.
El argumento para poner aranceles de manera unilateral fue la Ley de Expansión Comercial de 1962, que permite imponer barreras comercial, por un periodo indefinido, cuando el mercado internacional amenaza a la seguridad nacional de EEUU. El conflicto de EEUU con el G7 fue señalar una serie de aranceles que aplican todos los miembros del G7 y China contra este país, lo que no parece ser cierto o, de ser así, por qué no recurrió a la OMC para su arbitraje. De igual unilateralismo se podría considerar el alza de la tasa de interés de EEUU que, de mantenerse la trayectoria actual, podría alcanzar el 4% para fines del 2019. Las consecuencias sobre la economía mundial, los mercados de commodities y los tipos de cambio serán devastadores —las deudas públicas se verán severamente impactadas, en Europa y Japón e incluso en EEUU dado su altísimo nivel de endeudamiento.
Lo que ha mostrado Trump, acompañado de Bolton, es que EEUU puede hacer un tour de force sin respetar a la OMC ni a nadie. Anunció el alza de los aranceles de forma unilateral y generó un problema en la reunión. Trudeau dijo al final de la misma que Canadá “no tomaba a la ligera la imposición de aranceles a productos canadienses” y que “era insultante señalar como excusa problemas de seguridad nacional”1 cuando canadienses han peleado lado a lado a los americanos en diversas guerras. Peter Navarro, asesor de política comercial de la Casa Blanca desde el avión presidencial yendo a Singapur, dijo en respuesta " Hay un lugar especial en el infierno para cualquier líder extranjero que se involucre en diplomacia de mala fe con el presidente Donald J. Trump y luego trate de apuñalarlo por la espalda al salir"2 La OMC nunca fue señalada en este dialogo de baja estofa. La reacción de los líderes mundiales fue llamar a la reunión de Quebec, una del G6 +1, con las consecuencias que tendrá para el sistema internacional y la pérdida de prestigio de quien fuera su líder. Queda abierta la posibilidad que EEUU no sea invitado a la próxima reunión del G7 (menos 1) en Biarritz, Francia, a mediados del 2019.
La Primera Cumbre Latinoamérica y el Caribe para una Tributación Global, realizada el 28 de julio de 2023, tuvo como objetivo ambicioso unificar las voces de la región en materia fiscal. Sin embargo, el evento no cumplió las expectativas y mostró limitaciones significativas, como la falta de acuerdos vinculantes, discrepancias entre países miembros y no miembros de la OCDE, y la falta de ambición en reformas de tratados de libre comercio y bilaterales. Este artículo analiza los resultados de la cumbre ante los desafíos de la transición energética.
Después de reuniones preparatorias el 2 y 3 de mayo de 2023, líderes de 16 de los 33 países latinoamericanos y del Caribe, encabezados por Chile, Brasil y Colombia, acordaron en la cumbre del 28 de julio establecer una plataforma permanente para colaboración fiscal. Resultó en la firma de una declaración conjunta, comprometiéndose a "facilitar el intercambio de información y reducir la competencia fiscal para aumentar la recaudación regional". La medida más destacada fue la aprobación del sistema de gobernanza de la "Plataforma Regional de Cooperación Tributaria para América Latina y el Caribe". Colombia liderará la presidencia por un año, y la CEPAL será la secretaría técnica, encargada de presentar un plan anual en seis meses.
Sin embargo, este acuerdo actualmente no parece generar acuerdos vinculantes. Aunque busca dar directrices contra la doble tributación, no muestra compromiso hacia obligaciones jurídicas ni mecanismos de solución de controversias en caso de incumplimientos. La ausencia de ministros (el único en esa categoría fue Ricardo Bonilla, sucesor de Ocampo en Colombia) y la presencia mayormente de cargos de segundo nivel señalan un acuerdo débil.
Recordemos que el objetivo primordial era superar los “dos pilares de la OCDE” hacia una visión más ambiciosa y unificada para la región. Sin embargo, persisten tensiones entre miembros y no miembros de la OCDE al respecto de cuanto y cómo alejarse de estas directrices. Además, una reforma fiscal coordinada parece distante sin abordar la modificación de tratados de libre comercio y bilaterales de inversión, o el problema de evasión y fuga de capitales a paraísos fiscales, temas que solo se tocaron superficialmente. El encuentro contó con una larga intervención de Joseph Stiglitz que profundizó sus críticas dirigidas contra los acuerdos de mínimos de la OCDE. Entre otras cosas advirtió sobre el riesgo de que sus propuestas, si ratificadas, podrían funcionar para América Latina en vez de como un impuesto mínimo como un impuesto máximo para las multinacionales del 15%. Es probable que estos conflictos volvamos a verlos en la Asamblea General de la ONU, a partir del 18 de septiembre, donde se llevará a cabo un debate sobre el desarrollo de un nuevo marco global para la política fiscal. Los países africanos, ninguno miembro de la OCDE, sí parecen haber llegado a una postura común.
Mientras tanto, Brasil se sumó a Chile, Ecuador y Colombia en sus esfuerzos recientes de reformas fiscales. Sin embargo, seguirán la ruta tradicional de aumentar ingresos mediante mayores impuestos al consumo, que suelen ser regresivos, posponiendo aumentos en impuestos sobre la renta o riqueza. La reforma brasileña busca simplificar su estructura tributaria, gravando productos solo en su lugar de destino, reduciendo así la competencia fiscal entre estados y municipios. También incorporará impuestos selectivos a productos perjudiciales para la salud y el medio ambiente.
Como señalamos anteriormente, aumentar los ingresos fiscales en América Latina es esencial para la transición energética. La dependencia actual de muchos países de la región al impuesto selectivo al consumo de gasolina y a las ganancias de las petroleras públicas, hacen este reto todavía más complicado. La Agencia Internacional de Energía estima que las inversiones en energías limpias en países en desarrollo deberían crecer entre cuatro y siete veces para lograr el objetivo de emisiones netas cero en 2050, destacando la importancia crucial de la inversión pública.[2]
La creación de una plataforma permanente de cooperación tributaria para América Latina y el Caribe es el logro más importante de esta cumbre. No obstante, en la actualidad, la falta de acuerdos vinculantes y la falta de voluntad para considerar reformas en los tratados bilaterales y de libre comercio reducen las expectativas de ir más allá de los acuerdos establecidos en la OCDE. La urgente necesidad de financiamiento para una transición energética sostenible se mantiene en un segundo plano debido a la capacidad de las grandes corporaciones para imponer sus intereses y a la incapacidad de los estados para separar sus fuentes de financiamiento del petróleo. Mientras tanto, las reformas fiscales a nivel nacional avanzan de manera cautelosa y se centran en los impuestos al consumo. La intervención de la ONU como un actor que busca desempeñar un papel más prominente en la supervisión de los asuntos fiscales internacionales indica la continuación de estas discusiones en otros foros.
[1] Post-doc IIEc y miembro del OBELA.
OBELA: Oscar Ugarteche, Bertín Acosta, Gabriela Ramírez, Alberto Tena, Monserrat Granillo, Patricio
Gonzales, Brandon Young.
[2] Países EMDE (Mercados emergentes y en desarrollo de África, Europa, América Latina, Oriente Medio y Asia, excluyendo China).
¿Es China una economía de mercado? La pregunta parece teórica. Pero la respuesta tiene repercusiones enormes. Hace 15 años, el país asiático entró a formar parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC) con el estatus de “economía no de mercado”. En aquella época estaba en transición desde el modelo comunista. Así que se pactó que quince años después se revisaría su condición. El plazo caducó hace una semana.
Pero ni la UE ni EE.UU. tienen intención de cambiar su visión, porque cualquier cambio tiene consecuencias económicas de gran magnitud. En efecto, durante este periodo de transición las dos potencias occidentales han podido aplicar medidas antidumping a ciertos productos procedentes de China. Esto ha sido posible precisamente porque, al no ser una economía de mercado, la base para calcular si China vendía sus productos a un precio excesivamente bajo tenía en cuenta los niveles en países terceros. En la práctica, con ese sistema tanto la UE como EE.UU. han podido proteger su industria nacional al encarecer los bienes procedentes de China, aplicando recargas tarifarias.
Sin embargo, el cuadro puede cambiar radicalmente si China consigue convencer la OMC, en la demanda que acaba de presentar ante este organismo, de que es “una economía de mercado” a todos los efectos. Los europeos y los norteamericanos se quedarían sin defensas comerciales en el caso de que se aceptara la tesis de Pekín.
La batalla es jurídica, porque los chinos creen que el reconocimiento de su renovado estatus capitalista debería ser automático. Algo que los occidentales se niegan a reconocer. “Para mí China busca un pretexto. Su economía es todavía dirigida y centralizada y los precios no fluctúan libremente”, sostiene a este diario un exfuncionario de la OMC. Un informe del Parlamento Europeo añade que “en China las empresas no están sujetas a revisiones contables independientes y hay que garantizar la certeza del derecho concursal y de propiedad”.
Un estudio de hace un año del Economic Policy Institute de EE.UU. ha calculado que si China cambiara de estatus, sus exportaciones a Europa, sin el filtro de las medidas antidumping, podrían aumentar hasta un 30%. Una ola amarilla en toda regla que, según estas fuentes, costaría a la industria europea entre 1,7 y 3,5 millones de puestos de trabajo, ya que muchas empresas del Viejo Continente no conseguirían competir. El impacto económico representaría hasta el 2% del PIB europeo. “El reconocimiento de China como economía de mercado tendría un impacto desastroso para el sector del acero, el papel, la cerámica y los recambios de automóviles. El país cuenta con un amplio abanico de industrias subvencionadas y manipula su divisa para vender a precios descontados”, sostiene el estudio. Por ejemplo, en los primeros 11 meses de este año se han lanzado 41 investigaciones en 16 países sobre el acero importado de China (un 24% más respecto al año pasado), con la acusación de vender por debajo del coste.
La mecha está encendida, cuando las relaciones entre China y Trump no pasan por sus mejores momentos. Hace tan sólo una semana, el Departamento de Comercio de EE.UU. anunció una investigación sobre las importaciones chinas de maderas contra-chapadas (lo que podría forzar a aplicar aranceles del 114%), y la semana pasada se impusieron tarifas aduaneras en lavadoras chinas.
Las medidas de represalia, en todo caso, deberán adoptarse con cautela. Desde el 2015, China invierte más en Estados Unidos que al revés, hasta los 15.000 millones de dólares. “No prevemos una guerra comercial entre Estados Unidos y China en el escenario base”, decía Zhiwei Zhang, economista del Deutsche Bank. “Pero como han demostrado los recientes acontecimientos, también debemos pensar en escenarios impensables”.
Una transición larga y difícil hacia el mercado.En 15 años, desde su entrada en la OMC, el volumen de las importaciones y exportaciones chinas se ha multiplicado por ocho y su contribución en el crecimiento del PIB mundial ha subido al 25%. ¿Es suficiente para llegar a la conclusión de que China ha dejado atrás el modelo comunista para convertirse en una economía de mercado consolidada? En el 2014, hace sólo dos años, el presidente Xi Jinping dijo: “Los casos de corrupción y colusiones están aumentando. El abuso de la autoridad sobre el personal, también. El intercambio de poder por poder, poder por dinero y poder por sexo es frecuente. Los oficiales del Gobierno y hombres de negocio actúan en colusión, como entrelazados”.
La guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto que el viejo orden mundial unipolar liderado por Estados Unidos ha muerto, y que se gesta uno nuevo. Kissinger dijo: "Con demasiada frecuencia la cuestión ucraniana se plantea como un enfrentamiento: si Ucrania se une al Este o al Oeste. Pero para que Ucrania sobreviva y prospere, no debe ser el puesto de avanzada de ninguno de los dos bandos contra el otro, sino que debe funcionar como un puente entre ellos". Hay tres formas de entender la guerra de Ucrania. Una es la recuperación de Ucrania por parte de Rusia tras treinta años de independencia, para evitar que la OTAN y Estados Unidos intervengan. La segunda, es una lucha por una mayor tajada del mercado energético europeo, repartida entre Rusia, Estados Unidos y Oriente Medio. La tercera es una redefinición del multilateralismo, de unipolar a bipolar.
Rusia tiene un socio fuerte en China, con una importante relación comercial y el principal mercado de exportación, una enorme frontera de 4.209,3 kilómetros y es miembro cofundador de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), una alianza política, económica y de seguridad de países asiáticos creada en 2001. La Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) fue proclamada el 15 de junio de 2001 en Shanghai (China) por la República de Kazajstán, la República Popular China, la República Kirguisa, la Federación Rusa, la República de Tayikistán y la República de Uzbekistán. Incluye a India y Pakistán; cuatro países observadores -Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia- y seis países asociados al diálogo -Azerbaiyán, Armenia, Camboya, Nepal, Turquía y Sri Lanka-. Según la OCS, el Comité Ejecutivo de la Estructura Regional Antiterrorista (EAR) es el órgano permanente de la OCS con sede en Tashkent, la capital de Uzbekistán. Funciona según la Carta de la OCS, la Convención de Shanghai sobre la lucha contra el terrorismo, el separatismo y el extremismo, y el Acuerdo entre los Estados miembros de la OCS sobre la Estructura Regional Antiterrorista. (http://eng.sectsco.org/docs/about/faq.html) Los países miembros de la OCS representan una parte de Oriente en el nuevo mundo bipolar multilateral liderado por China. Occidente podría definirse en parte como los países miembros de la OTAN liderados por EEUU. (https://www.nato.int/cps/en/natohq/nato_countries.htm).
Los países de Europa del Este han comenzado a integrarse en la OTAN y a adoptar una postura pro occidental y tienen fronteras con Rusia. Moscú se opone a esto, y la guerra de Ucrania es una reacción extrema. Anteriormente, un conflicto en Georgia en 2008 acabó con su deseo de ingresar en la OTAN en pocos días.
Una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Ucrania, respaldada por Estados Unidos el 25 de febrero de 2022, para vetar la intervención rusa fracasó porque la Federación Rusa la rechazó. China, India y los Emiratos Árabes Unidos se abstuvieron. Esencialmente, Oriente votó en contra de una resolución occidental liderada por Estados Unidos. El fracaso de la resolución puede entenderse desde el punto de vista Este-Oeste.
Otros componentes Este-Oeste son la Iniciativa del Cinturón y la Ruta con la ayuda del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, que financia proyectos de infraestructuras y sustituye a los recursos occidentales en este campo. El nuevo patrón comercial emergente con China como nuevo socio comercial principal de muchos países de América del Sur, África y Europa y su nuevo papel como proveedores de tecnología. China ocupa la presidencia de la Unión Internacional de Telecomunicaciones de la ONU cuando los proyectos 5G de Huawei se venden en todo el mundo. Es mucho el resentimiento y el desprestigio de los Estados Unidos por haber perdido el juego de la tecnología 5G al no llegar las empresas estadounidenses al mercado a tiempo en 2018 para competir. Mientras China a través de los proyectos de Huawei vende la tecnología 5G en todo el mundo, EEUU reacciona e intenta bloquear su uso sin el apoyo de la UIT. América Latina es el espacio que está en juego, y EEUU no está ganando la partida.
Ya en 2020, EE.UU. quería retirarse de la OTAN y hacer valer una política mundial unilateral. (Ver Negrete, “¿Multilateralismo post-pandémico? o Estados Unidos solo", OBELA, 17 de septiembre de 2020) El entonces presidente de EEUU ignoró las instituciones multilaterales económicas y financieras hechas para apoyar la Pax Americana y saboteó la OMC. Retiró a EE.UU. de la OMS, 2020, de la UNESCO, 2018, del Acuerdo de París, 2020 y de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, 2018, para luego regresar en algunos casos. EE.UU. es la principal fuente de financiación de la ONU y no paga sus cuotas a tiempo, y es sustituido cada vez más por China, con una contribución menor pero pagada puntualmente. EE.UU. quiere ir por la libre sin Política Exterior de Estado, y deja el futuro de Ucrania incierto. Estados Unidos intentará imponer su agenda en el orden multilateral (OTAN) y seguirá enfrentándose a la resistencia del bloque oriental. El lado opuesto tiene los medios para resistir, con el apoyo de China, los países de la OCS y otras naciones asiáticas. La fallida resolución de la ONU es un ejemplo.
Henry Kissinger escribió en 2014 en el Washington Post: "Occidente debe entender que... la historia de Rusia comenzó en lo que se llamó Kievan-Rus... En el plano internacional, [Ucrania] debería seguir una postura comparable a la de Finlandia. Esa nación no deja dudas sobre su feroz independencia y coopera con Occidente en la mayoría de los campos, pero evita cuidadosamente la hostilidad institucional hacia Rusia". Eso debería zanjar la división Este-Oeste. Sin embargo, no será pronto.
Los medios de comunicación norteamericanos han dado al voto británico contra la permanencia en la UE una cobertura cual si se tratara de populismo “trumpista”, un inarticulado sufragio derechista nacido de la ignorancia de quienes han sido dejados atrás por la política neoliberal de crecimiento económico. La coincidencia de que Donald Trump se hallara precisamente en Escocia promocionando su campo de golf contribuyó a enmarcar la narrativa estadounidense que representa el voto Brexit como un psicodrama “Trump contra Hillary”: rabia y resentimiento populista frente a políticas inteligentes.
Lo que queda fuera de esa narrativa es que hay una buena razón para oponerse a la pertenencia a la UE. La capta bien la consigna de Nigel Farage: “Recuperemos el control”.
La cuestión es: ¿a quién hay que arrebatarle el control para recuperarlo? No sólo a los “burócratas”, sino también a las normas pro-bancos y anti-trabajo incorporadas en los tratados de Lisboa y de Masstricht que configuran la Eurozona. Un alegato nacionalista, pues: “leyes británicas para ayudar al pueblo británico”.
El problema real no es sólo que los burócratas hagan las leyes, sino la clase de leyes que hacen: austeridad pro-banca y anti-trabajo. A los gobiernos nacionales se les ha arrebatado la política fiscal y de gasto público para dejarla en manos de las entidades bancarias. Que insisten en la austeridad y en el recorte de las pensiones y de los programas de gasto social.
Los tratados de Maastricht y de Lisboa –junto con la Constitución alemana— privan a la Eurozona de disponer de un banco central capaz de gastar dinero para revivir la economía europea. En vez de trabajar para sanar la economía y sacarla de la deflación por deuda en que ha caído desde 2008, el Banco Central Europeo (BCE) financia a los bancos y obliga a los gobiernos a salvar de pérdidas a los tenedores de bonos, en vez de condonar los fallidos amortizados.
Encima, los burócratas de Bruselas parecen harto sensibles a las presiones estadounidenses para la firma del TTIP, el neoliberal tratado transatlántico de Obama para el comercio y la inversión. Se trata de un programa inspirado por las grandes transnacionales que busca poner la política regulatoria en manos de esas mismas empresas, arrebatándosela a los gobiernos. Para decirlo claro y pedagógicamente: la política medioambiental y la política de salud pública y de etiquetado de alimentos.
La burocracia de Bruselas ha sido secuestrada no sólo por los bancos, sino también por la OTAN. Se pretende que hay un real peligro de que Rusia proceda a una invasión de Europa, como si algún país del mundo pudiera hoy lanzar una guerra por tierra contra otro.
Esa ficticia amenaza es la excusa para que el 2% de los presupuestos europeos se destinen a comprar armas al complejo militar-industrial estadounidense y a sus socios en Francia y otros países. El belicismo Bruselas-OTAN se usa para pintar a la izquierda como “blanda” en cuestiones de seguridad nacional. Como si Europa se enfrentara realmente a una posible invasión rusa. Quienes se oponen a la austeridad son retratados como agentes de Putin.
La voz disidente ha sido el partido Frente Nacional en Francia. [Marine] Le Pen se opone a la participación francesa en la OTAN con el argumento de que cede el control militar a los EEUU y a su aventurerismo.
Lo que solía ser la izquierda socialista se ha mantenido en silencio ante el hecho de que hay muy buenas razones para que la gente diga que este no es el tipo de Europa de la que quieren formar parte. Se está convirtiendo en zona yerma. Y no puede ser “democratizada”, a menos que se cambien los tratados de Lisboa y de Maastricht en los que se funda y a menos que se elimine la oposición de Alemania a un gasto público que sería la única posibilidad de recuperación para España, Italia, Portugal o Grecia.
A la vista del creciente resentimiento experimentado por los “perdedores” del neoliberalismo –el 99%—, lo que resulta más notable es que sólo los partidos nacionalistas derechistas hayan criticado el neoliberalismo de los EEUU y el TTIP. Los otrora izquierdistas partidos socialistas de Francia y España, los socialdemócratas alemanes, los socialistas griegos, etc., han aceptado el programa neoliberal y pro-finanzas de austeridad y debilitamiento de sindicatos obreros, salarios y pensiones.
He aquí el enigma: ¿cómo es posible que partidos originariamente pro-trabajo se hayan convertido en partidos anti-trabajo?
La corrupción burocrática de todos los partidos con el tiempo
Ibn Khaldun, el filósofo de la historia islámico del siglo XIV, estimaba que todas las dinastías agotan su periplo en unos 120 años, cuatro generaciones. La tendencia es a comenzar con un “sentimiento de grupo” progresista de ayuda mutua. Mas, con el tiempo, las dinastías sucumben al lujo y a la codicia, se corrompen y se hacen fácilmente manejables por los intereses particulares.
Lo mismo cabe decir de los partidos. Todos los partidos identificados con la izquierda en la Era Progresista –los partidos laboristas y socialistas en Europa y los demócratas progresistas en los EEUU— se han desplazado ahora hacia la derecha neoliberal, en la medida en que se han hecho parte del llamado “establishment”.
Es como si los partidos de la izquierda y de la derecha hubieran intercambiado posiciones políticamente. La izquierda socialista no protesta contra la austeridad de la eurozona, sino que la aplaude. Como Tony Blair y Gordon Brown en Gran Bretaña, se han hecho thatcheristas, agentes promotores de la privatización y de los intereses granempresariales.
Al menos el sistema político europeo deja una salida: su pueden formar nuevos partidos para substituir a los viejos y, además, la representación parlamentaria refleja más o menos el sufragio público. Eso es lo que ha permitido en Italia el movimiento Cinco Estrellas, en España a Podemos e incluso, en Grecia, a Syriza: todos con escaños parlamentarios. Su programa es restaurar un gobierno de izquierda, pro-trabajo, capaz de regular la economía a fin de levantar los salarios y los niveles de vida, en vez de chupar extractivamente ingresos para bombearlos a los centros financieros y al Uno Por Ciento.
¿Qué impide en los EEUU la formación de un partido de la izquierda política progresista?
Los EEUU están atrapados en un sistema bipartidista que bloquea a los opositores al neoliberalismo. Nuestra sistema electoral presidencial fue ingeniado desde el comienzo para favorecer a los propietarios sureños de esclavos. Corrigió su representación para reflejar una población esclava sin derecho de sufragio, pero la incorporó y la contó en la representación en el Congreso del Sur y en las elecciones presidenciales a través del colegio electoral.
No puedo entrar aquí en los detalles, pero el modo en que el sistema bipartidista ha fraguado bloquea a un tercer partido capaz de ganar el control de los comités del Congreso –que son claves— y de otros instrumentos esenciales de gobierno. Por eso consideró Bernie Sanders necesario presentarse como Demócrata, aun a pesar de que el aparato del Partido Demócrata esté firmemente controlado por sus principales contribuidores de campaña, las grandes empresas y Wal Street.
Así como la UE es irreformable sin cambiar los tratados de Maastricht y Lisboa, así también el sistema político de los EEUU parece irreformable. En manos de neoliberales, favorece a Wall Street frente al trabajo y favorece al poder de la gran empresa frente a la protección medioambiental, la sanidad pública y la recuperación económica.
La semana pasada, por ejemplo, el Comité Nacional Demócrata rechazó la petición de Bernie Sanders de que la plataforma electoral para las elecciones de este año se opusiera al TPP y al TTIP. Esos tratados comerciales han sido con razón llamados “NAFTA con esteroides”. Aunque Hillary inicialmente les daba apoyo, está ahora haciendo una finta de izquierda en pretendida oposición a ellos. Pero no permite que eso conste por escrito en la plataforma electoral, aun cuando no sea ésta sino de “un pedazo de papel”, como ha dejado dicho Jane Sanders.
Eso permite a Donald Trump denunciar a los Demócratas como favorecedores de la gran empresa frente a los trabajadores. Lo coloca en la misma posición que Nigel Farage en Gran Bretaña o Marine Le Pen en Francia o los nacionalistas en Austria y en Hungría.
Y coloca a los Demócratas en el mismo lado neoliberal, anti-trabajo y ant-regulatorio de la ecuación política en el que están también los socialistas franceses y sus equivalentes derechistas en otros países. Lorrie Wallach y Paul Craig Roberts, entre otros, están aquí haciendo campaña contra el TPP y el TTIP, pero sólo el señor Trump parece capaz de jugar esta carta política clave.
El gran problema político de nuestro tiempo es cómo crear una alternativa al neoliberalismo, al TPP y al TTIP, una alternativa pro-trabajo y pro-medioambiental. ¿Por qué no puede Norteamérica crear un partido con capacidad realistamente estimada de fijar desde le gobierno políticas públicas en ese sentido? Muchos miembros del Partido Verde bucan eso ahora. Pero el sistema bipartidista estadounidense los margina.
Aun cuando el partido socialista y otros terceros partidos lograron hace un siglo influir en el Partido Demócrata, la campaña de Sanders muestra cuán magras son hoy las posibilidades de hacerlo. Los donantes empresariales de Clinton han apretado las tuercas al aparato del partido. Han secuestrado la retórica y las consignas de la Era Progresista pata vestir con ellas las políticas neoliberales derechistas.
Así, pues, en resolución, hay dos problemas para oponerse a la austeridad y a la deflación por deuda. El primero es que el sistema electoral estadounidense previene la alternativa.
El segundo es que los antiguos partidos de izquierda se han anquilosado y han renegado de sus orígenes pro-trabajo para pasar a apoyar el thatcherismo, la privatización, los presupuestos equilibrados y la austeridad pro-bancos. Rechazando a Marx, se han apuntado a la Nueva Guerra Fría.
Hay otra economía europea posible. Pero no puede construirse sobre sus actuales fundamentos. Es necesario romper la eurozona para reconstruir una Europa pro-trabajo.
Gianni Vattimo: “Europa, como se decía sobre el Estado burgués, ‘se abate, no se cambia’”
·
Gianni Vattimo (Turín, 1936) es de esos filósofos cuya voz se atiende más allá de la propia Academia. Un italiano de influencia global que ha tratado sobre la modernidad y la postmodernidad, el “pensamiento débil”, el fin de la historia o el surgimiento de una sociedad compleja donde lo “nuevo” ya no es igual a “mejor”. Pero también de los derechos de la comunidad gay, el feminismo, la sexualidad, la teología o la globalización.
Nació en la era de los nacionalismos previa a la Segunda Guerra Mundial y estudió en Italia y en Alemania –en Heidelberg dejó de ser católico. Luego se hizo maoísta. Criticado por las Brigadas Rojas, fue acusado de homosexual cuando la palabra “gay” era algo más que peyorativa. Europarlamentario liberal desde 1999 hasta 2004 y, de nuevo, entre 2009 y 2014, en los últimos años se define nuevamente “comunista hermenéutico” y cristiano crítico con el capitalismo liberal y con el totalitarismo.
Y duda.
El Brexit, la Unión Europea, el futuro. Nada encaja.
“Francamente, no sabría qué hacer”, señala Vattimo.
La primera pregunta es inevitable: ¿qué significa para usted el Brexit?
Yo, como antiguo diputado europeo, tengo una idea bastante negativa de la UE. Me parece que, sobre todo en los últimos años, se ha convertido en una entidad de control económico sobre los Estados. Es decir, por decirlo de forma bruta: es una agencia de transmisión de las órdenes de las marcas internacionales a los Estados nacionales. Por ejemplo en el fiscal compact, en esta idea de los límites al presupuesto y al gasto de los Estados. Es una cosa absolutamente antidemocrática. Los estados-nacionales son aún la sede de la democracia. Cuando voto, voto por un gobierno italiano, pero si este gobierno debe recibir órdenes de Europa… Está el Parlamento europeo, pero todos sabemos lo poco que cuenta en este momento. ElBrexit es un golpe que yo espero sirva para revisar y repensar Europa. No digo que Europa acabe, pero debe reformarse profundamente. Sino acabará mal.
La UE es criticada desde el Reino Unido al este de Europa pasando por los ciudadanos de los países fundadores, entre ellos Italia. ¿Pero qué es lo que lleva a la desafección con Europa de esta ciudadanía?
En estos momentos la cuestión fundamental, al menos para mí que veo las cosas desde Italia, está ligada al hecho de los límites a los presupuestos. Yo no soy economista, pero aquello por lo que odiamos Europa se debe a que nuestra política está determinada por una ley de Estabilidad dominada desde lo alto por las normas europeas. Y las europeas son normas técnico-bancarias que ninguno ha votado ni querido.
En este caso, ¿qué medidas debería tomar la actual UE, la eurozona o el ente que considere más oportuno para que el proyecto europeo siga vivo?
Antes que nada, cambiar los mecanismos del poder en Europa, que no es sólo una cuestión de sus instituciones sino que es una cuestión de política. Institucionalmente Europa está hecha así: el Parlamento cuenta menos que el Consejo y menos que los acuerdos entre gobiernos. Para ser una posible federación democrática, debería revisarse la relación entre el Parlamento y el Consejo, donde el Parlamento es el que debería contar. El Parlamento europeo no es tomado en serio porque tiene poco poder. El hecho de que sea elegido por los ciudadanos es una garantía de democracia, pero muy pequeña porque, ¿cuántos votan? El mecanismo se muerde la cola: el Parlamento europeo tiene poco poder, por esto tiene poca visibilidad; debería de contar más, pero para ello debería ser votado de forma seria. Por ejemplo: ¿qué diferencias hay en Europa entre las políticas de un partido y de otro? En Italia el presidente de la República precedente, Giorgio Napoletano, siempre ha sostenido que hace falta más Europa, como si las diferentes políticas no importaran. ¿Debemos tener más Europa para dar con una mayor unidad europea o debemos tener una mayor unidad europea para realizar una cierta política de izquierdas, de centro, de derechas o de lo que sea? No hay una verdadera cualidad política de los gobiernos europeos. La Comisión es aprobada por el Parlamento pero bajo el fundamento de gobiernos que se dividen el poder. En estos momentos es una estructura en cierta medida irremediable. No veo cómo se podría corregir Europa sin transformarla radicalmente, como una vez se decía sobre el Estado burgués: “Se abate, no se cambia”. Tengo la impresión de que este lema vale para Europa. Porque Europa tal y como es no funciona, y no se puede decir de forma simple ‘corrijamos esto o aquello’, porque no se sabe qué parte corregir. Paradójicamente la elección de los ingleses de irse me parece muy comprensible, en el sentido de que no les iba bien por tantas razones y se van. No sugieren esta u otra reforma. Francamente, yo no sabría qué hacer. Me doy cuenta de que ahora la UE no se puede disolver, porque crea más problemas de los que solventa, pero estamos en un laberinto institucional en el cual no conseguimos respirar.
Los llamados partidos populistas han adquirido cada vez más poder en Europa, y, en paralelo, otros nuevos partidos muy críticos con la UE ya dominan alcaldías como las de Roma o Turín…
Toda la cuestión de la inmigración, por ejemplo, también ha contribuido a desacreditar a Europa. Hoy, cuando se nos dice que ‘La solución está en más Europa’, me río. No lo cree nadie. Por un lado se ha comportado de forma que tenemos un Mediterráneo lleno de cadáveres. Siempre les hemos expulsado. No hemos resuelto ninguno de los problemas de la inmigración. Y la economía va mal en todos los países. Por ejemplo, yo vivo en el Piamonte y cada día se cierra una industria; se deprecia la productividad italiana de manera que las fábricas pueden ser adquiridas por los chinos, rusos, etc. Es un mecanismo que, francamente, no sé cómo se puede corregir. Por eso espero que el éxito del Brexit represente un acicate para todos los gobiernos europeos que haga repensar profundamente la UE. Pero no sé qué haría si tuviera una varita mágica.
¿Quiere decir que no sabría si lo más conveniente es avanzar hacia, por ejemplo, un Estado federal, o disolver la integración europea?
Yo en Italia aún sé de qué parte estoy entre los partidos de izquierdas, derechas, centro, etc. En Europa está el Partido Popular europeo donde están todos y ninguno. Europa no tiene una verdadera política. Por eso, faltándole un fisonomía política auténtica… Piense que hemos nominado ministro de Exteriores a una jovencita italiana y, antes, a una señora inglesa poco competente. ¿Cómo es posible hacer ministra de Exteriores de Europa a [Federica] Mogherini? ¿Qué quiere decir? Que los gobiernos europeos también dan a la Comisión una importancia muy limitada y que es disfuncional. La única cuestión que funciona efectivamente son los imperativos de la banca.
Es decir, en Europa no hablamos tanto de ideologías como de Estados y naciones, como en el pasado. Y sin el tradicionalmente liberal Reino Unido, ¿hacia dónde cree que puede discurrir la UE de la mano de dos grandes potencias como Francia y Alemania?
Habrá más poder de los Estados. Este es el punto. Porque tras salir el Reino Unido de la UE, la UE como tal es más débil, y si es más débil está más a la merced de Francia y Alemania. Estamos reconstruyendo una especie de Europa guiada por Estados que encuentran su ventaja en dominarla, es decir, les interesa mantenerla débil, dejar todas las cosas como están y no ser molestados en sus políticas nacionales. Este es el problema. Pero no tengo soluciones, solamente un poco de desesperación.
Señor Habermas, ¿pensó alguna vez que el Brexit sería posible? ¿Qué sintió cuando se enteró de que la ‘salida’ había logrado la victoria?
Nunca habría imaginado que el populismo ganaría al capitalismo en su país de origen. Dada la importancia vital del sector bancario para el Reino Unido, el poder de los medios y el peso político de la City (ciudad financiera de Londres), era poco probable que las cuestiones de identidad prevalecieran sobre los intereses.
Mucha gente está ahora pidiendo referendos en otros países. ¿Produciría un referéndum en Alemania un resultado distinto del que tuvo en Reino Unido?
Bueno, eso supongo. La integración europea estaba –y todavía permanece– entre los intereses de la República Federal de Alemania. En las primeras décadas de la posguerra fuimos capaces de restaurar, paso a paso, una reputación nacional completamente devastada actuando cautelosamente como ‘buenos europeos’. Con el tiempo, pudimos contar con el apoyo de la UE para la reunificación. Retrospectivamente, Alemania ha sido el gran beneficiario de la unión monetaria en Europa –incluso durante la crisis del euro–. Y debido a que, desde 2010, Alemania ha sido capaz de imponer en el Consejo Europeo su visión ordoliberal contra Francia y los europeos del sur, Angela Merkel y Wolfgang Schäuble han tenido fácil adoptar en casa el papel de grandes defensores de la idea europea. Por supuesto, esto es una forma muy nacionalista de mirar las cosas. Pero este gobierno necesitaba no tener dudas de que la prensa iba a adoptar un enfoque diferente e informar a la población sobre las buenas razones de otros países para ver las cosas de forma completamente opuesta.
¿Está usted acusando a la prensa de doblegarse abúlicamente ante el gobierno? De hecho, Merkel difícilmente puede quejarse del número de sus críticos. Al menos en lo que respecta a su política de refugiados.
De hecho no estamos hablando de eso. Aunque no tengo reparo en decirlo. La política sobre refugiados también ha dividido a la opinión pública alemana y a la prensa. Esto puso fin a larga etapa de parálisis sin precedentes en el debate político público. Yo me refería al período anterior, el de la crisis del euro, tan cargado políticamente, y en el que se podría esperar una polémica igual de agitada acerca de la política del gobierno federal ante la crisis. Toda Europa ha considerado contraproducente el enfoque tecnocrático que aplaza indefinidamente las decisiones. Pero no ha sido así en las dos grandes cabeceras diarias y las dos semanales que leo habitualmente. Si esta observación es correcta, entonces, como sociólogo, uno puede buscar explicaciones. Pero mi punto de vista es el de un lector de periódicos comprometido, y me pregunto si la política del avestruz de Merkel, destinada a adormecer a todo el mundo, podría haber barrido el país sin una cierta complicidad por parte de la prensa. Los horizontes imaginables se reducen cuando no hay puntos de vista alternativos en la oferta. Ahora mismo estamos asistiendo a otra ronda de somníferos. Como en el informe que acabo de leer sobre la última conferencia política del SPD, donde se reduce –-en lo que Hegel habría llamado una perspectiva de mayordomo-- la posición de un partido de gobierno ante el enorme evento del Brexit, que debería ser objetivamente de interés para todo el mundo, a las próximas elecciones generales y a las relaciones personales entre el Sr. Gabriel y el Sr. Schulz.
¿Pero no se basa el deseo británico de abandonar la UE en razones domésticas? ¿O es el síntoma de una crisis en la UE?
Ambas cosas. Los británicos tienen detrás una historia diferente a la del continente. La conciencia política de ser una gran potencia, dos veces victoriosa en el siglo XX, pero en declive a nivel global, vacila a la hora de adaptarse a esa situación cambiante. Con ese sentido nacional de sí misma, Gran Bretaña se colocó en una situación incómoda después de unirse a la CEE por motivos puramente económicos en 1973. Las élites políticas, de Thatcher a Cameron pasando por Blair, nunca tuvieron intención de abandonar su mirada distante hacia la Europa continental. Esa fue la perspectiva de Churchill cuando, en su famoso discurso de Zurich de 1946, dibujó al imperio (británico) en el papel de padrino benévolo de una Europa unida –pero sin ser realmente parte de ella. La política británica en Bruselas ha sido siempre un enfrentamiento inspirado en la máxima: "Queremos nuestra parte del pastel, y además nos lo comemos".
¿Se refiere a su economía política?
Los británicos tenían una visión decididamente liberal de la UE como una zona de libre comercio, y esto se expresó en una política de ampliación de la UE sin ningún tipo de profundización simultánea en la cooperación. Ni Schengen, ni euro. La actitud exclusivamente instrumental de las élites políticas hacia la UE se ha reflejado en la campaña por el Remain. Los defensores (a medias) de permanecer en la UE se inclinaron de forma estricta por una campaña basada en el miedo y armada con argumentos económicos. ¿Cómo podía ganar la actitud proeuropea frente a una mayoría más amplia si los líderes políticos se han comportado durante décadas como si la búsqueda estratégica y sin piedad de los intereses nacionales fuera suficiente para mantenerse dentro de una comunidad supranacional de Estados? Visto desde lejos, este fracaso de las élites se materializa, de forma diferente y llena de matices (tal como son), en dos tipos de políticos egocéntricos, conocidos como Cameron y Johnson.
En la votación, no solo hubo una sorprendente brecha de edad, sino también una fuerte brecha urbana-rural. La ciudad multicultural perdió. ¿Por qué esta repentina ruptura entre la identidad nacional y la integración europea? ¿Han subestimado los políticos europeos el poder persistente y real de la voluntad nacional y cultural?
Está usted en lo cierto, el voto británico también refleja una parte de la situación general de crisis de la Unión Europea y sus Estados miembros. El análisis del voto apunta a la misma clase de patrón que vimos en las elecciones presidenciales de Austria y en nuestras recientes elecciones regionales en Alemania. La elevada participación sugiere que el campo populista tuvo éxito en la movilización del sector de los abstencionistas previos. Estos votantes dominan de forma abrumadora en los grupos marginados que se sienten abandonados. Esto se une a la evidencia de que los estratos más pobres, más desfavorecidos socialmente y menos instruidos votaron más por salir que por quedarse. Por lo tanto, no sólo existen patrones de voto contrario en las zonas rurales y en las ciudades, sino que la distribución geográfica de los votos por la salida se acumulan en la región central y en partes de Gales –incluyendo las antiguas zonas industriales abandonadas, que no han podido recuperar sus bases económicas–, y esto apunta a las razones sociales y económicas para el Brexit. La percepción del drástico aumento de la desigualdad social y la sensación de impotencia que produce ver que tus propios intereses ya no están representados en el plano político, todo eso está en el contexto de la movilización contra los extranjeros, en el dejar Europa atrás, en el odio a Bruselas. En una vida diaria insegura, 'un sentido nacional y cultural de pertenencia' es, de hecho, un elemento de estabilización.
¿Pero son esas solo cuestiones sociales? Hay una tendencia histórica bien conocida hacia la auto-ayuda nacional y de renuncia a la cooperación. La supranacionalidad significa, para la gente común, la pérdida de control. Muchos piensan: sólo la nación ofrece la roca sobre la que aún se puede construir. ¿No demuestra esto que la transición de lo nacional a la democracia transnacional ha fracasado?
No se puede decir que se ha venido abajo un esfuerzo que apenas ha comenzado. Por supuesto, la llamada a "recuperar el control", que ha jugado un papel en la campaña británica, es un síntoma que se debe tomar en serio. En lo que realmente los observadores dieron en el blanco es en la irracionalidad evidente, no sólo del resultado, sino de toda la campaña. Las campañas de odio también están creciendo en el continente. Los rasgos socio-patológicos de esta desinhibida agresividad política apuntan al hecho de que las compulsiones sistémicas omnipresentes en una sociedad global coalescente, económicamente no administrada y digital, simplemente sobre-representan las formas de integración social que se obtienen democráticamente en el Estado-nación. Esto desencadena comportamientos reaccionarios. Un ejemplo son las fantasías wilhelmianas de, por ejemplo, Jaroslav Kaczynski, mentor del actual gobierno polaco. Después del referéndum británico propuso la desintegración de la UE en una asociación informal de estados nacionales soberanos, de manera que éstos se fundan rápidamente en una gran potencia militar entre ruido de sables.
También se podría decir, simplemente: Kaczynski se limita a reaccionar ante la pérdida de control del Estado-nación.
Como todos los síntomas, este sentimiento de pérdida de control tiene un núcleo real –el vaciamiento de las democracias nacionales que, hasta ahora, habían dado a los ciudadanos el derecho a participar en las decisiones importantes que condicionan su vida social. El referéndum de Reino Unido proporciona una prueba viva de la palabra clave: "post-democracia". Obviamente, se ha derrumbado la infraestructura sin la cual no puede haber una esfera pública sólida y competencia entre los partidos. Después de los análisis iniciales, los medios de comunicación y los partidos políticos de la oposición fallaron a la hora de informar a la población sobre cuestiones relevantes y hechos elementales, y mucho más a la hora de discernir los argumentos, a favor o en contra, de los puntos de vista políticos opuestos. La muy baja participación de las personas entre 18 y 24 años de edad, supuestamente perjudicados por los ancianos, es otro dato revelador.
Parece que la prensa es culpable, otra vez…
No, pero el comportamiento de este grupo de edad ilustra la manera en que los jóvenes usan los medios en la era digital y cómo cambia la actitud hacia la política. En la ideología de Silicon Valley, el mercado y la tecnología salvarán a la sociedad y por tanto harán que algo tan antiguo como la democracia sea superflua. Un factor que hay que considerar seriamente en este asunto es la tendencia general hacia la integración cada vez más estrecha de los partidos políticos en el complejo organizativo del Estado. Y, por supuesto, no es una coincidencia que las políticas europeas no estén enraizadas en la sociedad civil. La Unión Europea se ha constituido de manera que las decisiones económicas básicas que afectan a la sociedad en su conjunto no figuran entre las decisiones democráticas. Este vaciamiento tecnocrático de la agenda diaria a la que se enfrentan los ciudadanos no es un destino de la naturaleza sino la consecuencia del diseño de los tratados. En este contexto, la intencionada separación política de la división de poder entre el nivel nacional y el europeo también juega un papel: el poder de la Unión se concentra allá donde los intereses del estado-nación se bloquean entre ellos. La transnacionalización de la democracia sería la respuesta correcta. En una sociedad global tan interdependiente, no hay otra manera de compensar la pérdida de control que los ciudadanos sienten y de la que se quejan; en realidad, esto es lo que ha pasado.
La Unión Europea se ha constituido de manera que las decisiones económicas básicas que afectan a la sociedad en su conjunto no figuran entre las decisiones democráticas.
Pero casi nadie cree ya en esa transnacionalización de la democracia. El sociólogo Wolfgang Streeck dice que la UE es una máquina desreguladora que fue incapaz de proteger a las naciones del capitalismo salvaje, es más, que las abandonó a su suerte. Ahora bien, las naciones-estado deberían tomar el asunto en sus propias manos otra vez. ¿Por qué no debería haber una vuelta al antiguo capitalismo del Estado de bienestar?
El análisis de Streeck sobre la crisis se basa en datos empíricos convincentes. Comparto también su diagnóstico sobre el estado apergaminado de la sustancia democrática, que hasta ahora ha tomado forma institucional casi únicamente en el Estado-nación. También comparto muchos diagnósticos parecidos de politólogos y abogados que se refieren a las consecuencias des-democratizantes de la “gobernanza” --las nuevas formas políticas y legales de “gobernar más allá del Estado-nación”. Pero el argumento para volver al formato de pequeños Estados-nación no me convence tanto. Porque estos deberían funcionar en los mercados globalizados en la misma línea que los conglomerados globales. Y esto significaría la total abdicación de la política frente a los imperativos de los mercados desregulados.
Hay un campo interesante en formación… Por un lado están los que piensan que la UE ha superado su propósito de ser un proyecto político y que el Brexit es una clara señal para eliminar Europa. La otra parte, la de Martin Schulz, por ejemplo, dice: “No podemos seguir así. La crisis de la UE se debe a la falta de profundización: existe el euro, pero no hay ni un gobierno europeo ni una política económica y social". ¿Quién tiene razón?
Cuando, en la mañana después del Brexit, Frank-Walter Steinmeier aprovechó el momento para invitar a los primeros ministros de los seis estados fundadores de la UE, Ángela Merkel sintió el peligro enseguida. Esa reunión podría haber sugerido a algunos que el deseo real era reconstruir Europa después de una serie de temblores. Al contrario, ella insistió en buscar un acuerdo entre los otros 27 Estados miembros. Sabiendo que en este círculo, y con líderes nacionalistas como Orban o Kaszinski, un acuerdo constructivo es imposible, Ángela Merkel quiso cortar de raíz cualquier pensamiento sobre una futura integración. En Bruselas exigió al Consejo que se mantuviese firme. Tal vez tiene la esperanza de poder neutralizar exhaustivamente las consecuencias económicas y comerciales del Brexit, o incluso de que se reviertan del todo.
Su crítica suena un poco antigua. Ha acusado mucho a la señora Merkel de acometer una política de agachar la cabeza y tirar hacia adelante. Al menos en la política europea.
Tengo miedo a que esa política de minimizar las cosas triunfe, aunque tal vez ya haya triunfado --aquí sin perspectiva, ¡por favor! El argumento es: “No te cabrees, la UE siempre ha cambiado”. De hecho, este ir saliendo del paso sin un final visible ante la actual, explosiva crisis europea, se traduce en que la UE nunca será capaz de caminar hacia delante “como antes”. Pero precipitarse y adaptarse a la normalidad de la “dinámica de estancamiento” se paga renunciando a cualquier intento de dar forma, políticamente, a los acontecimientos. Y es precisamente esta Ángela Merkel la que rechazó enfáticamente, en dos ocasiones, la extendida noción de los politólogos sobre la falta generalizada de espacio para acometer maniobras políticas --sobre el cambio climático y la acogida de refugiados--. Sigmar Gabriel y Martin Schulz son las únicas voces destacadas con alguna traza de temperamento político que se niegan a aceptar la tímida retirada de la clase política ante cualquier intento de pensar, siquiera, con tres o cuatro años de antelación. Que el liderazgo político simplemente deje que el férreo puño de la historia tome el control no es un signo de realismo. “En casos de peligro y extrema emergencia, decidirse por el término medio lleva a la muerte” --últimamente pienso mucho en la película de mi amigo Alexander Kluge. Por supuesto solo desde la retrospección se entiende que podría haber otra solución. Pero para descartar una alternativa antes de que se haya intentado poner en marcha uno debe tratar de imaginar nuestra situación actual igual que un historiador mira al pasado presente.
Sigmar Gabriel y Martin Schulz son las únicas voces destacadas con alguna traza de temperamento político que se niegan a aceptar la tímida retirada de la clase política ante cualquier intento de pensar, siquiera, con tres o cuatro años de antelación.
¿Cómo puede imaginarse la profundización de la Unión sin obligar a los ciudadanos a temer una mayor pérdida de control democrático? Hasta ahora toda profundización ha incrementado el euroescepticismo. Hace años Wolfgang Schäuble y Karl Lamers hablaron de la Europa de dos velocidades, de un corazón europeo --y usted estaba de acuerdo. ¿Cómo funcionaría? ¿No se deberían cambiar los tratados en este caso?
La convocatoria de una convención que conduciría a grandes cambios y referendos sólo sucedería si la UE hubiese hecho intentos más perceptibles y convincentes para abordar los problemas más urgentes. Los problemas urgentes son la todavía no resuelta crisis europea, el problema a largo plazo de los refugiados y los problemas de seguridad. Ni siquiera la mera descripción de estos factores están consensuados en el círculo cacofónico de los 27 miembros del Consejo Europeo. Solo se puede llegar a compromisos si los socios están dispuestos a comprometerse y esto significa que sus intereses no deberían ser demasiado divergentes. Una mínima convergencia de intereses es lo mejor que se puede esperar de los miembros de la Eurozona. La historia de la crisis de la moneda común, cuyos orígenes han analizado extensamente los expertos, une a estos países durante varios años --si bien de manera asimétrica. Por lo tanto la Eurozona delimitaría el tamaño natural del corazón de Europa. Si estos países tuviesen la voluntad política, el principio básico de “cooperación estrecha” prevista en los tratados permitiría los primeros pasos hacia la separación de ese corazón --y, con ello, la largamente esperada formación de una contraparte del Eurogrupo dentro del Parlamento Europeo.
Eso dividiría la UE.
Cierto, la argumentación contra este plan es la “división”. En cualquier caso, asumiendo que se quiera la integración europea, este argumento es infundado. Porque solo un corazón que funcionase correctamente podría convencer a las poblaciones polarizadas de todos los Estados-miembro de que el proyecto tiene sentido. Solo bajo estos fundamentos aquellas poblaciones que prefieren estar sujetas a su soberanía podrían convencerse gradualmente de unirse --una decisión que siempre estará abierta (!) para ellos: en esta perspectiva debe de haber, desde el principio, un intento de hacer esperar entre bastidores a los Gobiernos para tolerar ese proyecto. El primer paso hacia un compromiso en la Eurozona es bastante obvio: Alemania deberá renunciar a su resistencia a una coordinación más estrecha de las políticas fiscales, económicas y sociales, y Francia deberá estar preparada para renunciar a su soberanía en estas mismas áreas.
Solo un corazón que funcionase correctamente podría convencer a las poblaciones polarizadas de todos los Estados-miembro de que el proyecto tiene sentido.
¿Quién bloqueó esto?
Mi impresión desde hace mucho tiempo era que la posible oposición sería mayor en el lado francés. Pero esto ya no es así. Cada acción de profundización colapsa por la obstinada resistencia de la CDU/CSU gubernamental, que durante años ha decidido evitarle a sus votantes un mínimo de solidaridad con los ciudadanos de otros países europeos. Cuando las siguientes elecciones están en el horizonte, juegan con los egoísmos de la economía nacional -y sistemáticamente subestiman la disponibilidad de la mayoría de los ciudadanos alemanes a hacer concesiones en sus intereses a largo plazo. Se debería ofrecer, enérgicamente, una alternativa razonable y de largo aliento a la abrumadora continuación de su actual línea de acción.
El Brexit refuerza la influencia alemana. Y Alemania ha sido vista como hegemónica. ¿Cómo nace esa percepción?
La recuperación de la supuesta normalidad de los Estados-nación llevó a un cambio en la mentalidad de nuestro país, que se dasarrolló durante décadas en la antigua Alemania del Este. Esto coincidió con un estilo de creciente autoestima y una insistencia más franca sobre la orientación “realista” de las actitudes políticas en la nueva República de Berlín hacia el mundo exterior. Desde 2010 hemos visto cómo el Gobierno alemán trata su indeseado y creciente papel de liderazgo en Europa pensando menos en lo general y más en su interés nacional. Incluso un editorial de Frankfurter Allgemeine Zeitung admite el efecto contraproducente de las políticas alemanas, “porque confunde más y más el liderazgo europeo con la imposición de sus propias ideas sobre el orden político”. Alemania es una potencia hegemónica reacia pero insensible e incapaz, que usa e ignora a la vez el alterado equilibrio de poder europeo. Esto provoca rencores, sobre todo en otros países de la Eurozona. ¿Cómo debería sentirse un español, portugués o griego que ha perdido su trabajo como resultado de la política de recortes decidida por el Consejo Europeo? No puede emplazar a los ministros alemanes que impusieron sus políticas en Bruselas: no puede votarlos ni echarlos de la administración. En lugar de esto, durante la crisis griega pudo leer cómo esos mismos políticos negaban enfadados cualquier tipo de responsabilidad en las desastrosas consecuencias sociales que habían causado, casualmente, sus programas de recortes. A menos que nos libremos de esta estructura antidemocrática y defectuosa, será difícil asombrarse por la campaña de desprestigio antieuropea. La única manera de que haya una democracia europea es intensificando la cooperación europea.
El Estado del bienestar y la democracia forman un nexo intrínseco que en la unión monetaria ya no puede ser asegurado por los Estados nación individuales.
¿Lo que está diciendo es que los movimientos de derechas solo desaparecerán cuando haya más Europa y la UE sea mucho más democrática?
No, creo que perderán terreno durante el proceso. Considero correcto que todas las partes asuman que la Unión tiene que recuperar confianza para cortar la hierba bajo los pies de los populistas de derechas. Una parte quiere sacar provecho de su capacidad de impresionar a los simpatizantes de derechas mostrando músculo. El eslogan es “no más visiones elevadas, más soluciones prácticas”. Ese punto de vista está tras la renuncia pública de Wolfgang Schäuble a su propia idea sobre el corazón de Europa. Ahora cuenta completamente con el método intergubernamental, confía en que los jefes de Estado y de Gobierno resuelvan las cosas entre ellos. Sigue confiando en la apariencia exitosa de la cooperación entre Estados-nación. Pero los ejemplos que pone --la unión digital de Oettinger, la europeización de los presupuestos armamentísticos o la unión energética-- difícilmente cumplirían el deseado objetivo de impresionar a la gente. Y, cuando se trata de problemas verdaderamente urgentes –él mismo habla de la política de refugiados y de la creación de un derecho de asilo europeo, aunque elude el dramático paro juvenil en los países del sur--, entonces los costes de la cooperación son tan altos como han sido siempre. Por lo tanto, el bando opuesto recomienda la alternativa de una cooperación profunda y vinculante con un círculo más pequeño de Estados que estén dispuestos a converger. Esa Euro-Unión no necesita buscar problemas solo para demostrar su propia capacidad de actuación. Y, en el en el camino hacia eso, los ciudadanos se darán cuenta de que ese corazón de Europa se ocupará de los problemas sociales y económicos que están detrás de las inseguridades, del miedo al declive social y del sentimiento de pérdida de control. El Estado del bienestar y la democracia forman un nexo intrínseco que en la unión monetaria ya no puede ser asegurado por los Estados nación individuales.
----------------------------------------------------------------
©"Die Spieler treten ab", DIE ZEIT No. 29/2016, Jürgen Habermas interviewed by Thomas Assheuer.
Esta entrevista, realizada por email, se publicó originalmente en Die Zeit. La traducción al inglés de David Gow, aprobada por Habermas, se publicó en Socialeurope.com, dentro del proyecto ‘Europe after Brexit’.
©Todos los derechos de la versión española (traducción de Adriana M.Andrade y José Luis Marín) pertenecen en exclusiva a CTXT. Para reproducir la entrevista, pueden contactar con info@ctxt.es.
Mario Rapoport dedicó gran parte de su actividad académica y de investigador a historiar desde el campo político y económico las relaciones exteriores de nuestro país. Brasil y Estados Unidos son dos piezas centrales de ese tablero. Mientras trabaja en la edición de un nuevo libro, recibió a Socompa en su departamento del Belgrano. Las noticias a uno y otro lado de la frontera no son alentadoras para el Mercosur. Con preocupación por los tiempos que corren, Rapoport recuerda que “Brasil y Argentina siempre se dispensaron una atención recíproca”. Su lectura señala que “las prevenciones casi siempre estuvieron enfocadas en los planes y en la evolución del vecino. “En parte, una disputa heredera de la rivalidad hispano-lusitana que alimentaron los sectores nacionalistas”, afirma a poco de comenzar la entrevista.
Historiador y economista, su mirada afirma que, según los períodos, esas prevenciones mutuas se relacionaron con la preponderancia o el equilibrio regional. Así fue hasta la década del ’80, cuando el fin de la Guerra Fría, el derrumbe de las dictaduras latinoamericanas y la disolución del bloque soviético propiciaron la convergencia. “Brasilia y Buenos Aires constituyeron el Mercosur. Se asignaron los roles de socios comerciales, pero no el de aliados estratégicos”, enfatiza Rapoport. Una debilidad constitutiva.
La interpretación tiene puntos de coincidencia con la obra de Luiz Alberto Moniz Bandeira. El historiador brasileño, fallecido el año pasado en Alemania, plantea que tanto la “secular rivalidad” con Argentina como la “tradicional amistad” de Brasil con Estados Unidos constituyeron, en gran medida, estereotipos ideológicos manipulados por Washington y grupos locales para influenciar la política exterior de Itamaraty y orientar el sistema de relaciones internacionales dentro del hemisferio. “Quedamos atrapados en ese juego”, advierte Rapoport.
Un poco de historia
Entre los especialistas hay consenso en que el alineamiento de Brasil y Estados Unidos en la primera mitad del Siglo XX reflejó una situación de complementariedad. Estados Unidos explicaba el 60 por ciento de las exportaciones e importaciones brasileñas. Sin embargo, Brasil no aceptó pasivamente la hegemonía de Washington, especialmente desde la década del ’50, cuando Getulio Vargas retornó al poder e intentó consolidar un proceso de industrialización que tuvo en Volta Redonda su principal símbolo.
Para Rapoport, el quiebre fue relativo: “Vargas fue nacionalista, y si bien el complejo siderúrgico de Volta Redonda se hizo con financiamiento estadounidense, la construcción estuvo en manos de las empresas brasileñas. Los sectores más nacionalistas, que eran pro alemanes y antagonizaban con Washington, cedieron ante el pragmatismo de Vargas”.
De allí en más, las élites brasileñas ejercitarían un nacionalismo empírico caracterizado por el logro de objetivos tangibles. Petrobras, Embraer y el Bnades constituyen aun hoy el símbolo de esa política. La aspiración a desempeñar un creciente rol autónomo en el escenario mundial modeló la relación de Brasil con Estados Unidos.
El panorama recién cambió en la década del ’90. El ascenso de Fernando Henrique Cardoso a la presidencia habría de sintetizar en el contexto de un neoliberalismo triunfante el antagonismo de las clases capitalistas tradicionales y las élites intelectuales cosmopolitas. El resultado de la disputa consolidó una interpretación: el pasado político de Brasil obstaculizaba el presente y retardaba el avance de la sociedad. Según Cardoso, el problema estaba en la herencia de Vargas. Un modelo de desarrollo autárquico e intervencionista. Nada muy diferente al discurso que dominó en la Argentina durante los años del menemismo y las “relaciones carnales”.
-Uno se siente tentado a trazar paralelismo. Se podría decir que Clinton fue a Cardoso lo que Bolsonaro es a Trump…
-Más allá de algunas similitudes entre el programa que ejecutó Cardoso y lo que propone Guedes, queda claro que Bolsonaro no es el regreso de los neoliberales cosmopolitas e ilustrados, el sector que representó Cardoso.
-¿Qué lectura hace del ascenso de Bolsonaro? ¿Qué factores lo explican?
-En el ámbito académico brasileño hay consenso en que el proceso comenzó en el segundo gobierno de Dilma. Un factor determinante fueron las medidas neoliberales que adoptó. Cambió el rumbo, pasó de priorizar la inversión pública a priorizar la inversión privada…
-Y el Lava Jato…
-También. El viraje de Dilma fomentó la corrupción privada, el lavado de dinero y la fuga de capitales. La derecha brasileña aprovechó y la centro derecha quedó fuera de escena. El objetivo era desplazar a Lula. Una jugada a la que apostaron muchos medios, en especial la Red Globo. La corrupción en Brasil está registrada, incluso en Estados Unidos. Eso favoreció la embestida contra Lula. Finalmente, Temer no era tan de temer, lo que era de temer era lo que venía detrás. La centro derecha no lo advirtió y Brasil parió a Bolsonaro.
-¿El triunfo de Trump consolida un nuevo modelo a nivel regional?
-Parece pronto para sacar conclusiones. Es evidente que Bolsonaro no se explica sin Trump en la Casa Blanca y sin el éxito de su política económica. En Estados Unidos cayó el desempleo y se fortaleció el consumo de la clase media baja que depende del trabajo industrial en regiones como Detroit, Pittsburgh, Chicago, Cleveland y Minneapolis. Las crónicas reflejan que Trump es vivado en esos estados, los más castigados por el cierre de fábricas. Es un dato muy relevante. Sin embargo, más allá de la coyuntura, hay otros factores, los que pueden rastrearse a través del tiempo.
-¿Cuáles serían esos factores?
-En un enfoque más estructural aparecen las recurrentes crisis del capitalismo y las respuestas que construyeron las élites a ambos lados del Atlántico Norte. Allí está la clave de lo que sucede no solo en Brasil, sino también en muchos países de Europa y en Estados Unidos. La crisis del ’73, el estallido de la burbuja de las tecnológicas en 2002 y la crisis de las sub prime en 2008 fueron escalas de un mismo proceso, el declive de las grandes empresas, las emblemáticas, las que dominaron el panorama productivo desde el New Deal.
-El tema de la deslocalización industrial…
-Efectivamente. Los europeístas y los demócratas estadounidenses nos condujeron a la crisis de 2008 y esa crisis se remonta a la deslocalización industrial. El traslado de las grandes empresas en busca de mano de obra barata creó puestos de trabajo en Asia y desempleo en Estados Unidos y Europa. Apple, por ejemplo, produce apenas la décima parte de su valor agregado en territorio estadounidense. El resto tiene que importarlo.
-Trump, que no viene del mundo de las finanzas, advirtió el problema…
-Lo que vio Trump antes que otros es que ahí había un reclamo muy potente en términos electorales y lo aprovechó. Su propuesta fue directa: hacer retornar el empleo a Estados Unidos. Por eso reniega de los acuerdos multilaterales y bilaterales. Al igual que Bolsonaro, Trump pone en tela de juicio un esquema de comercio global que está muy cuestionado por amplias capas de la sociedad.
Dicho esto, Rapoport propone una hipótesis audaz. Se diría que perturbadora y políticamente incorrecta. La interpretación apunta a que Roosevelt, aunque en otro contexto, hizo algo similar. “Bajo un espíritu keynesiano, el New Deal colocó el tema del empleo en el centro de la escena. Lo de Trump es parecido, aunque le agregó condimentos típicos de esta época, como la discriminación hacia los inmigrantes, algo que en la coyuntura funciona en el marco de un discurso que apunta a recuperar el empleo para los estadounidenses”, dice Rapoport.
El futuro del Mercosur
Hasta el momento, las posturas de Macri y Bolsonaro dejan sin respuestas a una amplia agenda bilateral que incluye temas comerciales, pero también otros, como la cuestión de las inversiones, las compras públicas y el fortalecimiento entre las empresas de ambos países. El desdén de Bolsonaro por el Mercosur, según muchos analistas, implicará un fuerte retroceso. Guedes afirmó que priorizará acuerdos comerciales bilaterales con Estados Unidos y Europa, profundizará la liberalización, la apertura comercial y una mayor flexibilidad laboral. Las mismas prioridades que exhibe Cambiemos.
De este lado de la frontera, el canciller Jorge Faurie, suele poner el acento en las negociaciones iniciadas no solo con la Unión Europea, sino también con Canadá, Singapur, Corea del Sur y el EFTA, integrado por Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein. “Si Brasil emprende una estrategia de negociación individual, el Mercosur podría transformarse en un área de libre comercio donde cada miembro tendrá la oportunidad de fijar la estrategia de integración que crea más conveniente. El peligro es obvio. Sin negociación en bloque, Argentina quedaría en desventaja de cara las grandes potencias”, advierte Rapoport.
Quienes sostienen que el Mercosur fracasó argumentan que desde su creación no se profundizó la integración y que no sumó acuerdos comerciales con otras regiones y países. El problema no sería en la concepción original, sino el aislacionismo que habrían promovido el kirchnerismo y el PT. La visión agrega que los ganadores habrían sido pocos: apenas los sectores industriales altamente concentrados que aumentaron su actividad detrás de las elevadas barreras aduaneras. “Hay que reconoce que el Mercosur quedó muy restringido. Si de integración intra industrial se trata, el proceso solo alcanzó a incluir al bloque automotriz. No mucho más”, dice Rapoport.
Desde Cambiemos sostienen que pese a que la primera década del siglo fue propicia en el terreno económico y comercial, tanto Argentina como Brasil quedaron por debajo del promedio de los demás emergentes en términos de crecimiento y expansión comercial. Agregan que en más de tres décadas no se alcanzaron mecanismos para evitar la volatilidad en un comercio bilateral que creció menos que el intercambio con el resto del mundo.
En síntesis: un área de libre comercio incompleta y una unión aduanera imperfecta con señales de estancamiento. El avance del volumen comerciado no se reflejó en una diversificación de los bienes transados y en una mayor integración productiva-industrial. El comercio intra-industria se estancó. Cada país profundizó sus respectivas ventajas comparativas. Argentina consolidó su dominio en los productos primarios y retrocedió en el rubro manufacturas. Brasil, en tanto, avanzó en sus exportaciones industriales.
-¿Qué análisis hace de las críticas al Mercosur?
-La intención de Cambiemos es clara y nada nueva. La explicitaron todos los funcionarios que pasaron por el área económica. Ellos quieren mayor apertura. La justifican señalando que Brasil tiene superávit con casi todos los países del Mercosur y que Argentina no ha logrado escalar el mercado brasileño. En síntesis: que tanto Argentina como Brasil se habrían cerrado y esto habría generado problemas de competitividad.
-En Cambiemos se desdibujaba la idea de encontrar en Brasil un aliado para negociar tratados de libre comercio desde el Mercosur…
-No parece la prioridad de Bolsonaro ni de su equipo. Tampoco la de Uruguay, que viene presionando por la flexibilización de las reglas para poder negociar tratados bilaterales por fuera del bloque.
-¿Qué consecuencia concretas tendrían la flexibilización del Mercosur y la promesa de Bolsonaro de profundizar la reforma laboral y rebajar impuestos a las grandes empresas?
-Se perderán referencias, beneficios y la posibilidad de avanzar en plataformas productivas bilaterales. La profundización de la reforma laboral y la aplicación de reformas impositivas que aligeren la carga fiscal pondrán mayor presión sobre sobre la Argentina en la improbable tarea de atraer inversiones.
-¿Por qué improbable?
-Porque nadie va a invertir en un país donde no se puede ganar dinero porque tiene un mercado interno destruido. Las inversiones industriales van tradicionalmente a Brasil. No creo que Bolsonaro auspicie un proceso de desindustrialización. La industria brasileña tiene referentes con liderazgo y peso propio.
-Algo de lo que carece el entramado industrial argentino…
-Samuel Pinheiro Guimarães y Celso Amorin, los dos hombres que condujeron Itamaraty durante los gobiernos del PT, querían hacer de la Argentina el principal socio comercial de Brasil. El objetivo era compartido por la Federación de Industrias de San Pablo, que aspiraba a un rol de liderazgo. De este lado, los industriales no ofrecían reparos. Sabían y saben que carecen de liderazgo. Nunca constituyeron una burguesía industrial.
-¿Qué está en juego en la relación con Brasil?
-Mucho. Hacia Brasil se dirige casi un tercio de las exportaciones totales de Argentina. Aunque son preponderantes los productos agropecuarios, hay una larga cadena de industrias que depende del mercado brasileño. Y no me refiero solo a las terminales automotrices, las autopartistas y algunos segmentos del sector metalmecánico. Hay otros, como los bloques productores de plásticos, químicos y alimentos. Son sectores que concentran el empleo nacional de alta calidad.
-¿Y el impacto que podría tener en Argentina el programa de la dupla Guedes/Bolsonaro?
-En términos macroeconómicos dependerá de cómo evolucione la economía brasileña. Por lo pronto, el ajuste fiscal que anunciaron podría ralentizar aún más la actividad de Brasil y llevarlo a una nueva fase recesiva. Eso, obviamente, tendría efectos negativos sobre la Argentina. Se achicaría el margen de negocios para los industriales argentinos.
¿Un nuevo eje hemisférico?
El desdén de Bolsonaro por el Mercosur no anuncia nada bueno. Tampoco que en su primera gira presidencial no figure Buenos Aires. Su primera escala será Chile. Le seguirán Estados Unidos e Israel. “Por lo pronto, la retórica de Bolsonaro presagia un realineamiento de Brasil con un norte bien definido, el Washington de Trump, y no se trata solo de cuestiones comerciales”, advierte Rapoport. Los indicios desbordan lo comercial. Lo prueban las visitas a Brasil del secretario de Defensa, James Mattis, y del vicepresidente Mike Pence. Ambos promovieron un cerco sobre Venezuela. Un objetivo grato para las Fuerzas Armadas brasileñas.
-Todo indicaría que Bolsonaro apuesta a relanzar el eje hemisférico Brasilia-Washington.
-El ascenso de Trump deshizo la trama en la que se asienta el Mercosur. Esa lógica implicaba desde el punto de vista de Washington dos grandes áreas de libre comercio. Una en el Pacífico para aislar a China y otra en el Atlántico para aislar a Europa. A la vez suponía presionar al Mercosur hacia un área de libre comercio continental. Hillary iba en busca de eso. Trump rompe con ese objetivo. Ahí aparecen los Macri y los Bolsonaro.
-¿El golpe de timón en Brasil replantea el problema de la inserción internacional de la Argentina?
-Argentina está en la zona de influencia de Estados Unidos. Ya sin el contrapeso que supuso en otras épocas Gran Bretaña, el problema se resolvió durante la Segunda Guerra Mundial. Allí está la clave de lo que fue y es la Argentina. Brasil acordó con Washington. Nosotros quedamos aislados. Los conservadores querían llegar a un acuerdo con Estados Unidos, pero no pudieron. Fue entonces que avanzaron con dos acuerdos comerciales con Brasil. Uno lo firmó Carlos Saavedra Lamas y el otro Enrique Ruiz Guiñazú. Fueron los primeros entre Buenos Aires y Río de Janeiro.
-Brasil fue una salida de emergencia.
-Algo así. Gran Bretaña desapareció del horizonte, Estados Unidos nunca fue mercado, con Europa es casi imposible acordar. Para Argentina, el Mercosur era la única salida. No quedaba otra. Y el Mercosur es Brasil.
-Bolsonaro afirmó que privilegiará las relaciones entre los sectores de defensa de Brasil y Estado Unidos…
-Esa relación es de larga data y se profundizó a partir del golpe contra Rousseff. Temer firmó varios convenios científico-tecnológicos para fomentar nuevas tecnologías de defensa. También auspició el llamado diálogo entre ambas industrias. Incluso avanzó para que Washington utilice la base de Alcántara para el lanzamiento de satélites.
-¿Cómo juega Chile en este tablero?
-Piñera ya anunció que se sumará a la Iniciativa de La Franja y La Ruta de China. Lo hará en busca de profundizar la relación económica y política con Beijing. Su objetivo es atraer inversiones en infraestructura y abrir el mercado chino.
-Todo indica que la flexibilización del Mercosur está a la vuelta de la esquina.
-Una cosa es que se abra Brasil y otra que lo haga Argentina. Nuestro problema es que no tenemos un desarrollo industrial que pueda competir en el mercado internacional. No alcanza con el sector agro exportador. Al que menos le conviene la flexibilización es a nuestro país. Macri aparece con el discurso de acordar con la Unión Europa y de meternos de cabeza en cuanto tratado multilateral y bilateral se pueda. Llega con la historia de abrir la economía. La cuestión es que Macri lee mal y quiere abrirse cuando el mundo se cierra.
-Se diría que lo de Trump fue para Cambiemos un golpazo tan grande que se quedó paralizado, sin brújula hasta el día de hoy.
-Lo que propone Macri no es solución. Es un desastre. El kirchnerismo con sus aciertos y errores fortaleció el mercado interno, renegoció una quita importante de la deuda, aprovechó el ciclo alcista de los commodities y mejoró la distribución de la riqueza. Macri no solo está equivocado desde el punto de vista ideológico. También se equivoca en lo estratégico. El error es tan grande desde lo pragmático que no puede salvar nada. Al kirchnerismo se le puede criticar que no fue a fondo, pero hay que reconocer que ir a fondo en este país es muy difícil. Tenemos una clase media muy gorila.
La reunión este miércoles en la Casa Blanca entre Donald Trump y Jean-Claude Juncker empezó bajo claros signos de pesimismo pero terminó con un inesperado acuerdo que frena la guerra comercial entre Washington y Bruselas. Los presidentes de Estados Unidos y la Comisión Europea acordaron la creación de un grupo de trabajo para negociar divergencias arancelarias. Mientras se lleven a cabo las conversaciones, ninguno de los dos bloques impondrá nuevas barreras comerciales al otro. Es decir, por ahora no llegarán los temidos impuestos estadounidenses a los coches europeos ni la pertinente represalia comunitaria. Pese a la tregua, hasta que no se alcance un entendimiento, se mantendrán los aranceles al acero y al aluminio decretados por Washington y las represalias de Bruselas. La Unión Europea, además, prometió importar más soja y gas natural licuado procedente de EE UU, lo que podría rebajar su dependencia de Rusia.
La guerra comercial entre ambos bloques, que suponen más de la mitad de las transacciones mundiales, no termina. Pero el pacto es un paso decisivo para rebajarla y es de las pocas buenas noticias en los últimos meses en la relación transatlántica marcada por los encontronazos y el desdén de Trump con sus socios europeos en asuntos comerciales, de seguridad y diplomáticos. No es ningún secreto el carácter camaleónico del republicano. En su día, también dijo haber alcanzado un acuerdo con China para evitar una guerra comercial pero luego se desdijo. Es cierto, sin embargo, que el pacto con la UE es algo más robusto, aunque carezca de detalles precisos, y fue anunciado con satisfacción tanto por el republicano como por el político luxemburgués.
“Pondremos en pausa futuros aranceles y reevaluaremos los impuestos al acero y el aluminio”, dijo Juncker en una comparecencia en la Casa Blanca, no prevista, junto a Trump tras más de dos horas de reunión. “Tenía una intención: lograr un acuerdo hoy”. El presidente estadounidense afirmó que se “resolverán” esos aranceles y las contramedidas de Bruselas. Y se mostró eufórico: “Es un gran día para el comercio libre y justo”. Ambos también acordaron trabajar para reducir a “cero” los impuestos en algunos bienes industriales, que no especificaron, y en reformar la Organización Mundial del Comercio, blanco habitual de la ira proteccionista de Trump.
Juncker explicó después, en declaraciones a la prensa en un centro de análisis, que el objetivo es que el grupo de trabajo se reúna durante los próximos 10 meses pero admitió que no hay un calendario preciso para levantar los aranceles actuales. “Acordamos que, si estamos logrando suficientes progresos en otros asuntos, esto se puede hacer de un día para el otro”, señaló.
En un comunicado conjunto, EE UU y la UE dicen haber acordado iniciar una “nueva fase” en la relación en la que ambos bloques “ganan” comercialmente. La nota menciona cuatro puntos: avanzar hacia la reducción de aranceles, fortalecer la cooperación energética, abrir un diálogo sobre estándares de facilitación comercial y colaborar en una reforma de la OMC.
Escepticismo previo
Sin embargo, la antesala del encuentro y del anuncio del acuerdo estuvo marcada por el escepticismo y las líneas rojas. “No soy muy optimista”, había dicho Juncker antes de la cita. Y la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, también presente en la reunión, había avanzado que Bruselas ya tenía preparadas posibles nuevas represalias por valor de 20.000 millones de dólares en caso de que Washington impusiera nuevos aranceles a los vehículos europeos.
Dentro del Despacho Oval, con un rostro muy serio, Juncker no escondió la brecha abierta con Washington. “Somos socios cercanos, aliados, no enemigos. Tenemos que trabajar juntos”, subrayó al inicio de la reunión. Fue su respuesta a la frase de Trump hace dos semanas cuando, tras su turbulenta visita a Bruselas, afirmó que la “Unión Europea es un enemigo en el comercio”.
Junto al líder comunitario, el republicano repitió su retahíla de quejas habituales. “Estados Unidos ha estado perdiendo cientos de miles de millones de dólares con la Unión Europea. Queremos un terreno de juego equilibrado”, dijo. Y pidió levantar “todas las tarifas, barreras y subsidios” entre los dos bloques.
Pese a que el pacto preliminar dulcifica por ahora esa realidad, EE UU y Europa viven cada vez más en universos paralelos. Mientras cuestiona el orden liberal levantado hace siete décadas, Trump se aleja de sus socios europeos en asuntos de economía, seguridad y diplomacia, y estos admiten que deben confiar menos en la primera potencia mundial.
“La relación transatlántica está en andrajos. Incluso si los aranceles se retiran, la desconfianza se mantendrá”, sostiene Brett Bruen, un diplomático que trabajó como responsable de comunicación global de la Casa Blanca del demócrata Barack Obama. “Trump necesita desesperadamente una victoria en el escenario mundial. Escalar tensiones al otro lado del Atlántico solo haría socavar una posición que se ha debilitado significativamente, incluso dentro de su propio partido. Los republicanos en el Congreso afrontan una pelea muy difícil por la reelección. Mientras puede que sí logren explicar una guerra comercial con China, un frente europeo será difícil de vender”.
La espada de Damocles que pendió sobre la reunión de Trump y Juncker era la amenaza de la Casa Blanca de imponer un arancel de entre el 20% y el 25% a los vehículos importados de Europa, lo que en el caso de la UE supondría golpear un negocio de 50.000 millones de dólares con EE UU, afectando especialmente a la industria automovilística alemana. EE UU tasa actualmente al 2,5% los coches importados de la UE y al 25% las camionetas, mientras que Bruselas impone un tipo del 10% a los coches estadounidenses. Trump suele hablar de un déficit comercial con la UE de 151.000 millones de dólares, pero los expertos consideran que esa cifra es inflada.
Imponer esos aranceles hubiese supuesto la segunda fase de la guerra comercial iniciada en junio cuando, bajo un polémico argumento de la seguridad nacional, EE UU activó impuestos al acero (25%) y al aluminio (10%) procedentes de la Unión Europea, México y Canadá. En paralelo, ha impuesto otros aranceles a China. La UE respondió con sus propias represalias por valor de 3.300 millones de dólares a sectores icónicos de la economía estadounidense, como las motocicletas Harley Davidson y el whisky Bourbon.
Hasta ahora, Trump, un defensor del proteccionismo desde hace décadas, parecía estar decidido a proseguir con su cruzada arancelaria contra Bruselas. El presidente confía en que imponer impuestos pliegue a sus socios ante sus exigencias. Minimiza las advertencias de expertos sobre posibles efectos devastadores de una guerra comercial (aumento del precio de productos y pérdidas de empleo en EE UU) y de políticos republicanos sobre un impacto negativo en las elecciones legislativas del próximo noviembre. De momento, sin embargo, el mandatario se vio forzado el martes a aprobar una ayuda de emergencia de 12.000 millones de dólares a granjeros afectados por las represalias adoptadas por China y México.
Se estima que en 2016 el valor total de las exportaciones de bienes de América Latina y el Caribe (ALC) registró una contracción de 6%. Sin embargo se observó un impacto positivo de la estabilización de los precios de los productos básicos.
Por otra parte, se estima que en 2016 las importaciones sufrieron una caída de 10%, determinada principalmente por el menor crecimiento de las economías de la región.
El desempeño de las exportaciones de América Latina y el Caribe en 2016 se enmarca en un contexto que continuó siendo de escaso e irregular crecimiento de los principales socios comerciales, donde se destaca la desaceleración de la actividad en China.
Las perspectivas de reversión de la tendencia contractiva están asociadas con un escenario en el que continúen mejorando las cotizaciones de los productos básicos a pesar de la previsible apreciación del dólar, y en el que la región recupere la senda del crecimiento reactivando el comercio intrarregional. Una aceleración de la demanda externa, particularmente en los Estados Unidos y en China, sostendría las exportaciones, mientras que el resurgimiento del proteccionismo comercial global sesgaría a la baja el pronóstico.
The contemporary international scenario calls for regionalisms that are appropriate to the political reality of states. The construction of a region is not limited to the dominant vision promoted by the West and the European Union (EU) model. Eurasian and Latin American integration projects and their transcontinental relationship have become more dynamic recently. The People's Republic of China (PRC) and the Russian Federation are key actors in this process. Contemporary multilateralism is heterogeneous and bipolar. It develops between the declining hegemony of the United States and the configuration of a new plural order that joins the East and the global South.
Regionalism in Eurasia has two strands: Russian and Chinese. First, Moscow strives to maintain its influence in the post-Soviet space, as exemplified by the Collective Security Treaty Organisation (CSTO) and the Eurasian Economic Union (EEU). Beijing's interests revolve around the Belt and Road Initiative (BRI). The Sino-Russian relationship is essential for Eurasian regionalism to remain outside Western influence.
The EAEU consists of Armenia, Belarus, Kazakhstan, Kyrgyzstan and Russia. Since 2015, the integration of these countries has been comparable to that of the EU. The bodies with supranational jurisdiction are the Eurasian Economic Commission (EEC) and the EEU Court; the highest authority is the Council, composed of the heads of state of its members. The most important sectors for this region are fossil energy, fertiliser production and cereals.
Central Asia is crucial for connecting Europe with China and the Pacific Rim. Within the framework of the IFR, Beijing is promoting infrastructure projects such as the China-Pakistan Economic Corridors (CPEC) and the China-Mongolia-Russia Economic Corridor(CMREC). The PRC has increased its multilateral presence through the Shanghai Cooperation Organisation (SCO) and signed a free trade agreement with the EEU.
The SCO emerged in 2001 with a security plan but shifted towards economic cooperation since the announcement of the IFR. Its members are Russia, China, Kazakhstan, Kyrgyzstan, Uzbekistan, Tajikistan, India, Pakistan and Iran. The SCO is moving towards creating its financial institutions and establishing intra-regional trade in national currencies. 11% of Chinese investments between 2005 and 2021 are in SCO countries, amounting to USD 236.28 billion, invested mainly in energy and transport.
The Astana International Finance Centre (AIFC), the capital of Kazakhstan, is relevant for Eurasian development and regionalism. The Centre's strategic partners are the Shanghai Stock Exchange and the IFR Foundation. In 2020, 628 companies from 49 countries were in the AIFC, mostly of Kazakh, Chinese and Russian origin. On the Astana Stock Exchange, 47% of assets are in a currency other than the US dollar.
Eurasia, Latin America and the Caribbean rapprochement are multilateral. The EAEC signed a memorandum of understanding with the Andean Community (CAN) in 2017, with MERCOSUR in 2018 and with the Central American Integration System (SICA) in 2021. In addition, the EAEC signed a joint declaration with the Pacific Alliance in 2019. In 2021, the Bolivarian Alliance for the Peoples of Our America (ALBA) initiated dialogues with the EAEU to cooperate on financial issues.
Latin America is moving towards post-hegemonic regionalism models due to the US systemic crisis and the emergence of China as a competitor. The Community of Latin American and Caribbean States (CELAC) serves as a space for concerted action for the region's countries and as a platform for rapprochement with others. The CELAC-China Forum, established in 2014, has boosted the relationship between LAC and Beijing. The dialogue has advanced to the point where, in its Action Plan 2022-2024, it speaks of rapprochement with the region's central banks to facilitate transactions in national currencies. The Asian giant's presence in Latin America is notable for its investments, trade and renewable energies.
Like the PRC, Russia is approaching LAC through CELAC; since 2015, the Dialogue and Cooperation Mechanism has existed. A vital point of the current relationship with the Kremlin is vaccine diplomacy. Thanks to CELAC's intervention, the region received millions of doses of Sputnik V; the same happened with Chinese vaccines.
Experiences in Eurasia and Latin America are viable and natural alternatives to post-hegemonic regionalism. These regions and others in the global South have gained ground against the West and Eurocentrism. China has built cooperation networks favourable to its interests. Using the IFR and helping develop its neighbouring countries, it has managed to shift the axis of the world economy from the North Atlantic to the Pacific Rim. Moscow and Beijing are on the same side of bipolar multilateralism. Latin America, always in search of autonomy, is increasingly looking eastwards.
El escenario internacional contemporáneo exige regionalismos adecuados a la realidad política de los Estados. La construcción de una región no se limita a la visión dominante promovida por Occidente y el modelo de la Unión Europea (UE). Los proyectos de integración euroasiática y latinoamericana, al igual que la relación transcontinental, se han dinamizado en los últimos años; en este proceso, la República Popular China (RPC) y la Federación de Rusia son actores clave. El multilateralismo contemporáneo es heterogéneo y bipolar, oscila entre la hegemonía en declive de Estados Unidos y la configuración de un orden plural desde Oriente y el Sur global.
El regionalismo en Eurasia tiene dos vertientes: la rusa y la china. En la primera, Moscú se esfuerza en mantener su influencia en el espacio postsoviético, ejemplo de ello son la Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC) y la Unión Económica Euroasiática (UEEA). Los intereses de Beijín giran en torno a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR). La relación sino-rusa es esencial para que el regionalismo euroasiático se mantenga fuera la influencia occidental.
La UEEA está formado por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Rusia. Desde el 2015, la integración de estos países es comparable con la de la UE. Los órganos con jurisdicción supranacional son la Comisión Económica Euroasiática (CEEA) y la Corte de la UEEA; la máxima autoridad es el Consejo, compuesto por los jefes de Estado de sus miembros. Los sectores más importantes para esta región son energías fósiles, producción de fertilizantes y cereales.
Asia central es determinante para conectar Europa con China y la cuenca del Pacífico. En el marco de la IFR, Beijín impulsa proyectos de infraestructura como los Corredores Económicos Chino-Pakistaní (CPEC)y el China-Mongolia-Rusia (CMREC). La RPC ha aumentado su presencia multilateral por medio de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y firmado un tratado de libre comercio con la UEEA.
La OCS surgió en 2001 con una agenda de seguridad, pero, desde el anuncio de la IFR, ha girado hacia la cooperación económica; sus miembros son Rusia, China, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, India, Pakistán e Irán. La OCS avanza hacia la creación de sus propias instituciones financieras y el establecimiento del comercio intrarregional en moneda nacional. El 11% de las inversiones chinas, entre 2005 y 2021, está en los países de la OCS; el monto asciende a $236,280 millones de USD, invertidos principalmente en energía y transporte.
El Centro Financiero Internacional de Astaná (AIFC), capital de Kazajistán, es relevante para el desarrollo y regionalismo euroasiático. El Centro tiene como aliados estratégicos a la Bolsa de Shanghái y la Fundación de la IFR. En 2020, 628 empresas de 49 países estaban localizadas en el AIFC, la mayoría de origen kazajo, chino y ruso. En la Bolsa de Astaná, el 47% de los activos están en una moneda distinta al dólar.
El acercamiento entre Eurasia y América Latina y el Caribe se da por la vía multilateral. La CEEA ha firmado memorándums de entendimiento con la Comunidad Andina (CAN) en 2017, con el MERCOSUR en 2018 y con el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) en 2021. Además, la CEEA firmó una declaración conjunta con la Alianza del Pacífico en 2019. En 2021, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) inició diálogos con la UEEA para cooperar en temas financieros.
América Latina avanza hacia modelos de regionalismos post-hegemónicos a causa de la crisis sistémica estadounidense y la emergencia de China como competidor. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) sirve como espacio de concertación para los países de la región y como plataforma para acercarse a otras. El Foro CELAC-China, establecido en 2014, ha impulsado la relación entre ALyC y Beijín. El diálogo ha avanzado al punto en el que, en su Plan de Acción 2022-2024, se habla del acercamiento con los Bancos centrales de la región para facilitar transacciones en moneda nacional. La presencia del Gigante asiático en Latinoamérica es notable por sus inversiones, comercio y energías renovables.
Al igual que la RPC, Rusia se acerca a ALyC a través de la CELAC; desde 2015 se estableció el Mecanismo de Diálogo y Cooperación. Un punto clave de la actual relación con el Kremlin es la diplomacia de las vacunas. Gracias a la intervención de la CELAC, la región recibió millones de dosis de Sputnik V; lo mismo ocurrió con las vacunas chinas.
Las experiencias en Eurasia y América Latina son alternativas viables y reales de un regionalismo post-hegemónico; estas regiones, al igual que otras del Sur-global, han ganado terreno frente a Occidente y el eurocentrismo. China ha construido redes de cooperación favorables a sus intereses; con la IFR y el desarrollo de sus países vecinos, logró mover el eje de la economía mundial del Atlántico Norte a la Cuenca del Pacífico. Moscú y Beijín están del mismo lado del multilateralismo bipolar. América Latina, siempre en busca de autonomía, mira cada vez más hacia oriente.
América Latina es un sitio de grandes oportunidades. Con más de 625 millones de habitantes, 20 millones de kilómetros cuadrados y un rico maná de recursos naturales, la región se ha convertido en un imán de inversiones de todo el mundo, pero principalmente europeas. En los últimos 12 años, los países del Viejo Continente han sido una parte fundamental en la derrama de recursos foráneos que se esparcen desde Tijuana (México) hasta el estrecho de Magallanes (Chile), hasta el punto de convertirse en la primera fuente de inversión extranjera directa latinoamericana y relegar a un segundo plano a Estados Unidos, Canadá y Asia.
Entre 2005 y 2017, las empresas de la Unión Europea lideraron los anuncios de inversiones en Latinoamérica y el Caribe con un 39% del valor total de los nuevos proyectos en la región, dejando en el segundo sitio a las compañías de Estados Unidos y Canadá (con 32%), según un análisis de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Por su parte, aquellos capitales procedentes de Asia y el Pacífico (principalmente China y Japón), concentraron el 16% en el lapso indicado. El cuarto sitio correspondió a las empresas translatinas, con un 9% de las inversiones en la zona; el resto (un 4%) llegó de Oriente Medio y otras economías europeas que no forman parte del bloque comunitario.
El interés de los capitales del Viejo Continente en América Latina y el Caribe no es reciente. Desde principios del siglo XX, Europa tuvo una presencia importante en el sector primario y en diversas áreas de infraestructura, como los ferrocarriles. Después, los recursos europeos se concentraron en los sectores manufactureros, como el automotor, la alimentación y las bebidas, así como en la industria química, que fueron a parar a las mayores economías: Brasil, México y Argentina, con cerca del 75% del acervo total de Inversión Extranjera Directa (IED) europea en la región, de acuerdo con la Cepal.
Durante la década de los noventa, muchas empresas europeas ingresaron en mercados abiertos por las reformas estructurales, a través de los procesos de privatización, explica Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal. Más recientemente, en los años posteriores a la crisis financiera de 2008, las economías de América Latina y el Caribe lograron sostener ritmos de crecimiento elevados mientras que muchos países estaban en recesión, y así las transnacionales europeas sostuvieron niveles de rentabilidad positivos en sus filiales latinoamericanas, agrega la responsable del organismo perteneciente a la ONU.
“Europa ha tenido éxito porque ha sabido explotar sus lazos históricos y culturales en la zona y eso le ha permitido ganar terreno en América Latina”, explica Jaime Granados, especialista en comercio e integración del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Pero mientras que en décadas pasadas el foco de los capitales europeos estaba puesto en las industrias extractivas (que representaba el 43% del monto de IED en 2005 y que cayó al 11% en 2016, para después subir al 14% en 2017), ahora la atención se ha volcado en sectores claves y de “calidad”, según Bárcena, como son las telecomunicaciones, las energías renovables y el automotriz.
Las renovables, a la cabeza
El gran salto lo dieron las energías renovables, que registraron un incremento de la participación en la cartera de inversiones de las empresas europeas en la zona. De 2005 a 2017, su cuota pasó del 3% al 18% del total de la derrama de capitales europeos anunciada en América Latina y el Caribe (con un récord del 34% en 2016), según la Cepal. “La UE es líder en políticas de mitigación del cambio climático y en I+D en energía. Esto puede ser muy importante para los países de la región [Latinoamérica], en la medida en que las firmas europeas transfieran conocimientos, buenas prácticas y capacidades a través de sus inversiones en ese sector”, destaca Bárcena.
Por su parte, la participación de las telecomunicaciones subió del 7% al 16%, en el mismo periodo. Las inversiones se concentraron en Brasil, México, Argentina y Chile, y fueron fruto de los capitales procedentes de España, Italia, Reino Unido y Francia. En tanto, el sector automotor se mantiene con una cuota promedio del 11% del monto total de los proyectos anunciados entre 2005 y 2017. El liderazgo correspondió a las empresas de Alemania, cuyos proyectos representaron el 54% del valor total anunciado para la región en el sector, y fueron acompañadas por firmas de Italia y Francia.
El apetito por Latinoamérica no cesará pronto. “Durante la próxima década, América Latina podría ser una de las regiones más estables, seguras y dinámicas del planeta para las inversiones internacionales, especialmente para las europeas”, estima Carlos Malamud, investigador del Real Instituto Elcano. Esto es valioso en un entorno de crecientes presiones proteccionistas en el mundo. “En un contexto donde la globalización está siendo desafiada y donde Estados Unidos mantiene una posición defensiva, para las empresas europeas las economías latinoamericanas constituyen espacios estratégicos”, subraya Bárcena.
América Latina y el Caribe representan el 11% de todos los activos (stock) de IED de firmas de la UE en el exterior, detrás de Asia (13%) y muy por delante de África (4%). El escenario en Latinoamérica, sin embargo, es de alta competencia, ante el creciente interés de los capitales asiáticos en la zona, comenta Enrique Dussel, coordinador del centro China-México de la Universidad Nacional Autónoma de México. “La relación entre China y América Latina es cada vez más fuerte y [el gigante asiático] hoy no solo busca materias primas (eso fue hace 10 años) sino también quiere oportunidades en el sector servicios”, arguye el experto.
En todo caso, la llegada de mucho más capitales será una oportunidad para que la zona siga la senda del crecimiento. “El avance económico y social de la región en las últimas décadas, así como su actual bono demográfico, su clase media ascendente y su desarrollo humano le permiten posicionarse como una región muy atractiva para las inversiones internacionales y el desarrollo de nuevos negocios”, concluye Bárcena.
Estamos en clima de debate sobre el cónclave de Presidentes del G20, previsto para el 30/11 y 1/12 próximos en Buenos Aires.
Allí se debaten sobre los problemas económicos contemporáneos de la economía mundial capitalista,
Se trata de una reunión asumida con prevención por los anfitriones locales del Gobierno argentino, que organizan el encuentro con unos 20.000 agentes de seguridad, entre locales y extranjeros, con tres cercos de seguridad que cierran la Cumbre del G20 a la población, y un consejo de la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sugiriendo a los habitantes que desalojen la ciudad el 30/11, en un día declarado asueto en la capital de la República Argentina.
Existe la represión preventiva, generando miedo en la población y cerrando el camino del debate al conjunto de la sociedad. El pueblo quiere saber de qué se trata, se decía en la revolución de mayo de 1810. La respuesta de la seguridad oficial está a contramano del reclamo social.
Por eso las denuncias anónimas y de prevención contra un imaginario de violencia que no considera la ejercida contra la mayoría de la sociedad ante la recesión, la inflación y el ajuste, sin considerar la represión explícita ante la protesta social.
En ese marco se inscriben los debates en sentido contrario a los del poder, los que se transitan en otros ámbitos, con una agenda dispuesta desde las necesidades sociales más amplias.
Las agendas del poder suponen condiciones para la liberalización de la economía y mejoras en la rentabilidad de los inversores de capital.
En ese sentido se discuten las reformas estructurales que demandan los sectores dominantes del sistema mundial, especialmente modificar el régimen laboral y previsional.
Al mismo tiempo se demandan favorables condiciones para un desarrollo de la infraestructura adecuada para la extracción de las riquezas naturales, abundantes en Nuestramérica y esenciales para el sostenimiento del modelo productivo y de desarrollo capitalista contemporáneo, más allá del efecto climático, en la Naturaleza y en la sociedad y sus poblaciones.
¿Es posible otro orden?
Desde los pueblos se intenta una agenda alternativa y por eso la Confluencia No al G20 y No al FMI organiza una discusión con movilización de carácter alternativa, donde articulan movimientos sociales, políticos y culturales muy diversos.
Incluso antes, desde el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, se realiza el Primer Foro de Pensamiento Crítico en el Estadio de Ferro, con más de 50.000 inscriptos, menos de la mitad de la Argentina.
A continuación, Clacso organiza la Conferencia Latinoamericana y Caribeña. Ambos acontecimientos nuclean a buena parte de investigadores e intelectuales de la región para instalar una crítica al orden hegemónico. Todo a días de la Contra Cumbre organizada por la Confluencia popular No al G20 y al FMI.
El tema de fondo es como ganar conciencia en la construcción de una subjetividad socio cultural que pueda disputar otro orden social, político, económico y cultural. En sí mismo supone un programa relativo a otro orden, tal como imaginara el Foro Social Mundial cuando en 2001 proponía que Otro Mundo es Posible.
Muchos se interrogan si es posible pensar en un orden alternativo ante la ofensiva contemporánea del capital, que en la Argentina se presenta explícito en el Programa de ajuste y reestructuración regresiva que supone el Presupuesto 2019, de reciente aprobación en el Parlamento.
Ideas para un programa alternativo
Es más, nos interrogan sobre cuál podría ser el rumbo del modelo productivo alternativo.
Vale considerar las síntesis parciales al respecto y contenidas en las demandas de los movimientos populares, por un modelo agrario sustentado desde la soberanía alimentaria. Ello supone modificar el modelo agrario exportador subordinado a la dominación de las transnacionales del agro negocio y la biotecnología. Se debe asentar un plan desde la agricultura familiar y comunitaria, las formas cooperativas y de autogestión pensando en la atención del mercado interno y la cooperación con los países vecinos.
La articulación integrada de la producción primaria con el sector industrial resulta imprescindible, redefiniendo estratégicamente el papel de la energía, desde una concepción soberana y de derecho a la misma. Es un proceso en contra de la mercantilización en el uso y la producción energética, más aún con la perspectiva de un presente contaminante en la explotación de los hidrocarburos no convencionales, vía fractura hidráulica. Ese insumo estratégico de la producción mundial debe subordinarse a una lógica de derechos a la alimentación, a la salud, a la educación y a la propia energía.
Todo lo dicho confluye en un modelo financiero donde la organización social y la autogestión son fundamentales, sin intermediación de la banca transnacional, con papel explícito en sentido socializador de las finanzas y la participación popular en la orientación del crédito.
La Argentina tiene antecedentes en la propuesta del primer ministro de economía, Mariano Fragueiro, sustentando la organización de las finanzas para el aliento del mercado interno y las necesidades sociales. Pero es también la historia del cooperativismo de crédito y la participación popular en la gestión financiera.
Para hacer realidad este programa se necesita articular el saber popular y profesional, contenido en la experiencia social ampliada y en una tradición de escuela y universidad pública, con variados institutos de ciencia y tecnología públicos para superar la dependencia tecnológica.
En la respuesta social a la agenda del poder podremos encontrar pistas para un rumbo diferenciado del actual que consolida una lógica de desigualdad e inequidad en la distribución del ingreso y de la riqueza.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, presentará este lunes el Programa de Desarrollo Regional para Centroamérica y el Sureste de México, a fin de impulsar el progreso económico y social, y al mismo tiempo frenar los flujos migratorios.
El nuevo embajador de México en Honduras, David Jiménez González, adelantó que este Plan incluye un gasoducto que iría desde Salina Cruz, Oaxaca, hasta Panamá, así como una interconexión eléctrica desde Tapachula, Chiapas, al Triángulo Norte de Centroamérica.
"Se tienen grandes proyectos, entre ellos, la interconexión eléctrica que iría desde Chiapas, en Tapachula, para surtir de energía, no solamente a Guatemala, como se está haciendo actualmente, sino viendo las posibilidades de extenderla a El Salvador y a Honduras".
Afirmó que esta iniciativa va a ser un detonador muy importante en las actividades económicas en el sur de México y en el Triángulo Norte de Centroamérica.
"Se van a incorporar proyectos interesantísimos, que van a detonar el despliegue y la actividad económica tanto en el sureste mexicano como en estos tres países", dijo.
Se implementarán zonas industriales
Declaró que el plan del gobierno mexicano tiene como propósito generar proyectos de crecimiento que ayuden a superar la pobreza que obliga a la migración en Centroamérica y parte del sureste mexicano.
El diplomático destacó la necesidad de detonar el desarrollo del sur-sureste de México, junto con los países que conforman el triángulo del norte de América Central, para frenar la migración masiva de pobladores de la región que buscan llegar a Estados Unidos.
Recordó que el gobierno mexicano suscribió el pasado 1 de diciembre un Programa de Desarrollo Regional con Honduras, Guatemala y El Salvador, a efecto de establecer políticas públicas que permitan arraigar a los migrantes en su lugar de origen.
Indicó que dicho plan busca que se implementen zonas y actividades industriales, así como una inversión fuerte y directa en las economías de Honduras, Guatemala, El Salvador y México, a fin de incrementar el desarrollo de las regiones con mayores índices de rezago.
El Plan se coordina con la CEPAL
Marcelo Ebrard, secretario de relaciones exteriores, anunció que el Plan de Desarrollo para México y Centroamérica, incluye una estrategia en materia social y económica con la que se pretende frenar la migración atacando las causas del fenómeno.
El canciller informó que el plan será presentado en coordinación con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Ebrard explicó que, luego de hacerlo público, llevarán la propuesta ante la Casa Blanca y el Congreso de Estados Unidos, ya que la intención es que esa nación pueda colaborar financieramente para ponerlo en marcha.
Buscan apoyo internacional
El embajador de Honduras en México, Alden Rivera, comentó que con la propuesta de la Cepal, se espera tener una incidencia positiva que permita mitigar el fenómeno migratorio, crear condiciones de bienestar que, a juicio de los cuatro países, es la única manera de frenar la tendencia creciente del fenómeno masivo de caravanas.
Alden Rivera destacó que los representantes de los gobiernos iniciarán una jornada de visitas a todos los bancos de desarrollo como el Mundial (BM), Interamericano de Desarrollo (BID), el Centroamericano de Integración Económica y la Unión Europea, entre otros.
El gobierno uruguayo promoverá en la próxima cumbre del Mercosur una modificación de la resolución 32/00 del bloque, norma que en la actualidad impide negociar acuerdos bilaterales con terceros países por fuera de la alianza regional. Con el mandato expreso del presidente Tabaré Vázquez el Ministerio de Relaciones Exteriores impulsará una reformulación que permita avanzar en tratados de libre comercio (TLC) con otros Estados cuando alguno de los socios rechacen llevar adelante un acuerdo de ese tipo de forma colectiva.
Según dijo a El Observador el vicecanciller, José Luis Cancela, la idea es presentar la nueva redacción antes de mitad de año en busca de "instalar la posibilidad de habilitar negociaciones a diferentes velocidades" en el ámbito del Mercosur para acuerdos con otros países.
Eso implica que la primera opción sea ir por un acuerdo a nivel del bloque pero que si otros socios desisten de sumarse se habilite a continuar negociando a quienes quieran firmarlo.
En los hechos, con la iniciativa el Poder Ejecutivo uruguayo buscará tener libertad de acción para negociar acuerdos de tipo TLC con países del resto del mundo cuando Brasil, Argentina o Paraguay declinen la opción.
El vicecanciller afirmó que "el centro de la propuesta" de Uruguay será promover una norma que le de "más flexibilidad" al bloque, un mensaje reiterado desde su asunción en marzo 2015 por Vázquez y el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa.
Cancela mencionó que la nueva redacción a presentar por el gobierno buscará instalar en los hechos el camino que utilizó Uruguay para firmar un TLC con México. En esa ocasión Uruguay acordó de forma bilateral tras recibir el permiso de los otros socios y, al mismo tiempo, abrió la posibilidad de que Brasil, Argentina, o Paraguay se plieguen al acuerdo cuando crean conveniente.
Consultado por El Observador sobre el tema, Vázquez dijo que la negociación será llevada adelante por la Cancillería.
Nin Novoa se había referido a la intención de reformular la normativa el 16 de marzo durante una conferencia con empresarios organizada por la consultora PwC.
"Lo que nosotros discutiríamos con el resto de los países del Mercosur sería la posibilidad de tener un acuerdo marco general y después que cada país pudiera hacer algunas cosas dentro de ese marco, como tuvimos con México", dijo el ministro.
En ese evento el canciller sostuvo que no se trata de "borrar" la actual normativa sino de "reformularla". Además explicó que para el "poder negociador" de Uruguay es relevante mantener como socios a Brasil y Argentina por el interés que generan en el resto del mundo.
"Me parece que hay condiciones para reformular, flexibilizar, porque sobre todo hay un precedente que es México", agregó Nin Novoa.
Hasta ahora el discurso del Poder Ejecutivo también chocó con la posición de sectores del Frente Amplioque se basan en la actual resolución 32 para exigir negociaciones en bloque. Sin embargo un cambio normativo puede liberar ese flanco.
En la actualidad el Ministerio de Relaciones Exteriores tiene sobre la mesa acuerdos de libre comercio con distintos países o bloques, ya sea en el marco del Mercosur o de manera individual.
El último de los objetivos planteados por el gobierno fue avanzar en un TLC con China en el ámbito del Mercosur, un acuerdo que será planteado este año por el presidente en su viaje a ese país asiático.
En el horizonte también están las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) por un acuerdo del mismo tipo donde los bloques se aprestan a intercambiar listas, una profundización del TLC con México, el acercamiento hacia la Alianza del Pacífico y avanzar también en un acuerdo de libre comercio con Japón.
Dentro del cronograma de aspiraciones, el Poder Ejecutivo avizora como lo más cercano acelerar las negociaciones con la UE. Nin Novoa viajó esta semana a Ámsterdam para reunirse con autoridades de ese bloque en busca de acercar posiciones.
En tanto, aunque la cancillería tampoco elude su interés en el acuerdo Transpacífico, el canciller dijo hace un mes que para ese acuerdo "hay que esperar por lo menos dos años", ya que primero deben ponerlo en práctica los 12 países que lo negociaron en primera instancia. Mientras, el gobierno buscará acercarse al bloque Asia-Pacífico mediante la Alianza del Pacífico, donde Uruguay está en calidad de observador.
The first decade of this century brought with it a global restructuring of automobile production as China overtook the United States in 2008 and the European Union in 2010. The vast production of the Asian country's manufacturers is not only due to government incentives but also to a growing national and international demand derived from the price-quality ratio of its vehicles. This article analyses the ever-increasing presence of one of Latin America's most critical Chinese brands.
In 2000 America and Europe accounted for 68.7% of the world's car production. However, by 2022, this had decreased to 39.96%. On the other hand, Asia-Oceania went from 30.75% to 58.84%. According to OICA data, between 2000 and 2022, car production in China grew by approximately 1205.93%. In 2023, and according to CAAM data, during the January-July period, car production had an average growth rate of 8.26% (with negative rates in April and July) and a total output of 13,384,000 vehicles.
Revenues of Chinese automotive companies 2022 (CNY )[1] | |
---|---|
SAIC MOTOR | 757 billion CNY |
BYD | 139 billion CNY |
FAW | 108 billion CNY |
CHANGAN | 97 billion CNY |
Source: OBELA with Firmsworld data |
SAIC MOTOR and BYD are currently the most prominent Chinese automotive companies. They not only produce traditional vehicles but are also active in producing NEVs. However, other companies such as FAW and CHANGAN are also prominent. In this context, Great Wall Motors's holding company has positioned itself as the number ten in China. It was established in 1984 and produced its first car in 1990. It has four brands: HAVAL, WEY, ORA and GWM Pickup.
Its market covers over 60 countries and is in over 400 cities worldwide. However, internally, it has eight technology research centres.[2] ; two in Europe, five in Asia and one in North America. Moreover, it has twelve factories worldwide, seven of which are in the Asian giant; the others are in Malaysia, Tunisia, Russia, Bulgaria and Ecuador.
The name of the Great Wall assembly plant in Ecuador is CIAUTO, and it has been in operation since 2013. "More than 200 permanent employees and a large number of external suppliers work in this plant, generating a large number of jobs for the country; to date, more than 20,000 cars have been manufactured, conquering goals in the national industry". Ambacar.
The year of arrival of Great Wall Motors in various Latin American countries began in Costa Rica in 2003, followed by Guatemala in 2005, Peru and Paraguay in 2006, Chile in 2007 and Bolivia in 2009. Finally, Ecuador, Argentina and Mexico arrived in 2015, 2018 and 2023, respectively.
Chinese car brands in Mexico JAN-AUG 2023 | ||
---|---|---|
Brands | Quantity | % of total |
MG Motor | 35322 | 4.12% |
Chirey | 18515 | 2.16% |
JAC | 12840 | 1.50% |
Omoda | 7659 | 0.89% |
MOTORNATION | 6208 | 0.72% |
Total | 80544 | 9.39% |
Source: OBELA with data from INEGI |
For some years now, an increase in the popularity of Chinese cars has characterised the Mexican automotive market. Of the 857,803 units sold from January to August 2023, 65.84% are imported (564,848 units). Of this percentage, 29.42% of imports come from China. In the same period but in 2005, INEGI's Administrative Register of the light vehicle automotive industry does not include any Chinese brands; however, in 2023, five Chinese brands (not counting Volvo, which has Chinese capital) had 9.39% of the market.
In this context, BBVA Mexico has agreed with Great Wall Motor for the former to grant loans of twelve to seventy-two months for purchasing a vehicle belonging to the GWM family to consumers who do not have a credit history and with down payments of up to 5%. The financial institution is first in automotive lending and will increase its market share from 24% to 26%. In this context, we find that the European Union initiated an investigation into Chinese vehicles for allegedly subsidising vehicle production; this aims at protecting the local automotive sector from a wave of "cheap" imports.
Finally, it purchased a factory from Mercedes-Benz in Iracemápolis, Brazil. The same company, with an additional production capacity of 100,000 vehicles, is expected to come on stream in the second half of 2023 and to generate hybrid and electric-only units for sales in 2024.
The success of Chinese vehicles in Latin America is not only due to the price-quality ratio but also to the elaborate sales strategies. On the other hand, the union of banking entities with GWM is a starting point to redefine and incentivise car loans in Mexico and the rest of the Latin American region. It shows a growing presence of Chinese brands in the automotive sector in Latin America and the displacement of the US and European industries with a grand marketing strategy.
La primera década de este siglo, trajo consigo una reestructuración global en la producción de automóviles debido a que China desde el 2008 sobrepasó a Estados Unidos, y en el 2010 a la Unión Europea. La vasta producción de los fabricantes del país asiático no solo se debe a los incentivos gubernamentales, sino a una creciente demanda nacional e internacional derivado de la relación precio-calidad de sus vehículos. El texto tiene el propósito de analizar la presencia cada vez más fuerte de una de las marcas chinas más relevantes en América Latina.
En el año 2000 América y Europa concentraban el 68.7% de la producción total de carros en el mundo, sin embargo, para el 2022 disminuyo a 39.96%. Por otra parte, Asia- Oceanía pasaron de un 30.75% a un 58.84%. Según datos del OICA, entre el 2000 y el 2022 la producción de autos en china creció aproximadamente 1205.93%. Este 2023, y según datos del CAAM, durante el periodo enero-julio, la producción de carros tuvo una tasa de crecimiento promedio del 8.26% (con tasas negativas en los meses de abril y julio); y una producción total de 13,384,000 vehículos.
Actualmente, SAIC MOTOR y BYD son las empresas automovilísticas chinas más grandes. Estas no solo producen vehículos tradicionales, sino que también trabajan en la realización de NEV´S. No obstante, también resaltan otras empresas como FAW y CHANGAN. En este contexto, encontramos al holding Great Wall Motors, el cual se ha posicionado como el número diez en China. Se estableció en 1984 y logró fabricar su primer auto en 1990. Al presente cuenta con cuatro marcas, las cuales son HAVAL, WEY, ORA y GWM Pickup.
Su mercado abarca más de 60 países, y está presente en más de 400 ciudades de todo el mundo. Sin embargo, a nivel interno cuenta con ocho centros de investigación tecnológica[1]; dos en Europa, cinco en Asia y uno en Norteamérica. Por otra parte, tiene doce fabricas alrededor del mundo, de las cuales siete están en el gigante asiático; las otras están en Malasia, Túnez, Rusia, Bulgaria y Ecuador.
El nombre de la planta ensambladora de Great Wall en Ecuador tiene el nombre de CIAUTO, y está en funcionamiento desde el 2013. “En esta planta trabajan más de 200 empleados fijos, y una gran cantidad de proveedores externos generando gran cantidad de empleo para el país; a la fecha se van fabricando más de 20.000 autos, conquistando metas en la industria nacional.” Ambacar.
El año de arribo de Great Wall Motors en diversos países latinoamericanos inicio en Costa Rica en el 2003; le fue seguido Guatemala en el 2005, Perú y Paraguay en el 2006, Chile en el 2007 y Bolivia en el 2009. Finalmente, en Ecuador, Argentina y México lo hicieron en el 2015, 2018 y 2023 respectivamente.
Desde hace algunos años el mercado automotriz mexicano ha estado caracterizado por un aumento en la popularidad de los automóviles chinos. De las 857,803 unidades vendidas de enero a agosto del 2023, el 65.84% son importados (564,848 unidades). De este porcentaje, el 29.42%, la importación viene de china. En ese mismo periodo de tiempo pero del año 2005, el Registro administrativo de la industria automotriz de vehículos ligeros de INEGI, no contempla ninguna marca china; no obstante, en el 2023, cinco marcas chinas (sin contar volvo que tiene capital chino) tenían el 9.39% del mercado.
En este contexto, BBVA México ha establecido un acuerdo con Great Wall Motor, con el objetivo de que la primera otorgue créditos de doce hasta setenta y dos meses para la adquisición de un vehículo perteneciente a la familia de GWM a consumidores que no cuenten con un historial crediticio y con enganches de hasta el 5%. Con lo anterior, se espera que la entidad financiera (la cual ocupa el primer puesto en la otorgación de créditos automotriz) aumente su cuota del 24% al 26%. En este contexto, encontramos que la Unión Europea iniciara una investigación a los vehículos chinos por supuestos subsidios a la producción de vehículos; esta medida tiene el objetivo cuidar al sector automovilístico local de una oleada de importaciones “baratas”.
Finalmente, se espera que una fábrica comprada a Mercedes-Benz en Iracemápolis, Brasil por parte de la misma empresa y con una capacidad de producción de 100,000 vehículos; pueda entrar en funcionamiento en la segunda mitad del 2023 y que genere unidades exclusivamente hibridas y eléctricas para ventas en el 2024.
Se puede concluir que el éxito de los vehículos chinos en Latinoamérica no solo se debe al precio-calidad, sino también en las elaboradas estrategias de venta. Por otra parte, la unión de entidades bancarias con GWM es un punto de partida para redefinir e incentivar lo créditos automovilísticos tanto en México como en el resto de la región latinoamericana. Esto nos muestra una presencia creciente de marcas chinas en el sector automotriz en América Latina y el desplazamiento de las industrias estadounidenses y europeas.
[1] Europa: Alemania y Austria; Asia: China, Corea, India y Japón; y Norteamérica: Estados Unidos.
KUALA LUMPUR & SYDNEY, Dec 4 2018 (IPS) - In criticizing the ‘free trade delusion’, UNCTAD’s 2018 Trade and Development Report proposes an alternative to both reactionary nationalism, recently revived by President Trump, and the corporate cosmopolitanism of neoliberal multilateral discourse in recent decades by revisiting the Havana Charter on its 70th anniversary.
From ITO to WTO
Instead, it urges reconsideration of lessons from the struggle from 1947 for the Havana Charter. Although often depicted as the forerunner of the General Agreement on Tariffs and Trade (GATT), the Charter was far more ambitious.
Initially agreed to 70 years ago by over 50 countries — mainly from Latin America, as much of the rest of the developing world remained under European colonial rule — it was rejected by the US Congress, with GATT emerging as a poor compromise.
As envisaged at Bretton Woods in 1944, over 50 countries began to create the International Trade Organization (ITO) from 1945 to 1947. In 1947, 56 countries started negotiating the ITO charter in Havana following the 1947 United Nations Conference on Trade and Employment in Havana, eventually signed in 1948.
The idea of a multilateral trade organization to regulate trade — covering areas such as tariff reduction, business cartels, commodity agreements, economic development and foreign direct investment — was first mooted in the US Congress in 1916 by Representative Cordell Hull, later Roosevelt’s first Secretary of State in 1933.
However, the US Congress eventually rejected the Havana Charter, including establishment of the ITO, in 1948 following pressure from corporate lobbies unhappy about concessions to ‘underdeveloped’ countries. Thus, the Bretton Woods’ and Havana Charter’s promise of full employment and domestic industrialization in the post-war international trade order was aborted.
In their place, from 1948 to 1994, the GATT, a provisional compromise, became the main multilateral framework governing international trade, especially in manufactures, the basis for trade rules and regulations for most of the second half of the 20th century.
The Uruguay Round from 1986 to 1994, begun at Punta del Este, was the last round of multilateral trade negotiations under GATT. It ended the postwar trading order governed by GATT, replacing it with the new World Trade Organization (WTO) from 1995.
Developmental fair trade?
The UNCTAD report urges revisiting the Havana Charter in light of new challenges in recent decades such as the digital economy, environmental stress and financial vulnerabilities. So, what lessons can we draw from the Havana Charter in trying to reform the multilateral trading order?
In light of economic transformations over the last seven decades, it is crucial to consider how the Havana Charter tried to create a more developmental and equitable trading system, in contrast with actual changes in the world economy since.
After all, the Charter recognized that a healthy trading system must be based on economies seeking to ensure full employment while distributional issues have to be addressed at both national and international levels.
Profitable, but damaging business practices — by large international, multinational or transnational firms, abusing the international trading system — also need to be addressed.
The Charter recognized the crucial need for industrialization in developing countries as an essential part of a healthy trading system and multilateral world order, and sought to ensure that international trade rules would enable industrial policy.
The GATT compromise exceptionally allowed some such features in post-war trade rules, but even these were largely eliminated by the neoliberal Uruguay Round, as concerns about unemployment, decent work and deindustrialization were ignored.
Paths not taken
The evolution of the international trading system has been largely forgotten. Recent and current tensions in global trade are largely seen as threatening to the post-Second World War (WW2) international economic order first negotiated in the late 1940s and revised ever since.
But the international order of the post-WW2 period ended in the 1970s, as policymakers in the major developed economies embraced the counter-revolutionary neoliberal reforms of Thatcherism and Reaganism against Keynesian and development economics after Nixon unilaterally destroyed the Bretton Woods monetary arrangements.
Besides international trade liberalization as an end in itself, financial liberalization and globalization were facilitated as financial markets were deregulated, not only within national economies, but also across international borders.
Industrial policy, public enterprise and mixed economies were purged by the new neoliberal fundamentalists as the very idea of public intervention for healthy, equitable and balanced development was discredited by the counter-revolution against economic progress for all.
With multilateralism and the Doha Development Round under assault, retrieving relevant lessons from the Havana Charter after seven decades can be crucial in steering the world between the devil of reactionary nationalist ‘sovereigntism’ and the deep blue sea of neoliberal corporate cosmopolitanism or ‘globalism’.
Hace unos días, Ren Zhengfei, fundador de Huawei, mencionódurante una entrevista: "Si se apagan las luces en el Oeste, el Este seguirá brillando. América no representa al mundo. América sólo representa una parte del mundo". Y así ha sido, ya que tras los problemas con Estados Unidos, Huawei acaba de firmar un acuerdo para desarrollar e implementar la red 5G de MTS, el mayor operador de telefonía móvil en Rusia.
Este acuerdo se firmó mientras el líder chino Xi Jinping y el presidente ruso Vladimir Putin se reunían esta semana en Moscú, esto con el objetivo de cerrar nuevos planes de colaboración en diversas áreas que beneficiarán tanto a China como a Rusia.
El acuerdo entre Huawei y MTS contempla que el fabricante chino se encargará del desarrollo e implementación de toda la infraestructura de redes 5G, así como el lanzamiento de una red piloto de quinta generación durante 2019 y 2020.
Guo Ping, uno de los ejecutivos de Huawei, mencionó que estaba "muy contento" con este acuerdo, ya que se trata de una alianza estratégica sumamente importante dentro del 5G, la red móvil de próxima generación.
Esto ocurre mientras la relación de Rusia con Estados Unidos ha disminuido drásticamente debido a la crisis ucraniana, la guerra en Siria y las acusaciones de que el Gobierno de Putin estuvo relacionado con las elecciones presidenciales donde Trump ganó en 2016. Mientras que China está ahora mismo inmersa en una dura guerra comercial con el Gobierno de Trump, la cual está afectando de forma significativa los negocios de Huawei.
Durante la reunión entre ambos mandatarios, Xi Jinping se refirió a Putin como su "amigo íntimo", mencionando que se habían reunido casi 30 veces en los últimos seis años. Este viaje fue el octavo de Xi a Rusia desde 2012. Por su parte, Putin señaló que la cooperación entre Rusia y China se encuentra ahora mismo en "un nivel sin precedentes".
Aún no se sabe cuál será el destino de Huawei ahora que entre en vigor el bloqueo impuesto por Estados Unidos, pero al menos todo parece indicar que China y Rusia han han encontrado la forma de hacer equipo ante los problemas que ahora mismo tienen con Estados Unidos.
El 15 de mayo del 2019, el presidente de los EEUU, Donald Trump, firmó un decreto que recurre a la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional, y prohibió el comercio con Huawei. Luego la Oficina de Industria y Seguridad de los EEUU (BIS), agregó a Huawei Technologies a la lista de entidades censurada, conocida como la Lista Negra. La BIS agregó a 68 afiliadas de Huawei ubicadas en 26 paìses: Bélgica, Bolivia, Brasil, Birmania, Canadá, Chile, China, Egipto, Alemania, Hong Kong, Jamaica, Japón, Jordania, Líbano, Madagascar, Países Bajos, Omán, Pakistán, Paraguay, Qatar, Singapur, Sri Lanka, Suiza, Taiwán, Reino Unido y Vietnam1. El gobierno americano ataca a Huawei como empresa alrededor del mundo de manera inédita. La interrogante es por qué tanta saña. Intentaremos revisar las razones del furor y sus efectos sobre la empresa y cómo le resulta a la economía de Estados Unidos esta moderna guerra contra una sola empresa utilizando toda una batería de comercio internacional con un solo fin: quebrar Huawei y poner en la cárcel a sus dueños.
Lo primero que se debe señalar es que la normativa del BIS tiene un efecto interno en Estados Unidos que fabrica con marca un conjunto de piezas y software estadounidenses mediante empresas como Google, Qualcomm, Broadcom e Intel, así como la empresa japonesa Panasonic y recientemente el fabricante de chips británico Arm, se han sumado a las restricciones a Huawei. Con esta medida, EEUU intenta proteger sus cadenas de suministro y de tecnología de la información. El único problema es que los productos genéricos de lo que fabrican estas empresas están disponibles en Asia, de manera análoga a la industria farmacéutica.
La medida pone en evidencia la postura hostil de EEUU ante el avance de China como proveedor de la red móvil 5G a nivel mundial. La ambición americana es que sea AT&T quien tenga la red 5G mundial. Con Huawei en la delantera, se ha perdido esta posibilidad.2 EEUU ha boicoteado sistemáticamente la 5G, con misiones a los países que han considerado su compra desde agosto del 2018, y han conseguido bloquearla en algunos casos. Dicha situación, aunada a las recientes represalias, ha provocado una caída en el valor de las acciones de Huawei enla Bolsa de Shenshen, que bajaron de 14.37 yuanes(1 de agosto de 2016), y actualmente se ubican en 3.63 yuanes (22 de mayo 2019). Los inversionistas chinos en Huawei están resintiendo la guerra y todo parecería que dado el precio de las acciones en picada, la empresa estaría camino a la quiebra. ¿Lo está?
Si bien estos ataques han afectado a Huawei en términos financieros, las medidas de mayo han afectado a las empresas estadounidenses tecnológicas líderes como Qualcomm y Google. Este hecho hizo que Trump emitiera una licencia de 90 días, con término al 19 de agosto del 2019, para encontrar una solución con la empresa Huawei a largo plazo3.
Huawei se encuentra como el tercer proveedor de teléfonos inteligentes del mundo. En agregado, China encabeza esta lista como el máximo país proveedor de esta tecnología. Las medidas establecidas por Trump representan una oportunidad para China de consolidar su propio sistema operativo el cual, de acuerdo con Richard Yu, CEO de Huawei, estará listo en el 2020. Este sistema tiene miras no sólo en los dispositivos móviles, sino también a ordenadores, automóviles y televisores4.
De esta forma, si la empresa china logra concretar una producción integral para sus productos, creando su propio sistema operativo, completar el suministro de semiconductores y chips para tecnología móvil en Asia, podría generar un beneficio para los consumidores, pues dicha situación podría disminuir los costos. El ataque contra ZTE, que desde el 16 de abril del 2018 no puede comprar insumos americanos por siete años, es parte de esta misma guerra. El lado inverso es que tanto Broadcom como Qualcomm podrían encontrar un rival tecnológico en Huawei y ZTE, tal como ya lo ha encontrado AT&T con la red 5G. “La necesidad es la madre del invento”, reza el dicho, y las empresas chinas han mostrado gran inventiva al punto que no quedan productos estadounidenses en el mercado electrónico, tampoco japoneses y escasamente algunos coreanos. Esto es cierto para todas las telecomunicaciones. RCA Victor, Zenith, Hotpoint, Texas Instruments, Bowmar, IBM, son nombres de empresas que no pudieron competir a tiempo. Las japonesas Toshiba, Sony, Canon quebraron en esa rama y sobrevivió Panasonic. Con todo y que el gobierno americano pone el dinero para investigación y desarrollo de las empresas de telecomunicaciones, no son capaces de llevar el producto final al mercado rápido y a un precio competitivo. Es igual como en la industria automotor. Ese es el problema de fondo y no es un problema de China. Es difícil creer que Google pueda encontrar competencia a nivel global dada su diversificación de servicios (google maps, Gmail, etc.), pero su monopolio se ha visto comprometido con estas acciones. Lo más probable es que aparezca un Google asiático que rompa el monopolio. De hecho, en Asia no utilizan Google. Lo que es indudable es que la guerra actual se parece mucho a la guerra contra Japón en 1985 cuando ellos eran los “culpables” del déficit americano. El sobre consuno americano no es responsabilidad de la política económica estadounidense, en su extraña visión del mundo. La economía americana tiene un problema de productividad que no la tiene China.
La siguiente jugada de Xi Jinping, presidente de China, es utilizar el monopolio de tierras raras como arma de la Guerra comercial. El índice MVIS Global Rare Earth / Strategic Minerals, que registra las acciones de 20 productores de tierras raras, incluidos China, Australia y Canadá, observa un auge a partir de mayo del 2019, después de una caída desde enero del 2018. Está en su mayor ganancia diaria desde octubre de 2011. China tiene el 80% de las tierras raras del mundo, utilizados en electrónica de consumo de alta tecnología y equipo militar. Esos son, importados por los EE UU para poder fabricar aviones, automóviles, pinturas resistentes al alto calor y pantallas digitales5, por nombrar algunos productos. Si China no le exporta tierras raras a Estados Unidos le generará un daño muy grande a la industria aeronáutica, automotriz y de equipos de medición. Ese es el camino de esta guerra comercial absurda.
Empresas chinas como Oppo, Xiaomi y Vivo podrían, en un dado caso, adquirir Huawei, e impedir su quiebra. Al mismo tiempo, esta guerra puede llevarse en el camino a Apple que vende la mitad de sus equipos en China. La guerra continúa y no debe de confundirse con las restricciones a las importaciones de los tomates de México que son 5 veces más baratos que los americanos. Es otra cosa. Esta es una guerra estratégica contra una empresa, en la que ha metido a la economía en su conjunto. No es proteccionismo sino falta de competitividad. No sacaron el 5G a tiempo, nada más.
1https://www.federalregister.gov/documents/2019/05/21/2019-10616/addition-of-entities-to-the-entity-list
2http://www.obela.org/analisis/huawei-la-guerra-comercial-2.0
3https://www.cnet.com/es/noticias/google-relaciones-huawei-licencia-temporal-agosto/
4https://www.tuexperto.com/2019/05/22/richard-yu-ceo-de-huawei-habla-sobre-el-veto-de-estados-unidos/
5https://www.reuters.com/article/us-china-rareearth-xi/china-rare-earth-firms-stocks-soar-on-trade-war-speculation-idUSKCN1SR14A
According to the Western press, Germany is the main contender for the third position among the world's largest economies. However, according to the IMF, India currently holds that position and will maintain it for the coming years. What exactly makes this country a potential super-economy? It could perhaps be its high productive capacity, various global integration projects, or its significant domestic demand.
India is widely recognized as an emerging economy due to its rapid economic growth and increasing influence on the global economic stage. Some aspects include: population size, sustained economic growth, high-tech sectors, domestic consumption, industrial potential, and participation in international organizations. It has the world's highest GDP growth rate, although its GDP per capita grows less.
It is the world's second-most populous country, with over 1.3 billion inhabitants (November 2023). This population offers a massive internal market and significant potential for economic growth as the young population joins the workforce, leading to increased consumption. This is in the process of leading to a rapid growth of the middle class, accompanied by rising incomes. The outcome is an increase in demand for both public and private goods and services. The services sector, especially information technology and business process outsourcing, are significant pillars. Cities like Bangalore and Hyderabad have become crucial centers for the tech industry, attracting external capital such as the recent expansion of companies like Nvidia into India. This US-based company is a driving force in artificial intelligence.
India currently possesses a globally significant petroleum refining industry but primarily sells it domestically, unlike the US, which refines and exports the refined oil. As long as internal petroleum demand is limited by per capita income levels, coal usage will remain strong, followed by natural gas. It's noteworthy that since 2016, there has been a shift towards renewable energy. There is a gradual change in its energy matrix while exporting higher volumes of refined oil. It's the second-largest exporter of this energy source, just behind the US (Observatory of Economic Complexity). Its primary buyer is Singapore, followed by the United Arab Emirates. Its export matrix is highly complex, with oil accounting for only 12% of the total exports in 2022.
IMEEC
The so-called "true new Silk Road" for the US, India, and Israel is the India-Middle East-Europe Corridor. It consists of a network of land transport routes that go beyond mere cargo transport and refers to a deep economic partnership and cooperation among the countries involved in the project, including Saudi Arabia, the European Union, India, the United Arab Emirates, Israel, France, Germany, and Italy. Additionally, the US sponsors it as part of its competition with China. This project aims to boost the economic activity of all involved. It's assumed to benefit India on the import side and position it as a contender against China's Belt and Road Initiative (BRI), criticized by the West as a showcase of China's economic power and, according to the West, a threat to the World Order (Cvrk, 2023). India has limited trade with China despite being neighboring countries due to their long-standing rivalry.
This project carries the stamp of Washington's financing at a time when the US government faces significant difficulties in approving increasingly deficit-ridden budgets. It also has Israel's approval, now engaged in invading Palestine, making it a highly ambitious yet unlikely integration project. India seeks to improve its economic cooperation with the Middle East due to the long history of trade and cultural exchanges it has had with this region. This could have been a genuine regional unifier, but the conflict in Gaza has made it impossible. Currently (2023), the Israel-Hamasconflict casts doubt on the viability of the proposed projects outlined here and clouds its future. In face of its possible failure, Turkey has emerged and proposed its own economic corridor initiative along with Iraq and Syria, which promises to be cheaper and less susceptible to geopolitical conflicts. Above all, it has the characteristic of not carrying high American influence or seeking to compete with China's BRI but rather to join it.
India has become the world's fastest-growing country; however, there are factors that continue to impede its development, such as internal social conflicts, pollution from its increasing coal demand, and rapid population growth. Nonetheless, this project would ensure the provision of refined gasoline to Israel through a pipeline and generate more export income for the Asian country. However, geopolitical tensions with Muslim countries would need to be overcome before this could happen. It's striking that the announcement of the project at the United Nations General Assembly was made by the Israeli prime minister rather than the Indian prime minister. Equally notable is that this occurred just days before the onset of the conflict in Gaza.
Donald Trump did not assume the US presidency as a committed multilateralist. On that, partisans of all political persuasions can agree. Among his most controversial campaign statements were some suggesting that Nato was obsolete, a position that bodes ill for his attitude to other multilateral organisations and alliances.
Last week, however, Trump stepped back, reassuring an audience at US Central Command in Tampa, Florida (the headquarters for US forces that operate in the Middle East). “We strongly support Nato,” he declared, explaining that his “issue” with the alliance was one of full and proper financial contributions from all members, not fundamental security arrangements.
This more nuanced view presumably reflects a new appreciation, whether because of security briefings or the sobering fact of actually occupying the Oval Office, that the world is a dangerous place. Even a president committed to putting “America first” now seems to recognise that a framework through which countries can pursue shared goals is not a bad thing.
The question now is whether what is true for Nato is also true for the International Monetary Fund, the World Bank, the World Trade Organisation, and the Basel committee on banking supervision. Trump’s record on the campaign trail and Twitter is not heartening. Back in 2012, he tweeted criticism of the World Bank for “tying poverty to ‘climate change’” (his quotation marks). “And we wonder why international organisations are ineffective,” he complained.
Likewise, last July, he mooted the possibility that the United States might withdraw from the WTO if it constrained his ability to impose tariffs. And he vowed repeatedly during the presidential campaign to withdraw from the Paris climate agreement. But the evolution of Trump’s position on Nato suggests he may yet see merit to working through these organisations as he comes to recognise that the world economy, too, is a dangerous place.
Following the election, Trump acknowledged having an open mind on the Paris climate agreement. His position seemed less to deny the existence of global warming than to insist that policies mitigating climate change should not impose an unreasonable burden on American companies.
The way to limit the competitive burden on US producers is, of course, by ensuring that other countries also require their companies to take steps to mitigate climate change, thereby keeping the playing field level. And this is precisely what the Paris agreement is about.
The same can be said of the Basel committee’s standards for capital adequacy. Holding more capital is not costless for US banks, as advisers like Gary Cohn, formerly of Goldman Sachs and now the head of Trump’s National Economic Council, presumably tell the president morning, noon, and night. Levelling the playing field in this area means requiring foreign banks also to hold more capital, which is precisely the point of the Basel process.
Trump may similarly come to appreciate the advantages of working through the IMF when a crisis erupts in Venezuela, or in Mexico as a result of his own policies. In 1995, the US Treasury extended financial assistance to Mexico through the Exchange Stabilisation Fund. In 2008, the Federal Reserve provided Brazil with a $30bn swap line to help it navigate the global financial crisis. But imagine the outrage with which Trump’s supporters would greet a “taxpayer bailout” of a foreign country or Mexican officials’ anger over having to secure assistance from the same Trump administration responsible for their country’s ills. Both sides would surely prefer working through the IMF.
Trump can’t be pleased that the Obama administration rushed to push through the reappointment of its chosen World Bank president, Jim Yong Kim. But he clearly recognises the benefits of development aid. While he has said the US should “stop sending foreign aid to countries that hate us,” he has also observed that failure to help poor countries can foment instability.
This would appear to be an area where Trump will favour bilateral action, which would enable him to assuage his conservative critics by insisting that no US funds go towards family planning, while taking credit for any and all assistance. At the same time, minimising the role of the US in the World Bank would create a vacuum to be filled by China, Trump’s bête noire, both in that institution and through the activities of the Chinese-led Asian Infrastructure Investment Bank.
The real test of Trump’s stance on multilateralism will be how he approaches the WTO. Persuading the US Congress to agree on corporate and personal income-tax reform, a $1tn infrastructure initiative, and a replacement for Obama’s signature health-care reform won’t be easy, to say the least. Doing so will require patience, which is not Trump’s strong suit. This suggests that he will feel pressured to do what he can unilaterally.
One thing he can do unilaterally is slap duties on imports, potentially in violation of WTO rules. We’ll soon find out whether those rules will deter him.
A Índia anunciou que pagará o fornecimento de sistemas antimísseis russos S-400 em rublos, enquanto a China pretende até o final desse ano fazer acordos bilaterais em moedas nacionais, afirmaram políticos russos.
O contrato de entrega dos sistemas russos S-400 a Nova Deli foi fechado no dia 5 de outubro e estimado em US$ 5 bilhões (R$ 18,6 bilhões).
O maior benefício das transações em moedas nacionais é a ausência de flutuações cambiais. Um problema igualmente importante no comércio envolvendo dólares americanos é a alta probabilidade de sanções, que Washington "distribui" este ano em todas as direções.
Em abril, a mídia indiana informou que as instituições financeiras de Deli congelaram cerca de dois bilhões de dólares alocados para pagar por projetos importantes, incluindo a reconstrução do submarino nuclear russo INS Chakra. A razão disso foi que Washington incluiu a estatal russa responsável pela exportação de armamentos Rosoboronexport na lista de sanções, o que, para as instituições bancárias, praticamente significa a proibição de quaisquer transações na moeda norte-americana.
Mesmo com as restrições americanas, a Índia optou por manter relações com o parceiro mais confiável no campo da cooperação técnico-militar e fornecimento de armas, ou seja, a Rússia.
De acordo com o Instituto Mundial de Pesquisa da Paz de Estocolmo (SIPRI, na sigla em inglês), de 2007 a 2017, Moscou forneceu armas a Nova Deli no valor de US$ 24,5 bilhões (R$ 91 bilhões), enquanto Washington — apenas US$ 3,1 bilhões (R$ 11,5 bilhões).
As negociações russo-indianas não envolvem apenas o fornecimento de armamento, mas também de produtos de natureza civil.
"A parcela dos pagamentos em rublos na exportação é de 20%, enquanto nas importações é cerca de 21%", disse o vice-primeiro-ministro russo Yuri Borisov, adicionando que Moscou vai aumentar "os pagamentos em moedas nacionais como meio de resolver o problema de inadimplência".
Já o diretor do banco russo Vnesheconombank (VEB), Igor Shuvalov, declarou que a Rússia e a China têm seus próprios canais de interação e que Pequim mostra muito interesse em utilizá-los.
O banqueiro salientou que nas próximas semanas ocorrerão consultas bilaterais, durante as quais se decidirá como será a interação entre as instituições financeiras de ambos os países.
A Rússia e a China estão cada vez mais cancelando os contratos em dólares, frente ao grande crescimento de suas trocas comerciais. Somente no ano passado, o comércio entre Moscou e Washington foi de US$ 23,6 bilhões (R$ 88 bilhões), ao passo que entre a Rússia e a China foi de US$ 84,9 bilhões (R$ 316 bilhões), uma diferença de quase 360%.
As três maiores nações em desenvolvimento, ou seja, Rússia, China e Índia, mostraram ao mundo como se livrar da dependência do dólar. O comércio bilateral em moedas nacionais destes países abre perspectivas para outras economias em crescimento, para que sejam capazes de se livrar da hegemonia do dólar.
Global trade growth slowed abruptly after 2010, following decades of expansion. According to the World Trade Organization (WTO), 2015 marked the fourth consecutive year in which annual world merchandise trade growth stayed below 3 percent. The WTO forecasts growth in global trade volume to remain sluggish in 2016, at 2.8 percent. A variety of reasons have been cited for the decelerating growth of trade: sluggish world economy, shorter supply chains, absence of new liberalization on a global scale, and rise of microprotectionism.
As global trade has slowed, the growth rate of productivity—defined as output per hour worked—is declining worldwide.3 Labor productivity growth has slowed markedly since the global financial crisis in most advanced countries and many emerging-market economies (OECD 2016).
The decline in productivity has been a puzzle to many economists—and a concern to policymakers, because productivity growth is a key component of economic growth and rising living standards. Economists disagree about the cause of the decline. Some argue that productivity has improved more than what statistics indicate. Others cite the slowdown in capital investment by both the private and public sectors, as well as the absence of technological breakthroughs and lagging expenditure on research and development (R&D). Still others cite the influx of younger, less skilled employees replacing retired workers.
…had US two-way trade grown at its historical annual rate of 5.86 percent between 2011 and 2014, annual US productivity growth would have been substantially higher than what it was over those four years.
This Policy Brief examines an additional factor: the possibility that reduced volumes of trade have impeded growth in productivity because of diminished competition in national economies and the shrinking role of comparative advantage. Our calculations suggest that had US two-way trade grown at its historical annual rate of 5.86 percent between 2011 and 2014, annual US productivity growth would have been substantially higher than what it was over those four years.
The first section explains why trade is critical to productivity growth by describing the basic Ricardian model and more recent theories about the differences between high- and low-productivity firms in a national economy (firm heterogeneity). These theories lay the foundation for the second section, a review of the empirical literature, which shows evidence on trade-induced productivity gains. The third section presents data on the US economy that document the trade stagnation and productivity slowdown in recent years. It considers—and ultimately rejects—the mismeasurement hypothesis (the argument that conventional statistics miss the contributions of information technology). The fourth section speculates about how productivity might have grown had trade continued growing at its historical rate. It shows that, although factors other than trade—notably physical and human capital accumulation and path-breaking innovations—also drive productivity, the negative contribution of sluggish trade growth is significant. According to our calculations, if US trade had increased at its historical rate, that would have delivered a $74 billion increase in US GDP through supply-side efficiencies in 2014. The concluding section examines the findings in the context of the current antitrade atmosphere in the United States and calls for policies that support freer trade and thus foster productivity growth.
Según la prensa occidental, Alemania es el principal contendiente para el tercer puesto de economías más grandes del mundo. Sin embargo, según el FMI, la India actualmente posee ese puesto y lo mantendrá por los siguientes años. ¿Qué es exactamente lo que convierte a este país en una posible súper-economía? Podría ser tal vez su alta capacidad productiva, sus distintos proyectos de integración global, o su alta demanda interna.
La India es ampliamente reconocida como una economía emergente debido a su rápido crecimiento económico y su creciente influencia en el escenario económico global. Algunos aspectos son: Tamaño poblacional, crecimiento económico sostenido, sectores de alta tecnología, consumo interno, potencial industrial y finalmente participación en organismos internacionales. Tiene la tasa de crecimiento del PIB más alta del mundo si bien su PIB per capita crece menos.
Es el segundo país más poblado del mundo, con más de 1.3 mil millones de habitantes (noviembre 2023). Dicha población ofrece un mercado interno masivo y es un gran potencial para el crecimiento económico a medida que se incorporan a la fuerza de trabajo la población joven, y con ellos su consumo. Esto está en proceso de desembocar en un crecimiento vertiginoso de la clase media, acompañado del aumento de los ingresos. El resultado es un aumento en la demanda de bienes y servicios públicos y privados. El sector servicios, particularmente la tecnología de la información y la subcontratación de procesos comerciales son dos pilares importantes. Se han convertido ciudades como Bangalore y Hyderabad en centros importantes para la industria tecnológica, que además atraen capitales externos como la reciente expansión de empresas como Nvidia a la India. Esta empresa estadounidense es la propulsora de la inteligencia artificial.
La India posee actualmente una industria de refinación petrolera de proporciones mundiales, que vende internamente, a diferencia del país que mas refina y exporta petróleo refinado, EEUU. Mientras la demanda interna de petróleo esté limitada por el nivel de ingreso per cápita, el uso del carbón seguirá fuerte, seguido por gas natural. Debe notarse que desde el 2016 existe una política de transformación a energías renovables. Lentamente se observa un cambio de su matriz energética mientras exporta mayores volúmenes de petróleo refinado. Es el segundo mayor exportador de dicho energético, solo por debajo de EEUU (Observatory of Economic Complexity). Su principal comprador es Singapur seguido de los Emiratos Arabes. Su matriz exportadora es muy compleja y el petróleo es apenas el 12% del total exportado en 2022.
IMEEC
La llamada “verdadera nueva ruta de la seda”, para EEUU, la India e Israel es el Corredor India, Medio Oriente y Europa, (IMEEC por sus siglas en inglés) consiste en un conjunto de vías de transporte terrestre que va más allá de simple transporte de mercancías y se refiere a una profunda asociación y cooperación económica entre los países incluidos en el proyecto, que son Arabia Saudí, la Unión Europea, la India, Emiratos Árabes Unidos, Israel, Francia, Alemania, Italia. Además, un auspiciador es Estados Unidos como parte de su competencia con China. Dicho proyecto busca incrementar la actividad económica de todos los involucrados. Esto se supone que beneficiara a la India en el lado importador y lo volvería un contendiente para la iniciativa de la Franja y la Ruta de China (BRI), criticada por occidente como una prueba de la potencia económica China y según occidente una amenaza al Orden Mundial (Cvrk, 2023). La India tiene poco comercio con China a pesar de ser vecinos fronterizos, por su muy antigua rivalidad.
Este proyecto lleva el sello del financiamiento de Washington al mismo tiempo que el gobierno norteamericano tiene grandes dificultades para la aprobación de sus presupuestos crecientemente deficitarios. También tiene el visto bueno de Israel ahora convertido en un invasor de Palestina, convirtiéndose en un proyecto de integración tan altamente ambicioso como poco probable. La India busca mejorar su cooperación económica con Medio Oriente gracias a la larga historia de comercio e intercambios culturales que ha tenido con esta región. Esto hubiera sido una autentica unificadora regional pero el conflicto en Gaza lo ha vuelto imposible. En el año en curso (2023) el conflicto Israel-Hamas pone en duda la viabilidad de los proyectos propuestos y expuestos y oscurece su futuro. Ante su posible fracaso, Turquía ha emergido y propuesto una iniciativa junto con Iraq y Siria de su propio corredor económico, que promete ser más barato y menos susceptible a conflictos geopolíticos. Sobre todo, tiene el rasgo que no conlleva una alta influencia estadounidense ni busca competir con el BRI chino, sino unírsele.
La India se ha vuelto el país de más alto crecimiento en el mundo, sin embargo, hay factores que siguen frenando su desarrollo, como sus conflictos sociales internos, la contaminación derivada de su creciente demanda de carbón, y el rápido aumento poblacional. Aun así, este proyecto le aseguraría a Israel la provisión de gasolina refinada a través de un oleoducto y le generaría más ingresos exportadores al país asiático. Sin embargo, tendrían que superarse las tensiones geopolíticas con los países musulmanes antes de poder hacerlo. Llama la atención que quien hizo el anuncio del proyecto en la Asamblea General de las Naciones Unidas fuera el primer ministro israelí en lugar del primer ministro de la India. Igualmente, que esto ocurriera escasos días previos al inicio del conflicto en Gaza.
La Tercera Reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible es una ocasión propicia para hacer un balance de los logros alcanzados y de los problemas cuya solución conlleva desafíos para los países de la región.
Realizar ese balance y profundizar en las razones que explican sus resultados es precisamente el objetivo del presente informe de avance cuatrienal sobre el progreso y los desafíos regionales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en América Latina y el Caribe.
Este documento recoge los principales análisis y conclusiones expuestos en los informes presentados al Foro en sus dos reuniones anteriores, celebradas en Ciudad de México en 2017 y en Santiago en 2018, y los expande en la medida en que los cambios de la coyuntura económica y social lo hacen necesario y el acceso a nueva información lo hace posible.
Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe 2011-2012: "Crisis duradera en el centro y oportunidades para las economías en desarrollo".
El comercio exterior de América Latina y el Caribe profundizará este año la desaceleración experimentada a partir del segundo semestre de 2011. El valor de las exportaciones de la región tendrá un crecimiento de 4% en 2012, mientras que las importaciones aumentarán 3% este año, según estimaciones presentadas en este nuevo estudio.
El informe señala que la actual recesión en la zona euro, el escaso dinamismo económico en Estados Unidos y Japón, y la moderación del crecimiento en China y otras economías emergentes afectarán al comercio de la región, que mostrará en 2012 cifras que en promedio se sitúan cerca de 20 puntos porcentuales por debajo de las tasas de expansión registradas el año pasado. Se prevé que en 2012 el valor del comercio exterior de México y Centroamérica crezca por sobre la media regional (7,3% en exportaciones y 5% en importaciones), en tanto que América del Sur se ubicaría por debajo (1,1% y 3,2%, respectivamente).
Los países del Caribe registrarían caídas en su intercambio comercial (-0,7% en las exportaciones y -2,1% en importaciones), lo que se explica por sus mayores vínculos con la Unión Europea. Por último, se analiza la inserción internacional de América Latina y el Caribe frente a las tendencias expuestas en el resto del documento. Se evalúa el desempeño exportador regional en tres dimensiones: a) las cadenas de valor, b) el empleo generado en el sector exportador y c) las empresas exportadoras. El documento concluye con algunas recomendaciones de política.
La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) informó que el comercio entre los países miembros creció 1,1% en abril, con lo cual acumula ya nueve meses de repunte. El intercambio intrarregional se viene recuperando "de una forma lenta y dificultosa" de la caída registrada en el primer semestre del año pasado, señaló el indicador de tendencia del comercio intrarregional (TENCI), elaborado por el organismo.
La ALADI destaca, en este sentido, que el comercio entre los países del área se ubica aún 0,1% por debajo del nivel máximo, alcanzado a fines de 2011. Según el informe, el repunte del comercio intrarregional viene siendo liderado por las ventas brasileñas a la región, y en particular a la Argentina.
Las exportaciones de los países de la Comunidad Andina al interior de su bloque regional aumentaron en 12 por ciento en el año 2012, respecto al año anterior, al pasar de 9 261 a 10 349 millones de dólares, en tanto que las exportaciones de la CAN hacia fuera del grupo andino se incrementaron en 3 por ciento,. En los 44 años de la integración andina, las exportaciones intracomunitarias crecieron 196 veces y las extracomunitarias lo hicieron 73 veces, poniendo en evidencia el mayor dinamismo de las exportaciones de los países andinos al mercado ampliado de la CAN.
Asimismo, el ritmo de crecimiento de las exportaciones intracomunitarias de la CAN en el año 2012 (12%) fue 4 veces mayor que el de las exportaciones hacia fuera del bloque regional (3%), destacando que el comercio entre los países andinos está compuesto en un 73% por productos manufactureros. Esto se reflejo en el ritmo de crecimiento de las exportaciones intracomunitarias de manufacturas de la CAN, el cual fue superior al de las exportaciones manufactureras hacia fuera del bloque regional, siendo de 10% y (1%) respectivamente. Es importante mencionar también que más de 500 productos nuevos se comercializaron al interior de la CAN durante el 2012.
Fuentes de información estadística sobre integración económica en Centroamérica y el Caribe:
Las exportaciones de la región alcanzaron un valor FOB de US$25,016.8 millones durante los meses de enero a octubre de 2012, observando un incremento de 8.0%, respecto a las exportaciones registradas en el mismo período de 2011 (US$23,153.5 millones).
Los principales destinos de las exportaciones de la región durante los primeros diez meses de 2012 fueron: Estados Unidos de América US$8,306.7 millones (33.2%); Centroamérica US$6,263.2 millones (25.0%); Unión Europea US$3,783.4 millones (15.1%); México US$827.1 millones (3.3%); Panamá US$764.2 millones (3.1%); Canadá US$552.9 millones (2.2%); República Bolivariana de Venezuela US$535.5 millones (2.1%); Hong Kong US$453.3 millones (1.8%); República Dominicana US$420.5 millones (1.7%); República Popular China US$413.8 millones (1.7%); y, al resto del mundo fueron US$2,696.2 millones (10.8%).
En cuanto al valor CIF de las importaciones de la región durante los primeros diez meses de 2012, totalizaron US$46,996.1 millones, obteniéndose un incremento anual de 5.6% en relación al valor registrado en enero-octubre de 2011(US$44,514.2 millones).
The divide between domestic politics and geopolitics can be a hard one to bridge. Partisan politics and pageantry can get in the way of a country's underlying geopolitical imperatives, driving policies that undermine or contradict them outright. The tension between national and international politics is on full display as the United States prepares to inaugurate Donald Trump as its 45th president. Throughout Trump's campaign and subsequent transition, voters, commentators and observers in the United States and beyond have scrambled to square his proposed policies with the geopolitical constraints they will encounter. Many of Trump's campaign pledges centered on retooling the United States' trade partnerships, for instance by renegotiating NAFTA or scrapping the Trans-Pacific Partnership pact. The United States' trade ties with China have been the object of Trump's most vehement criticisms; the president-elect has even proposed a 45 percent tariff on all Chinese goods to correct the apparent disparity in the bilateral relationship.
Although Trump is unlikely to follow through with such a drastic measure, he is nonetheless poised to take a much harder line on trade with China. The next four years will almost certainly bring more investigations into China's export and domestic policies and more aggressive interpretations of World Trade Organization (WTO) regulations and U.S. law over Beijing's practices. But China and the United States are on diverging paths. While the United States is turning its focus inward, Beijing is trying to exert its influence as a global leader. In fact, on Jan. 17, President Xi Jinping became the first Chinese leader to address the World Economic Forum in Davos, Switzerland. To achieve its desired results with China, the Trump administration will have to pry into and challenge Beijing's own economic policies.
Taking a More Aggressive Approach
In a 2010 testimony before a congressional commission, Robert Lighthizer, Trump's pick for U.S. trade representative, outlined broad criticisms of the U.S. trade relationship with China. Lighthizer disparaged China's export practices as well as the United States' response, calling for a "significantly more aggressive approach" to Beijing. As trade representative, Lighthizer will have the opportunity to redress the deficiencies he identified in Washington's policies. Under his guidance, the United States will more actively enforce existing trade rules and regulations to crack down on China's dumping activities, impose countervailing tariffs on the country's exports and investigate its efforts to circumvent country of origin provisions. (Washington launched a probe in November to investigate whether Beijing was skirting duties and anti-dumping regulations by sending steel to Vietnam for minimal processing before exporting it to the United States.) The Trump administration may empower U.S. institutions to more easily conduct investigations into Beijing's trade practices, increasing their oversight and budgetary allowances. In addition, it will likely continue to refuse China market economy status under WTO rules, thereby facilitating anti-dumping cases against the country. But these measures would merely represent a continuation of President Barack Obama's policies.
Beyond the tools that the United States is already using to counter Beijing, many of the alternative mechanisms that Lighthizer has proposed are legally untested and may prove ineffective. Lighthizer has argued that China's political system and economic policies are at odds with those of the WTO and that the United States must adapt its interpretation of WTO rules accordingly. To that end, the Trump administration could make the case that Beijing's attempts to manage the yuan's value are a type of export subsidy, something the WTO prohibits, or a countervailing duty subject to U.S. law. Trump may name China a currency manipulator — as he has threatened to do on his first day in office — to support such a claim. Doing so, however, would entail changing the U.S. Treasury's criteria for currency manipulation since China's interventions over the past two years have been focused on strengthening the yuan and not weakening it, as Trump has alleged. And even if the currency manipulation charge stuck, Beijing would probably continue with its interventions anyway; after all, the yuan could drop by 20 percent if left to its own devices, threatening China's domestic stability.
Other efforts to turn existing WTO policy against China would likely be similarly limited. The organization lacks clear mechanisms to govern some of Beijing's trade practices, including the support of national champions or the application of special taxes on specific firms, such as Apple Inc. Though Washington could try to challenge Beijing's use of a value-added tax export rebate, which Trump has alleged is tantamount to an export subsidy, it would likely meet stiff resistance from other members of the organization. The practice, currently permitted under WTO rules, is commonplace among U.S. allies. And should Trump try to increase tariffs on China unilaterally without going through the WTO dispute mechanism, he would risk retaliation from Beijing or, for that matter, other trade partners affected by such a decision. (Furthermore, WTO rules restrict the use of some of the most powerful unilateral trade enforcement mechanisms, such as Section 301 of the Trade Act of 1974, that Trump could invoke to justify a tariff hike.)
Retreading Familiar Territory
Each of these more aggressive approaches to the U.S.-China trade relationship would require Washington to insert itself into Beijing's domestic policies, familiar territory for the United States. Before China joined the WTO in 2001, Japan was the bugbear of U.S. trade policy. After World War II, the United States saw Japan as an indispensable ally in the Cold War, a capitalist country that could counter the spread of communism in the Asia-Pacific region. To support Japan's economic growth and secure its military partnership, the United States allowed the country preferential access to U.S. consumer markets. Tokyo did not reciprocate, however, and maintained its protectionist policies.
By the 1980s, Japan's economy had become as advanced as that of the United States. Japanese products, moreover, had grown more competitive in the U.S. market for high-end manufactured goods such as automobiles and electronics, sectors the United States had once dominated. In fact, toward the end of the Cold War, polls suggested that the American public saw Japan's economic might as a greater threat than the Soviet Union's military power. The United States adapted its trade policy toward Japan accordingly, challenging Japan's protectionist policies, currency management and economic model — just as Trump proposes to do with China. As deputy trade representative, Lighthizer oversaw several key bilateral negotiations to resolve trade disputes between Washington and Tokyo, most notably in the steel sector.
Today, the United States has much the same problems with China that it did with Japan three decades ago, but with some important differences. For one thing, the United States' most fervent trade disagreements with Japan took place before the creation of the WTO and its relatively strong bilateral trade dispute mechanism. Tokyo's favored means of dispute resolution — voluntary caps on its exports to the United States — have since been banned. For another, the United States' relationship with Japan is dramatically different from its relationship with China. Unlike Tokyo, which owed its economic vitality and physical security to Washington, Beijing has no such ties binding it to the United States. Consequently, the Trump administration will have a harder time imposing its will on Beijing.
Beijing's Struggle
More important, China is the midst of its most difficult economic transition since the Chinese Economic Miracle began in the 1970s. For decades, investment in critical infrastructure such as ports, electrical grids and roads has fueled the country's economic growth, enabling China to take advantage of its relatively cheap labor pool and export a wide array of goods. But that model has run its course: China's economic growth has fallen below 7 percent according to official reports, and its exports declined for the second year in a row in 2016. Investment in domestic infrastructure is no longer generating the growth that it once did, leaving the country's leaders to navigate a bumpy and treacherous road toward a stable economic growth based on consumption.
It is difficult to overstate the magnitude of China's structural shifts and the challenges that they bring. Years of sustained investment have left many of China's heavy industries — chief among them its steel industry — suffering from chronic overcapacity, while incentive structures keep even unprofitable companies in operation. Herein lies the problem for the Trump administration. Despite Washington's continued calls to stop dumping steel on U.S. markets, and Beijing's desire to do so, the Chinese government lacks the power to shut down its excess steel capacity. Local officials throughout China pressure companies to stay in business, concerned more with maintaining tax and employment levels in their jurisdictions than with heeding Beijing's directives. Though President Xi Jinping has tried to clear the way for much-needed reforms to China's state-owned enterprises through a concerted anti-corruption campaign, his efforts have yet to achieve much success. What's more, his attempts to consolidate power have left little room for alternative solutions to the country's economic problems.
No matter what steps the Trump administration takes to challenge China's economic and political system, Beijing's focus will remain on its own fragile rebalancing. So far, the Chinese government has undertaken economic reform at its own pace, regardless of foreign pressure. In future trade negotiations with the United States, China will try to stay within the confines of the WTO framework and preserve the status quo. Under the circumstances, Trump may have to resort to or threaten to use more rigorous interpretations of U.S. law and WTO regulations to see a noticeable change in Chinese policy, notwithstanding the risks of retaliation.
Over the next four years, trade will become the focus of the United States' relationship with China — a relationship that will likely come under renewed strain as the next administration re-evaluates various aspects of Washington's policy toward Beijing. In the meantime, the countless countries and companies that hang in the balance will hold their breath and wait for clarity on the future of one of the world's most important trade relationships.
The US is making history not just by violating a United Nations security council resolution it voted for three years ago, but also by penalising countries who stick to the same unanimous resolution, the Iranian ambassador to the UN has claimed.
Gholamali Khoshroo argues in a commentary published by the Guardian on Wednesday that by abrogating a multilateral 2015 nuclear deal and imposing new sanctions on foreign companies doing business with Iran, the Trump administration is also reneging on UNSC resolution 2231.
The resolution, unanimously adopted six days after the nuclear deal was signed in Vienna, calling on UN member states to refrain “from actions that undermine implementation of commitments” under the Vienna agreement, known as the Joint Comprehensive Programme of Action (JCPOA).
The new US sanctions, imposed on Tuesday, target Iran’s access to dollars and its ability to trade in gold and other precious metals. Donald Trump claimed they were “the most biting ever imposed” and warned that in November, sanctions would “ratchet up to yet another level” with an embargo on Iranian oil and blanket sanctions on Iranian banks.
The EU has revived legislation intended to insulate European companies doing business with Iran from US sanctions, instructing them not to comply with Washington’s demands, and providing a mechanism to sue the US in European courts.
However, the EU blocking statute is thought unlikely to do much to stem the outflow of European investment from Iran driven by firms worried about losing access to US money markets. The Trump tactics have deepened an already serious economic crisis in Iran, fuelling protests around the country.
“For the first time in the history of the United Nations, the United States – a permanent member of the security council with veto power – is engaging in penalising nations across the entire world; not for violating a security council resolution, rather, for abiding by it,” Khoshroo wrote.
“The US withdrawal from JCPOA and re-imposition of its sanctions is a serious breach of its legal obligations under the United Nations Charter, which entails its international responsibility. The international community must act in the face of this international intimidation and affront towards the international legal order.”
Trump has said he is ready to hold talks with Iranian leaders, without preconditions but meanwhile, his administration has vowed to press on with its pressure campaign.
“Today, the regime in Iran is at odds with world peace,” the secretary of state, Mike Pompeo, said in a tweet. “ We urge our allies and partners to join the US and deny Iran’s leadership the funds to oppress the Iranian people and to foment terrorism around the world.”
Teherán está dispuesto a negociar su programa nuclear basándose en los intereses nacionales, pero sin ninguna presión, declaró el ministro de Exteriores de Irán, Abbas Aragchi, tras conversaciones con el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi.
En un mensaje en su cuenta de X, Abás Aragchi calificó las negociaciones con Grossi, que llegó a Teherán en la víspera, de "importantes y francas", agregando que "como parte comprometida con el Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares", su país sigue cooperando de lleno con el OIEA.
"Los desacuerdos se pueden resolver mediante la cooperación y el diálogo. Acordamos continuar (...) Prevemos negociar partiendo de nuestros intereses nacionales y derechos inalienables, pero no estamos dispuestos a dialogar bajo presión o intimidación", enfatizó Rafael Grossi.
El director general del OIEA agregó que percibía el deseo en Irán de llegar a un acuerdo con Occidente sobre su programa nuclear.
"Eso requiere que el OIEA se involucre más activamente con Irán para reafirmar las buenas intenciones de todas las partes", subrayó.
En palabras de Grossi, "después de tomar unas medidas prácticas y rápidas, se mostrará al nuevo Gobierno estadounidense (liderado por Donald Trump) que resulta posible hallar una solución al programa nuclear de Irán".
Además, afirmó que las instalaciones nucleares iraníes "no deben ser atacadas".
"Digo esto con respecto a Irán (…) las instalaciones nucleares no deben ser atacadas", señaló Grossi en una conferencia de prensa con el jefe de la agencia nuclear de Irán, Mohamad Eslami, después de que el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, afirmó el lunes que Irán estaba "más expuesto que nunca a ataques a sus instalaciones nucleares".
En julio de 2015, Irán y seis mediadores internacionales –Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido, China, Francia y Alemania– firmaron el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), que impuso una serie de limitaciones al programa nuclear iraní con el objetivo de excluir su posible dimensión militar, a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales.
En mayo de 2018, Washington rompió el acuerdo y empezó a imponer sanciones unilaterales a Irán con el argumento de que ese país seguía desarrollando armas nucleares, algo que no se ha confirmado.
Un año después, Teherán respondió disminuyendo de manera gradual sus compromisos en el marco del PAIC.
En abril de 2021, las partes del acuerdo, junto con EEUU, iniciaron en Viena negociaciones para restablecer el pacto nuclear, pero en marzo de 2022 las consultas se estancaron y desde entonces no se han retomado.
KUALA LUMPUR, Malaysia, Mar 8 2018 (IPS) - The grandiose sounding Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership (CPTPP) will be signed in Santiago de Chile today, 8 March. Instead of doing something to advance the condition of women on International Women’s Day, trade representatives from 11 Pacific rim countries will sign the CPTPP, which some critics argue will further set back the progress of humanity, including women who hold up ‘half the sky’. The Trans-Pacific Partnership (TPP) originally involved twelve countries, including the USA, namely Japan, Brunei, Australia, Canada, Chile, Malaysia, Mexico, New Zealand, Peru, Singapore and Vietnam, now often referred to as the TPP11. Although originally a minor initiative not involving the US, the Obama administration led the negotiations which claimed to have created a model ‘free trade agreement for the 21st century’.
In fact, the resulting 6500 page agreement has, so far, only been used by Obama’s United States Trade Representative (USTR) to derail the already protracted Doha ‘Development’ Round negotiations under the auspices of the World Trade Organization (WTO), e.g., by ‘lame-duck’ USTR Michael Froman at the WTO ministerial in Nairobi in December 2016.
In January last year, newly elected US President Donald Trump withdrew from TPP, effectively killing the agreement. Since then, Japan has worked hard to keep it alive, with discreet help from Australia and others. Apparently, they hope to draw the US back in order to check China’s growing influence in the region while delaying other regional trade negotiations such as the Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP).
After signing it, at least six countries must ratify the CPTPP for the deal to come into effect. Even before signing, governments have announced plans to drag their feet, indicating they are signing under duress. Incredibly, no details of the new agreement were supposed to be released until after the signing, and few consultations have been held by the signing governments despite promises to do so.
Bad deal not improved by reheating
To make the case for the TPP, its advocates greatly exaggerated its negligible trade benefits. US government studies — by the Department of Agriculture’s Economic Research Service and the International Trade Council — projected very modest gains, even with the US in.
Despite the US absence from the CPTPP, its proponents have not hesitated to make even more exaggerated claims about supposed benefits. With already negligible trade gains from the original TPP, purported gains from the CPTPP without the US are even more paltry. Not surprisingly, the TPP11 have become even more desperate for US participation to maintain their original fictitious claims.
The old claim that trade liberalization lifts all boats is increasingly rejected in favour of more nuanced recognition that its costs may be as much as its benefits, and distributed very unevenly. Such recognition has enabled better understanding of the Brexit referendum outcome and Trump’s election following a campaign in which all major candidates were opposed to the TPP.
CPTPP losses, costs and risks are almost as great as with the TPP while actual gains are even more trivial. Meanwhile, CPTPP citizens must surely wonder why their governments are proceeding so secretively without public consultation or even the fig leaf of credible cost-benefit or other analyses.
Seducing Trump
Minor amendments have been made to the original TPP agreement, largely drafted by US corporations during the Obama presidency. But the new CPTPP Preamble can only guide its interpretation, and does not replace problematic TPP provisions. Some TPP11 countries have secured ‘side letters’, exempting them from some of its provisions.
Meanwhile, several onerous provisions have been suspended, including some of those extending the scope and duration of pharmaceutical patents. Well over a thousand provisions remain, most not even challenged by the CPTPP negotiators. The 22 suspended provisions can easily be restored if the US chooses to rejoin the TPP.
At his World Economic Forum charm offensive at Davos in January, Trump stated that he “would do TPP if we were able to make a substantially better deal” despite his anti-TPP presidential campaign and post-election rhetoric. No one can be sure what he means anymore, especially following his more recent declarations celebrating trade warfare.
US positions in the ongoing North American Free Trade Area (NAFTA) renegotiations suggest his administration will demand stronger intellectual property rights, especially pharmaceutical patent protection; this can be easily accommodated by the TPP11 by reinstating suspended TPP provisions.
However, in light of the new USTR’s pronouncements, it is likely that the White House will insist on removing ISDS provisions from the TPP to be consistent with Trump’s ‘sovereigntist’ approach of putting ‘America first’. Or worse, ISDS provisions may not be reciprocal, i.e., US corporations abroad can use ISDS, but TPP11 investors cannot make such claims against the US government.
Los cambios que ha experimentado el mundo en los últimos años debido a la pandemia del Covid-19, las alteraciones en las cadenas de suministro mundiales y la guerra comercial entre Estados Unidos y China han llevado a muchas empresas a recurrir a una estrategia de deslocalización cercana. Esta situación ha provocado cambios drásticos en el comportamiento tradicional de la dinámica industrial mundial, además de que Asia ha perdido competitividad debido al aumento de los salarios de los trabajadores. El texto destacará la viabilidad limitada de la producción a distancia y revisará el alcance del nearshoring.
Debido a su proximidad a Estados Unidos, la cuenca del Caribe ha adquirido una importancia significativa para una nueva organización que pretende mejorar la integración comercial. La región se beneficia de mayores entradas de capital y tecnología que pueden estimular el empleo y las exportaciones. El establecimiento de políticas de industrialización que promuevan la producción y las cadenas verticales de valor es imprescindible para aprovechar estas oportunidades. Cada país debe incorporar estas políticas a sus planes de desarrollo, sobre todo teniendo en cuenta el descenso de los flujos de inversión extranjera directa en la zona desde 2012.
El informe del Banco Mundial, "El potencial de integración, oportunidades en una economía global cambiante", menciona que México es la única excepción notable a este comportamiento generalizado, ya que experimentó un aumento de casi el 40% de la IED en los últimos diez años, mientras que Sudamérica, por el contrario, experimentó una caída del 8,6%. El crecimiento del producto interior bruto ha experimentado una tendencia a la baja a pesar del aumento de la inversión.
Es importante señalar que se está produciendo un cambio en el patrón de inversiones en el mundo, donde China se ha convertido en el inversor más dinámico y Asia Oriental en el principal destino. América Latina viene después de las inversiones en Europa y África. Esto implica que las inversiones que llegan a México y a la Cuenca del Caribe proceden de capitales asiáticos y de la antigua producción asiática debido a la proximidad con Estados Unidos, al nivel de industrialización del país y a las facilidades del Tratado Estados Unidos-México-Canadá (T MEC).
El Banco Mundial (2023, p.54) revela que el capital estadounidense en Brasil se ha desplazado, mostrando una tendencia de nearshoring de Brasil a México. Este desplazamiento ha provocado un descenso de más de 5.000 millones de dólares en los anuncios de inversión estadounidense en Brasil, el punto más bajo registrado en una década. Por el contrario, México ha experimentado un aumento de los anuncios de inversión estadounidense. Curiosamente, es el capital chino el que está adquiriendo inversiones estadounidenses.
Por otro lado, la evolución de Centroamérica ha sido sin duda positiva, ya que de 2012 a 2021 los flujos de IED han aumentado aproximadamente un 93,35% (con Europa y luego Estados Unidos como inversores más destacados). Hay dos tendencias distintas en estos cambios. La primera tendencia es hacia el sector financiero de Panamá, mientras que la segunda es hacia la producción y el comercio. Como resultado, las perspectivas de crecimiento de Panamá deberían alcanzar el 5,7%, mientras que las proyecciones de Guatemala, Honduras, Nicaragua y Belice no superan el 3,5%.
Por último, aunque los factores internos condicionan en cierta medida el potencial de América Latina en una economía mundial en constante cambio, también se enfrenta a un nuevo e inusual escenario de competencia frente a Asia. Según las previsiones del Banco Interamericano de Desarrollo, las ganancias comerciales para la región a corto y medio plazo alcanzarán los 78.000 millones de dólares - 64.000 millones en comercio de bienes y 14.000 millones en comercio de servicios - siendo las industrias automovilística, textil, farmacéutica y de energías renovables las que más contribuyan a esta dinámica. La previsión del BID en la tabla "Oportunidades potenciales para aumentar las exportaciones a través del nearshoring por país" menciona que México será el más beneficiado, ya que podría aumentar su volumen de exportación en 35.278 millones de dólares.[2] ; esto equivale al 6,1% de las exportaciones en 2022. El nearshoring supondrá una proporción ínfima de aumento de las exportaciones para México y no tendrá un impacto significativo en la cuenca del Caribe ni en Sudamérica.
[2] Aunque México es el país latinoamericano que más se beneficia del nearshoring, existe otra segmentación dentro del país, ya que la mayoría de las empresas deslocalizadas se encuentran en el norte y el bajío del país, siendo Nuevo León, Tijuana, Ciudad Juárez, Mexicali y Nuevo Laredo las ciudades más beneficiadas.
En la tercera década del siglo XXI, se ha observado un desplazamiento tectónico de inmensa trascendencia, aunque minimizado por la prensa occidental. China logró que Irán y Arabia Saudita llegaran a un acuerdo de paz luego de casi una década de guerra interna en Yemen, donde cada país apoya a un bando. Irán ha sido acusado de apoyar a los rebeldes hutíes, y proporcionarle armas, dinero y capacitación militar, lo que ellos niegan y afirman que solo brindan ayuda humanitaria. Su participación en dicho conflicto ha generado tensiones con otros países de la región, especialmente con el reino, que lidera una coalición internacional que apoya al gobierno reconocido internacionalmente en su lucha contra los rebeldes hutíes. Encontrar la concordia entre Arabia Saudí e Irán significa acabar con los apoyos externos al conflicto y abrir el camino hacia la armonía regional. Significa el retorno de Yemen como exportador mundial importante de petróleo.
La intervención de Estados Unidos en Yemen, de su parte, ha generado preocupaciones por el impacto humanitario del conflicto, con informes de víctimas civiles causadas por los ataques aéreos de la coalición liderada por el reino contra los rebeldes hutíes. Sin embargo, se ha dado un primer paso hacia la solución del conflicto gracias al tratado mediado por China. Durante las conversaciones celebradas el 10 de marzo de 2023 en Pekín, el reino e Irán acordaron restablecer relaciones diplomáticas y reabrir sus embajadas en un plazo de dos meses, en mayo de este año. Estipula "el respeto a la soberanía de los Estados y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados"
Según el portal Foreign Policy, "los saudíes han informado a Washington de que el principal resultado del tratado es que Irán ha accedido a dejar de atacar los intereses saudíes y de apoyar a representantes antisaudíes". Irán habría estado motivado debido a la crisis económica que enfrenta el país, agravada por las sanciones impuestas por Estados Unidos a su programa nuclear y las protestas públicas contra el régimen clerical. Se informó que China le permitió acceder a una porción de unos 20 mil millones de dólares que fueron congelados cuando Estados Unidos abandonó el histórico acuerdo nuclear y volvió a imponer sanciones contra Teherán en 2018. Las sanciones occidentales le han impedido a China cumplir con su promesa de inversión a Irán de 400 mil millones de dólares en 2021, a cambio de suministros de petróleo y esto equivale a una compra a futuro de 5,000 millones de barriles de petróleo al precio de 80 USD/bbl.
Las relaciones económicas entre China y el reino son profundas, es su mayor socio comercial y proveedor de petróleo. Las inversiones del socio oriental suman 52,000 millones de USD en 93 inversiones distintas. Hay una concentración fuerte en energía: 14,500 m USD en petróleo; 4,000 m USD en gas; y 1,800 m USD en energías alternativas según el Heritage Investment Tracker. Además China tiene inversiones en energía y otros campos en todo medio oriente y el norte de Africa. Estos lazos son fundamentales para el compromiso de China en Oriente Medio, de donde proviene más del 40% de sus importaciones de petróleo crudo, y asegura su creciente interés en la estabilidad regional. No obstante, el reciente pacto también refleja un cambio en el enfoque del Dragon hacia la región, que se está desplazando desde centrarse en el comercio y la inversión hacia la inmersión en sus conflictos.
La decisión de Arabia Saudita de unirse como socio de diálogo a la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO, por sus siglas en inglés) la tercera semana de marzo del año en curso expresa la creciente influencia de Beijing en la región.La SCO es una unión política y de seguridad de países que abarca gran parte de Eurasia, que incluye a China, India y Rusia, diseñada como contrapeso a la OTAN y la influencia occidental en Asia. Dado que el reino se encuentra en medio de un ambicioso programa de reforma llamado Visión 2030, liderado por el príncipe heredero Mohammed bin Salman, la relación con su socio petrolero le proporciona diversas oportunidades económicas que sirven para atraer grandes inversiones extranjeras en el país. La decisión de unirse a la SCO debe ser vista como una forma de fortalecer el peso de la región del Golfo en las relaciones con El Dragon.
“China pudo sentar a la mesa de negociaciones a dos pesos pesados de la región porque es una potencia en ascenso que busca asegurarse el suministro energético en el futuro. El descongelamiento de las relaciones entre Riad y Teherán conducirá a la paz en toda la región, algo que Estados Unidos no pudo lograr desde que comenzó su involucramiento regional tras la segunda guerra.” (https://www.scmp.com/comment/opinion/article/3219136/why-would-china-want-replace-us-middle-east) Dado que logró lo imposible, la clave de la futura concordia regional reside en China.
Lo nuevo que se presenta puede ser visto como una Pax Sinae, lo que implica la introducción del gigante asiático en el juego del desplazamiento hegemónico y no solo económico. Los términos Pax Romana, Pax Britannica y Pax Americana se refieren a períodos de estabilidad y hegemonía en la historia de Occidente. La Pax Romana describe el período de quietud y estabilidad en el Imperio Romano, que se extendió desde el reinado de Augusto hasta el final del siglo III d.C. La Pax Britannica se refiere al dominio político, militar y económico de Gran Bretaña en el siglo XIX, desde el final de las guerras napoleónicas hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Por su parte, la Pax Americana se refiere a la hegemonía política, militar y económica de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial hasta la intervención militar en Irak en 2003. En todos estos períodos, se estableció un sistema de control y estabilidad por parte de la potencia hegemónica que influyó significativamente en el curso de la historia. Lo que tienen en común estas tres "paxes" es que todas se refieren a Occidente. En cada caso, la potencia hegemónica en cuestión dominó militarmente a otras naciones, promovió la estabilidad y el orden internacional, y expandió su influencia económica y cultural. También en cada caso, la "pax" eventualmente llegó a su fin, en gran parte debido a cambios en el equilibrio de poder global y a la resistencia de otras naciones y potencias emergentes. Lo novedoso es que esta es una paz Oriental que tiene como base no el dominio militar sino el tecnológico y energético. Esta alianza le permite al gigante asiático consolidarse como el principal importador de petróleo crudo del mundo y, eventualmente, ampliar su capacidad de refinación para venderlo al mundo a través del mercado de Commodities de Shanghai en yuanes, lo que hace una competencia directa a EE. UU. como proveedor de petróleo refinado y a Rotterdam como mercado petrolero.
Si se suman las inversiones del Dragon en África del Norte y Central, en América del Sur y en Oriente Medio, y los tratados con Rusia, Siria e Iraq, sin ninguna duda se ha asegurado la provisión de petróleo crudo más grande del mundo. El 11 de diciembre de 2022, Aramco y la refinería de petróleo más grande de oriente, Sinopec, firmaron un contrato para la segunda fase de su proyecto conjunto en la Refinería y Petroquímica de Fujian. El acuerdo tiene como objetivo construir una refinería con capacidad para procesar 16 millones de toneladas de crudo por año y una instalación integrada de craqueo de etileno para producir 1,5 millones de toneladas de productos petroquímicos al año, con la fecha de producción más temprana prevista para 2025.
Además, Sinopec ha firmado un memorando de entendimiento con Saudi Basic Industries Corporation para explorar un proyecto de gran tamaño que pueda convertir productos petroquímicos en la Yanbu Aramco Sinopec Refining Company en el reino. Esta empresa conjunta entre Sinopec y Aramco busca desarrollar nuevas oportunidades en el mercado saudita. Por otro lado, la petrolera saudí también ha anunciado un contrato por separado con el Grupo de Energía de Shandong para explorar colaboraciones en el mercado chino. Ambas empresas han firmado un memorando de entendimiento que incluye un posible contrato de suministro de petróleo crudo y uno de compra de productos químicos, respaldando el papel de la empresa árabe en la construcción de un próspero sector downstream en Shandong. Además, el alcance del memorando de entendimiento se extiende a la cooperación en tecnologías relacionadas con hidrógeno, energías renovables y captura y almacenamiento de carbono.
Entre los proyectos de construcción de refinerías o recién terminadas, podemos mencionar la Refinería de Zhoushan, de petróleo y petroquímicos en la provincia de Zhejiang, desarrollada por la empresa estatal China National Petroleum Corp (CNPC). Esta refinería tiene una capacidad de procesamiento de 20 millones de toneladas de crudo al año y se espera que esté en pleno funcionamiento en 2023. También tenemos la Dalian Petrochemical, una refinería en la provincia de Liaoning ampliada para aumentar su capacidad de procesamiento de petróleo crudo. Esta refinería es desarrollada por la compañía estatal China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) y está en operación desde 2021. Otra refinería en construcción es la Guangdong Zhenrong Energy, que tendrá una capacidad de procesamiento de 40 millones de toneladas de crudo al año y se espera que esté en pleno funcionamiento en 2023. Hengli Petrochemical es una empresa privada que construyó una nueva refinería en la provincia de Dalian. La refinería también incluye una planta de petroquímicos y está en pleno funcionamiento en 2021. Otros proyectos en construcción incluyen la refinería de Zhejiang Petrochemical, que tendrá una capacidad de producción de petróleo crudo y productos petroquímicos al año; la construcción de una refinería de petróleo de 400.000 barriles por día en la ciudad de Yulong, en la provincia de Shandong, por parte de China National Petroleum Corporation (CNPC); y la construcción de una refinería de petróleo y un complejo petroquímico en la provincia de Liaoning, en el noreste de China.
En resumen, China interviene en un conflicto en el que no ha participado anteriormente y debuta como un árbitro internacional con la buena voluntad de las partes que comercian con ellos y cuida sus fuentes de energía fósil. Mientras tanto, Occidente tiene mala reputación en Medio Oriente, gracias a los fracasos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania durante todo el siglo XX, incluyendo la fracasada operación en Iraq en 2003, el fracaso de Libia en 2011 y la Primavera Árabe de 2010-2011 y a la política de sanciones. China tiene la seguridad de su poder político, diplomático, económico, tecnológico y militar para respaldar sus acciones. Es cierto que Occidente ha intervenido en Medio Oriente durante todo el siglo pasado, pero ha dejado una estela de sangre y pocos éxitos notables. Esta intervención de China le duele a occidente en las heridas dejadas por los fracasos de Londres, Washington, París y Berlín a lo largo de todo el siglo XX, y marca el comienzo de una nueva era, mientras Occidente no intente sabotearlo. Lo primero y más evidente es que todos los países que no pueden vender petróleo en occidente (Venezuela, Irán, Irak, Siria, Libia, Rusia, Yemen) ahora lo hacen en oriente y Yemen pronto regresará de exportar 15000 bbl a su normal ritmo de 400,000 bbl con el impacto sobre el precio. Todos los demás ya le venden a China o a través de ella y amplían así el ámbito del yuan.
EE.UU. creció un 3,3% en 2023, cuando los analistas esperaban una recesión. Con tipos de interés altos, la teoría económica convencional dice que el consumo y la inversión se contraen. La predicción de OBELA era una recesión con una caída de la bolsa. Sin embargo, la caída y la recuperación de Wall St están ahora en niveles récord. La economía siguió una trayectoria ascendente. La prensa económica estadounidense habla de una política keynesiana aplicada en Estados Unidos, que implica grandes inversiones en infraestructuras para generar empleo. El gasto público, sin embargo, se dirige hacia ramas industriales protegidas por prohibiciones en el marco de la guerra comercial con China o por elevados aranceles. Sin embargo, la curva de inversión pública se mantiene estable entre el 2,8% y el 2,9% del PIB, es decir, no es una política keynesiana la que está en marcha. En cambio, el sector manufacturero resucitó a la sombra de dos leyes, la CHIPS (CHIPS and Science Act of 2022) y la IRA (Inflation Reduction Act). Todo apunta a una resurrección de las ideas de Raul Prebisch (y Friedrich List) en EE.UU. Es posible que hablen en prosa sin saberlo, y que los asesores no conozcan el pensamiento de Prebisch o List. Aun así, también es posible que el mundo se fije en lo que hacen Estados Unidos y la Unión Europea en materia de políticas industriales. Todo apunta a regiones con políticas industriales y un crecimiento robusto, como Asia y ahora Estados Unidos y España. La resurrección de las políticas proteccionistas para impulsar el desarrollo manufacturero, tan en boga en América Latina entre 1950 y 1980, cambió las líneas de crecimiento de la economía estadounidense en 2022 y abrió una nueva perspectiva para la economía mundial en el futuro.
Prebisch, en la década de 1950, escribió que la competencia de los que van por delante es una desventaja de precios para los que van por detrás, por lo que los aranceles sirven para nivelar los precios internos al tiempo que se reducen los costes de producción a nivel nacional, resultado del avance de la curva de aprendizaje, el desarrollo de cadenas de valor hacia atrás y la masificación del producto. Poner aranceles es reconocer la ventaja tecnológica del otro para ponerse al día, por decirlo en términos de Gerschenkron (Economic Backwardness in Historical Perspective, Harvard U. Press, 1962).
En el "manifiesto" de 1949, Prebisch advierte que la compra de bienes importados no genera empleo ni bienestar y no tiene encadenamientos ni conduce al crecimiento, por lo que es necesario contar con una industria manufacturera nacional ("El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales problemas", CEPAL, 1949). El énfasis del trabajo de 1949 es que no puede haber industrialización sin protección industrial específica de la rama, como señalaba antes Alejandro Bunge, inspirado en Friedrich List y su El sistema nacional de economía política. Alexander Hamilton, quien señaló que no puede haber industrialización sin protección y apoyo estatal a productores y consumidores, inspiró a F. List.
Son las antípodas del liberalismo pregonado por los principales medios de comunicación económicos, como el Wall Street Journal, el Financial Times y The Economist, y las doctrinas dentro de las instituciones financieras con sede en Washington para las reformas económicas y enseñadas en las universidades. Los analistas anglosajones, sin embargo, creen que se trata de políticas keynesianas. La diferencia entre las primeras y las segundas es que las segundas se dirigen a la industria manufacturera y las primeras al empleo en general, como dice la obra de Keynes. La prueba es la estabilidad de la inversión pública en Estados Unidos, que fluctúa entre el 2,8 y el 2,9% del PIB.
La mayor parte de este dinero se destina a la inversión privada, aproximadamente la mitad del 40% del PIB de China si se suma a la inversión pública. Las transferencias fiscales mantienen estable la inversión pública. Las actuales transferencias presupuestarias en EE.UU. aumentaron el consumo, pero no afectaron al FBCF, al menos en 2021 y 2022. El crecimiento del PIB refleja el gasto fiscal, que se recuperó por encima de los niveles anteriores a la pandemia y se mantiene por encima. (ver gráfico 1) Significa que en términos del PIB, la inversión privada en estas ramas no es muy grande y no ha crecido significativamente, pero ha incidido en el número de bienes producidos aguas abajo, por lo que tiene un alto multiplicador de inversión. La tendencia es que el gasto siga creciendo, anteponiendo el consumo a la inversión.
El déficit fiscal de Estados Unidos es el resultado del elevado gasto corriente en Seguridad Social, Sanidad y Fuerzas Armadas, y de los bajos ingresos fiscales. La Seguridad Social y la Sanidad suponen el 36% del presupuesto, el ejército ocupa el 14% y los intereses de la deuda el 13%. El gasto de la Secretaría de Transporte es del 2%, y la educación, formación, empleo y servicios sociales suman el 3%, por nombrar los extremos del arco presupuestario. ( https://fiscaldata.treasury.gov/americas-finance-guide/federal-spending/ )
El impulso de Bidenomics
El equipo económico del Presidente Biden lanzó dos leyes: La Chips and Science Act y la IRA. CHIPS es un proyecto de ley para impulsar la industria estadounidense de semiconductores, que consiste en una subvención pública a la inversión privada en el sector de 52.700 millones de dólares para investigación, desarrollo, fabricación y desarrollo de mano de obra. Se trata de 39.000 millones de dólares como incentivos a la fabricación, que incluyen 2.000 millones para la fabricación de chips de legado utilizados en automóviles, electrodomésticos y sistemas de defensa; 13.200 millones para investigación y desarrollo de microchips y para formar a la mano de obra cualificada; y 500 millones para actividades internacionales de tecnología de la información y la comunicación y de la cadena de producción de semiconductores. También prevé una desgravación fiscal del 25% como crédito para bienes de capital para la fabricación de semiconductores.
La Ley también invierte 174.000 millones de dólares en el ecosistema general de investigación del sector público en ciencia y tecnología, incluida la NASA (Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio), el DOE (Departamento de Energía) y el NIST (Instituto Nacional de Normas y Tecnología, organismo de la Administración de Tecnología del Departamento de Comercio de EE.UU. cuya misión es promover la innovación y la competencia industrial).
Wikipedia dice que "en marzo de 2024, los analistas estimaban que la ley incentivaba entre 25 y 50 proyectos potenciales, con inversiones totales previstas de entre 160.000 y 200.000 millones de dólares y entre 25.000 y 45.000 nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, estos proyectos se enfrentan a retrasos a la hora de recibir subvenciones debido a trabas burocráticas y a la escasez de trabajadores cualificados, ya que el 40% de los nuevos trabajadores permanentes necesitarán titulaciones técnicas de dos años y el 60% titulaciones de ingeniería de cuatro años o superiores". Por esta razón, el salto tecnológico está tan lejano como en América Latina. Mientras se forman los cuadros técnicos para llevar a cabo la investigación y la fabricación, el país más avanzado continúa su trayectoria y deja atrás los "nuevos avances del rezagado". Esa es la dificultad última de ponerse al día. El primer reto es reconocer que hay que poner prohibiciones y aranceles a los productos para ponerse al día en la competencia internacional. El proteccionismo genera ineficacia, subidas de precios y empleo y aumenta el multiplicador de la inversión.
La Ley CHIPS define los chips de legado como aquellos producidos con 28 o más nanómetros (nm). Posteriormente, el Departamento de Comercio aún no ha formulado una definición precisa para otros tipos de chips. Todavía no se ha formulado la "definición oficial" de chips "de última generación" y se supone que se aplica a los chips de 5 o menos nanómetros. Los chips muy avanzados de 10 o 7 nm se encuentran en una zona gris mientras el Departamento de Comercio los clasifica. En Estados Unidos, se suponía que el gobierno debía interferir lo menos posible en los mercados y, sobre todo, evitar "políticas industriales" que favorecieran a un sector en detrimento de otro, pero esta ley demuestra lo contrario.
La otra cara de estos incentivos son las prohibiciones. Por ejemplo, TikTok tendrá que dejar de ser china porque es una TIC internacional no estadounidense que opera en EE.UU. Las empresas podrán optar a incentivos, pero no podrán tener capital extranjero de ningún tipo. Tik Tok podrá operar si se convierte en estadounidense Otro ejemplo son los autobuses BYD fabricados en Lancaster, California, que no pueden vender a los municipios que reciben fondos federales para el cambio de transporte masivo. La Casa Blanca del presidente Trump respaldó en septiembre de 2019 leyes (sección 896 de H.R. 2500 y sección 6015 de S. 1790) que prohíben los equipos de transporte masivo de fabricantes chinos, incluidos autobuses y vagones de ferrocarril, lo que afectó al fabricante de autobuses eléctricos BYD. Ambas versiones del proyecto de ley prohibían la compra de equipos a fabricantes chinos con fondos federales. Sin embargo, la versión del Senado incluía la compra de autobuses, lo que afectaba a la empresa porque recibía subvenciones del Gobierno chino. Esa empresa era en 2018 el mayor fabricante de autobuses eléctricos de EE.UU. Desde entonces ha vendido a clientes que no utilizan fondos federales. La combinación de prohibiciones para restringir la competencia y subvenciones para impulsar las ramas hacen de estas políticas copias casi exactas de las llamadas políticas ISI con un giro más nacionalista porque incluyen el sector servicios, como el de las telecomunicaciones (Tik Tok).
Se suponía que estos incentivos garantizarían la demanda interna y crearían decenas de miles de puestos de trabajo altamente remunerados en el sector de la construcción y la alta tecnología. Los fondos restringen a los fabricantes la construcción de plantas en China (definida como una amenaza para la Seguridad Nacional) y otros países que "causan preocupación". Las empresas beneficiarias tampoco pueden utilizar los fondos para recomprar sus acciones o distribuirlos como dividendos a los accionistas. Los resultados económicos confirmaron la premisa en el primer año de mandato del presidente Biden, con la creación de 642.000 nuevos puestos de trabajo entre 2021 y 2022 y un 116% más de nuevas instalaciones manufactureras que en 2021. Como era de esperar, las empresas estadounidenses de microchips anunciaron 50.000 millones de dólares en nuevas inversiones, con lo que la cantidad total invertida en el sector en el país asciende a 150.000 millones de dólares. (https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2022/08/09/...)
Una estrategia para salvar el cerco proteccionista ha sido permitir la entrada de inversiones de TSMC de Taiwán, el principal fabricante de microchips del mundo. La última vez que Washington aplicó este tipo de políticas proteccionistas fue contra las industrias automovilística y discográfica japonesas en la década de 1980. Entonces, las empresas nisei optaron por invertir dentro de Estados Unidos y fabricar automóviles (Toyota y Honda al principio) y discos de música, lo que repercutió negativamente en la industria automovilística estadounidense (Ford, GM, Chrysler), mientras que Sony arrasó la industria discográfica y las ramas asociadas en el país con las nuevas tecnologías masivas de discos compactos.
La Ley de Control de la Inflación (IRA) se centra en la sostenibilidad energética, pretende invertir en hidrógeno limpio, reduce la contaminación atmosférica e incentiva el uso de vehículos "limpios", no necesariamente eléctricos, incluido el hidrógeno. Pretende establecer el "liderazgo estadounidense" en descarbonización y gestión del carbono y reducir el coste de la energía para los hogares. Anima al gobierno a construir "edificios energéticamente eficientes y con bajas emisiones de carbono" y a ser "un gobierno sostenible y con bajas emisiones de carbono". Estos objetivos son similares a los de China, pero llevan años de retraso. Significa disponer de paneles solares verticales y tecnologías de ventanas para generar la electricidad que necesitan los edificios herméticos para la circulación del aire, la refrigeración y el funcionamiento de los equipos. La tecnología aún no se ha generalizado, pero Ubiquitous Energy afirma que puede transformar los edificios en parques solares verticales. (https://www.weforum.org/agenda/2022/09/transparent-solar-panel-windows/)
El proceso de recuperación de Estados Unidos beneficiará a América Latina en 2024 y en el futuro para reorientar sus compras de materias primas, lo que ejercerá presión sobre un mercado muy concentrado en el mayor fabricante mundial, que también está en vías de convertirse en el mayor inversor minero del mundo después de Gran Bretaña. El único mercado "abierto" del litio está en la bolsa de Shanghai, se paga en yuanes (https://www.metal.com/dashboard) y se está convirtiendo en un mercado de metales equivalente a los mercados occidentales de Nueva York y Londres. El regreso de Estados Unidos como comprador de materias primas arrastrará hacia Estados Unidos los flujos comerciales sudamericanos que ahora se concentran en China, y es poco probable que las empresas mineras chinas que explotan los yacimientos de los Andes, entre otros, vendan en el mercado mundial desde el puerto o la mina. En cualquier caso, los precios subirán. El resultado podría ser que Estados Unidos compre metales en yuanes en Shangai, Dalian o Zhengzhou como mercados de futuros de materias primas, y la dinamización de estos mercados a partir de la posición del país asiático como inversor en la extracción y refinado de metales. Por otro lado, entrará en el mercado regional como vendedor de paneles solares verticales y horizontales para competir con China, que hasta ahora ha sido un cuasi monopolio y cuyas empresas han adquirido una parte importante de la generación y distribución de electricidad en la costa del Pacífico y en Brasil. América Latina seguirá rezagada en la transformación del parque automotor a energías renovables, mientras que algunas capitales avanzarán en el transporte masivo de pasajeros con energías renovables.
Otro efecto de la recuperación de Estados Unidos será el contagio de la inflación industrial en ese país, con consecuencias para otras economías, más directamente para México y Centroamérica, que importan bienes industriales estadounidenses. El ISI enseñó que los países latinoamericanos nunca alcanzaron a los líderes debido a la falta de personal cualificado, entre otras razones. En cambio, la cesta de precios industriales subió debido a la falta de competencia. Fue el argumento de las IFI en los años 90 para abrir la economía. La inflación bajó cuando el FMI y el Banco Mundial liberalizaron la economía en América Latina. También aumentó el desempleo y comenzó la emigración masiva. En otras palabras, la ISI genera empleo, aumenta la inversión manufacturera y el crecimiento, y hace subir los precios debido a la falta de competencia exterior y al crecimiento resultante.
En conclusión, es probable que se apliquen políticas más proteccionistas en otros sectores, lo que impulsará las economías estadounidense y europea a pesar de los elevados tipos de interés. Por otra parte, la inflación industrial subirá junto con los precios de los alimentos. En cambio, los precios de los carburantes bajarán a menos que Estados Unidos imponga nuevas sanciones económicas a países exportadores de petróleo como India. Habrá poco crecimiento económico en América Latina, que, por su parte, continuará el proceso de liberalización económica como en Argentina y Ecuador, ignorando lo que ocurre en Europa y Estados Unidos. Las políticas de renta mínima universal aplicadas en Brasil y México, que han afectado positivamente al crecimiento, podrán ser replicadas en otros países cuando los gobernantes de los distintos países se convenzan de que el 3% del PIB es pagadero. La incapacidad del gobierno argentino para gobernar abre la tentación autoritaria en la región sur, que es vieja y epidérmica. Mientras tanto, veremos la migración de argentinos, que se sumará a la de peruanos, brasileños y ahora chilenos ante la falta de crecimiento económico, además de las tradicionales migraciones de Venezuela, Colombia y Centroamérica. Bolivia y Paraguay se mantienen estables en términos migratorios. El cambio climático seguirá pasando factura, aunque afectará más a los precios que al volumen. El mercado asiático de países en vías de industrialización seguirá siendo el más dinámico del mundo, y el FMI seguirá diciendo que América Latina, con 600 millones de habitantes, no tiene mercado, desafiando lo que hace el Tesoro estadounidense. Esta vez, Argentina volverá a ser el modelo a seguir, como en 1991. En realidad, sólo Asia y el G7 no le siguen. La lucha entre las dos esferas de influencia se agudizará continuamente con América Latina como nuevo campo en disputa.
La primera reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con el Gobierno del mexicano Andrés Manuel López Obrador como anfitrión ha estado marcado por la ausencia de la crisis de Venezuela y Bolivia, los dos asuntos políticos más candentes. Frente a 29 cancilleres y vicecancilleres, el ministro mexicano de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dio el pistoletazo de salida este miércoles a una cita llamada a apuntalar el liderazgo regional de México y su capacidad para convertirse en mediador en un contexto donde los bloques tradicionales se diluyen.
La presidencia mexicana, sin embargo, comenzará con dos heridas abiertas: la de Bolivia, cuyo nuevo Gobierno canceló su asistencia, y la de Venezuela, que vive días convulsos tras las maniobras del chavismo para arrebatar el control de la Asamblea a Juan Guaidó con una votación descalificada por la Unión Europea y Estados Unidos. Esta vez, sin embargo, las críticas internacionales incluyeron los reproches de México y, con mayor intensidad de Argentina. Ante estas dos polémicas la CELAC guardará silencio. La agenda diseñada por México hasta el 8 de enero de 2021 obviará, previsiblemente, los temas polémicos o que obliguen a un posicionamiento común en el ámbito político.
Los 14 puntos en los que trabajarán durante los próximos meses eluden aspectos ideológicos o políticos y se centran en objetivos concretos y medibles, que tienen que ver con cooperación comercial, espacial o en caso de desastres naturales. Además de estrechar la colaboración con China, Latinoamérica trabajará en una "metodología CELAC de lucha contra la corrupción", dijo Ebrard al enumerar los objetivos. "Tenemos tendencia a maximizar los desacuerdos", reconoció el canciller mexicano al terminar la primera sesión que definió como "cordial y respetuosa".
México aspira a que su presidencia de la CELAC sirva para consolidar su papel de árbitro gracias a la doctrina Estrada- que proclama la no intervención en cuestiones que afecten a otros países- y que define los hilos de la política exterior de López Obrador, considerada por él mismo como "ejemplar". "La política exterior de México es ejemplar. Es algo reconocido en todas partes, ya de nuevo empiezan a hablar de que México, como se decía antes, es el hermano mayor en América Latina y El Caribe", afirmó el pasado martes el mandatario mexicano. La CELAC, fundada hace diez años con el impulso de Hugo Chávez y Lula da Silva, cuenta con la participación de todos los países del continente salvo Estados Unidos y Canadá -a diferencia de lo que ocurre en la Organización de Estados Americanos (OEA)-, lo que equivale al 7,1% del PIB mundial.
Pero aunque la CELAC eluda los temas espinosos, estos se colaron en la cita del miércoles desde el primer instante. Al traspaso de la presidencia no acudieron ni Bolivia ni Brasil, confirmó Ebrard sin añadir más detalles. En los meses venideros, el organismo tendrá que sobrevolar por una región que transitará entre comicios, tensiones y estancamiento económico. El 3 de mayo Bolivia irá a elecciones. Paralelamente Venezuela, Nicaragua o Chile auguran un tenso año en la calle y en el Congreso.
A medio plazo, en el seno de la CELAC podría cocinarse, según varias fuentes, el impulso de una posible renovación en la secretaría general en la OEA, una de las situaciones más delicadas en la agenda. La dirección actual de Luis Almagro es vista como una inutilizada para la mediación, pero cuenta con el respaldo de Estados Unidos, principal financiador del organismo. México y Argentina son partidarios de impulsar la candidatura de María Fernanda Espinosa, excanciller ecuatoriana, que podría sumar algunos apoyos en el Caribe. Para que saliera adelante deben convencer a otro grupo importante de países como Canadá -ausente de la CELAC-, Chile, Bolivia, Uruguay, Colombia o El Salvador que, a priori, respaldan a Almagro.
En el último fin de semana empezó a gestarse la tercera vía mexicana y argentina, cuando ambas cancillerías criticaron lo sucedido en Caracas con Juan Guaidó. México hizo votos para que la Asamblea Nacional pueda elegir democráticamente a su junta directiva y advirtió que "el legítimo funcionamiento del Poder Legislativo es pilar inviolable de las democracias". Por su parte, la Cancillería argentina, consideró "inadmisible para la convivencia democrática" lo ocurrido y convocó a recuperar "a la brevedad la normalidad democrática" y el resguardo de la independencia de poderes en Venezuela. Argentina reconocía de esta forma, que el Gobierno de Maduro no es democrático. La postura de ambos países no pasó desapercibida para Elliott Abrams, el alto funcionario del Departamento de Estado, quien aplaudió el cambio.
En cuanto sus intereses inmediatos, México quiere impulsar imponer su agenda de desarrollo regional para los países del Triángulo Norte de Centroamérica, un proyecto que busca a toda costa financiadores. Horas antes de la reunión de la CELAC, todos los embajadores y cónsules de México escucharon el proyecto de Alicia Bárcena, secretaria general de la Cepal, el organismo dependiente de la ONU, con el objetivo de que activen todos los resortes posibles para lograr dinero en una futura conferencia de donantes.
La visita de la presidenta peruana, Dina Boluarte, a China incluirá una reunión con Xi Jinping y contactos con Huawei y BYD, dos de las principales empresas del gigante asiático. En diálogo con Sputnik, el analista Carlos Aquino aseguró que Perú tiene todo para ser "la puerta de entrada y salida entre América Latina y China".
La presidenta de Perú, Dina Boluarte, está en China en el marco de una gira que no solo la llevará a entrevistarse con su par chino, Xi Jinping, sino que le permitirá mantener contactos con los líderes de dos de las principales empresas del gigante asiático, con miras a fortalecer las inversiones en inteligencia artificial y vehículos eléctricos.
Si bien el punto central de la visita se dará el 28 de junio en Pekín, cuando Boluarte sea recibida por Xi, la mandataria peruana tiene como puntos destacados en la agenda encuentros con autoridades y empresarios en las ciudades de Shenzen y Shanghái.
Para Carlos Aquino, economista y director del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la invitación extendida a Boluarte por el Gobierno chino "dice mucho de la importancia que China le pone a las relaciones con Perú".
En diálogo con Sputnik, el analista destacó que, además del encuentro con el presidente chino y con altos empresarios locales, Boluarte será recibida por el primer ministro del Consejo de Estado chino, Li Qiang, —considerado el número 2 del Gobierno chino— y con el presidente del Comité Permanente de la Asamblea Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China, Zhao Leji, cabeza del poder legislativo.
"Si bien las reuniones pueden ser protocolares, Boluarte viajó con cinco o seis ministros que van a estar en Shenzen y Shangái, dos ciudades que son las vitrinas del desarrollo chino de los últimos 44 años. Van a visitar zonas francas industriales en Shenzen, que hace 40 años era un pueblo de pescadores de 40.000 habitantes y ahora es una mega metrópolis considerada el Silicon Valley chino", valoró el experto.
De acuerdo al sitio oficial de la Presidencia peruana, la delegación peruana firmará en Shenzen un acuerdo con Huawei para que 20.000 jóvenes peruanos se capaciten en nuevas tecnologías de la información y especialmente en inteligencia artificial.
La misma ciudad será escenario de los contactos con BYD, conocida por ser la mayor empresa fabricante de vehículos eléctricos del mundo. Al tiempo que el propio comunicado oficial indica que Boluarte invitará a la compañía a "considerar instalar una planta de vehículos eléctricos en Perú", Aquino aseguró que el país sudamericano tiene un gran potencial para desarrollar esta industria.
En ese sentido, recordó que, si bien aún no lo está explotando, Perú tiene importantes reservas de litio —unas 4.000 partes por millón, según el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú— y que además posee "tratados de libre comercio con los principales países del mundo", lo que facilitaría a la empresa china a eludir las restricciones que aplican a vehículos chinos en mercados como EEUU y la Unión Europea.
"Si miras a largo plazo, tanto por sus recursos naturales como por su posición geográfica, Perú es la puerta de entrada de China en América Latina y la salida de América Latina hacia China", sintetizó el experto.
El megapuerto de Chancay, una oportunidad histórica
La visita también incluirá una reunión entre Boluarte y el presidente de Cosco Shipping, naviera china que además es la principal accionista del megapuerto de Chancay, que se inaugurará en noviembre de 2024 y que pretende colocar a Perú como un polo logístico regional que concentre el comercio marítimo entre América Latina y China.
"Sin duda va a ser un puerto importante porque, como muchos dicen, va a transformar a Perú en el hub logístico de Sudamérica, al ser el único de Sudamérica y Centroamérica en tener conexión directa hacia China: los barcos de todos los países de la región que quieran salir directo hacia China tendrán que hacerlo desde Perú", apuntó el experto.
Si bien el puerto ya se concretó, Aquino enfatizó la necesidad de complementarlo con otras obras de infraestructura para las que la visita de Boluarte puede ser fundamental. En ese sentido, mencionó la necesidad de carreteras y vías férreas que conecten a Chancay con el resto del continente, especialmente Brasil, uno de los más interesados en valerse de ese puerto. Nuevas inversiones chinas podrían ser claves para concretar el proyecto de un corredor ferroviario bioceánico que cumpla esas necesidades.
Aquino resaltó que, además, el propio proyecto de Chancay incluye una zona franca industrial de 800 hectáreas que podría ser propicia para la instalación de empresas chinas que, por ejemplo, pudieran ensamblar automóviles eléctricos u otros productos tecnológicos. "Perú ya ha dicho que no quiere seguir solamente exportando materias primas a China", remarcó el analista, recordando que en la actualidad más del 95% de los productos exportados al gigante asiático corresponden al sector primario.
En este camino, Perú tiene como ventaja una relación con China que Aquino destaca como "histórica" y que se remonta a las primeras olas migratorias que llegaron desde territorio chino hacia el Perú a mediados del siglo XIX y que, en la actualidad, explican que Perú tenga la comunidad china más grande de toda América Latina.
Aquino repasó además que, sin estar entre las economías más importantes de América Latina, Perú es el que recibe un mayor monto de inversión china, totalizando más de 30.000 millones de dólares, según datos chinos citados por el analista. A su vez, ese monto representa casi un cuarto de toda la inversión extranjera directa que recibe Perú.
La India está interesada en obtener las tecnologías avanzadas necesarias para la extracción y transformación de fósiles raros, que son de importancia clave para las altas tecnologías, la defensa y la industria automovilística, y en relación con eso celebra reuniones con Rusia, comunicó un funcionario ministerial citado por 'Business Standart'.
Tal cooperación forma parte de la estrategia de atracción de inversiones a la minería y la metalurgia y de desarrollo de la cooperación en la exploración de minerales útiles, señaló.
"A principios de este mes se celebró la primera ronda de consultas (...). Para explorar las reservas disponibles se necesitan inversiones del capital extranjero y tecnologías avanzadas que usan compañías rusas para descubrir nuevos yacimientos de fósiles útiles", comentó.
A juicio del funcionario, tal cooperación permitiría descubrir importantes yacimientos en la India, fortalecer su base de minerales y disminuir su dependencia de los minerales importados.
Rusia tiene importantes compañías de minería como Nornikel, uno de los mayores productores de níquel y paladio en el mundo; Alrosa, la mayor extractora de diamantes del mundo; Severstal, famosa por la fundición de acero, también se dedica a la extracción; SUEK (compañía energética siberiana) figura entre los líderes mundiales de extracción de carbón; Mechel y Evraz producen carbón y mineral de hierro; la Compañía de Minería y Metalurgia de los Urales, o Rusal, la empresa del aluminio más grande del mundo, recordaron funcionarios indios.
Al invitar a especialistas rusos, la India abre las puertas también a las inversiones extranjeras en sus proyectos de minería, la afluencia de los capitales a su vez puede estimular las innovaciones y la creación de nuevas unidades de producción y nuevos puestos de trabajo, comentó Business Standart.
La última inyección de dólares a cambio de bonos del tesoro en Estados Unidos en octubre del 2010 trajo aparejado consigo un alza inusitada en los precios de los commodities. La evidencia muestra ue las bolsas de valores y de commodities desde octubre del 2010 remontaron significativamente. En el siguiente artículo se pretende ilustrar como debido a esto,por un lado, los gobiernos latinoamericanos han presentado un relativo crecimiento (dada su capacidad de exportación), pero a la vez su inflación se incrementa alarmantemente lo cual se verifica en las recientes presiones sobre el tipo de cambio. Por otro lado, se comprueba que Estados Unidos busca la manera de exportar su crisis y fortalecer su debilitada moneda.
Disponible: click aqui
Este informe anual de la CEPAL examina la evolución mundial y regional de la Inversión Extranjera Directa (IED) y plantea recomendaciones para que estos flujos contribuyan a los procesos de desarrollo productivo de la región.
En el primer capítulo de la publicación se analizan, entre otras cosas, las tendencias observadas en un contexto de crisis internacional generada por la pandemia de COVID-19, se detallan los montos de IED recibidos por cada país en 2020 y se hace una proyección regional para 2021. En el segundo capítulo se brinda un panorama histórico y actual de las inversiones de China en América Latina y el Caribe, y se sitúan esas inversiones en el contexto de la estrategia de desarrollo del país asiático, mientras que en el tercer capítulo se da cuenta de las estrategias de inversión en la era digital, tanto a nivel global como en la región latinoamericana y caribeña.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha publicado las cifras de inversión extranjera directa para la región durante el año 2014 . Una de entre tantas razones para su meticuloso análisis y trabajo es que el texto provee de valiosa información para medir el impacto de la ralentización económica en las economías maduras, la tendencia decreciente en los precios de las materias primas y las expectativas de la normalización monetaria en Estados Unidos sobre Latinoamérica y el Caribe.
Por si tal información no fuera suficiente, el documento de trabajo se completa con un análisis de los flujos de inversión en la zona del Caribe y otro sobre los impactos medioambientales de la inversión de las empresas transnacionales sobre algunos países de la región.
A continuación un breve resumen de cada uno de los capítulos:
1. Panorama de la inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe.
La imagen a nivel región muestra: una reducción de la IED en productos naturales y manufacturados que revitaliza al sector servicios; mayor intensidad tecnológica en los flujos de capital percibidos; importancia creciente de Países Bajos, Estados Unidos, España y China como principales acreedores; y persistencia de la repatriación del 50% del monto total de la IED. En consecuencia, la previsión de una menor actividad económica en la región, junto con el obstinado descenso en el precio de las materias primas, vaticinan una rebaja del 10% en el flujo de IED encauzado hacia Latinoamérica para el 2015.
2. La inversión extranjera directa en el Caribe.
La secuela de un 5% menos de IED sobre la región del Caribe es diferenciada según el grado de mayor o menor dependencia: República Dominicana junto a Trinidad y Tobago simbolizan el primer caso, en tanto Cuba y Haití encarnan el segundo escenario. Las políticas de impulso a la IED, que van de organismos que promueven la inversión foránea mediante un favorable entorno de negocios hasta la flexibilización regulatoria a los acreedores extranjeros vía facilidades tributarias son inciertas en cuanto a rendimientos sobre la economía: no hay cálculos del efecto favorable (integración de las cadenas nacionales de valor) o desfavorable (desequilibrio en la balanza de pagos) de la IED. El tema cobra más importancia en cuanto se sabe la gran dependencia de las economías de la región hacia la actividad turística.
3. Empresas transnacionales y medio ambiente.
Aceptando que la estrategia de inversión de toda empresa transnacional determina su impacto sobre el medio ambiente, es inevitable el considerar al sector económico objetivo, la existencia y cumplimiento de la normatividad gubernamental en materia ecológica y el interés ambiental de la empresa como factores últimos de la huella contaminante. El llamado es a diseñar políticas de inversión alineadas a legislaciones medioambientales.
Estados Unidos cuenta con la luz verde de la Organización Mundial de Comercio para proceder a imponer aranceles a productos importados desde la Unión Europea por valor de 7.500 millones de dólares anuales, en respuesta a los subsidios que concedieron los gobiernos europeos a Airbus para el desarrollo del A350 y el A380. Se abre así un nuevo frente en una batalla que dura casi 15 años.
Los aranceles tienen como objetivo compensar un daño económico que la oficina de Comercio Exterior estadounidense valoró inicialmente en 11.200 millones de dólares anuales. Washington elaboró el pasado abril una lista preliminar con 300 productos importados, en la que identificaba componentes del sector de la aviación civil, incluidos aviones de Airbus. La opinión del tribunal de arbitraje debe ser ahora formalizada por el consejo de gobierno de la OMC.
EE UU presentó la primera queja por las ayudas de la UE a Airbus en 2004. Algunos de los argumentos fueron rechazados. La OMC, sin embargo, determinó que los gobiernos europeos estaban concediendo créditos para el desarrollo de sus nuevos aviones con unos intereses que estaban muy por debajo al disponible en el mercado. Además determinó que no se adoptaron medidas eliminar sus efectos adversos.
El organismo multilateral concluye, por tanto, que estos créditos crearon un perjuicio a los intereses de EE UU y señala que eso creó una ventaja competitiva artificial en el segmento de los grandes aviones, de doble pasillo como el A350 y el A380. La OMC debe adoptar ahora una decisión en un caso separado de la UE contra EE UU por las ayudas del Estado de Washington a Boeing.
El embajador Robert Lighthizer, el principal negociador de EE UU en comercio, ya advirtió entonces que se estaba listo para pasar a la acción y empezar a aplicar los aranceles en cuanto la OMC determinara su valor. Washington dijo inicialmente también que la intención era imponer un gravamen de hasta el 100% en algunos productos, para así recuperar lo que se pierden con los subsidios.
La Comisión quiere evitar otra escalada
Bruselas quiere evitar a toda costa que el fin de esa vieja batalla pueda ser el comienzo de una nueva escalada comercial transatlántica, en especial en “un momento delicado” para la economía mundial. La Comisión Europea “toma nota” de la decisión de la OMC, pero advierte a la Administración de Donald Trump de que la adopción de represalias a través de nuevos aranceles sería una medida “miope” y “contraproductiva”.
Estados Unidos cuenta con la luz verde de la Organización Mundial de Comercio para proceder a imponer aranceles a productos importados desde la Unión Europea por valor de 7.500 millones de dólares anuales, en respuesta a los subsidios que concedieron los gobiernos europeos a Airbus para el desarrollo del A350 y el A380. Se abre así un nuevo frente en una batalla que dura casi 15 años.
Los aranceles tienen como objetivo compensar un daño económico que la oficina de Comercio Exterior estadounidense valoró inicialmente en 11.200 millones de dólares anuales. Washington elaboró el pasado abril una lista preliminar con 300 productos importados, en la que identificaba componentes del sector de la aviación civil, incluidos aviones de Airbus. La opinión del tribunal de arbitraje debe ser ahora formalizada por el consejo de gobierno de la OMC.
EE UU presentó la primera queja por las ayudas de la UE a Airbus en 2004. Algunos de los argumentos fueron rechazados. La OMC, sin embargo, determinó que los gobiernos europeos estaban concediendo créditos para el desarrollo de sus nuevos aviones con unos intereses que estaban muy por debajo al disponible en el mercado. Además determinó que no se adoptaron medidas eliminar sus efectos adversos.
El organismo multilateral concluye, por tanto, que estos créditos crearon un perjuicio a los intereses de EE UU y señala que eso creó una ventaja competitiva artificial en el segmento de los grandes aviones, de doble pasillo como el A350 y el A380. La OMC debe adoptar ahora una decisión en un caso separado de la UE contra EE UU por las ayudas del Estado de Washington a Boeing.
El embajador Robert Lighthizer, el principal negociador de EE UU en comercio, ya advirtió entonces que se estaba listo para pasar a la acción y empezar a aplicar los aranceles en cuanto la OMC determinara su valor. Washington dijo inicialmente también que la intención era imponer un gravamen de hasta el 100% en algunos productos, para así recuperar lo que se pierden con los subsidios.
La Comisión quiere evitar otra escalada
Bruselas quiere evitar a toda costa que el fin de esa vieja batalla pueda ser el comienzo de una nueva escalada comercial transatlántica, en especial en “un momento delicado” para la economía mundial. La Comisión Europea “toma nota” de la decisión de la OMC, pero advierte a la Administración de Donald Trump de que la adopción de represalias a través de nuevos aranceles sería una medida “miope” y “contraproductiva”.
Según la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, el Ejecutivo comunitario ya ha propuesto una “solución justa” y “equilibrada” a Estados Unidos para sus industrias aeronáuticas. Sin embargo, también ha avisado de que la imposición de nuevas tarifas “empujará a la UE hacia una situación” en la que no tendrá “otra opción que hacer lo mismo”.
La Comisión Europea ya presentó el pasado mes de julio una propuesta a Estados Unidos para alcanzar un nuevo régimen de subsidios al sector aeronáutico. Coincidiendo con la cumbre de Naciones Unidas, Malmström se encontró la semana pasada en Nueva York con el responsable de Comercio norteamericano, Robert Lighthinzer. Sin embargo, Bruselas sigue sin tener respuesta. “Hasta ahora, los Estados Unidos no han reaccionado”, ha afirmado Malmström en un comunicado. Estados Unidos sostiene que solo negociará con la UE cuando esta cumpla con los requerimientos de la OMC.
El Ejecutivo comunitario teme que este conflicto trunque la tregua que ambos países se dieron en julio del año pasado. Entonces, el presidente Jean-Claude Juncker logró apaciguar los ánimos de Trump. En cualquier caso, el conflicto tiene dos direcciones y la UE espera que el organismo de Ginebra avale que puede aplicar medidas a Estados Unidos por las ayudas que concedió a Boeing. La Comisión Europea tiene ya preparada una lista de productos (bebidas y alimentación, marroquinería y joyería y productos aeronáuticos) a los que aplicar aranceles por un valor de cerca de 20.000 millones de euros, aunque la cifra final dependerá de la decisión del arbitraje de la OMC.
La intención de Bruselas es no verse forzada a imponer esas tarifas. Si llegara a hacerlo, eso significaría que antes Estados Unidos habría optado por reactivar la guerra comercial con Europa. Y Trump se guarda en la manga, además, la carta de fijar un impuesto a los automóviles y componentes producidos en la UE alegando razones de “seguridad nacional”. Pero si todo eso sucediera, Bruselas ha advertido de que se defenderá.
El presidente del Comité de Comercio Internacional del Parlamento Europeo, Bernd Lange, respaldó a la Comisión y lamentó la "falta de voluntad" de Estados Unidos a negociar. El ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, también apuntó en la misma dirección. Abogó por una solución "amigable" en un momento de pujanza de la industria aeronáutica china pero advirtió: "Si los Estados Unidos eligen imponer sanciones será un error económico y político. Y estaremos preparados con nuestros socios europeos para responder con firmeza".
Según la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, el Ejecutivo comunitario ya ha propuesto una “solución justa” y “equilibrada” a Estados Unidos para sus industrias aeronáuticas. Sin embargo, también ha avisado de que la imposición de nuevas tarifas “empujará a la UE hacia una situación” en la que no tendrá “otra opción que hacer lo mismo”.
La Comisión Europea ya presentó el pasado mes de julio una propuesta a Estados Unidos para alcanzar un nuevo régimen de subsidios al sector aeronáutico. Coincidiendo con la cumbre de Naciones Unidas, Malmström se encontró la semana pasada en Nueva York con el responsable de Comercio norteamericano, Robert Lighthinzer. Sin embargo, Bruselas sigue sin tener respuesta. “Hasta ahora, los Estados Unidos no han reaccionado”, ha afirmado Malmström en un comunicado. Estados Unidos sostiene que solo negociará con la UE cuando esta cumpla con los requerimientos de la OMC.
El Ejecutivo comunitario teme que este conflicto trunque la tregua que ambos países se dieron en julio del año pasado. Entonces, el presidente Jean-Claude Juncker logró apaciguar los ánimos de Trump. En cualquier caso, el conflicto tiene dos direcciones y la UE espera que el organismo de Ginebra avale que puede aplicar medidas a Estados Unidos por las ayudas que concedió a Boeing. La Comisión Europea tiene ya preparada una lista de productos (bebidas y alimentación, marroquinería y joyería y productos aeronáuticos) a los que aplicar aranceles por un valor de cerca de 20.000 millones de euros, aunque la cifra final dependerá de la decisión del arbitraje de la OMC.
La intención de Bruselas es no verse forzada a imponer esas tarifas. Si llegara a hacerlo, eso significaría que antes Estados Unidos habría optado por reactivar la guerra comercial con Europa. Y Trump se guarda en la manga, además, la carta de fijar un impuesto a los automóviles y componentes producidos en la UE alegando razones de “seguridad nacional”. Pero si todo eso sucediera, Bruselas ha advertido de que se defenderá.
El presidente del Comité de Comercio Internacional del Parlamento Europeo, Bernd Lange, respaldó a la Comisión y lamentó la "falta de voluntad" de Estados Unidos a negociar. El ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, también apuntó en la misma dirección. Abogó por una solución "amigable" en un momento de pujanza de la industria aeronáutica china pero advirtió: "Si los Estados Unidos eligen imponer sanciones será un error económico y político. Y estaremos preparados con nuestros socios europeos para responder con firmeza".
When the General Agreement on Tariffs and Trade was signed by 23 nations in 1947, the goal was to establish a rules-based world trading system and to facilitate mutually advantageous trade liberalization. As the GATT evolved over time and morphed into the World Trade Organization in 1993, both goals have largely been achieved. The WTO presides over a rule-based trading system based on norms that are almost universally accepted and respected by its 163 members. Tariffs today are below 5 percent on most trade, and zero for a very large share of imports.
Despite its manifest success, the WTO is widely regarded as suffering from a deep malaise. The main reason is that the latest WTO negotiation, the Doha Round, has staggered between failures, flops, and false dawns since it was launched in 2001. But the Doha logjam has not inhibited tariff liberalization—far from it. During the last 15 years, most WTO members have massively lowered barriers to trade, investment, and services bilaterally, regionally, and unilaterally—indeed, everywhere except through the WTO. The massive tariff cutting that has taken place around the world, shown in Table 1, has been at least as great as in the previous successful WTO rounds. Moreover, the Doha gridlock has also not dampened nations’ interest in the WTO; 20 nations, including China and Russia, have joined since 2001.
This paper begins by sketching the historical context of the original GATT agreement. It then discusses how the rules and principles behind the GATT rounds combined to create a juggernaut of political economy momentum in which nations kept joining the GATT and tariffs kept falling.
The paper then turns to the current woes of the WTO and why its magic seems to have failed in the Doha Round. Two major sets of reasons emerge in this discussion. First, the last round of GATT negotiations, the Uruguay Round, sought to generate additional momentum for free trade through broadening its focus, both in terms of more countries joining and in terms of additional areas that would be covered by the agreement. However, these steps toward broadening also required altering some of the historical rules and principles that had generated momentum toward free trade. The changes altered and may even have ended the political economy momentum of the WTO. Second, the rules and procedures of the WTO were designed for a global economy in which made-here–sold-there goods moved across national borders. But the rapid rising of offshoring from high-technology nations to low-wage nations has created a new type of international commerce. In essence, the flows of goods, services, investment, training, and know-how that used to move inside or between advanced-nation factories have now become part of international commerce. For this sort of offshoring-linked international commerce, the trade rules that matter are less about tariffs and more about protection of investments and intellectual property, along with legal and regulatory steps to assure that the two-way flows of goods, services, investment, and people will not be impeded.
It’s possible to imagine a hypothetical WTO that would incorporate these rules. But in practice, the rules are being written in a series of regional and megaregional agreements like the Trans-Pacific Partnership (TPP) and Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) between the United States and the European Union. The most likely outcome for the future governance of international trade is a two-pillar structure in which the WTO continues to govern with its 1994-era rules while the new rules for international production networks, or “global value chains,” are set by a decentralized process of sometimes overlapping and inconsistent megaregional agreements.
■ Richard Baldwin is Professor of International Economics, The Graduate Institute, Geneva, Switzerland. He is also Director of the Centre for Economic Policy Research (CEPR) in London, UK, and Editor of VoxEU.org. His email address is rbaldwin@cepr.org.
La conferencia de Buenos Aires de la Organización Mundial de Comercio (OMC) es un respiro al sistema de comercio internacional frente a las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que tan abusivamente están llevando a cabo Estados Unidos con sus dos socios de América del Norte, y tan poco fraternamente está siguiendo Canadá.
Los intentos frustrados de Estados Unidos bajo la administración Barack Obama de someter a sus reglas a sus socios comerciales a través de tratados bilaterales con un conjunto de 28 países europeos con el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP), y con otros once de la Cuenca del Pacífico con el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP), finalmente fueron echadas a la basura por el nuevo gobierno republicano.
Es interesante porque la administración republicana logró que no se hagan más acuerdos bilaterales y que se respeten las reglas multilaterales. Ésto no estaba en la agenda demócrata pero tampoco está en la republicana. El quid del asunto es el grado de unilateralismo de la nueva agenda republicana.
La situación al inicio de la conferencia de la OMC en Buenos Aires es que uno de los actores líderes está jugando unilateralmente en el comercio internacional, intentando colocar sus propias reglas. Este juego unilateral socava la función de la OMC creada principalmente por Estados Unidos, a inicios de los años 90, para impulsar el libre comercio. Paradójicamente como no pudo poner sus reglas a través dela OMC, como lo hace a través del FMI, de inmediato en paralelo acordó el tratado trilateral de América del Norte e inventó tratados bilaterales de libre comercio, reeditando los del tratado de Ottawa de Gran Bretaña de 1932. Entonces la finalidad era consolidar la zona esterlina. Ahora, es posible que la suma de los tratados bilaterales de Estados Unidos sea para consolidar la zona dólar ante lo que se percibe como el surgimiento del yuan. De ser el caso, sería un remake de lo que ocurrió en 1932, cuando Gran Bretaña se sintió amenazada por el surgimiento del dólar que aún era una moneda de poco peso en el comercio internacional, prefiriéndose el franco francés y la libra.
La lista de tratados bilaterales sugiere que quisiera un continente americano asegurado en dólares para su comercio bilateral, y que preferiría echar llave a los socios anglosajones al dólar así como a los emiratos. El tema del comercio del petróleo en otras monedas ya es un tema irreversible tras la consolidación del yuan como petromoneda. Según el GEAB nº119 del 18 de noviembre del 2017, “La decisión china de introducir a principios de 2018 petro-gas-yuanes convertibles en oro constituye un paso importante en la internacionalización del yuan. Reafirma la determinación de Pequín, expresada hace ya una década, de situar al reminbi como moneda de referencia internacional”. Sin embargo, con los Tratados de Libre Comercio (TLCs) puede consolidar su área dólar. Este es un detalle que se le escapó afortunadamente al nuevo gobierno cuando echó al basurero al TTIP y al TPP. A Estados Unidos le queda incorporar al Mercado Común del Sur (Mercosur) al área dólar vía TLCs para consolidar el predominio hemisférico de su moneda en el comercio internacional futuro. Su cuña es Uruguay.
Lo que está en cuestión es cuánto se usa el dólar y dónde. Ese es un tema de comercio de servicios sobre los que no hay acuerdo posible. China no va a permitir que le invadan de servicios americanos a Asia; y Estados Unidos no va a permitir que lo invadan de servicios financieros y otros. El impasse se ve reflejado en la falta de agenda sobre la materia.
En el comercio de servicios financieros deben incorporarse los paraísos fiscales. Este tema perseguido por la OCDE es trascendental para Estados Unidos. El “suministro de servicios mediante presencia comercial” solo puede ser analizado plenamente utilizando estadísticas sobre las filiales extranjeras. Hasta hace poco, esta clase de datos podía obtenerse casi exclusivamente en relación con las economías desarrolladas, según el informe de la OMC del 2015, pero en los últimos años otras economías han comenzado a reunir esa clase de datos, dicen ellos, lo que permite comprender mejor la forma en que los proveedores prestan servicios a sus clientes en todo el mundo.
Aquí entran los servicios financieros en ultramar que han crecido exponencialmente, enfrenta los países más desarrollados entre ellos y son parte del 66,5% del total de servicios vendidos al exterior. Mientras unos pretenden aumentar su presión fiscal eliminando los paraísos fiscales, otros prefieren bajar su presión fiscal promoviendo la banca internacional -y de paraísos fiscales- para reactivar su economía cuyo crecimiento trimestral promedio de los últimos ocho años (2010-2017) es de 0,5%.
El auge del comercio de servicios financieros de Estados Unidos va de la mano de la baja en la presión fiscal de Estados Unidos. Lo que el Estado pierde en ingresos fiscales lo gana la banca en comisiones e intereses diferenciados por servicios prestados en el exterior. Una lista corta de grandes bancos en paraísos fiscales incluye a toda la gran banca americana que no está dispuesta a renunciar a esa tajada del negocio del comercio de servicios financieros y tecnológicos. Incluye también a la banca europea que está bajo escrutinio como se observó en los Paradise Papers.
Otro tema de conflicto es el de los subsidiosagrícolas americanos. Los temas son “Ayuda interna y garantías de créditos a la exportación de productos agrícolas” y “Subvenciones y otras medidas de ayuda interna para el maíz y otros productos agrícolas”. El libre comercio termina en la agricultura, donde tienen menos competitividad; y comienza en las finanzas, donde tienen la mayor competitividad.
Ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo con el país excepcional, que no se siente que deba regirse por las reglas de la OMC, la reacción de Obama fue de forzar el bilateralismo. La de Trump es forzar el unilateralismo, como se advierte en sus discursos sobre el TLCAN. Ésto le pone el tablero en las manos a China quien hoy es el mayor país comerciante del mundo a pesar de la caída del comercio china con el mundo de los últimos años. La caída de las importaciones chinas, sin embargo, no parece ser tanto en volumen como en precios. Son los importadores más importantes de materias primas y el desplome de los precios se ve reflejado en la caída del total importado en dólares. Es una caída más grande que otros países que importan menos materias primas, como Estados Unidos y Alemania.
Lo que se busca es encontrar mecanismos para resolver los desencuentros en el comercio de servicios, y los tribunales donde apelar en caso de abuso del mismo. Los ejes del comercio de servicios sonfinancieros y tecnológicos, y la búsqueda unilateral es que se resuelvan las disputas en Estados Unidos, de una manera u otra. Esto es imposible en un marco multilateral, y es posible que Estados Unidos haga una de dos: o no le de perfil a la conferencia, o la use de plataforma para su discurso agresivo antimultilateral en el que está embarcado desde el gobierno de Obama pero que se ha profundizado con este presidente.
La apuesta unilateral puede tener que ver con el cambio en la industria automotriz que se dirige hacia la construcción de vehículos eléctricos sin chofer. Estos son construidos en Estados Unidos por fábricas totalmente robotizadas con lo que el costo de mano de obra dejó de ser el tema central. Se aprecia que la robotización está en auge, y ello va en contra de la contratación de mano de obra; en cualquier caso, lo que requiere en el intermedio es la contratación de mano de obra hipercalificada que hasta ahora era provista de manera importante por el mundo musulmán.
Los ingenieros de Silicón Valley son una mezcla de sirios, iraquíes, iraníes, pakistanís, e hindúes, por nombrar lo más numeroso de la población técnica. Parte del tema migratorio americano tiene que ver con que perciben que estos ingenieros les quitan el trabajo a los ingenieros americanos nativos por menos sueldo. Eso explica la arremetida contra migrantes de estos países y contra migrantes con ciertos tipos de visas de negocios. Todo eso está en la rama de servicios.
Si Estados Unidos lograra producir y masificar los autos eléctricos sin chofer antes que el resto de países, recuperaría su porción del mercado automotriz mundial donde va rezagado después de China, Alemania y Japón,y en competencia con la India. Éstos, fabricados con muy poca mano de obra y solo muy especializada, le permitirían recuperar su tasa de ganancia y el relance de la economía mundial de manera sólida. Aparentemente esa es la apuesta y sobre estos aspectos se posiciona en las negociaciones internacionales.
El dólar continúa siendo la moneda más utilizada en el comercio mundial pero hay indicaciones acerca de que China quiere que se utilice el yuan como moneda de reservas. La situación es análoga a cuando Estados Unidos introdujo su moneda como moneda de reserva estando la libra esterlina como la moneda estrella de reserva en los años 1930. La apuesta americana en 1935 fue que Gran Bretaña no podría sostener su moneda si se le desbarataba el tratado de Ottawa de 1932. Con el tratado de Ottawa se establecieron convenios bilaterales de libre comercio entre los 58 estados miembros de la Commonwealth británica obligados a comerciar en libras.
Algunos países de adhirieron a esto, como la Argentina y Uruguay, y utilizaron la libra como su moneda de reserva además de ser la preferente para el comercio. La apuesta americana fue que cuando se disolviera el tratado, se acabaría la libra en esa función. El tratado de Ottawa fue acabado por la creación del acuerdo de Bretton Woods que asegura el libre comercio (y acabó con los acuerdos bilaterales de comercio).
A fines del 2017, Estados Unidos tiene 20 acuerdos bilaterales de libre comercio y el dólar es la moneda más utilizada. China debe estar jugando la carta de liderar el libre comercio para acabar con las protecciones de estos tratados bilaterales y asegurarle un espacio grande al yuan en el futuro lejano.
La conferencia de la OMC, por tanto, será un escenario del conflicto por liderazgo entre China y Estados Unidos, donde los países emergentes estarán del lado chino y Estados Unidos mostrará debilidad en el foro multilateral por las posturas de su gobierno en el foro internacional.
Los aniversarios de tratados internacionales nunca son asuntos resonantes. Pero cuando algunos viejos líderes del comercio se reunieron en el pabellón del edificio Ronald Reagan en Washington para celebrar el 70 aniversario del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), el documento de 1947 que sigue siendo una guía para el comercio internacional, el sentimentalismo era sin duda el estado de ánimo reinante.
"Esto parece más un velorio que un festejo", se quejaba un veterano negociador comercial después de escuchar a una procesión de oradores recalcar las virtudes del GATT y advertir sobre una inminente ola proteccionista.
La razón, no hacía falta aclararlo, estaba a unas pocas cuadras, en la Casa Blanca. A un año de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el magnate inmobiliario populista está cumpliendo su promesa de sacudir el sistema internacional. Desde el punto de vista de Washington, el futuro del comercio mundial ahora parece consistir mayormente en la destrucción de su pasado glorioso.
Poco después de asumir el cargo en enero, Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, un ambicioso pacto con Japón y otras 10 economías que su predecesor Barack Obama había negociado minuciosamente como respuesta estratégica al ascenso de China.
Exigió la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y de un acuerdo de 2012 con Corea del Sur apuntado a ayudar a consolidar una de las relaciones estratégicas más delicadas e importantes en Asia. Dejó en claro que cualquier socio comercial con el que EE.UU tenga un déficit comercial, empezando por China, debe esperar duras conversaciones sobre cómo lograr un comercio más equilibrado.
Pero Trump también manifestó que va a ir tras un trofeo mayor: la Organización Mundial del Comercio (OMC), que, como sucesora del GATT desde la década de 1990, se ha desempeñado como el árbitro del comercio mundial. "La OMC se estableció en beneficio [de] todos excepto de nosotros. No se puede creer cómo se aprovecharon de este país", Trump dijo a Fox en una reciente entrevista. "Perdemos los casos, casi todos los casos ante la OMC".
La opinión de Trump no se basa en los datos, señalan los expertos. EE.UU. ganó más del 90% de las diferencias que presentó en Ginebra, aunque perdió casi el mismo porcentaje de las planteadas en su contra. Si bien Norteamérica se frustra ante el proceso consensuado de toma de decisiones de la institución, que exige el acuerdo de sus 164 miembros para que suceda algo, también ha mostrado una extraña capacidad para darle forma al debate en la OMC como su miembro dominante.
Pero estos hechos poco importan a un gobierno que ha tomado la victoria electoral de Trump basada en una campaña anti-inmigración y anti-comercio que le proveyó suficientes votos de los estados del "cinturón de óxido" para ganar como una excusa para presentar las quejas de EE.UU.
La embestida contra la OMC, para ser justos, está en sus inicios y en Ginebra adoptó una forma tecnocrática. Norteamérica ahora obstaculiza los nombramientos para dos vacantes en el Órgano de Apelación de siete miembros que tiene la última palabra en materia de diferencias comerciales, lo cual socavaría al árbitro del comercio mundial.
En diciembre se abrirá una tercera vacante y en septiembre de 2018, una cuarta; esto dejará solo tres miembros en ejercicio: China, India y Estados Unidos. La costumbre de que los paneles de tres personas que examinan las apelaciones no incluyan representantes de los países involucrados en dichos casos haría que al Órgano de Apelación le resulte difícil dictaminar en casos donde estén implicados los tres países referidos, lo cual neutralizaría de hecho al Órgano de Apelación.
No está claro qué espera Estados Unidos. Pero Robert Lighthizer, el representante comercial de Trump, hace tiempo que manifestó su desdén hacia el sistema de solución de diferencias de la OMC.
En la década de 1990, ayudó a su mentor político, el ex candidato presidencial por el partido Republicano Bob Dole, a impulsar la creación de una comisión estadounidense para revisar las decisiones de la OMC en casos perdidos por EE.UU. Una de sus ideas requería que Norteamérica analizara dejar el organismo si perdía injustamente, a criterio del país, tres casos ante la OMC en un período de cinco años.
En un discurso reciente, Lighthizer habló con nostalgia de antiguo sistema de solución de diferencias no vinculante del GATT. También reiteró una antigua queja de Estados Unidos de que el Órgano de Apelación de la OMC se había excedido sus facultades judiciales y comenzado a dictar leyes en vez de solo interpretarlas.
Las críticas de Lighthizer a la OMC y al sistema son aún más amplias. Ahora es el principal defensor de la opinión cada vez más aceptada en Washington de que la OMC no logró refrenar a China; esto permitió a Pekín manipular el sistema comercial internacional en beneficio de su auge económico.
"La propia magnitud de los esfuerzos coordinados de China apuntados a desarrollar su economía, otorgar subsidios, crear campeones nacionales, imponer la transferencia tecnológica y a distorsionar los mercados de China y de todo el mundo es una amenaza sin precedentes al sistema comercial mundial", sostuvo Lighthizer. "La OMC y su predecesor, el GATT, no fueron creados para gestionar con éxito un mercantilismo a esta escala".
El ataque del gobierno de Trump a la OMC puede ser incipiente, pero ya generó preocupación a los defensores del sistema multilateral tanto dentro como fuera de Norteamérica.
Cecilia Malmström, la comisionada de Comercio de la Unión Europea, advirtió que la postura de EE.UU. hacia el órgano de solución de diferencias de la OMC supone el riesgo de "matar a la OMC desde adentro".
Días antes, Roberto Azevêdo, el director general de la OMC, hizo una advertencia igualmente sombría. "Si ponemos en peligro este pilar, estaremos arriesgando el sistema en su totalidad. No hay duda de eso", reveló a Financial Times.
Azevêdo reconoce que "el sistema mundial ha sido y seguirá siendo un trabajo en curso", según reveló al Consejo de Relaciones Exteriores en Washington. Pero el brasileño también agregó: "Creo que representa los mejores esfuerzos mundiales para mantener las tensiones a raya".
Si no logran convencer de esto a Donald Trump, el próximo aniversario importante del GATT sin duda puede transformarse en un velorio.
Con la reciente formalización de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), América Latina y el Caribe (ALyC) tiene la oportunidad de acceder al bloque económico más grande del mundo, que conforma el 30% del PIB mundial. Los países de ALyC han realizado esfuerzos, de forma individual, para acceder al mercado asiático mediante acuerdos bilaterales. Las alianzas como el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico o TTP-11 y la Alianza del Pacífico (AP), no han logrado establecer tratados a nivel interregional. La RCEP es una oportunidad y alternativa para que los bloques de ALyC se coordinen y utilicen a este nuevo mercado como catapulta para la recuperación de la crisis derivada de la COVID-19.
Con la concreción de la RCEP en noviembre del 2020, se muestra la clara intención de la asociación por expandir sus relaciones comerciales intra e interregionales. En un escenario donde el comercio y la inversión del sudeste asiático viene en constante aumento, la más importante es la relación con China, socio comercial cada vez más importante para Sudamérica. Esto se debe al aumento de las importaciones de materias primas e inversión extranjera directa en energías renovables e infraestructura en la subregión. Por otro lado, China es el segundo proveedor más grande para México.
A pesar de que hasta la fecha no se ha celebrado ningún acuerdo comercial entre la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) o el RCEP y algún bloque en América Latina, en las últimas dos décadas se han establecido múltiples acuerdos de comercio e inversión bilaterales, como se puede ver en el siguiente gráfico.
El comercio entre ambas regiones se ha incrementado de manera considerable en las dos últimas décadas. Según estadísticas del BID, en el año 2000, Asia representaba uno de cada diez dólares del flujo comercial de ALyC; en 2018, esa cifra alcanzó uno de cada cuatro. Igualmente, las exportaciones de ALyC hacia países de la ASEAN aumentaron a una tasa anual promedio del 11.8%, para el mismo periodo, mientras que para China fue del 20.4%. Es una clara señal de que las relaciones comerciales entre ambas regiones se han reforzado considerablemente.
A pesar de la casi nula relación comercial entre México y China, la AP es uno de los acuerdos entre ALyC y Asia que más ha resonado en la economía mundial del que son miembros México, Colombia, Perú y Chile. En octubre de 2020, la AP y el ASEAN se reunieron de manera virtual para desarrollar un nuevo Plan de Trabajo ASEAN-Alianza del Pacífico (2021-2023), con el que buscan cooperar en diversas materias.
El TTP-11 es el proyecto más ambicioso de integración económica en la Cuenca del Pacifico. El acuerdo antecesor, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), planeaba ser la entrada de EUA hacia el mercado asiático y servir de obstáculo a China hacia el continente americano. El retiro de dicho país, durante la administración Trump, deja a China con el campo libre que ha aprovechado para la organización y firma del RCEP.
Existen diversos proyectos de integración y cooperación en la región como el MERCOSUR, la CARICOM, el MCCA, la CAN y el SICA. Vale la pena resaltar que en dos siglos de historia de ALyC se constatan repetidos esfuerzos de integración económica y cooperación multilateral que no han logrado concretarse en un proyecto. La integración ha quedado trunca por una combinación de factores internos como es el conflicto entre los sectores primario-exportador e industrial y el principio de obediencia debida que obliga al Panamericanismo. Como resultado, el desarrollo económico de la región ha oscilado durante gran parte del siglo XX entre la industrialización, con desarrollo del mercado interno y el crecimiento del sector primario-exportador. EUA tiene tratados bilaterales de comercio con todos los países de ALyC, salvo MERCOSUR, orientados al crecimiento de las exportaciones estadounidenses antes que al desarrollo de un aparato exportador complejo latinoamericano. La demostración más evidente es la división entre los países de la Cuenca del Caribe, SICA y T-MEC y los de Sudamérica, donde los primeros exportan mano de obra barata en forma de industria maquiladora y los segundos básicamente granos y minerales. Al contrario, EUA le exporta gasolina refinada a todos los países del hemisferio, que es su principal producto vendido al exterior.
Ecuador es el ejemplo más reciente de la injerencia de EUA en la política interna de los países de la región. La Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos se comprometió a desembolsar 3,500 mdd al gobierno de Lenín Moreno, alineado políticamente con el gobierno estadounidense, para que salde una parte de su deuda con China a condición de excluir a Huawei y otras compañías chinas de la construcción de la red 5G y comenzar un proceso de privatización de activos estatales financiados por China a empresas estadounidenses.
La articulación de los mercados de América latina y el Caribe con los países asiáticos del RCEP es una manera de fortalecer las relaciones en el sur global para enfrentar el mundo nuevo que emerge tras el cambio definitivo de eje económico del océano atlántico al Pacifico en el año 2020.
BRUSELAS (Sputnik) — Los países de la Unión Europea (UE) aprobaron los aranceles a los vehículos eléctricos procedentes de China, informó la Comisión Europea (CE).
"Hoy [4 de octubre], la propuesta de la Comisión Europea de imponer aranceles finales a las importaciones de automóviles eléctricos de batería procedentes de China recibió el apoyo necesario de los Estados miembros de la UE", señala el comunicado.
También indica que, "paralelamente, la UE y China siguen trabajando intensamente para encontrar una solución alternativa", que debería ser plenamente compatible con la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La decisión final sobre esta situación deberá publicarse en el Diario Oficial de la UE a más tardar el 30 de octubre de este año.
El pasado 4 de julio, la CE impuso aranceles compensatorios provisionales temporales a las importaciones de vehículos eléctricos de China. La decisión se tomó tras la investigación que Bruselas realizó en junio sobre las subvenciones a los fabricantes en este sector y a las que calificó como injustas.
A finales de agosto, la CE anunció que había enviado a todos los interesados un anteproyecto de decisión final sobre la imposición de aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos procedentes de China, que, dependiendo del fabricante, oscilarán entre el 17% y el 36,3%, mientras un arancel del 9% corresponderá a los vehículos Tesla.
Tras la decisión de Bruselas de imponer aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos chinos, Pekín inició en agosto un procedimiento de solución de diferencias en la OMC.
Según las normas de la organización, si las consultas no conducen a una resolución del litigio en un plazo de 60 días, China podrá exigir que la cuestión se remita a un grupo especial de expertos judiciales.
Industria siderúrgica
·
La Unión Europea ha impuesto aranceles definitivos durante cinco años a las importaciones de laminados de acero procedentes de China y de Rusia de hasta el 22,1% y el 36,1%, respectivamente, por vender el material por debajo del precio de coste de producción en Europa, una práctica conocida como 'dumping'.
Por primera vez los aranceles se aplicarán de forma retroactiva a las importaciones registradas dos meses antes de la adopción de las medidas provisionales el pasado 12 de febrero.
Se aplicarán aranceles de entre el 19,7% hasta el 22,1% para las importaciones de laminados de acero procedentes de China y de entre el 18,7% y el 36,1% en el caso de las compañías rusas.
Los laminados de acero se utilizan para la industria en general, pero también para la industria del sector del automóvil y el sector de la construcción.
La Comisión Europea abrió una investigación 'antidumping' para determinar si este producto procedente de China y Rusia estaba siendo comercializado en la UE a precio por debajo del coste en mayo de 2015 tras recibir una denuncia por parte de la industria europea.
Las importaciones de los países afectados entre el 12 de diciembre de 2015 y el 12 de febrero de este año, cuando se aplicaron medidas antidumping provisionales, se elevaron a unas 165.000 toneladas.
El volumen de importaciones medio de China creció un 48% y un 25% en el caso de Rusia entre junio de 2015 y enero de 2016 (721.386 toneladas de China y 578.272 toneladas de Rusia).
Por lo que se refiere a los precios, el Ejecutivo comunitario ha determinado que los precios medios mensuales de las importaciones de China cayeron un 13% y un 12% los de Rusia durante los once meses siguientes al periodo de la investigación y que la caída en el precio de las materias primas no justifica este descenso de precios. La subcotización se situó en el 7% durante el periodo de investigación y se eleva al 14% en el periodo posterior a ella, según los datos de Bruselas.
La UE lleva meses exigiendo a China que reduzca su sobreproducción de acero, que está perjudicando a la industria europea y de hecho ha reforzado el número de medidas adoptadas de defensa de mercado para protegerla.
Alrededor de 37 de estas medidas del más de centenar de ellas adoptadas para proteger del 'dumping' a la industria europea afectan al sector del acero, de las cuáles 15 'castigan' a las importaciones de China.
La UE impuso a finales de julio un arancel definitivo durante cinco años de entre el 18,4% y el 22,5% a las importaciones de barras de refuerzo para construcciones procedentes de China por 'dumping'.
La UE está autorizada a aplicar aranceles a productos de terceros países en respuesta a sus prácticas de dumping si se demuestra a raíz de una investigación que estos productos que entran en el mercado europeo a precios por debajo del coste están perjudicando a la industria europea, según las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El Ministerio de Comercio de China criticó hoy las medidas antidumping anunciadas por la Unión Europea contra varios de sus productos siderúrgicos, al señalar que “dañan el comercio internacional” y “envían señales erróneas”.
Las sanciones “elevarán los precios de esos productos en la Unión Europea y perjudicarán a la competitividad de su sector industrial”, subrayó el Ministerio en un comunicado, donde criticó éstas y otras medidas similares dictadas la semana pasada por Bruselas.
“China lamenta estos gestos continuados de proteccionismo comercial y urge a la UE a que cumpla con los compromisos adquiridos ante las circunstancias actuales”, subrayó la institución oficial, en alusión a las promesas de apoyo a un mercado del acero abierto que se lanzaron en recientes reuniones del G20.
La Comisión Europea anunció hoy la imposición de medidas antidumping definitivas a productos siderúrgicos de China y Rusia, como acero laminado en frío, que estarán en vigor durante un periodo de cinco años y tendrán carácter retroactivo.
Los aranceles variarán desde el 19,7 % al 22,1 % para los productos de China y del 18,7 % al 36,1 % para las compañías de Rusia.
La medida se anuncia seis días después de que la misma Comisión informara de medidas antidumping a las barras de refuerzo con grado de resistencia elevado importadas desde China, con aranceles que varían desde el 18,4 % al 22,5 %
“China sostiene que los remedios comerciales deberían usarse de forma prudente y restringida”, declaró hoy el Ministerio de Comercio chino, que propuso una mayor comunicación con la UE “para solucionar adecuadamente los problemas que afronta el sector del acero”, en un momento de crisis estructural a nivel global.
Los cambios políticos en Argentina y Brasil abren una “ventana de oportunidad” para cerrar el acuerdo
El tratado de libre comercio (TLC) entre la Unión Europea y el Mercosur avanza a paso firme y, entre las autoridades comunitarias, ya hay quienes se atreven a poner un plazo para la firma del acuerdo: dos años. En un debate celebrado este viernes en Madrid, funcionarios de la Comisión Europea y eurodiputados han coincidido en señalar que los cambios políticos recientes en Argentina y Brasil han agilizado las conversaciones, aunque han reconocido que quedan detalles por pulir. El mayor obstáculo es — sigue siendo — la resistencia de los productores agrícolas europeos y de los industriales brasileños y argentinos. Los expositores han advertido sobre el riesgo de que el creciente proteccionismo en el viejo continente bloquee las negociaciones, como ocurrió con el TTIP.
El plazo de dos años para cerrar el acuerdo es "muy razonable", ha señalado Lorealla de la Cruz, jefa adjunta de la Unidad para América Latina de la Comisión Europea. La funcionaria ha recordado que en mayo de 2016 los bloques intercambiaron ofertas de bienes, servicios y compras públicas y ha destacado que las primeras evaluaciones de Bruselas han sido positivas. Aunque aún quedan varios aspectos por negociar, "es un primer paso", ha subrayado. La próxima reunión de la delegación para el Mercosur del Parlamento Europeo será el jueves 13 de octubre, en la capital belga.
La agenda política europea de 2017 estará marcada por dos elecciones: las federales de Alemania y las presidenciales de Francia. Pablo Zalba, eurodiputado del Grupo Popular Europeo, considera que el contexto electoral puede entorpecer las negociaciones, en especial por la resistencia que genera en ciertos sectores de Francia el TLC con el bloque sudamericano. "Lo mejor que puede pasar es que en la campaña francesa no se hable del Mercosur", ha asegurado Zalba, que cree que 2018 será un escenario más favorable para cerrar el acuerdo.
Un agujero negro en Latinoamérica
"La ausencia de un acuerdo con el Mercosur es una anomalía política y comercial. Es un agujero negro en Latinoamérica", ha afirmado el eurodiputado socialista Ramón Jaúregui, que ha puesto de relieve que la UE tiene acuerdos con Chile, México, Colombia y Perú, y que está negociando otro con Ecuador. El legislador ha señalado que existen "riesgos" de que Europa pierda influencia en América Latina por el acercamiento de EE UU a los países de la región, tras el giro político en la relación con Cuba, y por la creciente influencia comercial y financiera de China.
La misma amenaza preocupa Eduardo Montes, que ha disertado en representación de la patronal española CEOE. "Si no lo hacemos nosotros lo hará otro", ha enfatizado Montes acerca del TLC. "El Mercosur tiene una importancia estratégica para el empresario español, la internacionalización de las empresas españolas empezó en esta zona", ha enfatizado Montes.
En teoría, el acuerdo le conviene a ambas partes. Pero genera resistencias. La idea es simple: son dos bloques complementarios, América Latina vende materias primas y Europa manufacturas. "Lo que parece una ventaja comparativa es un inconveniente tremendo", ha criticado Alfonso Díez Torres, vocal de la secretaría de Cooperación Internacional de España y exembajador en Argentina. "Hay algo que no siempre entienden bien los europeos respecto a Brasil y a Argentina. Estos países quieren comerciar, pero no reprimarizar sus economías", ha razonado el funcionario. Díez Torres considera que Europa es el socio más adecuado para hacer una "industrialización moderna" en el Mercosur y evitar el riesgo de primarización que, según el exembajador, implica la relación con China.
Resistencias proteccionistas
"Entre París y Buenos Aires será necesario bailar tango para llegar a un acuerdo", ha ironizado Díez Torres. El funcionario ha recordado que durante los años del kirchnerismo Argentina era apuntada a ambos lados del Atlántico como el responsable del bloqueo de las negociaciones. La situación ha cambiado con la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada en diciembre de 2015, y ahora se evidencian las objeciones de los agricultores y ganaderos de Francia, ha opinado el exembajador.
A esta altura, los mayores obstáculos del lado europeo son las vacas francesas. El sector bovino es "sensible" a este acuerdo, ha reconocido De la Cruz. "Hay sectores que pueden verse perjudicados, pero eso no puede frenar un acuerdo", ha replicado Montes. El debate en torno al proteccionismo estuvo presente durante toda la jornada que se desarrolló en la Casa de América. Jaúregui ha reconocido que "Europa está perdiendo la batalla" ideológica contra quienes se oponen a los acuerdos de libre comercio en Europa.
El nuevo gobierno en Argentina le ha imprimido un impulso adicional a las negociaciones del TLC, pero la clave del desbloqueo fue el cambio de posición de la patronal industrial paulista, ha asegurado el portugués Francisco de Assis, presidente de la delegación para el Mercosur del Parlamento Europeo. La Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP) abandonó en 2012 la postura crítica y pasó a apoyar el acuerdo. "Han comprendido que tienen que integrarse en las cadenas globales de producción", ha asegurado el eurodiputado. El giro del lobby empresarial llevó a la entonces presidenta Dilma Rousseff a presionar a su par argentino, Cristina Fernández de Kirchner. "Kirchner cambió, sin convicción, pero lo hizo", ha sostenido. En 2013 los dos bloques se comprometieron a intercambiar las ofertas de bienes y servicios, que concretaron en mayo de este año.
Assis ha matizado el optimismo del resto de los participantes del debate. El diputado ha aclarado que ve un escenario de confrontación política en Brasil, tras la polémica destitución de Rousseff, y de conflictividad social en Argentina, lo que puede ser una dificultad adicional para los plantes de integración comercial. "Soy optimista con los gobiernos, pero pesimista con la situación", ha concluido.
Recent growth in trade has decelerated significantly since its sharp recovery in 2010. This column discusses the role of global value chains in international trade and their contribution to the trade slowdown. Trade in complex products organised by global value chains, in particular motor vehicles, has been more sensitive to global downturn than has trade in simple products. Thus, either focusing on simpler products less dependent on global value chains, or diversifying the export folios, could be useful in reducing the risk of a slowdown in global merchandise.
Global value chains (GVCs) involve trade in goods that have multiple production stages that take place in many different countries (that is, ‘production fragmentation’ or ‘slicing up the value chain’), and in which multiple imports and exports of intermediate goods are necessary to produce a final good, which may also be exported. Since the emergence of the North American GVC in automobiles in the 1960s and the East Asian electronics GVC in the 1970s, the role of GVCs in international trade has become more important and has attracted increasing attention. There are several potential reasons why GVC trade may behave differently.1
The role of GVCs in international trade
· First, there is a crude statistical argument for a relationship between GVC trade and slowdowns, arising from the fact that there are more trade flows in GVC trade than in non-GVC trade.
If an exported good is produced entirely within the exporting country, and there is a reduction in demand, then one trade flow disappears. But if the exported good is produced with an imported input, there are two trade flows (the import of the input and the export of the final good), and thus the same drop in demand for the final good causes two trade flows to disappear. This simple argument turns out to be fallacious (O’Rourke 2009). Since there is twice as much trade in a GVC world, then a 1% drop in demand leads to a 1% drop in both intermediates and final trade, which is not unusual.
However, global trade, in fact, consists of both GVC trade, say, complex goods such as automobiles, whose parts and components are produced in different countries and then assembled in one location; and non-GVC trade, such as exports of bananas that require no further processing.
· If there is a drop in global demand, and demand for complex goods such as automobiles drops more rapidly than demand for simple goods like bananas, then a compositional effect of decelerating demand for goods produced in GVCs (for example, complex consumer goods and capital goods) could cause trade to slow down more rapidly than it would otherwise.
Since the world has gradually transitioned over the last several decades to a world in which GVC trade has become more important, there appears to have been a long-run increase in the elasticity of global trade with respect to global income (Escaith, Lindenberg, and Miroudot 2010). This increase in elasticity reversed itself in the late 2000s. Whether this reversal is due to cyclical factors associated with the recent financial crisis, or to the possibility that the structural transformation associated with the increasing geographical fragmentation of production is now nearly finished, is not yet known.
· In any case, the fact that demand for the final good is ultimately spread out over demand for intermediates in many countries means that the transmission of demand shocks during a slowdown in any one region may be more rapid and greater in a world where GVCs are important.
· In addition, different parts of a GVC may behave differently in a downturn. In particular, reductions in final demand may lead to even larger reductions in intermediate demand, so that trade in intermediates declines more rapidly than trade in final goods, the so-called bullwhip effect (Altomonte et al. 2012, Zavacka 2012).
When demand for final goods slows, exporters of such goods can continue for a while on inventory rather than ordering new intermediate goods for production, so intermediate goods trade declines more rapidly than final goods trade.
· On top of this, the effect of uncertainty is different in the upstream parts of the supply chain, especially for firms that are more peripheral in terms of decision making.
Having less information about the drop in demand for final goods, the suppliers of inputs may start avoiding risk, cutting production and trade in intermediate goods even more rapidly than if they had the same information as final-goods producers.
In a new World Bank Economic Premise Note (Ferrantino and Taglioni 2014), we show that, within these patterns, there is substantial regional and sectoral variation. While the above generalizations are useful, not every GVC produces a good whose final demand is unusually sensitive to declining income, and not every GVC exhibits bullwhip behaviour at all times. For example, GVCs in more sophisticated value chains, especially those associated with large multinational lead firms making extensive use of high-tech supply chain management tools, may be more adept at managing fluctuations in demand.
GVC trade in current slowdown
Figure 1 shows that in the current slowdown, trade in the three GVCs combined has declined more rapidly than global trade.2 In the Great Trade Collapse, the deceleration was also more rapid. However, during 2008–9, GVC trade collapsed more rapidly than global trade, and then boomed back. The current slowdown in GVC trade, relative to total trade, is more subtle. Arguably, GVC and non-GVC trade have grown at about the same rate since late 2011. However, in four of the last five rolling 12-month windows calculated on quarterly data, GVC trade has grown less rapidly than total trade. In the window of time ending in the first quarter of 2013, total global merchandise trade increased by 2.0%, while GVC trade declined by 0.6%.
At the sector level, a decline in demand for motor vehicles and parts is leading the current slowdown, as it did during 2008–9. The bust-and-boom behaviour of trade in motor vehicles and parts has been associated with the domestic stimulus programs in this sector pursued by many countries in the aftermath of the 2008–9 recession (Figure 2). In turn, the phasing out of these programs may be contributing to the disproportionate slowdown in motor vehicle trade.
GVCs often operate on a regional basis to optimize time and transport costs. On a regional basis, the slowdown in EU27 demand is most notable. EU27 imports of GVC goods (including intraregional imports) did not recover as dramatically as imports of other regions, and have been in absolute decline in real terms since 2011. In the most recent 12-month window ending in the first quarter of 2013, real growth in NAFTA and East Asian GVCs is also negative, while GVC imports by the rest of the world have been more resilient.
Differences between intermediate and final goods trade
One difference between the current trade slowdown and the Great Trade Collapse is that the strong bullwhip behaviour (intermediate trade declining more than final goods trade) that characterized 2008–9 did not happen in the latest slowdown. Trade in intermediate and final GVC goods are currently decelerating at a proportional rate.
Given the hypothesized origin of bullwhip behaviour in the management of uncertainty and inventories, there are some potential explanations for this difference. It could be that firms in GVCs have learned from 2008–9 and are able to adjust production in the supply chain more efficiently and better anticipate the slowdown. Also, because the current slowdown is more modest, there is less uncertainty in the system overall for firms to react to, thus less bullwhip behaviour.
However, breaking down the behaviour of final versus intermediate trade by sector and region, it appears that bullwhip behaviour is not entirely extinct. Over the last two years, declines in intermediates trade in excess of final goods trade characterized the electronics GVC for most of 2011 and 2012, but have recently moderated. Intra-EU trade in GVCs as a whole has exhibited bullwhip behaviour. For the year ending in the first quarter of 2013, real intra-EU GVC trade in final goods increased by 1.3%, while intra-EU GVC trade in intermediates decreased by 5.4%.
GVCs’ impact on EU slowdown
Trade is likely to slow down most rapidly in countries exporting to regions where demand has slowed down the most. In recent years, the most notable slowdown in demand has been in Europe. While world economic activity grew by 4% in 2011 and 3.2% in 2012, with projections for 2013 at 3.3%, in the EU27 it only grew by 1.6% in 2011, and contracted by 0.2% in 2012. The slowdown in Europe is having significant spillover impacts on its trading partners, particularly on partners in Africa and the Middle East.
Ongoing financial market friction in the European Union, particularly in the Eurozone, have also greatly increased uncertainty, leading to delays on investment and expenditure decisions, especially regarding durable goods. Increases in uncertainty can have a dampening effect on trade, as producers scale back investment decisions and inventory accumulation (as discussed above under the bullwhip effect) and consumers postpone purchases. Evidence shows that, even taking traditional determinants of trade into account, exports to markets experiencing stock market volatility decline by more than expected (Taglioni and Zavacka 2012).
The deterioration of financing conditions in the European Union also poses a problem. Inadequate financing constrains working capital, which affects firms’ investment decisions and limits funds, particularly for small and medium enterprises, which are the backbone of the EU economy. The prolonged financial crisis in the European Union likely has had a significantly negative impact on firms, which in turn has affected the exports of their foreign suppliers.
Conclusion
The recent slowdown in global merchandise (2010-early 2013) confirms some of the lessons learned during the Great Recession. Trade in complex products organized in GVCs has once again been more sensitive to global downturns than has trade in simple products, particularly for motor vehicles. For motor vehicles, the start-and-stop nature of incentives in many countries may have added to the volatility. Conversely, trade in simpler products appears once again to be more resilient to global downturns. Although evidence is still accumulating, this suggests that the preference often expressed for countries to go ‘up the value chain’ by specializing in more and more complex products may need to be qualified. While diversification is one way to manage risk associated with export portfolios, focusing on simpler products less associated with GVCs may be another way, and there is likely to be a trade-off between these two strategies. Continued monitoring and research in this area is warranted.
Footnotes
1. Baldwin (2009) reviews the explanations for the Great Trade Collapse offered by economists in mid-2009, including the role of GVCs.
2. Due to lagged reporting of monthly figures at the product level, data for this analysis are only available through the first quarter of 2013. Nominal GVC trade has been deflated using sector-specific import price deflators for the United States, taken as a rough proxy for the global market.
References
Altomonte, Carlo, Filippo Di Mauro, Gianmarco Ottaviano, Armando Rungi, and Vincent Vicard (2012), “Global Value Chains During the Great Trade Collapse: A Bullwhip Effect?”, European Central Bank Working Paper 1412.
Baldwin, Richard, ed. (2009), The Great Trade Collapse: Causes, Consequences and Prospects, London: Center for Economic Policy Research and VoxEU.org.
Escaith, Hubert, Nannette Lindenberg, and Sébastien Miroudot (2010), “International Supply Chains and Trade Elasticity in Times of Global Crisis”, Economic Research and Statistics Division Staff Working Paper 2010-08, World Trade Organization, Geneva.
Ferrantino, M and D Taglioni (2014), “Global Value Chains in the Current Trade Slowdown”, World Bank, Economic Premise no. 137.
O’Rourke, Kevin (2009), “Collapsing Trade in a Barbie World”.
Sturgeon, Timothy J and Olga Memedovic (2011), “Mapping Global Value Chains: Intermediate Goods Trade and Structural Change in the World Economy”, United Nations Industrial Development Organization, Development Policy and Strategic Research Branch Working Paper 05/2010, Vienna.
Taglioni, Daria and Veronika Zavacka (2012), “Innocent Bystanders: How Foreign Uncertainty Shocks Harm Exporters”, World Bank Policy Research Working Paper WPS 6226, Washington, DC.
Zavacka, Veronika (2012), “The Bullwhip Effect and the Great Trade Collapse”, European Bank for Reconstruction and Development Working Paper 148.
Algo más de una década después de ganar su primer aliado diplomático en Centroamérica, Pekín celebra la formación de un bloque de países que han dejado atrás sus relaciones con Taiwán y abren al gigante asiático las puertas de una región con escasa relevancia económica en la escena internacional, pero de alto valor geopolítico. Contactos y cooperación oficial, negocios al alza, proyectos culturales e intercambios académicos reflejan la mayor presencia china en el centro del continente. Y esto no gusta ni a Washington, hasta ahora potencia hegemónica, ni a la desplazada Taipéi.
Costa Rica, República Dominicana, Panamá y El Salvador y forman el nuevo grupo aliado de Pekín en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA). Los últimos tres formalizaron relaciones diplomáticas con China durante el último año, mientras Costa Rica ha firmado este mes un “relanzamiento” de los lazos que materializó en 2007 con la segunda economía más grande del mundo. El gigante asiático logra así una mayor cercanía con el estratégico Canal de Panamá en una región de ubicación valiosa para el proyecto ambicioso dirigido por Xi Jinping. Son países que, señalan los especialistas, podrían servir también a inversionistas chinos como plataforma para entrar al mercado estadounidense en tiempos de escalada comercial entre ambas potencias.
La otra mitad de Centroamérica -Guatemala, Belice, Honduras y Nicaragua- mantiene aún relaciones diplomáticas con Taiwán, un territorio que Pekín aún considera propio en su política de Una Sola China. La llegada de Tsai Ing-wen al Gobierno taiwanés, en 2016, reactivó las tensiones y la batalla por aliados en otras regiones del mundo, que había estado atenuada en los últimos años.
Washington llamó a consultas a sus embajadores en Panamá, Santo Domingo y San Salvador en septiembre, inquieto por el avance chino y la pérdida de apoyo a la causa por la autonomía de Taiwán. Horas después de anunciarse el viraje de la diplomacia salvadoreña, la embajadora estadounidense Jean Manes lo calificó de “preocupante”. “Esto impactará nuestra relación con el Gobierno”, agregó en sintonía con la vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, que a finales de agosto dijo que la Administración Trump se replantaría sus relaciones con el Gobierno salvadoreño.
Tras las consultas, Estados Unidos dejan encendidas sus advertencias sobre los acuerdos con “socios desconocidos”: “Notamos una tendencia perturbadora que indica que, a menudo, muchas de estas transacciones carecen de transparencia y no responden a los intereses de largo plazo de esos países (…) Donde se identifique corrupción u otros hechos delictivos, EE UU considerará cancelar las visas de las personas involucradas y de sus familiares”, se lee en un comunicado divulgado en el tramo final de setiembre.
Este jueves, la advertencia vino de más arriba: del vicepresidente Mike Pence. “Les digo a cada uno de los países representados aquí, en nombre de mi gobierno, en un momento en que ustedes construyen asociaciones comerciales con otras naciones como China, les pedimos que se concentren y les pedimos transparencia y que piensen en sus, y en nuestros, intereses a largo plazo”, dejó caer en Washington ante los presidentes de Guatemala, Honduras y El Salvador.
Pese a que EE UU mantiene relación diplomática formal con Pekín, también alimenta nexos amistosos con Taiwán. Los países centroamericanos han quedado en medio y optan según su propia conveniencia, atraídos por las chequeras taiwanesa y china, según se acusan de manera recíproca. El poderío chino en la economía y en la política global, sin embargo, ha pasado a prevalecer en cuatro de los antiguos aliados de Taipei en esta región.
Panamá firmó relaciones con China el año pasado, Santo Domingo lo hizo en mayo pasado y San Salvador, en agosto. Embajadores de los tres países acompañaron a la canciller y número dos del Ejecutivo costarricense, Epsy Campbell, en la firma del “relanzamiento” del nexo con China, incorporación del país centroamericano incluida a la nueva Ruta de la Seda.
“Iniciamos las relaciones con China cuando éramos los únicos en la región, pero ahora la estrategia es diferente; ya no estamos solos y debemos vernos como colaboradores para potenciarnos los cuatro de manera colectiva (…) Estamos dispuestos a hacer una alianza bien poderosa. Este socio vino de lejos para quedarse, con un peso relativo enorme en todos los ámbitos de la agenda global”, dijo Campbell antes de mencionar la posible flexibilización de requisitos migratorios para chinos en Costa Rica y un plan conjunto para atraer a Centroamérica a turistas de ese país.
El embajador Tang Heng evitó en su discurso enfocarse en el avance chino en la región y subrayó que no hay un afán geopolítico, aunque exaltó la bandera del multilateralismo que empuña China frente a los impulsos del “unilateralismo”, en alusión implícita a Trump. Días después, en conversación con EL PAÍS, reconoció el interés de su país un interés en la región: “Estamos planteando cosas buenas para toda Centroamérica, que es una región con mucho potencial de desarrollo. Ahora tenemos ganas de desarrollar relaciones de amistad y mutuo beneficio bajo el principio de una sola China”.
Para el politólogo costarricense y máster en Economía por la Universidad de Renming (Pekín) Sergio Rivero, el Gobierno chino gana poder sobre el determinante Canal de Panamá-del que es segundo cliente en volumen- y avanza en la posibilidad de establecer una zona económica especial en territorio salvadoreño. “Desde allí tendría la posibilidad de producir bienes que podrían entrar al mercado estadounidense con otras reglas”.
El crecimiento en las relaciones comerciales China-Centroamérica ya lo advertía en 2014 un informe del centro de investigación y escuela de negocios Incae con sede en Costa Rica y Nicaragua, aunque señalaba barreras estructurales y políticas. Con el nuevo escenario se abren espacios para superar los 12.500 millones de dólares intercambiados en 2011, año cuando entró en vigor el acuerdo de libre comercio entre China y Costa Rica.
China es el segundo país origen de mercancías que se importan en Centroamérica, con una balanza comercial muy inclinada a favor por el gran flujo de bienes chinos que se consumen en la región. Las exportaciones hacia el gigante asiático son aún reducidas, pero crecientes: el año pasado, los cuatro socios de China exportaron en total productos por valor de 340 millones de dólares a un socio que no deja de ganar poder en la zona.
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en una coyuntura tan turbulenta en donde crecen los cuestionamientos a la globalización y las tensiones migratorias y comerciales, profundizar la integración regional no es una opción sino un imperativo. De allí que la convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) sea necesaria y urgente.
Según el informe, que fue presentado el martes 5 de junio de 2018 en Brasilia durante el seminario “MERCOSUL-Aliança do Pacífico: Reforçando os Vetores da Integração”, resulta crucial tender puentes entre los principales mecanismos de integración económica de la región. Por ejemplo, la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR concentran en conjunto alrededor del 80% de la población y el PIB de la región, cerca del 85% de su comercio y casi el 90% de sus flujos de inversión extranjera directa (IED).
En el prólogo de la publicación, la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, señala que “la CEPAL ha apoyado el proceso de ‘convergencia en la diversidad’ entre la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR desde que fue propuesto inicialmente por el Gobierno de Chile en 2014. En efecto, dado el fuerte peso económico y demográfico de ambas agrupaciones, la convergencia entre ellas se convertiría en un poderoso catalizador de la integración de la región en su conjunto. Se trata de una propuesta innovadora, basada en un enfoque de avances graduales que permitan generar las condiciones para plantearse objetivos más ambiciosos”.
El 14 de marzo de 1948, 71 años atrás, el Senado de los Estados Unidos de América aprobó el European Recovery Program (ERP), diseñado en el Departamento de Estado por los funcionarios William Lockhart Clayton y George Frost Kennan pero conocido como “Plan Marshall” dado que el titular de esa cartera, el general George Catlett Marshall fue el responsable de su instrumentación, habiendo sido su promotor el senador republicano Arthur Hendrik Vandenberg.
La iniciativa tuvo como objetivo realizar un salvataje de las economías europeas destruidas durante la Segunda Guerra Mundial para evitar los avances que estaban registrando los partidos comunistas, sobre todo en Francia e Italia como que en las elecciones convocadas por el general Charles André De Gaulle el 21 de octubre de 1945 el Partido Comunista francés se convirtió en la primera fuerza con el mayor número de diputados, mientras que tras las elecciones en 1946 el Partido Comunista italiano fue parte del gabinete nacional.
En 1947, ante la presión del presidente estadounidense Harry S. Truman y su secretario de Estado, el general Marshall, los gobernantes europeos se vieron obligados a romper lazos con los comunistas y, como contrapartida, se les prometió una salida a sus crisis económicas y financieras mediante la implementación de un programa de salvataje en el marco de la puesta en marcha por Truman de su política de “Contención del comunismo” dada a conocer tres meses antes de la aprobación del llamado “Plan Marshall”.
Su instrumentador precisó al respecto, al anunciar el Plan, en la Universidad de Harvard el referido 6 de junio de 1947, que “Su objetivo debe ser la vuelta a la vida de una economía operante en el mundo, de forma que permita la aparición de condiciones políticas y sociales en las que puedan existir instituciones libres”.
En julio se creó el Comité Europeo de Cooperación Económica (CECE) que en septiembre presentó el “Informe de París” que señaló cuatro objetivos: 1) aumento de la productividad agrícola e industrial hasta alcanzar los niveles de antes de la guerra; 2) estabilidad financiera; 3) cooperación económica entre países participantes y 4) solución al problema del déficit en dólares estadounidenses a través de la expansión de las exportaciones, los cuales fueron aprobados finalmente por el Congreso de los Estados Unidos el 3 de abril de 1948 mediante el “Programa de Recuperación Europeo” que incluyó a 16 países y dejó fuera a España y Finlandia y cuya pronta instrumentación se debió a la toma del poder en febrero de ese año por los comunistas en Checoslovaquia.
Entre abril de 1948 y junio de 1951 el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte recibió 2.826 millones de dólares estadounidenses (en 1946 los británicos ya había obtenido un préstamo por u$s 3.700 millones) , Francia 2.444,8, Italia 1.315,7, la entonces República Federal Alemana 1.297,3, los Países Bajos 877,2, Austria 560,8, Bélgica y Luxemburgo, en conjunto, 546,6, Grecia 515,1, la Unión Europea de Pagos (UEP) 350, Dinamarca 257,4, Noruega 236,7, Turquía 152,5, Irlanda 146,2, Suecia 118,5, Portugal 160,5, Trieste (luego dividido entre Italia y Yugoslavia) 29, e Islandia 23,7, a lo que hay que agregar 29 a Yugoslavia que no integraba el Plan Marshall y 101,4 millones para la transcontinental asiática y oceánica Indonesia, entonces colonia de los Países Bajos y hoy decimosegunda economía mundial.
Esas cifras, para estimarlas, hay que tener en cuenta que en 1953 llegaron a u$s 13.150 millones, que considerando la pérdida del poder de compra de la moneda estadounidense a lo largo de 70 años para tener una idea actualizada de las mismas se las debe multiplicar por algo más de 40 veces.
De esa manera el gobierno de Truman avanzó hacia lo que el británico Winston Leonard Churchill definiera como “la Cortina de Hierro” entre el occidente capitalista y el oriente comunista liderado por la ex Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) que marcó los límites de la llamada “Guerra Fría” y en ese sentido las primeras ayudas fueron para Grecia y Turquía ante la posibilidad de que esos países también adhiriesen al bloque comunista de Europa Oriental.
Frente a los efectos negativos de la Directiva JCS 1067 de ”ocupación punitiva” del mismo Truman, algo anterior, Marshall logró su reemplazo por la JCS 1779 alegando cuestiones de “seguridad nacional” frente al mencionado avance de los comunistas ya que la anterior establecía impedimentos para favorecer una recuperación económica de Alemania, y hasta forzaba la destrucción del 50 por ciento de su capacidad industrial, lo cual contaba con el respaldo del gobierno francés encabezado por el socialista Vincent Jules Auriol.
Con el Plan Marshall se dejaron de lado las políticas anti alemanas que habían contado con la promoción del “Plan Morgenthau” del entonces secretario del Tesoro estadounidense Hans Joachim Morgenthau, y del banquero francés Jean Monnet quién, luego, en una postura contraria, siendo funcionario de la administración gaullista propuso la creación de la Comunidad del Carbón y del Acero devenida con los años en la actual Unión Europea (UE).
En 1951, como estaba acordado, finalizó el Plan Marshall que había fortalecido la recuperación europea que registró un fuerte crecimiento industrial y hasta superó la producción agrícola de pre guerra y se estableció una adecuada distribución del ingreso en base al “Estado de Bienestar” desarrollado por el economista bengalí William Henry Beveridge, decano de la Universidad de Oxford.
Alemania fue el único país obligado a devolver los fondos recibidos, pero mediante posteriores negociaciones sólo reintegró el 16,9% y, además, mediante una renegociación de 1956 sólo se vio obligada a pagar el conjunto de deudas contraídas con los superávits de su comercio exterior en algo parecido al “Acuerdo Romero” de 1893 entre la Argentina y sus acreedores.
El Japón, el otro gran derrotado durante la Guerra quedó fuera del Plan Marshall hasta que al iniciarse el conflicto con China en la Península de Corea, en 1952, el ejército estadounidense adquirió 5.000 camiones a la empresa Toyota, salvándola de la quiebra y empujando la reactivación económica de ese país.
Los Estados Unidos y el Canadá fueron los únicos beneficiarios de la venta de bienes primarios a los europeos en el marco del Plan quedando, deliberadamente fuera la Argentina que perdió sus mercados en el Viejo Mundo con excepción de la España franquista que había sido deliberadamente marginada, en tanto que Francia y los Países Bajos dilapidaron buena parte de la ayuda en operaciones militares destinadas a frenar la independencia de sus colonias, mientras los propios Estados Unidos derivaron fondos para la Central de Inteligencia Americana (CIA).
El deterioro del comercio exterior con Europa generó serios problemas para la economía argentina entre 1949 y 1951, a lo que se sumó un largo período de sequías que popularizó el consumo de pan negro elaborado en base a centeno, pero lo hecho por el presidente Truman no pudo sorprender al gobierno argentino de Juan Domingo Perón ya que al implementarse el ERP visitó el país el ex secretario de Marina estadounidense, Herman Struve Hensel, quién descartó la adquisición de bienes locales porque los Estados Unidos “no era una agencia de rescate” y protegía los intereses de sus productores locales de alimentos. Una declaración que entonces dejó pasmado hasta a su propio embajador en la Argentina, George Strausser Messersmith.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de EEUU y su giro proteccionista ha cambiado por completo los equilibrios de poder internacional. Y el efecto dominó de ese giro llegó a la primera gran cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de la era Trump, que concluyó después de tres días en Buenos Aires con un innegable fracaso que admitían incluso sus máximos responsables.
Es tan evidente el bloqueo que sufre el principal organismo mundial para promover el libre comercio, el gran enemigo contra el que Trump dirigió su campaña electoral, que hasta Roberto Azevêdo, el director general de la OMC, evitó el lenguaje diplomático habitual de estos foros: "No hemos podido obtener resultados. No podemos ocultar nuestra decepción. No pudimos avanzar en varios programas, la decepción es amarga sobre todo para los autores". El brasileño utilizó un tono especialmente dramático para defender la utilidad de la OMC, puesta en cuestión indirectamente por EEUU y otros. "Faltó flexibilidad para que el sistema funcione. El sistema no es perfecto, pero es el mejor que tenemos. Todos lo lamentaremos si un día lo perdemos". "No hemos estamos a la altura", admitió la argentina Susana Malcorra, gran organizadora de la cumbre. Después de miles de dólares gastados en viajes hasta Buenos Aires de las enormes delegaciones de los 164 participantes, los resultados son apenas un par de compromisos para seguir negociando.
La paradoja es que la reunión se dio en Argentina, un país que ha dado un giro de 180 grados a favor del libre comercio, de la mano de Mauricio Macri, después de 13 años de kirchnerismo que apostaba por el proteccionismo. Pero ese giro, como el de otros países de América Latina, se ha encontrado con otro cambio aún más fuerte en EEUU que se ha impuesto con su poder en esta cumbre y ha marcado un notable frenazo después de dos reuniones en Nairobi y Bali con muchos avances. Diversos miembros del Gobierno argentino, desolados por el fracaso de una cumbre que era la gran puesta de largo internacional del equipo de Macri, insistían en que la organización no falló –la ciudad se blindó por completo para evitar que se acercaran los manifestantes a la cumbre- y que el fracaso político no es culpa de Argentina, sino sobre todo de EEUU y su guerra abierta con China. "El multilateralismo no es obtener lo que queremos, sino lo que podemos. Si valoramos el sistema tenemos que venir a sabiendas de que tenemos que hacer concesiones, algunas dolorosas, esto es algo que faltó en Buenos Aires", se quejaba Azevêdo.
Los 164 países participantes llegaron a Buenos Aires sin haber podido cerrar un documento conjunto de antemano y las negociaciones se preveían difíciles, tal y como anticipó Malcorra en el inicio de las sesiones plenarias. Pero el resultado fue aún peor de lo esperado. "Ha sido una ocasión perdida", lo definió la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, ante un grupo de periodistas.
Las decisiones en la OMC se toman por unanimidad y un único voto en contra bloquea cualquier acuerdo. Sin embargo, si las grandes economías coinciden suele ser más fácil avanzar, lo que no ha ocurrido en esta ocasión. El Gobierno de Trump está más interesado en negociar acuerdos bilaterales que en apostar por el sistema de comercio multilateral de la OMC, en línea con su eslogan América primero. El representante estadounidense, Robert Lighthizer criticó el actual funcionamiento del organismo y denunció que algunos de los grandes países incumplen las reglas al beneficiarse de un estatus de país en desarrollo que no se corresponde con la realidad. China, por el contrario, se mostró como una férrea defensora del libre cambio, en un intercambio de los roles tradicionales jugados por las dos potencias.
"Las diferencias eran demasiado grandes", admitió Malmström, quien reconoció estar "triste" por el fracaso. El organismo no logró cerrar un acuerdo ni siquiera en uno de los temas para los que había más consenso, la retirada de subsidios a la industria pesquera que favorecen la sobreexplotación de los mares y la pesca ilegal. Todo quedó en "un programa de trabajo" para seguir negociando de cara a la futura cumbre, en 2019, lo que aleja la posibilidad de cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible sobre los océanos, que prevé poner fin a la pesca excesiva e ilegal. "Estuvimos cerca, hubiese sido la primera vez en la que se decía 'comercio sí, pero tiene que ser sostenible", dijo Malmström. La mayor resistencia en este punto llegó de India, según las ONG.
Tampoco se logró unanimidad en otros temas sensibles, como agricultura y financiación para el desarrollo de inversiones. Dentro de la OMC hay división incluso sobre la agenda que debe estar sobre la mesa. Algunos países sostienen que primero debe cumplirse la hoja de ruta trazada en Doha en 2001, mientras que otros creen que el mundo ha cambiado mucho desde entonces y es urgente adaptarla a la nueva realidad, en la que han cobrado gran importancia el comercio electrónico y la protección del medio ambiente, entre otros temas. El único que pudo celebrar en Buenos Aires fue Sudán del Sur, el país más joven del mundo, que se va de la capital argentina con estatus de observador. Un triunfo pírrico para una conferencia que se preparó durante dos años.
La Review of Political Economy (ROPE) realizó el seminario web sobre "La desaparición de Bretton Woods 1971 - 2021", con la participación de Lila Costabile como moderadora y Barry Eichengreen y Matías Vernengo como presentedares
Los últimos datos del crecimiento de la economía china señalan que para el primer trimestre de 2019 ésta creció 6.4%, tal como en el trimestre previo. Si bien es cierto que continúa con un menor dinamismo que en años previos y que las previsiones de crecimiento oscilan el 6%, la economía asiática está lejos de las bajas tasas de crecimiento que han mostrado los EE.UU. y la Unión Europea. Los proyectos chinos, como La Ruta de la Seda (RdS), buscan impulsar aún más el crecimiento y su influencia en la economía mundial.
Al día de hoy y contrario a lo que se esperaba, la guerra comercial no ha tenido un impacto significativo para China. La incertidumbre creada por la guerra misma y las amenazas por parte de Trump de hacer efectivo el incremento en los aranceles del 10% al 25% justo cuando parecía que las negociaciones llegaban a buen término han generado expectativas menos optimistas para el comercio mundial, además de una reducción en los inventarios y consecuencias en las principales bolsas. No obstante, centrar toda la atención a este tema sería un error al tratar de analizar a la economía del continente asiático. Una de las razones principales por las cuales el crecimiento chino ha mostrado resiliencia a la guerra comercial es la estructura de su PIB, así como la contribución al crecimiento de sus componentes. De acuerdo con datos del National Bureau of Statistics of China1 para 2017 la contribución al crecimiento del PIB del consumo final (público y privado), la inversión y las exportaciones netas fue de 3.9%, 2.3% y 0.6% respectivamente. Éste último componente aporta menos del 1% al crecimiento desde 2011. Otro factor que influyó positivamente para China es que, sorpresivamente, el superávit que tiene con EE.UU. continuó incrementándose en 2018 e igualmente tuvieron un alto crecimiento del PIB acompañando del déficit externo creciente.
En cuanto al comercio, resulta revelador la estructura exportadora china, pues casi 50% del total está relacionado con tecnología. La novedad es que China a través de la empresa Huawei ha ganado la carrera tecnológica de las telecomunicaciones habiendo colocado en el mercado en agosto de 2018 la red 5G. Ésta es 100 veces más rápida que actual red móvil 4G. De otra parte, el comercio de China con Sudamérica representa 21% del total de este último y es el mercado natural de la alta tecnología china. Con EE.UU. es 26% de lo cual la mitad de las exportaciones son venta de maquinaria y equipo de telecomunicaciones. A la inversa, China le compra a Estados Unidos aviones, partes y piezas de aviones –motores y turbinas- , automóviles y productos agrícolas (soya).
Otro aspecto fundamental para China es el RdS, el cual es por sí mismo uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos de los que se tenga cuenta. Una de las críticas es la insostenibilidad de la deuda contraída por los países miembros, pues los montos de inversión son muy altos y las tasas de retorno son difíciles de determinar. No sólo existen factores económicos sino también sociales y culturales que hacen que del RdS un plan lleno de riesgos. Existen críticos que plantean al proyecto como un intento de colonización por parte de China. El continente Africano aparece dentro del mismo como proveedor de materias primas y de mano de obra barata. De esta forma se espera que impulse la economía de la zona por medio de las exportaciones, aunque la baja calificación de la mano de obra dificulta ciertas actividades. Esto explica la llegada de inversiones acompañada de mano de obra china. Las restricciones para las inversiones privadas en África son menores que las que se encuentran en China, por lo cual se espera un incremento de las inversiones y migración en los próximos años. Esto podría eventualmente devenir en conflictos entre la población nacional y la población migrante China, tal como ha ocurrido en el pasado con migrantes de la India.
Otro reto que encuentra la RdS está en Europa. A finales de marzo de 2019 se dio a conocer la adhesión al plan por parte de Italia, el primer país europeo del G7 en firmar su entrada oficial al proyecto. Días después el presidente chino Xi Jinping se reunió con el presidente de Francia, la canciller alemana y el jefe de la Comisión Europea quienes miran con buenos ojos al proyecto, pero han condicionado su entrada a la apertura de la economía China para las empresas europea. Precisamente la protección por parte del gobierno chino a sus empresas y otros incentivos son los que han llevado a las mayores críticas de Europa y los EE.UU.
De todo lo anterior se espera que la economía china siga, la próxima década, con un crecimiento fuerte y estable alrededor de 6%, entre el doble y el triple que los países industrializados. Cabe señalar que desde 2014 China ya es la primera economía del mundo medido a través de la Paridad de Poder Adquisitivo (PPA). Para 2018 su importancia en el PIB mundial fue de 18.7% seguido de los EE.UU. con un 15.1%2. No obstante, la diferencia entre el PIB per cápita de ambos países está muy lejos, para el primero es de 16,000 dólares PPA y para el segundo de 55,600 dólares PPA. Tomando como referencia los últimos 6 años y suponiendo constantes las tasas de crecimiento del producto y la población, el PIB per cápita chino superaría al de los EE.UU. para 2045.
1http://data.stats.gov.cn/english/easyquery.htm?cn=C01
2 https://www.imf.org/external/pubs/ft/weo/2019/01/weodata/index.aspx
Luego del estudio de la política exterior seguida por Brasil en la región, podría confirmarse que existen claros elementos para confirmar que la política de dicho país, no necesariamente favoreció la evolución de los procesos de integración de mayor importancia en América del Sur, fomentando incluso un nivel de institucionalidad que ha reflejado los intereses de Brasil por sobre los de los otros países de la región.
Entre los ejemplos más notorios, podrían mencionarse la evolución del Mercosur, especialmente la de los últimos años, la constitución de la Comunidad Sudamericana de Naciones y de la UNASUR, las políticas de inversión seguidas por Brasil entre otros fenómenos. Al menos en términos de su desarrollo institucional y del cumplimiento de los objetivos originarios planteados por los tratados de algunos de los procesos señalados y confirmando la evidente importancia de Brasil en el impulso de las iniciativas o nuevos enfoques adquiridos por los ámbitos integracionistas de la región, podría aseverarse que la política desplegada por Brasil no favoreció la profundización de los acuerdos, sino que por el contrario la habría perjudicado.
De cualquier forma, los esfuerzos desplegados por Brasil para transformarse en un líder indiscutido, al menos en el nivel sudamericano, no necesariamente alcanzaron dicho objetivo. La presencia de Estados Unidos en la región sigue muy presente y las políticas de inserción internacional de países como Chile, Perú o Colombia, difieren sustancialmente de la de Brasil, lo que quedó en evidencia con la creación de la Alianza del Pacífico, que además sumó a México a la iniciativa lo que potenció la importancia geoestratégica adjudicada a la iniciativa.
Si bien, hay una incidencia de la política internacional de Brasil en todas las iniciativas regionales de enfoque económico y comercial, como también político, la consolidación de su liderazgo regional sigue en cuestionamiento y podría afectar algunos de los objetivos planteados por Brasil a nivel multilateral.
Cada vez son más el número de voces que refieren a una recomposición de la hegemonía mundial de occidente a oriente, de Estados Unidos y Europa a China. En la actualidad, la desaceleración económica en las naciones desarrolladas y el auge del gigante asiático nutren tal comentario. Todo apunta a que ha llegado la hora de mirar todo fenómeno desde una perspectiva ambivalente.
La pregunta obligada es: ¿qué se puede decir de la relación China-Latinoamérica? Aunque el sentido común refiere al aprovisionamiento de materias primas, la expansión de mercados de consumo y la consolidación de una política de relaciones externas como los únicos nexos entre ambos, luego de revisar el documento de trabajo es claro que la economía, política, tecnología, cultura, seguridad y el medio ambiente se van insertando en la agenda de trabajo de ambas regiones. A continuación las ideas principales de cada apartado del texto:
1. "La expansión global de China y su impacto en América Latina" autoría de Rhys Jenkins.
Factores clave para la comprensión del vínculo económico y político entre China y Latinoamérica, efectos favorables y desfavorables de la economía asiática sobre los países de la región y, por último, las consecuencias políticas de la creciente hegemonía china. La conclusión apunta a que se han sobrevalorado las ventajas económicas sobre Latinoamérica, así como lo exagerado de la opinión que tilda a la relación entre ambas regiones como antidemocrática.
2. "China’s Growing Influence in Latin America: The Quest for Resources and Power" autoría de Ana Lucía Salinas de Dosch y Jörn Dosch.
Luego de una perspectiva histórica de la relación entre China y Latinoamérica se estudia el poder económico actual del país oriental y sus implicaciones sobre la hegemonía de Estados Unidos. Los resultados obtenidos sugieren que: el aprovisionamiento de materias primas, la expansión de mercados de consumo para su producción interna y la consolidación de su política de relaciones externas son los principales atractivos de la región latinoamericana; y que es difícil que en los próximos años se dé la sustitución del poder americano en favor del poder asiático.
3. "¿Qué significará el 12º Plan Quinquenal de China para las relaciones sino-latinoamericanas?" autoría de Margaret Myers y Zhimin Yang.
Bajo el entendido que mucho de lo plasmado en los planes quinquenales de China sirve de basamento para su política interna y externa, se analizan los tres pilares de mayor significancia para la región latinoamericana: transformación económica, escasez de recursos y mejora de la industria. Con la salvedad nuevos bretes económicos, un viraje inesperado en la política gubernamental y/o una recuperación más acelerada de la economía mundial, el escenario para Latinoamérica seguirá la misma tendencia observada en la última década.
4. "Smart Power y la política exterior de la República Popular de China hacia América Latina y el Caribe" autoría de Fernando Villamizar Lamus.
La política exterior de China hacia la región latinoamericana puede ser catalogada de "poder inteligente" según la definición de Joseph Nye. La "...combinación del poder duro, de coerción y pagos, con el poder blando, de persuasión y atracción" se facilita por la cooperación que apremia todo vínculo entre ambas regiones. Tal descubrimiento es la antesala de una lucha, entre China y Estados Unidos, por Latinoamérica.
5. "La creciente influencia de China en el Atlántico Sur" autoría de Adriana de Erthal Abdenur y Danilo Marcondes de Souza Neto.
Se estudia el nexo económico (inducido por la abundancia de recursos naturales), político (patente en la mayor colaboración institucional y el contrapeso hegemónico a Estados Unidos y Europa), tecnológico (el cambio de productos manufacturados y tecnología a cambio de materias primas), cultural (que va de la naturaleza de la política exterior china y la organización social, hasta el interés por la Antártida) y de seguridad (sin política específica pero con baja probabilidad) entre China y el Atlántico Sur durante los últimos 10 años.
6. "China and Latin America: A Marriage made in Heaven?" autoría de Ralf J. Leiteritz.
Mediante el recuento histórico de la política exterior de China con las economías en desarrollo, la comparación entre poder duro y blando de Estados Unidos y China sobre Latinoamérica, el señalamiento de los intereses económicos y políticos del país asiático sobre la región y el cuestionamiento sobre el relevo hegemónico de parte de China, se conoce que la economía, cultura y diplomacia son los tópicos predilectos, que China apremia el poder blando, que el vínculo entre el país asiático y las naciones latinoamericanas depende del mayor interés económico o político y, finalmente, que luce complicada la sustitución hegemónica de oriente por occidente.
7. "América Latina: las estrategias económicas de EEUU, Unión Europea y China en la integración económica global (1990-2010)" autoría de Wu Yinshi.
Se describe el actual modelo de política exterior de Estados Unidos (balance entre economía y política), la Unión Europea (la política por encima de la economía) y China (mayor importancia a la economía que a la política) sobre Latinoamérica. El protagonismo de cada vínculo regional estará en función tanto de la envergadura que tenga el tópico económico y político como del horizonte temporal analizado.
8. "Beyond Asymmetry: Cooperation, Conflict and Globalisation in Mexico-China Relations" autoría de Beatriz Carrillo Garcia, Chen Minglu y David S. Goodman.
Sabedores que no poco del análisis hecho sobre la relación México-China sobresalta las disparidades de ambas economías en términos de comercio e inversión, los autores promueven la cooperación, el conflicto y la globalización como nuevos enfoques de estudio.
9. "China en América Latina: derecho, economía y desarrollo sostenible" autoría de Carmen G. González.
Se analiza el vínculo histórico entre China y la región latinoamericana, la idea según la cual debería adoptarse el modelo chino de crecimiento a la realidad del continente y, para terminar, el efecto del gigante asiático sobre el derecho económico internacional y el desarrollo sostenible. La idea principal gira en torno a desmitificar el papel de benefactor o detractor asignado a China y trabajar en conjunto para reducir los impactos medioambientales del modelo económico que promueve el Consenso de Beijing.
10. "China e India, nuevas oportunidades y desafíos para América Latina y el Caribe" autoría de Martín Lorieto.
Se abunda en las características comerciales y económicas de China e India, en el comercio que sostienen ambos países con la región latinoamericana (diferenciando entre Sudamérica y Centroamérica), en los riesgos y consecuencias que implica un lazo comercial tan estrecho y, por último, en la política comercial más favorable para Latinoamérica. El camino a seguir, bajo la consideración del autor, es el libre actuar del principio de ventajas comparativas.
En la actualidad, muchos de los acuerdos de integración regional de América Latina y el Gran Caribe se han fracturado o estancado ante la oleada de golpes de estado; el ascenso de gobiernos neoliberales; y las políticas injerencistas de los EEUU.
China, por su parte, ha promovido la integración con América Latina en comercio, inversiones, cooperación e intercambios culturales; y se ha convertido en el socio comercial más importante de Brasil, Chile y Perú.
Este artículo presentará algunas consideraciones en torno al ascenso de China, propiciado por la Iniciativa de la Franja y la Ruta, y las nuevas oportunidades, retos y amenazas que genera en la región.
ALAI AMLATINA, 08/08/2018.- En la actualidad, muchos de los acuerdos de integración regional de América Latina y el Gran Caribe se han fracturado o estancado ante la oleada de golpes de estado; el ascenso de gobiernos neoliberales; y las políticas injerencistas de los EEUU. Los cambios y tensiones consiguientes en las políticas de comercio internacional propiciadas por el gobierno de Donald Trump amenazan con comenzar guerras comerciales y poner fin a acuerdos existentes. El ascenso de China, propiciado por la Iniciativa de la Franja y la Ruta, genera nuevas oportunidades, retos y amenazas para la región en este contexto cambiante. Este artículo presentará algunas consideraciones en torno a estos asuntos.[i]
Bajo la presidencia de Donald Trump, los EEUU se han retirado ya del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (enero 2017); Acuerdo Climático de Paris (junio 2017); Acuerdo Nuclear con Irán (mayo 2018); Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (junio 2018); y han amenazado con abandonar la Organización Mundial de Comercio (OMC) (julio 2018) aunque Trump parece haberse retractado por el momento.
En la región, los EEUU inician la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá (agosto 2017); han fortalecido la agresión y las sanciones contra Venezuela (mayo 2018) tras la reelección del presidente Nicolás Maduro; así como la posición contra Cuba (noviembre 2017).
Ante el gran triunfo de Andrés Manuel López Obrador y Morena en México el 1 de julio de 2018, este país surge como una esperanza tanto para la concreción de acuerdos comerciales más sustentables como para la posibilidad de una diversificación y unas posturas gran caribeñas integradoras. Previo a los comicios, AMLO planteó que “en el caso de que insista el gobierno estadounidense en romper los acuerdos comerciales con México o que “nos quiera poner de rodillas”, hay que buscar alternativas, diversificar el comercio, no poner todos los huevos en una sola canasta, abrir el abanico con las relaciones comerciales”.[ii] Ya China y Alemania han planteado afianzar el acercamiento con México.
Guerra comercial
La guerra comercial ha comenzado. En el 2018, EEUU impuso aranceles a China, la Unión Europea y Canadá; sometió ciertos productos chinos a un arancel de 25%; expresó la intención de proseguir con litigios contra China en la OMC[iii]; y amenazó con imponer aranceles del 20% a todas las importaciones de vehículos provenientes de la Unión Europea.[iv] Canadá impuso aranceles a decenas de productos procedentes de Estados Unidos como represalia por la decisión de Washington de gravar las compras de acero y aluminio canadienses.[v]
Estas movidas de Trump han exacerbado tensiones internacionales y han redefinido alianzas geopolíticas. En mayo 2018, la Unión Europea identificó a los EEUU como la amenaza número uno para su economía. La Unión Europea y China han expandido la cooperación en comercio e inversión como reacción a las disputas arancelarias.
Como consecuencia, los mercados financieros han identificado nuevas estrategias tales como el alejamiento del dólar y el requerir que algunos intercambios se manejen en rublos o yuanes. Rusia y China se pusieron de acuerdo en aumentar el papel del rublo y el yuan en los pagos comerciales, inversiones y financiación bilaterales.[vi] El yuan ha sido aceptado como moneda de reserva por el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde hace aproximadamente un año; está respaldado por la economía china y reservas de oro (contrario al dólar EEUU que no está respaldado por reservas de oro). Algunos analistas plantean que la guerra comercial contra China busca desalentar el ascenso del yuan como moneda de reserva y de intercambios comerciales internacionales.[vii]
La geoestrategia de desarrollo promovida por China desde el 2013 y conocida como la Iniciativa de "la Franja y la Ruta"[viii] vincula a China, Rusia, Europa y África en rutas terrestres y marítimas de intercambio con un monto de más de un trillón de dólares. China también lanzó, en el 2015, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, visto como el rival del Banco Mundial y el FMI. Ya algunos países de América Latina tienen estatus de futuro miembro (Brasil y Argentina) o han sido aceptados como miembros (Venezuela, Perú, Chile y Bolivia). La principal ventaja será el acceso a financiación en diversos sectores (energía, infraestructura, multisectoriales, telecomunicaciones, transportación, urbanismo y agua), del que sólo se pueden beneficiar quienes sean miembros al 100%.
China-América Latina
China también ha promovido la integración de China y América Latina en comercio, inversiones, cooperación e intercambios culturales; y se ha convertido en el socio comercial más importante de Brasil, Chile y Perú; el segundo más importante de Venezuela y el tercero más importante de México.[ix] El Ministerio de Relaciones Exteriores de China avanza en las relaciones políticas y económico-comerciales con los países de América Latina mediante las “Asociaciones Estratégicas”. Hasta ahora, China ha establecido ocho con la región: México (2016), Brasil (2017), Argentina (2015), Venezuela (2014), Chile (2016), Ecuador (2016), Perú (2013), y Uruguay (2016). “De ellas, siete son “Asociaciones Estratégicas Integrales” (todas salvo Uruguay) con una expectativa de coordinación a nivel político y económico más estrecho.”[x] Se han realizado importantes proyectos de construcción, principalmente en los países de la Alianza Bolivariana (ALBA) y el Caribe, cuyos líderes estaban dispuestos a hacer acuerdos gobierno-gobierno para convenir los requisitos de licitaciones tradicionales.[xi]
Las inversiones externas directas chinas en América Latina y el Gran Caribe están orientadas a la exploración y a la extracción de los recursos naturales y energéticos, siendo Brasil, Venezuela, Perú, Argentina, Ecuador, y Cuba, los mayores receptores para el 2014-2015.[xii]
Las rutas marítimas son geoestratégicas y ya han generado diversas iniciativas. Una de estas es la del proyecto del canal interoceánico de Nicaragua, mediante el cual ese país busca desarrollar su comercio interno mientras que China espera asegurar su paso hacia el mercado del Atlántico; aunque diversas fuentes plantean el debilitamiento del proyecto a partir del 2017. China también ha mostrado interés en financiar la construcción del corredor bioceánico entre China-Argentina-Chile.[xiii]
Uno de los grandes desafíos que nos plantean estos procesos geopolíticos es el asumir una investigación más profunda a nivel académico y práctico para analizar cuáles pueden ser las oportunidades y amenazas del acercamiento con China. Sin duda, la inversión en tecnología e infraestructura será beneficiosa para el desarrollo de la región. Pero un alerta surge inmediatamente cuando se plantea cuáles serán las repercusiones ambientales de tales proyectos de construcción. Además, el incremento en la demanda por recursos minerales e hidrocarburos puede amenazar con darle continuidad a prácticas neoextractivistas que redundarán en una gobernanza de los recursos naturales contraria al desarrollo sustentable. Otro reto supone el desarrollar análisis de cadenas de valor sustentables que redunden en derrotar la pobreza y la desigualdad. Así mismo, es necesario desarrollar métodos de análisis replicables generados por centros de investigación de la región en cooperación con centros chinos; centrados en identificar el efecto de la geopolítica en las cadenas de valor.[xiv] Aquí las universidades y los think tanks de la región, como por ejemplo, el Consejo Latinoamericano de las Ciencias Sociales (CLACSO), juegan un rol fundamental.
La creación del Foro Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC)-China concretada en Cuba en 2014 “tuvo repercusión diplomática internacional, ya que fue la primera vez que la región actuó de manera conjunta frente al país asiático.”[xv] La CELAC se formó en 2010, y en 2011 organizó una Cumbre que contó con representantes de 33 Estados latinoamericanos y caribeños (con excepción de las colonias y los territorios); y excluyó a Canadá y EEUU. Para algunos, esta histórica reunión retomó la agenda integracionista que marcó el Congreso Anfictiónico de Panamá convocado en 1826 por el libertador Simón Bolívar. Además, conformó una institucionalidad alternativa y un espacio de concertación regional potencial frente a la Organización de Estados Americanos (OEA). Tal vez este acuerdo de concertación pueda servir para dar paso a acciones concretas desde los desafíos que nos plantean estos procesos geopolíticos. Ojalá que el triunfo de AMLO en México marque encuentros importantes y ayude a trazar nuevas rutas y franjas para Nuestra América.
Notas:
[i] El artículo se enfoca en China aunque las iniciativas de Rusia en la región ameritan un análisis propio que no incluimos por razones de espacio.
[ii] https://lopezobrador.org.mx/temas/tlc/
[iii] https://www.globalresearch.ca/the-us-trade-war-with-china-trump-wants-to...
[iv] https://www.elnuevodia.com/noticias/eeuu/nota/trumplaunioneuropeaestanma...
[v]https://www.elnuevodia.com/noticias/eeuu/nota/canadatomarepresaliascomer...
[vi] https://actualidad.rt.com/actualidad/275075-china-rusia-comercio-divisas...
[vii]https://mronline.org/2018/06/13/the-global-pivot-away-from-america/; https://www.globalresearch.ca/the-us-trade-war-with-china-trump-wants-to...
[viii] The global pivot away from America Monthly Review ONLINE, https://mronline.org/, Posted Jun 13, 2018.
[ix] Working Paper No. 1/2018. Trans-Regional Cooperation in a Multipolar World: How is the Belt and Road Initiative Relevant to Latin America? By Adriana Erthal Abdenur and Ariel Gonzalez Levaggi. Lse Global South Unit Working Paper Series, P9.
[x] http://chinayamericalatina.com/wp-content/uploads/2018/03/WP-N°3-marzo-...
[xi] Ibid.
[xii] http://www.elesquiu.com/politica/2018/4/20/china-propone-financiar-el-fe..., Javier A. Vadell, El dragón redescubre el sur: un análisis crítico del patrón de relaciones entre China-sur global en la nueva configuración política y económica internacional, disponible en http://www.redalc-china.org/v21/images/docs/RedALCChina-2017-politica.pdf
[xiii] http://www.elesquiu.com/politica/2018/4/20/china-propone-financiar-el-fe...
[xiv] Ver trabajos de la autora disponibles en la librería y en la biblioteca virtual de clacso.edu.ar en acceso libre y gratuito.
[xv] Ver Ignacio Bartesaghi, El Foro CELAC-China ¿respuesta al Libro Blanco de China para las relaciones con América Latina y el Caribe?, disponible en http://www.redalc-china.org/v21/images/docs/RedALCChina-2017-politica.pdf
El secretario de Defensa y jefe del Pentágono, James Mattis (apodado Mad Dog “perro rabioso”), realizó una gira por países de Sudamérica entre los días 12 y 17 de agosto. En el comunicado del Pentágono se afirma que, en el marco de la declaración del 2018 como el “Año de las Américas” por parte de la Casa Blanca, el viaje del secretario vislumbra fortalecer los lazos de defensa con Brasil, Argentina, Chile y Colombia, fundamentales para un hemisferio occidental colaborativo, próspero y seguro. Tales lineamientos ya estaban planteados en la Estrategia de Defensa Nacional de 2018 (firmada por Mattis) donde se señala que “sostener ventajas en el hemisferio occidental” es fundamental en la medida que los EE.UU. “obtienen inmensos beneficios de un hemisferio estable y pacífico que reduce las amenazas a la seguridad de la patria [estadounidense]”.
El escenario de la visita
La seguridad del hemisferio occidental supone un amplio espectro de operaciones en América Latina y el Caribe en una coyuntura de creciente disputa hegemónica. La guerra comercial con China y la carrera por la apropiación de los recursos naturales tiene su correlato militar evidente, por ejemplo, con el reciente anuncio de instalación de una base militar estadounidense en Neuquén (Argentina), nada menos que sobre los enormes yacimientos de Vaca Muerta y donde a comienzos de este año empezó a funcionar una base espacial china.
Entre los principales desafíos a la “seguridad” planteados por el Comando Sur en su último documento estratégico se destaca la mayor presencia de China, Rusia e Irán en la región. Desde esta perspectiva, a bordo del avión militar que lo trasladaba a Brasil, Mattis afirmó que “se han visto poderes externos actuando en Latinoamérica”, también en sintonía con la invocación a la Doctrina Monroe realizada por el ex secretario de Estado, Rex Tillerson, previo a su gira a comienzos de este año.
Debe señalarse que a la lucha contra las drogas y el terrorismo –ámbito por excelencia de las Fuerzas Armadas estadounidenses en América Latina– se le suma una supuesta vulnerabilidad en cuestiones ambientales y la “preparación frente a desastres naturales” que justifican la “necesidad” de militares estadounidenses en todo el continente para capacitación de las Fuerzas Armadas locales en cuestiones de asistencia humanitaria. A ello se suma la “crisis migratoria” –y aquí la referencia central es la “crisis” venezolana– que viene ocupando rol prioritario en la agenda del Pentágono en la región. Este es un punto clave, pues la visita de James Mattis busca fortalecer la presión diplomática contra Venezuela y una posible intervención militar. El comandante del Comando Sur, Kurt Tidd, ya había adelantado en su informe ante el Congreso estadounidense, en abril de 2017, que “la creciente crisis humanitaria en Venezuela puede obligar a una respuesta regional. Las fases de la ofensiva contra el Gobierno de Maduro que podrían culminar en una intervención militar se hicieron públicas con el documento Venezuela Freedom 2, de 2016.
El tema Venezuela estuvo presente en las reuniones con los altos funcionarios de todos los países que ha visitado. En Brasil, impartió una charla en la Escuela Superior de Guerra, donde felicitó el liderazgo brasileño frente al Gobierno “represor y hambriento de poder” de Nicolás Maduro a la par que destacaba que el objetivo principal del Pentágono es aumentar la letalidad de los militares de los EU.
Brasil
Una de las cuestiones centrales que dejó su paso por Brasil, es lo relativo al uso de la base aeroespacial de Alcántara en Maranhão. Tras la reunión con el ministro de Defensa brasileño, Joaquim Silva e Luna (con quien ya se había reunido en Washington a principios de año), los mandatarios aseguraron que el acuerdo para el uso de la base está pronto a ser firmado –como último avance del acuerdo marco en el área espacial firmado en 2011 y revivido durante la visita de Pence en mayo de este año-. La visita de Mattis otorga mayor visibilidad a los acuerdos científico-tecnológicos, el acercamiento en de las industrias defensa y ejercicios militares de gran envergadura en territorio brasileño durante el Gobierno de Michel Temer, como signos de la nueva articulación geopolítica que se abre con el golpe a Dilma Rousseff y el giro conservador en Brasil.
Argentina
Luego de su paso por el “Grande de Sudamérica”, Mattis se reunió con su par argentino, el ministro Oscar Aguad. Calificó al país rioplatense como un socio y amigo de EE.UU., y solicitó una “colaboración militar estrecha para la seguridad de nuestros pueblos”. Este acercamiento se viene dando a pasos agigantados desde la gestión de Cambiemos. Bajo el manto de la muy conocida bandera de “la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico” se firmaron diversos acuerdos con EE.UU. Aguad destacó la necesidad de “estrechar las relaciones conjuntas en ayuda humanitaria y en actividades estatales”, rubros que ya han ganado preponderancia en años recientes, por ejemplo, los acuerdos de donaciones equipamiento para hacer frente a emergencias y desastres naturales a través del Programa de Asistencia Humanitaria y Respuesta de Desastres del Comando Sur y la capacitación con la Guardia Nacional de Georgia. Todo en el marco del reciente decreto presidencial que habilita a las FF.AA. a operar en Asuntos de Seguridad Nacional.
Chile
El tercer destino del secretario de Defensa fue Chile, donde mantuvo reuniones con el presidente Sebastián Piñera y el ministro de Defensa, Alberto Espina, con el objetivo, según la embajada, de intercambiar perspectivas de carácter estratégico. Chile es el primer país de la región en establecer una oficina regional, inaugurada en noviembre de 2017, para gestionar los sistemas de comunicación segura (COMSEC, por sus siglas en inglés), que protege y mantiene información sensible de EE.UU. sobre seguridad y previene la intercepción no autorizada de individuos o instituciones. En esta línea, uno de los principales resultados de la visita al Palacio de la Moneda fue el establecimiento de un acuerdo sobre ciberseguridad, además del compromiso de colaboración en innovación tecnológica en distintos rubros, como la investigación médica militar o el desarrollo de drones. Sin dudas, Chile sigue siendo el aliado más claramente alineado a EE.UU. en el Cono Sur.
Colombia
El cierre de la gira fue en Colombia, donde Mattis se reunió con el presidente Iván Duque y altos funcionarios del nuevo gobierno. Los temas tratados fueron: narcotráfico e incremento de los cultivos de hoja de coca; Venezuela, abordada como problema seguridad nacional para Colombia; y cooperación bilateral. De todos los países de la región, el almirante Kurt Tidd, jefe del Comando Sur, destaca a Colombia como aliado indispensable y afirma que “hoy en día es inconcebible que permitamos cualquier disminución de nuestros lazos con Colombia. En mayo de 2017, Trump y Santos asumieron el compromiso de “reforzar la alianza estratégica en seguridad” (en este contexto se aprueba el presupuesto de 450 millones de dólares para el Plan Paz Colombia, 74 millones más que en 2016).
El actual Gobierno colombiano no parece dispuesto a cambiar de rumbo, sino todo lo contrario, asumiendo el liderazgo frente a las amenazas regionales. Durante la reunión con el vicepresidente Mike Pence, Duque ya había manifestado abiertamente la necesidad de seguir presionando al Gobierno de Venezuela, pero ratificó su posición contraria a una posible intervención militar (en un escenario de permanente amenaza se intervención, con bases que operan como Lugar de Operaciones de Avanzada (FOL) de EE.UU. muy cercanas a Venezuela). En relación a las bases militares colombianas, hay que tener en cuenta el interés de EE.UU. por la concesión de la base de Tumaco y la visita del secretario de Defensa podría apuntar al avance en estas negociaciones.
La visita del “perro loco” de Trump es un episodio significativo del renovado oleaje intervencionista imperial de EE.UU. en Sudamérica. En países como Argentina y Brasil (y el Ecuador de Lenin Moreno), cuyo alineamiento contra hegemónico ha sido completamente debilitado en los últimos años, se busca rellenar huecos de las décadas en que prevalecieron proyectos nacionales tendientes a recuperar la soberanía. A su vez, en países como Chile y Colombia (también Perú) se trata de actualizar el tradicional alineamiento a la doctrina de seguridad estadounidense.
El presente texto señala que, pese al cambio de gobierno en EE. UU., la política y acciones emprendidas respecto a la contención tecnológica china se mantienen intactas, sigue ejerciendo presión internacional para evitar que otros países incluyan a las compañías chinas en sus procesos de transición digital, pero dicha estrategia ha tenido poco éxito en Latinoamérica, donde la tecnológica 5G se ve como un nuevo camino hacia la recuperación económica.
La expansión de la tecnología 5G ha sido un punto de inflexión en la guerra tecnológica entre EE. UU. y China. Durante la administración Trump se incluyó a la compañía Huawei líder en el desarrollo de dicha tecnología a la Entity List de EE. UU., acusándola de colaborar con el gobierno chino en operaciones de espionaje informático, y aunque el nuevo presidente Biden difiere en muchos puntos con la política exterior de su antecesor, se mantiene la idea de contrarrestar a China, prueba de ello es que ZTE otra importante compañía china ha sido sujeta a restricciones comerciales.
En esta línea el senado estadounidense aprobó en junio de 2021 un plan de 170,000 m. d para invertir en investigación y desarrollo. Esto con el propósito de incentivar a las empresas nacionales para fabricar sus propios semiconductores y evitar depender de la oferta asiática. Adicionalmente se destinarán 1,500 m. d al desarrollo de tecnología 5G y se buscará que las empresas Cisco, Juniper Networks y Qualcomm tengan mayor competitividad en el mercado global.
Los aliados de los cinco ojos que incluyen a EE.UU., Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá han expresado igualmente sus preocupaciones respecto a la relación de Huawei con el gobierno chino y han rechazado que esta compañía entre a sus territorios. Esto podría retrasar su acceso a dicha tecnología por lo menos 2 o 3 años. La pregunta es si cualquiera de estos países tendrá las mismas reservas para implementar la tecnología 5G desarrollada por EE.UU. que tiene como antecedente la norma FISA-702. Ésta permite recabar datos físicos o electrónicos sobre cualquier persona no estadounidense que suponga un peligro para la seguridad nacional de EE.UU.
La guerra tecnológica y los temores estadounidenses han tenido un impacto marginal en la relaciones del gigante asiático con América Latina. Algunos paises se han sometido a las presiones de Washington contra el uso de la 5G, pero la mayoria continúa en negociaciones para su puesta en marcha.
La celebración del foro China-CELAC, durante febrero del 2021 en México, giró en torno a la cooperación para el desarrollo de tecnología digital, incluida la tecnología 5G, la inteligencia artificial y el internet de las cosas. Todo esto busca asistir a la recuperación económica de algunos sectores clave y revertir los estragos causados por la pandemia del COVID 19.
Huawei invirtió cerca de 500 m.d en México para construir un centro de soporte técnico. Chile, el país más avanzado de América Latina en la materia, inauguró la primera zona 5G de la región y Brasil anunció que en este año se hará la primera subasta para la licitación de contratos que se encarguen de instalarla. Todo apunta que para 2022 todas las urbes y el distrito de Brasilia contarán con tecnología 5G, y que igual que Chile, no dejará a Huawei fuera de las subastas.
Los retos que la región debe remontar para poner en funcionamiento esta tecnología se refieren a la falta de infraestructura y el tamaño de la inversión. Según la CEPAL, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú deberían invertir 50, 800 m.d. para habilitar tecnología 5G en sus espacios urbanos y alrededor de 120,070 m. d para abarcar todo su territorio. Cabe destacar que aún está inconclusa la cobertura total de los territorios con la red 4G, y que unos pocos países cuentan con el espectro liberado en el rango de 3.5 GHz para el correcto funcionamiento de la red.
El mismo informe señala que la transición tecnológica de la región podría incrementar el PIB latinoamericano entre $ 229,000 m.d. y 293,000 m.d. hasta 20307.
El que América Latina presente una postura neutral ante la guerra tecnológica entre las dos potencias no quiere decir que EE. UU. dejará de ejercer presión en diversos ámbitos para evitar perder la carrera tecnológica en la región. El embajador de EE. UU. en Brasil, Todd Chapman dijo en una entrevista que seguramente habrá consecuencias si el país decide incluir a Huawei en sus planes de desarrollo tecnológico, ya que EE. UU. se lo pensará dos veces antes de invertir en Brasil. Para Brasil, EE.UU. dejó de ser el principal inversionista y no es un socio comercial de suma relevancia. El retiro de EE. UU. en este marco sólo beneficiará a la presencia China.
El gigante asiático es uno de los socios comerciales más importantes de Latinoamérica, y los beneficios que supone la adopción de tecnológica 5G son innumerablemente mayores a los que supondrían dejar de lado a las compañías chinas. EE. UU. tendrá que buscar un garrote o una zanahoria más grande.
El 2 de julio de 1997, el baht tailandés se derrumbó. Tras una oleada de ataques especulativos, el gobierno se quedó sin reservas de divisa extranjera y ya no pudo mantener la fijación cambiaria respecto del dólar. Así pues, dejó flotar al baht, que entró en caída libre. Numerosas corporaciones tailandesas (financieras y no financieras) que estaban muy endeudadas en dólares se declararon en quiebra. Fue el comienzo de la crisis financiera asiática.
Imposibilitadas de mantener los pagos de la deuda externa, Tailandia, Indonesia y Corea del Sur pidieron ayuda al Fondo Monetario Internacional. Pero sus paquetes de rescate resultaban insuficientes, tardíos y atados a condiciones excesivas. Todo indicaba que lo mejor para Asia oriental sería salvarse por sí misma.
La región, por cierto, no carecía de recursos. Más allá de que algunos países (como Tailandia) tuvieran déficit de cuenta corriente, la posición externa general de Asia oriental era superavitaria. Fue así que en septiembre de 1997, Japón propuso agrupar las reservas de divisa extranjera de la región y usarlas para ir al rescate de los países en problemas. La promesa era que el «Fondo Monetario Asiático» que se crearía para manejar el nuevo instrumento iba a actuar más rápido y con condiciones menos estrictas que el FMI. Pero Estados Unidos y el FMI cuestionaron la iniciativa, y el FMA murió antes de nacer.
Sin embargo, los actores regionales no renunciaron a la cooperación. En mayo de 2000, los diez países integrantes del grupo ASEAN (Brunei, Camboya, las Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam) junto con China, Corea del Sur y Japón (el ASEAN+3) firmaron la Iniciativa de Chiang Mai (CMI, por la sigla en inglés), primer esquema de intercambio de divisas (swap) de la región.
La idea era que la CMI, al permitir a los países intercambiar sus monedas locales por dólares durante un tiempo prefijado, ayudaría a los deudores regionales a superar problemas de liquidez a corto plazo y de tal modo actuaría como complemento del FMI. Esto abrió una vía para cumplir la promesa del FMA: en 2009, la CMI se convirtió en Iniciativa de Multilateralización de Chiang Mai (CMIM), un esquema multilateral de agrupamiento de reservas por un total de 120 000 millones de dólares, que se amplió a 240 000 millones en 2014.
Otro hito se alcanzó en 2002, cuando el ASEAN+3 lanzó la Iniciativa de Mercados de Bonos Asiáticos (ABMI), con el objetivo de fortalecer la estabilidad financiera, reducir la vulnerabilidad a la inversión de flujos de capitales, mitigar el descalce de monedas y vencimientos y contrarrestar la «hiperbancarización». En marzo de 2022, el mercado de bonos en moneda local de Asia oriental valía23,5 billones de dólares.
En 2005, el Banco Asiático de Desarrollo hizo la propuesta de cooperación financiera regional más ambiciosa: crear una unidad de divisa asiática (ACU), una canasta de monedas del ASEAN+3 a la cual los países de la región pudieran anclar sus monedas, de modo tal de desalentar devaluaciones competitivas y permitir la flotación colectiva de esas monedas respecto del dólar. Se esperaba que esto permitiera un ajuste más rápido de los desequilibrios de cuenta corriente y promoviera el comercio regional y los flujos financieros.
Luego, sobre la base de la ACU, un grupo de economistas japoneses elaboró una idea complementaria: crear una unidad monetaria asiática (AMU), cuyo valor reflejara una media ponderada de las monedas de Asia oriental. Pero aunque estas propuestas fueron bien recibidas por el mundo académico asiático, que las consideró un primer paso posible hacia la creación de una moneda única regional, ni la ACU ni la AMU despertaron el interés de las autoridades.
Por desgracia, estos últimos años la cooperación financiera asiática ha ido perdiendo empuje, por una variedad de razones. En primer lugar, la necesidad de sostener la liquidez regional se ha vuelto menos urgente. La mayoría de los países del ASEAN+3 tienen superávit de cuenta corriente la mayor parte del tiempo, y cuando en 2008 se declaró la crisis financiera global, la región había acumulado unos 3,7 billones de dólares en reservas de divisa extranjera, más del séxtuplo respecto de los 542 000 millones que poseían en 1997.
En segundo lugar, a pesar del impresionante avance del mercado asiático de bonos en los últimos diez años, el desarrollo de mercados de bonos en moneda local obedece más a las necesidades financieras de cada país que a la cooperación financiera regional, y la emisión transfronteriza de bonos en moneda local es infrecuente. De hecho, la creación de una infraestructura para esa clase de operaciones sigue rezagada en comparación con el veloz desarrollo financiero de los diversos países por separado, y la emisión transfronteriza aún encuentra obstáculos como la falta de estandarización de las regulaciones, una insuficiente liquidez de los mercados y la ausencia de un sistema de compensación eficaz para los títulos.
En tercer lugar, desde la crisis financiera asiática, la mayoría de los países de Asia oriental adoptaron regímenes de flotación cambiaria administrada. Pero ninguno ató su moneda a una canasta de monedas regional basada en la ACU, sobre todo porque no quieren supeditar sus políticas cambiarias a la estabilización de los tipos de cambio intrarregionales.
En un sentido más general, una mayor cooperación económica y financiera es esencial para la prosperidad de Asia a largo plazo. Pero su búsqueda (incluida la posible formación de una Comunidad Económica del Este de Asia) es básicamente una cuestión política, no económica. Por la estrecha cercanía geográfica y la conectividad económica de los países de Asia oriental, es urgente que los gobiernos del ASEAN+3 vuelvan a poner en sus agendas el proyecto iniciado hace veinticinco años.
La industria automotriz radicada en México insiste en su negativa a las propuestas de Estados Unidos en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). El presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), Eduardo Solís, ha calificado este lunes de “desfavorables, inalcanzables y no realistas” los últimos planteamientos puestos encima de la mesa de negociación por parte de los negociadores estadounidenses y ha anunciado que ya trabajan con el Gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI) en una contrapropuesta que fije una regla de origen “alcanzable y asequible”, de la que no ha ofrecido más detalles.
“Las condiciones no son aceptables para permitir que el comercio siga siendo como hasta hoy”, ha subrayado Solís en un encuentro con medios de comunicación. El nuevo posicionamiento de la AMIA llega en un momento clave en las conversaciones para la renovación del mayor acuerdo comercial del planeta: a punto de que expire la autorización del Legislativo a Trump para que pueda negociar de forma autónoma y con la fecha tentativa de cierre de la negociación (15 de mayo), a la vuelta de la esquina. Los ministros al cargo de las conversaciones se verán las caras de nuevo el próximo lunes en Washington.
Consciente de que el reloj corre y sus posiciones de partida eran inasumibles para sus dos socios regionales, la Administración Trump ha flexibilizado en las últimas semanas sus planteamientos para el sector que más pesa en los intercambios trilaterales: el automotor. Sin embargo, esta rebaja de sus expectativas sigue sin ser suficiente tanto para la industria mexicana como para las armadoras europeas y asiáticas con intereses en la región, que temen que lo propuesto por EE UU aumente sus costes y, por tanto, merme su capacidad para competir en un mercado plenamente globalizado. Tampoco los propios fabricantes estadounidenses están en total sintonía con su propio Ejecutivo, con el que recientemente han intensificado sus encuentros para acercar posturas.
La última propuesta estadounidense plantea un aumento del 62,5% al 75% en el mínimo de componentes fabricados en América del Norte que deben montar todos los automóviles ensamblados en EE UU, México o Canadá. También que al menos el 40% del valor total de los vehículos ligeros y el 45% de los pick-ups sean fabricadas en un país en el que el promedio de los salarios manufactureros sea de al menos 16 dólares por hora: un requisito que, en la práctica, solo podrían cumplir EE UU y Canadá. Y que el 70% del acero y del aluminio necesitado para la producción sea de fabricación norteamericana. Las dos primeras exigencias son las que más ampollas han levantado entre los fabricantes mexicanos.
“Buscamos que el nuevo acuerdo no genere una disrupción del comercio, que puedan fluir las inversiones en los tres países. Una buena parte de la industria en EE UU, fundamentalmente las asiáticas y las europeas, se han pronunciado desfavorablemente y [creemos que] es muy importante unirnos a estas voces”, ha incidido Solís. “AMIA está por una regla de origen que pueda funcionar; que asegure una mayor integración de América del Norte, pero también que el TLC siga siendo exitoso”. En el mismo sentido, un estudio del Center for Automotive Research, un centro de estudios del gremio con sede en la capital mundial del automóvil -Detroit- alertó la semana pasada de los efectos negativos que la actual propuesta estadounidense tendría sobre las ventas y las exportaciones de coches fabricados en la región. Según sus cálculos, las propuestas de Washington llevarían a varias ensambladoras y fabricantes de autopartes a otras regiones con menores requisitos y costes más bajos.
Aunque las condiciones que el nuevo tratado comercial norteamericano fije sobre el sector automotor -de largo, el más importante en las transacciones entre México y EE UU- siguen siendo el corazón de las discrepancias, ni mucho menos son los únicos puntos de controversia pendientes de resolver en los próximos días. Washington sigue sin renunciar a su exigencia de que el tratado quede automáticamente en papel mojado cada cinco años si los tres países no acuerdan antes lo contrario (la llamada sunset clause). Tampoco a establecer duras cláusulas de estacionalidad en la entrada de productos agrícolas mexicanos ni a cambiar los mecanismos de resolución de disputa entre empresas y Estados. Muchos temas a resolver en poco más de dos semanas.
Los fenómenos Brexit y Trump, sumados a la reacción de China, modificarán los esquemas de integración económica diseñados bajo el mantra de la globalización. Los cambios, cuando algunos países abandonan acuerdos y otros promueven nuevos, implican profundas transformaciones en las relaciones comerciales actuales.
Tras varios años de negociaciones, Estados Unidos promovió el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y el Acuerdo Trasatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) durante la administración de Barack Obama. Sin embargo, aunque algunos países lo ratificaron, no se logró concretar. El presidente electo Trump lo rechazó el 24 de noviembre del 2016. El CETA, acuerdo de libre comercio entre Canadá y la Unión Europea fue aprobado en principio el 27 de octubre del 2016 y fue ratificado por Canadá estando a la espera de todos los parlamentos europeos. El TTIP fue resistido desde sus inicios por los países europeos y, tras la elección de Trump se da por estancado. Para el caso del TPP, el anuncio del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, fue seguido por la idea que deberían negociarse tratados bilaterales “justos” que regresen trabajos e industria a la economía interna.
Mientras tanto, China comenzó a negociar dos grandes acuerdos comerciales como respuesta al TPP. En la pasada reunión del Foro de Cooperación Económica AsiaPacífico (APEC) en Lima en noviembre del 2016, China promovió una Asociación Económica Global Regional (RCEP) (Gillespie, 2016). Este acuerdo comenzó a negociarse en 2012 dentro de la XIX Cumbre de la Asociación de Naciones del Sur Este Asiático (ASEAN) con la intención de obtener una relación económica integral y mutuamente beneficiosa que implique un compromiso más profundo que los TLC existentes de la ASEAN. (Basu-Das, 2012).El RCEP impone la hegemonía de China en el área del Pacifico.
Además del RCEP, la APEC ha promovido otro acuerdo desde 2006, la llamada Área de Libre Comercio de Asia Pacífico (FTAAP), la cual, con la participación de las 21 economías de APEC (Murray, 2016), sería el mayor de los acuerdos plurilaterales en marcha. Tras el anuncio de Trump del fin del TTP, el presidente XI pidió la incorporación de las economías americanas, antes en el TPP, en ambos acuerdos -la RCEP y el FTAAP. Esto significaría una mayor presencia de China en la región Asia-Pacífico y un debilitamiento de Estados Unidos en cuanto a la influencia del país en el comercio en esta región.
De aprobarse el FTAAP con 21 países miembros, se daría una mayor integración comercial entre los países de la APEC: Australia, Brunéi, Canadá, Chile, República Popular China, Hong Kong, China, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Perú, Filipinas, Rusia, Singapur, Corea, Taipéi, Tailandia, Estados Unidos y Vietnam. En conjunto estos países representan el 47% del PIB mundial, mientras que el RCEP representa el 32% y los países del ex TPP, un 23%.
A medida que han surgido diferentes modelos de integración regional, las negociaciones del RCEP han sido un tema dentro de las reuniones de la APEC. (ICTSD, 2016) La importancia de este tratado es que incluye a tres grandes economías: China, India y Japón, que suman el 32% del PIB mundial y el 37% de la población mundial, con una tasa de crecimiento media del PIB per cápita de 7.3% y 4% respectivamente. Japón se encuentra estancado en todo este periodo. Esto implica que con Estados Unidos creciendo alrededor de 1.5% en los últimos treinta años, hay una convergencia y un crecimiento de estos mercados mientras el mercado americano rico parece haberse estancado.
Para el caso del FTAAP, estimaciones tanto del FTAAP, como del TPP y el TPP+China han mostrado que los tres pueden crear efectos netos positivos en la creación del comercio. El FTAAP puede tener como resultado una ganancia estimada de entre $149 mil millones y $ 636 mil millones de dólares (Kim, Park, & Park, 2013).
De aprobarse el FTAAP con todos los países americanos antes del TPP, representaría un cambio en las relaciones comerciales globales, con China obteniendo una influencia más sólida en el Pacifico en su posición como líder geopolítico, además de reforzar su influencia en la orilla asiática. Para Estados Unidos el FTAAP representa no sólo una pérdida de influencia en el Pacifico sino que tiene efectos devastadores en su economía, tal como lo que está pasando a Gran Bretaña con el Brexit.
En ese marco, la política americana se orientará hacia el debilitamiento de China por medios no económicos. Todo indica que mientras Estados Unidos se retira del juego del libre mercado que ha promovido desde 1945, China lo está avanzando. Una inmensa diferencia entre ambos es que mientras Estados Unidos quería poner los tribunales de arbitraje en Washington, China se orienta a mantener los tribunales de la OMC. Otra es la referida a los derechos de autor, marcas y patentes, que Estados Unidos quería prolongar veinte años, mientras no es tema para China. Lo que tienen en común es que ven a America latina como despensa y fuente de mano de obra barata. China quizás vea a Latinoamérica más como mercado en el largo plazo.
Ciudad de México, 19 de diciembre de 2016.
Bibliografía
Basu-Das, S. (2012). Asia’s Regional Comprehensive Economic Partnership. Recuperado el 2016 de noviembre de 28, de East Asia Forum: http://www.eastasiaforum.org/2012/08/27/asiasregional-comprehensive-econ...
CIA Factbook:https://www.cia.gov/library/publications/the-worldfactbook/rankorder/200....
Gillespie, P. (23 de 11 de 2016). TPP's death hurts America and helps China + Russia. Obtenido de CNN Money: http://money.cnn.com/2016/11/23/news/economy/tpp-trump-americachina-russia/
ICTSD. (2016). “RCEP Participating Countries Call for Swift Conclusion of Negotiations”, Bridges, Recuperado el 2016 de noviembre de 28, http://www.ictsd.org/bridgesnews/bridges/news/rcep-participating-countri...
Kim, S., Park, I., & Park, S. (2013). A Free Trade Area of the Asia Pacific (FTAAP): Is It Desirable? Journal of East Asian Economic Integration, 17(1), 3-25.
Murray, L. (2016). TPP, RCEP, FTAAP: Trade deals explained. Recuperado el 2016 de noviembre de 28, de Financial Review: http://www.afr.com/news/world/tpp-rcep-ftaap-trade-dealsexplained-201611...
The Economist. (23 de 11 de 2016). The collapse of the Trans-Pacific Partnership. Obtenido de The Economist explains: http://www.economist.com/blogs/economistexplains/2016/11/economist-expla...
Villamil, V. (2016). Trump sacará a EU del TPP en su primer día de gobierno. Recuperado el 01 de diciembre de 2016, de El Financiero: http://www.elfinanciero.com.mx/mundo/este-es-elprimer-mensaje-presidenci...
Wignaraja, G. (2013). Why the RCEP matters for Asia and the world. Recuperado el 28 de noviembre de 2016, de East Asia Forum: http://www.eastasiaforum.org/2013/05/15/whythe-rcep-matters-for-asia-and...
En el continente americano existen dos formas de integración: la regional y la panamericana. La primera definida por la diferencia frente a cualquier polo económico en particular utilizando la agregación de mercados vecinos. La segunda, definida por la preferencia con Estados Unidos. Otro aspecto que considera es si la integración es liberal o mercantilista. Describe las versiones de inicios del siglo XXI (versiones más modernas), como es el caso de: la Alianza del Pacífico (panamericanista), La Comunidad Andina, el MERCOSUR, y el ALBA (todos ellos regionalistas)
Aborda el tema del Panamericanismo versus regionalismo (1835-2014), en el que refiere que desde el ángulo regionalista, la integración es una aspiración tan vieja en América Latina como la República. Desde la perspectiva panamericanista, en 1889 fue el año donde se llevó a cabo la Primera Conferencia Panamericana en Washington bajo el amparo de Estados Unidos con la triple agenda de crear una unión aduanera panamericana que incorporase a todos los países del hemisferio.
Lo que precedió a la conferencia panamericana fue la primera conferencia monetaria, donde Estados Unidos propuso una moneda única de plata para todo el hemisferio. Pero sin ningún apoyo esta noción desapareció. Ya para el año de 1909, Alejandro Bunge proponía la idea de hacer una unión aduanera sudamericana con el propósito de propulsar la industria. En 1940, Brasil se incorporó al plan de las ideas de Bunge. En 1941 se convocó a los países miembros de Cuenca de Plata para una conferencia de Montevideo, destinada a discutir la integración económica y facilitar el comercio intrarregional, a su término se firmó una carta de intenciones.
Finalmente, se establece que desde 1835 hasta la fecha, se han planteado en América Latina iniciativas de integración diversas y "todas se han visto truncadas", desde propuestas panamericanistas y regionalistas; mercantilistas y liberales. Así, el cambio de paradigma comercial global se manifiesta como la forma más sutil de truncamiento desde el poder.
The Abdication of the Left
RONDA, SPAIN – As the world reels from the Brexit shock, it is dawning on economists and policymakers that they severely underestimated the political fragility of the current form of globalization. The popular revolt that appears to be underway is taking diverse, overlapping forms: reassertion of local and national identities, demand for greater democratic control and accountability, rejection of centrist political parties, and distrust of elites and experts.
This backlash was predictable. Some economists, including me, did warn about the consequences of pushing economic globalization beyond the boundaries of institutions that regulate, stabilize, and legitimize markets. Hyper-globalization in trade and finance, intended to create seamlessly integrated world markets, tore domestic societies apart.
The bigger surprise is the decidedly right-wing tilt the political reaction has taken. In Europe, it is predominantly nationalists and nativist populists that have risen to prominence, with the left advancing only in a few places such as Greece and Spain. In the United States, the right-wing demagogue Donald Trump has managed to displace the Republican establishment, while the leftist Bernie Sanders was unable to overtake the centrist Hillary Clinton.
As an emerging new establishment consensus grudgingly concedes, globalization accentuates class divisions between those who have the skills and resources to take advantage of global markets and those who don’t. Income and class cleavages, in contrast to identity cleavages based on race, ethnicity, or religion, have traditionally strengthened the political left. So why has the left been unable to mount a significant political challenge to globalization?
One answer is that immigration has overshadowed other globalization “shocks.” The perceived threat of mass inflows of migrants and refugees from poor countries with very different cultural traditions aggravates identity cleavages that far-right politicians are exceptionally well placed to exploit. So it is not a surprise that rightist politicians from Trump to Marine Le Pen lace their message of national reassertion with a rich dose of anti-Muslim symbolism.
Latin American democracies provide a telling contrast. These countries experienced globalization mostly as a trade and foreign-investment shock, rather than as an immigration shock. Globalization became synonymous with so-called Washington Consensus policies and financial opening. Immigration from the Middle East or Africa remained limited and had little political salience. So the populist backlash in Latin America – in Brazil, Bolivia, Ecuador, and, most disastrously, Venezuela – took a left-wing form.
The story is similar in the main two exceptions to right-wing resurgence in Europe – Greece and Spain. In Greece, the main political fault line has been austerity policies imposed by European institutions and the International Monetary Fund. In Spain, most immigrants until recently came from culturally similar Latin American countries. In both countries, the far right lacked the breeding ground it had elsewhere.
But the experience in Latin America and southern Europe reveals perhaps a greater weakness of the left: the absence of a clear program to refashion capitalism and globalization for the twenty-first century. From Greece’s Syriza to Brazil’s Workers’ Party, the left has failed to come up with ideas that are economically sound and politically popular, beyond ameliorative policies such as income transfers.
Economists and technocrats on the left bear a large part of the blame. Instead of contributing to such a program, they abdicated too easily to market fundamentalism and bought in to its central tenets. Worse still, they led the hyper-globalization movement at crucial junctures.
The enthroning of free capital mobility – especially of the short-term kind – as a policy norm by the European Union, the Organization for Economic Cooperation and Development, and the IMF was arguably the most fateful decision for the global economy in recent decades. As Harvard Business School professor Rawi Abdelal has shown, this effort was spearheaded in the late 1980s and early 1990s not by free-market ideologues, but by French technocrats such as Jacques Delors (at the European Commission) and Henri Chavranski (at the OECD), who were closely associated with the Socialist Party in France. Similarly, in the US, it was technocrats associated with the more Keynesian Democratic Party, such as Lawrence Summers, who led the charge for financial deregulation.
France’s Socialist technocrats appear to have concluded from the failed Mitterrand experiment with Keynesianism in the early 1980s that domestic economic management was no longer possible, and that there was no real alternative to financial globalization. The best that could be done was to enact Europe-wide and global rules, instead of allowing powerful countries like Germany or the US to impose their own.
The good news is that the intellectual vacuum on the left is being filled, and there is no longer any reason to believe in the tyranny of “no alternatives.” Politicians on the left have less and less reason not to draw on “respectable” academic firepower in economics.
Consider just a few examples: Anat Admati and Simon Johnson have advocated radical banking reforms; Thomas Piketty and Tony Atkinson have proposed a rich menu of policies to deal with inequality at the national level; Mariana Mazzucato and Ha-Joon Chang have written insightfully on how to deploy the public sector to foster inclusive innovation;Joseph Stiglitz and José Antonio Ocampo have proposed global reforms; Brad DeLong, Jeffrey Sachs, and Lawrence Summers (the very same!) have argued for long-term public investment in infrastructure and the green economy. There are enough elements here for building a programmatic economic response from the left.
A crucial difference between the right and the left is that the right thrives on deepening divisions in society – “us” versus “them” – while the left, when successful, overcomes these cleavages through reforms that bridge them. Hence the paradox that earlier waves of reforms from the left – Keynesianism, social democracy, the welfare state – both saved capitalism from itself and effectively rendered themselves superfluous. Absent such a response again, the field will be left wide open for populists and far-right groups, who will lead the world – as they always have – to deeper division and more frequent conflict.
La ley bases, la caída de la inflación y el 'swap' con China: ¿cambian los aires para Milei?
Juan Lehmann
La aprobación del pilar legislativo fundamental arribó en la misma semana en la que se conoció el fuerte descenso inflacionario, alcanzando niveles que no se registraban desde 2022. Simultáneamente, el Gobierno consiguió la extensión del intercambio de monedas con Pekín. La euforia oficialista y su reflejo en la opinión pública.
En cuestión de días, el Gobierno de Javier Milei pasó de la agonía al éxtasis. La aprobación en el Senado de la tan ansiada ley bases oxigenó a una administración que acumulaba severos traspiés. La oficialización del drástico descenso en la inflación mensual completó la mejor semana del dispositivo libertario desde su llegada al poder.
El contraste resulta elocuente. Si el dispositivo oficialista aún acusaba golpes internos como la renuncia del jefe de Gabinete Nicolás Posse o la ola de denuncias en la justicia federal por el acopio de alimentos listos para ser distribuidos a comedores populares, la aprobación de la Carta Magna libertaria revitalizó una administración que había arribado a su primer semestre con fuertes falencias de gestión.
El 4,2% de inflación que registró abril —el valor más bajo desde 2022— copó la agenda gubernamental al ser celebrado como un "gol" por todos los voceros del armado mileísta. Si bien no alcanza para tapar la galopante recesión que ya licuó el 10% del poder adquisitivo de los salarios —y que comienza a impactar en el empleo, al calor del derrumbe de la industria y el comercio—, la noticia no hizo más que alimentar el relato libertario.
El capítulo internacional también fungió de trampolín narrativo. La —modesta— participación en la cumbre del Grupo de los 7 se concretó horas después de conocerse una de las noticias financieras del año: la extensión del swap —intercambio de monedas— con China, equivalente a 5.000 millones de dólares. Habiéndose tenido que retractar de las polémicas declaraciones sobre Xi Jinping, Milei aceptó lo impensable hace un tiempo: visitar Pekín en términos cordiales.
Un guiño análogo arribó desde Washington, cuando el Fondo Monetario Internacional oficializó el desembolso de 800 millones de dólares para Argentina. Si bien sus autoridades no hicieron comentarios al respecto, la noticia alimenta la expectativa de cara a un potencial nuevo acuerdo con Buenos Aires, tal como adelantó el ministro de Economía, Luis Caputo.
Vientos favorables
"Por primera vez desde su llegada al poder, el Gobierno logró concatenar un conjunto de buenas noticias en una misma semana. Creo que la aprobación de la ley bases fue una gran fuente de optimismo para un oficialismo que necesitaba buenas noticias", dijo a Sputnik el analista político Julio Burdman.
"Después de una semana plagada de incertidumbre, donde incluso los mercados exhibieron sus dudas respecto al plan del Gobierno, Milei logró responder con hechos concretos, como la caída en la inflación y la aprobación de la ley. Esto logra disipar los cuestionamientos, al menos parcialmente, remarcó el experto.
A pesar del fortalecimiento adquirido por la administración libertaria, el investigador precisó que "su relación con toda la política va a ser siempre tensa, porque su estrategia es muy básica y consiste en la confrontación. Van seis meses en la presidencia y hasta ahora no ha celebrado abiertamente el diálogo.
¿Fin de la 'luna de miel'?
El éxito parlamentario del Gobierno puede redundar, paradójicamente, en un perjuicio narrativo: si bien el resultado legislativo da cuenta de un triunfo político, atenta contra la idea de un presidente outsider cuyo programa económico es sucesivamente obstaculizado por la casta a la que pretender destruir.
Según Burdman, "la pregunta clave con Milei es cuándo será evaluado como presidente, sin las excepcionalidades de ser un outsider. Todavía es percibido como alguien extraño, ajeno a la gobernabilidad del país".
"Hay muchas especulaciones sobre si el Gobierno quiere contar con todas las herramientas, dado que eso supondría hacerse cargo de los resultados de la gestión sin poder culpar más a la casta política", sostuvo el politólogo.
De acuerdo con el razonamiento esbozado por el analista, la debilidad parlamentaria —reflejada en la explícita minoría en la cual se encuentra el oficialismo tanto en Diputados como en el Senado— podría resultar un activo en la construcción del relato libertario. "En cierto punto, el Gobierno estaba cómodo con la idea de no poder aprobar ninguna ley. Ahora empieza una nueva etapa donde ya no habrá excusas, y Milei deberá responsabilizarse de los resultados de su gestión", afirmó el experto.
"Milei está posicionándose ante los propios argentinos con una idea triunfalista de éxitos internos y reconocimiento internacional. Quiere instalar la idea de que Argentina va a volver a ser escuchada, aún cuando no necesariamente lo logre. De la perdurabilidad de esa narrativa depende en gran parte el éxito del Gobierno", apuntó Burdman.
British Manufacturing Shrugs off Brexit, For Now
By David Floyd | September 1, 2016 — 11:00 AM EDT
The Markit/CIPS UK manufacturing purchasing managers index (PMI), released Thursday morning, posted a record 5-point rise to 53.3 in August, following July's 41-month post-Brexit low. The index's long-run average is 51.5; readings above 50 indicate expansion, while readings below 50 signal contraction. The data suggest resilience on the part of British manufacturing, which makes up around 11% of GDP, after the UK voted to leave the European Union in June. Unfortunately, the celebration may be short-lived.
According to IHS Markit Ltd., the weaker pound is "by far the main factor" in the manufacturing sector's recovery. The currency closed down nearly 6% against the euro in the session following the surprise referendum result and slid further in the subsequent weeks. Cheaper sterling has made British exporters' wares more attractive in the U.S., Europe, China, Southeast Asia, the Middle East and Scandinavia.
The pound rose 1.1% against the euro following the data release Thursday morning. (See also, Why Doesn't Britain Use the Euro?)
"Companies reported that work that had been postponed during July had now been restarted, as manufacturers and their clients started to regain a sense of returning to business as usual," wrote Markit senior economist Rob Dobson.
The weaker pound has has also led to rising input costs, however, with nearly 44% of firms reported higher purchasing costs in August. (See also, Will the UK Slip into Recession Post-Brexit?)
Another concern is that many of the trade links that boosted British manufacturing this month will weaken when the country begins the process of formally withdrawing from the EU. Prime Minister Teresa May has said the government will not begin the process, detailed in Article 50 of the Lisbon Treaty, before the end of this year. Controversially, her cabinet said Wednesday that there would be no parliamentary vote on triggering the process.
Article 50 sets a two-year limit for negotiating the exiting country's relationship with the EU. Negotiating new trade deals with non-EU countries is supposed to wait until the completion of that process, though Britain might sidestep that prohibition. Those trade deals could in turn take years to be finalized, leaving British business in flux. Brexit advocates argue that the deals' terms can be negotiated ahead of time and take effect as soon as the UK leaves the EU.
Manufacturing slowed slightly in the eurozone, with Markit's PMI for the 19-nation bloc falling from 52.0 to 51.7 in August. The strength of the euro relative to the pound may have contributed to the result. Italy joined France in showing contraction in the manufacturing sector. (See also, European Banks: The Eurozone's Next Powder Keg?)
For now, Britain is in a sweet spot, with a newly cheap currency relative to its trading partners and all the trade deals it had before the referendum still in place. As Craig Erlam, senior market analyst at Oanda, points out, consumer spending also has yet to suffer. "It would appear that the early impact of Brexit is a win-win for U.K. manufacturers," he says, but cautions, "it's still very early in the process and much of the pain caused by Brexit will likely come later on."
La muerte de la cláusula MFN.
Oscar Ugarteche
Históricamente, existen dos principios básicos en el comercio internacional:
Nación más favorecida (MFN, por sus siglas en inglés): trato para las personas por igual.
El principio de trato nacional: El trato a extranjeros y locales por igual.
La cláusula MFN homogeniza tratos, y el trato nacional impide que algunos productores locales tengan un trato diferente a las extranjeros. De acuerdo con la OMC "En virtud de los acuerdos de la OMC, los países no pueden discriminar entre sus interlocutores comerciales. Sí se concede a un favor especial (tal como un tipo de derecho de aduana aplicable a alguno de sus productos), se tiene que hacer lo mismo con todos los demás miembros de la OMC "[1] Igualmente "bienes importados y producidos localmente deben ser tratados por igual -.al menos después de que las mercancías extranjeras han entrado en el mercado. Lo mismo debería aplicarse a los servicios nacionales y extranjeros, y para marcas registradas extranjeras y nacionales, derechos de autor y patentes”. [2]
Los bloques regionales en este marco son difíciles pero la OMC tiene "el artículo XXIV, que establece que la integración regional puede ser permitida como una excepción a la regla MFN sólo si se cumplen las siguientes condiciones. En primer lugar, los aranceles y otras barreras al comercio deben ser eliminados con respecto a lo esencial de los intercambios comerciales dentro de la región. En segundo lugar, los aranceles y otras barreras al comercio aplicadas a otros países no deben ser más altos o más restrictivo de lo que eran antes de la integración regional”. [3]
Estos principios han sido usados una y otra vez por los Estados Unidos para detener los bloques comerciales regionales y promover los principios de libre comercio con el espíritu de Ricardo y de Bretton Woods.
Los nuevos tiempos
Durante los últimos diez años un nuevo mecanismo ha sido desplegado por los Estados Unidos, donde la MFN no se aplica, esto es la Alianza del Pacífico. Los EE.UU. dan ciertos derechos a algunos países, bajo ciertas condiciones, al igual que el Toronto Imperial Agreement de 1932. También es el caso de la TPP y el TTIP.
Este es un cambio drástico de la política de comercio internacional de Estados Unidos y el primero de este tipo desde el Siglo XIX. Dijo Obama en su texto en el Washington Post sobre el tema "Como potencia del Pacífico, los Estados Unidos han llevado a desarrollar una Transpacífico de Asociación de alto nivel, un acuerdo comercial que pone a los trabajadores americanos primero y se asegura de que escribimos las reglas del camino para el comercio en el Siglo XXI. "..." el TPP reúne a 12 países que representan casi el 40 por ciento de la economía mundial para asegura que las empresas privadas tengan una oportunidad justa de competir contra las empresas estatales”. [4]
La nueva política para los 12 países miembros del TTP es que las reglas del juego serán diferentes que para el resto del mundo y que la cláusula MFN no funcionará. El sesgo es notorio hacia 12 países que mantienen "el 40% del PIB mundial." La evidencia a partir de 2015 utilizando dólares corrientes para el PIB mundial muestra que los 12 países que suman el 23,2% del PIB total mundial según el CIA Factbook, de los cuales 2/3 es Norteamérica. (Ver tabla)
TTP MEMBER COUNTRIES, GDP
Country rank
Country
Total GDP in USD
% World GDP
3
$17,950,000,000,000
13.5%
5
Japan
$4,830,000,000,000
3.6%
12
Mexico
$2,227,000,000,000
1.7%
16
Canada
$1,632,000,000,000
1.2%
19
Australia
$1,489,000,000,000
1.1%
29
Malaysia
$815,600,000,000
0.6%
36
Vietnam
$552,300,000,000
0.4%
42
Singapore
$471,900,000,000
0.4%
44
Chile
$422,400,000,000
0.3%
48
Peru
$389,100,000,000
0.3%
69
New Zealand
$168,200,000,000
0.1%
124
Brunei
$33,220,000,000
0.02%
TOTAL
World GDP
$133,380,321,290,000
23.23%
Por lo que el TPP tiene muy poco que ver con volúmenes de nuevos mercados y más con que previeneque China no tenga fácil acceso a estos mercados. Por encima de todo, se elimina la posibilidad de contar con reglas universales del juego en más unas reglas "hechas en casa" en lugar que las de OMC y, hecho a la medida para los intereses de las empresas privadas.
Hillary, Trump y la nueva normativa
Trump ha dicho que va a acabar con el TLC. Al ser un país excepcional, los EE.UU. pueden hacer lo que quiera en términos de reglas de juego internacionales porque no hay casos en los que traten de cumplir con los acuerdos internacionales. Trump ha dicho que va a eliminar el TLC. Esto implica que los EE.UU. van a escribir las reglas del juego, mientras que Obama ya las ha escrito. Así que, esencialmente entre demócratas y republicanos quieren que los EE.UU. escriban las nuevas reglas del juego. Ambos han enterrado la OMC y el multilateralismo como forma de mantener las relaciones internacionales y ahora más propensos desde un punto de vista geoestratégico unilateral del mundo que a uno multilateral.
Suponiendo Trump gana y que rechaza el TLC, las consecuencias serían a partir de entonces. Todos los acuerdos suscritos 1994-2016 permanecerán en su lugar y desde 2017 el mundo verá un nuevo mecanismo comercial unilateral a desarrollar. Esto va a terminar lo que queda del sistema multilateral de comercio y forzar nuevas alineaciones. Hillary tiene una posición similar, pero que cuenta con que Obama firme el TPP y el TTIP antes del cambio presidencial.
América Latina en este escenario ha cambiado a lo largo de este último año de la integración regional en la integración Panamericana y observará cada vez más países que entran en la Alianza de la puerta del Pacífico / TPP, una forma de panamericanismo +.
- Oscar Ugarteche, Instituto de Investigaciones Económicas UNAM, SNI/Conacyt. Coordinador del Observatorio Económico de América Latina, www.Obela.org. Ex presidente y miembro de ALAI.
[1] https://www.wto.org/english/thewto_e/whatis_e/tif_e/fact2_e.htm
[2] https://www.wto.org/english/thewto_e/whatis_e/tif_e/fact2_e.htm
[3] http://www.meti.go.jp/english/report/downloadfiles/gCT0212e.pdf
[4] President Obama: The TPP would let America, not China, lead the way on global trade.https://www.washingtonpost.com/opinions/president-obama-the-tpp-would-let-america-not-china-lead-the-way-on-global-trade/2016/05/02/680540e4-0fd0-11e6-93ae-50921721165d_story.html?utm_term=.721c7e7721e5
Oscar Ugarteche[1]
José Luis Cal[2]
El gobierno chino en 2009, empezó una campaña de internacionalización del Yuan que se materializó en el año 2015 cuando se inscribieron en Reuters de Londres y fueron admitidos como moneda de reserva en el FMI y como parte de la cesta monetaria. A partir del 2013 trabajan en un gran plan de inversiones para apoyar esta idea. Es la implementación de cuatro rutas, tres que conectan a China con Europa, y dos con Asia Central y Sudoriental, para de esta forma propiciar mayores flujos internacionales de comercio y capital. El pago por el desarrollo de la infraestructura de las mismas, en los distintos países a lo largo de las rutas, sirve para exportar el Yuan. Todas las rutas atraviesan en total más de 60 países. Las rutas se ven claramente en el siguiente mapa (Figura 1).
Figura I: Ruta de la seda.
Fuente: Beyond The Horizon. CITA
El Yuan es la sexta moneda más transada del mundo y con este proyecto se planea aumentar el comercio en 2.5 billones de dólares en Yuanes durante los próximos 10 años para subirle al tercer lugar.[i] (Ver cuadro)
Fuente: SWIFT
Los mecanismos de exportación de Yuanes serán el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII) y el Nuevo Banco de Desarrollo conocido comúnmente como “el banco de los BRICS” (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
El primer antecedente a la internacionalización del Yuan fue en el 2002 al comenzar a abrir su mercado financiero a extranjeros con la figura legal de Qualified Foreign Institutional Investors (QFII) seguido en 2007 con las primeras emisiones de los dim sum bonds, en Yuanes, que es una alternativa para los inversores que quieren comprar deuda emitida por empresas chinas y extranjeras en Hong Kong, ya que debido a los controles de capital chinos no era posible comprar deuda gubernamental. Posteriormente en 2014 y 2016 conectaron las bolsas de Shangai y Shenzen con Hong Kong respectivamente.
EE.UU. logró posicionar al dólar como moneda hegemónica sobre la libra esterlina, entonces la moneda de reserva por excelencia, primero dejando que los países europeos emitieran deuda en dólares en Nueva York para financiar la primera y segunda guerra mundial. Después presionando a Gran Bretaña para eliminar la zona esterlina como condición para la ayuda militar del final de la Segunda Guerra.
China tiene algunas señales negativas: el crecimiento económico viene en fase de desaceleración desde el 2011; las reservas internacionales vienen deteriorándose desde el 2014;y el valor de su moneda, ha venido depreciandose desde el 2015. La economía China que venía con crecimientos del PIB cercanos al 10% antes de 2011 contra 6.7% en el 2016; sus reservas fueron de 4,010 billlones de dólares a mediados de 2014, contra 3.017 billones de dólares en el 2016; y su tipo de cambio era estable a 6.15 Yuanes por dólar contra 6.95 en enero del 2017. Este parece ser el costo de internacionalizar su moneda en un ambiente occidental hostil y una economía mundial de muy bajo crecimiento.
Después del pico en el nivel de reservas a mediados de 2014, China ha utilizado 993,159.64 millones de dólares para evitar una mayor depreciación de su moneda la a inversa de la acusación estadounidense que manipulan el Yuan hacia abajo. El precio del Yuan como de otras monedas importantes se determina más por el mercado cambiario internacional, de Hong Kong, Londres y Singapur; y menos solo por el Banco de China y sus políticas cambiarias. Tras la apertura de la cuenta de capitales, el banco de China al igual que sus pares el Banco Central Europeo, y el de Japón, tienen que pelear por mantener sus tipos de cambios en niveles deseables frente a la política del FED.
Fuente SWIFT RMB Tracker, Feb 2017.
Por último los retos chinos para seguir posicionando al Yuan como moneda de reserva en el mundo siguen siendo fuertes debido a la tendencia a la depreciación de los dos recientes. El mega proyecto de la Ruta de la Seda promete ser un golpe sobre la mesa para lograr este objetivo. La salida de EE. UU. del TPP es muy positiva para China y le dará nueva entrada al comercio con estos países más allá de los incluidos en la Ruta de la Seda a través del Regional Comprehensive Economic Partnership, RCEP que promueve en su lugar.
[1] Investigador titular del Instituto de Investigaciones Económica de la UNAM, coordinador del Proyecto OBELA, miembro del SNI/CONACYT
[2] Facultad de Economía, Proyecto OBELA.
[i] Dongmin, L., Haihong, G., QiYuan, X., Yuanfang, L. and Shuang, S. (2017). The ‘Belt and Road’ Initiative and the London Market – the Next Steps in Renminbi Internationalization. Part 1: The View from Beijing. Londres: Chatham House. Visto en: https://www.chathamhouse.org/sites/files/chathamhouse/publications/research/2017-01-17-belt-road-renminbi-internationalization-liu-gao-xu-li-song.pdf, Último acceso: 14 de marzo 2017.
En este texto, Fabio Grobart Sunshine ofrece una retrospectiva sobre la fundación, desarrollo exitoso, estancamiento y el actualmente imprescindible renacimiento de la actividad de prospectiva científicotecnológica en la Revolución Cubana, de cara a la omnipresente estrategia de construcción socialista, el desarrollo sostenible y la sinergizante “necesidad y posibilidad” de integración latinoamericana y caribeña, en el dinámico contexto mundial. Se exponen aspectos científicos, metodológicos, organizativos, los problemas de creatividad, logros y obstáculos inherentes a toda obra humana revolucionaria, perfectibles a futuro.
La primera visita del presidente ruso, Vladímir Putin, a China después de su investidura es a la vez práctica y simbólica, ya que China es, con mucho, el socio comercial, aliado y vecino más importante de Rusia, declaró a Sputnik el analista de asuntos exteriores y exmarine estadounidense Brian Berletic, al comentar la visita de Putin a Pekín.
Brian Berletic explicó que China "está a punto de convertirse en la mayor economía del mundo" y tiene una de las mayores poblaciones del planeta, la mayor base industrial y comparte una frontera de varios miles de kilómetros con el país euroasiático.
"Los vastos recursos naturales de Rusia unidos a la inmensa base industrial de China y a la cooperación entre ambas naciones con amplios medios de innovación, representan por sí solos más que un rival para el poder económico colectivo de Occidente", añadió.
Berletic señaló que "una lista cada vez mayor de otras naciones que están bajo sanciones lideradas por EEUU han estado trabajando en mecanismos financieros, económicos y comerciales alternativos para eludir dichas sanciones y seguir construyendo tanto la autosuficiencia nacional y regional como la fortaleza económica".
"Estos esfuerzos alcanzaron finalmente una masa crítica, desplazando la dependencia del dólar estadounidense y permitiendo a Rusia, China y muchas otras naciones aislarse ahora del impacto de las sanciones occidentales. Debido a esto, ahora es más probable que las sanciones occidentales aíslen al propio Occidente, en lugar de a las naciones a las que van dirigidas", indicó.
La visita de Putin a China se realiza los días 16 y 17 de mayo y es su primer viaje al extranjero desde que fue reelegido y asumió oficialmente su quinto mandato presidencial. Este 16 de mayo se celebraron las negociaciones ruso-chinas en Pekín, protagonizadas por los presidentes de ambos Estados.
El inversionista en etapa inicial Gobi Partners está considerando oportunidades en Pakistán y el Sudeste Asiático, dado que hay espacio para una adopción más rápida de Internet y la banca móvil.
Es posible que un 'enfoque ligero' de la expansión ya no funcione, ya que los inversores enfrentan diferentes regulaciones en diferentes mercados.
Algunas firmas chinas de capital de riesgo están buscando oportunidades para ampliar sus operaciones en el sur y sudeste de Asia en medio de crecientes tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos, dijeron inversionistas en una exposición de negocios en Macao.
Gobi Partners está buscando oportunidades en Pakistán, dada la población joven del país, la creciente adopción de Internet y la banca móvil y los esfuerzos del gobierno para crear un entorno propicio para los inversores, según el cofundador y director general Thomas Tsao.
"Desde un punto de vista político, China y Pakistán están bastante cerca, y esa es una gran oportunidad de mercado", dijo Tsao el jueves en Beyond Expo, considerado el evento más grande de Asia sobre tendencias de innovación tecnológica. Algunas de las nuevas empresas respaldadas por Gobi Partners están exhibiendo sus productos y servicios en la exposición de Macao.
En el evento anual se reunieron unos 500 oradores y 800 expositores de industrias que incluyen la atención médica, la sostenibilidad y la tecnología de consumo. También se invitó a celebridades como la estrella del fútbol y empresario David Beckham y el cantante Jackson Wang a charlas junto a la chimenea.
El fabricante chino de baterías para automóviles eléctricos Contemporary Amperex, conocido como CATL, y el gobierno de Macao anunciaron un acuerdo para promover el desarrollo ecológico en las regiones de Guangdong y Hengqin. Aprovecharán la escala, el mercado, la tecnología y el talento de CATL para llevar a cabo esos esfuerzos.
Si bien las situaciones geopolíticas pueden alarmar a las empresas y a los inversionistas, Tsao señaló que, como inversionista en etapa inicial, Gobi Partners adopta un enfoque de “vaso medio lleno”, y agregó que la firma analiza las tendencias generales para comprender lo que está sucediendo en Asia.
Las empresas tecnológicas chinas, como el operador de plataformas de vídeos cortos Kuaishou, han estado mirando más allá de China para apoderarse de enormes mercados en Indonesia, Brasil y Oriente Medio. Super Hi International , una unidad extraterritorial de la cadena de restaurantes de estofados chinos Haidilao, espera que una cotización en Estados Unidos ayude a impulsar su presencia internacional.
Las empresas chinas están ansiosas por ampliar su presencia en los mercados extraterritoriales y replicar sus modelos de negocios allí, según Ian Goh, socio fundador de 01VC, una firma de capital de riesgo en etapa inicial con sede en Shanghai.
Un enfoque de "toque ligero" para la expansión, mediante el cual el talento de China se exporta a otros mercados para poner en marcha una nueva configuración, puede que ya no funcione en el complejo entorno empresarial y político actual, añadió.
"Estamos buscando llevar toda la cadena de suministro de China a nuestro mercado global", dijo Goh en la exposición. "Tuvimos que repensar esa estrategia", ya que las empresas tendrán que negociar regulaciones diferentes y más estrictas en cada mercado, añadió.
Traducido por OBELA*
El TLCAN representó la integración de mercados entre socios asimétricos. Actualmente, frente una economía como la de EEUU, con un PIB per cápita de US$59,531 para 2017, están Canadá con uno de US$45,032 y México de US$8,902.1 Comparativamente, son más simétricos Canadá y EEUU, que México. Los salarios medios mensuales de EEUU, Canadá y México fueron, en el 2016, de US$3,016, US$2,494 y US$496 respectivamente.2 Con relación a México, el salario medio es seis veces más alto en EEUU, y cinco veces más en Canadá.
La gran asimetría está entre las economías anglófonas y México. El objetivo del TLCAN era producir un mercado más grande para los bienes producidos en EEUU y un mercado de mano de obra de menores costos, sobre todo en el lado mexicano. Esto se observa no sólo en el salario medio sino el salario mínimo no calificado, que para EEUU es de US$7.25 dólares la hora, para Canadá de US$8.43 y para México de US$0.48. Una interrogante es: ¿cómo, con un productividad media cinco veces mayor en EEUU que en México, el salario mínimo americano puede ser 15 veces mayor y el canadiense 17.5 veces mayor?
En México, las consecuencias del TLCAN fueron una desindustrialización que optó por las maquiladoras como contribución industrial al comercio interregional, con efectos sobre el empleo precario, sin beneficios sociales y bajos salarios. Esto afectó negativamente las recaudaciones del Instituto México del Seguro Social en proporción del PIB y disminuyó la participación de los salarios en el PIB de 32.5% a 28.6% entre 1994 y 2013. Con el TLCAN se frustraron numerosos proyectos industriales y nuevos proyectos petroquímicos; se transformaron empresas manufactureras en importadoras (como la empresa San Isidro de vajillas y Cristal Luxus); se desmanteló PEMEX y se desmontaron todas sus partes industriales, incluida la refinación. Los coeficientes de importaciones en la matriz de insumo producto de 1980 y 2013 mostraron un crecimiento de hasta 500%, mientras que en las exportaciones desaparecieron industrias, se destruyeron cadenas de valor y parte de la producción agrícola existente, que fue reemplazada por importaciones de alimentos básicos como trigo y carne de cerdo.
En Canadá, dado que desde 1987 tenía libre comercio con EEUU, no se modificó gran parte de su estructura industrial, sino que se afirmó su industria automotriz y se especializó en la exportación de materias primas y recursos naturales hacia EEUU. Tanto en México como en Canadá, se conformaron aparatos productivos encadenados y eslabonados a la industria de EEUU, como lo ha mostrado Aroche con la matriz insumo producto de América del Norte, publicada en abril del 2012 en la revista Geografía, Datos y Espacio (Vol. 3- No. 1, pp. 70- 90).
Para EEUU, la firma del TLCAN no logró revertir su pérdida de productividad (Ver gráfico), ni mejoraron la posición salarial y la pérdida de los empleos manufactureros y poco calificados. Igualmente, la contribución salarial al PIB descendió de 45% a 42%, según el Federal Reserve Bank de St Louis, entre 1994 y 2017. Las exportaciones tampoco incrementaron su peso en la economía de EEUU de forma importante. Esa es la causa de los déficits. Consumen mucho importado y exportan poco.
Las negociaciones del TLCAN continúan con Canadá, sobre la base de los acuerdos con México. Pero el resultado en ningún caso cambiaría el serio problema de productividad estadounidense, ni resolvería el problema de los salarios americanos que, por excesivos, generan un consumo que la economía no puede suplir. Frente al actual escenario, el TLCAN estará vigente hasta abril del 2019, y después Norte América comerciará a partir de acuerdos bilaterales. Faltará que México y Canadá firmen uno.
La principal rama industrial afectada será la que, paradójicamente, motivó la renegociación del TLCAN: la automotriz. El tentativo acuerdo bilateral de Libre Comercio EEUU-México acordó una elevación la composición regional mínima de 62.5% a 75% en un periodo de cuatro años. El cual rebasa por más del 30% a la actual composición de la producción. Además, esta medida implicará, para el mercado sudamericano, asiático y europeo de autopartes una alta barrera para la exportación de sus productos y un encarecimiento de los automóviles finalmente vendidos en EEUU. O quizás, sea la posibilidad para que la industria automotriz vire su mercado de destino e ignore estas reglas dejando de exportar primariamente hacia EEUU.
EEUU pondrá fin a las políticas multilateralistas o plurilateralistas de comercio y sostendrá únicamente relaciones unilaterales. Ellos ponen todas las condiciones y no respetan los acuerdos de la OMC (véase: http://www.obela.org/analisis/abandono-eeuu-la-politica-comercial-internacional). Ponen a EEUU primero, sobre todos, (uber alles). El fortalecimiento del bilateralismo posiblemente acabe en el retiro de EEUU de la OMC y el abandono de las reglas que obligan al resto del mundo.
1 Fuente Banco Mundial, https://data.worldbank.org
2 Fuente https://www.numbeo.com/cost-of-living/prices_by_country.jsp?displayCurrency=USD&itemId=105 visto 14/09/2018
Las proclamas de Donald Trump en favor de imponer aranceles a las importaciones se ciernen como una amenaza sobre la economía latinoamericana. En 2015, la región vendió 400.000 millones de dólares (casi un 8% de su PIB) en materias y productos a su gran vecino del Norte, con el que además mantiene superávit comercial. El efecto de medidas anunciadas por el presidente ha suscitado los temores de los países más próximos y más dependientes del intercambio comercial con EE UU, como ocurre en México ante la imposición de aranceles a los automóviles, pero también inquietan a economías más alejadas y menos exportadoras a Estados Unidos; es el caso de Argentina, que ya ha sufrido el veto a la venta de limones. Otros países, en cambio, pueden presumir de una exposición menor a los arrebatos neoproteccionistas de la nueva Administración estadounidense, que también ha puesto en cuestión los acuerdos de libre comercio.
Así afectarían las medidas a los sectores y productos de las economías de Latinoamérica:
MéxicoSi un país debe temer el giro proteccionista que ha anunciado Donald Trump, ese es México. Más de la cuarta parte de su PIB depende directamente de la venta de productos al país norteño y el grueso de ellas se concentra en dos sectores que están en el punto de mira del nuevo presidente de la primera potencia mundial: la manufactura de aparatos electrónicos y otro tipo de maquinaria (casi el 40% total) y la de vehículos (el 25%). En el lado contrario, la parte más resiliente de sus ventas a EE UU serían las materias primas, fundamentalmente petróleo (9%) y oro (1%).
Sin embargo, México se guarda varias balas en la recámara si la Administración Trump opta finalmente por imponer un arancel del 20% sobre las manufacturas mexicanas, tal y como ha sugerido en las últimas semanas. La Organización Mundial del Comercio (OMC) impediría de plano un gravamen de esa cuantía. Incluso con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hecho trizas, el arancel máximo que podría imponer EE UU sobre la media de los productos mexicanos —varía en función de cada categoría— sería del 3,5%. Además, las cuantiosas inversiones de grandes empresas estadounidenses en su territorio y la elevada integración de México en las cadenas de valor de su vecino del norte juegan claramente a su favor.
El impacto de las medidas proteccionistas estadounidenses, en todo caso, no sería uniforme en suelo mexicano. Los Estados más impactados serían, por mucho, los del Norte: Chihuahua, Baja California, Tamaulipas y Coahuila, todos ellos muy dependientes de la venta de productos a EE UU. En el lado contrario, Quintana Roo, Baja California Sur, Colima y Ciudad de México apenas verían tambalearse su PIB directamente. Sin embargo, sí sufrirían indirectamente los efectos de la ralentización económica del conjunto del país.
Aunque casi cuatro de cada diez quetzales que obtiene por la vía exportadora proceden de EE UU, su dependencia en términos de PIB (algo más del 6%) es inferior a las de El Salvador, Honduras, Nicaragua y, por supuesto, México. El grueso de sus ventas a la primera potencia mundial se concentra en productos alimenticios —bananas (16%), café (7,7%) y melones (4,2%)—, pero materias primas como metales preciosos de toda índole (8,3%), oro (8,4%), petróleo (5,1%) y azúcar (3,1%) tienen amplia presencia en la cesta exportadora guatemalteca hacia la primera potencia mundial. También los textiles de todo tipo, que suman casi el 20% del total. Los vínculos comerciales entre ambos países se rigen, desde hace 11 años, por el tratado de libre comercio CAFTA.
Con prácticamente la cuarta parte de su PIB (23%) dependiente de las ventas a Washington, Tegucigalpa tiene razones para temer el giro en la política comercial estadounidense. La mejor noticia hasta la fecha es, quizá, que nadie en la Administración Trump ha abogado públicamente por la renegociación del tratado que simplifica la llegada de productos hondureños a EE UU. Más allá de ese factor, emergen las dudas: la mitad de sus ventas a EE UU son textiles —susceptibles de ser afectadas por un crecimiento de las restricciones comerciales— y cualquier medida proteccionista sobre México, como la ruptura o renegociación del TLCAN, le pasaría factura por la vía indirecta: casi el 6% de sus exportaciones acaban en el principal líder regional.
Estados Unidos copa el 45% de las ventas exteriores salvadoreñas, pero estas apenas suponen el 10% de su PIB, una cifra muy inferior a la de sus pares regionales. Sin embargo, los riesgos para el país centroamericano tienen más que ver con la distribución sectorial de las exportaciones a la primera potencia mundial: más del 60% son textiles, un nicho susceptible de verse afectado por las restricciones a las importaciones que promete Donald Trump. Sin embargo, la escasa atención que el nuevo presidente de EE UU ha dedicado al resto del mundo —sus diatribas han tenido a México y China como objetivos prioritarios— juega a su favor. Hasta ahora, la Administración Trump no ha prometido ningún cambio en el CAFTA, el tratado comercial que permite a El Salvador y otros países de la región vender sus productos en EE UU.
El país centroamericano es, junto con México, el más vulnerable al giro anunciado en la política comercial estadounidense. Pese a su compleja situación política, su economía lleva dos años creciendo a tasas del 5%, la envidia para prácticamente cualquier país de la región. Pero la llegada de Trump a la Casa Blanca supone un riesgo de entidad para el Gobierno de Managua: su PIB depende en más de un 25% de las ventas de productos a Estados Unidos. Dentro del capítulo exportador destaca el sector textil —que supone prácticamente la mitad de sus exportaciones al país norteamericano—, seguido por la carne de bovino (8,8%), el café (7,8%) y el oro (7%). De esas categorías de productos, la más afectada por un crecimiento del proteccionismo estadounidense sería la manufactura textil, donde los aranceles tienen mayor impacto.
Con una dependencia de las exportaciones a EE UU superior al 8% de su PIB, el país tico sería, tras México, Nicaragua y sus vecinos del triángulo del Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador), el más afectado por el giro proteccionista estadounidense. El grueso de las exportaciones se corresponde, sin embargo, con alimentos como frutas tropicales (19%), bananas (17%) o café (6,8%), una categoría menos golpeada que las manufacturas por las medidas proteccionistas que se vislumbran con la llegada de Trump a la presidencia de EE UU. Costa Rica es miembro del CAFTA, el tratado de libre comercio entre EE UU y los países centroamericanos al que, por el momento, Trump no se ha referido ni en su campaña ni en sus primeros días de presidencia.
El país centroamericano es una rara avis regional. Muy intensivo en el sector servicios, la venta de productos a EE UU aporta menos de un punto porcentual a su PIB. Dentro de ese pequeño nicho, destacan los productos del mar (pescado fresco y crustáceos), que suponen prácticamente la mitad de las ventas a la primera potencia mundial. El resto es, en su mayoría, materias primas como el oro o el azúcar en bruto, lo que le convierte en uno de los países de Iberoamérica que menos daño sufriría en caso de un cerrojazo comercial estadounidense. EE UU es solo el cuarto máximo importador de productos del istmo, a mucha distancia de países como Ecuador, Guatemala o Corea del Sur.
El país caribeño es una de las economías más cerradas del planeta, con un nivel de exportaciones sobre PIB solo ligeramente superior al 7%. Además, el embargo (o bloqueo, como se le denomina en la isla) impuesto por Washington en la década de los sesenta —la primera exportación con destino a EE UU en casi 60 años fue hace tres semanas— inmuniza a Cuba frente al nuevo paradigma comercial estadounidense. El único impacto podría venir por la vía indirecta: su primer socio comercial es China, a su vez uno de los máximos enemigos de la Administración Trump.
El país caribeño es uno de los Estados latinoamericanos que más diversificadas tiene sus exportaciones a EE UU por grupos de productos. Los instrumentos ópticos y médicos suponen el 18% de las ventas totales a la primera potencia mundial, seguidos del tabaco (11%), los equipos de protección contra variaciones de voltaje (8,6%), las camisetas (5,6%), las zapatillas de piel (5,2%) y la joyería (4,9%). Las ventas a EE UU suponen menos del 7% del PIB, lo que le encuadra en el grupo de países de dependencia media. Las relaciones comerciales entre ambos países se rigen por el tratado de libre comercio con América Central: el CAFTA.
En el caso de Venezuela, las exportaciones suponen el 4% del PIB de su maltrecha economía. El petróleo, con un 85% en 2014 (una cifra que fue del 89% en 2010), es el principal y casi único intercambio con Estados Unidos, pero los cambios en el precio del crudo han hecho variar los ingresos. En 2009 se recibieron 26.500 millones de dólares en ese concepto, que subieron hasta 40.000 en 2011 y bajaron hasta 28.200 en 2014. A gran distancia, la segunda materia más exportada son los químicos (496 millones de dólares en 2014). Venezuela importa electrónica (sobre todo telefonía)
Al igual que en la vecina Venezuela, el crudo desempeña un papel importante en la relación de EE UU con Colombia: en 2014, suponía el 52% de las exportaciones, justo antes de que el precio del oro negro se desplomara. El pasado año, el país dejó de percibir entre 15 y 20 miles de millones de pesos por ese motivo.
El otro oro, el metal precioso, es la segunda materia prima en la canasta exportadora y supuso el 7,5% de las ventas en 2014. El auge de la minería ilegal, dominada por el narco y los grupos herederos del paramilitarismo, ha reorientado el negocio de la droga a este preciado metal. Según el último Informe Mundial de Drogas de la ONU, los cárteles colombianos obtienen cada año entre 941 y 1.411 millones de euros por las exportaciones de cocaína y heroína. Solo la mitad que sus ingresos por el oro ilegal: entre 1.787 y 2.446 millones.
El país andino que más depende de las exportaciones con Estados Unidos es Ecuador. Al vecino del Norte llegó un 41% de todo lo exportado en 2014. El 67% del intercambio tiene que ver con el petróleo, aunque destaca el 7,7% de crustáceos y un casi 4% de plátanos. El oro también sale en grandes cantidades del país suramericano y aporta 808 millones de dólares en ingresos.
La decisión de Trump también ha golpeado al otro país sudamericano, junto a Chile, que integra el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP). Perú verá complicadas las relaciones con su segundo mayor cliente después de China. En 2014, su cuenta con Estados Unidos alcanzó los 6.300 millones de dólares, el 16,15% de los 39.000 millones que sumaron en 2014 sus ventas al exterior. La cuarta parte de las exportaciones peruanas a Estados Unidos corresponde a crudo o refinados de petróleo.
A diferencia de otros países del área andina, el país que no depende tanto de las exportaciones con el gran socio americano es Bolivia (3% del PIB), uno de los Estados que más ha crecido en los últimos años, desde la llegada de Evo Morales al poder. El 66% del intercambio tiene que ver con el oro, a lo que se suman los productos de joyería, plata y los desechos de metales preciosos, pero también el estaño en bruto, casi un 10% de todo lo exportado.
Chile exportó en 2014 productos por 77.000 millones de dólares, de los cuales 9.340 millones fueron a parar a Estados Unidos, el 12,12% del total. Estados Unidos es el segundo mayor comprador de exportaciones chilenas después de China, lo que hace suponer que una eventual reducción de las ventas no pasará desapercibida en el país suramericano, sobre todo porque en 2014 el 24% de las ventas a Washington fueron de cobre refinado, principal fuente de divisas para Chile, además de pescado (15%) y uvas (15%).
Las relaciones comerciales entre Chile y Estados Unidos se rigen bajo el paraguas de un Tratado de Libre Comercio (TLC) vigente desde el 1 de enero de 2004. Pero el canciller chileno, Heraldo Muñoz, ya advirtió en noviembre pasado, apenas confirmado el triunfo electoral de Trump, que está en las facultades del republicano "derogar unilateralmente acuerdos de libre comercio, incluso el de Chile".
Aunque Trump no se ha referido al TLC con Chile, ya ha dado un paso concreto en el deterioro de las relaciones comerciales con ese país cuando cumplió su promesa de retirar a Estados Unidos del TTP, un acuerdo con once países de la cuenca del Pacífico promovido por Barack Obama, del que también forma parte Perú.
El Gobierno argentino insiste en que su país está muy protegido de una posible ola proteccionista de Trump. Después de 13 años de kirchnerismo, muy enfrentado a EEUU, la relación comercial entre ambos países se ha reducido mucho. Las exportaciones a Estados Unidos no son tan claves para Argentina como para México. Aún así, algunos productores están inquietos. Nada más llegar al poder, Trump ha bloqueado la importación de limones argentinos que Obama había autorizado. Es solo un gesto, y no es clave, porque los limones argentinos llevaban 15 años sin poder entrar en EEUU, pero supone un aviso de lo que puede venir.
Las exportaciones de Argentina a EEUU solo suponen el 0,6% del PIB del país austral, frente a un 25% de México. Aún así, EEUU no deja de ser un mercado importante. Es el tercer destino de las exportaciones argentinas, después de Brasil y China (adonde va buena parte de la soja, que es producto estrella nacional). Pero Argentina no supone una amenaza comercial para Trump, porque el país austral importa más de lo que exporta a la gran potencia: las exportaciones a EEUU suponen un 6% del total, mientras las importaciones llegan al 14%.
En 2014 Argentina exportó por valor de 69.000 millones de dólares, pero de ellos solo 4.100 fueron a EEUU. Buena parte de esas exportaciones, la mitad, es petróleo que después se refina en este país y acaba de nuevo en Argentina (supone el 23% de las importaciones), un país que tiene unos graves problemas de suministro energético pese a tener un gran potencial petrolero y gasístico.
Una realidad bien distinta enfrenta Uruguay. Sus exportaciones sumaron 9.200 millones de dólares en 2014, pero sólo 466 millones correspondieron a ventas destinadas a Estados Unidos (5% del total), pese a ser su tercer principal cliente después de Brasil y China. Más del 50% de los envíos correspondieron a carne vacuna o derivados.
El impacto de un posible mayor proteccionismo en Washington también será apenas perceptible en Paraguay. Estados Unidos no figura entre sus cinco principales clientes (un listado que lideran Brasil, Rusia y Chile), con compras por 209 millones de dólares. La cifra representa solo el 2,7% de los 7.700 millones de dólares que Paraguay recibió de ingresos por sus ventas al exterior en 2014. El 28% de las exportaciones paraguayas a Estados Unidos corresponden a azúcar en bruto, el 22% a granos de soja y el 3% a otras oleaginosas.
Para la primera potencia latinoamericana, su homóloga del Norte es un miembro destacado de su variada cartera de clientes, pero no el que más: en 2014 le vendió petróleo crudo por valor de 3.850 millones de dólares, materiales aeronáuticos valorados en casi 2.000 millones y productos derivados del metal por 1.500 millones. En total, hicieron negocios por valor de 30.000 millones de dólares, un porcentaje pequeño de los casi 200.000 millones que facturó Brasil, pero aun así, Estados Unidos volvió a ser su segundo socio comercial más importante. Solo China le superaba.
Aquel fue el último año en el que ambos países se encontraron a la vez en una situación estable. Desde entonces, la economía brasileña ha venido encogiéndose a un ritmo a veces preocupante (entra ahora en su tercer año de la recesión más grave en 30 años) y Estados Unidos se ha convertido en un cliente impredecible en manos de Donald Trump. El volumen y los productos exportados se ha mantenido relativamente idéntico (32.000 millones en 2015) hasta ahora, cuando esos dólares significan más que antes para el PIB brasileño, pero nadie se atreve a afirmar a que siga así en el futuro.
Sin embargo, eso no quiere decir que la industria esté necesariamente preocupada: para unos, porque es probable que la Casa Blanca no llegue a desconfiar de su socio comercial número 12; para otros, porque ven factible vender a China todo lo que Estados Unidos ya no quiera. Cambiar una tradición americana más está, también esta vez, en manos de la Casa Blanca.
Con información de José Manuel Abad Liñán (Madrid), Ignacio Fariza (Ciudad de México), Tom C. Avendaño (São Paulo), Javier Lafuente y Ana Marcos (Bogotá), y Carlos E. Cué y Federico Rivas Molina (Buenos Aires). Gráficos de David Alameda.
Latin America's trade with the Indo-Pacific region has become more dynamic in the last decade. It occurred by the emergence of China as an economic power and by the efforts of Latin American integration mechanisms. During this period, LAC exports to the European Union decreased, and those to the United States slowed down. For Latin American and Caribbean countries, the shift from the centre of the world economy to the Pacific basin means the opportunity to decrease their historical dependence on the West and the North Atlantic.
Regionalism in the Indo-Pacific is limited to commercial interests. China is leading in this process with its Belt and Road Initiative. A significant element of this is the creation of the Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP); with 30 per cent of the world's GDP, the RCEP countries represent an alternative for Latin America.
In its various forms, Latin American regionalism has become a way to connect with other regions. The Pacific Alliance (PA), made up of Chile, Colombia, Mexico and Peru, is committed to free trade in the neoliberal logic; therefore, its external links are in those terms. As for its relationship with Asia-Pacific, this mechanism has a cooperation agreement with the Association of Southeast Asian Nations (ASEAN) and a Free Trade Agreement with Singapore.
The Community of Latin American and Caribbean States (CELAC) is mainly a space for political coordination; however, in terms of economic cooperation, the CELAC-China Forum stands out. The forum discussed not using the dollar for trade transactions. CELAC has had rapprochements with India, Japan and ASEAN, but the relationship is still not very significant.
Central America and the Caribbean have few links with Asia-Pacific. In the Central American Integration System (SICA), South Korea, India, Japan, and Taiwan are development partners. Some countries in this sub-region still recognize Taiwan as an independent state. As a result, the relationship with Beijing had not been close; however, this has changed due to Central America's interest in attracting infrastructure and technology funding from the People's Republic of China.
South America is the bastion of Chinese trade and investment; it is also the sub-region most economically connected to Asia-Pacific. MERCOSUR has a Preferential Trade Agreement with India; Peru and Chile are part of the PA and the Trans-Pacific Partnership (TPP11). Brazil, the region's largest economy, is part of the BRICS Group, which implies close trade links with China, India and Russia.
The leading destination for Latin American exports is Asia-Pacific. This trend has existed in the last decade (2011-2020) in five of the six most significant Latin American economies (Argentina, Brazil, Chile, Colombia, and Peru). Unlike its South American peers, Mexico's largest trading partner is still the United States.
Exports from South America's five largest economies to RCEP countries far exceed those to the United States and the European Union. Between 2011 and 2019, exports to RCEP countries grew by 24% for Argentina, 28% for Brazil, 90% for Colombia, 60% for Peru and 2% for Chile. In the same period, exports to the United States decreased by 2% for Brazil, 6% for Peru and 38% for Colombia; Argentina and Chile recorded growth (8% and 14%, respectively).
The case of Mexico is slightly different from that of South America. The United States is its leading trading partner; the second is the RCEP bloc. Exports to Asia-Pacific have surpassed trade with the European Union. Mexican exports have increased, between 2011 and 2019, by 61% to the RCEP, 36% to the US and 34% to the EU.
The United States undermines Trans-Pacific multilateralism in a reluctant attempt to retain its hegemony. The QUAD Group (Australia, Japan, India, and the US) is another project aligned with US geopolitical interests. The Indo-Pacific Prosperity Economic Framework (IPEF) is Joe Biden's initiative to regain regional influence. The IPEF seeks to compete with the RCEP; however, Southeast Asian countries find better economic and trade opportunities with China. Washington's interest in the Indo-Pacific is to contain China, not business or integration.
While China is beginning to lead on the side of economic persuasion, the US opts for political and military coercion. The North-West Atlantic axis is locked in an anachronistic narrative; at the same time, Asia-Pacific is betting on economic pragmatism. For Latin America, this scenario is favourable for the diversification of its exports, attracting investment in infrastructure, technology and sources of financing from Beijing.
SANTIAGO, Jan. 22 (Xinhua) -- Latin American and Caribbean (LAC) countries remain committed to further cooperation with China, and will play a bigger role in the China-proposed Belt and Road Initiative, LAC officials said during their meetings with Chinese Foreign Minister Wang Yi here Monday.
During his meeting with Mexican Foreign Secretary Luis Videgaray, Wang said Chinese President Xi Jinping had met Mexican President Enrique Pena Nieto at the Dialogue of Emerging Market and Developing Countries in Xiamen, China, last September, reaching important consensus and promoting bilateral cooperation.
This indicated the strategic importance and high level of China-Mexico relations, Wang said.
Noting that Mexico was a crucial junction on the ancient maritime Silk Road, Wang thanked the Latin American country for supporting the Belt and Road Initiative, and said China would like to deepen the bilateral practical cooperation.
He also said China is willing to strengthen its strategic communication and coordination with Mexico and hopes stable China-Mexico relations will promote peace and development in the region and around the world.
Videgaray said with the global community facing uncertainty, the two countries should maintain coordination and cooperation on multilateral issues and join hands to mitigate climate change impacts.
He said Mexico was thankful to China for bringing the Belt and Road Initiative into the China-CELAC (Community of Latin American and Caribbean States) Forum and was willing to play a bigger part in the realization of the initiative.
While meeting his Peruvian counterpart Cayetana Aljovin, Wang said China is willing to help Peru enhance its infrastructure-building capability, deepen bilateral production capacity cooperation, and explore new cooperation opportunities in areas like innovation and communication.
Aljovin said China, Peru's largest trading partner, has made important contributions to the long-time socio-economic development of Peru. Peru supports the Belt and Road Initiative, and is willing to partner in it to further bilateral practical cooperation.
Wang also met with chiefs of regional organizations and institutions such as the United Nations Economic Commission for Latin America and the Caribbean, the Inter-American Development Bank, the Development Bank of Latin America, and the Caribbean Development Bank.
China appreciates regional organizations' support for the Belt and Road Initiative, Wang said. Their participation could be an opportunity to deepen cooperation in finance and infrastructure, promote development and industrialization of Latin America, and create new potentials, space and impetus for cooperation.
The chiefs said they support the initiative and look forward to realizing diversified trade between China and Latin America and new impetus in the development of China-Latin American relations under the initiative's framework.
Wang told Cuban Foreign Minister Bruno Rodriguez that China has always supported Cuba's following a development path in line with its national conditions and appreciates Cuba's contribution to the establishment of the China-CELAC Forum and its outcomes.
He hoped Cuba will continue its important role in promoting cooperation between China and LAC.
Rodriguez said Cuba values China's important role in maintaining global peace and stability and promoting global economic development and South-South cooperation. Cuba is willing to deepen bilateral relations and strengthen coordination in global affairs, he said.
POR UN ACUERDO ECONOMICO COMERCIAL INTEGRAL LATINOAMERICANO
Por Carlos Chacho Alvarez (*)
Es evidente que el escenario internacional está sufriendo transformaciones que obligan a las regiones y a los países a repensar y ajustar sus estrategias en casi todos los campos.
La pregunta consiguiente para nosotros sería: ¿está Latinoamérica preparada o tiene la suficiente identidad para generar una acción de conjunto, frente a una coyuntura que por lo menos podemos definir como desafiante?
La misma pregunta se podría formular de otro modo: ¿puede Latinoamérica a pesar de su heterogeneidad, asimetrías y complejidades, desarrollar una iniciativa como comunidad política, de valores e intereses compartidos?
La respuesta nos remite, a la necesidad de poner en valor y dinamizar una construcción política-institucional, que acumula muchísimos años y que si bien ha atravesado ciclos de avances y retrocesos, de ilusión y desencanto, mantiene capacidades muy útiles para colaborar con una propuesta que ayude a darle visibilidad, cohesión y presencia a América Latina, tanto en el plano interno como región, como en el internacional, como actor global.
La ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración) podría jugar un importante rol para viabilizar una alternativa válida y eficaz como es la profundización de la integración regional.
En este camino, sería necesario comenzar a diseñar un Acuerdo Económico Comercial Integral; es decir un tratado de nueva generación que ayude a fortalecer el mercado ampliado, permita aumentar el comercio intrarregional, potencie las complementariedades productivas y sectoriales e incorpore todos los avances que se han llevado adelante en los organismos subregionales (MERCOSUR – Alianza del Pacífico, ALBA, Comunidad Andina, SICA, etc.) en términos políticos, económicos, comerciales, sociales y culturales.
Un Acuerdo Latinoamericano de este tipo nos ayudaría a disminuir nuestras vulnerabilidades como región, promover un mayor nivel de inversiones, asociar empresas, mejorar la competitividad de los países, ganar más autonomía relativa y posicionarnos mejor en el marco de las negociaciones multilaterales.
Se trata de avanzar en dos grandes objetivos que recorren la trayectoria de la región. El primero, que viene desde los años 60 del siglo pasado, es la necesidad de construir un entramado más fuerte en lo económico, comercial y productivo que incorpore valor a nuestras producciones y nos permita achicar la brecha que nos separa con el mundo desarrollado. Es decir, conformar un mercado latinoamericano que refuerce y complemente las enormes potencialidades de la región que aisladas en cada país ya se demostraron históricamente insuficientes para garantizar un desarrollo sostenible y sustentable en el tiempo, tanto a la región como en cada uno de los países.
El segundo objetivo es dotar a América Latina de un mayor protagonismo político global, lo que significa que alguna vez Latinoamérica pueda hablar con una sola voz. Este propósito solo puede alcanzarse desde una voluntad política compartida, paciencia estratégica, construcción de confianzas, pragmatismo, flexibilidad y decisión de que solo desde la diversidad, el respeto y el pluralismo se puede ir articulando una mirada común sobre los grandes temas de la agenda global.
Estamos convencidos que si no emerge, por parte de algunos países, una decisión política en la dirección apuntada, América Latina seguirá siendo una región solo para las estadísticas, la geografía, los diagnósticos y estudios generalistas o las retóricas emancipatorias sobre el pasado pero seguiremos muy lejos de parecernos a una comunidad que no solo comparte la historia sino el presente y más aún el amenazante devenir.
(*) Secretario General de la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración)
Of the ten fastest growing economies since 1960, eight are in East Asia. Two main competing explanations claimed to explain this regional concentration of catch up growth since the late 20th century, often referred to as the East Asian miracle.
The dominant ‘neo-liberal' Washington Consensus, sought to establish minimalist ‘night-watchman' state, attributed this exceptional regional performance to macroeconomic stability, public goods provision, and openness to trade and investment.
Meanwhile, more heterodox economists focused on the need for states to adopt pragmatic, experimental ‘trial and error', selective approaches to overcome market and coordination failures in order to accelerate growth, especially through industrialization.
In this view, the developmental states of Northeast Asia used their ‘embedded autonomy' viz a viz the private sector to accelerate technological catch-up and achieve rapid growth. But what then is to be learnt from the more modest and mixed progress in Southeast Asia?
Southeast Asia and the ‘Rest'
The conventional wisdom about Southeast Asia, particularly Malaysia, Indonesia and Thailand (MIT), is that states there lacked the strength, autonomy and embeddedness viz a viz the private sector to successfully adopt Northeast Asian development strategies.
Selective interventions in MIT were said to be subject to too much rent-seeking and corruption, which were widely believed to have slowed growth elsewhere. But this view does not quite fit the facts, i.e., sustained rapid growth in MIT.
Michael Rock's Dictators, Democrats and Development in Southeast Asia shows how weaker and less autonomous states in MIT, subject to corruption and rent-seeking, successfully achieved rapid growth by pursuing unorthodox interventionist policies.
MIT undoubtedly looks much more like the Rest than Northeast Asia. They are resource rich, but have avoided the ‘resource curse'. They have high levels of ethnic heterogeneity, but have avoided related growth tragedies.
Like the Rest, they have poorer governance—weaker and less competent states, with less autonomy from the private sector, more corruption and rent-seeking. Yet, they have avoided the growth slowdowns and lost decades experienced by many of the Rest.
Nation building first?
So, how did MIT succeed while the Rest did not? Economic take-offs in MIT were preceded by rentier capitalist political elites gaining state control and pragmatically implementing industrial development strategies.
The successes were certainly not primarily about free trade, laissez faire, or being FDI friendly and export-oriented. They were also not easy, took time, and encountered political resistance, instability and violence.
Development did not emerge on the political agenda until elites needed to protect their conservative ‘nation-building' projects. To consolidate power, they recognized that development and growth were in their long-term political interest.
The inability of political elites to successfully complete their nation-building projects is therefore crucial to understanding ‘failed states'. Such conservative nation-building projects were typically led by ‘centre right' coalitions composed of monarchies, the military, police, bureaucracy and business elite.
The losers were the Left and popular groups, among others. With the defeat of the Left and histories of openness to foreign trade and investment, elites forged pro-growth political coalitions enabling an open capitalist, but nonetheless interventionist growth strategy to work.
Pragmatic development
This development strategy was more pragmatic than ideological, and rooted in essentially ‘experimental', ‘muddling through' and ‘trial and error' approaches. Thus, even though these were ‘open economies', the governments were not dogmatic ‘free traders'.
As MIT governments used both markets and states to sustain growth, development policies were certainly not laissez faire, even though they were capitalist, with states far more interventionist than mere night-watchmen.
MIT states sought to promote domestic capitalists to compete in the global economy. Such promotion of rentier business elites was reciprocated with ‘kickbacks' for political elites to secure political support.
The fact that MIT growth was primarily driven by domestic, not foreign investment, has important implications for development policy. MIT's favoured capitalists generally responded by substantially increasing the investment to GDP ratio.
MIT growth was thus investment, rather than export-led. The shares of manufactures in GDP and exports are larger than expected while export concentration indices are less than believed, suggesting that selective industrial policies worked, albeit unevenly.
Policy context
This strategy has influenced the size distribution of firms as a small number of very large conglomerates dominate—government-patronized ethnic Chinese conglomerates which dominate the MIT economies and, exceptionally, Malaysia's ‘government-linked companies'.
This political economy ‘ecosystem' could have failed if MIT governments were not developmentalist, or if the elites were too greedy, or if the private sector did not invest, or if there were no checks or balances.
Ruling political elites in MIT have been opportunistically or pragmatically nationalistic despite quasi-neoliberal rhetoric to the contrary. They pursued economic development as necessary for regime consolidation, national power and achieving their goals.
Catching-up?
Many observers correctly argue that MIT economies have not been consistently good at catching-up, which is only to be expected from experimenting. Nevertheless, their industrial policies have been effective in upgrading some firms and industries.
There is evidence of learning in aircraft, wood processing and automotive industries in Indonesia, and of substantial learning in palm oil processing and electronics in Malaysia, and agro-processing, cement, automotive parts, and component supplies in Thailand.
MIT governments and capitalists also learned from setbacks and failures without necessarily admitting to them, e.g., when governments took too much, or when government incentives failed, and policies had adverse consequences, even if unintended.
Sustaining growth, industrialization and technological progress remain preconditions for continuing income increases. Yet, all three now seem caught in so-called ‘middle income traps'. Escaping these traps will depend on the governing elites' understanding of past progress.
Los aranceles europeos a los automóviles chinos vaticinan una guerra comercial entre Pekín y la UE
La UE sigue adoptando medidas proteccionistas contra los automóviles eléctricos chinos pese a las advertencias de sus propios fabricantes. Los funcionarios europeos ajustaron los aranceles a dichos vehículos establecidos en julio, pero para Pekín, estas medidas siguen suponiendo una amenaza para la cooperación mundial y la transición ecológica.
El ajuste del 20 de agosto fija tarifas un punto porcentual más bajas que las propuestas provisionalmente en julio, procede desde el comunicado de la Comisión Europea (CE). De acuerdo con el documento, se aplicarán los siguientes aranceles a cada uno de los fabricantes chinos:
BYD: 17,0%;
Geely: 19,3%;
SAIC: 36,3%;
Otras empresas que cooperen con la investigación comercial de la UE: 21,3%;
Todas las demás compañías que no colaboren: 36,3%.
Tesla, el fabricante de automóviles estadounidense con una gigafactoría en la ciudad china de Shanghái, es sujeto a un arancel individual de tan solo el 9%. Según Bloomberg, los aranceles anunciados se impondrían además de los aranceles del 10% a los que ya están sujetos todos los exportadores de China.
Las partes interesadas tienen hasta el 30 de agosto para solicitar audiencias con la Comisión sobre el asunto. En caso de que los Estados miembros de la UE voten a favor de las restricciones, la CE publicará una decisión final sobre los aranceles a más tardar el 30 de octubre. Después, los aranceles prorrogables estarán en vigor durante cinco años.
Algunos países miembros de la UE, como Alemania y Hungría, ya han manifestado su oposición a las medidas proteccionistas de la CE. Sin embargo, se necesitaría una "mayoría calificada" de al menos 15 países que representen el 65% de la población de la UE para bloquear la medida en la votación final.
Los fabricantes de automóviles occidentales también se opusieron a la propuesta. Por ejemplo, el consejero delegado de BMW Group, Oliver Zipse, advirtió en julio de que los aranceles adicionales no refuerzan la competitividad de los fabricantes europeos, sino que "perjudican el modelo de negocio de las empresas a nivel mundial" y "limitan el suministro de automóviles eléctricos a los clientes europeos", socavando la propia idea de descarbonización que promueve la UE.
A su vez, la Cámara de Comercio de China para la UE expresó al respecto "su fuerte insatisfacción y firme oposición al enfoque proteccionista de la CE (...) que intensificaría las tensiones comerciales entre China y la Unión Europea, enviando una señal profundamente negativa para la cooperación mundial y la transición ecológica".
Al comentar esa decisión de la CE —que se debe a la investigación sobre las subvenciones "injustas" chinas a los fabricantes en este sector— la Cámara de Comercio de China añadió que Bruselas no proporcionó pruebas suficientes para demostrar que los vehículos eléctricos chinos perjudican significativamente al mercado de la UE.
"La competitividad de los vehículos eléctricos fabricados en China no depende de las subvenciones, sino de factores como la capacidad industrial, las ventajas de la cadena de suministro integral y la intensa competencia en el mercado", reza el organismo.
Por lo tanto, el uso desleal de los instrumentos comerciales por parte de la UE para impedir el libre comercio de vehículos eléctricos acabará "debilitando la industria europea de vehículos eléctricos", concluye el comunicado.
El pasado 4 de julio, la UE anunció la imposición de aranceles preliminares a la importación de automóviles eléctricos fabricados en China.
Según el ente, los aranceles se depositan en forma de garantías bancarias y se recaudarán bajo determinadas circunstancias solo tras adoptarlos definitivamente.
A este respecto, el ministro de Comercio chino, Wang Wentao, exteriorizó la preocupación de su Gobierno por la "investigación" de la UE, catalogándola como "un acto de proteccionismo comercial".
Wang subrayó que el liderazgo de China en la producción de automóviles eléctricos se basa en la innovación científica y tecnológica, la libre competencia y un sistema industrial integral.
La discusión en torno al TLCAN le ofrece a México, y en adelante a las demás naciones, la oportunidad de re-construir sus cadenas productivas al interior del país, generar ventajas comparativas dinámicas más que aprovechar las estáticas (geografía, recursos naturales, mano de obra) y recuperar el crecimiento de la producción y del ingreso nacionales a partir de mercados internos y más simétricos. Esto obligaría a transformar las relaciones subordinadas y dependientes que la elite rentista construyó, y volver a construir burguesías dedicadas a la producción, la innovación y el desarrollo de la producción real. Regresar a los términos de la OMC en este marco no sería un desastre sino el inicio de otra época.
Por cuarta ocasión, después de siete días, terminó el 17 de octubre una ronda más de discusión sobre cambios en el TLCAN. Detrás de los planes, anuncios y balances que se han realizado, las fuerzas económicas de los tres países aún no acuerdan reconocer lo evidente. Se trata de tres actores nacionales que conocen, gozan y padecen los efectos del TLCAN, pero no consiguen conciliar las fuerzas políticas y económicas al interior y exterior de sus países.
EEUU tiene dos niveles de enfrentamiento y discusión sobre el TLCAN, uno interno, otro externo. Al interior, además y a pesar de Trump, se encuentran las corporaciones frente al estancamiento económico y la promesa política del redespliegue. Las corporaciones, las agroindustrias sobre-subsidiadas y las automotrices deslocalizadas, representadas en la Cámara de Comercio de Estados Unidos (USCC), se han posicionado rotundamente a favor de conservar el TLCAN, bajo el cual han recibido protección que no tendrían con la OMC. Contra la USCC está la “búsqueda trumpiana” por reactivar la economía doméstica, disminuir desempleo y aumentar la productividad a partir de la nueva industria automotriz eléctrica y robotizada. Esta segunda posición acusa a México como el máximo beneficiario del TLCAN y ha manifestado, apoyada en la ideología proteccionista anidada en crecientes sectores sociales, sindicatos y empresarios, su deseo por cancelar el TLCAN.
Por otro lado está Canadá, una de las economías con mayor apertura comercial del mundo, abiertamente librecambista neoliberal, aunque con un comercio exterior con América del Norte inferior a un tercio de su PIB. Opera con una amplia diversificación productiva y comercial, está estructurada transnacionalmente, y posee una composición técnica avanzada. De manera paradójica, el gobierno canadiense se ha declarado en contra de los bajísimos niveles de salario en México, aunque a favor del libre comercio y movilidad de capitales. El 10 de octubre, el primer Ministro de Canadá declaró que su país no ha sido el problema del TLCAN, que México es el problema; y que su comercio con EEUU podría continuar bilateralmente. Esto se lo propuso a Trump cuando aterrizó en Washington ese día[1].
En México, por otra parte, se posicionan sectores empresariales divididos; una clase trabajadora con salarios diez veces inferiores a los de EEUU o Canadá; un aparato institucional obediente y atento a la decisión de la administración estadounidense; y defensores de los intereses transnacionales como proyecto de nación. La división en la postura del sector empresarial mexicano se debe a la destrucción de la burguesía nacional que el TLCAN completó con la entrega de la industria productiva al interés transnacional y convirtió a los sobrevivientes en una élite rentista dueña de medios de comunicación, servicios y ensamble. Pocos son los empresarios interesados en defender condiciones de producción y comercio autónomas (como las de la OMC), pues la mayoría empresarial está enganchada a cadenas de valor estadounidenses (82% de las exportaciones) articuladas a través del TLCAN. (Ver gráfico)
De manera transversal, las élites rentistas que quedaron están conformadas por grandes grupos financieros, monopolios tecnológicos, gobernantes desreguladores del mercado. Éstas se enfrentan con el capital productivo, defendiendo su feudo a través de este librecambio neoliberal. Por esta razón es que hay representantes nacionales en torno al TLCAN, que aún promueven el dogma exportaciones=crecimiento con conciencia que dicha relación no existe y que los salarios se han desplomado en los últimos 20 años en el mundo. Insisten en una noción muy elemental del pensamiento librecambista alemán: que el incremento en las exportaciones genera, de manera natural, crecimiento de la producción. Sin embargo, en estas dos décadas se ha demostrado que esto no sucede así, en particular, desde el 2008.[2] La relación depende de qué se exporte; exportar mano de obra barata no genera crecimiento sino estancamiento como México ha visto desde 1990.
Para países con burguesías compradoras y rentistas, el comercio internacional se convirtió en un sistema de eslabonamiento deslocalizado de la producción. En cada país, es posible especular para obtener ganancias, construir mercados de futuros y obtener una renta del abaratamiento de la mano de obra nacional. Es por esto que, repentinamente, han reaparecido dentro del TLCAN las voces defensoras del neoliberalismo y del libre mercado extremo. En el caso mexicano, la renta del TLCAN se expresó en las ganancias por diferencia de salarios (y consecuente migración de 12 millones de mexicanos en EEUU) construida a partir de la flexibilización del mercado de trabajo y la destrucción sindical.
El cálculo político del sátrapa Trump va por ganar votos para las elecciones al Congreso estadounidense en julio del 2018, y por ninguna otra parte, con o sin empresas.
[1] “Canada's Trudeau to tell Trump: we're not your problem at NAFTA”, Reuters, visto en https://www.reuters.com/article/us-trade-nafta-canada/canadas-trudeau-to-tell-trump-were-not-your-problem-at-nafta-idUSKBN1CF1A1, el 17 de octubre de 2017
[2] Bernard Hoeckman del Instituto Schuman ha estudiado profundamente esta relación en The Global Trade Slowdown: A New Normal? A VoxEU.org eBook visto en http://voxeu.org/sites/default/files/file/Global%20Trade%20Slowdown_nocover.pdf el 17 de octubre de 2017
Y Richard Baldwin: The great trade collapse: what caused it and what does it mean? Visto en http://voxeu.org/content/great-trade-collapse-causes-consequences-and-prospects el 17 de octubre de 2017
[i] Investigador Titular IIEc-UNAM / SNI. Coordinador del proyecto OBELA
[ii] Proyecto OBELA
La integración económica y política regional realmente existente, desde mediados del siglo XX, ha mostrado su cara más cruda con los procesos desatados por Grecia (2011), Portugal (2011) y, finalmente, por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Desde su incorporación a la Comunidad Económica Europea (1957), hasta la firma del Tratado de Maastricht (1992) Gran Bretaña (GB) marcó su campo a la apertura comercial, a la unión monetaria, a la legislación financiera, la política migratoria y otros temas de integración económica. De éste modo, su relación nunca fue un paseo por el parque.
Los orígenes del Brexit se podrían rastrear hasta 2011. Tras la crisis financiera global y la ralentización de la economía, el Primer Ministro David Cameron promovió la renegociación del acuerdo con la UE. El principal argumento fue que, dados los acontecimientos económicos y la crisis financiera, los retos que enfrentaba Europa eran inmensos y que sería mejor salirse. Ésta ideología estuvo fundada en: 1) la ligera mayor velocidad de recuperación de la crisis, relativamente mayor que la que tuvo el resto de la UE; 2) el aumento del déficit comercial con la UE, especialmente con Alemania, que representó el 17.6% en 2018, y Holanda, el 8.7%, seguidos de Noruega, Bélgica, Italia y Polonia que en total suman más del 50%;1 3) la relativa superioridad del PIB per cápita respecto a la media de la UE; y 4) los apenas superiores ritmos de crecimiento económico, sobre todo durante el periodo 2011-2014.
Esta ideología fue recogida y promovida por el partido ultra conservador Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés). Este partido se apropió de la ideología y le agregó elementos nacionalistas de ultra-derecha sobre los cuales “la democracia solo tiene sentido entre personas que comparten una identidad nacional o histórica común y aceptan el mismo idioma, sistema legal y valor comunes”. Para ellos, la UE representó el “intercambio de un sistema de gobierno democrático por uno no democrático”,2 y la salida es la única vía para recuperarla.
Sobre esta base social, en 2015, David Cameron comenzó a planear la renegociación de la relación con Europa. Los principales temas que se plantearon giraban alrededor de las contribuciones de los Estados miembros al presupuesto, las políticas migratorias y las regulaciones financieras. Para inicios del 2016, las condiciones estuvieron desarrolladas para convocar a un Referéndum. Éste se realizó el 23 de junio de 2016 y registró una participación del 72.2% (más de 33 millones de votos) del total de la población votante en el Reino Unido. La decisión fue, con 51.9% a favor de salir, contra 48.1% por permanecer. La participación mostró un sentimiento adicional: Escocia en sus 32 ayuntamientos votó por permanecer, con una diferencia porcentual del 24%, de igual forma votó Irlanda del Norte, aunque con división entre sus ayuntamientos y con una diferencia del 11%.
La Primer Ministro Teresa May inició el Brexit el 29 de marzo de 2017, sobre el Artículo 50 del Tratado de Lisboa que establece un periodo de dos años para construir acuerdos de salida. El plazo original se venció el pasado marzo, el plazo extraordinario está por vencerse (12 de abril), el acuerdo de salida presentado por Teresa May al Congreso Europeo no logra aprobación en el Parlamento y, no obstante, se ha votado por no salir sin acuerdo. Las opciones son: una nueva prórroga al plazo; una aprobación forzada del acuerdo de May o; salida sin acuerdo.
En cualquiera de los casos el daño está ya hecho. Los mercados han resentido ya los riesgos de su salida, la credibilidad y seriedad de su diplomacia han quedado muy bajas, las empresas han comenzado a mover sus cadenas productivas, se han reavivado las diferencias sociales entre ese 48% que votara en contra y los a favor. Se reabren las viejas tensiones entre unionistas protestantes y republicanos católicos, por un lado, y entre independentistas y monarquistas.
Resta recodar que GB ha tenido procesos de desintegración y separatismo recientes. Irlanda ha estado dividida entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda (del Sur) desde 1921; a finales del siglo pasado enfrentó procesos de violencia desde 1968 hasta 1998, frenados mediante un tratado de paz con la firma del Acuerdo Belfast. Escocia, más recientemente, sostuvo un referéndum en 2004 para decidir su permanencia en el Reino Unido o su Independencia. El resultado (55.3% - 44.7%) fue por su permanencia.
Para GB el horizonte es la pérdida de la preferencia del mercado europeo continental, el riesgo de la pérdida de la City de Londres, con su importancia histórica, el beneficio de la llegada de europeos como fuerza de trabajo calificada, mientras que su crecimiento población continúa negativo. A cambio, arriesga el incremento de la migración (no blanca) de las excolonias, con la intensificación de las tensiones raciales crecientes y la generalización de la xenofobia. Todo esto tendrá importantes repercusiones sociales y económicas, con efectos negativos sobre su tipo de cambio. Van a descubrir que no son “El imperio británico”, sino una pequeña isla al Oeste del Canal de la Mancha.
1 Datos calculados con información de the Direction of Trade Statistics, IMF, en: http://data.imf.org
2 What we stand for, UKIP, disponible en: https://www.ukip.org/pdf/WhatWeStandForJan2019.pdf
SHAPE \* MERGEFORMAT
Material original de Foreign Affairs Latinoamérica Volumen 15 Número 3
Desde el establecimiento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace más de 20 años, Estados Unidos ha firmado acuerdos comerciales que han beneficiado a las empresas multinacionales y a los ricos, al tiempo que los trabajadores y las comunidades pierden poder. La desregulación y las protecciones extraordinarias para los inversionistas han contribuido al estancamiento de los salarios, el empleo precario, la migración masiva, el aumento de la desigualdad y la dilución de la organización democrática como medio para lograr cambios de política.
La Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO) cree que el comercio puede ser una fuerza para el bien, pero no es un resultado automático. Evaluar solamente si el volumen del comercio y la producción económica han aumentado oscurece una cuestión más importante: si ese crecimiento crea una sociedad próspera y equitativa. De cada nuevo acuerdo comercial —ya sea en Norteamérica en 1994, Centroamérica y República Dominicana en 2006, Perú en 2009 o Colombia en 2012— se proclama que promoverá buenos empleos, protegerá los derechos laborales y logrará que las comunidades salgan de la pobreza. Ahora se hacen las mismas afirmaciones con respecto al Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP), a pesar de que ninguno de los acuerdos anteriores ha cumplido dichas promesas.
Estos acuerdos siempre se negocian en secreto, y el TPP no es una excepción. Aunque el ciudadano común no conoce el texto, las declaraciones públicas y las filtraciones dejan en claro que la estructura general del acuerdo repetirá lo establecido en acuerdos anteriores. Una coalición general de sindicatos y grupos de la sociedad civil de los países que negocian el TPP ha expresado serias inquietudes y ha enfrentado a los negociadores del gobierno para ofrecer propuestas de políticas que corregirían los errores del pasado y promoverían la prosperidad compartida. Estas propuestas han sido ignoradas en repetidas ocasiones y se ha favorecido el mismo modelo fallido que se utilizó para diseñar los acuerdos anteriores.
En este momento, los resultados de los acuerdos son claros. Aunque pueden incrementar el volumen general del comercio y de la producción, las ganancias no se reparten equitativamente. La distribución favorece a las corporaciones multinacionales, los accionistas y las instituciones financieras, mientras que los trabajadores enfrentan un estancamiento de los salarios y menor seguridad laboral, y las comunidades tienen menos influencia sobre las decisiones que afectan su vida.
Los acuerdos comerciales modernos van mucho más allá del comercio en el sentido tradicional, y dictan la forma en que los gobiernos manejan sus economías y regulan la actividad comercial. Los negociadores del TPP admiten que los aranceles ya son muy bajos y que el objetivo principal del acuerdo se encuentra “detrás de las barreras fronterizas”. Este eufemismo está calculado para fomentar políticas que debilitan o desmantelan las defensas de los trabajadores, la salud pública, los consumidores y el ambiente natural, al tiempo que ofrecen a los inversionistas extranjeros privilegios especiales. Mientras tanto, las débiles disposiciones que rigen los derechos laborales y ambientales incentivan a las empresas a aprovisionarse en lugares donde no se respetan los derechos humanos.
Incluso los más ardientes defensores de los acuerdos de libre comercio admiten que inevitablemente causan la pérdida y el desplazamiento del empleo. Argumentan que estas pérdidas se compensan con la creación de empleos en otros sectores o con precios al consumidor más bajos. Pero esta dinámica teórica no ha ocurrido en la práctica, ni para Estados Unidos ni para sus socios comerciales.
Los acuerdos comerciales han facilitado y han aumentado lo que a menudo se llama “la caída hasta el fondo”. La protección a los inversionistas, aunada a la presión para la desregulación, ha permitido que las empresas trasladen los segmentos de sus empresas que requieren mucha mano de obra a regiones con leyes débiles y una aplicación laxa. Los trabajadores de diferentes comunidades y países compiten entre sí, lo que hace que los salarios bajen. El desplazamiento incrementa la oferta total de trabajadores, muchos de ellos desesperados y dispuestos a aceptar salarios más bajos. Cuando los trabajadores tratan de negociar mejores salarios y condiciones, los patrones amenazan con llevarse la producción a otro lado.
En Estados Unidos se repite que el crecimiento en sectores como los servicios y la baja de los precios al consumidor compensarán los empleos perdidos a causa de los acuerdos comerciales. En realidad, la pérdida de empleos dignos, en particular en el sector manufacturero, no ha sido compensada con la creación de puestos en otros sectores. Los empleos de mayor crecimiento en el sector de servicios, como la venta al menudeo y la comida rápida, pagan salarios sustancialmente más bajos en promedio, ofrecen menos estabilidad y hay menos posibilidades de ascenso. En general dan pocas prestaciones o ninguna y muchas veces los horarios son irregulares e impredecibles. Numerosos estudios, en particular del Economic Policy Institute, han documentado cómo los trabajadores desplazados terminan aceptando enormes recortes salariales, si es que encuentran otro empleo. Más de un tercio de los trabajadores que pierden su empleo en el sector manufacturero abandonan la fuerza laboral.
Aunque pueden incrementar el volumen general del comercio y de la producción, las ganancias no se reparten equitativamente.
El cambio por un trabajo precario y con salario más bajo ha causado pérdidas profundas y duraderas en la economía estadounidense. Esto no solo vulnera a quienes luchan por satisfacer las necesidades básicas de sus familias sin un salario digno, sin asistencia médica ni pensión, sino que además afecta a comunidades enteras. El deterioro del poder adquisitivo trastorna los negocios locales y a los gobiernos municipales y estatales que tienen que mantener escuelas, parques, bibliotecas y sistemas de saneamiento público con bases gravables cada vez más reducidas.
Esta situación no se limita a Estados Unidos; por ejemplo, el TLCAN a veces se presenta como una pérdida para los trabajadores estadounidenses y como una ventaja para México. En realidad, los trabajadores de ambos países han sufrido. En México, el desplazamiento y el deterioro de las empresas nacionales provocaron grandes oleadas de emigrantes que erosionaron comunidades, dividieron familias y obligaron a los trabajadores a buscar empleos más precarios y, en ocasiones, peligrosos. El TLCAN desplazó aproximadamente a dos millones de personas después de que la avalancha de importaciones agrícolas subsidiadas de Estados Unidos ahuyentó a los agricultores de sus tierras. Esto diezmó las comunidades rurales, aumentó la inseguridad alimentaria y provocó la migración hacia los centros industriales de México, o bien, Estados Unidos y Canadá mediante programas de trabajadores invitados temporales o como migrantes indocumentados.
Al mismo tiempo, cerraron muchas empresas locales que producen bienes industriales para el mercado interno y los préstamos a las industrias nacionales disminuyeron. Se redujo la acumulación nacional de capital, así como la demanda laboral que la había acompañado. Si bien hubo un aumento en los empleos industriales en general, muchos pagaban salarios extremadamente bajos. El mayor número de trabajadores desesperados y las restricciones a los derechos laborales, en particular el uso de contratos de protección, inhibieron las negociaciones por mejores salarios. Los precios al consumidor subieron, redujeron en buena medida el valor de un salario mínimo estancado y llevaron a más personas a la pobreza. Numerosas investigaciones, en particular un estudio de 2013 del Banco Mundial, vinculan la caída del empleo digno y el aumento de la desigualdad social con el aumento de los índices de violencia.
Cada nuevo acuerdo comercial ha generado patrones similares de desplazamiento que ejercen una presión a la baja sobre los salarios. En Honduras, los agricultores de subsistencia y las comunidades rurales están siendo expulsados de sus tierras para favorecer los monocultivos de exportación, como el aceite de palma. Los trabajadores rurales solo tienen malas opciones: trabajar por salarios de miseria en las tierras que alguna vez les pertenecieron, ir a las ciudades que ofrecen pocas oportunidades de empleo o arriesgarse a emigrar para buscar trabajo en otros países. Esta situación no se capta en las evaluaciones económicas, que solo tienen en cuenta el aumento de las exportaciones en el marco del Acuerdo Centroamericano de Libre Comercio, sin considerar el costo humano o la forma en que se ha distorsionado el mercado laboral en Honduras y Estados Unidos.
Con cada nuevo acuerdo comercial se hace la promesa de que incluirá altos estándares laborales, que exigirán que todos los socios comerciales defiendan y hagan cumplir los derechos laborales fundamentales. Aunque el discurso ha mejorado con el tiempo para reflejar las normas internacionales, la capacidad y la voluntad para hacer cumplir estos compromisos no ha mejorado.
Las negociaciones del TPP incluyen a muchos países que no respetan los derechos laborales fundamentales y que no podrían cumplir ningún acuerdo que requiera la adhesión a estos derechos en el momento en que entrara en vigor. Por ejemplo, Malasia está incluida en la lista del Departamento de Estado de Estados Unidos de países con el peor historial de trata de personas. Fosas comunes recientemente descubiertas con los cuerpos de decenas de trabajadores migrantes son un escalofriante recordatorio de las consecuencias de la indiferencia del gobierno malayo. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos ha combatido vigorosamente los esfuerzos por evitar la aprobación acelerada de acuerdos comerciales con países que el Departamento de Estado ha clasificado como los peores transgresores con respecto a la trata de personas.
Es muy poco probable que los países del TPP cumplan totalmente con las disposiciones laborales antes de que el acuerdo entre en vigor. Los países que no cumplen con las disposiciones comerciales de los acuerdos están obligados a hacer cambios en sus leyes y en sus prácticas antes de que se concrete el acuerdo, pero a menudo las condiciones laborales se tratan como objetivos deseables.
Cuando Colombia y Estados Unidos iniciaron negociaciones comerciales, se consideraba que Colombia era el lugar más peligroso del mundo para los sindicalistas. Colombia y Estados Unidos firmaron un Plan de Acción Laboral por separado, que prometía reformas pero que no contenía ningún criterio para evaluar si la práctica había cambiado realmente. El gobierno estadounidense no aceptó tomar medidas significativas para garantizar que las empresas estadounidenses operaran en Colombia respetando los derechos humanos y Colombia no estaba obligada a completar las reformas prometidas para que el acuerdo comercial entrara en vigor. Como era de esperar, el entusiasmo por el cambio murió en el momento en que el acuerdo comercial entró en vigor.
Después de 4 años, el Plan de Acción Laboral no se ha implantado por completo y no ha tenido consecuencias para el comercio. En este tiempo, como se ha documentado en los informes de la Escuela Nacional Sindical, los trabajadores colombianos sufrieron más de 1933 amenazas y actos de violencia, entre ellos 105 asesinatos y 1337 amenazas de muerte. A pesar de la promesa de acabar con la subcontratación ilegal, la abrumadora mayoría de los trabajadores de Colombia laboran según acuerdos de empleo informal. Los trabajadores de los sectores de exportación, como la caña de azúcar, la palma y los puertos, generalmente son contratados como temporales, incluso los que han desempeñado el mismo trabajo durante una década o más. No pueden organizarse y les han robado un futuro seguro, ya que los patrones estigmatizan a los que protestan y omiten las obligaciones legales, que incluyen los pagos a la seguridad social y la indemnización para los trabajadores que se lesionan en el trabajo.
Cada socio comercial decide cuándo presentar denuncias (si es que se presentan) para hacer cumplir las disposiciones laborales de los acuerdos comerciales. Los trabajadores pueden presentar denuncias sobre violaciones a sus derechos, pero ha sido muy difícil obtener resultados significativos. En Estados Unidos, numerosos casos reflejan la incapacidad sistémica de proteger los derechos laborales en los programas de visas para trabajadores. Desde los huertos de manzanas de Washington hasta los campos de tabaco de Carolina del Norte, los migrantes se ven obligados a trabajar largas horas, les roban los salarios que han ganado, se exponen a pesticidas y productos químicos peligrosos sin la capacitación o el equipo de seguridad adecuados y viven en condiciones miserables sin alimentos adecuados ni sistemas de higiene. Los trabajadores están atados a sus patrones y no tienen derecho a organizarse. Sin embargo, las reiteradas denuncias no han producido más que algunos cursos de capacitación años después de haber presentado las denuncias, sin que haya cambios sustanciales a las leyes que hacen que estos trabajadores sean vulnerables a la explotación. Por una cruel ironía, muchos llegan a Estados Unidos porque las políticas económicas creadas a partir de los acuerdos comerciales los han dejado sin oportunidades de empleo en su país.
Solo un caso laboral ha llegado a una resolución formal. En 2008, los sindicatos de Guatemala y Estados Unidos presentaron una denuncia conjunta por abusos rampantes en Guatemala, que incluían agresiones contra los sindicalistas y violaciones constantes a los derechos básicos. Después de 6 años, el gobierno de Estados Unidos finalmente llamó al arbitraje. El momento —durante un debate sobre comercio en el que se cuestionaba la eficacia de las disposiciones laborales— les parecerá oportunista a algunos.
El caso Guatemala no abordará la violencia contra los sindicalistas, que quizá sea el problema más grave al que se enfrentan los trabajadores guatemaltecos. En la denuncia del movimiento obrero se incluyeron casos de amenazas, hostigamiento e incluso asesinato. Estados Unidos no planteó ninguno de estos casos en el arbitraje, aunque en sus recapitulaciones establece que los trabajadores enfrentan represalias violentas por reclamar.
El gobierno de Estados Unidos ha afirmado públicamente que ha tomado medidas para hacer frente a la violencia contra los sindicalistas; sin embargo, en lo que respecta a Honduras no ha actuado. En una denuncia presentada en 2011 por activistas laborales se detalla la violencia sistémica y la impunidad. Cuando por fin Estados Unidos dio una primera respuesta por escrito 3 años más tarde, se rehusó explícitamente a llegar a conclusiones sobre la violencia laboral.
Algunos acuerdos comerciales comprometen a los gobiernos a no reducir las normas laborales para atraer inversiones, pero en la práctica estas disposiciones se ignoran. En enero de 2015, Guatemala bajó un salario mínimo que ya era lamentable en el sector de la manufactura ligera en cuatro municipios, con la intención deliberada de atraer inversionistas. En Estados Unidos, los gobiernos estatales y locales han aprobado leyes que restringen la organización sindical, argumentando que así atraerá más negocios. Por su parte, el gobierno peruano ha reformado diversas leyes laborales en paquetes de “mejora de la competitividad”, conocidos como “paquetazos”, que socavan unas protecciones laborales ya débiles y que incluyen sectores clave como las inspecciones de higiene, seguridad y trabajo. Algunas iniciativas se han estancado después de grandes protestas, pero quedan otros, como una regla que exime a las compañías de evitar la discriminación y les permite rechazar a los sindicalistas, a las mujeres embarazadas, a los trabajadores que se han lesionado en el trabajo y a otros trabajadores vulnerables.
En resumen, las protecciones laborales de los acuerdos comerciales no se han traducido en un cambio significativo en la práctica. Los gobiernos no han logrado hacer cumplir sus propias leyes laborales ni han logrado garantizar que las empresas nacionales que operan en el extranjero respeten los derechos laborales. A mediados de 2015, los trabajadores agrícolas de Baja California se organizaron pese a muchas dificultades. Una de sus principales demandas es poner fin a los contratos de protección, en los que los patrones firman acuerdos con sindicatos falsos para impedir que se formen sindicatos democráticos. Los contratos de protección se negocian en secreto sin el conocimiento ni la aceptación de los trabajadores. Por lo general, los trabajadores se enteran de la existencia del sindicato de protección cuando tratan de organizarse. Varias denuncias presentadas en el marco del TLCAN se refieren al uso de contratos de protección para evitar que los trabajadores se organicen en los centros de maquila; poco ha cambiado en 2 décadas.
A medida que las empresas se fragmentan en cadenas de suministro que abarcan diferentes fronteras y continentes, las comunidades de las que dependen para la producción, en particular la producción que utiliza mano de obra no calificada, se consideran intercambiables y prescindibles. Las sedes corporativas no tienen razones para hacer inversiones de largo plazo en mano de obra ni en la infraestructura local. Sobre todo, gracias a la protección a los inversionistas que se hace valer por medio de los acuerdos comerciales, a esas empresas ya no les importa siquiera los principios básicos del Estado de derecho. A medida que los salarios bajos y el trabajo precario ahondan la pobreza de las comunidades, las empresas cargadas de dinero se convierten en clientes políticos cada vez más atractivos. Esto representa para los funcionarios locales incentivos perversos y complacientes para mantener el costo de la mano de obra artificialmente bajo, aun a costa de ignorar los derechos fundamentales.
Los acuerdos comerciales no solo hacen que sea más fácil bajar los salarios y diluir las normas, sino que también imponen a los gobiernos que adopten políticas para garantizar el acceso al mercado y condiciones favorables para las empresas extranjeras, independientemente de las necesidades o prioridades de las comunidades locales que se ven afectadas por estas decisiones. En este marco, las medidas de política regional que reflejan opciones sociales sobre cómo resolver problemas y equilibrar los riesgos, incluidas las políticas ambientales, las normas de contratación, los derechos de propiedad intelectual y los reglamentos financieros, se reducen a “barreras comerciales”.
La entrada en vigor del acuerdo de comercio entre Perú y Estados Unidos estuvo marcada por la tragedia. Para cumplir con el acuerdo, el gobierno peruano promulgó regulaciones que otorgaban a las empresas extractivas mayor acceso a la Amazonia. En respuesta, grupos inconformes bloquearon la carretera de Bagua. Las fuerzas de seguridad del gobierno dispararon contra la multitud; por lo menos 32 personas murieron en un conflicto violento provocado por reglas diseñadas para poner las ganancias de las empresas por encima de la autonomía de la comunidad.
Los acuerdos comerciales limitan los programas de contratación pública, pues hacen que sea difícil o imposible que los contratos gubernamentales establezcan una preferencia, mucho menos un requisito, para que las empresas, empleos y negocios locales se adhieran a principios de derechos humanos o mejores normas ambientales. Los gobiernos deberían ser capaces de abordar los problemas sociales —como el desempleo juvenil o las secuelas de la discriminación— agregando reglas a los contratos públicos. El creciente movimiento para incluir la debida diligencia en derechos humanos en las adquisiciones gubernamentales, que defendería las normas laborales a lo largo de la cadena de suministro, también podría ser socavado por las reglas comerciales.
El capítulo sobre propiedad intelectual del TPP se ha filtrado y contiene protecciones que son incluso más amplias que los acuerdos anteriores. El texto permite que las compañías farmacéuticas amplíen la vida de sus patentes haciendo ajustes menores. Esto impediría el acceso a medicamentos fundamentales, lo que ha provocado que organizaciones de salud, como Médicos sin Fronteras, se opongan públicamente el acuerdo. El TPP también contiene un capítulo dedicado exclusivamente a la regulación de la industria financiera. Teniendo en cuenta los efectos duraderos de la Gran Recesión, es muy importante que las políticas comerciales protejan, en lugar de minar, la capacidad de los gobiernos para combatir las crisis económicas y garantizar mercados sostenibles y robustos.
Aparte de los gobiernos, los inversionistas son los únicos actores que pueden hacer cumplir los compromisos hechos en los acuerdos comerciales, lo que les da a los individuos ricos y a las empresas un poder excesivo. La resolución de controversias entre inversionistas y Estados (ISDS) permite que los inversionistas extranjeros presenten demandas ante los gobiernos por cualquier medida que afecte sus utilidades actuales e incluso futuras. En lugar de emplear los procedimientos internos, los inversionistas extranjeros presentan sus reclamaciones ante tribunales internacionales privados. Aunque estos paneles no pueden revertir una política, pueden ordenarles a los Estados que paguen indemnizaciones monetarias.
Cada vez se recurre más a la ISDS para impugnar reglamentos destinados a proteger al público y promover el desarrollo sostenible. En marzo de 2015, un panel de ISDS dio un fallo dividido 2-1 en el caso Bilcon vs. Canadá, con la decisión de la mayoría a favor de la compañía minera, cuando un grupo de expertos canadienses había rechazado su oferta para ampliar una cantera en Nueva Escocia. Dos árbitros concluyeron que los contribuyentes canadienses deben pagarle una indemnización a la empresa, en parte porque el panel le dio demasiada importancia a los “valores esenciales de la comunidad” cuando decidió rechazar la solicitud de la empresa. El tercer árbitro, con opinión disidente, reconoció el efecto negativo que tendría sobre la capacidad de los reguladores de responder a la oposición de la comunidad y de promover una gestión ambiental responsable.
El caso Bilcon no es único. Una controversia similar entre la compañía canadiense OceanaGold y el gobierno de El Salvador, que le negó a la empresa un permiso para extraer oro, está pendiente ante un panel de ISDS. La Organización de las Naciones Unidas estima que aproximadamente el 90% del suministro de agua superficial de El Salvador está contaminado y que las comunidades cercanas a las minas sufren índices más altos de cáncer, insuficiencia renal y trastornos del sistema nervioso.
En 2014, el periódico Le Monde informó que la multinacional francesa Veolia estaba impugnando un paquete de reformas laborales en Egipto, resultantes de la Primavera Árabe, entre las que se incluye el aumento del salario mínimo. La compañía estadounidense de energía Lone Pine Resources interpuso recientemente una demanda de 250 millones de dólares contra Canadá porque Quebec prohibió la fracturación hidráulica, una práctica que se ha vinculado con sismos y contaminación del agua potable.
Considerar un problema complejo con amplias implicaciones sociales por medio de la estrecha lente de los derechos de los inversionistas es de por sí problemático. El peligro se agrava por el hecho de que la propia estructura de los paneles de ISDS los inclina a favor de los inversionistas. Como se detalla en el informe de 2012 Profiting from Injustice, los árbitros tienen intereses financieros en el sistema. A diferencia de los jueces, los árbitros son seleccionados individualmente y pagados por el inversionista que presenta la reclamación y por el gobierno acusado. Hay fuertes incentivos para decidir a favor de los inversionistas, ya que esto amplía el número de casos en general y aumenta la posibilidad de que un árbitro siga siendo seleccionado. No hay reglas estrictas que rijan los conflictos de interés, por lo que muchos árbitros deciden sobre los casos y representan a las empresas que interponen las reclamaciones.
Un sistema democrático de justicia tiene mecanismos correctivos. Los juicios erróneos se pueden apelar, los jueces deshonestos pueden ser procesados y el Poder Legislativo puede aprobar o derogar leyes como respuesta a interpretaciones judiciales indeseadas. Es increíblemente difícil apelar las sentencias de la ISDS por cualquier motivo, los árbitros privados no pueden ser procesados y no hay Poder Legislativo que pueda corregir una extralimitación.
La ISDS les da a los inversionistas extranjeros un poder desmesurado sobre la toma de decisiones local. Incluso si el país gana, la defensa de un caso cuesta alrededor de 8 millones de dólares. Dados los enormes costos y la posibilidad de que los fallos sean tendenciosos, es posible presionar a los gobiernos para que cambien las normas o desestimen nuevas propuestas, incluso con la pura amenaza de presentar un caso.
Cuando estas cuestiones se plantean ante los que negocian los aspectos comerciales del TPP, aseguran que el ISDS ya se ha arreglado. Pero la ISDS es intrínseca y fundamentalmente imperfecta, ya que socava el Estado de derecho al proporcionarles a los inversionistas una estructura jurídica distinta de la que utilizan los trabajadores y las comunidades. Esto permite que las empresas multinacionales eviten las desventajas de operar en lugares con sistemas judiciales subdesarrollados o disfuncionales. De hecho, puede ser una ventaja: los inversionistas aprovechan todos los ahorros provenientes de la aplicación laxa en el ámbito laboral y ambiental sin tener que arriesgarse a que sus derechos de propiedad se enfrenten a una falta de justicia similar.
Las promesas previas de que la injusticia del sistema se resolverá y de que se evitarán los casos contra el interés público no se han cumplido. Se supone que la redacción de las normas para las inversiones entre Perú y Estados Unidos evitaría casos que contrariaran las reglas de interés público. Sin embargo, en 2012 la compañía minera Renco, con sede en Nueva York y que opera una fundición en La Oroya, presentó un caso contra el gobierno peruano luego de que se le ordenó a la empresa que limpiara la contaminación de la región y pagara una indemnización a los habitantes que sufrían graves problemas de salud por la contaminación.
Como escribió el economista Joseph Stiglitz en noviembre de 2013, el objetivo real de la ISDS es restringir la capacidad de los gobiernos de regular la conducta corporativa, para conseguir “a hurtadillas (mediante acuerdos comerciales negociados en secreto)” lo que no se podría lograr “mediante un proceso político abierto”.
Los defensores del TPP afirman que este acuerdo es diferente. En realidad, la única diferencia es la escala. El TPP afectará aproximadamente a 792 000 000 ciudadanos de 12 países, así como a cerca del 40% de la economía mundial y está diseñado para aceptar a más países en el futuro. El acuerdo comprometerá a los gobiernos a que adopten un conjunto de políticas muy tendenciosas para beneficio de los inversionistas extranjeros, en particular las empresas multinacionales, y será difícil que los legisladores expresen los cambios en las preferencias políticas y que promulguen políticas económicas progresistas.
El comercio puede aumentar la prosperidad compartida, pero debemos dejar atrás este modelo corrosivo. Una agenda comercial progresista debe incluir protecciones sólidas y viables para los trabajadores, a fin de que los bienes y servicios se intercambien en un terreno parejo y que las compras de los consumidores no sirvan para lesionar los derechos humanos. Por desgracia, el TPP parece estar destinado a repetir los errores del pasado, en lugar de promover un futuro más equitativo. SHAPE \* MERGEFORMAT
CASSANDRA WATERS es investigadora de Derechos Mundiales de los Trabajadores en la American Federation of Labor-Congress of Industrial Organizations (AFL-CIO), donde se dedica al estudio de los derechos laborales internacionales, entre los que se incluye la política comercial. Es abogada con experiencia en derechos humanos y responsabilidad corporativa a nivel internacional.
El bloque se va a "emprolijar" cuando se defina sobre Venezuela y se termine con discusiones políticas
El embajador argentino en Uruguay, Guillermo Montenegro, dijo que su país está interesado en firmar un TLC con China dentro del Mercosur.
El embajador señaló que Argentina entiende la necesidad de Uruguay de firmar este acuerdo y que lo ideal es que se haga dentro del bloque.
El embajador puntualizó que se espera que el tema pueda resolverse entre diciembre y enero.
"El tema pretende resolverse en el mes de diciembre y enero" expresó el embajador.
Argentina estaría interesada en firmar un TLC con China a nivel del Mercosur, explicó Montenegro, ya que a nivel de bloque es más fácil negociar.
"La posibilidad de que países como los nuestros tengan el hecho de poder generar mayor venta de los productos que produce es clave para la mejor vida de nuestra gente" agregó.
El embajador argentino Guillermo Montenegro está contento en Uruguay. Tanto por su función como representante diplomático, como por la mejora en las relaciones entre los países. Montenegro reconoce que hay una buena "sintonía" que parte de la relación entre los presidentes y desborda en ministros, segundas y terceras líneas, lo que facilita el trabajo.
Entrevistado por Leandro Gómez en El Observador TV, Montenegro reiteró que su gobierno prefiere que la negociación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China sea desde el Mercosur y no socios en solitario. Agregó que ese tema, quedará más claro en el próximo mes, luego de que el bloque regional resuelva la situación de Venezuela y las discusiones sean comerciales y no políticas. Aquí un resumen de la entrevista:
En general empresarios y políticos coinciden en que hay un cambio de clima entre los países, que es muy fácil dialogar con el gobierno argentino. ¿Eso es un signo personal de Macri que traslada a los funcionarios?
El día que Macri me anuncia de venir a Uruguay me dice: "Tenés que mejorar la relación con Uruguay, por dos motivos. Que tengo un cariño especial con Uruguay y tengo una relación con el presidente Vázquez, diferente a la media". Y eso es lo que sentimos nosotros, al margen que las relaciones exteriores son muy importantes, uno tiene la sensación de estar en un lugar muy agradable y que la relación es constructiva. Él es una persona que basó su construcción política en el diálogo: en los ocho años que gobernó en la ciudad, nunca tuvo mayoría parlamentaria. Si no generaba diálogo, no podía sacar las leyes. El consenso y el diálogo es característica de nuestro espacio.
Ese primer objetivo de buen diálogo parece estar cumplido. ¿Ahora qué? ¿Cuáles son las prioridades que le pide el presidente como embajador en Uruguay?
Lo primero es el intangible, no se puede medir, que el embajador sea un vehículo permanente entre los gobiernos. Hoy hay algunas cuestiones en las cuáles claramente Uruguay ha tenido políticas públicas de desarrollo que nos interesa ir copiando, básicamente cuando uno habla del tema energético dice "Uruguay hace bien las cosas". Argentina tiene un problema energético claro, donde la experiencia de Uruguay de cómo generar casi 100% de su energía renovable, es un modelo a copiar.
Y empezar a trabajar fluidamente en las relaciones comerciales. Al final del camino uno tiene que pensar cuál sería el objetivo de acá a 20 años. Cómo planificamos el futuro. Los puertos cómo deberían ser, si debería haber uno o dos puertos de aguas profundas, por ahí conviene uno para los dos países. Tener claro la necesidad que tenemos como región. Por ahí llegamos a la conclusión que tienen que haber dos.
¿Sobre el puerto hay una idea concreta?
Si, la necesidad. Todos sabemos la necesidad de que cuando generás un puerto de aguas profundas de fácil acceso, bajas el costo del flete y mejoras las posibilidades del comercio. La necesidad hoy de un puerto de aguas profundas es clara. De tener la hidrovía avanzada, de que no haya trabas para los puertos ni uruguayos ni argentinos, compartir los problemas y las soluciones. Ver qué nos conviene en lo que tiene que ver con los dragados que se están llevando a cabo.
Otro avance importante tiene que ver con los monitoreos de la planta de UPM. La publicación de los informes de alguna manera descomprimió mucha cosa. ¿Cuál fue la lectura de su gobierno?
Lo que estás diciendo. La necesidad de que se conozca tiene que ver con la descomprensión. Y no había ningún motivo para esconderlo. Ninguno de los dos países quiere que la gente se contamine, vamos a ser lo más cuidadosos posible para que esto ocurra.
En materia comercial, Uruguay ha intentado avances por fuera del Mercosur. El presidente viajó a China y expresó que quiere un TLC con el país asiático. ¿Cómo ve eso Argentina?
Lo explicó el presidente (Macri). Hubo un pedido concreto de China al Mercosur, que hacía seis años no se contestaba, con lo cual eso motiva la posibilidad de que el gobierno uruguayo diga: "Estamos tratando que Mercosur lo conteste, no hay todavía una repuesta, vamos a explorar un mercado nuevo". Tenemos claro que Uruguay produce tres veces más de lo que consume, con lo cual es entendible y lógico de encarar una posibilidad de negociación.
Así lo explicó el presidente Macri, lo ideal siempre es hacerlo dentro del Mercosur, no para limitarle una posibilidad de comercio a Uruguay. Si vas en bloque es mas fácil negociar. Si encaras solo una negociación con China o Europa, no va a ser fácil que los números te ayuden, solos somos chicos. ¿Por qué se juntó el Mercosur? Es un tratado de comercio, después se transformo en una cuestión política.
Tiene que haber un esfuerzo por parte de los gobiernos que no sea solamente una discusión permanente sino un facilitador. Que en algunas cuestiones no está siendo facilitador y esto es lo que provoca que trates de ir por afuera. El presidente dice tratemos de ir por adentro, pero no vamos a decir "esto está mal", porque entendemos cuál es la necesidad de Uruguay.
¿Argentina no va a impedir eso?
Creo que no se puede impedir.
Dentro del Mercosur podría impedirlo...
Yo creo que en lo que quedaron los presidentes es en volver a ver, que se pueda trabajar dentro del Mercosur, que eso sería lo ideal. Y si no, volver a hablar.
Uruguay está esperando una señal de los socios del Mercosur para ver si avanza con China...
Creo que esto se va a terminar resolviendo en diciembre. Entre diciembre y enero, esto se tiene que terminar de resolver. Y previamente los dos quedaron en volver a hablar el tema.
¿Por qué entre diciembre y enero?
Cuando se termine de definir cuál es la situación de Venezuela, eso va a emprolijar un poco el Mercosur, y que vuelva a ser un lugar facilitador de los países.
Tiene que existir una nueva función más activa del Mercosur para que los mercados de nuestros países tengan mayores posiblidades en el extranjero.
¿Cuando se resuelva la situación de Venezuela va a haber una posición más clara como bloque sobre estas ventanas abiertas, por ejemplo un TLC con China?
Creo que si. Va a ser más fácil, porque ya no hay una discusión política, no tiene que haber una discusión política. Es una discusión comercial. En un momento, en el Mercosur solo se discutió de política. El Mercosur nació para una cosa y terminó siendo otra. Nos juntamos cuatro para ir más fuerte para encarar los negocios que más nos convengan a nosotros. No fue lo que ocurrió y es importante que vuelva al cauce natural
KUALA LUMPUR, Malaysia, Feb 26 2018 (IPS)- In early 2016, the Trans-Pacific Partnership (TPP) Agreement — involving twelve countries on the Pacific Ocean rim, including the USA — was signed in New Zealand. Right after his inauguration in January 2017, newly elected US President Donald Trump withdrew from the TPP, effectively killing the agreement as its terms require the participation of both the US and Japan.
Almost comprehensive, but hardly progressive
On 8 March 2018, the Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership (CPTPP) will be signed in the presence of outgoing Chilean President Michelle Bachelet. After that, six countries must ratify the deal for it to take effect.
Twenty-two of the original TPP provisions will be ‘suspended’, leaving over a thousand others intact. The 22 provisions have only been suspended, apparently to enable Washington to easily re-embrace the essentially US-drafted 6500-page TPP Agreement.
The CPTPP will include several changes to the TPP, but will otherwise incorporate it. Besides the investment agreement, several onerous intellectual property and other provisions will be suspended. Some ‘side letters’ can exempt some TPP11 countries on some matters. But otherwise, many of the most onerous TPP provisions remain.
The CPTPP Preamble can guide interpretation of, but not contradict, let alone override problematic TPP provisions. Meanwhile, some countries will remove all their tariffs on products from other CPTPP parties while others, such as Japan and Canada, will not.
Taking the widely criticized secrecy of such negotiations to a new extreme, no details of the ‘zombie agreement’ will be released until after its signing. Despite promises to “engage with various stakeholders to get their views and feedback”, most signatory governments have not conducted inclusive public consultations about the new agreement.
Already, TPP11 proponents have resumed chanting the mantra that the US-drafted TPP is a ‘model trade deal for the 21st century’, seemingly oblivious of global economic transformations of recent decades and their implications.
Privileging foreign investment
Meanwhile, CPTPP privileging of foreign investment from TPP11 countries may well perversely encourage businesses to incorporate abroad as they will be better able to make demands on the government than they can currently do as nationals.
The CPTPP enables non-TPP11 firms with branches in TPP11 countries to use it to their advantage, e.g., investor-state dispute settlement (ISDS) provisions will allow investors from other TPP11 countries to sue the host government, in a special international tribunal, for unlimited compensation and compound interest.
As firms incorporated in other TPP11 countries may also enjoy lower taxes and other incentives, the recent trends of greater outward than inward FDI may well accelerate. China, India and other emerging market economies are already struggling to cope with such ‘roundtrip’ FDI through offshore tax havens, and there is little reason to believe smaller TPP11 developing countries will fare better.
Lower interest rates abroad in recent years due to unconventional monetary policies, such as ‘quantitative easing’, have enabled highly leveraged foreign portfolio investors to increase their ownership of the corporate sector in many emerging market economies.
Capital account liberalization has enabled net capital outflows despite sometimes inducing temporary episodes of massive inflows into emerging market economies. With greater external vulnerability the inevitable consequence, when such portfolio investment inflows are inevitably reversed, capital account management measures may be needed, but disallowed by the CPTPP.
Begging for US participation
In their efforts to justify it, CPTPP proponents have again greatly exaggerated trade benefits while ignoring the two US government studies — by the Department of Agriculture’s Economic Research Service and the International Trade Council – both projecting very modest gains from the TPP, despite including the US then.
After the ‘Brexit’ referendum and Trump’s election in 2016, the mixed consequences of trade liberalization are increasingly recognized, replacing the naive claim that globalization would lift all boats. Nevertheless, CPTPP advocates still dismiss research doubting the problematic assumptions of the modelling projections they rely on.
Meanwhile, US President Trump has already announced that he “would do TPP if we were able to make a substantially better deal”. Judging by his administration’s new demands in the ongoing North American Free Trade Area (NAFTA) renegotiations, this would presumably involve even stronger pharmaceutical patent protection and greater US corporate control of international e-commerce.
The TPP11 countries are likely to give in to US demands. With very modest prospective trade gains from the original TPP, US withdrawal has made the gains from the CPTPP even more paltry, making the TPP11 desperate for US participation. For Japan’s government and some others, the TPP will draw the US back into a stronger anti-China regional coalition.
Hence, the TPP11 are so keen to bring the US back into the TPP that they are likely to accede to Trump administration demands. By joining the TPP on revised terms, ostensibly ‘putting America first’, Trump can thus ‘prove’ that he is a much better negotiator than his predecessors, especially Obama.
MOSCÚ (Sputnik) — Las nuevas sanciones de Londres a petroleros y metaneros rusos muestran que Moscú les resulta inconveniente a los británicos como actor honesto del mercado energético mundial, declaró a Sputnik la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova.
El Gobierno del Reino Unido anunció este jueves limitaciones contra 18 petroleros y cuatro metaneros rusos, así como contra la empresa rusa del sector gasístico RusGazDobycha.
"Rusia es un participante responsable, fiel y consciente del entorno energético global. Realizamos suministros, extraemos, desarrollamos, lo tratamos en cierta medida como una situación de competencia, pero al mismo tiempo con comprensión de la justicia y responsabilidad en la distribución de los recursos naturales mundiales. Es por eso que no les convenimos", señaló Zajárova.
Durante décadas se ha hecho todo para infringir los derechos de Rusia en este sentido, mientras los británicos y sus aliados buscan controlar toda la energía mundial, expresó la diplomática.
"¿Por qué? Porque la energía es vida, es desarrollo, es economía, es industria, es producción", subrayó.
Según Zajárova, Estados Unidos ya no puede mantener el ritmo de su propio desarrollo a los niveles declarados, por lo que solo puede influir en el ritmo del desarrollo global.
"Para ello se fijaron como objetivo controlar el sector energético mundial", señaló la portavoz, agregando que eso "no detendrá" a Rusia, como tampoco a otros países.
Según las autoridades británicas, sus nuevas restricciones constituyen el mayor paquete de sanciones en relación con las embarcaciones de transporte de origen ruso.
Rusia continúa desde el 24 de febrero de 2022 la operación militar especial de Ucrania, cuyos objetivos son proteger a la población de "un genocidio por parte del régimen de Kiev" y atajar los riesgos de seguridad nacional que representa el avance de la OTAN hacia el este.
Según la base de datos Castellum.AI, desde el inicio de la operación militar especial en Ucrania el 24 de febrero de 2022, se activaron más de 19.500 sanciones individuales y sectoriales contra Rusia.
El presidente ruso, Vladímir Putin, sostiene que la política de contención frente a Rusia forma parte de la estrategia a largo plazo de Occidente, cuyas sanciones asestan un duro golpe a la economía mundial.
La reciente decisión de Alemania de aplicar mayores controles fronterizos y el avance de opciones políticas nacionalistas o de derecha demuestran que la Unión Europea es un proyecto que no ha podido cohesionar a las diferentes sociedades que la habitan, afirma el escritor británico Gavin Mortimer en un artículo publicado en 'The Spectator'.
El pasado 10 de septiembre, el Ministerio Federal del Interior de Alemania notificó a la Comisión Europea (CE) el establecimiento de controles fronterizos terrestres durante los próximos seis meses, una noticia que dio la vuelta al mundo debido a que en los últimos años ese país había sido mediadamente laxo con un tema como la migración.
Aquella decisión, tomada tras dos atentados terroristas ocurridos en territorio alemán el mes pasado, ya comenzó a generar preocupaciones al interior de la región europea, donde los partidos de corte nacionalista, a menudo muy críticos con las frágiles políticas migratorias europeas, ganan cada vez mayor popularidad.
Por ello, Gavin Mortimer sugiere que el endurecimiento de las políticas migratorias alemanas es una especie de respuesta necesaria que tuvo que dar el Gobierno de Olaf Scholz ante la reciente victoria del partido Alternative für Deutschland (AfD) en las elecciones estatales de Turingia.
El autor subraya que esa victoria fue el más reciente triunfo en Europa de partidos calificados como populistas, de extrema derecha, nacionalistas o simplemente desilusionados con la Unión Europea (UE).
"Otra descripción podría ser que son los partidos de los desilusionados, votantes que no ven en la Unión Europea más que un proyecto fracasado que les ha empobrecido y puesto en peligro", sostiene Gavin Mortimer.
El analista considera que la inmigración irregular ha provocado un deterioro de la cohesión social en algunas sociedades europeas, mientras la economía del continente no marcha bien, lo que ha provocado que cada vez más gente se aleje de los partidos tradicionales.
"Esta es la razón por la que tantos votantes se han alejado de los partidos tradicionales, ya sea en Francia, Holanda, Italia o Alemania. Ven que su nivel de vida está en declive y que la pobreza, la violencia y el antisemitismo van en aumento", agrega.
Un informe presentado recientemente por Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo y símbolo de la clase tecnócrata europea, revela un difícil panorama para Europa, sobre todo en el ámbito económico y comercial.
Draghi dejó al descubierto lo poco competitiva que se ha vuelto la UE en este siglo. De hecho, admitió tener “pesadillas” sobre el futuro de Europa si no se hace nada para detener lo que describió como la “lenta agonía” del declive económico del continente.
Si Trump quiere la guerra, México no va a quedarse quieto. Ese es el mensaje que parece enviar el Gobierno de Enrique Peña Nieto con el listado definitivo de aranceles en respuesta a las medidas proteccionistas sobre el acero y el aluminio anunciadas por Washington la semana pasada. La Secretaría (Ministerio) de Economía del país latinoamericano ha situado en su punto de mira a un nutrido grupo de productos agroalimentarios, siderúrgicos e industriales de origen estadounidense, con gravámenes de entre un 7% y un 25%.
Este martes, el titular de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo, ha cifrado en 3.000 millones de dólares al año el valor de los productos sujetos a aranceles de nuevo cuño, con una recaudación esperada de 650 millones anuales. En promedio, según los datos de los empresarios que acompañan al Ejecutivo mexicano en la negociación, el llamado cuarto de junto, el 60% de las importaciones mexicanas de los bienes afectados provienen de EE UU. Muchas de ellas, de Estados clave para el Partido Republicano de Trump, que tendrá una dura prueba en las elecciones legislativas de mitad de mandato (midterm) que se celebrarán en seis meses. Estas son algunas claves:
¿Qué productos estadounidenses quedan gravados en México?
En el listado de bienes de origen estadounidense sobre los que pesará el arancel mexicano destacan una decena de alimentos —desde paletas y piernas de cerdo hasta manzanas, frutos rojos o whisky pasando por todo tipo de quesos— sobre los que se aplicará un gravamen del 20%. Esta cifra solo varía en dos casos: algunos productos de origen porcino, que tendrán un arancel del 15%, y el queso fresco y el requesón, sobre los que se aplicará una tasa del 25%. En la industria siderúrgica, México aumentará la carga arancelaria sobre las placas de acero, las chapas laminadas o las varillas. Pero los aranceles van más allá de estos ámbitos: México también gravará otros productos tan dispares como barcos sin motor fueraborda o ventiladores. Un golpe en toda regla para un número no menor de fabricantes estadounidenses.
¿Por qué son sectores clave para Trump?
El magnate republicano basó buena parte de su victoria electoral de noviembre de 2016 en el apoyo de los sectores más conservadores de la América rural. Ahora, México aprovecha para mermar su capacidad exportadora. Los casos del porcino y de la manzana son especialmente significativos. En el primero, porque buena parte de la carne de cerdo que importa México viene de Texas y Iowa, dos Estados clave en la victoria de Trump. En el segundo, porque cinco de los 10 principales productores de esta fruta —Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte, Ohio e Idaho— también fueron clave en la elección del magnate republicano. Y porque el Estado de Washington, por mucho el mayor productor de manzanas de EE UU, es el lugar de origen de una importante figura del partido conservador: la congresista Cathy McMorris. A Washington, el Gobierno mexicano también le golpea con aranceles sobre otra de sus exportaciones más relevantes: la de embutidos.
En el caso particular del queso, la idea de México es presionar a los productores de Wisconsin y a Texas —otros dos Estados sobre los que Trump cimentó su victoria—, además de a California. "Y en el del whisky, a la zona que más pega es a Tennessee, también bastión republicano", agrega Luz María de la Mora, ex jefa de la Unidad de Negociaciones Internacionales de la Secretaría de Economía. "Ha habido un análisis puntual sobre a quien golpear: es una forma de señalar a la base política de Trump que la política de su presidente puede dañar su bolsillo".
El pasado jueves, poco después de que el Gobierno estadounidense hiciese públicos los aranceles sobre el acero y el aluminio, la organización que reúne a los agricultores estadounidenses en defensa del TLC, Farmers for Free Trade, dejó caer que la medida "abría las compuertas" para "miles de millones de dólares" en tarifas que recaerían sobre sus hombros. Dicho y hecho. Más allá de la afectación sectorial, cualquier arancel mexicano o canadiense —que también se han hecho públicos— es una mala noticia para la economía estadounidense en su conjunto: sus vecinos son el primer o el segundo mayor comprador de los 50 Estados de EE UU. Según los cálculos del Departamento de Agricultura, más de un millón de puestos de trabajo dependen directamente de las ventas al exterior.
¿Cuáles son, en líneas generales, los Estados de EE UU más golpeados?
Texas (de mayoría republicana), California (tradicionalmente demócrata, pero también origen de una de las más numerosas delegaciones republicanas en la Cámara de Representantes) y Alabama (republicano). En el primer caso, por la carne de cerdo y las papas; en el segundo, por la exportación de manzanas y quesos; y en el tercero, por la venta de jamones y paletas porcinas, productos que también se verán sujetos a aranceles. El listado de los cinco Estados que más sufrirán la réplica mexicana lo completan Illinois (que votó demócrata en las presidenciales de 2016) y Michigan (que se inclinó por la opción republicana).
¿Tendrán efecto sobre la inflación en México?
Sí, aunque su impacto no será muy fuerte sobre el índice general por tratarse de un grupo de productos relativamente pequeño. En un país comercialmente tan abierto cualquier encarecimiento de las compras en el exterior supone importar inflación. A este factor se le suma la depreciación del peso frente al dólar —la moneda mexicana cotiza en mínimos de 15 meses—, que también presionará al alza la inflación y pondrá en entredicho la trayectoria a la baja de los últimos meses.
Parte del impacto sobre la inflación se mitigará por la vía de la diversificación: la mejor manera de evitar la subida generalizada de precios es traer de otras naciones —Canadá, España y Países Bajos, entre otros— lo que hoy compras a EE UU. En el caso de la carne de cerdo es relativamente sencillo, con una exención temporal a los aranceles de terceros países, pero en otros productos es una tarea ardua y, sobre todo, de muy largo plazo. "Aun así, el impuesto compensatorio va a afectar al precio de elementos básicos en la canasta básica, que se va a encarecer", apunta Ignacio Martínez, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la UNAM.
¿A qué sectores de la economía mexicana les afectará más el aumento de precios?
Si la siderurgia —localizada, sobre todo, en Monclova (Coahuila) y Lázaro Cárdenas (Michoacán)— fue la industria más golpeada por los aranceles de la semana pasada, la construcción es la que se lleva parte de las contramedidas anunciadas este martes: la varilla de acero es un elemento clave en la construcción residencial y en la última semana su precio minorista ya ha subido un 15% en México en un movimiento de anticipación a los aranceles por parte de los proveedores, según los cálculos de Martínez. México se ha cuidado muy mucho de no tocar al sector automotor, la joya de la corona de la economía nacional con mayores costes de importación de sus insumos.
Los mecanismos de la retirada de EEUU del Tratado de Libre de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) han sido ampliamente explorados, con un consenso de que el presidente Donald Trump sí tiene la autoridad legal para retirarse del acuerdo.
En comparación con los EEUU, Canadá y México tienen procedimientos legales más claros. Aunque los poderes legales para retirarse de los compromisos del TLCAN son muy amplios en los tres países socios, son las limitaciones políticas y económicas las que reducen el alcance de la posible cancelación del TLCAN.
Este Policy Brief examina los procedimientos legales en Canadá y México en el caso de que cualquiera de los países decida retirar o terminar el TLCAN.
During his run for President of the United States, Mr. Trump called the North American Free Trade Agreement (NAFTA), “the worst trade deal ever approved by this country”. His target is Mexico, which runs a $ 50 billion surplus of trade in goods and services with the United States. Trade with Canada, the third NAFTA party, is essentially balanced. However, NAFTA’s provisions cannot be changed without affecting Canada and without Canada’s consent, and the Foreign Ministers of Canada and Mexico have declared that they want the new NAFTA to be negotiated trilaterally, not bilaterally as Mr. Trump prefers.
Irrespective of procedure, negotiations between the United States and Mexico will cover issues that go beyond those of a typical trade agreement. Among likely topics to be discussed are migration, remittances, the treatment of Mexicans residing in the United States, security, illegal traffic, and modalities for building a wall along the 2000-mile border, and who will pay for it.
Even if NAFTA remains a narrowly defined trade agreement between Canada, Mexico and the United states, the possibility of side agreements and of making trade-offs across the broader set of issues on which the countries must collaborate will influence the outcome of the trade negotiations. There are many possible scenarios that describe how the new chapter of the NAFTA story will unfold. To start with, legal scholars are divided as to how much Mr. Trump can do to dismantle NAFTA without ratification in Congress. As Mr. Trump has threatened to do, the United States could impose a large tariff on Mexico unilaterally. However, that would violate not only the rules of NAFTA but also those of the World Trade Organization (WTO), of which both Mexico and the United States are members.
A scenario where the United States withdraws unilaterally not only from NAFTA but also from the WTO would have severe consequences for the United States’ global economic and security interests. Although Mr. Trump has at times been dismissive of the WTO (as he has at different times been dismissive of NATO, the EU, the United Nations, the American media, the American courts, and the American Intelligence services), the Republican dominated US Congress has already signaled in various contexts that it will not support this option.
For example, when Mr. Pena Nieto, President of Mexico, cancelled a state visit following a provocative tweet by Mr. Trump, and the U.S. President’s press spokesman intimated that a large increase in tariffs against Mexican imports was being considered to pay for the border wall, there was an uproar in Congress and the statement had to be walked back. It is also possible that Mr. Trump, confronted with strong opposition in Congress and from business interests and the legal complexities of undoing NAFTA, will demur, or be content with cosmetic changes. But the record so far argues against underestimating his resolve. Also possible is a scenario where the Trump administration commits enough errors that the President’s political capital is irreversibly eroded. We will not consider any of these extreme scenarios further, even though they cannot be excluded.
Instead, we will focus on three more plausible scenarios for a new NAFTA, which is sometimes referred to as NAFTA 2.0. The first scenario, which I call NAFTA 0.9, describes an agreement which includes some novel enhancements, but also entails important new restrictions to address Mr. Trump’s concerns. On net, under NAFTA 0.9, the parties end up with somewhat less open trade.
The second scenario, which is more likely, I call NAFTA 0. This describes a breakdown of negotiations and a return to trade at arms-length under WTO rules between Mexico and the United States, while a separate deal is sooner or later negotiated with Canada.
The third scenario, which I call NAFTA/BAT is one where NAFTA remains little changed but the US Congress enacts a Border Adjustment Tax (BAT) whose effect – if the BAT takes the form currently assumed – is the same as a tariff and export subsidy applied to all trade of the United States, not just to trade with the NAFTA parties. The NAFTA/BAT scenario is the worst of all three in terms of its welfare effects on the NAFTA parties and on the rest of the world. However, at the time of writing (mid-February 2017), the outlook for BAT – in whatever form – is clouded in uncertainty.
In the rest of this note, we analyze the consequences of NAFTA 0.9, NAFTA 0, and NAFTA/BAT in turn. We conclude with a section on how other countries should react.
Trade in goods and services within NAFTA is largely free. Exceptions include a small number of goods, such as imports of dairy into Canada, and two important service sectors, namely telecoms and transportation. One possibility to broaden and deepen the existing agreement would be to tackle these remaining sectors while also building on the text of the Trans Pacific Partnership, which Mr. Trump recently jettisoned. Several sections of the TPP text envisage disciplines that go beyond NAFTA and are in a direction consistent with the interests of the United States.
Beatriz Leycegui and I examined these NAFTA + provisions of TPP in an article published by the Wilson center and in the Spanish edition of Foreign Affairs. The NAFTA+ aspects of TPP include broader, deeper, and more enforceable provisions on Intellectual Property, ECommerce, State Owned Enterprises, Investor State Dispute Settlement, and Labor and Environmental standards.
The new US Trade team may insist on strengthening some of these provisions further, for example by pushing for a better enforced and higher minimum wage in Mexico. In addition, there is an extensive North-American deeper integration agenda that TPP only touches on but which could be part of a new NAFTA agreement. This would include infrastructure and process improvements at the Border (“The 21st century border”), and regulatory cooperation (mutual recognition of standards). As a recent study by the Council on Foreign Relations recommended there is also much to do to step up energy collaboration across the North-American continent.
Negotiators may decide to place these agendas on the table, and all three parties may be interested in pursuing them. However, US negotiators will also be compelled to address the agenda implicit in Mr. Trump’s election manifesto: to reduce the trade deficit with Mexico, to impede foreign investment in Mexico for export to the US, to encourage job reshoring to the United States, and to raise revenue that can help pay for a wall along the Mexico-United States Border. The large devaluation of the Mexican Peso over the last year (itself in part a result of anxiety about the future of NAFTA) will make that agenda even more pressing.
Mexico has already rejected paying for the border wall, and Mexican negotiators are unlikely to concede much ground without getting something in return, and nor would Mexico’s domestic politics allow it. American, Mexican and Canadian negotiators could – instead – agree to make rules of origin more restrictive to prevent import of parts from Asia and Europe, raising barriers against third parties while providing increased export opportunities to each other. They could also agree to lower the threshold for safeguards against import surges.
Although Mexico has ruled out increases in tariffs, it may be convinced to allow the US to raise its tariffs from zero to 2-3%, the maximum allowed under US WTO MFN applied tariff obligations, while Mexico does the same. Canada would also have to agree to a new tariff schedule, and new complications would arise to identify origin in the Americas.
Even a small increase in tariffs would strip NAFTA of much of its meaning and would have to overcome strong opposition from lobbies in Congress. Such an outcome would not make much of a dent in the United States’ bilateral trade deficit with Mexico anyway. The deficit is more likely to widen than to narrow, given the lower Peso and the fiscal stimulus envisaged in Mr. Trump’s program. The difference in objectives among the parties is so large that negotiations may break down altogether.
Under this scenario, Mexico and the United States revert to trading with each other on an MFN basis. This would deal a very severe blow to the Mexican economy, but the adverse effects on segments of the United States economy would also be weighty. Even though the United States buys far more from Mexico than Mexico buys from the United States, the relationship is not as one-sided as Mr. Trump and some on his team appear to believe.
Mexico depends on the United States for 80% of its exports and $ for 25 billion of migrant remittances but the United States depends on Mexico, too. The United States’ exports to Mexico amounted to $ 267 billion in 2015, making Mexico its second largest export market after Canada.
Moreover, some 40% of US imports from Mexico consist of parts and raw materials produced in the United States and processed in Mexico. So a tariff on Mexico is a tariff on US producers as well. These aggregates are impressive but they understate the political and economic consequences of NAFTA’s end because they are very unequally distributed across firms, localities and families in the United States.
Among the most affected would be the integrated automotive companies, with production chains spanning across North America, Europe and Asia, corn, soybean and pork farmers which export to Mexico, and States such as Texas, which boasts the largest exports of any US State, 37% of which are destined to Mexico. The U.S. Department of Commerce estimates that 1.1 million American jobs depend directly on US exports to Mexico. Various other estimates suggest that 4-5 times as many jobs depend indirectly on exports to Mexico.
Two-way trade flows tell only a part of the story of the deep interdependence of the two nations: the revenues of affiliates of US service companies in Mexico, such as Wal Mart for example, exceed 40 billion $ a year. The revenues of US manufacturers which produce goods in Mexico and sell in Mexico are not reported in the trade statistics but are also big.
US FDI in Mexico exceeds $100 billion. Beyond the narrow economics, the relationship with Mexico is among the most important for national security. If US Mexico collaboration along the border were to cease, the risk of terrorist infiltration would increase, and policing drug trafficking, money laundering, illegal immigration from Mexico and Central America, and the smuggling of goods and weapons would become harder.
Suppose NAFTA negotiations did break down and NAFTA was dissolved. Then the US would have to raise Tariffs on Mexico to its WTO MFN applied level, which is 3% on average. In contrast, Mexico would be legally obligated to raise its tariff to 8% on average, and to 20% on agriculture, to remain WTO compliant. These tariff changes would be sufficient to disrupt production chains across the continent and to inflict substantial harm to farming interests, causing a political backlash against the new administration. And, given the limited room available for the United States to raise tariffs, the effect on Mexican exports would be small. So, even under this dark scenario it is far from clear that tangible progress would be made in reducing the bilateral trade deficit with Mexico.
It is worth noting that – based on the MFN tariffs and current trade patterns – the new tariff revenue accruing to Mexico from levying tariffs against the United States would be about $10 billion $ larger than the tariffs that Mexican exporters would pay to US Customs. American exporters would also suffer large preference erosion on Mexican markets, since, excluding NAFTA, Mexico has FTAs with 43 countries, including the countries that form the European Union and Japan, which are the United States’ most direct competitors across a wide range of sectors.
The collapse of NAFTA may also encourage Mexico to pursue or deepen FTAs with others, such as TPP signatories Australia and Thailand, or with Argentina and Brazil (Mercosur), placing US farmers at severe disadvantage. Meanwhile, US firms impeded from investing and buying in Mexico will not necessarily buy in the US, but instead replace imports from Mexico with those from low-wage Asia and from other countries in Latin America. Unless, that is, the United States makes all imports more expensive by imposing a Border Adjustment Tax.
The BAT is part of a much broader tax reform plan espoused by House Republicans and which entails lowering the corporate income tax from 35% to 20% and changing the way corporate income tax is calculated (See Freund, 2017, for a summary of a conference on the BAT recently held at the Peterson Institute). Under the BAT proposal, the cost of imported inputs will no longer be deducted from a company’s revenue to calculate income tax, while, at the same time, the revenue accrued from exports will no longer be included in a company’s total revenue.
So, Importers will pay much more income tax. A US based automobile producer that imports parts from Mexico or Canada would have to raise the price of its cars and source more of his components in Alabama instead. US Exporters would also pay much less income tax. A corn farmer in Kansas could lower prices on world markets and displace a Mexican farmer in Oaxaca, while a dairy producer in Wisconsin could displace one in Quebec.
Under BAT, this scenario would unfold regardless of the shape a new NAFTA might take. NAFTA could stay exactly as it is, and the BAT revenue associated with Mexican exports to the United States (about $ 50 billion a year based on current trade patterns and taking the form of increased corporate income taxes on US companies that import from Mexico) would more than cover the cost of subsidizing US exporters selling in the Mexican market (in the form of a $40 billion a year corporate income tax break), while allowing $ 10 billion a year left over for other purposes, including to defray the cost of building a border wall.
It appears inevitable that the BAT – if it takes the shape described above- will be challenged and found to be in violation of the WTO, since it represents, to all purposes, both a 20% tariff and a 20% export subsidy. The BAT would hurt all the United States’ trading partners, and so the value of US exports that could be covered by potential WTO sanction is an order of magnitude larger than anything the appellate body has imposed before.
The proponents of BAT see it as leveling the playing field with countries that have adopted VAT, some 160 countries including Canada and Mexico, and which apply VAT to imports but exempt exports. But this view is mistaken and reflects a failure to understand how VAT works. The VAT is a tax on consumption and its effect on consumer behavior and on producers is neutral with respect to both exports and imports. Consumers pay the same VAT whether they consume domestic or imported goods.
Producers do not bear the burden of the VAT (they act merely as tax collectors) and so are indifferent on whether they sell at home or abroad. The economic effect of the VAT is the same as that of Sales Taxes as applied in the United States. It is true that a consumer in Mexico or in Nova Scotia (Canadian provinces apply different VAT rates) will pay more VAT than an American consumer will pay sales tax, but that is entirely a choice for the United States to make. Sales taxes could be raised or a VAT could be introduced while remaining entirely WTO consistent.
The proponents of BAT also argue that it is not discriminatory against foreign producers because the dollar will appreciate to exactly offset it. While I believe some US dollar appreciation is likely to occur sooner or later if the BAT is enacted, no one can predict when and how much. This is true of all currencies that are free-floating, but is even more evident in the case of the US dollar, the world’s reserve currency. The value of the US dollar over any defined time interval is determined by asset preferences (holdings of physical assets, securities and cash) far more than by trade flows.
Factors such as growth prospects, expectations with respect to monetary policy, political risk, and expectations about the future trends in global energy markets will all play a role in setting next year’s US Dollar exchange rate. Since 2015, the US dollar has appreciated sharply against the Peso and the Canadian $ even though there have been no material changes in trade and tax policies. Conversely, whether BAT is enacted or not, many scenarios are imaginable where the dollar depreciates again aggravating the distortion.
There are numerous other criticisms the can be levied against the BAT idea which relate to its effect on the United States’ high income inequality (consumers will bear the burden), its reliability as a source of revenue (it depends on the size of the US trade deficit), and its systemic effects (it would imperil the WTO’s capacity to discipline tariffs and subsidies). But what most concerns us here is the likelihood that it will pass the political hurdles that stand in its way in the United States.
Although the BAT has run into strong opposition by importers such as retailers and oil refiners, the political momentum behind it is strong. Large exporters are only one part of the constituency in favor of BAT. Not only does the BAT appeal to the new administration’s protectionist sentiment, the border tax is also needed to fund the large infrastructure program that Mr. Trump has promised. A broad cross-section of businesses and individuals support the corporate and income tax cuts that the tax reform package envisages, and of which BAT is only one part.
The BAT will have the largest adverse effect on Canada and Mexico, but it will also affect all other United States’ trading partners. It will introduce economic distortions and an anti-trade bias which is worse for the United States, Canada and Mexico than the NAFTA 0.9 and even NAFTA 0 scenarios.
Policy implications for trading partners of the United States The EU has already announced that they are preparing a challenge to the BAT in the WTO. Canada and Mexico should make clear from the outset that they will challenge the BAT, if enacted, under NAFTA rules as well as join the EU in its WTO challenge. If the United States persists with BAT regardless, all the United States’ large trading partners should not wait for the WTO to resolve the dispute, which could take many years. Instead, they should enact countervailing duties to the United States’ export subsidies, which the United States may then challenge in the WTO.
At the same time, Canada and Mexico should apply their best efforts to negotiate a NAFTA 0.9 agreement, which may provide Mr. Trump with political cover to backtrack from his protectionist intentions. If negotiations fail, Canada and Mexico’s interests may diverge, and while Canada can negotiate a bilateral free trade agreement with the United States that only slightly modifies NAFTA, Mexico will find it much harder to make a deal. In that case, Mexico should be prepared to revert to trading with the United States at arms-length with the United States, implying that the United States will confront Mexico’s much higher MFN tariffs.
The NAFTA outcomes have important and complex bearing on the trade interests of numerous third parties. Most important but least quantifiable is the impetus given to protectionist interests around the world by the example of the United States, the world’s largest economy and the architect of the Bretton Woods System. As already mentioned all countries will be affected by the enactment of BAT. By contrast, the immediate effect on third parties will be least in the NAFTA 0.9 scenario.
More restrictive rules of origin will hurt Asian and European suppliers of parts to producers across North-America which export in the NAFTA space. An agreement to raise tariffs to the United States’ applied MFN level, will mitigate the restrictive effect of rules of origin on third parties and will also reduce the margin of preference enjoyed by NAFTA producers. But it will hurt European and Japanese factories based in the NAFTA space.
Under nearly any scenario, it is quite likely that Canada and the United States will continue to operate under a NAFTA-like bilateral trade agreement. In the event of a NAFTA 0 scenario, however, third-party investors with factories in Mexico, as well as those with factories in the United States that buy and sell components to affiliates in Mexico will be badly hurt. However, so long as the United States remains within its WTO-agreed MFN applied and bound tariffs, there will be little legal basis to challenge US policies.
Under any scenario, it is important that Canada and Mexico step up their already considerable efforts to consolidate their ties with the world’s other trading blocks, beginning with the European Union with which Mexico has a trade agreement and Canada has concluded one pending ratification. Ties should also be strengthened with China, Japan, India, Brazil, Indonesia, Russia and Argentina to name some of the largest trading nations that compete with the United States and are complementary to Canada and Mexico.
The objective should not only be to strengthen bilateral ties, and provide a backstop to a possible retreat of the United States, but also to establish a coalition to support the WTO and the expanding network of free trade agreements that constitute one of the world’s most valuable public goods, the multilateral trading system.
Over the last four decades, growing concentration of market power in the hands of oligopolies, if not monopolies, has been greatly enabled by ostensibly neo-liberal reforms, worsening wealth concentration and gross inequalities in the world.
The ‘counter-revolution’ against Keynesian and development economics four decades ago, which inspired the Washington Consensus, claimed to promote economic liberalization, including market competition, but strengthening property rights entitlements, especially for intellectual property, has been far more important.
Such oligopolistic and monopolistic trends have recently accelerated in much of the world, while already feeble anti-trust efforts have lagged far behind. Over a century after US President Teddy Roosevelt’s anti-trust initiatives, with the neoliberal rhetoric of recent decades, many all over the world still have great expectations of similar US reform initiatives.
Privacy legislation for?
Responding to the ‘big data’ controversy, Apple CEO Tim Cook’s recent Timemagazine opinion called for US privacy legislation informed by four principles for user rights: first, corporations should collect as little user data as possible; second, users should know what data has been collected and why; third, users should be able “to access, correct and delete [their] personal data”; and fourth, data should be secure, “without which trust is impossible”.
Cook has also proposed a US Federal Trade Commission (FTC) ‘data-broker clearinghouse’, with all entities handling data required to register so that the public can track how their data has been sold, and delete their own, if they so choose.
While national privacy legislation should include these principles, the proposals do not recognize that transparency and post hoc control do not address some of the worst dangers posed by online platform monopolies such as Google and Amazon.
Their monopolistic market power implies that users are often not really able to exercise their notional rights to privacy. For example, without a realistic alternative to Google’s search function, people have little option but to provide personal information about themselves, especially when their work or participating in society requires them to use Google.
Effective privacy legislation thus requires regulating such corporations so that they no longer have any incentive to exploit user data. As Cambridge Analytica whistle-blower Christopher Wylie has suggested, “We should take a step back from this narrative of consent and start to look at the fact that people don’t have a choice.”
Digital public policy?
Facebook and Google are able to collect considerable personal data, enabling them to secure monopoly profits by renting their platforms and data to third parties.
These third parties can then use the Facebook and Google platforms and their vast personal data troves to manipulate what individual users see, read, think and buy. Google thus earned some US$95 billion, while Facebook earned about US$40 billion in 2017 alone.
Appropriate public policy can make this business model far less lucrative. The US has previously used various ‘common carriage’ rules to limit or prevent railways, telecommunication companies and other monopolistic owners of essential infrastructure from discriminating among different users.
For example, AT&T was not allowed to set different rates or terms of service for different people based on what it could learn about their personal lives. Applying similar rules to Google, Facebook and Amazon now would reduce much of their incentive to collect, use, sell or rent personal data by limiting their means to profit from thus using such information.
To be sure, Apple also benefits from the Google and Facebook business models. In 2018, Google paid Apple US$9 billion to become the default search engine on Apple products, while Goldman Sachs expects such payments to increase to US$12 billion in 2019.
US reforms today
The US-based Open Markets Institute (OMI) has proposed new laws to overrule pro-monopoly judicial precedents and to empower employees, consumers and small businesses against abuses by large monopolies.
Accordingly, the OMI has proposed four measures to the US Congress’ Judiciary Committee: first, investigate growing concentration in and control of specific industries; second, conduct hearings on the relationship of such concentration to political corruption; third, educate the public about what it describes as the national ‘monopoly crisis’; and fourth, advocate anti-monopoly policies and principles with other Congressional committees and federal agencies.
The OMI recommends starting with pharmaceuticals, hospital fees, dominant platforms, advertising, labour, inequality, agriculture, other FTC priorities, the US Justice Department’s Antitrust Division, trade and national security.
Developing countries?
However, it is doubtful that the rest of the world, especially developing countries, can count on US policy reforms to protect, let alone advance their best interests, whether in terms of development or even, appropriate competition policy.
Given the limited size of most developing economies, a single minded obsession with competition may well undermine the likelihood of achieving economies of scale and international competitiveness, both important for accelerating economic development.
Size matters, and what may be appropriate for large economies may not be appropriate for smaller national economies. Furthermore, the limited jurisdiction of US legislation is likely to encourage corporations to engage in regulatory arbitrage abroad to their own advantage.
In any case, even if US lawmakers and regulators are able to protect and advance the US public interest through appropriate and effective regulatory policy, there is little reason to assume that the best interests of others will be best served by the effective exercise of US regulation
CAMBRIDGE – Las siete décadas que transcurrieron desde el fin de la Segunda Guerra Mundial fueron una era de acuerdos comerciales. Las principales economías del mundo estuvieron en un estado perpetuo de negociaciones sobre comercio y concluyeron dos acuerdos multilaterales importantes a nivel global: el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT por su sigla en inglés) y el tratado que estableció la Organización Mundial de Comercio. Por otra parte, se firmaron más de 500 acuerdos comerciales bilaterales y regionales -la gran mayoría de ellos desde que la OMC reemplazó al GATT en 1995.
Las revueltas populistas de 2016 casi con certeza pondrán fin a esta actividad frenética de firma de acuerdos. Si bien los países en desarrollo pueden aspirar a implementar acuerdos comerciales más pequeños, los dos principales acuerdos sobre la mesa, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por su sigla en inglés) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI), están prácticamente muertos luego de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
No deberíamos lamentar su muerte.
¿Qué propósito sirven realmente los acuerdos comerciales? La respuesta parecería obvia: los países negocian acuerdos comerciales para alcanzar un comercio más libre. Pero la realidad es considerablemente más compleja. No es sólo que los acuerdos comerciales de hoy se extienden a muchas otras áreas de políticas, como la salud y las regulaciones sobre seguridad, las patentes y los derechos de propiedad intelectual, las regulaciones para cuentas de capital y los derechos de los inversores. Tampoco resulta claro si realmente tienen mucho que ver con el libre comercio.
La argumentación económica estándar para el comercio es doméstica. Habrá ganadores y perdedores, pero la liberalización comercial agranda el tamaño de la torta económica en casa. El comercio es bueno para nosotros y deberíamos eliminar cualquier impedimento por nuestro propio bien -no para ayudar a otros países-. De modo que el comercio abierto no requiere ningún cosmopolitanismo; sólo precisa los ajustes domésticos necesarios para asegurar que todos los grupos (o por lo menos los políticamente poderosos) puedan participar en los beneficios generales.
Para las economías que son pequeñas en los mercados mundiales, la historia termina aquí. No tienen ninguna necesidad de acuerdos comerciales, porque el libre comercio, por empezar, los favorece (y no tienen poder de negociación frente a los países más grandes).
Los economistas ven una justificación para los acuerdos comerciales para los países grandes porque esos países pueden manipular sus términos de comercio -los precios mundiales de los bienes que exportan e importan-. Por ejemplo, al imponer un arancel a las importaciones, digamos, de acero, Estados Unidos puede reducir los precios a los que los productores chinos pueden vender sus productos. O, al gravar las exportaciones de aviones, Estados Unidos puede aumentar los precios que los extranjeros tienen que pagar. Un acuerdo comercial que prohíba estas políticas proteccionistas puede ser útil para todos los países porque, de no existir, todos podrían terminar colectivamente perjudicados.
Pero es difícil cuadrar este razonamiento con lo que sucede con los acuerdos comerciales reales. Aunque Estados Unidos imponga aranceles a las importaciones de acero chino (y muchos otros productos), el motivo no parece ser reducir el precio mundial del acero. Librado a sus propios medios, Estados Unidos preferiría subsidiar las exportaciones de Boeing -como lo ha hecho a menudo- que gravarlas. Por cierto, las reglas de la OMC prohíben los subsidios a las exportaciones -que, en términos económicos, son políticas que benefician a todos- sin aplicar restricciones directas a los impuestos a las exportaciones.
De manera que la economía no nos ayuda mucho a entender los acuerdos comerciales. La política parece un camino más alentador: las políticas comerciales de Estados Unidos en materia de acero y aviones probablemente encuentren una mejor explicación en el deseo de los responsables de las políticas de ayudar a esas industrias específicas -que tienen una fuerte presencia lobista en Washington- que en sus consecuencias económicas generales.
Los acuerdos comerciales, suelen decir quienes los proponen, pueden ayudar a controlar este tipo de políticas ineficientes haciendo que a los gobiernos les resulte más difícil dispensar favores especiales a industrias con conexiones políticas. Pero este argumento tiene un punto ciego. Si las políticas comerciales están esencialmente diseñadas por el lobby político, ¿acaso las negociaciones de comercio internacional no estarían también a merced de estos mismos lobbies? ¿Y pueden las reglas comerciales redactadas por una combinación de lobbies domésticos y extranjeros, en lugar de sólo lobbies domésticos, garantizar un mejor resultado?
Sin duda, los lobbies domésticos tal vez no obtengan todo lo que quieren cuando tienen que lidiar con lobbies extranjeros. Una vez más, los intereses comunes entre los grupos industriales de diferentes países pueden derivar en políticas que consagran la captación de renta a nivel global.
Cuando los acuerdos comerciales giraban en gran medida en torno de los aranceles a las importaciones, el intercambio negociado de acceso a los mercados en general producía menores barreras a las importaciones -un ejemplo de los beneficios de los lobbies que actúan como contrapesos mutuos-. Pero también existen muchos ejemplos de connivencia internacional entre intereses especiales. La prohibición de la OMC a los subsidios a las exportaciones no tiene una explicación económica real, como ya dije anteriormente. Las reglas sobre anti-dumping también son explícitamente proteccionistas en su intención.
Estos casos perversos han proliferado más recientemente. Los acuerdos comerciales más nuevos incorporan reglas sobre "propiedad intelectual", flujos de capital y protecciones a la inversión que están esencialmente destinadas a generar y preservar las ganancias de las instituciones financieras y las empresas multinacionales a expensas de otros objetivos políticos legítimos. Estas reglas ofrecen protecciones especiales a los inversores extranjeros que suelen entrar en conflicto con regulaciones sobre salud pública o medio ambiente. Hacen que a los países en desarrollo les resulte más difícil acceder a la tecnología, gestionar los flujos de capital volátiles y diversificar sus economías a través de políticas industriales.
Las políticas comerciales impulsadas por un lobby político e intereses especiales domésticos son políticas proteccionistas. Pueden tener consecuencias proteccionistas, pero ese no es su motivo. Reflejan asimetrías de poder y fallas políticas al interior de las sociedades. Los acuerdos comerciales internacionales pueden contribuir sólo de manera limitada a remediar estas fallas políticas domésticas, y a veces las agravan. Para abordar las políticas proteccionistas hace falta mejorar la gobernnacia doméstica, no establecer reglas internacionales.
Tengamos esto en mente cuando lamentamos la muerte de la era de los acuerdos comerciales. Si administramos bien nuestras propias economías, los nuevos acuerdos comerciales serán esencialmente redundantes.
América del Norte es una región integrada energéticamente, en especial tras la firma del TLCAN donde se profundizaron las políticas de libre mercado en México. La seguridad energética opera conjuntamente alrededor del petróleo, pese a las profundas asimetrías. En Estados Unidos y Canadá las compañías petroleras son de propiedad privada, mientras en México la empresa petrolera (PEMEX) es del Estado y, desde 1982, es el principal contribuyente fiscal. Esta nota analiza la centralidad del petróleo en la región como un factor que ralentiza el cambio de la matriz energética.
La seguridad energética de los tres países se puede definir como la seguridad de América del Norte y gira en torno a Estados Unidos. El petróleo es central para el poder estadounidense y para el llamado “estilo de vida americano”. Desde su ascenso como potencia tras la Primera Guerra Mundial, ha requerido de los hidrocarburos por dos razones: mantener una robusta base industrial y productiva, y hacer funcionar a sus ejércitos en cualquier parte del globo. Por ello, Washington considera los combustibles fósiles como una cuestión de seguridad nacional con innumerables impactos en su política exterior.
El concepto de seguridad energética tuvo sus orígenes en 1973 cuando los países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decidieron imponer un embargo a los países occidentales y el precio pasó de los 20 a los 60 dólares por barril. La seguridad energética fue definida como la disponibilidad interrumpida de fuentes de energía a precios asequibles, lo que derivó en la diversificación de su suministro a países no miembros de la OPEP como Canadá y México.
Con la incorporación de las energías renovables, y la fuerza que adquirió el discurso de protección del medioambiente. Las energías eólica, solar, sumadas a las existentes hidroeléctrica, nuclear, geotérmica, permitió reducir las vulnerabilidades de suministro. Al mismo tiempo Estados Unidos pasó de ser un importador de petróleo a un exportador neto, de 5 millones de barriles diarios a 13 el 2023, convirtiéndose en el mayor productor en el mundo. La inclusión de técnicas contaminantes como el fracking y la extracción de hidrocarburos a partir de las arenas bituminosas y el gas de lutita generó un aumento considerable en su producción asegurándole la energía. Dicho encuadre le permite inponer sanciones a los países exportadores de petróleo y prohibir su entrada al mercado, y usar de este modo el petróleo como un arma de política exterior. El resultado contradictorio fue el desarrollo de un mercado de hidrocarburos entre los países sancionados y la RP China a precios de sanción (60 dólares por barril) pagado en yuanes, lo que ha presionado a la baja del precio del petróleo en occidente.
Fuentes de la Matriz Energética de América del Norte, 2022
Fósiles
Renovables
Canadá
75.51%
24.49%
Estados Unidos
81.81%
18.19%
México
88.76%
11.24%
Fuente: AIE.
Existe una concentración en el uso de energías fósiles en América del Norte en orden ascendente de Canadá a México (ver tabla). Desde 75% en Canadá hasta 88% en México. Renovables incluye nuclear, hidroeléctrica y biomasa además de alternativas. Paradójicamente, a pesar de ser de país petrolero, México depende de las importaciones de hidrocarburos desde Estados Unidos para suplir su demanda energética. Estados Unidos le provée el 95% de todo el gas natural y petróleo refinado que se importa. El consumo final de energía en América del Norte está distribuido de la siguiente forma: 84.16% por EE.UU, 10.45% por Canadá y 5.39% por México.
Usos de la matriz energética de América del Norte 2022
Consumo final por sector
EE.UU.
Canadá
México
Agregado
Industria
18.05%
23.96%
31.00%
19.36%
Transporte
39.22%
29.50%
36.57%
38.06%
Residencial
17.29%
16.67%
19.61%
17.35%
Comercio y servicios públicos
13.53%
14.20%
3.78%
13.08%
Agricultura / forestal
1.25%
3.59%
3.12%
1.59%
No-especifcada
0.67%
0.03%
1.84%
0.67%
Uso no energético
9.99%
12.05%
4.09%
9.89%
Total
100.00%
100.00%
100.00%
100.00%
Fuente AIE
La distribución sectorial coloca al sector transporte como el mayor usuario de energía con 38% promedio de la energía consumida en América del norte, seguido del sector industrial con 19%, residencial con 17% y comercio y servicios públicos con 13%.
Los oleoductos que conectan los tres países indican una política de seguridad energética regional de América del Norte, centrada alrededor de EEUU y no una política de seguridad energética nacional de cada país. La fuente es petróleo y el uso mayor es transporte privado, público y de carga. El cambio de la matriz energética implicaría una coordinación entre las tres economías para abandonar el petróleo. En conclusión, la transición energética está ralenitzada por la centralidad de los combustibles fósiles, responsables de la generación de la mayor parte de la energía en la región.
En las últimas dos décadas, la producción de automóviles en el mundo ha cambiado gracias a la mayor participación del continente asiático y al desplazamiento radical de Estados Unidos y la Unión Europea como principales productores. En el año 2000, Estados Unidos y Europa representaban el 68,7% del total de la producción mundial de automóviles, pero en 2022 esta cifra se habrá reducido al 39,96%. Por su parte, Asia-Oceanía ha pasado del 30,75% al 58,84%. ¿Qué incentivos específicos ha ofrecido el Gobierno chino para fomentar la producción y venta de automóviles? ¿Cómo han conseguido las marcas chinas ganar cuota de mercado en América Latina? ¿Existen posibles inconvenientes o críticas a la mayor presencia de la producción y venta de automóviles chinos en América Latina?
Según datos de la Organización Internacional de Constructores de Automóviles (OICA), la producción mundial de vehículos de motor creció un 45,84% entre 2000 y 2022. Sin embargo, su desarrollo es diferenciado; mientras Europa y América redujeron su participación con tasas decrecientes de 20,02% y 10,21%, respectivamente, Asia-Oceanía creció 179,01%.
Aunque México y Brasil experimentaron un crecimiento de la producción de automóviles, Estados Unidos y la Unión Europea no consiguieron mantener el ritmo de fabricación, por lo que durante el periodo mencionado disminuyeron. Contrasta con China, que tuvo un crecimiento del 1205,9% entre 2000-2022. El volumen de producción del país asiático, desde 2008, superó al de Estados Unidos y, en 2010, al de la Unión Europea. En 2022 producirá más coches que ambos juntos.
El Consejo de Estado desarrolló en 2012 políticas de industrialización que favorecen su producción tradicional de automóviles y se esforzó especialmente en mejorar los vehículos de nueva energía (NEV) para promover la energía verde. El Plan de Desarrollo para la Conservación de la Energía y la Industria de Vehículos de Nuevas Energías 2012-2020 coordina los objetivos para el desarrollo de NEVs entre las agencias. El Gobierno chino estableció en 2013 un comité interministerial dirigido por el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información para coordinar el desarrollo industrial. Su éxito en los últimos años se debe a los incentivos gubernamentales, entre los que destacan las subvenciones, los incentivos fiscales, el acceso a la producción y la supervisión del mercado.
La OICA establece dos categorías para englobar todos los vehículos: turismos y comerciales. Según datos de la CAAM, en 2022 China produjo 26,9 millones de automóviles, de los cuales el 88,2% son turismos y el 11,8% vehículos comerciales. De la producción total, 7,0 millones son coches eléctricos, de los cuales el 95,14% pertenecen a turismos y el 4,86% son vehículos comerciales. En el mismo año, Tesla produjo algo más de 400.000 coches.
En 2022, el país asiático exportó aproximadamente 3.105.000 vehículos, de los cuales el 21,74% eran eléctricos. Este aumento en la producción ha permitido a China insertar sus productos en más mercados, entre ellos México, en América Latina.
De acuerdo con datos del INEGI, en 2012, las automotrices chinas no tenían participación de mercado en México; sin embargo, para 2022, cuatro empresas chinas -MG Motor, Chirey, JAC y Motornation- concentraron 7.26% de las ventas de vehículos en el país. Esto ha significado que las diez principales empresas (principalmente japonesas y estadounidenses) que venden vehículos ligeros cayeron de 92.69% a 77.03% del mercado en diez años.
Un artículo de MUNDO ASIA PACIFIC MAGAZINE menciona que las marcas chinas en el mercado chileno tenían una cuota que no superaba el 2% en 2007 y pasó al 16% en 2020, siendo MG, Chery, Changan, JAC y Great Wall las marcas más vendidas. Por otro lado, en el segmento de vehículos ligeros, las marcas chinas en Perú han alcanzado una cuota del 15% en 2020. Finalmente, según un artículo de La Nación de Buenos Aires, en 2012, dos marcas chinas en Argentina representaban el 5% de las ventas totales; sin embargo, para 2022, aumentó a 11, y sus ventas comprendían el 27,5% del mercado.
Finalmente, gracias a los incentivos que el gobierno chino ha brindado en la última década, su producción de automóviles ha logrado desplazar a los países que tradicionalmente dominaban el mercado. Sin embargo, también es importante señalar que su éxito en América Latina se debe al factor precio-calidad y a las estrategias de venta, que incluyen garantías de siete años. Además, la tecnología implementada ha mejorado y emiten menos monóxido de carbono que sus homólogos occidentales. Las marcas chinas están comiendo terreno a un mercado tradicionalmente occidental, junto con las japonesas, surcoreanas e indias, que están desplazando la producción de nuevos vehículos de energías renovables (NEV) de Occidente a Oriente.
The trade war between the US and China began in March 2018 and intensified with new semiconductor tariffs in 2024. The US has pressured Mexico to reduce its ties with China and strengthen them with North America, as it did with the signing of the T-MEC. The renegotiation of T-MEC in 2026 will introduce new conditions. The pressure turned to applying tariffs on 99 per cent of Chinese imports. This article will analyse Mexico's position in the trade war between the two great powers. (For more details, see the OBELA box)
A relationship of subordination exists between Mexico and its northern neighbour. According to Susanna Hast (1) Spheres of influence, a concept in international relations, are a response to the disintegration of the state system and the formation of a global community. In this context, international relations revolve around spheres of influence, where powers recognise each other and small states recognise the hegemon.
Mexico charges 15-25% in tariffs to countries with an automotive industry or do not have a free trade agreement, starting in 2021 and rising. The central countries affected are China, South Korea and India. The Ministry of Economy argues in the decree establishing various Sector Promotion Programmes, published in the Official Journal of the Federation (DOF) on 12 July 2019 based on General Axis III. Economy of the National Development Plan 2019-2024. It establishes in its objective "Promoting economic recovery, the domestic market and employment" to ensure that the economy returns to growth at acceptable rates, that the aim is to protect national industry, it is based on Washington's protectionism for the combustion and electric automotive industry and to prevent the triangulation of these branches to the US market.
Tariffs protect the US economy in the logic of North American security. As Mexico belongs to the sphere of influence of the great US power, it subordinates its trade policy to this relationship because it fears losing its primary export market, foreign exchange, and migrant recipients. Mexico is the leading exporter of migrants on the American continent, measured per 10,000 inhabitants; 97% of Mexican emigrants arrive in the United States (2)
The main products on which Mexico has implemented tariffs published in various DOFs include:
- Steel: There is a 15% tariff on hot-rolled flat steel of Chinese origin, irrespective of the country of origin. The countervailing duty is USD 0.1874 per kilogram for imports of coated flat steel of the exact origin.
- Pre-strengthened wire ropes: tariff of 5% Definitive countervailing duty of USD 1.02 per kilogram.
- Seamless steel pipe: definitive countervailing duty of $1,252 per metric ton.
- High carbon ferro-manganese: 21% countervailing duty in force for five more years, starting 26 September 2018, renewed in 2023.
Table 1 Products concerned and their share | ||||
---|---|---|---|---|
Category |
Tariff (%) I |
As % of Mexico's total imports II |
% of imports from China III |
of US imports IV |
Textiles and Clothing |
15% - 25% |
2.8% |
34% |
23% |
Footwear |
20% - 30% |
0.3% |
39% |
6% |
Toys |
- 20% |
0.7% |
63% |
10% |
Electronics |
5% - 15% |
19.0% |
27% |
21% |
Household appliances |
20% |
16.2% |
24% |
48% |
Wooden furniture |
15% - 25% |
0.5% |
36% |
45% |
Steel and Steel Products |
15% |
5.0% |
17% |
50% |
Tyres |
20% - 30% |
1.4% |
18% |
50% |
Chemicals |
5% - 20% |
7.5% |
49% |
24% |
Automobiles and Parts |
20% |
9.0% |
16% |
47% |
Pork |
20% |
1.0% |
0% |
76% |
Apples |
17% |
0.3% |
0.32% |
79% |
Rice |
10% |
1.5% |
0% |
83% |
Source: OBELA with OEC and DOF data 2021-2024 |
Table 1 shows the percentage that each product represents in Mexico's imports, as well as columns III and IV, the percentage of these imports from China and the US, respectively. Mexico even imposed tariffs on products such as pork and rice imported from the US and not China, although they are not a significant good. Electronics and electrical appliances have a greater weight in imports, the former being dominated by China with 27% and followed by the US with 21%, the latter being dominated by the US, doubling the Chinese percentage. The most affected products are footwear, toys and chemical products.
Historically, the northern neighbour has been Mexico's leading trading partner, reinforced by the North American Free Trade Agreement (NAFTA), the predecessor of the US-Mexico-Canada Agreement (T-MEC). It fostered integration in the region, which has resulted in lower economic growth at the cost of increasing Mexico's vulnerability to changes in the US economy, already exposed on multiple occasions, such as with the 2008 crisis and the decline in economic growth over the past two decades.
Mexico's growing interdependence with China has raised concerns for its northern neighbour, Mexico's leading export destination, due to the significant presence in Mexico's imports from the Asian giant and the vulnerability of supply chains. China is Mexico's second-largest trading partner after the US. Relations in the electronics, automotive and manufacturing sectors have increased, which has led to low economic growth, as shown in Figure 1, due to the lack of backward linkages in Mexico. Since the signing of NAFTA, Canada and Mexico have concentrated their foreign trade with the US, which has been a critical source of intermediate inputs for several production processes. However, the reverse is not necessarily true.
The input-output (IP) model shows the interdependence between the productive branches of an economic and geographical space. Aroche (3) developed an input-output matrix for North America 2005, showing the inter-sectoral exchanges within the production structure, the final demand sub-matrix, and the value added sub-matrix. It concludes that the most developed economy has the most interdependent sectors and branches. Less developed economies are less integrated and more heterogeneous, and sectors cooperate less. The US economy and, to a lesser extent, the Canadian economy are more articulated than the Mexican economy.
According to Liu Xuedong Trade flows are bilateral between China and Mexico, Mexico and the United States, and trilateral China-Mexico-US flows link the three. Mexico has become a manufacturer with a growing presence of Chinese products in the US market.
Since 1994, imports from China have fuelled export industries to the United States. In addition, consumption of Chinese products has grown (see Table 2). All this leads to a significant growing deficit that the US should add to its external deficit with China because Chinese products are Chinese inputs for its production.
Table 2 Imports and exports with China in 2022 | ||||
---|---|---|---|---|
Country |
Imports |
Exports |
Deficit |
Total deficit North America |
Canada |
44.6 MM |
18.4 MM |
26.2 MM |
-$408.19 MM |
USA |
$463.0 MM |
$128.0 MM |
335.0 MM |
|
Mexico |
55.0 MM |
8.01 MM |
46.9 MM |
|
Source: Obela with OEC data |
The total North American deficit of the TMEC countries adds to US$408.19 billion, with China in 2022, led by the US, which directly holds 82% of that deficit. Most of the rest is also part of the US deficit through either Canadian or Mexican exports to the US as assembled goods with Chinese parts. From 2017-2022, Chinese exports to Canada have increased at an annualised rate of 73.5%, from US$2.83 billion in 2017 to US$44.6 billion in 2022. In the same period for the United States, it has grown at an annualised rate of 58.6%, from US$12.7 MM to US$128 MM. Mexico has grown at an average annualised rate of 169%, from US$387M to US$55M. In 2023, Mexico's exports to China amounted to a quarter of its imports, more than $18 billion, but its imports exceeded $81 billion, resulting in a trade deficit of $62 billion for Mexico.
The measures do not affect 55% of imports from the US under the free trade agreement but aim to protect the US market by preventing the re-export of products or components from Mexican territory. The re-export of Chinese products is an essential component of the Mexican manufacturing sector that these tariffs and restrictions will hamper.
President Joe Biden, in May 2024, announced an increase in tariffs under Section 301 of the Trade Act of 1974 on $18 billion of imports from China to protect American workers and businesses. Work with partners worldwide to strengthen cooperation and address shared concerns about China's unfair practices. Not to weaken alliances or apply indiscriminate 10% tariffs that would raise prices on all global imports, regardless of whether they engage in unfair trade. The president ordered tariff increases in strategic sectors.
Table 3 New Tariffs |
|
---|---|
Sector |
Tariff |
Steel and aluminium |
7.5% - 25% |
Semiconductors |
25%- 50% |
Electric vehicles |
25% - 100% |
Lithium batteries and critical minerals |
7.5% - 25% |
Solar panels |
25% - 50% |
Container gantry crane |
0% - 25% |
Medical rubber and surgical gloves |
7.5% - 25% |
Source: Obela with data from THE WHITE HOUSE |
The electronics and automotive industries rely heavily on Chinese components and have experienced higher production costs in Mexico, which reduces their competitiveness. Higher costs of imported inputs may trigger inflationary pressures on domestic consumption, as was the case with Import Substitution Industrialisation.
US and European protectionism against Chinese industry, with the argument of dumping as an unfair practice, has now moved on to Latin America. Trump started with these tariffs, and Biden raised them from 7.5% to 25%, which wiped out the steel trade. In April 2024, Mexico, Chile and Brazil announced new tariffs on imports of this product to protect local companies.
The Mexican government justified the measures to safeguard domestic industries, although the tariffs have side effects, as argued in the 1987 World Bank report. China's retaliation further disrupts existing trade flows and hurts industries. Tariffs can help generate employment if Mexican entrepreneurs will invest. Alternatively, they can hurt North American consumers by raising prices, limiting choice and reducing economic competition. Competition between the major powers puts Mexico in a leading role due to its geographical location and has become the battleground between them. Mexican business people should now react.
TENSIONES DE LA GLOBALIZACIÓN DIFICULTAN COMERCIO EXTERIOR EN ALC: CEPAL
La incertidumbre económica y el lento crecimiento de la demanda mundial en los últimos años siguen afectando negativamente el desempeño del comercio exterior de América Latina y el Caribe, señala un nuevo informe de la CEPAL que analiza los impactos económicos y sociales de la globalización en la economía de la región.
En su reporte anual Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe 2016, la CEPAL resalta la importancia de una respuesta proactiva de la región a las tensiones de la globalización y la creciente incertidumbre en el escenario económico mundial.
La combinación de un persistente sesgo recesivo y el proteccionismo ha llevado a una coyuntura especialmente difícil para las economías de la región, que deberán rediscutir su patrón de inserción internacional, el que desde hace años se ha transformado en una restricción estructural al crecimiento de largo plazo, con el riesgo de un retroceso que haga perder los logros sociales de la década previa, señala el informe.
Este debate es particularmente relevante en un momento en el que es manifiesta la ineficacia de la gobernanza global para enfrentar los persistentes desequilibrios comerciales, financieros y regulatorios que ya afectan fuertemente a los países desarrollados y comienzan a impactar a la región, indica el organismo regional de las Naciones Unidas.
Las nuevas estimaciones del informe de la CEPAL muestran que la dinámica del comercio exterior de América Latina y el Caribe tiene el peor desempeño en ocho décadas. En 2016, el valor de las exportaciones de la región caerá por cuarto año consecutivo y se contraerá 5% debido al menor dinamismo de la demanda mundial por sus productos y la creciente incertidumbre. No obstante, esta caída es menor a la de 2015 (-15%). Por su parte, sus importaciones se reducirán en 9,4%, cifra similar a la registrada en 2015 (-10%).
En este contexto, la reducción del comercio intrarregional, estimada en -10%, implica una caída mucho mayor que la de las exportaciones al resto del mundo, tal como ocurrió en el trienio previo, siendo la dinámica especialmente negativa en el comercio entre las economías de América del Sur.
"Debemos diversificar la estructura productiva de América Latina y el Caribe para impulsar la recuperación económica. Hay que seguir apostando a la diversificación, a las cadenas de valor, a las cadenas productivas como fundamento y a la integración intrarregional, que hoy son más necesarias que nunca", dijo Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, durante la presentación del informe en Santiago, Chile.
El informe destaca que la participación de la región en las exportaciones mundiales de bienes y servicios se ha estancado en torno al 6% en los últimos 15 años, y ha retrocedido en el caso de los bienes de alta tecnología y los servicios empresariales, financieros y de telecomunicaciones en comparación con Asia en desarrollo, especialmente China.
En el informe, por primera vez la CEPAL presenta proyecciones del comercio exterior regional para el período 2017-2020, las que indican una modesta recuperación: su valor crecerá a una tasa media anual cercana al 3% tanto para las exportaciones (2,9%) como para las importaciones (3,1%).
Para superar las tensiones de la globalización y la difícil coyuntura del comercio de la región, el informe recomienda a los países de la región avanzar en la diversificación y la integración; acelerar el avance en la agenda de facilitación de comercio; impulsar la convergencia entre los bloques de integración; avanzar hacia un mercado regional digital; implementar un programa de infraestructura, e implementar políticas industriales y comerciales consistentes con la revolución tecnológica y un gran impulso ambiental.
El Panorama de la Inserción Internacional 2016 también analiza los efectos potenciales del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), cuya aprobación enfrenta un escenario crecientemente incierto. De materializarse, el mercado que cubriría este megaacuerdo representaría 38% del producto interno bruto (PIB) global y 24% del comercio mundial de bienes.
El Panorama Social de América Latina 2018 analiza temas cruciales para entender y actuar ante los desafíos estructurales que enfrentan los países de América Latina y el Caribe en la actual coyuntura económica y social, especialmente en el marco de las transformaciones en curso en los mercados de trabajo.
A lo largo del informe, que se publica desde 1991, se sugieren estrategias y políticas para avanzar hacia un desarrollo inclusivo de acuerdo con lo planteado por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Frente a un escenario de incertidumbre y cambios, es prioritario reforzar las políticas sociales y del mercado de trabajo con una perspectiva universalista, apostando por el desarrollo de capacidades que permitan aprovechar las nuevas oportunidades y no solo hacer frente a los riesgos.
Las Perspectivas sobre el Desarrollo Global 2019 analiza lo que la transformación de China ha significado para el desarrollo global y cómo la riqueza cambiante ha afectado a los países más allá de los términos económicos, explorando el bienestar en todo el mundo en desarrollo.
De igual forma, analiza y extrae lecciones de los paradigmas de desarrollo durante los últimos 70 años, mostrando que las naciones en desarrollo en el siglo XXI tienen que inventar sus propios caminos originales hacia un mayor bienestar y sostenibilidad.
El informe afirma que “ha llegado el momento de repensar la cooperación internacional y fomentar intercambios más efectivos de capital social y humano.” Esta edición de 2019 se centra en las estrategias de desarrollo en el contexto del cambio de riqueza.
A partir de la posibilidad de suscribir un TLC bilateral entre Uruguay y China, se desató un debate interno y regional sobre la conveniencia y viabilidad de suscribir un acuerdo con el primer socio comercial del país. Algunos de los temas debatidos, tienen que ver con el Mercosur y la posibilidad de negociar individualmente, así como por los posibles impactos para la industria nacional derivados de un acuerdo con China.
En ese marco, se pretende responder al menos tres preguntas consideradas fundamentales: ¿por qué China?, ¿por qué un acuerdo bilateral? y ¿qué posibles impactos se esperan del TLC?
The US president self-defined himself as a "tariff man" has engaged in direct aggression towards the multilateral organisations responsible for preserving peace and coexistence between nations and the international economic order. After four years in office, he and his team have weakened the multilateral order without any alternation. Given this, the main question is: what is the international relations scenario if this trend towards disarticulation continues? International relations are approaching a critical point.
The international order, based on the Pax Americana after WWII, consolidated the US economic power and established the global political order through a structure of multilateral institutions such as the UN and her special agencies: International Monetary Fund, the World Bank, the General Agreement on Tariffs and Trade (later the World Trade Organization, WTO). They functioned as an "extended arm" of her foreign policy. The US President and his team have ignored this foreign policy orientation and destroyed many of its foundations.
In trade terms, almost immediately after his investiture, he put the brakes on the Trans-Pacific Partnership Agreement (TPP) negotiations and, shortly afterward, the Transatlantic Trade and Investment Agreement (TTIP) with the European Union, both begun during the Obama administration. In early 2018, he announced a series of tariffs on washing machines and solar panels unilaterally and later on steel and aluminum. In mid-2018, using the argument of unfair trade and tariff abuses, he pushed a trade war with China. At the end of that year, the renegotiation of a new North American Free Trade Agreement with Canada and Mexico concluded, but his threats of further tariffs continued.
The WTO's multilateral legal framework for trade was boycotted, since September 2018, by the US by putting the brakes on the process of renewing the body of judges of the dispute settlement body. Since the end of 2019, with the completion of the judges' term, the body is unable to resolve disputes. Finally, in May 2020, the WTO Director, Roberto Azevedo, presented his resignation from the Organisation, to join the multinational Pepsico as Head of Corporate Affairs. It became a headless institution without an arbitration body.
In military matters, the US government has expressed her disdain for international agreements and multilateral organisations; spoken out against the North Atlantic Treaty Organisation (NATO) and even said its wish to withdraw. In 2018 it quit the Joint Comprehensive Action Plan, better known as the Iranian Nuclear Agreement, which committed Iran to eliminate its uranium reserves and not build any new reactors. In 2019 it pulled back from the Treaty on Intermediate-Range Nuclear Forces, which it had maintained with Russia since 1987 and limited the types of weapons it could develop. It also exited in 2020 from the Open Skies Treaty, which allows air surveillance flights over the 35 signatory countries' territory and promotes transparency in military forces and activities.
In 2017, the Trump government reneged from the Paris Agreement, which committed to reducing greenhouse gas emissions and taking action to mitigate climate change in the area of development and the environment. The same year, it departed from the talks at the United Nations for the Global Compact on Migration, which sought cooperation in migration management and refuge, because it violated US sovereignty. That same year, due to Palestine's sovereign recognition, it left the United Nations Educational, Scientific and Cultural Organisation (UNESCO) and, for the same reason, the United Nations Human Rights Council (UNHRC).
Recently, amid the global health crisis caused by the COVID19, she once again turned her back on the multilateral order. First, the US announced her abandonment of the World Health Organisation (WHO), the pullback of medical personnel, and the closure of regional offices linked to the WHO, alleging corruption in the Organisation and covering up for China on the seriousness of the pandemic. Shortly after that, she refused to participate in the Global Vaccine Access Service for COVID19 (Covax), which seeks cooperation to develop, produce, and equitably distribute the vaccine because it coordinates the effort.
The quitting of and confrontation with multilateral institutions has weakened the world order. In the face of the most severe economic crisis in capitalism and an unresolved global health crisis, international cooperation has to move forward without the USA, or even despite it. The critical point for multilateralism is not only the elections to the US executive next November. The Pax Americana's multilateralism horizon is about to end to be replaced by a directly led unilateral US order. Instead, faced with this multifaceted crisis, a new era of cooperation and international relations has begun with different structures, new economic forces, and China's significant involvement with other emerging economies.
At the risk of reiterating what should be obvious, the question of private or public ownership is distinct from the issue of competition or market forces. Despite the misleading claim that privatization promotes competition, it is competition policy, not privatization, that promotes competition.
Privatization the problem, not the solution
Instead, privatization has typically been accompanied by collusion, which undermines competitive pricing. Formal and, more commonly, informal collusion is rife. Informal collusion is more likely among those involved in public or transparent bidding to provide privatized or contracted-out services.
Transparent institutions and arrangements, such as public auctions and open, competitive bidding for contracts, have often been compromised by secret, informal collusion. Typically, those with political connections and insider information are better able to secure lucrative contracts and such other business opportunities.
Greater public transparency and accountability were expected to promote greater efficiency in achieving the public interest while limiting waste and borrowing. But contrary to such claims, privatization itself does not ensure transparency and accountability, or address corruption. As it is rarely implemented on an arm’s length basis, it may also contribute to other problems, including new types of corruption.
Hence, privatization does not enhance efficiency except to augment profits. The public sector can be more efficiently run, as in some economies. Hence, the challenge is to ensure that the public sector is better run. Greater public accountability and a more transparent public sector can help ensure greater efficiency in achieving the public and national interest while limiting public sector waste and borrowing.
Ascertain problems to determine solutions
Correlation does not imply causation. An enterprise may be better run after privatization due to managerial reforms, behavioural changes or organizational improvements. But if such improvements could have been achieved without privatization, then one cannot conclude that privatization is needed to bring about desired reforms.
It is important to consider the organizational and managerial reforms, including incentive changes, which might be desirable to achieve superior outcomes. One should not assume that privatization is the answer regardless of the question or the problem at hand.
After all, many SOEs were set up precisely because the private sector was believed to be unable or unwilling to provide certain services or goods. In many instances, the problems of an SOE are not due to ownership per se, but rather to the absence of explicit, feasible or achievable objectives, or the existence of too many, often contradictory goals.
In other cases, poor managerial and organizational systems, blocking flexibility, autonomy and needed reforms, as well as cultures supportive of them, may be the key problem. Such reforms may well achieve desired objectives and goals, or even do better, at lower cost, thus proving to be the superior option.
Many SOEs have undoubtedly proven to be problematic and inefficient. However, privatization has not proved to be the universal panacea for the myriad problems of the public sector it has been touted as. As such, the superior option cannot be presumed a priori, but should instead be the outcome of careful consideration of the nature and roots of an organization’s malaise.
SOE reform or government procurement often superior
SOE reform is often a superior option for a variety of reasons although there are no ‘one size fits all’ solutions regardless of circumstances. Problems need to be analysed in context and solutions cannot be assumed a priori.
It would be erroneous to presume that public ownership is always a problem. There may be other problems which are not going to go away without properly identifying and resolving them.
Desirable changes, resulting in improved performance and outcomes, may take place following the privatization of a particular SOE. But even this does not mean that privatization per se is responsible for these improvements unless state ownership itself has blocked needed changes, in which case there may well be compelling cases for privatization in such situations.
Another alternative, of course, is government or public procurement. Generally, public-private partnerships (PPPs) are much costlier than government procurement. With a competent government, government procurement is generally more efficient and much cheaper.
Yet, international trade and investment agreements are eroding the rights of governments to pursue government procurement. With a competent government and an incorruptible civil service, and competent accountable consultants doing good work, efficient government procurement has generally proved far more cost-effective than PPP alternatives.
Tras un buen 2017, las perspectivas económicas globales para este año y el que viene continúan siendo positivas, pero también hay una larga lista de incertidumbres, a las que se ha añadido recientemente, y con fuerza, la amenaza de una escalada proteccionista. Una de las buenas noticias económicas del pasado año fue que por primera vez en bastante tiempo se sincronizaron los ciclos económicos de las grandes áreas, con una mejora paulatina en los países emergentes, una desaceleración de China menor de lo previsto y un fuerte impulso de los más ricos, sobre todo de Europa. Esta mayor sincronización va a seguir presente en los próximos dos años, con ritmos de crecimiento global del 3,8%, según las previsiones de BBVA Research.
La economía americana se está viendo impulsada por la mejora de la confianza, unas condiciones financieras acomodaticias y el tirón de la economía global, que está arrastrando las exportaciones y la inversión. La reducción de impuestos aprobada en diciembre y el aumento de gasto (sobre todo en defensa e infraestructuras) no van a tener un efecto multiplicador importante sobre la economía, pero en el corto plazo pueden contribuir a alargar el buen momento cíclico.
China sigue creciendo claramente por encima del 6% anual, y ha empezado a aprobar reformas para asegurar un crecimiento con menores desequilibrios, sobre todo financieros, en línea con las líneas aprobadas en el congreso del PCCh de octubre, por lo que parece que su aterrizaje suave continuará.
Europa ha presentado datos peores en este primer trimestre del año tras un crecimiento muy fuerte en 2017, pero no se detectan debilidades internas que lleven a una desaceleración rápida en los próximos trimestres, por lo que parece que se trata de fenómeno temporal, como han destacado Mario Draghi y el FMI.
Por el lado de los riesgos, la inflación, una de las variables a vigilar, aún no ha aparecido, y en principio debería acelerarse sólo paulatinamente. Y los riesgos políticos siguen presentes, aunque han disminuido en Europa desde mediados de 2017 (con la excepción de Italia, que debe encontrar todavía una fórmula de gobierno).
Pero el proteccionismo es sin duda la variable que ha llegado hasta el primer puesto de la lista de riesgos. A pesar de que las medidas proteccionistas aprobadas hasta ahora son pocas, y en principio parece claro que la intención de la administración americana es forzar la negociación, el peligro de escalada proteccionista es real, con efectos sobre el crecimiento a largo plazo. Y, aunque se evite una guerra comercial, si la incertidumbre sobre la política comercial se prolonga puede tener muy pronto un impacto negativo sobre la confianza económica y la inversión.
La estrategia de la expansión china está plasmada en la Nueva Ruta de la Seda, de la cual Latinoamérica forma parte. A través de inversión y prestamos, China se plantó en la región y quiere disputársela a EUA. En Latinoamérica, la presencia china está concentrada en la energía, sin embargo, el transporte comienza a ser parte importante de la estrategia del gigante asiático para la región. En este artículo revisaremos los proyectos de puertos y los muelles de la economía asiática en América Latina.
La iniciativa de la Franja y Ruta o la Nueva Ruta de la Seda es un megaproyecto chino que busca conectar 4 continentes a través de vías de comercio terrestres y marítimas. Se han invertido más de 90 mil millones de dólares (MMD), desde 2013, en 57 países en Asía, África, América y Europa en infraestructura para el comercio y en proyectos energéticos, principalmente. En América Latina, las inversiones listadas para el mega proyecto son nuevas, sin embargo, la inversión china ya era notable desde 2010.
Los proyectos de infraestructura y transporte son dirigidos a esta iniciativa y van desde carreteras y ferrocarriles hasta construcción de puertos. En cuanto a esto, existe, dentro del Foro de Cooperación China – CELAC, un subforo de Cooperación en Infraestructura China – América Latina que busca “promover conjuntamente el desarrollo de alta calidad y sostenible de las cooperaciones de infraestructura”. Desde la primera reunión, en 2016, se han programado proyectos que apoyan el comercio internacional entre China y la región.
Así, las vías marítimas del Pacifico y el Atlántico del continente toman importancia para la expansión del país asiático. Desde México hasta Uruguay, China ya controla muelles y tiene proyectos de puertos nuevos. En México, la empresa Hutchinson Whampoa tiene muelles en Baja California, Colima, Michoacán y Morelia y una base de logística en Hidalgo. Igualmente, la empresa China Harbour Engineering Company, desde 2014, tiene la licitación para expandir el puerto de Veracruz con una inversión de casi 228 millones de dólares.
En otro puerto de la cuenca del Caribe, en Santiago de Cuba, la empresa China Communications Construction Company modernizó en 2017 el puerto al aumentar la profundidad del muelle para la entrada de buques más grandes. Hutchinson Whampoa también está presente con tres muelles en las Bahamas, incluido uno de cruceros. En Panamá la misma empresa controla tres muelles en los puertos de Colón, de Cristóbal y de Balboa para buques. El expresidente Juan Carlos Varela, en 2017, inició relaciones diplomáticas con China para integrarse en la Nueva Ruta de la Seda y esto llevó a la construcción del puerto más grande dentro del territorio con una inversión de 1.1 MMD de la empresa Landbridge Group, también en Colón. En Trinidad y Tobago, la empresa China Harbour Engineering Company es la encargada de construir un puerto en La Brea desde 2018 para la exportación de gas. Este proyecto fue retrasado por la pandemia del COVID-19.
En El Salvador, en 2018, la empresa Asia Pacific Xinhuao buscó arrendar 13% del territorio nacional en el Puerto de la Unión. Esto provocó que la embajada de EUA advirtiera al gobierno salvadoreño que China planeaba instalar una base militar. Igualmente, Japón amenazó con retirar la cooperación de 11 millones de dólares para la expansión del puerto si se continuaba con la relación con el gobierno chino. Estos proyectos en la región caribeña y centroamericana prendieron las alertas en Washington durante la administración Trump. Mike Pompeo, ex secretario de Estado de EUA, advirtió sobre las empresas estatales chinas y su “actividad depredadora”.
En Sudamérica igualmente existen proyectos portuarios chinos. En la Argentina, Hutchinson Whampoa tiene un muelle en el puerto de Buenos Aires. En Uruguay se tenía el proyecto de un puerto en Montevideo por parte de la empresa Shandong BaoMa, en 2018. Sin embargo, en 2019 se frenó por problemas legales por la poca transparencia. Mientras tanto, el mismo año, en Chile, el gobierno chino inició conversaciones con el chileno para la utilización del puerto Punta Arenas para la exploración de la Antártida. Este proyecto es de suma importancia para China por la influencia geopolítica de la zona de Magallanes y el paso del Pacífico al Atlántico.
En Brasil la empresa China Merchants Port compró el 90% de la brasileña TCP Participaçoes, la cual administra el puerto de Paranaguá. Este puerto es el segundo más grande del país y la operación fue de casi mil millones de dólares. Hay una construcción de nuevos puertos en el río de las Amazonas, para una hidrovía que empieza desde Yurimaguas, Perú, donde ya se cuenta con inversión china. Igualmente, en el Perú se construye el primer puerto chino desde cero en Sudamérica. Cosco Shipping Ports y la compañía minera Volcán invertirá 3 MMD para la construcción del puerto de Chancay. Con Brasil y Perú, China controlaría puertos que desembocan al océano Pacifica y al Atlántico. Si se contempla la construcción de carreteras y ferrocarriles alrededor de la región, se podría pensar en una vía de comercio interoceánica.
Para la Nueva Ruta de la Seda los proyectos portuarios y el control de muelles es fundamental si China quiere seguir con la expansión de la iniciativa. Parece que la estrategia china en la región se basó primero en infraestructura energética y ahora ha pasado a puertos y muelles. La importancia de tener salida de materias primas y entrada de productos chinos por ambos océanos es esencial. Sin embargo, EUA no dejará el territorio latinoamericano, sobre todo la Cuenca del Caribe. La nueva administración de Joe Biden ya ha arremetido contra la Nueva Ruta de la Seda al apuntar los riesgos ambientales y los problemas de deuda. Incluso, Biden mencionó que se debería tener una iniciativa similar a la china desde los “países democráticos”.
The 15th BRICS Summit took place in Johannesburg, South Africa, from August 22 to 24 of 2023. It happened when there is a perceived relative decline of the United States and its Atlantic allies in the face of the rise of a new hegemon in Asia: China. This international conjuncture, where we see great powers' rise and fall, has profound geopolitical implications characterised below.
The BRICS is a mechanism for political dialogue and economic concretisation founded in 2008 by Brazil, Russia, India and China due to the US financial crisis. At the beginning of the 21st century, these economies were highly dynamic, with high GDP growth rates and were the destination of a large part of foreign direct investment due to their high potential. In 2013, South Africa, which at the time was the largest economy on the African continent, joined the group. It formed a representation of the leading players from the regions of the global south, namely Asia, Africa and Latin America.
The association is an alternative grouping to the G7 (United States, United Kingdom, Canada, France, Germany, Japan and Italy), which other nations with high economic growth rates aspired to join but which sought to distance themselves from the economic policies dictated by Washington. According to the IMF, the G7 has 29.92% of world GDP in purchasing power parity (PPP), surpassed by this new group of countries that account for 32.1% of world GDP in PPP terms.
The G7 recorded an average GDP increase of 1.5% in 2023. Simultaneously, the Global South group significantly bolstered the world's growth rate, achieving an average increase of 3% during the corresponding period. China and India lead the way as they are the fastest-growing economies in the world, and during the pandemic, they maintained exceptionally positive numbers. It is the largest association of economies on the planet. The bloc represents 40% of the world's population, with 3.2 billion people, while the G7 represents only about 10%, with 772 million people.
At the last summit in Johannesburg, the five-member group agreed to an expanded membership to include Argentina, Egypt, Ethiopia, Iran, Saudi Arabia and the United Arab Emirates, adopting the name BRICS+ and reaching 11 members. The five-member group will formally incorporate these new six as of January 1, 2024. However, the geopolitical implications of this enlargement began to take shape soon after the agreement. The Israeli-Palestinian conflict, for example, will test its capacity for political articulation.
The agenda discussed last August in the African country included energy security from a traditional paradigm, i.e. guaranteeing the supply of hydrocarbons among the members; promoting the fight against climate change through investment in low-carbon technologies; and, inter-bloc trade in national currency, reducing transaction costs. Of the six new member countries, 3 are "Petro States". That is, most of their economy is fueled by oil. Two others are in northeastern Africa, an area of vital geostrategic importance for Western powers. Argentina is the only Latin American country to join, and this is due to its significant trade with Brazil.
Egypt strategically contains the Suez Canal and is critical in controlling global maritime trade. Its participation in the enlarged BRICS strengthens the group's influence on global trade routes and could significantly impact international trade policy and marine security decisions. Ethiopia is notable for the significant amounts of FDI it receives towards large green energy infrastructure projects.
China plays a leading role in geopolitical reconfiguration and the Global South. The New Silk Road initiative and China's trinomial approach to multilateralism (military/security, economic/commercial and political) consolidate China's influence in global decision-making. In addition, cooperation in energy, especially in hydrocarbon exploration and transportation, establishes fertile ground for deeper bilateral and multilateral relations among its members.
In conclusion, the expansion implies greater geographic and economic diversity and a significant change in geopolitical dynamics. BRICS+ is an actor that has given rise to a new scenario where the future of international relations and global politics will play out. Within the bloc's enlargement, stability in the Middle East is a priority, and the capacity to respond to the Israeli-Palestinian conflict may serve as an excellent opportunity for the group to show its bargaining power and political articulation, undoubtedly led by China.
En medio de las turbulencias provocadas por la crisis de la COVID-19, el tratado de libre comercio (TLC) más grande del mundo fue firmado. La Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés) está formado por 15 países: Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia, Vietnam (ASEAN), China, Japón, Corea del Sur (ASEAN +3) Nueva Zelanda y Australia. En el Plan de la comunidad económica para 2025 del ASEAN se propone que la región se integrara a la economía mundial por medio de TLC’s. Este nuevo tratado es un paso más para concretar este propósito.
El RCEP tiene como antecedentes dos propuestas de integración de la región asiática. En agosto del 2006, Japón propuso la Asociación Económica Amplia para el Asia Oriental (CEPEA por sus siglas en inglés) en una de las Cumbres del ASEAN. Esta iniciativa tenía planeado integrar al ASEAN, Corea del Sur, China, Japón más Australia, Nueva Zelanda y la India. Igualmente, se basa en el Tratado de Libre Comercio de Asia Oriental (EAFTA) que integra al ASEAN+3. Estas propuestas fueron sintetizadas por el tratado actual.
La introducción de la idea del RCEP en la ASEAN ocurrió en noviembre de 2011, y las negociaciones comenzaron un año después. El tratado fue firmado el 15 de noviembre del 2020 en la cumbre del ASEAN celebrada en línea. El nuevo esquema de integración representa un tercio del PIB y de la población mundial. Contiene grandes asimetrías entre el PIB per cápita de los países y comunidades enteras, que se destacan a continuación: Brunei, 1500 dólares de PIB per cápita, y Corea del Sur, 31,000 dólares. China tiene 1.400 millones de habitantes, mientras que Brunei tiene poco más de 450,000.
Dentro del tratado se tocan los temas de: comercio, inversión, servicios financieros y digitales, propiedad intelectual y cooperación tecnológica. En materia de movilidad de personas, se admitirán las estancias temporales con visa. Esto significa que se limita a un tratado comercial y no un proceso de integración económica, con libre circulación de factores. La OMC llevará a cabo la resolución de disputas de acuerdo con sus normas y, en caso de un tratado bilateral existente, el foro será elegido por el país reclamante. No hay ninguna disposición sobre el empleo, los subsidios gubernamentales, ni el medio ambiente.
Destaca la cooperación tecnológica que tiene como fin reducir la brecha de desarrollo entre los países de la región. Aquí es donde entra China y sus avances tecnológicos bajo costo. La implementación de tecnología china en los países miembros de la ASEAN ya existía antes, principalmente en energía. En el sudeste asiático, China ya ha instalado 52,573 MW de capacidad eléctrica, principalmente con fuentes de energía fósil. Parece que China invierte en países con un PIB per cápita más bajo en energía sucia debido a sus bajos costos tecnológicos y de generación de energía, como Laos y Camboya. Indonesia también recibe tecnología de generación de energía a partir de carbón debido a su gran producción de carbón (la cuarta del mundo) y a su laxa política ambiental.
La nueva región representa el 29% de las exportaciones mundiales. Cinco países no pertenecientes a la ASEAN (China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda) representan el freno comercial de la región. Sin embargo, la participación de la ASEAN en el comercio es también notable, con el 7% de las exportaciones mundiales acercándose a la importancia de los EE.UU.
Si revisamos las principales exportaciones e importaciones, podemos notar las cadenas de valor global (GVC). La lógica es que los teléfonos móviles, semiconductores y circuitos se trabajan en los países miembros de la ASEAN para su exportación al resto de las RCEP. La industria asiática de alta tecnología se volverá más dinámica con la eliminación de los aranceles. Del mismo modo, las exportaciones de energía fósil aparecen como relevantes desde los países del sudeste asiático a los nuevos miembros.
La inversión extranjera directa (IED) también se verá beneficiada. Entre todos los países del RCEP los que llevan la delantera con inversiones intrarregionales son Japón, China e Indonesia. Los primeros dos se concentran en la inversión de equipo de transporte. Destaca China a partir de la Nueva Ruta de la Seda. Indonesia, por su parte, es el principal inversionista del ASEAN intrarregional con los grupos empresariales: Lippo (telecomunicaciones, servicios de salud y comercio al por menor), Salim (Alimentos, energía, telecomunicaciones y banca) y Triputra (Manufactura, alimentos y minería). Australia ha invertido en la minería y en la industria tecnológica a partir de 2018 de manera activa.
Con el tratado, China puede tener más influencia regional, sobre todo con los socios que tiene disputas comerciales: Australia, Japón y Corea del Sur. Igualmente, tiene mayor margen de maniobra en los planes de la iniciativa de la Franja y Ruta. En el Plan de acción "Standard Unicom Builds the Belt and Road (2018-2020)" se estipula que para 2020 se buscará consolidarse y mejorar la cooperación con el ASEAN. Incluso, en la Tercera Sesión Plenaria del 18o Comité Central del Partido Comunista Chino se propuso que para 2020 se acelerarán las firmas de tratados comerciales para establecer una red de libre comercio para crear beneficios políticos y económicos.
China gana un acuerdo comercial enorme que lo planta como la nueva cara del multilateralismo, ante el abandono del mismo por EUA. La cooperación internacional ha tomado una nueva dinámica con China a la cabeza con planeación regional a largo plazo.
Amid the turbulence caused by the COVID-19 crisis, the world's largest free trade agreement (FTA) was signed. The Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) consists of 15 countries: Brunei, Cambodia, Indonesia, Laos, Malaysia, Myanmar, the Philippines, Singapore, Thailand, Vietnam (ASEAN), China, Japan, South Korea (ASEAN +3), New Zealand and Australia. The ASEAN Economic Community Plan 2025 proposes that the region integrates into the world economy through FTAs. This new treaty is a further step towards achieving this goal.
The RCEP has as its background two proposals for the integration of the Asian region. In August 2006, Japan proposed the Comprehensive Economic Partnership for East Asia (CEPEA) at one of the ASEAN Summits. This initiative intended to integrate ASEAN, South Korea, China, Japan, Australia, New Zealand, and India. Based on the East Asian Free Trade Agreement (EAFTA), this now integrates ASEAN+3. All of these are currently in the new treaty.
The introduction of the RCEP idea to the ASEAN occurred in November 2011, and negotiations began a year later. The treaty came to life finally on 15 November at the ASEAN 2020 summit held online. The new integration scheme represents one-third of the world's GDP and population. It contains large asymmetries between the countries' per capita GDPs and whole communities, highlighted as follows: Brunei, 1500 dollars of GDP per capita, and South Korea, 31,000 dollars. China has 1.4 billion people, while Brunei has just over 450,000.
The treaty covers the following issues: trade, investment, financial and digital services, intellectual property, and technological cooperation. As regards the mobility of people, the countries will only admit temporary visits with visas. It is a limited trade treaty and not an economic integration process, with free factor movements. The WTO will carry out dispute resolutions according to its rules, and in case of an existing bilateral treaty, the forum is to be chosen by the complainant country. There is no provision for employment, government subsidies, nor the environment.
The technological cooperation that aims to reduce the development gap between the countries of the region is noteworthy. This is where China and its low-cost technological advances come in. The implementation of Chinese technology in the ASEAN member countries already existed before, mainly in energy. In Southeast Asia, China has already installed 52,573 MW of electricity, mostly from fossil energy sources. It seems that China invests in countries with lower per capita GDP in dirty energy because of its low technological and power generation costs, such as Laos and Cambodia. Indonesia also receives coal-fired power generation technology because of its large coal production (fourth in the world) and lax environmental policy.
The new region accounts for 29% of world exports. Five non-ASEAN countries (China, Japan, South Korea, Australia, and New Zealand) account for the region's trade drag. However, ASEAN's share of trade is also remarkable, with 7% of world exports approaching the US's importance.
If we review the main exports and imports, we can notice the global value chains (GVC). The logic is that mobile phones, semiconductors, and circuits are worked on in ASEAN member countries for export to the rest of the RCEP. The Asian high technology industry will become more dynamic with the removal of tariffs. Similarly, fossil energy exports appear as relevant from Southeast Asian countries to the new members.
Foreign direct investment (FDI) will also benefit. Among all the RCEP countries, Japan, China, and Indonesia are in the lead with intraregional investment. The first two focus on investment in transport equipment. China stands out from the New Silk Road. Indonesia is the leading intraregional ASEAN investor with the following business groups: Lippo (telecommunications, health services, and retail), Salim (food, energy, telecommunications, and banking), and Triputra (manufacturing, food, and mining). Australia has been actively investing in the mining and technology industry since 2018.
With the treaty, China can have more regional influence, especially with partners with trade disputes: Australia, Japan, and South Korea. It also has more room for maneuver in the plans for the Strip and Route initiative. The Action Plan "Standard Unicom Builds the Belt and Road (2018-2020)" stipulates that by 2020 cooperation with ASEAN will be strengthened and improved. Even the Third Plenary Session of the 18th Central Committee of the Chinese Communist Party proposed the signing of trade agreements accelerated by 2020 to establish a free trade network for political and economic benefits.
China wins a vast trade agreement that plants it as the new face of multilateralism, in the front of its abandonment by the United States. International cooperation has taken on a new dynamic with China at the forefront with long term regional planning.
Globalization RIP?
Why is the goal of an open and increasingly integrated global economy coming under such fierce attack – and why now? If the ideal world of economists seems more distant than ever, blame the management of that process.
AUG 6, 2016 7
Beyond the rancor and taunts heard at last month’s Republican National Convention, something even more ominous could be heard: the last rites for globalization. To adoring hoots, Donald Trump, the party’s presidential nominee, denounced US participation in international trade deals, and the foreign policy he sketched would pull the plug on the entire US-led liberal international order within which globalization has flourished. Should Trump enter the White House, globalization would not undergo a retreat; it would suffer a rout.
Half a world away, G20 finance ministers met almost simultaneously in Chengdu, China, where they made revitalizing globalization a priority for 2016/2017. The fact that all of the major advanced and emerging economies fear for the future of global openness suggests the degree to which surging support for populist challengers has imperiled existing rules and structures.
Principio del formulario
Final del formulario
For many Project Syndicate commentators, globalization seems trapped in a pincer movement: assailed from one direction by those who claim that it has created a reserve army of economic losers lorded over by a small cadre of winners, the infamous 1%; and besieged from the opposite direction by unscrupulous politicians who, feeding on economic resentment, attack it in the once discredited language of nationalism, of blood and soil, of herrenvolk.
More Pain than Gain
For most middle-class people in most developed economies, the last four decades of economic globalization pale in comparison with les trente glorieuses, the 30 post-war years of ever-rising living standards. According to University of California, Berkeley’s Laura Tyson and Lenny Mendonca of the Presidio Institute, the root cause of disappointment with globalization is clear: “From 2005 to 2014, the real income of two-thirds of households in 25 developed economies was flat or fell. Only after very aggressive government intervention in taxes and transfers have some countries been able to hold families at least even.”
Nobel laureate Joseph Stiglitz paints an even grimmer picture. “Median income for full-time male workers” in the US, he points out, “is actually lower in real (inflation-adjusted) terms than it was 42 years ago. At the bottom, real wages are comparable to their level 60 years ago.” And it’s not just incomes that are moving in the wrong direction. “The effects of the economic pain and dislocation,” Stiglitz continues, “are even showing up in health statistics” – specifically, declining life expectancy among some non-Hispanic whites. For the United Nations’ Jomo Kwame Sundaram and Vladimir Popov of the Russian Academy of Sciences, the unvarnished truth is that “developed countries should not expect further gains from the process of globalization.”
Income stagnation in many developed countries is a direct result of what Yale’s Stephen Roach calls “the globalization disconnect.” While “seemingly elegant in theory,” Roach says, “the lesson of Brexit and of the rise of Donald Trump” is that “globalization suffers in practice. In fact, the theory of globalization itself hasn’t advanced much since the early 1800s.”
The Anatomy of Anti-Globalization
For former Costa Rican trade minister Anabel González, globalization’s political vulnerability stems from the difficulty of implementing “policies which will ensure that all people – in developed and developing countries – reap the benefits.” But Andrés Velasco, Chile’s former finance minister, asks a fundamental question: given that US wages have been stagnating since the 1970s and unemployment in Europe was persistently high for long periods in the 1980s and 1990s, why is globalization coming under assault now?
The reason, he argues, “has everything to do with politics”:
“Elites in Western countries discredited themselves by permitting the financial excesses that helped trigger the Great Recession and by being slow – particularly in Europe – to deal with the social consequences. Next they underestimated the effect that unfettered migration and the perceived weakening of the nation-state would have on the sense of “us” – the people with whom we share a destiny and of whom we ask sacrifices (one of which is paying taxes).”
Former Greek finance minister Yanis Varoufakis agrees. “What we are experiencing,” he says, “is the natural repercussion of the implosion of centrist politics, owing to a crisis of global capitalism in which a financial crash led to a Great Recession and then to today’s Great Deflation.” In “drawing upon the righteous anger and frustrated aspirations of the victims to advance its own repugnant agenda,” the populist right has formed “a nationalist international – a classic creature of a deflationary period – united by contempt for liberal democracy and the ability to mobilize those who would crush it.”
Harvard’s Ricardo Hausmann adds a crucial dimension, arguing that populist forces – whether in the US, Venezuela, or Europe – succeed only when they anchor their programs in an alternative mental universe. Citing the example of the seventeenth-century Salem witch trials, he notes that, “Whether policies sound crazy or sensible depends on the conceptual paradigm, or belief system, that we use to interpret the nature of the world we inhabit.” Thus, just as “Venezuela’s chavismo blamed inflation and recession on devious business behavior,” Trump’s supporters inhabit a mental universe where “the US is led by weaklings who are being exploited by savvy foreign powers, masquerading as allies. Free trade is a Mexican invention to take away American jobs. Global warming is a hoax invented by China to destroy American industry.”
It is also a mental universe in which globalization is equated with terror. “If people feel that their leaders are failing to protect them,” the French geo-strategist Dominique Moisi argues, “they may turn to more radical alternatives” and “may even decide to take the law into their own hands.” The specter of vigilantism underscores a fundamental point made by Ngaire Woods, dean of Oxford’s Blavatnik School of Government, about rising support for populist parties and candidates. “The message to the establishment is clear: we don’t trust you anymore” – not to secure our economic wellbeing; not even to protect us.
And, as Jean Pisani-Ferry, Commissioner-General of France Stratégie, would add, “We don’t trust your experts, either.” Indeed, suspicion of those with specialized knowledge is not limited to economic policy. Pisani-Ferry reports a remarkable finding by the French sociologist Gerald Bronner: “education neither increases trust in science nor diminishes the attraction of beliefs or theories that scientists regard as utter nonsense.” This, Pisani-Ferry argues, is obviously “a cause for deep concern,” and not only because dysfunctional beliefs can lead to economic disaster: “Representative democracy is based not only on universal suffrage, but also on reason.”
The Price of Mud
Irrationality and fear mongering are not cost-free. Nobel laureate economist Robert Shiller suggests that some of the “stories circulating today – related to growing nationalism or fear of challenges by immigrants to traditional cultural values – might underpin greater hesitation” to invest. Whether that could “bring on another worldwide recession” remains uncertain; but the very possibility of such an outcome implies that “we should not shrink from considering how such fears are affecting economic decision-making.”
Consider Britain and Europe in the aftermath of the fear-induced Brexit vote – the populists’ lone triumph so far. Although the immediate impact has been less severe than anticipated, NYU’s Nouriel Roubini sees “plenty of reason to worry about Europe and the eurozone.” Perhaps most important, an “ugly divorce” could roil markets and “lead Scotland and Northern Ireland to leave the UK,” fueling secession movements elsewhere. And the other non-eurozone EU members, Denmark and Sweden, could “fear that they will become second-class members of the EU, thus leading them to consider leaving as well.”
Britain’s choice about what sort of Brexit to pursue will also have a profound impact. “A ‘hard’ Brexit,” says Princeton’s Harold James, “would entail the severing of all existing links between the UK and the EU: no more contributions to the common budget and an end to free labor mobility.” By contrast, “a ‘soft’ Brexit would reflect the view that the UK is still a part of Europe, and that Britain still has much to gain from close EU ties.” The latter course, in James’s view, “is the UK’s better option,” reflecting “the triumph of a realistic worldview over a self-defeating perspective underpinned by an implausible notion of sovereignty.”
The presence of leading Brexiteers in Prime Minister Theresa May’s new cabinet would seem to make the “better option” unlikely. But Anatole Kaletsky of Gavekal Dragonomics goes even further. Instead “of rushing Brexit,” he argues, “Europe’s leaders should be trying to avert it, by persuading British voters to change their minds.”
With opinion polls showing overwhelming public support for a “soft” approach, and with the new government holding only a “slender parliamentary majority” that “depends on disgruntled ‘Remain’ rivals,” Kaletsky thinks “the EU could advance this strategy by calling May’s bluff on ‘Brexit means Brexit.’” That means “telling her that only two outcomes are possible: either Britain loses all single-market access and interacts with Europe solely under World Trade Organization rules, or it remains an EU member, after negotiating reforms that could persuade voters to reconsider Brexit in a general election or a second referendum.”
Some Call It Treason
Populists like Trump and Boris Johnson, a leader of the UK’s “Leave” campaign and now the British foreign secretary, portray themselves as national saviors. But, given the high costs that populists can impose on countries – even threatening their survival, as in the UK, or plunging them into a humanitarian crisis, as in Venezuela – are such leaders actually “traitors”? French philosopherBernard-Henri Lévy isn’t afraid to say so. If Trump were to win in November, “[t]he problem would not only be his vulgarity, sexism, racism, and defiant ignorance. It would be his possible infidelity to America itself.”
To be sure, Trump’s infidelity may not technically constitute “treason,” which the US Constitution explicitly delimits. But Lévy is surely right that Trump is a leader “who betrays not only his country’s ideals, but also its fundamental national interest.”
The primary source of concern is what the New School’s Nina Khrushcheva calls Trump’s “international bromance” with Russian President Vladimir Putin. Trump, she points out, “has complimented Putin’s leadership frequently,” and has said “he would consider accepting Russia’s annexation of Crimea and lifting the sanctions that were imposed in response – all without asking for anything in return from Putin.” Even more shocking, “Trump has called into question America’s automatic defense of NATO allies such as the ex-Soviet Baltic states, whose independence Putin has questioned.”
Like Khrushcheva, Christopher Smart, US President Barack Obama’s former special assistant for international economics, believes that Putin has no serious interest in a Trump presidency. “It may be fun to watch the US body politic squirm, and to gloat as America’s allies wring their hands, but a President Trump would make Putin’s life far more difficult.” Long-term growth “requires a global economy that is stable and predictable. A Trump presidency would mean the opposite.”
Whose Truth?
When belief systems based on lies make inroads into countries’ politics, is there a way back? Peter Sutherland, a former EU commissioner and the UN’s Special Envoy for Migration, believes that it “is now up to rational political leaders and mass media to reintroduce facts” into debates hijacked by populists, in particular debates about migration. The Brexit vote, he says “was driven by a distorted picture – eagerly painted by tabloid newspapers and populist politicians – of a country overflowing with migrants.” And the UK is hardly alone: “In Eastern European countries, Muslim migrants areperceived as being up to 70 times more numerous than they are.”
But it is not only the populists who have misled the public. Hans-Werner Sinn of Munich University and the IFO Institute thinks that free labor mobility in the EU does indeed pose a threat, which is precisely why Brexiteers were able to capitalize on it. Unless changed, Sinn argues, the current “rules of access to national welfare systems will erode the EU’s welfare states.” This can be prevented only “by restricting either freedom of movement or the inclusion principle.” If Europe’s populists are to be defeated, “the EU must acknowledge the trade-off between the welfare state’s quality, freedom of movement, and inclusion, and it must decide which can be sacrificed.”
Likewise, Stiglitz argues that much of the blame for today’s populist revolt should be laid at the feet of globalization’s boosters. Rather than acknowledging the widespread pain and dislocation reflected in income and health data, many “neoliberal economists who advocated for these policies” have remained in denial, claiming “that people are better off. They just don’t know it. Their discontent is a matter for psychiatrists, not economists.”
That dismissive response, together with “governments’ offers of generous bailouts for the banks that had brought on the 2008 financial crisis, while leaving ordinary citizens largely to fend for themselves,” Stiglitz continues, convinced many people that their pain “was not merely a matter of economic misjudgments.”
China to the Rescue?
Where does the incipient anti-globalization agenda in the advanced countries leave developing and emerging economies? Nobel laureate Michael Spence suggests that, “developing countries, particularly those in the earlier stages of economic development, must find new external markets for their goods, by maximizing trade opportunities with their counterparts in the developing world, many of which have considerable purchasing power.” Although “such demand will surely not offset the drop in advanced-country demand completely,” he says, “it can help to soften the blow.”
If so, what Roach calls “the increasingly virulent China-bashing now sweeping the world” won’t help. As Claremont McKenna College’s Minxin Pei argues, “Regardless of how Brexit or the US election plays out, it is very likely that governments in Western democracies will respond to voter angst and take measures that imply a return to some degree of protectionism.” At a time when China, the world’s second largest economy, is attempting to manage a complicated structural transition to consumption-led growth, any threat to its economic performance would harm developing countries’ prospects.
And Peking University’s Justin Yifu Lin shows that China’s importance to developing countries reflects not only the size of its market, but also its role as a source of much-needed foreign direct investment. As Lin points out, “in 2013 China became the third largest source of other countries’ FDI and is expected to become a net capital exporter for the first time in 2016.”
So far, say Andrew Sheng and Xiao Geng of Hong Kong University, “China’s supply-side rebalancing is moving in the right direction.” But a new direction means new challenges: “unless China’s leaders also tackle the challenges posed by market and bureaucratic inefficiencies, the objective of strong and sustainable growth will remain out of reach.”
Joseph Jimenez, the CEO of Novartis, is optimistic. He thinks that China is on the verge of becoming an innovation powerhouse: “In science and engineering alone, China generates nearly 30,000 PhDs annually,” he points out, while McKinsey estimates that expenditure on innovation will “reach $1 trillion by 2020.” In particular, Jimenez believes that, “China has a real opportunity to become a major force in global pharmaceuticals research, and that there will soon come a time when breakthrough innovation occurs in China on a regular basis.”
Korea University’s Lee Jong-Wha is less sanguine. “To avert a crisis,” he says, “China’s leaders must act now to address the weaknesses in the corporate and financial sectors and to improve macroeconomic- and financial-policy frameworks.” And if they are to ensure that living standards continue to rise – a political imperative for China’s ruling Communist Party – “they must continue to implement structural reforms that support labor-market flexibility and the development of human capital, while privatizing SOEs and liberalizing the financial sector.”
For the London School of Economics’s Keyu Jin, the biggest threat to China’s prosperity and stability lies elsewhere. As a result of decentralization, “subnational governments accounted for an average of 71% of total public expenditure in 2000-2014 – a far larger share than in the world’s largest federal countries.” And while decentralization has spurred growth, “three decades of lax governance” have enabled corruption to flourish. Defending President Xi Jinping’s anti-corruption drive, she argues that “[e]mbezzlement and misappropriation of astronomical sums of public funds would have been impossible without accomplices who helped one another ascend the political ladder.” And now, Xi, whose crackdown has led to the detention of officials throughout China in the last two years, has “stopped turning a blind eye.”
The Open Economy and Its Enemies
If only in that respect, democratic leaders should take a lesson from Xi. After all, turning a blind eye to populists’ lies – and, equally important, to the grievances that make those lies seem credible – will only make the problem worse.
But so will doubling down on the status quo. For the last generation, Stiglitz argues, the problem “was not globalization, but how the process was being managed.” Redeeming the promise of an open global economy demands bold initiatives to ameliorate the plight of those left behind. “The Scandinavians,” Stiglitz points out, “figured this out long ago.” As Bo Lidegaard, a former editor-in-chief of Politiken argues, the Scandinavians have succeeded where others have failed because they have been “successful in expanding the scope of work, and of the labor market, to make jobs available to segments of the population that otherwise would have lacked access to well-paid employment.”
As Woods notes, however, innovative policy must be accompanied by credible leadership. “Voters need to see candidates who show purpose, impartiality, and competence. If they don’t, they will continue to vote against the establishment that they believe has failed them – even if it means voting for turmoil in Europe or a reckless narcissist in the US.”
KUALA LUMPUR, Malaysia, Jan 8 2019 (IPS) - After US President Donald Trump withdrew from Obama’s Trans-Pacific Partnership (TPP), involving twelve countries on the Pacific rim, on his first day in office, Japan, Australia and their closest allies proposed and promoted the Comprehensive and Progressive Trans-Pacific Partnership (CPTPP) to draw the US back into the region to counter China’s fast-growing power and influence.
Geostrategic deal to re-engage US in East Asia
The modest projected gains claimed by the most popularly used trade models are based on dubious methodologies. President Obama had explicitly promoted the TPP for geostrategic reasons even though both US government cost-benefit analyses found very modest gains from the free trade agreement (FTA).
With miniscule real trade gains from the original TPP, US withdrawal has made benefits from the regional agreement even more trivial. Without the US market, the TPP’s supposed benefits largely disappeared with the CPTPP. Hence, while its proponents hope the CPTPP will re-engage the US as hegemon in the region, TPP advocates have become even more desperate for US participation.
The Peterson Institute for International Economics (PIIE), the main TPP and CPTPP advocate, claimed most (85%) growth gains from non-trade measures (NTMs), not trade liberalization per se. Such claims were largely refuted by the 2016 US International Trade Council (ITC) report.
The World Bank used PIIE consultants to make even more exaggerated claims of TPP gains in early 2017, ignoring most costs and risks. CPTPP advocates have made even more extravagant claims about supposed benefits since.
To make matters worse, besides the meagre trade gains, enhanced intellectual property rights (IPRs) and investor-state dispute settlement (ISDS) provisions will fetter developing countries’ ‘catch-up’ economic prospects. Besides raising costs, e.g., for buying medicines and technologies, strengthened IPRs will further limit technology transfer.
ISDS will enable foreign investors to sue CPTPP governments, not in national courts, but rather, private arbitration tribunals. Besides undermining national judicial sovereignty, small country governments with limited legal resources will be disadvantaged. Ironically, Trump’s US Trade Representative now rejects reciprocal ISDS for undermining US sovereignty!
From the frying pan into the fire
Informed analysts know that CPTPP losses, costs and risks are much greater than for the TPP while gains will be more trivial despite cheerleaders’ claims to the contrary. More worryingly, very few developing country negotiators have actually scrutinized and understood the likely implications of the 6350 page TPP agreement.
Some minor changes were made to the TPP agreement for the CPTPP. Several onerous provisions were amended, and some others suspended, leaving most unchanged. Only a few CPTPP governments secured ‘side letters’, exempting them from some specific clauses.
Thus, most onerous TPP provisions remain. The CPTPP has committed Malaysia to further trade liberalization, accelerating deindustrialization, besides constraining the growth of modern services, development finance and ‘policy space’.
With the economic slowdown of the last decade wrongly attributed to the end of trade expansion since 2009, and the more recent ‘populist-nationalist’ reversal of trade liberalization, wishful thinking has emerged that the CPTPP will somehow magically enhance economic growth and progress.
Developmental, multilateral FTA needed
Increased market access for exports typically requires trade liberalization by others, but trade liberalization also undermines food and industrial production. Recognizing such problems after the end of the Uruguay Round of trade talks led to the creation of the World Trade Organization (WTO) in the mid-1990s, most developing country members have since sought to ensure that WTO rules are more development-friendly, launching a Development Round at its Doha biennial ministerial conference in late 2001.
As trade liberalization advocate Jagdish Bhagwati has argued, bilateral and plurilateral FTAs have long undermined WTO-led trade multilateralism. At the national level, developing country governments should amend legislation and policy in line with their needs, especially for development, not at the behest of corporate lobbyists or geostrategic priorities.
The retreat of the advanced economies from the global economy – and, in the case of the UK, from regional trading arrangements – has received a lot of attention lately. At a time when the global economy’s underlying structures are under strain, this could have far-reaching consequences.
Whether by choice or necessity, the vast majority of the world’s economies are part of a multilateral system that gives their counterparts in the advanced world – especially the US and Europe – enormous privileges. Three stand out.
First, because they issue the world’s main reserve currencies, the advanced economies get to exchange bits of paper that they printed for goods and services produced by others. Second, for most global investors, these economies’ bonds are a quasi-automatic component of portfolio allocations, so their governments’ budget deficits are financed in part by other countries’ savings.
The advanced economies’ final key advantage is voting power and representation. They command either veto power or a blocking minority in the Bretton Woods institutions (the International Monetary Fund and the World Bank), which gives them a disproportionate influence on the rules and practices that govern the international economic and monetary system. And, given their historical dominance of these organisations, their nationals are de facto assured the top positions.
These privileges don’t come for free – at least they shouldn’t. In exchange, the advanced economies are supposed to fulfil certain responsibilities that help ensure the system’s functioning and stability. But recent developments have cast doubts on whether the advanced economies are able to hold up their end of this bargain.
Perhaps the most obvious example is the 2008 global financial crisis. The result of excessive risk-taking and lax regulation in the advanced economies, the financial system’s near-meltdown disrupted global trade, threw millions into unemployment, and almost tipped the world into a multi-year depression.
But there have been other lapses, too. For example, political obstacles to comprehensive economic policymaking in many advanced economies have undermined the implementation of structural reforms and responsive fiscal policies in recent years, holding back business investment, undermining productivity growth, worsening inequality, and threatening future potential growth.
Such economic lapses have contributed to the emergence of anti-establishment political movements that are looking to change – or are already changing – long-established cross-border trade relations, including those within the European Union and the North American Free Trade Agreement (Nafta).
Meanwhile, a prolonged and excessive reliance on monetary policy, including direct central-bank involvement in market activities, has distorted asset prices and contributed to resource misallocation. And the advanced economies – particularly Europe – have shown little appetite for reforming outdated elements of governance and representation at the international financial institutions, despite major changes in the global economy.
The result of all this is a multilateral system that is less effective, less collaborative, less trusted, and more vulnerable to ad hoc tinkering. Against this background, it should not be surprising that globalisation and regionalisation no longer command the degree of support they once did – or that some rising political movements on both sides of the Atlantic are condemning both concepts to win more support for their own causes.
It is not yet clear whether this is a temporary and reversible phenomenon or the beginning of a protracted challenge to the functioning of the global economy. What is clear is that it is affecting two important relationships.
The first is the relationship between small and large economies. For a long time, small, well-managed, and open economies were the leading beneficiaries of the Bretton Woods system and, more generally, of multilateralism. Their size not only made them crave access to outside markets; it also made other market actors more willing to integrate them into regional pacts, owing to their limited displacement potential. Membership in effective international institutions brought these countries into consequential global policy discussions, while their own capabilities allowed them to exploit opportunities in cross-border production and consumption chains.
But, at a time of surging nationalism, these small and open economies, however well managed, are likely to suffer. Their trading relationships are less stable; the trade pacts on which they depend are vulnerable; and their participation in global policy discussions is less assured.
The second relationship is that between the Bretton Woods institutions and parallel institutional arrangements. For example, while they pale in significance to, say, the World Bank, China-led institutions have proved appealing to a growing number of countries; most US allies have joined the Asian Infrastructure Investment Bank, despite American opposition. Similarly, bilateral payment agreements – which, not long ago, most countries would have opposed via the IMF, owing to their inconsistency with multilateralism – are proliferating. The concern is that these alternative approaches could undermine, rather than reinforce, a predictable and beneficial rules-based system of cross-border interactions.
The Bretton Woods organisations, instituted after world war two to maintain stability, risk losing their influence, and the countries with the clout to bolster them seem unwilling at this stage to press ahead boldly with the needed reforms. If these tendencies continue, developing countries will probably suffer the most; but they won’t be alone. In the short term, the world economy would face slower economic growth and the risk of greater financial instability. In the longer term, it would confront the threat of systemic fragmentation and proliferating trade wars.
Montevideo.- El Grupo de Alto Nivel (GAN) de la Alianza del Pacífico y del Grupo Mercado Común (GMC) del Mercosur, sostuvieron un encuentro en la sede de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) en Montevideo, Uruguay, el 4 de agosto de 2017, para avanzar en la Hoja de Ruta convenida por los Ministros de Relaciones Exteriores y los Ministros responsables de Comercio Exterior de ambos bloques, el pasado 7 de abril en Buenos Aires, Argentina.
En el encuentro, que fue presidido por Colombia, como Presidencia Pro Tempore de la Alianza del Pacífico, y Brasil, como Presidencia Pro Tempore del Mercosur. Se acordó realizar encuentros entre expertos en el área de acumulación de origen y encadenamientos productivos, con el objetivo de intercambiar información y experiencias de cada bloque. De igual forma, en facilitación del comercio, los dos mecanismos acordaron realizar encuentros para implementar acciones orientadas a facilitar, agilizar y hacer más expeditos los procedimientos aduaneros.
Para favorecer los encuentros empresariales y desarrollar eventos de promoción comercial, la Alianza del Pacífico y el Mercosur intercambiarán los eventos y espacios de promoción ya previstos por cada bloque, con el objetivo de definir aquellos en los que exista mutuo interés en participar.
También se estudiarán mecanismos para realizar un intercambio de información sobre las barreras al comercio, y en materia de servicios se identificarán algunas áreas puntuales de trabajo entre los expertos de cada bloque regional.
Ambos mecanismos darán continuidad a los avances de la hoja de ruta a fin de dar cumplimento a los acordado en esta sesión y con ello, lograr una mayor integración en América Latina.
Several arguments have been advanced to justify privatization since the 1980s. Privatization has been advocated as an easy means to:
1. Reduce the government’s financial and administrative burden, particularly by undertaking and maintaining services and infrastructure;
2. Promote competition, improve efficiency and increase productivity in providing public services;
3. Stimulate private entrepreneurship and investment to accelerate economic growth;
4. Help reduce the public sector’s presence and size, with its monopolistic tendencies and bureaucratic support.
Moot case for privatization
First, privatization is supposed to reduce the government’s financial and administrative burdens, particularly in providing services and infrastructure. Earlier public sector expansion was increasingly seen as the problem, rather than part of the solution. Thus, reducing the government’s role and burden was expected to be popular.
Second, privatization was believed by some to be a means to promote competition, improve efficiency and increase productivity in service delivery. This belief was naïve, confusing the question of ownership with that of promoting competition.
It was believed that privatization would somehow encourage competition, not recognizing that competition and property rights are distinct, and not contingent issues. Associated with this was the presumption that competition would automatically result in greater efficiency as well as improved productivity, not recognizing economies of scale and scope in many instances.
Third, privatization was expected to stimulate private entrepreneurship and investment. There is also a popular, but naïve belief that privatization was going to stimulate private entrepreneurship when, in fact, the evidence is strong, in Malaysia and elsewhere, that privatization often crowds out the likelihood of small and medium-sized enterprises actually emerging to fill the imagined void, presumed to exist following privatization.
Admittedly, there is scope for new entrepreneurship with privatization as new ways and ideas offered by the private sector are considered – or reconsidered – as the new privatized entity seeks to maximize the profits/rents to be secured with privatization.
However, the private purchase of previously public property, in itself, does not augment real economic assets. Private funds are thus diverted, to take over SOEs, and consequently diminished, rather than augmented. Hence, private funds are less available for investing in the real economy, in building new economic capacities and capabilities.
Fourth, privatization was supposed to reduce public sector monopolies, but there is often little evidence of significant erosion of the monopolies enjoyed by privatized SOEs. Arguably, technological change and innovation, e.g., in telecommunications, were far more significant in eroding privatized monopolies and reducing costs to consumers, than privatization per se.
From the 1980s, if not before, various studies have portrayed the public sector as a cesspool of abuse, inefficiency, incompetence and corruption. Books and articles, often with clever titles such as ‘vampire state’, ‘bureaucrats in business’ and so on, provided the justification for privatization.
Undoubtedly, there were some real horror stories, which have been conveniently and frequently cited as supposedly representative of all SOEs. But other experiences can also be cited to show that SOEs can be run quite efficiently, even on commercial bases, confounding the dire predictions of the prophets of public sector doom.
Has privatization improved efficiency?
Although some SOEs have been better run and are deemed more efficient after privatization, the overall record has hardly been consistent. Thus, it is important to ascertain when and why there have been improvements, or otherwise. It is also important to remember that better-run privatized SOEs, in and of themselves, do not necessarily serve the national or public interest better.
Undoubtedly, most SOEs can be better run and become more efficient. But this is not always the case as some SOEs are indeed already well run. For instance, very few privatization advocates would insist that most SOEs in Singapore are poorly run.
As its SOEs are generally considered well-run, public ownership is not used there to explain poor governance, management or abuse; instead, public ownership is recognized there as the reason for public accountability, better governance and management.
Principal-agent managerial delegation dilemma
Hence, in different contexts, with appropriately strict supervision, SOEs can be and have indeed been better run. Privatization, in itself, does not solve managerial delegation problems, i.e., the principal-agent problem, as it is not a problem of public ownership per se.
With SOEs, the principal is the state or the government while the agents are the managers and supervisors, who may — or may not — pursue the objectives intended by the principal.
This is a problem faced by many organizations. It is also a problem for private enterprises or corporations, especially large ones, especially where the principal (shareholders) may not be able to exercise effective supervision or control over the agent.
Also, natural monopolies (such as public utilities) are often deemed inefficient due to the monopolistic nature of the industry or market. The question which arises then is whether private monopoly is better, even with regulation intended to protect the public interest.
The answer needs to be ascertained analytically on the basis of evidence, and cannot be presumed a priori. If an industry is a natural monopoly, what does privatization achieve? Often, it means a transfer to private hands, which can be problematic and possibly dangerous for the public interest.
Oscar Ugarteche y Miriam E. Chaverría Reséndiz. En el actual contexto de la economía mundial con una Rusia en recesión, una Europa deflacionada y estancanda sin crecimiento, son incuestionables los cambios que se gestan tanto a nivel geopolítico y geoeconómico, cambios que se originan con la conformación de nuevos bloques de integración económica. El primero de enero del 2015, entró en vigor una nueva propuesta de integración denominada Unión Económica Euroasiática (UEE), integrada por Rusia, Bielorrusia, Kazajistán, Armenia y Kirguistán. La entrada en vigor de la UEE entre estos países postsoviéticos se gesta en un momento clave para Rusia, debido a los sucesos que desencadenaron una encrucijada para la economía del Kremlin y que la colocó en recesión. Por ello, Moscú busca mediante la conformación de la UEE, el Foro de Cooperación de Shanghái y los BRICS, encontrar un nuevo balance para mitigar las turbulencias económicas.
Andrei Kostin said the Russian bank plans to triple its staff and increase floor space at its branch in Shanghai
Russian bank VTB is aiming to eliminate the long queues of customers at its branch in China by the end of summer, CEO Andrei Kostin said on Thursday, with a plan to hire more staff and increase floor space.
Companies flocking to the VTB branch in Shanghai, the only Russian bank in China, were facing up to six months of delays, sources told Reuters in April, as the threat of secondary sanctions deters Chinese banks from trading with Russia.
“We had 1,300 clients on January 1 and now there are 25,000 applicants in the queue,” Kostin told reporters, proposing a fast-track system like in Disneyland.
“Buy a fast-track and go without waiting. There is a lot of money to be made,” he said. “We are making titanic efforts to make it go away.
We’ll get it resolved over the summer, I think ... by the end of summer.”
While visiting China last month, President Vladimir Putin said Moscow and Beijing would find a way to stop the threat of secondary sanctions against Chinese banks from disrupting their burgeoning trade.
He said a solution to the difficulties in Russian-Chinese payment settlements was possible, but did not elaborate.
The payment issues are hurting Russian firms’ export revenue, the Bank of Russia has said, as well as disrupting supply chains and raising import prices.
Kostin said VTB was tripling its staff at the Chinese branch, had increased floor space, adapted technology and also had other “know-how” that he would not elaborate on.
La colaboración entre Pekín y Moscú en la Ruta Marítima Septentrional, en el Ártico, tiene importantes implicaciones para el comercio entre ambas naciones y para las economías de Asia oriental y Europa, afirma un editorial del diario oficialista chino 'Global Times', con base en un estudio geopolítico y económico realizado en Rusia.
Un informe conjunto del Instituto de China y Asia Contemporánea de la Academia Rusa de Ciencias y del Centro Nacional de Coordinación de la Cooperación Empresarial Internacional de Rusia concluyó recientemente que las empresas chinas están explorando activamente la Ruta Marítima Septentrional.
"El gran interés de las navieras chinas por la Ruta Marítima Septentrional refleja su búsqueda de nuevas oportunidades de negocio y también es un buen augurio para el potencial de cooperación entre China y Rusia en el transporte marítimo en el Ártico", publica el diario de origen chino.
Global Times explica que esa ruta marítima del Ártico es clave, pues es considerada como la ruta marítima más corta que une Europa con Asia, por lo que ofrece múltiples ventajas, como tiempos de navegación reducidos y costes de navegación más bajos.
De hecho, Rusia ya trabaja en diversos proyectos para el desarrollo del Ártico y la construcción de rutas. Ejemplo de lo anterior es que, según la agencia de noticias china Xinhua, Moscú aprobó un plan de desarrollo de 13 años para su Ruta Marítima Septentrional, que incluye la construcción de más de 50 rompehielos y buques de clase hielo, el establecimiento de puertos, terminales y centros de rescate de emergencia, así como el despliegue de una constelación de satélites orbitales.
Sin embargo, el medio refiere que, para lograr el desarrollo de la Ruta Marítima Septentrional Rusia, se necesita un socio estable y fiable a largo plazo, así como un apoyo técnico y financiero adecuado. Todo ello, dice, podría representarlo China, pues para el gigante asiático la ruta marítima del Ártico tiene importantes implicaciones para el desarrollo de su futura red comercial.
"El transporte marítimo constituye alrededor del 95% del comercio internacional de China. Si la Ruta Marítima Septentrional se convierte en una opción comercial viable, aumentará sin duda la comodidad y la rentabilidad del comercio entre China y Rusia, así como entre China y Europa”, destaca Global Times.
El medio reconoce que, debido a varios retos que aún enfrenta, la ruta marítima del Ártico aún tiene un largo camino que recorrer desde su estado actual hasta convertirse realmente en una opción comercial, por lo que requiere una mayor cooperación internacional.
Overcoming the Poisonous Politics of Protectionism
Hillary Clinton faces an election that has come to revolve around the legitimacy of a political establishment that she epitomizes. And no issue has fueled that challenge – in the US and Europe alike – more powerfully than international trade.
JUL 29, 2016
LONDON – According to conventional economic wisdom, free trade is good – so the freer the better. After all, steady trade liberalization in recent decades has clearly boosted economic growth in developed and developing countries alike. But, as Barry Eichengreen of the University of California at Berkeley notes, “just because economists agree doesn’t mean they’re right.” And even when economists are right about trade, that doesn’t stop vote-chasing politicians from ignoring their advice.
That is certainly true today. “One thing is now certain about the upcoming presidential election in the United States: the next president will not be a committed free trader,” Eichengreen writes. Hillary Clinton, the Democratic nominee, “is at best a lukewarm supporter of freer trade, and of the Trans-Pacific Partnership [TPP] in particular. Her Republican counterpart, Donald Trump, is downright hostile to trade deals that would throw open US markets,” promising to impose high import tariffs, particularly on Chinese goods.
Now add Britain’s referendum vote to leave the European Union (the world’s biggest trade bloc), the demise of the World Trade Organization’s Doha Development Round, and growing opposition to regional deals, and the increasingly fraught politics of trade becomes even more apparent. Clearly, if countries are to benefit from economic openness and avoid its pitfalls, several questions must be addressed.
For starters, what remains of the argument – a staple of economic theory – that unrestricted trade benefits all? What should be included in trade agreements? And, perhaps most important, in view of surging electoral support for populist candidates favoring protectionism, what steps can political leaders take to encourage domestic support for trade liberalization?
Trade Optimists
Many believe that the fundamental benefit of international trade is undeniable. As UC Berkeley’s Laura Tyson and Sarah Lund of the McKinsey Global Institute observe, interconnectedness fosters growth via the productivity gains from specialization, competition, and innovation. Andrés Velasco, a former finance minister of Chile, notes that trade liberalization helps developing countries boost productivity by integrating them into global supply chains.
Similarly, the Hoover Institution’s Michael J. Boskin cites David Ricardo’s two-century-old theory of comparative advantage to defend the TPP. Harvard’s Jeffrey Frankel observes an 18% productivity gap between US manufacturers that export and those that do not. He, too, invokes Ricardo in promoting the TPP: “Countries benefit most from producing and exporting what they are relatively best at producing and exporting, and from importing what other countries are relatively better at producing.”
Likewise, Yale’s Koichi Hamada, a special economic adviser to Japan’s prime minister, argues that “the increased trade and investment flows brought about by the TPP’s ratification and implementation will benefit even the countries that must make larger sacrifices.” For her part, Yuriko Koike, a member of Japan’s National Diet, acknowledges the risks of the TPP for Japan’s agriculture, but says the agreement is “vital” for the country.
Advocates of the TPP describe it as an enormous growth engine for the global economy. Former Swedish Prime Minister Carl Bildt and Javier Solana, the former Spanish foreign minister, highlight the comparable benefits of the TTIP, calling objections to it “trivial.” And Ana Palacio, another former Spanish foreign minister, urges an EU-Japan trade deal as a more easily achieved complement to the TPP.
The Peterson Institute for International Economics has estimated that the TPP would boost the economies of the participating countries by 1.1% by 2030, and the US economy by 0.5%. Anders Fogh Rasmussen, the former secretary general of NATO, is similarly upbeat about the TTIP, arguing that it would add $125 billion to US GDP and a similar amount (proportionally) to the EU economy.
Trade Skeptics
Trump and other protectionists often argue that the flaw in unrestricted trade is that some countries, particularly China, keep their currencies artificially low. Simon Johnson, former chief economist at the International Monetary Fund and a senior fellow at the Peterson Institute cites the damage to US manufacturing employment from undervalued Chinese and Japanese currencies, arguing that TPP members “must commit not to run large current-account surpluses and accumulate excess foreign-exchange reserves.”
But Yale’s Stephen Roach counters that China long ago ceased buying dollar assets to hold down its currency, and that its current-account surplus has shrunk steadily. The US trade deficit, he argues, reflects inadequate savings, not Chinese currency manipulation, as illustrated by the fact that the US runs bilateral deficits with most of its trading partners.
Kemal Derviş of the Brookings Institution acknowledges that currency manipulation can be a problem; but he argues that trade agreements are not the right forum to solve it, owing to the difficulty of determining what actually constitutes manipulation. Do central-bank purchases of government bonds (so-called quantitative easing) qualify? What about the eurozone’s neglect of domestic demand, which contributes to its trade surplus? For Derviş, the best venues for addressing these issues are the G20 and the IMF, with the latter being given greater powers of multilateral surveillance.
And yet not all of the growing opposition to trade is groundless. For starters, Ricardo’s argument fails to account for structural change in economies as trade liberalization proceeds. As Adair Turner, the chairman of the Institute for New Economic Thinking, points out, further trade liberalization will not bring the benefits it brought in the past: non-tradables comprise a growing share of employment and economic activity, especially in developed economies; as global incomes converge, comparative advantage on the basis of low labor costs will become less important; and new manufacturing technologies will encourage on-shoring. In Turner’s view, “trade liberalization is decreasingly important.”
Indeed, the economic benefits projected by the Peterson Institute and others are relatively small – and may not actually materialize. The United Nations’Jomo Kwame Sundaram points to a study by the US International Trade Commission calculating that the TPP would add just 0.15% to US GDP by 2032, and increase incomes by a mere 0.23%. Moreover, these modest economic benefits will accrue to firms rather than ordinary citizens, all participating countries will suffer higher unemployment, and incomes in the US and Japan will fall.
Johnson is skeptical of many of the TPP’s alleged benefits and notes that displaced American workers stand to receive only limited compensation.
This underscores the extent to which the benefits of trade liberalization are unevenly distributed both within and across countries. As Harvard’s Dani Rodrik puts it, “the real world has not lined up so neatly with trade economists’ assumptions.” Countries might have benefited in aggregate from more trade, but particular communities have been hit hard. Some developed-country workers who have been displaced by trade with developing countries have moved into better skilled (and better paid) jobs, but many are suffering permanent income losses.
The University of Oregon’s Gordon Lafer, a former senior policy adviser to the US House of Representatives’ Committee on Education and Labor, criticizes the TPP’s tolerance of inadequate workers’ rights in undemocratic countries such as Vietnam. The TPP is “not really a ‘trade’ treaty at all,” he argues. “Rather, it is a vehicle for corporate lobbyists to achieve what they have been unable to persuade legislators to support through normal means.”
Global or Regional?
Even many advocates of trade liberalization are highly skeptical of arrangements such as the TPP and the TTIP. Pascal Lamy, a former director-general of the WTO, laments the trend toward regional agreements. Multilateral trade liberalization, he explains, has helped narrow the global gap in living standards, “with per capita incomes in developing countries rising almost three times faster than those in advanced countries.”
And yet, even as multilateral trade liberalization has ground to a halt, the push for regional agreements continues. Columbia University’s Jagdish Bhagwati and Oxford University’s Emily Jones both worry that the rise of preferential bilateral and plurilateral agreements risks undermining the WTO’s credibility as the guarantor of rules-based trade – to the detriment of developing countries, many of which lack the market size to be invited to join these smaller clubs. Likewise, Lamy fears that the proliferation of regional deals, with regulatory demands that developing countries are unable to accept, is threatening decades of real-income convergence between developed and developing countries.
For Nobel laureate Joseph Stiglitz, however, that is precisely the point. The purpose of the TPP and the TTIP, Stiglitz argues, is to institute “a managed trade regime – managed, that is, to serve the special interests that have long dominated trade policy in the West.” But not everyone in the West agrees. Sciences Po’s Zaki Laidi, currently chief foreign policy adviser to French Prime Minister Manuel Valls, believes that Europe “has a greater stake in revitalizing multilateral trade” than the US. Unlike America, Laidi argues, Europe lacks the leverage to extract advantageous regional trade deals.
The Terms of Trade Deals
Can a managed trade regime be fair, given differences among countries’ levels of development and the relative strength of those sectors in which they have a comparative advantage? As Sanjaya Baru, former national security adviser to India’s former prime minister, Manmohan Singh, points out, the TTP goes well beyond traditional free-trade agreements on goods and agriculture. In addition to intellectual-property protection and provisions to prevent “unfair” competition by state-owned enterprises, it includes labor rights, environmental protection, and investor protection from regulatory changes.
Boskin and Frankel reckon this is all to the good. Bhagwati and Stiglitz, however, argue that developing countries have been right to resist inclusion of many such provisions within WTO agreements. If trade agreements do not advance social objectives, they should not be permitted to impede them.
UN Special Rapporteur on the right to food Oliver De Schutter and Kaitlin Y. Cordes of Columbia University show what can happen otherwise. The US demand for patent protection for plants, they argue, threatens to restrict farmers’ access to productive resources, which could cause governments to violate their obligations under human-rights treaties.
Likewise, Stiglitz and Adam S. Hersh of the Roosevelt Institute contend that the investor-state dispute settlement (ISDS) provisions within the TPP could allow foreign investors to pursue binding private arbitration against a government if new regulations to protect citizens’ health and welfare reduce their expected profits. US tobacco companies, for example, could then demand compensation for regulations aimed at reducing tobacco consumption. Similarly, Sundaram stresses that the TPP will give pharmaceutical firms longer monopolies, hurting both consumers and governments. And Velasco contends that, more broadly, the rights of US firms to protect their intellectual property must be balanced against the need to spread the benefits of technology.
Trade Justice
Concerns about currency manipulation, workers’ rights, environmental standards, and much else highlight a widespread fear that Ricardian rhetoric may serve as a fig leaf for the pursuit of parochial interests, whether of nation-states or of multinational firms. Will regional deals like the TPP, rather than maximizing comparative advantage, trigger a race to the bottom, as Lafer, Stiglitz, and others fear?
Rodrik notes that workers in developed countries will accept losing their jobs because of technological change, but not when it results from competition with low-wage countries that forbid organized labor. He argues that the world needs trade agreements that allow developed countries to restrict trade when imports clearly conflict with domestic social norms – but which also allow developing countries to pursue economic diversification.
Perhaps more important, whereas advocates of free trade and globalization talk a good game about the need to compensate those who lose out or are left behind, most countries don’t put their money where their mouth is. But, asBo Lidegaard, a former editor-in-chief of the Danish daily Politiken, observes, those that do reap enormous benefits. In terms of employment, the top seven countries worldwide have “welfare economies” that provide free education for all and skills training for any age, so that workers can move up the labor-market value chain; social security for the unemployed, so that a temporary loss of work does not become a personally catastrophic event; and highly developed systems of care for children, the elderly, and vulnerable members of society, so that workers do not have to choose between employment and caring for loved ones.
Lidegaard acknowledges that welfare economies “are not immune to populism, nationalism, or nativism.” Nonetheless, “with higher employment and lower inequality” promoting a sense of fairness, and with strong social safety nets boosting, rather than impeding, labor-market flexibility, “challenges to the social contract itself are far more rare than they are elsewhere – particularly the US.”
The US may never be Denmark, as Clinton pointedly observed in an early debate with her Democratic rival Bernie Sanders. But now she faces an election that, as with the Brexit referendum, has come to revolve around the legitimacy of the “establishment” that she represents. And no issue has fueled that challenge more powerfully than trade. Unless Clinton – and political leaders elsewhere – embrace what has been shown to work, the challenge will grow stronger, and probably uglier as well.
Washington’s tariff war against its trading partners, particularly China, cost American companies and consumers US$4.4 billion a month last year, according to researchers.
Economists from the New York Federal Reserve and Princeton and Columbia universities assessed the impact of the duties on prices and welfare in the United States, concluding that those who were exposed to the duties overseas “paid none of the bill”.
The research paper was released as the US and China, the world’s two largest economies, are reportedly close to a trade agreement that could see most or all of the tariffs lifted. Chinese President Xi Jinping and his American counterpart Donald Trump are expected to meet in Florida in late March to seal the deal.
It also comes after US Federal Reserve chairman Jerome Powell last week warned of a slowing US economy this year and other risks, including a global slowdown, volatile financial markets and uncertainty over American trade policy.
In the paper, titled “The impact of the 2018 trade war on US prices and welfare”, Mary Amiti, Stephen Redding and David Weinstein said fallout from the dispute – which has seen tariffs applied on about US$283 billion of American imports – had damaged the economy.
They said it had cost US consumers and the firms that import foreign goods an extra US$3 billion per month in added tax costs and another US$1.4 billion a month in deadweight losses – overall welfare costs to society.
The tit-for-tat exchange of duties had plunged the US into its “first episode of large-scale competitive tariff protection since the Great Depression of the 1930s”, according to the paper.
Based on conventional trade models, the researchers found that “the deleterious impacts of the tariffs have been largely in line with what one might have predicted based on a simple supply and demand framework”.
They said the US economy had experienced “substantial increases in the prices of intermediates and final goods, large changes to its supply chain network, reductions in availability of imported varieties, and complete pass-through of the tariffs into domestic prices of imported goods”.
“The entire incidence of the tariffs fell on domestic consumers and importers up to now, with no impact so far on the prices received by foreign exporters,” the economists said.
With the tariffs applied, US producers responded to reduced import competition by raising their prices, according to the paper.
Those prices were found to have gone up by an average 1 percentage point last year – nearly half the annual average rate of producer price inflation from 1990 to 2018.
Goods subject to tariffs saw prices rise 10 per cent to 30 per cent, the researchers said.
“Given that these numbers are comparable in magnitude to tariffs that were applied, it suggests that much of the tariffs were passed on to US importers and consumers,” the paper said.
Giving the example of washing machines, the economists said the “US import tariffs had an almost immediate effect on prices in the US economy”.
Trump announced the first wave of US tariffs in January 2018, imposing duties of 20 per cent to 50 per cent on imported washing machines and 30 per cent on solar panels.
After those duties were instituted, the cost of major appliances sharply increased after prices had fallen steadily in the previous years.
They were followed by a second wave of tariffs in March on US$18 billion of steel and aluminium imports, and a third round in June on another US$22 billion of steel and aluminium products.
But those duties were dwarfed by the tariffs Washington went on to impose on US$250 billion worth of Chinese goods, starting from July.
Over the course of 2018, the US applied duties ranging from 10 to 50 per cent on some US$283 billion of imports. In response, US trading partners – especially China – have retaliated with tariffs averaging 16 per cent on about US$121 billion of American exports.
The economists said they had also seen evidence of the large impact of US and retaliatory tariffs on global supply chains.
Los presidentes de Brasil, Michel Temer, y Argentina, Mauricio Macri, destacaron ayer la proximidad ideológica de sus Gobiernos -de centro derecha, y a favor del libre comercio- en la visita de Estado del argentino a Brasilia. Ambos defendieron buscar nuevos acuerdos del Mercosur (alianza comercial que incluye a Uruguay y Paraguay) en especial con la Alianza del Pacífico, de la que forma parte México. Macri llegó a señalar que “ante las dudas que plantea el mundo”, 2017 debe ser el año en que “se dé un impulso histórico al Mercosur”.
Otro punto de encuentro, en la que fue su tercera reunión en seis meses, fue su “preocupación con la situación política, social y humanitaria de Venezuela”, que vive la mayor crisis económica de la región y que, actualmente, está suspendida del Mercosur.
Las convergencias expuestas por Macri y Temer tienen también un objetivo táctico: evitaron hablar de sus propias medidas proteccionistas, como la renegociación del acuerdo bilateral sobre las ventas de automóviles y las peticiones brasileñas para entrar en el mercado de azúcar del país vecino.
Macri defendió que fortalecer internamente el Mercosur, grupo presidido esta temporada por Argentina, es necesario para fortalecer los intercambios comerciales internos, pero también para alcanzar más acuerdos externos. “Debemos comenzar por la Alianza del Pacífico, pero también con México, que, con este cambio de escenario, ahora debe mirar para el sur con mayor decisión”, dijo Macri en referencia a las dificultades que enfrenta el Gobierno mexicano con el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Entre ellas, la construcción de un muro en la frontera de ambos países y la posibilidad de una subida de impuestos a los productos mexicanos exportados a EE UU.
El gesto al Gobierno de Enrique Peña Nieto se produce después de que Brasil y Argentina hubiesen recibido críticas por no haber condenado con más contundencia la política de Trump. Ambos han tratado de desmarcarse de la retórica combativa con EE UU de sus antecesores, al tiempo que intentan tender puentes con el errático nuevo inquilino de la Casa Blanca. La intención de aproximarse a la Alianza del Pacífico, el bloque más abierto al comercio e integrado por México, Perú, Chile y Colombia, viene de hace tiempo, pero se fortalece con las nuevas políticas de Macri y Temer. Lo mismo sucede con el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, que dura ya 15 años y cuyo impulso fue defendido por Temer.
Las loas a la apertura comercial, en todo caso, chocan con contradicciones internas cuando se trata del propio Mercosur. Algunos de los problemas crónicos de la alianza no se han solucionado, como la renegociación del acuerdo sobre el automóvil. El libre comercio de vehículos entre ambos países ya debería estar en vigor, pero el fuerte déficit comercial argentino continúa aplazando la discusión. Los nuevos responsables económicos en Buenos Aires insisten en que se dejarán llevar solo por el superávit comercial que Brasil mantiene con Argentina, de 4.330 millones de dólares (4.050 millones de euros) en 2016.
A los dos mandatarios les une su afán de aplicar reformas económicas que pongan fin a las políticas aplicadas durante los largos años de Gobiernos peronistas en Argentina y del izquierdista Partido de los Trabajadores en Brasil. Y tanto Temer como Macri subrayaron ayer que coinciden en sus recetas para hacer frente a la crisis económica en la región. “Tenemos modos semejantes de enfrentar esos desafíos: reformas ambiciosas”, dijo Temer refiriéndose a proyectos de su Gobierno, como el establecimiento de un techo de gasto público y la reforma de las pensiones. El Ejecutivo argentino afronta también una agenda de fuerte ajuste económico.
Entre los acuerdos alcanzados, los dos presidentes firmaron una carta conjunta al presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, en la que solicitan la asistencia del organismo para diseñar una agencia que armonice las normas técnicas, sanitarias y fitosanitarias de ambos países. La entidad, según los mandatarios, permitiría aumentar los flujos comerciales, ya que reduciría barreras para importaciones y exportaciones. “Eso significaría un marco que fortalecerá no solo el comercio, sino también el desarrollo de la producción de nuestros países”, dijo Macri.
Tendencias comerciales y económicas en 2017
Oscar Ugarteche[1]
José Luis Cal[2]
El crecimiento económico global se ha visto afectado por diversos factores en el 2017: la presidencia de Trump, el Brexit, las decisiones de cortar los inventarios de la OPEC. Además, persisten los dos problemas principales del capitalismo en las últimas décadas: bajo crecimiento de la productividad y una desigualdad creciente del ingreso.
A esto se debe agregar la actual salida de EEUU del pacto climático de Paris y el conflicto europeo con este país y con el Reino Unido por la adopción de políticas proteccionistas. Esto significa que Europa podría voltear al oriente, para mantener su poder en el mundo. En este mundo India y China podían jalar el crecimiento europeo, dado que son las economías más grandes con mayor crecimiento en la última década de 9% y 7.2%.
Con la salida del pacto de Paris, la salida del TPP de EEUU se está socavando la Alianza Atlántica creada principalmente para frenar a los enemigos de la democracia. Esto viene encima de la caída del comercio de EEUU con Europa, que cayó de 32%[3] de sus exportaciones totales en 1990 a 21% en el 2015. Para Gran Bretaña la contracción en el mismo periodo fue de 6.7% a 3.9%. En todos los casos la relación comercial ha perdido importancia. Esto debilita las relaciones históricas entre ambos continentes. (leer http://www.obela.org/content/el-proteccionismo-y-la-renegociaci%C3%B3n-del-tlcan)
Por otro lado, América Latina está en una situación de cambio. América del sur en 1990 exportaba el 5.7% a EEUU y en el 2015, 4%. México y Centroamérica en 1990 le exportaban el 27% a EEUU el cual se ha mantenido hasta ahora. Esto abre un cambio en la relación hemisférica. En el caso de México su comercio con EEUU pasó de 74% a 82%; en Sudamérica el comercio con EUUU ha bajado y se ha sustituido por el mismo comercio, pero ahora con China. Ecuador, Colombia y Venezuela que le exportan petróleo; Brasil y Argentina soya; Chile y Perú cobre. Este cambio sudamericano plantea una situación parecida a la de la UE con un vínculo más fuerte con el oriente. Mientras tanto EEUU busca replantear sus tratados de libre comercio en el hemisferio, poniendo énfasis en el tipo de cambio fijo, lo que equivale a dolarizar a América Latina. Cabe recordar que todo el PIB de America Latina sumada equivale a un tercio del PIB EEUU, de modo que cualquier acuerdo monetario será agresivamente asimétrico.
Fuente: Obela con datos del WDI. Se estimó el PIB de Venezuela con datos del WDI.
El país con un panorama más difícil es México ya que sus líneas de producción están actualmente articuladas con América del norte. Su ubicación geográfica y el hecho de que su primer elemento de exportación sea la mano de obra barata la diferencia de Sudamérica que exporta commodities, y de Europa que exporta bienes de alta tecnología con mano de obra costosa.
Los países exportadores de materias primas tienen un crecimiento económico poco prometedor debido al alza prometida de las tasas de interés por parte de la Fed. E BCE no va a subir su tasa, lo que garantiza un debilitamiento del euro frente al dólar. Todo lo anterior abre la interrogante sobre el motor de crecimiento del siglo XXI. El modelo de crecimiento exportador no parece estar funcionando.
El crecimiento económico de México, Brasil, Argentina y Chile no dependen de sus exportaciones. El del Perú está más amarrado, pero está determinado por el auge de precios de minerales ocurridos por la baja de interés ocurrido a partir de 2003. La evidencia muestra que México crece a tasas menores que sus pares sudamericanos. También muestra que en la crisis de 2008 tuvo una caída más profunda que sus pares sudamericanos. En conclusión, se trata de vender bienes industriales integrados dentro de una economía y no armados en líneas de producción globalizadas.
El pronóstico de crecimiento del FMI aparecido en abril del 2107, muestra una recuperación latinoamericana poco probable por los problemas continuados de Venezuela y de Brasil. También por la baja previsible de los precios de las materias primas. EEUU tendrá una breve primavera fruto del alza de gasto público y de la mejora salarial producto de la reducción de la migración. Esto se puede mantener brevemente por el impacto en costos.
Fuente: Elaboración propia con datos del FMI.
La Unión Europea se desacelera del 2% a 1.7% debido al golpe negativo del Brexit, al problema de los migrantes medio orientales y africanos; y su bono demográfico. Lo que permitirá que se mantenga cerca del 2% será una política monetaria expansiva acompañada de una ligera expansión fiscal.
China y la India continúan con tasas altas sobre el 6% aunque su orientación está cambiando hacia el mercado interno, articulando sus líneas de producción dentro de sus países. Entre los riesgos de corto plazo de China esta una posible burbuja financiera en el sector inmobiliario.
[1] Investigador titular del Instituto de Investigaciones Económica de la UNAM, coordinador del Proyecto OBELA, miembro del SNI/CONACYT
[2] Facultad de Economía UNAM, Proyecto OBELA.
[3] Toda la estadística comercial proviene del observatorio de complejidad económica del MIT. http://atlas.media.mit.edu/en/
"Decepcionante". Así calificaron en la Argentina y en Brasil la propuesta que hizo la Unión Europea para llegar a un acuerdo comercial con el Mercosur, según declaraciones que hicieron hoy funcionarios de ambos países.
Desde Brasil, el embajador Ronaldo Costa Filho dijo que la oferta, que incluía una cuota con bajos aranceles para 70.000 toneladas de carne de res y 600.000 toneladas de etanol, estaba lejos de lo que los miembros del Mercosur esperaban y hará difícil que se llegue a un acuerdo en diciembre.
Esto mismo le dijo Horacio Reyser, secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería argentina, a Reuters.
"Le dejamos claro a la UE que para que exista un acuerdo debe haber una mejora sustancial. No sólo en el tema de la carne, sino de muchos otros productos que son de interés del Mercosur", dijo Reyser, que agregó que entre esos productos se encuentran los granos, la carne de ave y el arroz.
Los países del Mercosur buscan cerrar un principio de acuerdo con la UE este año para mostrar su voluntad de estrechar lazos con otros bloques comerciales.
Una vez concluida la ronda de negociaciones de una semana en Brasilia, Reyser dijo que el Gobierno argentino mantiene su expectativa de alcanzar un "acuerdo político" al final del 2017, aunque señaló que las negociaciones podrían continuar.
Las próximas reuniones se llevarán a cabo entre el 10 y el 13 de noviembre en Brasilia y podría haber otra adicional en Bruselas.
"A lo que estamos apuntando es a algún instrumento que nos permita decir que esto es un acuerdo que se va a concretar, aunque luego seguramente va a requerir seguir puliéndolo un poco más durante el 2018", afirmó Reyser.
The Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) trade deal under negotiation between 16 Asian countries would grant corporations exclusive rights to sue governments at international tribunals. This report reveals that investors have launched 50 lawsuits at secret international arbitration tribunals against governments negotiating the RCEP agreement for a total of at least $31 billion US dollars. These lawsuits provide a warning of the potential high costs of the proposed RCEP trade deal. RCEP will deepen the rights of investors and lock in place this system of privatised justice.
This report compiles available data on ISDS cases taken against countries party to the RCEP negotiations. The report also highlights the emblematic cases of India, Indonesia, Philippine, South Korea and Australia.
Key findings
The report highlights the ongoing corporate attack on Asian governments’ right to regulate, including actions following the introduction of measures to protect the environment. It also underlines the costs that this system has already had to democracy in the region.
The dangerous impacts of investment treaties are likely to increase if governments in the region agree to grant far-reaching protection rights to investors in RCEP and other ongoing free trade negotiations. Furthermore it can reasonably be expected that RCEP would undermine governments’ efforts to safeguard their right to regulate in the public interest.
The evidence is compelling in showing that the risks of ISDS are higher than its proclaimed benefits.
RCEP governments have a golden opportunity to work together to build a new trade and investment regime that helps to develop sustainable societies, by supporting local economies, workers’ rights, a clean environment and food sovereignty.
Disponible en: https://www.tni.org/en/publication/the-hidden-costs-of-rcep-and-corporat...
With the recent signature of the Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), Latin America and the Caribbean (LAC) has the opportunity to access the world's largest economic bloc, which accounts for 30% of the world's GDP. LAC countries have made individual efforts to access the Asian market through bilateral agreements. Alliances such as the Trans-Pacific Partnership (TTP-11) and the Pacific Alliance (PA) have failed to establish treaties at the inter-regional level. The RCEP is an opportunity and alternative for LAC blocs to coordinate and use this new market as a catapult for recovery from the COVID-19 crisis.
The conclusion of the RCEP in November 2020 shows the partnership's clear intention to expand its intra- and inter-regional trade relations. In a scenario where commerce and investment from Southeast Asia are steadily increasing, the most important is China's relationship, an increasingly important trading partner for South America. Due to increased imports of raw materials and foreign direct investment in renewable energy and infrastructure in the sub-region. On the other hand, China is Mexico's second-largest supplier.
Although no business agreement exists to date between the Association of Southeast Asian Nations (ASEAN) or the RCEP and any Latin American trade block, multiple bilateral trade and investment agreements have been established over the past two decades, as shown in the graph below.
The interchange between the two regions has increased considerably in the last two decades. According to IDB statistics, in 2000, Asia accounted for one out of every ten dollars of LAC transaction flows; in 2018, that figure reached one out of every four. Similarly, LAC sales to ASEAN countries increased at an average annual rate of 11.8% for the same period, while for China, it was 20.4%. It is a clear sign that business relations between the two regions strengthened considerably.
Despite the almost non-existent exchange relationship between Mexico and China, the PA is one of the agreements between LAC and Asia that has resonated the most in the global economy, with Mexico, Colombia, Peru, and Chile. In October 2020, the PA and ASEAN met virtually to develop a new ASEAN-Pacific Alliance Work Plan (2021-2023), which seeks to cooperate on several issues.
The TTP-11 is the most ambitious economic integration project in the Pacific Rim. The predecessor agreement, the Trans-Pacific Partnership (TPP), was intended to be the US's gateway to the Asian market and serve as a barrier to China's entry into the Americas. With the US withdrawal during the Trump administration, China took advantage of the free field to organise and sign the RCEP.
There are various integration and cooperation projects in the region, such as MERCOSUR, CARICOM, CACM, CAN, and SICA. It is worth noting that over two centuries of LAC's history, there have been repeated efforts at economic integration and multilateral cooperation that have failed to materialise into a project. Truncated integration happens by combining internal factors such as the conflict between the primary-export and industrial sectors and the principle of due obedience that obliges Pan-Americanism. As a result, the region's economic development oscillated for much of the 20th century between industrial-led domestic and subregional development and the primary export sector's growth. The US has bilateral trade agreements with all LAC countries, except MERCOSUR, geared towards developing US product sales rather than developing a complex Latin American production apparatus. The most obvious demonstration of this is the division between the countries of the Caribbean Basin, SICA and T-MEC, and those of South America, where the former send cheap labour in the form of the maquila industry and illegal immigrants and the latter sells grains and minerals. On the contrary, the US ships refined gasoline to all hemisphere countries; its main product sold abroad.
Ecuador is the most recent example of US financial interference in countries' domestic politics, referred to as financial statecraft. The US International Development Finance Corporation pledged to disburse $3.5 billion to the Lenín Moreno government, politically aligned with the US government, to pay off part of its debt to China. The conditions exclude Huawei and other Chinese companies from constructing the 5G network and begin privatizing state assets financed by China to US companies.
The articulation of Latin American and Caribbean markets with the Asian countries of the RCEP is a way to strengthen relations in the global South to face the new world that emerges after the definitive change of the global economic axis from the Atlantic to the Pacific Ocean in 2020.
I still remember attending the first ministerial meeting of the World Trade Organization (WTO) in December 1996, a year after its founding. I did not know why known opponents of globalization like me had been invited; I suppose it was to inflict on us the lesson that it was futile to resist. An aura of triumphalism pervaded the meeting. Trade ministers and corporate executives alike proclaimed that globalization was the wave of the future. Government restrictions on the free flow of goods, services, and capital were a thing of the past. Within what skeptical observers like me termed the “blessed trinity of multilateralism,” there was a clear division of labor: the International Monetary Fund (IMF) would do away with barriers to capital flows, the World Bank would transform developing countries into free-market economies, and the WTO, which former Director General Mike Moore called the “crown jewel of multilateralism,” would lead the elimination of any remaining barriers to corporate-driven international trade.
A quarter-century ago, the multilateral system of global economic governance had reached its pinnacle. Today, the WTO, the IMF, and the World Bank are experiencing a deep crisis of legitimacy. This erosion of Western-led multilateralism has been accompanied by a debilitating political crisis in the hegemonic power underpinning the system, while the momentous shift of the center of capital global accumulation from the United States to China has only deepened. These developments open the possibility for a better future for the Global South.
The Birth of the New International Order
The IMF and the World Bank were founded at the historic Bretton Woods conference in 1944. They were supposed to be followed shortly by an International Trade Organization. But the 1948 Havana Charter, which set the parameters for the ITO, was not submitted for ratification to the U.S. Senate because the Truman administration did not feel it had the votes to overcome opposition from isolationist Republicans and U.S. corporate interests that were concerned about “protectionist concessions” to developing countries, which had attended the Havana meeting in greater numbers than the Bretton Woods conference four years earlier. With foreign trade constituting a relatively small part of the U.S. economy, Washington eventually settled for a much weaker system of regulation, the General Agreement on Tariffs and Trade (GATT).
Why did the United States change its mind a few decades later? By the 1980s, foreign markets had become much more important to American corporations, and it was important to smash barriers to entry, especially in developing countries. U.S. agribusiness complained about how these countries protected their agricultural sectors from cheap subsidized imports. Washington was also worried about countries in East Asia like South Korea, Taiwan, and Malaysia that engaged in aggressive export policies while building up manufacturing industries protected by high tariffs and import quotas. Their economies were en route to producing goods that could compete with the United States.
As the prime mover of the decade-long Uruguay Round of trade negotiations, Washington was confident that a strong international body imposing tough free-trade rules would benefit its corporations, which it saw as the most competitive in the world. WTO rules and institutions would promote, consolidate, and legitimize structures of global trade ensuring the hegemony of U.S. interests.
The European Commission decided to join the bandwagon for a strengthened international trade regime mainly because, like Washington, it wanted to open developing markets to its massive agricultural surpluses. Leading industries in Europe and Japan—including the automobile, information technology, and pharmaceutical sectors—also had an interest in preventing the emergence of new competitors from East and Southeast Asia by making the latter’s acquisition of complex technologies (“intellectual piracy”) a violation of trade rules, or by stopping them from using trade restrictions to build up their industries.
Hypocrisy and Overreach
While the rhetoric of the WTO was rooted in free trade, three of its most important agreements had the actual goal of achieving monopolies. The Agreement on Agriculture (AOA) institutionalized the dumping of U.S. and European surpluses on developing countries by forcing the latter to end import quotas and lower their tariffs. The Agreement on Trade-Related Aspects of Intellectual Property Rights (TRIPs) sought to institutionalize U.S. corporations’ monopoly of high technology by outlawing reverse engineering and other methods used by developing countries to establish universal access to knowledge. The Agreement on Trade-Related Investment Measures (TRIMs) sought to prevent countries from imitating Japan, South Korea, and Malaysia’s use of trade policy, including measures like reducing imported inputs into finished goods in favor of local inputs, to build up industries that could become significant competitors to the pharmaceutical, automobile, and information technology giants in both regional and global markets.
The United States and the European Union’s aggressive push for new trade negotiations to follow the Uruguay Round provoked resistance from developing country governments and civil society organizations, leading to the collapse of the Third WTO Ministerial Conference in Seattle in 1999 amid widespread street protests and a police riot (I’ll never forget the beating I received).
Then, in 2003, with the heft provided by India, Brazil, and China (a WTO member since 2001), developing countries were able to prevent the U.S. and EU attempt to dismantle government protection of small farmers. They also foiled attempts to tighten the already restrictive TRIPs Agreement and prevented an attempt to bring investment, government procurement, and competition policy under the WTO’s ambit.
The Retreat From Multilateralism
As developing country resistance consolidated under the leadership of India, Brazil, and China, the United States began to abandon multilateral trade liberalization via the WTO. After the Fifth Ministerial Conference collapsed in Cancún in 2003, the Bush administration’s U.S. Trade Representative Robert Zoellick warned: “As WTO members ponder the future, the U.S. will not wait: we will move towards free trade with can-do countries.” Over the next few years, the United States and the EU put their efforts into forging bilateral trade agreements or limited multilateral agreements, like the Trans-Pacific Partnership (TPP) favored by the Obama administration.
Trump’s trade war with China did not initiate the move to unilateralism; he merely brought to a climax the retreat from multilateralism that had begun in 2003. Even his administration’s controversial blocking of judges to the WTO’s appellate court was an extension of earlier practices. In 2016 the supposedly multilateralist Obama administration ousted a Korean Appellate Body member because it did not agree with the latter’s judgments in four trade disputes involving the United States.
Unable to overcome U.S. obstructionism, Brazilian WTO Director-General Roberto Azevêdo resigned in 2020 a year before his term was supposed to end. Nigerian diplomat Ngozi Okonjo-Iweala was favored by most members as a replacement, but Washington delayed the process while holding out for another candidate who was deemed more sympathetic to U.S. interests. Members of the trade body have looked for more cooperation from Washington under the Biden administration. His team’s first move seemed encouraging: it ceased blocking Okonjo-Iweala, who is now the first woman to head the WTO. But given eighteen years of unilateralism under both Republican and Democratic administrations, few members of the organization are holding their breath for more significant changes in Washington’s behavior.
The IMF’s Terms and Conditions
While neither the IMF nor the World Bank’s standing is as damaged as the WTO’s, their condition is nevertheless serious. Under former Managing Director Christine Lagarde, the IMF had served as a member of the so-called Troika, alongside the European Commission and the European Central Bank, that imposed savage austerity programs on Ireland and Greece in the aftermath of the 2008 global financial crisis. The IMF’s role in saving European banks by squeezing the Irish and Greek people showed that it had not deviated from the approach it took following the Asian financial crisis of 1997–1998: cut government budgets, fire people, and channel savings from this draconian process to pay off private-sector creditors. These “pro-cyclical” measures were to be adopted even if they prevented an early return to growth and caused widespread pain.
COVID-19 appeared to be a public relations bonanza for the IMF. Current Managing Director Kristalina Georgieva boasted of a $1 trillion war chest that the fund was willing to disburse to meet the challenge of what she called a “once in a lifetime pandemic.” There was only one problem: many IMF members who badly needed the cash were not biting. One $20 billion “debt relief” program for about twenty-five African countries found few takers; only Cameroon, Côte d’Ivoire, Ethiopia, and Senegal applied for funds. The other countries were apprehensive not only because they had witnessed the IMF put Greece, Ireland, and other European countries through the wringer, but because they had read the fine print. They discovered that the IMF was offering loans, not grants; that the initiative was not debt cancellation but a restructuring of the loans owed to rich country governments by debtor countries so they could make their debt payments later; and that accepting a loan would subject a country to the same regimen of dreaded conditionalities and surveillance that accompanied regular IMF loans.
In short, the IMF’s COVID-19 programs were seen by developing countries as more of the same: loans that would put them into what Cheryl Payer has aptly called the “debt trap.” An added disincentive was fear of being placed on the watchlist of private banks that saw applying for IMF aid as an indicator of not being creditworthy. When asked why the IMF didn’t just cancel the massive debt of developing countries in light of the catastrophic economic impact of COVID-19, Georgieva offered the lame excuse that its articles of association did not allow that.
Credibility Problems at the World Bank
The World Bank’s proclaimed raison d’être is to end poverty. But poverty was on the increase even before COVID-19. It had become especially acute in Africa, owing partly to the conditions created by the World Bank’s neoliberal structural adjustment loans and those of sister institution, the IMF.
This is not the only reputational problem facing the World Bank. While a Bank-commissioned study sounded the alarm about the effects of an average temperature rise of 4 degrees Celsius by the turn of the century, the agency has laid itself open to charges of hypocrisy by continuing to promote investment in scores of carbon emission-intensive coal-fired plants throughout the globe. It is also deeply involved in the imbroglio around the United Nations Programme on Reducing Emissions from Deforestation and Forest Degradation, or REDD+, many of whose projects it funds; indigenous peoples from around the world call the program a recipe for the dispossession of forest-dependent communities.
These problems are indicative of a deeper crisis of legitimacy: the collapse of the rationale behind neoliberalism, trade liberalization, and globalization in the face of growing poverty and inequality, climate change, and global economic stagnation. The World Bank continues to support trade liberalization, but its advocacy has become more and more muted.
Indeed, some figures prominently identified with World Bank–backed neoliberalism have recanted. In his 2018 book The Future of Capitalism, Oxford economics guru Paul Collier, who served as director of the Development Research Group of the Bank from 1998 to 2003, indicts the entire economics profession for its defense of globalization and free trade:
The profession has been unprofessional, fearful that any criticism would strengthen populism, so that little work has been done on the downsides of these different processes. Yet the downsides were apparent to ordinary citizens, and the effect of economists appearing to dismiss them has resulted in widespread refusal of people to listen to “experts.” For my profession to re-establish credibility we must provide a more balanced analysis, in which the downsides are acknowledged and properly evaluated with a view to designing policy responses that address them. The profession may be better served by mea culpa than by further indignant defenses of globalization.
The Reign of the Global North
The Bretton Woods institutions are suffering not only from policy crises and a shattered intellectual paradigm, but a long-running, debilitating dispute over governance reform. Despite some fifty years of trying, the countries of the Global South have not been able to get the dominant powers in both institutions to accept even a modicum of reform.
At the IMF, the United States holds over 16 percent of voting power, giving it an effective veto over any change in the articles of association or major policies. Europe is the IMF’s next most powerful bloc. The four biggest BRICS (Brazil, Russia, India, and China) are responsible for over 24 percent of global GDP, compared with the 13 percent share of the four biggest European economies (Germany, France, the UK, and Italy). However, the former have a combined IMF vote share of only 10 percent, compared with the four European nations’ nearly 18 percent. Long-promised voting power shifts from developed to developing countries have amounted to a marginal 2.6 percent change, according to analysts Robert H. Wade and Jakob Vestergaard. Meanwhile, Europe remains unwilling to give up its “right” to name the fund’s managing director.
Similar issues plague the World Bank. The United States exercises almost 16 percent of voting power, and it can count on its influence on European countries. In a “realignment” of the voting shares at the World Bank a few years ago, according to the Bretton Woods Project, Africa’s vote share rose by less than 0.2 percent. High-income countries continue to cling onto almost 61 percent of the vote, while middle-income countries hold under 35 percent and low-income countries less than 5 percent. And the United States has maintained the privilege of naming the head of the World Bank.
Hegemonic Transition
The crisis of the Western-dominated multilateral system can only deepen with the fatal conjunction in the United States of an out-of-control pandemic, the erosion of political institutions, and the unravelling of the economy. U.S. power has underpinned the system, but the country’s international reputation is at its lowest point in decades. Meanwhile, large numbers of Americans have prioritized tackling the country’s domestic problems and fueled a new isolationist mood, which Trump embodied and Biden will find difficult to reverse.
Owing to the transfer of much of the U.S. industrial base to China by American transnational corporations and its own swift technological advances, China has become the new center of global capital accumulation. In the last few years, Beijing has moved into the ideological space being vacated by a dispirited United States. Prior to the coronavirus, it articulated a vision of “connectivity” as the next phase of globalization, accompanying this with the $1 trillion Belt and Road Initiative, which aims at integrating the Eurasian landmass via infrastructure, rail, and energy generation projects.
Beijing has also led in the creation of the Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), a recently signed free-trade agreement that brings together fifteen Asia-Pacific countries. Many observers see an incipient multilateral system emerging in a number of initiatives Beijing has taken the lead in establishing: the Asian Infrastructure Investment Bank, the New Development Bank, and the Contingent Reserve Arrangement.
Beijing has advanced these initiatives very cautiously, just as it has in promoting the renminbi as a potential reserve currency. It says that these institutions do not seek to supplant but to exist alongside the IMF, World Bank, and WTO. In fact, China has relied on the advice and cooperation of the IMF and the World Bank in setting them up. Chinese leaders are obviously trying to dampen expectations about these institutions, apparently apprehensive about the burden of responsibility that is expected from great power.
Rather than being displaced or taken over by the Chinese, the Bretton Woods institutions are likely to limp along, providing some ideological competition to the Chinese by promoting a corporate-led as opposed to a state-led path of development, but at some point unable to compete with them when it comes to resources. When it comes to borrowing money or seeking development aid, more and more countries in the Global South will beat a path to Beijing rather than to the IMF and World Bank headquarters in Washington.
Similarly, the global trading system is moving toward a hodgepodge of institutions, including a greatly weakened WTO, regional arrangements like the RCEP, developing country trade blocs like Mercosur in South America, bilateral treaties like the United States–Korea Free Trade Agreement, and noninstitutionalized bilateral and unilateral initiatives.
This situation bears some resemblance to the pre-WTO era. For many developing countries, the period from 1948 to 1995 under the weak GATT trade regime was an era with greater room for development, owing to the lack of pressure to open up agricultural and manufacturing sectors, weak trade dispute mechanisms, and the absence of anti-development agreements like TRIPs. In the absence of genuine multilateralism, not distorted by the power of an assertive hegemon, the current trade regime may well be the best system that is realistically possible for the Global South.
The End of an Era
The free flow of capital and goods that multilateral institutions promoted during the long Bretton Woods era has been a boon for Western, particularly U.S., corporations, and a major contributor to the rise of global inequality. The deindustrialization and stagnation of wages triggered by trade and capital liberalization has been the lot of the working class in the latter part of this period. In the Global South, the radical lowering of tariffs and elimination of import quotas, the imposition of monopolistic agreements to the benefit of the Global North, structural adjustment programs, and the debt cycles promoted by the the IMF, World Bank, and WTO have spelled misery for hundreds of millions of people.
There were developing countries in East Asia that prospered under this regime. But this was only because they blithely disregarded neoliberal prescriptions even as they pledged their compliance with these “principles.” Most noteworthy among these exceptions was China, whose powerful post-revolutionary government allowed Northern corporations to extract superprofits from the exploitation of Chinese labor even as it used their investments to develop key sectors of the economy and to force transfer technology, a process that would eventually make the presence of these corporations obsolete. These “exceptions” are shifting the center of global capital accumulation, and in the process not only presenting an alternative development model but a counterforce to the U.S. and multilateral economic institutions that failed the Global South.
How much difference has US President Donald Trump made to America's standing in the world? Despite the almost daily awe and horror that has accompanied media coverage of the first year of his presidency there is a view that Trump has barely made a dent on the structural trends that are paring back America's influence in Asia and around the world. That influence was well on the wane before Trump took the keys to the White House, says Evan Feigenbaum. Hugh White sees President Trump as merely accelerating America's inevitable retreat from Asia in the face of China's rise.
Trump has created uncertainty in the global system in spades — with his loose play in the North Korean crisis, his assault on the international trading system and his retreat from the Trans-Pacific Partnership (TPP) — but he is responsible neither for China's rise nor for the recent shifts we have seen in Asia's alignments. After the global financial crisis, traditional export-led Asian economic strategies could no longer count on robust growth from American demand. Domestic demand was called in as a new driver of growth and as an intra-regional hedge against uncertainty. The structural changes now working in China's favour — many at America's expense — all pre-date Mr Trump. He has not changed the game in Asia or around the world: it has been changing for a long time and will continue to change regardless of who sits in the Oval Office.
If Trump has a strategy, it is to accept America's diminished global reach and to protect against the rapacity of China and the rest. That is the game he was dealt, not the game he has delivered (so this argument runs).
Trump may be a symptom more than a cause of America's problems. Bernie Sanders was symptomatic of a similar retreat from global leadership on the Democratic side of US politics. A stagnant median income, growing inequality and the lack of a social safety net or adequate social protections has led to most Americans missing out on the benefits of an open and innovative economy. Those structural problems will get worse before they get better with the tax bill to which Trump and the US Congress recently gave the green light.
Leadership in Asia demands an economy that can be translated into strategic power. Japan, Australia, all of East Asia and India are now deeply integrated economically with China. There may be ambivalence about the rise of China, and economic integration is yet to translate into comprehensive political security between China and its partners. But the United States is going about deploying its diminished economic heft in a counterproductive way and the TPP was never going to rebuild America's geo-economic dominance in the face of China's growth and continued openness.
Nor does China's newfound economic heft automatically translate into strategic weight — much less into regional or global leadership.
Leadership in Asia needs an overarching strategic framework that leverages economic, military and diplomatic power together towards a grand strategic goal. Trump's answer to America's new predicament is to abandon the grand strategic goal that has engaged the world's multilateral assets over three-quarters of a century and instead to opt for the reasserting the use of bilateral power at a time when America has lost its economic muscle and is limited in critical theatres to an Armageddon military option. This is a curious response to America's new circumstance.
In this week's lead, David Camroux says that once the United States could once have plausibly been described as the world's 'indispensable power'. 'Perhaps thirty years from now we will look back on US President Donald Trump's first official visit to East Asia as the moment when the United States abandoned a superpower role in Asia and grudgingly accepted that hegemonic power in the region would be shared with China'.
For Camroux, this is not an accidental outcome delivered by a leader swept haplessly along in the vast currents of our times. 'The breakdown of [America's] Asia foreign policy status quo involves a combination of wilful negligence and discreet sabotage'.
'Abandoning the TPP fell into the first category, while the hollowing out of the US State Department is a combination of both. Ten months after Trump's inauguration, many senior positions in the State Department still have not been filled. Some one hundred senior diplomats have left and the threat of a one-third budget cut remains. The Trump administration's gratuitous assault on multilateral institutions and agreements such as the WTO, UNESCO and the Paris Climate Change Agreement is being conducted in the same vein', says Camroux.
Camroux sees Trump's November 2017 trip to East Asia as a demonstration that his administration had largely abandoned two of the three pillars of America's bipartisan foreign policy edifice. In relation to North Korea there was a bellicose reaffirmation of the US commitment to playing sheriff, while the multilateral economic and soft power dimensions were substantially abandoned.
US proposals for bilateral trade deals were greeted with polite silence. Given the Trump administration's drive to renegotiate the North American Free Trade Agreement and the US–Korea Free Trade Agreement as part of its 'America first' agenda, US credibility as a trustworthy trading partner has been severely compromised.
While 'the United States has been seeking to weaken the international institutions it helped establish, China has been creating new international institutions to further its aims'. The most visible in Asia is the Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB). It is by no means clear that the objective of Chinese leadership is to supplant existing institutions with its new initiatives like the AIIB and the Belt and Road Initiative. 'Still, in terms of articulating a long-term vision, China's Belt and Road dwarfs anything that Trump seems capable of offering', says Camroux.
The fear that a new world order might evolve into a Chinese creature of influence has gone mildly viral in countries which thus far have put all bets on the alliance relationship with the United States. This is not to be unexpected: security communities struggle to justify alliance relationships that have been injected with such uncertainty by Mr Trump.
As Camroux concludes, the world we see today is far less open to hegemonic influence — China has a powerful interest in appealing to multilateralism (as in its 19th Party Congress pledges) in order to manage its many problems in the world. How the world is ordered in the future will much depend on whether other powers (in Asia and elsewhere including the European Union) can compensate for the US vacuum and help to preserve and promote an open multipolar international environment.
This text points out that, despite the change of government in the US, the policy and actions taken regarding Chinese technological containment remain intact, continuing to exert international pressure to prevent other countries from including Chinese companies in their digital transition processes. Still, this strategy has had little success in Latin America, where 5G technology seems a new path to economic recovery.
The expansion of 5G technology has been a turning point in the technology war between the US and China. During the Trump administration, the company Huawei, a leader in this technology, was included on the US Entity List, accusing it of collaborating with the Chinese government in computer espionage operations. Although President Biden differs on many points from his predecessor's foreign policy, the idea of counteracting China remains, proof of which is that ZTE, another critical Chinese company, has been subject to trade restrictions.
Along these lines, in June 2021, the US Senate approved a $170 billion plan to invest in research and development. It means to encourage domestic companies to manufacture semiconductors and avoid relying on Asian supply. In addition, there is $1.5 billion earmarked for 5G technology, and Cisco, Juniper Networks and Qualcomm will seek to become more competitive in the global market.
The Five Eyes allies, including the US, UK, Australia, New Zealand and Canada, have expressed concerns about Huawei's relationship with the Chinese government and rejected its entry into their territories. The refusal could delay their access to such technology by at least 2-3 years. Will any of these countries have the same reservations about implementing US-developed 5G technology, predicated on FISA-702, which allows the collection of physical or electronic data on any non-US person who poses a US national security danger?
The technology war and US fears have had a marginal impact on the Asian giant's relations with Latin America. Some countries have bowed to Washington's pressures against the use of 5G, but most continue to negotiate its implementation.
The China-CELAC forum held in February 2021 in Mexico focused on cooperation in digital technology, including 5G technology, artificial intelligence and the internet of things. It aims to assist the economic recovery of some key sectors and reverse the devastation caused by the COVID 19 pandemic.
Huawei invested close to $500m in Mexico to build a technical support centre. Chile, the most advanced country in Latin America in this area, inaugurated the first 5G zone in the region, and Brazil announced this year it would hold the first tender for contracts to install it. All indications are that by 2022 all cities and the district of Brasilia will have 5G technology, and like Chile, Huawei will not be out of the auctions.
The region's challenges to put this technology into operation relate to the lack of infrastructure and the size of the investment. According to ECLAC, Argentina, Brazil, Chile, Colombia, Mexico and Peru would need to invest USD 50.8 billion to enable 5G technology in their urban areas and around USD 120.07 billion to cover their entire territory. It is worth noting that full coverage of 4G network territories is still incomplete and that a few countries have the spectrum released in the 3.5 GHz range for the proper operation of the network. The same report states that the region's technological transition could increase Latin American GDP between $229 billion and $293 billion by 2030.
Latin America's neutral stance on the technology war between the two powers does not mean that the US will stop exerting pressure in various areas to avoid losing the technology race in the region. US Ambassador to Brazil Todd Chapman said in an interview that there would surely be consequences if the country decides to include Huawei in its technology development plans, as the US will think twice before investing in Brazil. For Brazil, the US is no longer a significant investor nor a critical trading partner. The withdrawal of the US in this context will only benefit China's presence.
The Asian giant is one of Latin America's most important trading partners, and the benefits of adopting 5G technology are innumerably greater than the benefits of sidelining Chinese companies. The US will have to look for a giant stick or carrot.
On January 15, the US President Donald Trump and Chinese Vice Premier Liu He signed a “phase one” trade agreement to de-escalate an 18-month trade war between the world’s two biggest economies. After months of tough negotiations and retaliatory trade actions, both countries agreed to proceed ahead with the “phase one” trade agreement. The core elements of the “phase one” trade agreement include intellectual property, technology transfer, agriculture, financial services, currency, and exchange rate policies. Besides, the deal establishes a bilateral dispute resolution arrangement to resolve any disputes on matters listed in the agreement. The full text of the agreement is available here.
In his opening remarks at the signing ceremony held at the East Room of the White House, President Trump stated: “Today, we take a momentous step – one that has never been taken before with China – toward a future of fair and reciprocal trade, as we sign phase one of the historic trade deal between the United States and China. Together, we are righting the wrongs of the past and delivering a future of economic justice and security for American workers, farmers, and families.”
The Chinese leader Xi Jinping also welcomed the deal and described it as “good for China, the US and the whole world.”
A Symbolic Deal
President Trump is selling this deal as a “historic” and would use it to boost his re-election bid later this year. Trump hopes that this agreement will shore up his political base ahead of the 2020 elections as rural America (a large segment of his base) was severely hit by retaliatory tariffs imposed by China on soybeans and other agricultural products.
On the other hand, the deal brings welcome relief to China. It gives breathing space to Xi Jinping to deal with the daunting economic slowdown as well as Hong Kong protests. In 2019, China’s economy grew 6.1 percent — the lowest since 1990. One big challenge for China is to contain financial risks that are fast accumulating in its financial system while maintaining high-quality growth. The trade deal gives the Chinese government some space to redouble on its efforts to address current economic challenges.
The “phase one” agreement is not a free trade agreement by any means. Nor will it end the trade war between the US and China. Despite the agreement, both trading partners have decided to maintain the bulk of the tariffs that were imposed on each other’s products during the trade war. The agreement keeps in place $370 bn in tariffs on Chinese imports as well as Beijing’s retaliatory tariffs.
Of course, a lot would depend on the actual implementation of the agreement that will take some time, given the lack of mutual trust and intense geopolitical rivalry between the two giants.
Nothing Momentous
The “phase one” trade deal lacks much substance and leaves too many questions unanswered. It may be too early to make a final assessment of the 94-page agreement, but a cursory examination indicates that China has made no significant concessions to the US that would represent a “historic” deal for the Trump administration.
The deal is limited in scope as it proposes modest changes in the areas of intellectual property, technology transfer, and market access to the Chinese financial sector. Further, most commitments outlined in the agreement have already been made by China unilaterally or at international forums such as G20 and WTO. For instance, the deal requires China to fully comply with its WTO agriculture commitments and rulings on agriculture subsidies and quotas. China has already decided not to appeal the WTO panel’s decisions and agreed to abide by the rulings.
Broadly speaking, the deal is a repackaging of previously announced commitments by China to open up its domestic markets and in line with its move towards establishing a more market-based economy. In fact, the Chinese authorities view several concessions in the areas of intellectual property, financial services, and currency management as beneficial to the country’s economic development and its expanded presence in the global economy. Some analysts point out that far from bringing the Chinese to their knees, China could end up being a bigger surprise winner of the deal in the long-term.
The “phase one” trade deal falls far short of drastic policy changes and wide-ranging deep reforms sought by the Trump administration when it launched a trade war with China in 2018. For instance, the deal does not address issues such as dismantling of industrial subsidies and the reduced role of state-owned companies in the Chinese economy. Nor does it address cybersecurity issues what the US characterized as “Chinese government-conducted, sponsored and tolerated cyber theft” – a thorny issue that ostensibly triggered the trade war. After months of negotiations and imposition of tariffs on billions of dollars worth of Chinese imports, the US has not achieved several of its stated objectives.
The US intends to begin negotiations on such thorny structural issues in the next “phase two” of the deal, but it is yet unclear when these negotiations will start and whether China will fundamentally restructure its economic model to appease the US. China may likely wait until this year’s presidential elections in the US before joining negotiations on the “phase two” of the trade deal.
Below is a brief analysis of some of the key elements of the “phase one” trade agreement.
Intellectual Property
The Intellectual Property (IP) chapter covers several issues, including trade secrets, pharmaceutical-related intellectual property, patents, geographical indications, trademarks, and enforcement against pirated and counterfeit goods. The agreement proposes no substantive changes in China’s current IP regime except that China has agreed to establish a mechanism for the early resolution of drug-related patent disputes and to provide patent term extensions to compensate for unreasonable delays in the patent office or drug approval processes.
On its own, China was going to implement some of the commitments made under the IP chapter, but the trade war with the US delayed the process.
The agreement states: “Within 30 working days after the date of entry into force of this Agreement, China will promulgate an Action Plan to strengthen intellectual property protection.” Any observer of China’s IP regime would attest that over the past two decades, China has steadily strengthened the protection of IPRs in pursuit of its self-interest as well as to meet its international commitments under the WTO Agreement on Trade-Related Aspects of Intellectual Property Rights (TRIPS). Not only China has promulgated strict IPR laws in the last two years, but it has also strengthened the enforcement processes as the country is climbing up the technological ladder.
It is worth remembering that China wants to develop as a hub for high-tech manufacturing and advanced R&D. China sees its future in the innovation-led economy and creating new high-value-added products and services, supported by a strict IPR regime. That’s why China has been moving its IPR regime closer to other developed countries.
Technology Transfer
The Technology Transfer chapter deals with obligations to ban forced technology transfers in China. Although Beijing has denied carryout out such practices, the US and many developed countries often accuse China of putting pressure on foreign firms to transfer their technology to domestic firms as a condition for obtaining market access or administrative approvals.
The agreement states: “Neither Party shall require or pressure persons of the other Party to transfer technology to its persons in relation to acquisitions, joint ventures, or other investment transactions…Any transfer or licensing of technology between persons of a Party and those of the other Party must be based on market terms that are voluntary and reflect mutual agreement.”
Much before this deal, China had already undertaken legal measures to ban forced technology transfers. In March 2019, China adopted a Foreign Investment Law (FIL) that replaces three existing laws governing foreign direct investment in the country. The unified FIL explicitly bans the forced transfer of technologies through administrative means. Came in effect from January 1, 2020, the FIL stipulates: “The conditions for technology cooperation shall be determined by all investment parties upon equal negotiations under the principle of fairness and no administrative department or its staff shall force any transfer of technology by administrative means.”
Further, the FIL also imposes penalties on Chinese officials if they force foreign firms to transfer their technology to domestic entities.
Expanding Trade
Perhaps the biggest surprise of the “phase one” agreement is China’s commitment to buy an additional $200 bn worth of US goods and services over a two-year period (January 2020-December 2021). It includes $77.7 bn of manufactured goods, $32 bn of agricultural products, $52.4 bn of energy, and $37.9 bn of services.
Even though this commitment is meant only for two years, it raises four key concerns. First, the numbers are highly ambitious, especially for agricultural products, and one wonders whether the US exporters can deliver without diverting exports from other countries.
Second, many of these US exports will still be subject to retaliatory tariffs imposed by China during the trade war and therefore, will be relatively more expensive.
Third, can China force its privately-owned domestic firms to buy products from the US instead of from other trading partners with whom it has signed free trade agreements?
Fourth, aren’t such managed trade practices a violation of the WTO rules?
Financial Services
Another core element of the trade agreement is the commitments made by China to open up its financial services sector to the US banks, insurance companies, asset management companies, credit rating agencies, and credit card companies and thereby allowing US financial institutions to establish wholly-owned entities in the country.
Following are some of the major commitments made by China with specific timelines under the agreement:
* “China shall allow U.S. financial services suppliers to apply for asset management company licenses that would permit them to acquire non-performing loans directly from Chinese banks, beginning with provincial licenses. When additional national licenses are granted, China shall treat U.S. financial services suppliers on a non-discriminatory basis with Chinese suppliers, including with respect to the granting of such licenses.”
* “No later than April 1, 2020, China shall remove the foreign equity cap in the life, pension, and health insurance sectors and allow wholly U.S.-owned insurance companies to participate in these sectors.”
* “No later than April 1, 2020, China shall eliminate foreign equity limits and allow wholly U.S.-owned services suppliers to participate in the securities, fund management, and futures sectors.”
* “China shall allow U.S. financial services suppliers to apply for asset management company licenses that would permit them to acquire non-performing loans directly from Chinese banks, beginning with provincial licenses.”
Although the Chinese authorities had already announced some of these commitments in 2019, the “phase one” trade agreement has brought forward the planned opening of the Chinese financial services sector from December 2020 to April 2020 for the US-based financial firms.
Unlike most other chapters, the agreement calls for a two-way opening of the financial service sector. In return, the US has also agreed to rapidly process applications by Chinese banks, insurance firms, and securities firms to enter and operate in the US markets.
However, there is a much broader policy issue involved here as financial liberalization can pose risks to financial system stability in China. The Chinese government’s intention to further open up the financial sector is to spur more innovation and greater competition, but a more cautious approach is warranted as financial risks are building up in China’s financial system. China’s non-financial corporate debt, government debt, non-performing loans, and opaque shadow banking sector pose potential risks to financial stability. The recent bailouts of three regional banks have exposed the vulnerabilities in the Chinese banking sector.
Therefore, it is in China’s interest to adopt a gradual liberalization approach on financial services to avoid the financial crises experienced by other emerging market economies that adopted rapid financial liberalization.
Exchange Rate Policy
In August 2019, the US treasury department labeled China a currency manipulator. But it formally removed China’s designation as a currency manipulator just two days before signing the trade deal.
The “phase one” trade agreement contains a two-page chapter on macroeconomic policies and exchange rate matters. This chapter includes several provisions reaffirming both countries existing G20 and IMF commitments to refrain from competitive devaluations and to avoid manipulating exchange rates.
In addition, the US and China countries have agreed to publicly disclose data on foreign exchange reserves and external balances. Nothing newsworthy as both countries regularly put such data in the public domain. The chapter also contains an enforcement mechanism if any country fails to adhere to the commitments on exchange rate policies or transparency.
By and large, the currency management provisions of the US-China deal are less substantive than the new United States-Mexico-Canada Agreement (USMCA). For instance, the USMCA requires member-countries to regularly disclose the monthly interventions in both the spot and forward foreign exchange markets. And in no way, the “phase one” deal resembles the 1985 Plaza Accord that radically weakened the US dollar and strengthened the Japanese yen.
To conclude, the “phase one” trade agreement between the US and China signals a pause in the ongoing trade war but not much more.
The First Latin America and Caribbean Summit for Global Taxation, held on 28 July 2023, aimed to unify the region's voices on taxation. However, the event fell short of expectations. It showed significant limitations, such as the need for binding agreements, discrepancies between OECD and non-OECD countries, and a lack of ambition for bilateral and free trade agreement reforms. This article analyses the Summit's outcomes in light of the challenges of the energy transition.
After preparatory meetings on 2 and 3 May 2023, leaders of 16 of the 33 Latin American and Caribbean countries, led by Chile, Brazil and Colombia, all agreed at the Summit on 28 July to establish a permanent platform for tax collaboration. It resulted in the signing of a joint declaration, committing to "facilitate the exchange of information and reduce tax competition to increase regional revenue collection". The most outstanding measure was the approval of the "Regional Tax Cooperation Platform for Latin America and the Caribbean" governance system. Colombia will lead the presidency for one year, and ECLAC will be the technical secretariat in charge of presenting an annual plan in six months.
However, this agreement does not currently generate binding agreements. Although it seeks to provide guidelines against double taxation, it shows no commitment to legal obligations or dispute settlement mechanisms in case of non-compliance. The absence of ministers (the only one in this category was Ricardo Bonilla, Ocampo's successor in Colombia) and mostly second-tier positions point to a weak agreement.
Recall that the primary objective was to move beyond the "two OECD pillars" towards a more ambitious and unified regional vision. However, tensions persist between OECD and non-OECD members over how much and how to move away from these guidelines. Moreover, coordinated tax reform seems distant without addressing the modification of free trade and bilateral investment treaties or the problem of tax evasion and capital flight to tax havens. The Summit touched on these issues superficially. The meeting included a long speech by Joseph Stiglitz, who deepened his criticism of the OECD's minimum agreements. He warned of the risk that their proposals if ratified, could work for Latin America instead of a minimum tax as a maximum tax for multinationals of 15%. We are likely to see these conflicts again at the UN General Assembly, starting on 18 September, where a debate on the development of a new global framework for tax policy will take place. African countries, none of which are members of the OECD, seem to have reached a common position.
Meanwhile, Brazil joined Chile, Ecuador and Colombia in their recent tax reform efforts. However, they will follow the traditional route of raising revenue through higher consumption taxes, which tend to be regressive, postponing increases in income or wealth taxes. The Brazilian reform seeks to simplify its tax structure, taxing products only at their destination, thereby reducing tax competition between states and municipalities. It will also incorporate selective taxes on goods harmful to health and the environment.
As noted above, increasing tax revenues in Latin America is essential for the energy transition. The current dependence of many countries in the region on selective gasoline excise taxes and public oil company profits makes this challenge even more complicated. The International Energy Agency estimates that clean energy investments in developing countries would need to grow four to seven times to achieve the goal of net zero emissions by 2050, highlighting the crucial importance of public investment. [2]
Creating a permanent tax cooperation platform for Latin America and the Caribbean is the most important achievement of this Summit. However, the need for binding agreements and the unwillingness to consider reforms in bilateral and free trade agreements reduce expectations of going beyond the agreements established at the OECD. The urgent need for financing for a sustainable energy transition remains on the back burner due to the ability of large corporations to impose their interests and the inability of states to separate their sources of financing from oil. Meanwhile, tax reforms at the national level are proceeding cautiously, focused on consumption taxes. The intervention of the UN as an actor seeking to play a more prominent role in overseeing international fiscal affairs signals the continuation of these discussions in other fora.
[1] Post-doc IIEc and member of OBELA.
OBELA: Oscar Ugarteche, Bertín Acosta, Gabriela Ramírez, Alberto Tena, Monserrat Granillo, Patricio Gonzales, Brandon Young.
[2] EMDE countries (emerging and developing markets in Africa, Europe, Latin America, the Middle East and Asia, excluding China).
Este documento explora los impactos de la política comercial de la administración Trump sobre los precios y el bienestar. En el transcurso de 2018, los Estados Unidos experimentaron aumentos sustanciales en los precios de bienes intermediarios y finales.
En general, utilizando métodos económicos estándar, encontramos que la incidencia total de la tarifa cae en consumidores domésticos, con una reducción en el ingreso real de los Estados Unidos de $ 1.4 mil millones por mes al final de 2018.
Existen cambios dramáticos en la red de cadena de suministro, así como reducciones en la disponibilidad de variedades importadas. También vemos patrones similares para países extranjeros que han tomado represalias contra los Estados Unidos, lo que indica que la guerra comercial también redujo el ingreso real para otros países.
The APEC Leaders’ summit meeting, which took place last week in Danang, Vietnam, crystallized the new geopolitics of trade in Asia. The leaders of the three largest economies in the world—the United States, China, and Japan—each redefined the roles their nation will play in sustaining, torpedoing, or adjusting the postwar trading order. Little is assured on how free trade and multilateral undertakings will fare as the three giants reposition themselves in their leadership bid. The only certainty ahead for us is that it will be a bumpy ride.
“AMERICA FIRST” FLOUNDERS
Trade figured prominently in all of President Trump’s stops during his first official visit to Asia. But the full-throated articulation of his “America First” trade policy was delivered in his speech for APEC’s (Asia-Pacific Economic Cooperation) CEO summit. To a forum whose mission is to promote closer economic links among 21-member economies, President Trump confirmed that under his watch, the United States will not ink any regional or multi-party trade agreement because—he argued—these agreements unduly tie the hands of the United States. The president roundly criticized the World Trade Organization, stating it treats the United States unfairly, and warned that rampant cheating by others (reflected in U.S. trade deficits) will no longer be tolerated. Jaws surely dropped when Trump placed the blame not on the cheaters (who, after all, the president noted, were just looking after their citizens in taking advantage of the United States on trade) but on all previous U.S. governments.
In the more evocative part of his speech, the president spoke of an Indo-Pacific dream built upon a series of bilateral trade agreements that the United States stands ready to negotiate with nations willing to embrace fair and reciprocal trade. By and large, this is a dream of one: No Indo-Pacific nation (with the potential exemption of Philippines) has accepted the entreaty to negotiate bilaterally. Two powerful deterrents to countries signing on to Trump’s proposal are at work here: 1) countries see through the faulty proposition that trade deficits driven by macroeconomic forces can be wiped out quickly with trade negotiations, and 2) widespread understanding that multilateral deals promise larger economic gains by turbocharging global supply chains.
President Xi moved once again to occupy, rhetorically, the space the United States vacated as champion of multilateralism and free trade.
President Xi moved once again to occupy, rhetorically, the space the United States vacated as champion of multilateralism and free trade. Addressing the same audience right after President Trump, he delivered a starkly different message. He defended the value of international trade as a win-win proposition and tool for development, and portrayed globalization as an unstoppable yet moldable force that could be more inclusive and balanced. Without question, China’s economic and political influence has expanded significantly with the successful launch of the Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB) and the Belt and Road Initiative. Through these initiatives, China is recycling capital surpluses to finance infrastructure in developing Asia with improvements to regional connectivity. But leadership in free trade may be China’s last frontier because it hinges on the supply of a commodity in short supply in Xi’s vision for China: liberalization. The 19th Party Congress did not set China on a path to become a free trader. On the contrary, it confirmed that the impetus for meaningful domestic reform has waned and the state’s role in the economy is the North Star.
TPP, BACK FROM THE DEAD?
The high drama at APEC’s meeting came not courtesy of dueling American and Chinese scorecards on globalization but of the ups-and-downs in efforts led by Japan to resurrect the Trans-Pacific Partnership (TPP) trade pact. Tensions were high when Prime Minister Trudeau of Canada did not attend the TPP 11 summit meeting, where leaders had already gathered to give their seal of approval to a broad agreement. A frenzy of last-minute negotiations ensued, and it was ultimately possible to reach an agreement on the core elements of a newly baptized Comprehensive and Progressive TPP (aka TPP 2.0).
In so doing, the 11 remaining nations achieved a remarkable feat: They maintained market access commitments intact with tariff liberalization to proceed as originally scheduled, and they limited the disciplines to be suspended (until and if the United States returns) to a list of 20. The thrust of these suspensions is to narrow down the operation of investor-state dispute settlement (by extracting investment agreements and investment authorizations) and to freeze the intellectual property rules the United States had advocated (on data protection for biologics, copyright extension, and the scope of patentability, for example). No sledgehammer was used to scrap entire chapters; on the contrary, the outcomes reveal a surgical approach to keep the agreement whole and maintain the level of ambition.
The TPP 2.0 is far from a done deal. The ministerial statement listed four pending issues: a cultural reservation for Canada, Malaysia’s schedule on state-owned enterprises, a coal non-conforming measure for Brunei, and one article on trade sanctions for Vietnam. None of these appear to be insurmountable obstacles, but, although not listed in the ministerial statement, Canada has insisted on renegotiating auto rules of origin. In this way, Canada has emerged as the wild card in the final stretch for this trade deal.
SHIFTS AMONG THE HEAVY HITTERS
The geopolitics of trade in Asia are in flux as the three major powers transition to new roles. A United States critical of multilateral and regional undertakings, unable to gain traction in bilateral trade negotiations, and eager to resort to unilateral enforcement as the main thrust of trade policy. A China that is knitting the region together through infrastructure finance and has vied for the title of champion of multilateralism, but comes woefully short in the supply of liberalization. And a Japan that is cutting its teeth in trade leadership by rescuing the TPP project, not out of a desire to displace the United States from its traditional role in regional economic diplomacy but instead to encourage its return.
Japan’s leadership credentials will be greatly enhanced if it is able to successfully conclude negotiations among the diverse set of TPP nations to keep the highly ambitious trade agreement intact, even though the original magnet (the U.S. economic and security heft) is not at play for the foreseeable future.
Like Prime Minister David Cameron before her, Britain's Theresa May is guiding the Conservative Party into a reckless political and economic gamble over the issue of membership in the European Union. She has signaled a willingness to make a speedy withdrawal from the EU in order to pursue the "quiet revolution" of British society to make it work for everyone, as she announced in front(link is external) of party activists in Birmingham in early October.
Perhaps May's bet that a "hard" Brexit will not hurt the British economy much will pay off. But the long-term economic damage—as indicated by the accelerating decline in the value of the British pound(link is external)—is likely to prove so dire that voters will punish the Conservatives and open the way for another government in Westminster.
Feeling pressure from the party's anti-European grassroots, May revealed that her government preferred to start Article 50 negotiations to leave the EU no later than the end of March 2017, setting in motion a process for an exit at the end of March 2019, at which time the UK would revert to trading and interacting with the 27 EU members on regular World Trade Organization terms.
The difficulties most likely to arise from the "hard" Brexit will derive from May's determination to prioritize political sovereignty to control immigration. Her statement(link is external) is unambiguous: "We have voted to leave the European Union and become a fully-independent, sovereign country. We will do what independent, sovereign countries do. We will decide for ourselves how we control immigration."
Underscoring the point, she declared(link is external): "Our laws will be made not in Brussels but in Westminster. The judges interpreting those laws will sit not in Luxembourg but in courts in this country. The authority of EU law in Britain will end….. let me be clear. We are not leaving the European Union only to give up control of immigration again. And we are not leaving only to return to the jurisdiction of the European Court of Justice." Such clear rhetoric from the prime minister on key political issues directed at her own party is not a negotiating position likely to be mollified. Leaders' words matter and these are clearly some of May's red lines for the upcoming Article 50 negotiations.
So what are the economic implications of these political choices—which will help May maintain Conservative Party unity in the months ahead—for the UK economy? Insisting on the UK's sovereign right to regulate migration and ending the jurisdiction of EU law and the European Court of Justice in Britain are perfectly legitimate political choices, but they will make continued UK membership of the EU's Internal Market politically and legally impossible. The "passporting" rights of financial services firms based in the City of London to conduct business across the EU would also end. May's stance indicated that the UK intends to leave the European Customs Union as well, since the government would be required to do so to strike new trade agreements with other countries.
All told, May seems to have felt the political need to tell Conservative Party activists and the anti-EU press—who overwhelmingly supported Brexit(link is external)—what they wanted to hear, while attaching less importance to the economic implications. Remarkably, the UK Treasury seems to have very little influence over Brexit—the most important economic event in Britain in decades. As with the Brexit vote itself, it is increasingly clear that domestic UK politics will trump economics in the process of implementing the UK's departure from the EU.
May's rhetoric suggests that her government will pursue a clean break with the EU. Given that the EU will not compromise on free movement of labor, the EU and UK don't really seem to have much to negotiate about during the Article 50 negotiations, which once begun could conclude quickly. On the other hand, a clean break will set the stage for arduous and time-consuming negotiations over the long-term EU-UK relationship. A subsequent free trade agreement between the two could take an inordinately long time to conclude.
For a prime minister without a direct political mandate from British voters (or even her own party) and only a narrow parliamentary majority of 16, May has cleverly used the democratic legitimacy of the Brexit vote to keep her party together. If you oppose her definition of Brexit, you will be accused of insulting the "will of the British people," so all Tories are Brexiteers for now.
Ironically, the accelerating decline of the British pound—the symbol of sovereignty—may provide enough short-term economic benefits from rising exports and bargain-hunting tourists to direct the UK towards a "hard" Brexit in the coming months. But when domestic inflation picks up from rising prices of UK imports (which account for 30 percent of GDP), living standards will start declining, real growth will slow, government revenue will decline, and the Bank of England's monetary policy options will narrow. But by then it will likely be too late to change the direction of the negotiations with the EU.
The EU response to May's gambit is easy to predict. They will wait until Article 50 is triggered by March next year, then calmly tell the UK government that its political priorities will result in a "hard" Brexit. It is hard to imagine the EU accepting any transition period without the UK continuing to allow free movement of labor. If the transition period is more than a year, then May's government would fail to control EU immigration by the time of the next scheduled UK election. The Conservatives would surely not accept this, especially since the new Home Secretary, Amber Rudd, has proposed far-reaching policies to reduce immigration(link is external).
The EU will simply wait and see what happens in financial markets and the economy. Perhaps there will be no real effects, and the UK and EU will quietly go their separate ways, though without particularly good prospects for a close economic relationship.
But a departure from the EU's Internal Market and Customs Union would hurt the UK economy enough for voters to take notice—and blame May and the Conservatives for the fallout. Economic crisis is just about the only outcome that could benefit a battered Labour Party. A massive bungling of Brexit by the Conservatives would be its only chance at regaining political power in Westminster any time soon. An economic downturn would also boost the EU's negotiating position, because it would have achieved its strategic political goal of making a departure from the EU so economically painful that a government bent on pursuing it would not survive.
May's political gamble on a "hard" Brexit is a high-stakes game for the UK.
El pensamiento convencional es que ha habido dos globalizaciones en la era moderna. La primera comenzó alrededor de 1870 y finalizó en 1914. La segunda comenzó en 1945 y aún está en marcha.
Este documento desafía esa visión y argumenta que ha habido tres globalizaciones, no dos.
La primera mitad del documento proporciona evidencia empírica para la hipótesis de las tres globalizaciones. La segunda mitad discute las implicaciones analíticas de las tres hipótesis de globalización. La primera globalización victoriana y la segunda globalización de la era keynesiana fueron impulsadas por las ganancias del comercio, y esas ganancias aumentaron los salarios reales de los países industrializados. La tercera globalización neoliberal ha sido impulsada por una reorganización industrial motivada por el conflicto distributivo.
La teoría del comercio no explica la tercera globalización; la participación del capital se ha incrementado a expensas del trabajo; y no puede haber ninguna presunción de ganancias mutuamente beneficiosas de la tercera globalización.
Hace casi treinta años, el politólogo chileno Luciano Tomassini afirmaba que cuando el sistema internacional atraviesa por un período de conflicto, transición o crisis, cada país o grupo de países tiene que hacer un especial esfuerzo por responder en forma lúcida y activa al nuevo balance de riesgos y oportunidades. Ello supone una lectura correcta de la nueva situación y esto, a su vez, exige una gran inversión de esfuerzos y recursos en información, análisis, previsión y programación1.
El pasado 7 de abril, ocho cancilleres de los Estados miembros del Mercosur y la Alianza del Pacífico se reunieron en Buenos Aires (Venezuela no asistió por estar suspendida del Mercosur). Según se manifestó públicamente, el cónclave estuvo dirigido a acelerar la complementación y el acercamiento entre los dos bloques, con miras a responder a los retos actuales del escenario internacional. Para ello, se dijo, resulta clave la intensificación de los esfuerzos a favor del libre comercio, el multilateralismo y la integración regional. Ahora bien, por fuera del lenguaje diplomático, el encuentro tendría como horizonte concertar una estrategia común frente al proteccionismo que propone el presidente estadounidense Donald Trump y que cada día gana más adeptos en el continente europeo2.
Tomando en cuenta la recomendación de Tomassini, todo indicaría que vendaval desatado por el Brexit y la llegada de Trump requiere que los países de la región adopten una estrategia que pueda responder lúcidamente a los cambios del sistema internacional. No obstante, si nos preguntamos hasta qué punto son compatibles el Mercosur y la Alianza del Pacífico y cuán viable es el modelo de inserción internacional que proponen hoy en día estos gobiernos, parecería ser que nada de eso está sucediendo.
En efecto, los que nos interesa señalar aquí es que el voluntarismo de los actuales gobiernos latinoamericanos choca contra una serie de factores que, o no están siendo tenidos en cuenta por los entusiastas de la confluencia entre ambos bloques o, contrariamente al discurso que emana de las autoridades políticas, las política exteriores se están definiendo más por un dogmatismo ideológico que por un pragmatismo utilitarista. Para ilustrar esta afirmación identificamos una serie de variables.
Salvo los países que integran el eje bolivariano, todos los gobiernos latinoamericanos colocan a al libre comercio como un principio fundamental de sus estrategias de inserción internacional y, al mismo tiempo, tienen o pretenden alcanzar un estrecho vínculo con Estados Unidos. Todo andaría más que bien, excepto que el actual presidente de los Estados Unidos propone una agenda proteccionista y que, a pesar de algunas ampulosas insinuaciones, ninguno de los países parece estar dispuesto a resignar su vínculo con Washington.
Entonces, ¿cómo conjugar la resistencia al proteccionismo de Trump y mantener una relación privilegiada con Estados Unidos, sin que ello implique un abandono de la agenda pro libre mercado? No es imposible pero, así planteado, resulta difícil.
Pero eso no es todo. Al parecer, la estrategia globalización-friendly de los gobiernos latinoamericanos tiene por delante un problema más estructural que un coyuntural esquivo gobierno estadounidense. En un reciente estudio, el académico español José Antonio Sanahuja sostiene que el sistema internacional estaría atravesando por un proceso de «post-globalización», caracterizado por una fragmentación de los mercados y las cadenas productivas globales. Dicho proceso, incluso, tendría su origen antes del Brexit y la irrupción de Trump3.
Según el autor, existen una serie de indicadores que respaldarían tamaña presunción. En primer lugar, las políticas proteccionistas por parte de los países del G20 vienen in crescendo desde la crisis económica internacional desatada en 2008 y, según la OMC, el bienio 2015-2016 registra el número más alto de medidas con efectos restrictivos. Otro posible indicio de la «desglobalización» tiene que ver con la crisis que está sufriendo la empresa multinacional basada en el outsourcing y las cadenas globales de valor como modelo de negocios. Desde 2008 los beneficios de este tipo de empresas vienen en picada, mientras que las compañías nacionales de menor tamaño están subiendo su rentabilidad[4]. Es decir, las empresas más rentables hoy en día estarían siendo las más pequeñas y las menos globalizadas.
A ello se suma que, según datos del Banco Mundial, el flujo de inversiones –financieras y productivas- hacia los países desarrollados viene experimentando un incremento sostenido desde el año 2013. Esto quiere decir que las inversiones están «volviendo a casa», aun antes de que Trump lo pusiera como uno de los puntos centrales de su programa de gobierno.
Dicho esto, si asumimos que el sistema internacional se encuentra efectivamente en una etapa de post-globalización –en donde las inversiones se retraen hacia los países desarrollados y los esquemas de producción y comercio son cada vez menos globales y más locales- la adopción de una estrategia de inserción internacional basada en las cadenas globales de valor y la atracción de capitales externos, tal como hoy predomina en América del Sur, no parecería ser la opción más adecuada.
Frente a este panorama sombrío, los países mercosureños y pacíficos deben sortear, además, una serie de escollos que operan entre las cuatro paredes de la región.
A lo largo de su historia, la raison d'etre del Mercosur estuvo motivada por diversos y hasta en algunos casos, contrarios objetivos: fortalecer las jóvenes democracias, expandir el comercio entre los países , insertarse competitivamente en el proceso de globalización o, como en la década pasada, contrarrestar sus efectos asimétricos. Recientemente, con el retorno de Tabaré Vázquez, primero, y la llegada de Mauricio Macri y Michel Temer, después, el bloque retomaría una agenda pro-mercado y en base a ello se intensificaría la idea de «flexibilizar» el bloque y acercarse a la Alianza del Pacífico.
Sobre este último punto, cabe destacar un par de cuestiones: 1) En realidad, la proclamada confluencia entre Mercosur y Alianza del Pacífico no es nueva, sino que sus primeras intentonas se remontan al año 2014, cuando se celebró el primer encuentro entre cancilleres. 2) Ambos organismos integran, desde 2011, la Reunión de Mecanismos Regionales y Subregionales de Integración, que ya lleva cuatro ediciones. 3) Los países conosureños y pacíficos ya están integrados comercialmente a través de los acuerdos de complementación económica en el ámbito de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
A diferencia del Mercosur, la joven Alianza del Pacífico siempre fue concebida como un modelo de regionalismo abierto orientado a conquistar mercados extra regionales, explotando las ventajas comparativas derivadas de la abundancia de materias primas. Eso hizo que al poco tiempo de su creación, el bloque pasara a ser visto por muchos actores políticos, económicos y académicos de los países del Mercosur como un modelo de regionalismo a seguir: «desideologizado», flexible, ágil y orientado a incrementar los flujos comerciales. En esta línea, los agoreros de la convergencia clamaban que había que plegarse a aquellos que se habían «insertado exitosamente al mundo».
Hoy, claro, el panorama es un tanto diferente. Con la caída de los mega acuerdos trans regionales de libre comercio -como el TPP y el TTIP- y el surgimiento de la agenda proteccionista norteamericana, la AP se ve empujada hacia una crisis existencial que pone en serias dudas su viabilidad como modelo a seguir. Pero, sobre todo, la incompatibilidad entre ambos bloques se ve reflejada en el nivel de interdependencia comercial y en las características de los bienes transables. Respecto del primero, si bien ambos bloques presentan bajos niveles de comercio intrarregional en comparación con otras regiones, como Europa o Asia-Pacífico, la diferencia entre uno y otro resulta notable: el comercio intrarregional en el Mercosur ronda el 14%, mientras que el de la AP no llega al 5%. Sumado a ello, casi la mitad del comercio entre las economías del Mercosur se concentra en manufacturas de contenido tecnológico medio, mientras que los envíos intrarregionales de los países de la AP se componen mayormente de bienes primarios5. Asimismo, todos los países que integran la AP tienen vigentes o en curso de ratificación acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, China o la Unión Europea, mientras que los Estados del Mercosur no tienen –al menos por ahora- TLC con esos países; y los acuerdos de comercio preferencial vigentes con actores extra regionales -como Egipto, Israel e India- o en curso, como con la UE, se han tramitado vía Mercosur y no de manera individual.
En este escenario, la convergencia no es imposible, pero implicaría modificar la naturaleza de los organismos: o la AP pone el foco en el mercado latinoamericano o el Mercosur convierte en una mera plataforma para exportar commodities a los mercados globales. En el caso del bloque conosureño, asimismo, esto implicaría abandonar definitivamente el objetivo de alcanzar una unión aduanera.
Estas incongruencias se ven agravadas por otro factor: los distintos niveles de complejidad y diversificación que imperan entre las economías sudamericanas. A priori, esto no debería necesariamente constituir una barrera infranqueable para alcanzar entendimientos regionales. De hecho, como se sostuvo en otras oportunidades, la Unasur nació sobre distintos modelos de desarrollo y estrategias de inserción internacional6.
El problema radica en cómo se encara la confluencia entre ambos bloques. Si, como se insinúa, el sentido no es complementar los perfiles productivos sino, más bien, unificarlos en un modelo centrado exclusivamente en la producción y exportación de productos primarios para países como Chile, Perú o Paraguay esto tal vez no resulte un problema. Pero en países medianamente industrializados, como Argentina y, especialmente, Brasil existen sectores industriales que ejercen una considerable resistencia a las políticas de apertura económica que promueven los gobiernos de Macri y Temer. Por caso, si bien desde hace algunos años la poderosa Federación de Industrias del Estado de São Paulo (FIESP) viene reclamando por una mayor liberalización, también se ha manifestado en contra de crear un área de libre comercio entre países del BRICS, como en su momento propuso China7. En Argentina, por su parte, sería la Unión Industrial Argentina –empujada por el gigante siderúrgico Techint- quien presionaría con éxito al gobierno para que no reconozca a China como una economía de mercado.
El caso de México –el otro «industrializado» de América Latina- es aún más complejo, debido a que más del 80% de sus exportaciones tiene (¿o tenía?) como destino a Estados Unidos. En este sentido, el proteccionismo norteamericano está obligando a México a mirar con mejores ojos al mercado latinoamericano, lo cual puede desatar un conflicto no menor entre dos pesos pesados: ¿Después de todo lo que ha hecho por apartar a México de la región, aceptará Brasil dócilmente un eventual retorno del país azteca a Sudamérica?
En definitiva, en un mundo que parece cerrarse, los países del Mercosur y la AP parecen estar reaccionando a medias. Proponen apostar a la integración regional, pero no como punto de llegada, sino como una plataforma para insertarse en los mercados globales, exportando bienes primarios y captando inversiones externas. En este marco, las luces del mercado asiático parecieran ser, hoy, la única salida para mantener esta combinación. Pero esto tampoco sería gratuito: para ello los países latinoamericanos deberán dejar de priorizar sus vínculos con Estados Unidos y Europa y resignarse a que sus economías se sigan reprimarizando. Todo, no se puede.
__________________________________________________________________________________________________________________________
1.Tomassini, L. (1988). El análisis de la política exterior. Estudios Internacionales, 21(84), p. 511
2. El País (7 de abril de 2017). «Mercosur y Alianza del Pacífico inician la integración contra el proteccionismo de Donald Trump». En:
http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/07/argentina/14915...
3. Sanahuja, J. A. (2017). «Post-globalización: cambio estructural en el sistema internacional». CRIES (paper inédito)
5. Gayá, R., & Michalczewsky, K. (2014). «El comercio intrarregional sudamericano: patrón exportador y flujos intraindustriales». Nota técnica # IDB-TN-583. INTAL - Banco Interamericano de Desarrollo.
6. Comini, N., & Frenkel, A. (2014). Una Unasur de baja intensidad. Modelos en pugna y desaceleración del proceso de integración en América del Sur. Nueva Sociedad, (250), 58–77.
7. China Link (22 de noviembre de 2016). «China propõe área de livre comércio entre os BRICS». En: http://www.chinalinktrading.com/blog/c
KUALA LUMPUR and SYDNEY, Nov 5 2019 (IPS) - The International Monetary Fund (IMF), the World Bank and the World Trade Organization (WTO), all dominated by rich countries, have long promoted trade liberalization as a ‘win-win’ solution for “all people—rich and poor—and all countries—developed and developing countries”, arguing that “the gains are large enough to enable compensation to be provided to the losers”.
Yet, the IMF’s 2016 World Economic Outlook has warned that free trade is increasingly seen as only or mainly benefiting the well-off. The help and compensation needed by those disadvantaged by trade liberalization has rarely if ever been forthcoming, even in most developed economies.
Dubious claims
In 2001, World Bank research papers claimed a strong positive effect of trade for growth, arguing that globalization would accelerate growth and poverty reduction in poor countries. Similarly, a November 2001 IMF brief noted, “Integration into the world economy has proven a powerful means for countries to promote economic growth, development, and poverty reduction”.
Earlier, its 1997 World Economic Outlook claimed, “Policies toward foreign trade are … promoting economic growth and convergence in developing countries.” A host of Fund research papers likewise advocated trade liberalization.
However, surveying a large body of influential early research, Rodriguez and Rodrik concluded, “we are skeptical that there is a strong negative relationship in the data between trade barriers and economic growth…”
Likewise, the historical record since 1870 offers no support for claiming a positive growth-openness relationship before the 1970s – the correlation was, in fact, negative during 1920-1940.
Similarly, during 1990-2003, growth was not significantly correlated with any measure of national trade openness. After all, the effects of any national trade policy also depend on the trade policies of others, especially existing and potential trading partners.
Baldwin observed that general policy advice of openness should not imply “that no government interventions, such as selective production subsidies or controls on short-term capital movements, are appropriate at certain stages of development.” He cautioned, “we must be careful in attributing … lowering of trade barriers as being a sufficient government action for accelerating the rate of economic growth.”
Trump backlash
With US President Donald Trump attacking trade liberalization, the nature of the debate has changed. For him, trade liberalization mainly benefits large corporations which profit from producing abroad, depriving American workers of jobs and decent remuneration.
Trump’s trade restrictions have reversed decades of uneven trade liberalization. By insisting on bilateral over plurilateral and especially multilateral free trade agreements (FTAs), he has undermined trade liberalization’s advocates and their claims. With Trump, the US, erstwhile champion of freer trade, has become its nemesis.
This policy U-turn has not only strengthened earlier doubts about the ostensible benefits of trade liberalization, not only for American workers, but also for developing countries, who have long insisted that international trade gains and costs are unequally distributed among nations.
Trade liberalizers strike back
Growing scepticism about trade liberalization, even before Trump’s election in late 2016, had rekindled the IMF-World Bank-WTO advocacy, e.g., in Making Trade an Engine of Growth for All, despite its acknowledgement that “trade is leaving too many individuals and communities behind, notably also in advanced economies.”
Reinvigorating Trade and Inclusive Growth is also unpersuasive, with poorly substantiated patronizing assertions, as if preaching to the converted. For the trio, the backlash is due to ignorance and failure to better advertise the benefits of free trade. Their touching faith remained unshaken despite considerable evidence, including their own, qualifying their advocacy claims.
Instead of more nuanced, and credible advocacy of multilateral trade liberalization, unencumbered by intellectual property, investment and other non-trade agreements, they can only recommend targeted ‘safety-nets’ and pro-active ‘labour market programmes’ (e.g., retraining).
UNCTAD dissent
By contrast, UNCTAD’s Trade and Development Report 2018 focused, inter alia, on the ‘Free Trade Delusion’. The World Input-Output Database suggests trade liberalization has favoured capital at the expense of labour.
Capital’s share of export value added in manufacturing global value chains (GVCs) rose from 44.8% in 2000 to 47.8% in 2014. Exceptionally, China’s labour share rose from 43.0% to 50.4%, underscoring how government policy can influence distributional outcomes.
Besides exporting primary commodities, by participating in GVCs, some developing countries now produce intermediate manufactures, typically with imported inputs and equipment. Meanwhile, South-South trade has also increased.
From the 1980s, much of international trade growth was contributed by East, including Southeast Asia, accounting for growing shares of world output and manufactured exports. By 2016, East Asia accounted for over two-thirds of manufactured exports by developing countries.
“Asia alone accounted for about 88 per cent of developing country gross exports of manufactures…, and for 93 per cent of South–South trade in manufactures, while East Asia alone accounted for 72 per cent of both.”
Services: great new hope
UNCTAD’s report acknowledges that services, particularly those enabled by digital technologies, offers new opportunities for development. However, while the trio claim that opening up e-commerce would generally lift living standards, ostensibly because medium and small enterprises would benefit, UNCTAD notes e-commerce is dominated by a few giant transnationals.
The advantages conferred by intellectual property monopolies, incumbency, resources, name recognition and ‘network effects’ favour ‘winner-takes-all’ outcomes, strengthening domination of e-commerce, software, payments and others by a few large corporations. In 2014, for example, the top 1% of exporting firms accounted for 57% of exports (besides oil, gas and services), the top 5% for more than 80%, and the top quarter for almost all.
‘Big data’, secured by providing services to users, have been very profitably used by ‘free’ digital service providers. By 2015, 17 digital giants accounted for a quarter of the market capitalization of the top 100 transnational corporations.
The UNCTAD report suggests three policy measures to address digital service providers’ profitable abuse of ‘big data’. First, privacy laws must require ‘informed consent’ before collecting and using data from digital users.
Second, appropriate ‘anti-trust’ and competition policy measures should minimize ‘restrictive practices’ and other such abuses by monopolies and oligopolies. Third, effective digital policies involving data localization, data management flows, technology transfer, custom duties on electronic transmissions and other such measures can help increase gains.
Development, not liberalization
Trade liberalization has undoubtedly had varied consequences, and may well undermine a country’s development prospects, food security and more. With trade liberalization, the main benefits often chiefly accrue to powerful transnational corporations and their business partners.
Meanwhile, employment generated in developing countries has often been seen as being at the expense of rich country workers displaced by the internationalization of GVCs. In the face of such challenges, appropriate and pragmatic government interventions have helped increase gains, reduce costs and develop economies.
As UNCTAD highlights, “Developing countries will need to preserve, and possibly expand, their available policy space to implement an industrialization strategy”. But such options for development diminish as economies liberalize indiscriminately, praying for the best.
KUALA LUMPUR, Jan 26 2017 (IPS) - New American President Donald Trump has long insisted that the United States has been suffering from poor trade deals made by his predecessors. Renegotiating or withdrawing from these deals will be top priority for his administration which views trade policy as key to US economic revival under Trump. What will that mean?
The new administration promises ‘tough and fair agreements’ on trade, ostensibly to revive the US economy and to create millions of mainly manufacturing jobs. The POTUS is committed to renegotiating the North American Free Trade Agreement (NAFTA), signed in 1994 by the United States, Canada and Mexico. And if NAFTA partners refuse what the White House deems to be a ‘fair’ renegotiated agreement, “the President will give notice of the United States’ intent to withdraw from NAFTA”.
Constraints?
Presidential fiat may well be extended in radically new ways by the incoming president with, or perhaps even without the support of a Republican-controlled Senate and Congress. However, in terms of trade, Trump may be constrained by his own party’s ‘free trade’ preferences, while the minority Democratic Party is likely to remain generally hostile to him.
Many informed observers doubt the ability of the US President to unilaterally impose trade policies, as the POTUS is subject to many checks and balances, conditions and constraints. But a widely held contrary view is that existing legislation allows the president considerable leeway. But as such ambiguity can be interpreted to grant the president broad authority over trade policy, Trump is likely to use this to the fullest.
Worryingly, Trump and his appointees often appear to see trade as a zero -sum game, implying that the only way for the US to secure its interests would be at the expense of its trading partners. Their rhetoric also implies that the most powerful country in the world has previously negotiated trade deals to its own disadvantage – a view almost no one else agrees with.
Thus, Trump’s belligerent rhetoric threatens trade wars or acquiescence to the US as the only means to change the status quo. But future deals even more favourable to the US can only be achieved with weaker partners, e.g., through bilateral treaties, or those with ulterior motives for accepting even less favourable terms and conditions.
Unequal effects
Of course, the real world is more complicated than one of competing national interests. For example, while US corporations and consumers may benefit from relocating production abroad, American workers who lose their jobs or experience poorer working conditions will be unhappy. Clearly, there is no singular national interest.
Trump’s rhetoric so far implies an opposition of American workers to the ‘globalist’ US elite with scant mention of consumer interests, the main source of support for the globalists. The unequal effects of freer trade have long been recognized by international trade economists except globalization cheerleaders who insist that freer trade lifts all boats – a myth belied by the experiences of increasing numbers of American workers and others in recent decades.
Meanwhile, US protectionists have been in denial about labour-displacing automation throughout the economy. They also fail to recognize how ‘laissez faire’ American capitalism has let the devil take the growing ranks of the hindmost. In contrast, ‘managed’ capitalism has often ensured less disruptive and painful transitions due to trade liberalization and automation, e.g., through government retraining schemes.
Trade rules biased
Nevertheless, it remains unclear how the Trump administration’s trade strategy will unfold. While trading system rules are skewed to favour the powerful, US relations with trading partners have sometimes become dysfunctional and perhaps less advantageous. Hence, a more aggressive Trump administration may well secure better deals for US interests. Some options favouring US companies would only involve minor disruptions, while others could disrupt the US as well as the world economy, possibly precipitating another global recession.
Besides renegotiating or rejecting bilateral and plurilateral deals, the US could also bring more cases before the World Trade Organization (WTO). After all, the US and Europe wrote most WTO rules after the Second World War, and the US has almost never revised its trade rules and practices, even after losing cases. The US has long used the WTO dispute settlement mechanism to great effect until it began disrupting its functioning recently after losing a case.
Trump has long threatened targeted duties to ensure compliance and more favourable deals. While trade lawyers debate the scope for and legality of such actions, most trade economists have argued that US consumers will pay much higher prices to save relatively few jobs.
Triggering trade war
However, instead of imposing duties on specific products, as allowed for by WTO rules, emergency authority may be invoked to impose broad-based tariffs on exports from specific countries, as Trump has threatened to do.
Such an escalation risks causing significant economic damage all round, especially if it provokes retaliatory actions, with no guarantee of securing a more favourable deal. A relatively minor trade dispute can thus easily spin out of control to become a very disruptive global trade war.
After Trump’s inauguration, the White House announced US withdrawal from the Trans-Pacific Partnership (TPP) trade deal, effectively killing the agreement. Ironically, the Obama administration had claimed the TPP would enable the US to write economic rules for the region instead of China, Trump’s favourite bogey. Thus, even presidential one-upmanship can trigger the new world trade war.
Bullying as global trade strategy?
In yet another irony, in Davos last week, a Goldman Sachs veteran announced the sale of a majority stake in his multibillion dollar business to a Chinese group before joining the Trump administration as senior trade adviser. Perhaps as a foretaste of what to expect, in response to Chinese President Xi’s reminder that “No one will emerge as a winner in a trade war”, he warned that China stands to lose ‘way more’ than the US if it retaliates when the new administration imposes selective tariffs on its exports.
KUALA LUMPUR, Malaysia, Jan 19 2017 (IPS) - US President-elect Donald Trump has announced that he will take the US out of the Trans-Pacific Partnership (TPP) Agreement on the first day of his presidency in January 2017. Now, it is widely expected that Trump’s presidency will increase US trade protectionism, and consequently by others in retaliation, possibly triggering serious trade conflicts with difficult to predict consequences.
After decades of denial by ‘free trade’ advocates, it is now widely agreed that many manufacturing jobs in the US have been lost to both automation and offshore relocation by US corporations. Free trade agreements (FTAs) are also being blamed for the US’s large trade deficits.
Trump trade strategy?
With the global economic slowdown of the last eight years associated by many with the slowdown of trade expansion, the surprise election of President-elect Trump has become the subject of much speculation and some dire predictions. Many are concerned that Trump has made various contrarian pronouncements on FTAs, while his appointments to trade related portfolios seem to contradict his trade rhetoric.
In early December 2016, the Wall Street Journal noted the unexpectedly high number of TPP advocates joining the Trump administration to serve in trade-related capacities. Although the hopes of some TPP advocates of a last-minute reprieve are probably misplaced, there is no indication that some amended version, perhaps with a different name, will not eventually emerge in its place.
If President-elect Trump lives up to his campaign rhetoric, other plurilateral free trade agreements will also be affected. Trump has referred to the TPP and the North American Free Trade Agreement (NAFTA) as disasters for the US, and has vowed to renegotiate NAFTA. His announced preference for negotiating “fair” bilateral trade deals favourable to the US has not given much comfort to prospective negotiation partners.
And while Trump’s main preoccupations have been with US manufacturing jobs and the related international trade in goods, he is also expected to promote US corporate interests more generally, e.g., on intellectual property, financial liberalization, investor rights and dispute settlement.
Already, most US FTAs include ‘non-trade issues’, many of which have raised costs to consumers, e.g., by further strengthening intellectual property monopolies typically held by powerful transnational corporations, whose chief executives seem likely to be very influential in the new administration.
Currency manipulation
During the presidential campaign, both Hillary Clinton and Trump accused China of being a “currency manipulator”, despite market consensus that the Chinese renminbi has been reasonably aligned for some time. Under US law, evidence of currency manipulation could be grounds to impose additional tariffs on imports from a country so deemed by the Treasury Department. Aware that this could exacerbate trade conflicts, President Obama avoided pressure to do so from many Congress members, lobbyists and economists.
However, Trump can easily revise this position on some pretext or other, by taking trade or other retaliatory actions against China on the ostensible grounds of alleged currency manipulation which would contravene World Trade Organization (WTO) rules, allowing China to successfully take a case against the US to the WTO for such an illegal action.
WTO trade rules abused
Trump has also threatened to impose tariffs of as much as 45% on imports from China and Mexico! But while an across-the-board tariff hike is unlikely, as it is prohibited by the WTO, the new administration is likely to consider invoking WTO trade-remedy actions on products from China, Mexico and other countries by claiming they are being dumped or subsidized. This has already happened, e.g., with solar panels and wind turbines from China, raising the costs of renewable energy, and thus undermining the global warming mitigation effort.
To be sure, WTO trade remedy rules have long been widely abused for protectionist purposes. A country can impose high tariffs on an imported item from another country by claiming its price has been artificially depressed or subsidized by the government in order to export – or ‘dump’ – them at a price lower than the domestic price. No deterrent is imposed against the offending country even if a WTO dispute settlement panel rules that the ostensibly anti-dumping tariff-raising action was wrongly taken, even though the exporting country has lost considerable export earnings in the interim.
Furthermore, similar actions can be repeated without impunity with no threat of penalty. Such ostensible trade-remedy actions are more likely than blatant tariff walls. These may, in turn, trigger retaliatory counter-actions by aggrieved governments, potentially leading to a spiral of trade protectionism, i.e., trade warfare.
Fair trade?
It is unclear how the new administration views FTAs more generally. The President-elect’s objection to the TPP and NAFTA focuses on the goods trade, and the loss of manufacturing jobs due to cheaper imports, often brought in by the same companies which have chosen to relocate production capacities abroad, and are already mobilizing to resist actions which may jeopardize their profits.
This view does not seem to recognize that technological change, particularly with automation, has been the major source of job losses. Many jobs remaining in the US have higher skill requirements, with fewer employees producing more goods with less labour-intensive techniques.
“Fair trade” will be subject to self-serving interpretations by the governments concerned, arguably further undermining trade multilateralism. While freer trade has undoubtedly improved consumer welfare with cheaper imports, it has seen some deindustrialization in the North and industrialization in the South in recent decades with important employment consequences which have been a major source of the current discontent over globalization.
Trade growth slower
To be sure, the trade growth slowdown following the 2008 financial crisis suggests that the U-turn has already taken place after an extraordinary period of trade expansion due to much greater international specialization with the popularization of international value chains.
In December 2015, Obama’s United States Trade Representative (USTR) Michael Froman threatened the already difficult Doha Round of WTO trade negotiations by trying to introduce TPP issues which had been kept off the agenda from the outset of the ostensibly Development Round after the Seattle WTO ministerial walkout of 1999.
Perhaps most worryingly, there has been no indication so far that the next US administration will not undermine multilateral trade negotiations under the auspices of the WTO. Trump’s much-trumpeted preference for bilateral deals favourable to the US is likely to test trade multilateralism as never before.
But President-elect Trump also has a penchant for the unpredictable, and may yet surprise the world with a new commitment to trade multilateralism to advance consumer, producer, and development interests for all.
Sin previo aviso y a través de las redes sociales, el presidente Donald Trump decidió este lunes restablecer con carácter inmediato los aranceles a las importaciones de acero y aluminio de Brasil y Argentina, por devaluar sus monedas. El republicano aprovechó el anuncio para volver a cargar contra la estrategia de la Reserva Federal, que tiene previsto dejar este mes los tipos de interés intactos tras haber realizado tres recortes consecutivos.
El presidente de EEUU acudió a Twitter para acusar a los dos países latinoamericanos de haber realizado “una devaluación masiva de sus divisas, lo que no es bueno para nuestros agricultores”. Trump añadió en un segundo mensaje que los países están sacando provecho de la fortaleza del dólar, “lo que hace muy difícil para nuestra industria manufacturera y nuestros granjeros exportar sus productos”.
Brasil y Argentina lograron una exención de los aranceles cuando entraron en vigor en junio de 2018. Ambos países alegaron para evitarlos que las cadenas de producción eran complementarias. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, dijo este lunes que hablará directamente con Donald Trump. Los dos mandatarios se consideran firmes aliados.
El real brasileño tocó la semana pasada un nuevo mínimo frente al dólar, tras perder cerca del 10% de su valor este año. En el caso de la divisa argentina la depreciación es próxima al 60%. Las dos economías atraviesan dificultades y la argentina afronta una crisis cambiaria que ha disparado la inflación. Sus agricultores, sin embargo, se benefician de la confrontación entre EEUU y China.
Los aranceles están destinados a proteger la industria, afectada por una avalancha de importaciones baratas. Trump prometió que si llegaba a presidente recuperaría el empleo perdido y que reduciría el déficit comercial, imponiéndolos a los países con los que tiene la brecha más grande. Ahora, además, es una medida para presionar a su banco central.
La Casa Blanca no ofreció más detalles sobre el alcance de la medida proteccionista. En el doble mensaje, el presidente se limita a decir que la Reserva Federal debería actuar en consecuencia para que estos países no sigan tomando una ventaja competitiva devaluando sus monedas. La próxima reunión de la Fed está prevista para el 10 y 11 de diciembre. Los miembros que se han pronunciado hasta ahora se decantan por la pausa.
Trump se reunió recientemente con el presidente de la Fed, Jerome Powell, solo unos días después de atacarle durante un discurso en el Economic Club of New York. En esa intervención dijo que EEUU compite con países que tienen intereses negativos, en referencia a la zona euro. “Nuestra Reserva Federal no nos deja hacerlo”, lamentó. Los tipos están actualmente en una banda entre el 1,5% y el 1,75%.
Otros frentes
Trump decidió en marzo del año pasado aplicar aranceles del 25% a las importaciones de acero y del 10% al aluminio procedentes de la Unión Europea, Canadá y México entre otros países, que finalmente se activaron ese verano al tiempo que escalaba la batalla comercial con China. Invocó la seguridad nacional para justificar la medida. Es el mismo argumento con el que se dispone a gravar las importaciones de vehículos.
El presidente de EEUU debía haber adoptado una decisión el pasado 13 de noviembre, pero el plazo pasó sin anuncio. La Comisión Europea y los fabricantes esperaban que se mantuviera la tregua durante seis meses más, mientras se negocia un acuerdo comercial más amplio. La duda en este momento es si Trump sigue teniendo autoridad para imponer el arancel o si debería recurrir a otro instrumento de presión.
En menos de dos semanas, además, está previsto que entre en vigor la extensión de los aranceles a bienes importados desde China por valor de 160.000 millones de dólares. Washington podría suspenderla si finalmente se cierra un acuerdo en la primera fase de la negociación comercial. Pekín, sin embargo, espera que la entrada en la nueva fase vaya acompañada por una reducción del impuesto aduanero. Pero Trump quiere ver antes resultados.
El anuncio de los aranceles a los metales de Brasil y Argentina sorprende porque el mensaje que estaba lanzado la Casa Blanca durante las últimas semanas era el de un relajamiento de la confrontación con sus adversarios comerciales. La Administración de Trump está cerrando en paralelo los últimos flecos con los demócratas en el Congreso para poder ratificar el nuevo tratado de libre cambio con México y Canadá, que se firmó hace un año.
Estados Unidos y China viven el apogeo de la tregua establecida en medio de la guerra comercial. El presidente Donald Trump ha anunciado este domingo un aplazamiento en la subida de aranceles contra productos chinos prevista para entrar en vigor el 2 de marzo. El mandatario republicano ha argumentado a través de su cuenta de Twitter que la decisión de retrasar el aumento de los aranceles de 10 a 25% a importaciones chinas por 200.000 millones de dólares se basa en el “avance sustancial” del que han sido testigo las negociaciones comerciales entre ambos países. El anuncio llega dos días antes de la cumbre entre Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un en Vietnam.
"Me complace informar de que EE UU ha logrado un avance sustancial en nuestras conversaciones con China sobre importantes temas estructurales, incluyendo protección de propiedad intelectual, transferencia de tecnologías, agricultura, servicios, moneda, y muchos otros temas", ha anunciado Trump por Twitter. El presidente estadounidense ha adelantado que están planeando una cumbre con su homólogo chino, Xi Jinping, en Mar-a-Lago, el club privado del neoyorquino. El mismo sitio donde se reunieron en abril de 2017. La noticia ha sido bien recibida este lunes por Wall Street, donde las acciones industriales y tecnológicas se han mostrado al alza.
La semana pasada los negociadores de las dos potencias mundiales sostuvieron en Washington la cuarta ronda de conversaciones para poner fin al conflicto. Pero esta es solo una tregua, que como se ha visto en ocasiones anteriores, puede tener la fragilidad de un cristal. Trump ya se ha desdicho de sus compromisos del cese de las hostilidades arancelarias en el pasado. Sin embargo, el pacto acordado por Trump y Xi en la clausura del G20 en Buenos Aires ha sido respetado: 90 días para encontrar una solución a la guerra comercial que finalizan el 1 de marzo.
El origen del conflicto recae en que Estados Unidos compra a China mucho más de lo que le vende, creando un déficit comercial de más de medio billón de dólares que Trump tanto detesta. Antes de la escalada arancelaria, el republicano dijo que sería “fácil ganar” una guerra comercial con China. El discurso del presidente se ha ido moderando con los meses ya que Pekín tomó represalias: desde que comenzaron a anunciar medidas arancelarias la pasada primavera, los precios por fanega de soja han bajado hasta un 20%, y la subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal está fortaleciendo el dólar y complicando aún más las exportaciones.
El anuncio de Trump llega a pocos días de su encuentro con el líder norcoreano, Kim Jong-un. El republicano parte este martes rumbo a Hanói, Vietnam, para un segundo encuentro con Kim. Su discurso frente a Pyongyang también ha bajado de tono. El presidente estadounidense ha dicho que ahora no tiene "prisa" y no quiere "apresurar a nadie" en conseguir el desmantelamiento nuclear total del régimen comunista. A su vez ha declarado que Corea del Norte podría convertirse en una de las "grandes potencias económicas" del mundo si renuncia a sus armas nucleares.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo hoy que cualquiera que haga negocios con Irán no tendrá permitido hacer negocios con Estados Unidos.
Trump tuiteó que se han impuesto oficialmente las sanciones. "Estas son las sanciones más duras jamás impuestas y en noviembre se incrementarán a otro nivel".
"Cualquiera que haga negocios con Irán NO estará haciendo negocios con Estados Unidos", advirtió.
Las declaraciones fueron hechas cuando la primera tanda de las sanciones estadounidenses reimpuestas a Irán entró en pleno vigor el martes.
Estas acciones estadounidenses están dirigidas contra la compra iraní de billetes estadounidenses, el comercio en oro y otros metales preciosos, así como el uso de grafito, aluminio, acero, carbón y software usado en procesos industriales.
Estados Unidos quiere poner freno a la globalización. El presidente Donald Trump arrancó ayer su primera semana en el poder con un gesto a los votantes de clase obrera que le ayudaron a ganar en noviembre y que se sienten perjudicados por las deslocalizaciones industriales. El republicano Trump cumplió su promesa y firmó un decreto para retirar a Estados Unidos del TPP, un acuerdo con once países de la cuenca del Pacífico promovido por su antecesor, el demócrata Barack Obama. Trump también ha anunciado que renegociará el tratado de libre comercio con México y Canadá (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés).
Las primeras medidas tangibles llegan después de un fin de semana caótico, en el que la Casa Blanca se embarcó en una batalla con los medios de comunicación y divulgó a conciencia datos falsos sobre la cifra de asistentes en la jornada inaugural, el viernes. "Lo que acabamos de hacer es una gran cosa para el trabajador americano", dijo el presidente mientras firmaba el documento sobre la retirada del TPP o Asociación Transpacífica, en el despacho oval de la Casa Blanca.
En la misma sesión, firmó otra orden que congela las nuevas contrataciones en la administración federal, excepto en las fuerzas armadas, y otra que corta ayudas a organizaciones no gubernamentales que promueven o financian la información o el acceso a abortos en el extranjero. Las órdenes ejecutivas son una manera rápida de impulsar la agenda y desmantelar el legado del presidente anterior sin la necesidad de pasar por el Congreso.
La primera ronda de decretos —el viernes firmó otro para facilitar el desmantelamiento de la ley sanitaria— no incluye la renegociación de NAFTA. "Empezaremos a renegociar NAFTA, la inmigración y la seguridad en la frontera", dijo Trump el domingo. El 31 de enero tiene previsto reunirse con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto.
El proteccionismo comercial —la imposición de trabas a la importación de productos y servicios extranjeros— fue uno de los ejes de la campaña electoral de Trump. El otro fue el mensaje contra los inmigrantes mexicanos y musulmanes. El discurso inaugural tuvo como leitmotiv America first, América primero, un eslogan nacionalista y proteccionista contrario a la globalización, o al globalismo, la palabra que, en el vocabulario de los ideólogos del trumpismo, define el cosmopolitanismo y el liberalismo que el presidente quiere combatir.
Tanto la renegociación del NAFTA como la retirada del TPP son promesas electorales de Trump. Su rival demócrata en las elecciones del 8 de noviembre, Hillary Clinton, prometió en campaña la retirada del TPP.
NAFTA, que une México, Estados Unidos y Canadá en una sola área comercial, se aprobó en 1994 con el demócrata Bill Clinton, esposo de Hillary Clinton, en la Casa Blanca. Trump no se retirará del acuerdo, por ahora, sino que quiere renegociarlo. El TPP, negociado por la Administración del antecesor de Trump, el demócrata Barack Obama, afrontaba una dura oposición en el Congreso, que debía ratificarlo. Obama veía el TPP como una pieza central en su estrategia asiática ante China, país que no participaba en el tratada.
Las primeras decisiones de Trump marcan una ruptura con la política de Washington en las últimas décadas. EE UU ha impulsado la apertura de los mercados mundiales desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y ha sido uno de los máximos beneficiarios.
Trump rompe con uno de los dogmas de su partido, el republicano, que durante décadas ha llevado el estandarte de la economía de libre mercado y del libre comercio. El nuevo presidente, un magnate neoyorquino ajeno a la política hasta hace poco, ha transformado el partido de Lincoln y Reagan.
El senador John McCain, que fue candidato a la presidencia en 2008 y es uno de los republicanos más críticos con el presidente, dijo en un comunicado que la retirada del TPP es “un error grave que tendrá consecuencias duraderas para la economía americana y para [la] posición estratégica [de EE UU] en la región de Asia-Pacífico". La decisión de Trump, añadió, "creará un espacio para que China reescriba las normas económicas a expensas de los trabajadores americanos, y enviará una señal preocupante sobre el repliegue americano en la región de Asia-Pacífico en el momento en que menos podemos permitírnoslo".
La globalización ha dejado damnificados, también en EE UU, con el cierre y traslado de empresas a países con mano de obra más barata como México o China. El libre comercio no ha sido el único responsable, ni seguramente el principal. La robotización explica en gran parte la pérdida de empleos industriales.
Las regiones más golpeadas por este fenómeno, en el Medio Oeste, fueron clave en la victoria de Trump. El candidato republicano conectó con un sector del electorado, la clase obrera blanca, que se sentía desprotegida por los dos grandes partidos. Los demócratas, históricamente proteccionistas y aliados de los sindicatos y la clase obrera, se convirtieron en los años noventa, con la firma de NAFTA, en defensores del libre comercio.
Además de la firma de tres decretos, Trump dedicó su primera jornada presidencial en día laborable a reunirse con ejecutivos empresariales y con líderes del Congreso. Y habló por teléfono con el presidente egipcio, Abdelfatá Al Sisi.
Por la mañana desayunó en la Casa Blanca con los jefes de grandes empresas como Ford, Dell Technologies, Whirlpool, Johnson & Johnson, Lockheed Martin, Dow Chemical, U.S. Steel y SpaceX, entre otras. Por la tarde tenía prevista una reunión con “trabajadores americanos”, según la agenda oficial. Una versión anterior de la agenda, posteriormente enmendada, incluía en este encuentro a “líderes sindicales”. El mensaje era el mismo: desarrollar la industria y crear empleos es la prioridad. Obama ha dejado una tasa de paro del 4,7%, un nivel cercano al pleno empleo.
WASHINGTON (AP) — President Donald Trump signed an order Thursday that paves the way for imposing tariffs on as much as $60 billion worth of Chinese imports to punish Beijing for what he said is the theft of American technology and Chinese pressure on U.S. companies to hand it over.
“It is the largest deficit of any country in the history of our world,” Trump said of the U.S.-China trade imbalance, blaming it for lost American jobs.
He said his action would make the country stronger and richer.
China has already warned that it will take “all necessary measures” to defend itself, raising the prospect of a trade war between the world’s two biggest economies.
The White House said Thursday that Trump would direct the Office of the U.S. Trade Representative to publish a list of proposed tariffs for public comment within 15 days. USTR has already identified potential targets: 1,300 product lines worth about $48 billion. The president is also asking Treasury Secretary Steven Mnuchin to come up with a list of restrictions on Chinese investment.
Financial markets skidded Thursday on the risk of growing commercial conflict between the U.S. and China and the possibility that China will impose retaliatory tariffs on U.S. products. Dozens of industry groups sent a letter last weekend to Trump warning that “the imposition of sweeping tariffs would trigger a chain reaction of negative consequences for the U.S. economy, provoking retaliation; stifling U.S. agriculture, goods, and services exports, and raising costs for businesses and consumers.”
The administration moves on Thursday mark the end of a seven-month U.S. investigation into the hardball tactics China has used to challenge U.S. supremacy in technology, including, the U.S. says, dispatching hackers to steal commercial secrets and demanding that U.S. companies hand over trade secrets in exchange for access to the Chinese market. The administration argues that years of negotiations with China have failed to produce results.
“It could be a watershed moment,” said Stephen Ezell, vice president of global innovation policy at the Information Technology & Innovation Foundation, a think tank. “The Trump administration’s decision to go down this path is illustrative that previous strategies have not borne the hoped-for fruit.”
Business groups mostly agree that something needs to be done about China’s aggressive push in technology — but they worry that China will retaliate by targeting U.S. exports of aircraft, soybeans and other products and start a tit-for-tat trade war of escalating sanctions between the world’s two biggest economies.
“The sanctions are a very big deal,” says Mary Lovely, a Syracuse University economist and senior fellow at the Peterson Institute for International Economics. “The Chinese see them as a major threat and do not want a costly trade war.”
Chinese officials warned of potential retaliation and expressed hopes that the U.S. would avoid taking actions that would hurt both countries.
“China will not sit idly to see its legitimate rights damaged and must take all necessary measures to resolutely defend its legitimate rights,” the Commerce Ministry in Beijing said in a statement on its website.
The move against China comes just as the United States prepares to impose tariffs of 25 percent on imported steel and 10 percent on aluminum — sanctions that are meant to hit China for flooding the world with cheap steel and aluminum but will likely fall hardest on U.S. allies like South Korea and Brazil because they ship more of the metals to the United States.
Trump campaigned on promises to bring down America’s massive trade deficit — $566 billion last year — by rewriting trade agreements and cracking down on what he called abusive commercial practices by U.S. trading partners. But he was slow to turn rhetoric to action. In January, he imposed tariffs on imported solar panels and washing machines. Then he unveiled the steel and aluminum tariffs, saying reliance on imported metals jeopardizes U.S. national security.
To target China, Trump has dusted off a Cold War weapon for trade disputes: Section 301 of the U.S. Trade Act of 1974, which lets the president unilaterally impose tariffs. It was meant for a world in which large swaths of global commerce were not covered by trade agreements. With the arrival in 1995 of the World Trade Organization, which polices global trade, Section 301 fell largely into disuse.
At first it looked like Trump and Chinese President Xi Jinping were going to get along fine. They enjoyed an amiable summit nearly a year ago at Trump’s Mar-a-Lago resort in Florida. But America’s longstanding complaints about Chinese economic practices continued to simmer, and it became more and more apparent that the U.S. investigation into China’s technology policies was going to end in trade sanctions.
Chinese Premier Li Keqiang this week urged Washington to act “rationally” and promised to open China up to more foreign products and investment. “China has been trying to cool things down for weeks. They have offered concessions,” Lovely says. “Nothing seems to cool the fire. I fear they will take a hard line now that their efforts have been rebuffed. ... China cannot appear subservient to the U.S.”
WASHINGTON, Nov. 1 (Xinhua) -- U.S. President Donald Trump slapped new sanctions targeting Venezuela's gold exports on Thursday, as his National Security Adviser John Bolton unveiled a hard-line policy toward Venezuela, Cuba and Nicaragua.
Trump informed U.S. lawmakers that he has signed an executive order to bar U.S. citizens and entities from involvement in the gold export trade from Venezuela, according to a letter released by the White House on Thursday.
In a speech delivered in Miami, the U.S. state of Florida, Bolton elaborated the new U.S. sanctions as he lashed out at Venezuela, Cuba and Nicaragua.
Labeling the three nations as "the troika of tyranny in this hemisphere," Bolton accused Cuba of helping Venezuela, saying the State Department will sanction over two dozen entities owned or controlled by the Cuban military and intelligence services, with which U.S. persons are banned from doing business with.
The goal is to prevent money from being gotten by the Cuban military, security and intelligence services, Bolton said at Freedom Tower, a local landmark to the Cuban community as it received many Cuban refugees in 1960s.
He also said that the U.S. administration would review whether to allow U.S. citizens whose property was seized by the Cuban government to sue foreign companies that have invested in the properties in Cuba.
Bolton's speech is believed to further press the two nations that the Trump administration have seen as adversaries, and to consolidate votes for the upcoming high-stakes midterm elections in the state home to many migrants from the two nations.
Bolton also threatened Nicaragua's President Daniel Ortega, saying unless the country hold "free, fair and early" elections, "the Nicaraguan regime, like Venezuela and Cuba, will feel the full weight of America's robust sanctions regime."
Trump said in August of last year that he would not rule out a "military option" in Venezuela "if necessary," despite his aides' opposition. The U.S. side has announced several rounds of sanctions against Venezuelan government officials ever since.
Several U.S. media outlets reported last month that that the Trump administration has talked secretly with rebellious Venezuelan military officers several times to discuss their plans to stage a coup in the South American country.
For its part, Venezuela has slammed the "warmongering" declarations of Trump as "threats to peace" and a "violation" of UN and international laws, instructing the military to prepare to "shoulder arms" in case of a U.S. invasion.
Over 20 U.S. diplomats in Cuba suffered from what Washington called "acoustic attacks" between November 2016 and August 2017. The incidents led to the partial closure of the U.S. embassy in Havana, expulsion of 15 Cuban diplomats who worked at the embassy in Washington, and a halt to issuance of U.S. visas in Havana.
Cuba rejected the accusation, initiated an investigation, and urged the United States to present evidence of the alleged attacks.
Though denying the U.S. accusation, Cuba reiterated its commitment to cooperating with the U.S. authorities to clarify this situation and its willingness to guarantee the health and safety of Cubans and foreign citizens in the island nation.
Donald Trump directed the US Trade Representative to prepare new tariffs on $200bn in Chinese imports on Monday as the two nations moved closer to a potential trade war.
The tariffs, which Trump wants set at a 10% rate, would be the latest round of punitive measures in an escalating dispute over the large trade imbalance between the two countries. Trump recently ordered tariffs on $50bn in Chinese goods in retaliation for intellectual properly theft. The tariffs were quickly matched by China on US exports.
“China apparently has no intention of changing its unfair practices related to the acquisition of American intellectual property and technology,” Trump said in a statement on Monday. “Rather than altering those practices, it is now threatening United States companies, workers and farmers who have done nothing wrong.”
Trump added: “These tariffs will go into effect if China refuses to change its practices, and also if it insists on going forward with the new tariffs that it has recently announced.”
Trump said that if China responded to this fresh round of tariffs, then he would move to counter “by pursuing additional tariffs on another $200bn of goods”.
His statement was met by similarly strong language from China, where he was accused of “blackmail”.
China’s commerce ministry said on its website that if the US “irrationally” moves forward with the tariffs then China has no choice but to “forcefully fight back” with “qualitative” and “quantitative” measures. “China’s response is to safeguard the interests of the country and its people,” it said.
The US “practice of extreme pressure and blackmail departed from the consensus reached by both sides during multiple negotiations and has also greatly disappointed international society”.
The news hit stock markets in Asia, where Shanghai shed 3% in the morning, Hong Kong lost more than 2% and Tokyo was 1% lower.
Trump’s comments came hours after the top US diplomat accused China of engaging in “predatory economics 101” and an “unprecedented level of larceny” of intellectual property.
The US secretary of state, Mike Pompeo, made the remarks at the Detroit Economic Club as global markets reacted to trade tensions between the US and China. Both nations started putting trade tariffs in motion that are set to take effect on 6 July.
He said China’s recent claims of “openness and globalization” were “a joke”. He added that China was “long overdue in being tackled” over matters that include IP theft and Chinese steel and aluminum flooding the US market.
“It’s an unprecedented level of larceny,” he said.
“Just ask yourself: would China have allowed America to do to it what China has done to America?” he said later. “This is predatory economics 101.”
The Chinese embassy in Washington did not immediately respond to a request for comment.
Pompeo raised the trade issue directly with China last week, when he met in Beijing with the Chinese president, Xi Jinping, and others.
“I reminded him that’s not fair competition,” Pompeo said.
Trump had announced a 25% tariff on up to $50bn in Chinese imports. China is retaliating by raising import duties on $34bn worth of American goods, including soybeans, electric cars and whiskey. Trump also has slapped tariffs on steel and aluminum imports from Canada, Mexico and European allies.
Wall Street has viewed the escalating trade tensions with wariness, fearful they could strangle the economic growth achieved during Trump’s watch. Gary Cohn, Trump’s former top economic adviser, said last week that a “tariff battle” could result in price inflation and consumer debt – “historic ingredients for an economic slowdown”.
Pompeo on Monday described US actions as “economic diplomacy”, which, when done right, strengthened national security and international alliances, he added.
Trump’s inflammatory remarks – made in private at the G7 summit in Quebec earlier this month – were first reported by Axios and confirmed on Thursday by two European officials. They have added to jitters among US allies about what will happen at a Nato summit in Brussels starting on 11 July, followed by Trump’s meeting with Vladimir Putin in Helsinki five days later.
At the tense G7 meeting in Quebec, Trump berated his six fellow leaders of major industrialised democracies for taking advantage of the US, in trade relations and in defence spending. Of the looming Nato summit, he said: “It will be an interesting summit. Nato is as bad as Nafta. It’s much too costly for the US.”
Asked for comment, a national security council spokesperson did not deny Trump made the remarks but said: “The president is committed to the alliance, as he has stated repeatedly. The president has also been clear we expect our allies to shoulder their fair share of our common defense burden and to do more in areas that most affect them.
“There is no better way to signal Nato’s resolve than for each and every ally to allocate the resources necessary to share their burden of our collective defense,” the NSC spokesperson added.
Governments in London, Paris and Berlin, as well as Ottawa, fear that Trump could lambast his Nato partners and then flatter Putin in Helsinki, triggering a crisis in confidence in the transatlantic alliance.
Europeans were ready to be criticised for low defence spending, a favourite Trump theme, but following the disastrous Quebec summit they are afraid it could be worse, with the US president calling Nato’s purpose into question.
There is added anxiety that Trump would go on, after a UK visit in between, to a chummy tête-à-tête with Putin in Finland, in the same way he flew from the fractious G7 summit in Quebec – tweeting insults at the host, Justin Trudeau, from Air Force One along the way – to a meeting with Kim Jong-un in Singapore, where he unilaterally offered to suspend joint military exercises with South Korea, to the surprise of US and South Korean militaries alike.
European, as well as US state and defence department officials, worry he could make private concessions to curry favour with Putin in Helsinki, perhaps lessening the pressure on Moscow over its annexation of Crimea and intervention in eastern Ukraine.
According to BuzzFeed, Trump told leaders at the G7 summit that Crimea was Russian because everyone there speaks Russia.
Some European officials and experts argue that the anxiety over Nato’s future is overwrought and excessively focused on Trump’s remarks. They point out that the US has actually increased its investment in the defence of Europe.
“The Trump administration is spending far more on Nato than the Obama administration and greatly increasing the readiness and strength of the forces that the US can supply to Nato,” strategic analyst Anthony Cordesman wrote in by the Centre for Strategic and International Studies on the state of the alliance.
The fractures in the alliance have been widened by a looming trade war between the US and Nato allies in Europe and Canada. Trump has imposed tariffs on their steel and aluminium and they have hit back with tariffs on distinctive US exports from Levi’s to bourbon and Harley-Davidson motorcycles. The administration is also threatening sanctions against any European and other foreign firms that do business in Iran.
One of the consistent elements of Trump’s foreign policy is fervent opposition to multilateral organisations, including Nafta, which he has threatened to leave, the Trans-Pacific Partnership, which he abandoned, and the EU, which he rails against frequently. He has told European leaders privately they would be better off in a bilateral free-trade deal with the US than in the Union.
“We love the countries of the European Union,” Trump said on Wednesday. “But the European Union was set up to take advantage of the United States.”
El presidente de EE.UU., Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, han acordado este sábado al término de su reunión en Buenos Aires una 'tregua' de 90 días en su disputa comercial, mientras los dos países intenten ultimar un acuerdo duradero sobre la propiedad intelectual, el robo de tecnología y las barreras comerciales no arancelarias.
Washington acordó suspender, al menos de momento, sus planes para aumentar las tarifas a partir del próximo 1 de enero, mientras la parte china aceptó comprar "una cantidad aún no acordada, pero muy importante, de productos agrícolas, energéticos, industriales" de EE.UU. para reducir el enorme déficit comercial entre ambos países, según un comunicado de la Casa Blanca.
Condiciones de la 'tregua'.
"El presidente Trump y el presidente Xi acordaron comenzar de inmediato las negociaciones sobre cambios estructurales relacionados con la transferencia forzada de tecnología, la protección de la propiedad intelectual, las barreras no arancelarias, las intrusiones y los robos cibernéticos, los servicios y la agricultura", reza el comunicado.
"El presidente Trump acordó que el 1 de enero de 2019 mantendrá los aranceles a productos por un valor de 200.000 millones de dólares a una tasa del 10%, y no los elevará al 25% en este momento", afirmó la Casa Blanca. Sin embargo, si los dos países no logran llegar a un acuerdo en un periodo de 90 días, los aranceles existentes se incrementarán, aseveró.
"Posibilidades ilimitadas"
El mandatario estadounidense, que calificó la reunión de "increíble y productiva", se refirió a las "posibilidades ilimitadas tanto para EE.UU. como para China" que puede conllevar su colaboración, y añadió que es "un gran honor trabajar con el presidente Xi".
En el arranque de la cena, el jefe de la Casa Blanca subrayó que tiene una relación "muy especial" con el presidente Xi, y expresó la esperanza de lograr "algo que será bueno para China y bueno para Estados Unidos".
Por su parte, Xi subrayó que la cooperación entre ambos países contribuye a la paz y la prosperidad mundiales, razón por la que -dijo- esperaba "con interés" esta reunión.
"Ambiente amistoso y sincero"
El ministro chino de Exteriores, Wang Yi, enfatizó que las negociaciones se llevaron a cabo "en un ambiente amistoso y sincero" y que las dos partes acordaron que "pueden y deben tener relaciones bilaterales correctas".
"La discusión sobre temas económicos y comerciales fue muy positiva y constructiva", sostuvo el jefe de la diplomacia china, subrayando que "los dos jefes de Estado llegaron a un consenso para detener el aumento mutuo de nuevas tarifas".
Asimismo, expresó que China está dispuesta a aumentar las importaciones "de acuerdo con las necesidades de su mercado interno y las necesidades de la población", incluidos los productos de EE.UU., de tal forma que se pueda "aliviar gradualmente el desequilibrio en el comercio bilateral".
El unilateralismo está de regreso y para quedarse. Distinto al proyecto de Obama: el TPP, alianzas y pactos estratégicos; Donald Trump mira que EEUU va a determinar él solo el curso de su país y del mundo en el futuro. La liquidación del multilateralismo es una reversión de las políticas instaladas en 1919 y 1944, años de grandeza americana, al final de dos guerras mundiales ganadas, y de creación la Liga de las Naciones y las Naciones Unidas. Ahora, lo que quedó es el reflejo de la falta de alianzas y la pérdida de liderazgo mundial. El proteccionismo ha vuelto también y permanecerá, hasta que le caiga a la economía estadounidense en la cabeza.
Tras semanas de incertidumbre,productode un personaje impredecible y una campaña electoral plagada de promesas idílicas y nocivas amenzas económicas, Trump recibióel cargo como presidente electo de EEUU y lo hizo con un discurso, aunque menos histriónico, por demás alarmante. Expuso por primera vez, con arrogante ignorancia, preocupante demagogia fascista y tramposa elocuencia, cuál es la visión que tiene de la realidad y cuál es el plan de nación que le tiene preparado al mundo.
El poder en EEUU, expuso Trump con una retórica por demás gastada y vacía de contenido, ha estado en los políticos y no en las empresas trasnacionales y la gran banca, y bajo su mandato se devolverá el poder “al pueblo”. Insistió “que un pequeño grupo en la capital del país se han beneficiado de estar en el gobierno mientras el pueblo ha pagado el costo”. Sin embargo, omitió misteriosamente el escandaloso rescate bancario de Paulson por 700,000 millones de dólares y el regular gasto de 2 millones de dólares diarios que hace el lobby financiero en Washington para beneficiarse de cambios jurídicos y tributarios. En la realidad, el poder en EEUU está concentrado en Wall Street, las empresas trasnacionales y el ejército. De ahí que la naturaleza de su gabinete esté de conformado por ex presidentes de trasnacionales (Rex Tillerson, Exxon-Mobil; Andrew Puzder, CKE-Carl’s Jr; Linda McMahon, WWE; Betsy Devos, Amway), agentes del sector financiero (Gary Cohon, Goldman Sachs Group; Wilbur Ross; Steve Mnuchin) y ex generales militares (James Mattis, Mike Flynn, John Kelly). El poder está y estará intacto en Wall Street y en Washington.
Con cinismo denunció que el “establishment” se protegió y no cuidó a los ciudadanos. En su gobierno, todo parece indicar, éste seguirá protegido, sin embargo, la incertidumbre está sobre qué hace con los ciudadanos y, más importante, a cuáles se refiere. Pues, de acuerdo a su discurso de campaña: racista, xenófobo, sexista, misógino y anti islámico, de espíritu neo fascista, Trump está en la misma línea de Huntington cuando respondía a “quiénes somos y qué país queremos”[1] con un reclamo del regreso de los White Anglo Saxon Protestants (WASPS) al poder. La imagen pudo apreciarse con la familia Trump subida al estrado y la cantante del himno nacional, al frente de un público tan diverso como la nación. Fue la imagen de un EEUU excluyente, anglo sajón y blanco.
Incongruente y peligroso fue también su análisis económico. Se refirió a cómo durante décadas se enriqueció a la industria extranjera a expensas de la industria estadounidense. Mencionó que bajo el esquema anterior “una por una, las fábricas se cerraron […] sin siquiera pensar en los millones y millones de trabajadores estadounidenses que quedaron atrás”. Con la misma retórica, afirmó que “la riqueza de nuestra clase media ha sido arrancada de sus hogares y luego redistribuida por todo el mundo”. Como si la flexibilización forzada del trabajo en los países emergentes, contrario al proyecto desarrollista, no hubiera sido una estrategia de saqueo de riqueza del sur hacia el norte y explotación de trabajo por el capital transnacional.
Mostró, en muy pocos minutos, cuánto ignora el índice de productividad de su país, la dinámica económica global y el interés de las empresas trasnacionales productivas por trasladar de vuelta la producción a su país. Cabe recordar que fue EEUU la potencia que estuvo detrás de las aperturas comerciales, del consenso de Washington, de la OMC, y del outsourcing y las cadenas globales de valor. Esta vez, sin respeto al proyecto económico contingente y, sobre todo, sin ningún soporte teórico que permita explicar la reversión de estas políticas, Trump se alzó con el proteccionismo. No ha calculado la pérdida de rentabilidad, la baja de la productividad de los factores[2] y el alza de precios que esto va a traer a su economía. De ésta forma, el prometido incremento del gasto público para mejorar escuelas, carreteras, puertos y aeropuertos, con menos impuestos, generará inflación a su economía y encarecimiento los costos de producción por ambas razones.
Confirmó su unilateralismo económico, sobre la sentencia “la protección nos conducirá a una gran prosperidad y fortaleza”, planteó que deberán “proteger las fronteras de los estragos de otros países que fabrican nuestro productos, robando nuestras empresas y destruyendo nuestros trabajos.” De esta manera omite que fueron las trasnacionales las que se trasladaron fuera por los altos costos dentro de EEUU e instalaron el outsourcing para mejorar su productividad.
Después que esbozó el tipo de gobierno que ejercerá, dibujó un escenario aún peor. Reconoció que lo importante es si éste lo controla el pueblo, y no qué partido lo controla. Rememoró, con la referencia “NOSOTROS EL PUEBLO”, al Artículo 1 de la Constitución de EEUU, inspirado en la revolución francesa: “NOSOTROS EL PUEBLO para formar una unión más perfecta, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad doméstica, proveer la defensa común, promover el bienestar general y asegurar las bendiciones de la libertad, ordenamos y establecemos esta Constitución”. No obstante atacó, repetidamente, a la clase política gobernante y a sus instituciones. Se refirió a ella como “un pequeño grupo en la capital [que...] ha cosechado las recompensas del gobierno mientras que la gente ha soportado el costo”.
De esta manera, el problema que aguarda es: ¿cómo “el pueblo” se verá expresado si no es a través de la clase política o sus instituciones? Lo que ha hecho Trump es atacar el centro de la política partidaria norteamericana, del mismo modo que lo hizo Hitler en su llamado a la nación[3] cuando miró que “los que están en el poder han creado su propia sentencia […] la clase media está arruinada; las esperanzas sociales de muchos millones de personas están destruidas”, o Mussolini que encontró al estado democrático y liberal como débil y agnóstico[4], o Fujimori en el Perú post-golpe de 1992, o actualmente Marine Le Pen en Francia y Nigel Farage en Gran Bretaña. Es el populismo encarnado en la derecha alterna, más a la derecha de los conservadores, que critica la esencia partidaria de la democracia.
Si la racionalidad del neoliberalismo fue devastadora para la economía mundial y el crecimiento económico global (que se redujo a 2.1%, la mitad la tasa de crecimiento en comparación al periodo 60-80), la irracionalidad patriótica de Trump y el unilateralismo conformarán un escenario en el que difícilmente habrá ganadores. Trump espera un 4% de crecimiento vía gasto publico que, combinado con el alza de la tasa de interés, va a producir un desenganche donde crecerá EEUU y nadie más, salvo Asia. Para Asia, tendrá una política del mosquito, una amenaza militar a China para asegurar que su tasa de crecimiento baje a la mitad, hasta un 3%. En poco tiempo, fruto de los problemas de productividad dentro de EEUU, no obstante lo que dice Jorgenson, se verán problemas de costos y el consumo caerá.
Toda la política económica de Trump será, cuando más, una recuperación cortoplacista. Mientras tanto, los brazos de política exterior económica, el FMI y el Banco Mundial, deberán cambiar de discurso y volverse también proteccionistas. En México sobre todo, pero en general, se deberá trabajar en otra concepción de la política económica que redefina su posición frente a EEUU. Las represalias por las medidas que va a decretar Trump no tardarán, con lo que nos espera un 2017 de muy poco crecimiento.
[1] Samuel Huntington, “Who are we?”, 2004, NY, Simon & Schuster Paperbacks
[2] Dale W. Jorgenson, Kevin J. Stiroh, “Raising the Speed Limit: U.S. Economic Growth in the Information Age”, The Brookings Institution, 2000.
[3] Discurso Adolf Hitler: 15 julio de 1932
[4] Discurso Benito Mussolini: 19 de mayo de 1926
SYDNEY & KUALA LUMPUR, Mar 12 2018 (IPS) - US President Donald Trump’s recent announcement of steep tariffs on steel and aluminium imports seems to have shocked US allies, even though these were among his 2016 election promises. The European Union (EU), Australia and Canada reacted sharply, in contrast to the more restrained response from China, the main target of earlier actions.
This trade war has been raging for some time, especially since the 2008-2009 global financial crisis (GFC). The World Trade Organization (WTO) has been quite helpless in preventing the resurgence of protectionism, or stopping developed countries from effectively sending the WTO’s Doha Development Round (DDR) into a coma.
Slowing output, trade: chicken and egg?
The WTO’s World Trade Statistical Review 2017 showed that world merchandise trade growth slowed down from 2.6 per cent in 2015 to 1.3 per cent in 2016, the slowest since the GFC. World merchandise trade grew about 1.5 times faster than output after the Second World War, accelerating to more than twice in the 1990s. After the GFC, this ratio dropped to around one, and then to 0.6 in 2016, for the first time since 2001.
Explaining the trade growth slowdown by blaming prolonged slower global economic growth ignores the output-trade growth dialectic. It does not explain why trade expansion has been faster – or slower – than output growth at different times. After all, trade liberalization was associated with general economic liberalization and globalization despite slower world output growth during the 1990s.
The relationship between the output growth decline and the trade growth slowdown since the GFC raises similar doubts. Rising protectionism may explain trade growth falling below tepid output expansion. Yet, increasing protectionism is not only a response to slower growth, but may also contribute to it.
According to research by law firm Gowling WLG, the world’s top 60 economies adopted more than 7,000 protectionist trade measures between 2009 and 2016. It also found the US and EU mainly responsible for harmful trade policies! Since the GFC, the EU has adopted some 5,657 trade-restrictive measures, while the US has introduced 1,297 measures ‘harmful’ to international trade.
According to the WTO, G20 economies had implemented 1583 restrictive trade measures by October 2016 compared to around 300 eight years before, i.e., about 1300 more. Between mid-October 2015 and mid-May 2016, G20 economies applied 145 new trade-restrictive measures – averaging almost 21 monthly, up from 17 between mid-May and mid-October 2015. The latest WTO report observed that G20 economies have implemented less traditional and more opaque measures, making it more difficult to monitor and report.
All this despite G20 leaders repeatedly reiterating the mantra from their first Summit in Washington DC in 2008 declaring: “We underscore the critical importance of rejecting protectionism and not turning inward … Further, we shall strive to reach agreement … that leads to a successful conclusion to the WTO’s Doha Development Agenda with an ambitious and balanced outcome. ….. We also agree that our countries have the largest stake in the global trading system and therefore each must make the positive contributions necessary to achieve such an outcome”. As is well-known, subsequent actions did not match these words.
An earlier WTO report with wider geographic coverage found 2,557 new trade restrictions by October 2015, up 17% from the previous year. Countries have increasingly resorted to discretionary, non-transparent, non-tariff barriers (NTBs), instead of more traditional, transparent trade barriers such as tariffs. These NTBs include subsidies, domestic content requirements, health and safety requirements, state-owned enterprises and public procurement. They involve much discretion, and greatly affect developing country exports.
Trump’s difference
So, what is so special about Trump’s announcement? With characteristic bluster, he announced transparent tariff measures – rather than non-transparent NTBs. Equally significantly, they were to be imposed on all others – US ‘friends’ and ‘foes’ alike, without discrimination. The Trump difference lies in his ‘America First’ brazenness. Belatedly realizing the likely political impact of treating all other parties equally, Trump later announced possible exemptions for ‘national security’ reasons.
Frustrated by the slow progress of protracted multilateral negotiations, many countries have turned to bilateral and plurilateral free trade agreements (FTAs), especially after the Obama administration and European Trade Commissioners put the DDR on hold. As Jagdish Bhagwati has long argued, such non-multilateral FTA ‘termites’ not only undermine multilateral solutions, but may – ironically – slow global trade growth.
The plurilateral Trans-Pacific Partnership (TPP) and its replacement, the Comprehensive and Progressive TPP, for the 11 other TPP countries after the January 2017 US withdrawal, have mainly been about non-trade issues. These include extending intellectual property protection and non-judicial investor-state dispute settlement, besides limiting state-owned enterprises and public procurement. Such measures involve other types of protectionism sacrificing the national interest, particularly of developing countries, while benefiting influential transnational corporations.
If the developed world really wants to avoid all-out trade war, they must return to and advance multilateralism for sustainable, comprehensive solutions. Fairly concluding the Doha Round, while keeping its development promise, as pledged by G20 leaders, will be prerequisites in this endeavour.
US President Donald Trump has dumped on Japan for the huge imbalance in its bilateral automobile trade with the United States. Japan’s auto exports to the United States have outnumbered its imports by a large margin for many years. In 2016, Japan exported 1.75 million autos to the US, while Japan imported just under 20,000.
Trump claims that the auto trade imbalance is unfair. He says that his administration will increase tariffs on Japanese auto imports from 2.5 per cent to 38 per cent — which happens to be the tariff rate imposed on US beef imports by the Japan — to correct the imbalance. Japan and the United States are on the verge of reigniting their old trade battles over automobiles, which were at the heart of the bitterness in their trade relations in the 1980s and 1990s. .
What are the facts of the problem?
Japan’s auto imports have increased more or less continuously over the years and reached 351,382 in 2016. Imports then were 9.1 per cent of the Japanese market. Although the market share of imports in the Japanese auto market is significantly lower than the US where its around 30 per cent, it’s almost twice that in the EU at around 5 per cent. What stands out in recent years is the changing nature of imports from the US and the EU. The number of US automobile imports to Japan declined from 23,381 in 2013 to 19,933 in 2016, while imports from the EU increased from 239,090 to 251,115. Mercedes-Benz, BMW, Volkswagen and other European cars have become very popular brands in Japan.
Some claim that entry into the Japanese auto market is very difficult for foreign automakers. Ford Motor Company recently announced its withdrawal from Japan, citing difficult market conditions.
But Japan imposes no tariffs on imported automobiles. The US and EU impose 2.5 per cent and 10 per cent tariffs respectively. Foreign automakers face non-tariff measures such as environmental and technical standards in Japan, but these are measures applied equally to all the automobiles sold in the country, regardless of their origin.
The low level of US auto exports to Japan is attributable to the fact that US automobiles don’t suit the Japanese consumer. A survey conducted by kakaku.com, a company providing market information on Japanese consumers, reveals that among the top 100 most popular automobiles in Japan 71 are Japanese, 28 are European and only one US automobile, Tesla, made the list.
The US auto industry’s lack of competitiveness has caused the trade imbalance, not protection of the Japanese market. If he wants to change this, Trump should put pressure on US automakers to improve productivity and competitiveness, not protect them by imposing tariffs on Japanese auto imports. Protection does not improve competitiveness, it commonly lowers it. US auto producers were protected by import tariffs and voluntary export restraints on Japanese producers in the 1980s and 1990s, but competitiveness failed to improve. Protecting US producers won’t make the US auto industry great again.
Trump argues that Japanese imports are taking jobs away from US workers. He uses this same rhetoric about auto imports from Mexico. His solution? Increasing tariffs and renegotiating the North American Free Trade Agreement (NAFTA). NAFTA, which was enacted in 1994, provides free access to the US market for imported autos from Mexico. Major Japanese automakers, along with their European and US counterparts, have taken advantage of this preferential arrangement by manufacturing automobiles in Mexico and exporting them to the United States.
Currently, four Japanese companies are operating in Mexico with total production of 1.4 million. Since a large portion of these automobiles are exported to the United States, high tariffs on imports from Mexico will damage these Japanese companies. High tariffs may save displaced US workers temporarily, but in the longer term, they are likely to damage the US economy more as high tariffs lift American costs and auto protection may trigger a trade war.
In fact, the Japanese auto industry, far from taking away US jobs, contributes to the US economy by generating production and employment. Japan’s automobile exports to the US declined sharply from 2.9 million in 1988 to 1.6 million in 2015, while the number of automobiles produced by Japanese companies in the United States increased from 723,396 to 3.8 million during the same period. Japanese companies account for approximately 30 per cent of total automobile production in the United States.
The Japan Automobile Manufacturers Association estimates that Toyota generated 136,000 US jobs through manufacturing, sales and other operations in 2016. Employment generated by Japanese automakers totals 1.5 million if one includes ‘indirect’ employment in related sectors.
The auto industry has an important position in the US and Japanese economies not only because of its huge impact on production, employment and international trade but also because of its influence on people’s lives. Recognising the important role that the auto industry plays, the revival of a strong and competitive US automobile industry is doubtless a good thing. But the way to do this in both Japan and the US is to promote fair competition and avoid government intervention not to resort to old-fashioned, acrimonious protectionism.
Shujiro Urata is Professor of International Economics at the Graduate School of Asia Pacific Studies, Waseda University, Tokyo.
Normal 0 21 false false false ES X-NONE X-NONE /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-priority:99; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin-top:0cm; mso-para-margin-right:0cm; mso-para-margin-bottom:10.0pt; mso-para-margin-left:0cm; line-height:115%; mso-pagination:widow-orphan; font-size:11.0pt; font-family:"Calibri","sans-serif"; mso-ascii-font-family:Calibri; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Calibri; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;}
Apenas tres días después de asumir el cargo, el gobierno del nuevo presidente colombiano Iván Duque anunció la salida de su país de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). La confederación se ha convertido en “cómplice de la dictadura venezolana”, argumentaron las autoridades colombianas.
La decisión no fue una sorpresa. Ya en abril, Colombia, todavía bajo el mando del presidente Juan Manuel Santos, junto con otros cinco países había suspendido su membresía. Cabe recordar que este grupo tenía solo 12 miembros, y actualmente están considerando la posibilidad de abandonarlo Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú, todos con gobiernos conservadores. Los que permanecerían son Bolivia, Ecuador, Guyana, Surinam, Uruguay y Venezuela.
Unasur hace rato que no tiene secretario general. Desde la salida del colombiano Ernesto Samper en enero de 2017, el puesto está vacante. Los estados de Unasur no pudieron ponerse de acuerdo sobre un sucesor hasta el día de hoy. El proyecto no termina con un estallido, sino con un gemido.
“Siguiendo el patrón de la UE”
El proceso de integración se lanzó con mucha esperanza en 2008. Iniciado por el entonces presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, la nueva confederación debía seguir “el modelo de la UE”, establecer una comunidad de seguridad en América del Sur y promover la integración económica. La creación de la Unasur sucedió en una “fase particular, en la que Estados Unidos activó una política de expansión de los acuerdos de seguridad con Colombia y con otros países como Paraguay”, dice Günther Maihold, de la Fundación Ciencia y Política, con sede en Berlín.
No faltaron objetivos ambiciosos. El plan era tener una moneda común llamada “Sucre”, incluso una ciudadanía sudamericana con los pasaportes correspondientes. Para 2025, el objetivo era alcanzar el nivel de integración europea. El subcontinente dará un “salto gigante en el desarrollo económico y social” gracias a los nuevos esfuerzos de integración, aseguró Lula en 2008. Pero el gran salto nunca llegó.
“La Unasur llegó a su fin, ha perdido su base política”, dice Maihold. “Brasil actualmente no tiene ambiciones en el área de seguridad que lo lleve a tomar medidas de garantía para otros países”. Está enfocado en sus propios problemas, dice Maihold. Otro factor es la pérdida de la unidad ideológica entre fuerzas antaño unidas de la región como Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina y Brasil. “Unasur es, pues, un elemento del pasado, estrechamente vinculado a la ola de gobiernos de izquierda de la región”, señala Maihold.
“Esto parece ser el fin de Unasur”, dice también Gerhard Dilger, jefe de la Oficina Regional de la Fundación Rosa Luxemburgo en Sao Paulo. Las fuerzas impulsoras que llevaron a la creación de la Unasur fueron los gobiernos de izquierda de Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Kirchner en Argentina, Correa en Ecuador, e incluso Michelle Bachelet en Chile. Unasur contribuyó a “desactivar muchas crisis” y dio un impulso “al menos para pensar en una política de defensa común”, dice Dilger. “Pero en los últimos años todo se derrumbó”.
Buenas condiciones para la integración y la cooperación
Sudamérica tendría muy buenas condiciones para desarrollar una comunidad multilateral basada en el modelo de la UE. Los estados comparten la experiencia de períodos históricos similares: conquista, colonización e independencia. Han desarrollado una identidad común basada en experiencias históricas similares. La región está dominada por dos idiomas: español y portugués brasileño. Comparado con la diversidad lingüística babilónica de la UE con sus 24 idiomas oficiales, este aspecto resulta bastante cómodo. No por casualidad, la idea de una Sudamérica unida ya está muy difundida y surge en forma de “Patria Grande” en la lucha por la independencia y su refundación por parte de Simón Bolívar y José de San Martín en el siglo XIX. Entonces, ¿cuál es el problema?
“América Latina tiene una larga historia amplia de multilateralismo y una orientación limitada al regionalismo, que tiene sus limitaciones cuando se trata de perturbar la soberanía nacional”, dice Maihold. Los intentos de integración siempre habrían tenido el carácter de coordinación de políticas y no el carácter de una integración real en el sentido de la fusión de la soberanía de los diferentes actores. Especialmente con respecto a la seguridad, la desconfianza y el instinto prevalece en muchos países sudamericanos para preservar la soberanía nacional en cualquier circunstancia. En esas condiciones, destaca Maihold, solo un “organismo con funciones de emergencia” es concebible, es decir, un órgano que actúe en situaciones humanitarias y políticas excepcionales.
Fijación con EE.UU. y su propia soberanía
Para Gerhard Dilger hay un claro ganador en la crisis de Unasur: "La derecha conservadora en América del Sur y, geopolíticamente, el gobierno de Estados Unidos". Los perdedores son todos aquellos que han trabajado por una Sudamérica más independiente y segura, según Dilger.
Los países de la región siempre han considerado la integración y la cooperación como un intento de preservar y recuperar la soberanía por sobre su gran vecino del norte, dice Maihold. Todavía no han reconocido su propio valor agregado en la cooperación regional. Mientras esta fijación se mantenga y no entiendan su propio espacio como una región de crecimiento, no solo en términos económicos sino también en términos políticos, los intentos de cooperación siempre permanecerían en la superficie. Por lo tanto, Unasur es el primer intento fallido de una integración sudamericana, y ciertamente no será el último.
Hasta que se inicie un nuevo comienzo, solo tiene que encontrar un nuevo inquilino para la pomposa sede de Unasur en Quito. La construcción se inauguró en 2014 y costó 46 millones de dólares. Pero el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, ya tiene una propuesta: el edificio debería convertirse en una universidad. Allí se podrían hacer estudios sobre integración.
KUALA LUMPUR, Feb 3 2017 (IPS) - New US President Donald Trump has long insisted that its major trading partners having been taking advantage of it. Changing these trade terms and conditions will thus be top priority for his administration, and central to overall Trump economic strategy to ‘Make America Great Again’.
Quit WTO solution
Candidate Trump’s trade policy paper was written by Peter Navarro and Wilbur Ross. Ross will now be Commerce Secretary while Navarro will head the National Trade Council. They view economic policy as integrated, including tax cuts, reduced regulations as well as policies to lower energy costs and cut the chronic US trade deficit. In just 21 pages, they suggest how US growth will increase during a Trump administration, with millions of new jobs and trillions in additional income and tax revenues.
One view is that President Trump can implement most of the policies advocated without obstruction by either the US Congress or court system. Internationally, no country will take on the US for a “very simple reason: America’s major trading partners are far more dependent on American markets than America is on their markets”.
Navarro and Ross argue that the US has already lost out, mainly due to badly negotiated trade deals and poor enforcement resulting in trade deficits. They claim that because the US does not use a value-added tax (VAT) system, everyone else has an unfair trade advantage, that, they believe, the World Trade Organization (WTO) should have rectified. As the world’s largest economy, consumer and importer, the US has the leverage to correct this by pulling out of the WTO. As the WTO would become irrelevant without the US, the damage would be minor.
According to the plan, reducing the US trade deficit will put more money in the hands of American workers who will then be able to afford higher prices for US made products. As American products become more competitive over time, prices will fall, raising consumer welfare.
China myths
Defensive tariffs are proposed to deal effectively with ‘trade cheats’. With China identified as the “biggest trade cheater” in the world, it gets special attention. In the US public mind, China remains ‘the world’s workshop’, where hundreds of millions of lowly paid workers mass produce consumer goods while its artificially low exchange rate and production subsidies ensure their goods remain competitive internationally. While perhaps true over a decade ago, the situation has changed radically since.
At the height of global trade imbalances over a decade ago, China’s trade surplus was more than ten percent of GDP. However, with the sudden slowing of world trade growth during the 2008-2009 Great Recession, growth of the US trade deficit with China slowed significantly. While the US still has a large trade deficit with China, China is also among its largest export markets.
In 2014, services overtook manufacturing as the biggest component of China’s economy. Net exports were equivalent to 1.7% of growth, tiny compared to domestic consumption and investment. China will want to continue exporting to the US, but the structural transformation of its economy and greater demand for various services now generates more new jobs, not only in China, but also elsewhere, including the US.
Undervalued renminbi?
On the campaign trail, Trump threatened to declare China a currency manipulator and to impose tariffs of up to 45 percent on Chinese imports during his first 100 days in office. Under US law, Trump can easily cite currency manipulation to impose defensive and countervailing tariffs against others as well. Navarro and Ross not only point at China, but also Japan and the euro, with the Germans getting special mention.
Washington has long claimed that China artificially depresses the value of its currency to benefit exporters. While a plausible case could have been made to this effect a dozen years ago, the renminbi has greatly appreciated since then, following tremendous US pressure, much amplified by the International Monetary Fund (IMF).
Most serious economists today doubt the renminbi remains undervalued. While stable for about a decade before 2005, and arguably undervalued for some of that period, the renminbi has risen by 30-40 percent since, prompting the IMF to repeatedly declare that it is no longer undervalued.
Indeed, weakening export demand and strong capital outflows have put tremendous downward pressure on the Chinese currency, forcing its central bank to use its US dollar reserves to artificially support its currency. Thus, recent Chinese currency manipulation has kept the renminbi over-valued rather than undervalued.
All this suggests that the Trump team is proposing remedies that, at best, rely on a long outdated diagnosis. The current situation is very different. Failure to make progress with wrongly prescribed measures may lead to even more aggressive efforts, which risk leading to economic war in which most, even spectators, will become victims.
Last Sunday, thousands of Mexicans in Tijuana did something unusual. They stayed at home. Life in the seedy border town revolves around “the line”: many locals live on one side and cross every day to go to school, work or the shops. But rallied by the social media hashtag #UnasHorasPorMéxico — a few hours for Mexico — protesters stopped crossing the border to demonstrate against Donald Trump’s immigration restrictions and anti-Mexican invective. The aim was simple: to make Mexicans’ presence felt by their absence. Almost 20m Mexicans visit the US every year, the most by far from any single country.
US agriculture companies feel the same way about Mr Trump’s plans for Nafta. They fear its loss, and of the $18bn a year Mexican market. Now they are starting to speak up for the trade agreement. Indeed, the US-Mexico stand-off is more than a “row between neighbours”. Potentially it has a huge global geopolitical impact too.
Just follow the logic. If the Mexico and the US cannot reach agreement on re-negotiating Nafta, the two sides would automatically fall back on WTO tariffs. That would mean an average 3.5 per cent tariff in the US on Mexican goods, versus an average 7.5 per cent Mexican tariff on US goods.
But would that kind of 2 to 1 deal be acceptable to the White House? Almost certainly not. So what does that imply? Take the argument to its logical conclusion, and it suggests that the US would leave the WTO…and so upend the global trade order of the past 60-odd years. What a prospect.
Elsewhere – because the hemisphere is more than just about Trump – the Odebrecht corruption scandal continues to reverberate around the continent, potentially taking out former Peruvian president Alejandro Toldeo. Meanwhile, at the home of the scandal, foreign investment continues to pour into Brazil. In December alone, FDI hit $15bn, a record, while airline Azul filed for an IPO.
Even in Mexico, animal spirits continue to stir. Jose Cuervo, the world’s largest and oldest tequila maker, filed this week for an almost $1bn stock offering. And in Monterrey, Mexico’s business capital of the north, investment is still coming in. ¡Órale!
The United States is expected to take more planned and pre-emptive measures in response to China’s “grey zone tactics” in the Asia-Pacific region, according to analysts from the US and Australia.
The assessment follows a call on Wednesday by US Navy chief Admiral John Richardson for tougher action against “grey zone” aggression from Russia and China, as a way to prevent maritime tensions from escalating into full-blown conflicts.
A conceptual space between peace and war, grey zone tactics involve coercive actions below a threshold that could typically prompt a conventional military response.
Richardson said the US should seek to enforce rules on China’s coastguard and maritime militia fishing boats – two examples of grey zone non-military vessels with which the US Navy may have close and unprofessional encounters.
Lyle Morris, a senior policy analyst with Rand Corporation in Washington, said Richardson’s remarks represented “an important shift in thinking” by the US, which, he argued, should be proactive rather than reactive in its approach to the grey zone challenge.
“One of the faults of the US grey zone strategy thus far has been the fact that the US and its allies have ceded initiative to Russia and China,” Morris said.
“Grey zone actions often blur the line between military and non-military platforms, actions and attribution for events, and are often, but not always, undertaken to assert territorial claims.”
“The application is simple,” Morris continued. “There are basic rules of the road when it comes to navigation at sea and avoidance of accidents. And these basic rules should include all actors at sea – naval, government and civilian.”
China’s aggressive territorial claims, and America’s efforts to challenge them, have emerged at the centre of their growing geopolitical rivalry in the region, even as Beijing and Washington seek to end a painful trade war before a March 1 deadline, when additional US tariffs on Chinese imports are expected to be imposed if no agreement has been reached.
As part of its efforts to reshape the region’s security landscape, Beijing has significantly advanced its territorial claims over its smaller neighbours in Southeast Asia, intensifying flashpoints between China, the US and its Pacific allies.
Beijing’s grey zone tactics have included the deployment of non-military coastguard vessels and civil militia ships to significantly enlarge China’s presence in the East and South China seas.
According to Morris, who has studied security development in these waters, this non-military presence could coerce other nations out of operating in the contested areas.
Experts from the US and Australia agreed. In a report published on Friday by the University of Sydney and Pacific Forum, a Honolulu-based foreign policy research institute, they urged Washington to work more closely with its allies to push back on Beijing’s grey zone coercion.
Measures could include setting explicit red lines and joining capable allies like Australia, Japan and South Korea to strengthen conventional deterrence, the report said.
Yue Gang, a retired People’s Liberation Army colonel, said China would continue its grey zone tactics in “all dimensions” in the face of challenges from the US.
Avoiding armed conflict was a top priority for the policymakers in Beijing, he said.
“China’s grey zone tactics still enjoy a geographical advantage against the US,” Yue said, while pointing out that the region was too far away for the US to conduct similar grey zone operations.
“And, as China’s coastguard has been significantly expanding, it could hardly be challenged by other neighbours in the region, even though pressure from the US and its allies would be on the rise,” he said.
Durante su reciente visita a Beijing para estabilizar la relación con China, el secretario de Estado de los Estados Unidos Antony Blinken discutió con el presidente chino Xi Jinping muchos temas polémicos. Por ejemplo, advirtió a China que no provea materiales o tecnología a Rusia para ayudarla en su guerra contra Ucrania, y cuestionó los reclamos territoriales en el Mar Meridional de China y el hostigamiento a Filipinas (aliado de Estados Unidos). También hubo disputas por la interpretación de la política estadounidense de «una sola China» en lo referido a Taiwán y por los controles comerciales y de exportación al flujo de tecnología de Estados Unidos a China.
Yo estuve en Beijing más o menos por las mismas fechas para presidir un «diálogo paralelo» sinoestadounidense, un foro en el que ciudadanos que tienen contacto con sus respectivos gobiernos pueden encontrarse y expresar opiniones a título personal. Por ser extraoficiales y fácilmente negables, a veces estas conversaciones pueden ser más francas. Es lo que sucedió en esta reunión entre una delegación del Grupo Estratégico de Aspen y enviados de la influyente Escuela Central del Partido Comunista de China en Beijing (el sexto encuentro de este tipo mantenido por ambas instituciones en la última década).
Como era de esperar, los estadounidenses reforzaron el mensaje de Blinken sobre los temas polémicos, y los chinos repitieron las posiciones de su gobierno. Como advirtió un general chino retirado: «la cuestión central de nuestras cuestiones centrales es Taiwán».
Amid the growing tensions of the trade war that began in 2018 between the United States and China, US companies began to look to the horizon in search of safer and more stable lands for their products. Against this backdrop of uncertainty and challenges, Japan emerged as a beacon of opportunity, and the concept of friendshoring, distinct from nearshoring, was coined.
The US-China relationship has deteriorated rapidly. Tariffs and trade retaliation have created an atmosphere of uncertainty that unsettles global markets, and political conflicts have created a scenario of possible military conflict. In this tumultuous environment, companies such as Apple, Google, and recently Microsoft (which, along with Facebook, Amazon and Netflix, constitutes the FAANG group) and large investment funds such as Goldman Sachs started to look for alternatives. Japan, with its stable economy and highly skilled workforce, emerged as a natural choice, offering a reassuring beacon of opportunity.
Large US technology corporations gave the first signs of the new direction. Companies in Silicon Valley, the Western heartland of technological innovation, began to look to the rising sun. Technology giants (FAANG) are setting up research and development centres in Tokyo and other Japanese cities. Apple, since 2015, already has a research centre located in Tokyo; Google started operations in Chiba in March 2023, while Microsoft plans to open one sometime in 2024. These centres seek to take advantage of Japan's advanced technological infrastructure and collaborate with local companies on cutting-edge projects.
The Bank of Japan's low-interest rate policy is focused on stimulating the economy and has created an attractive environment for investment. The Japanese government, aware of the opportunity presented, implemented reforms to facilitate the entry of foreign capital, lowered tariff barriers and paved the way for foreign investors.
On Wall Street, fund and private equity managers began redirecting resources to the Japanese market. Tokyo stock markets saw a surge in activity, with the Nikkei 225 index rising steadily from 23,300 points in 2020 to 30,000 points in 2024, an increase of approximately 30%.
The reorientation of capital has significant geopolitical implications, particularly in strengthening the US-Japan alliance in economic and strategic terms. The two nations, already allies in the QUAD, a military agreement to counterbalance Russia and China in the Sea of Japan and the Taiwan Strait, are now further aligning to contain China's growing economic and commercial influence in the region.
Amidst the trade war, Japan has emerged as a safe haven for US companies, offering a narrative of adaptation, opportunity, and collaboration with each new investment and establishment. As tensions persist between the US and China, the Japanese dawn shines brighter, promising a prosperous future for US companies that have found a new home.
These new economic ties affect the traditional security approach and expand technological cooperation, leaving aside competition and existing agreements such as the Security Alliance, signed in 1951. The changes are to have a plan of action in case of a possible military confrontation and create technology research and development centres located in Japan to diversify its dominance in different areas of conflict. Recognising that US strategy often distorts threat perceptions to justify its foreign policy and military objectives is crucial. By presenting China as a significant threat to the American way of life, the US can advance its geopolitical and economic interests in the region with the support of Japan.
The West's technology investment focuses on semiconductors and artificial intelligence. President Biden aims to replace China's goods supply one by one. Given that any Japanese export is highly competitive, which is extremely profitable for the FAANGs, this strategy could resuscitate the Japanese economy.
Since 2022, the United States has again become the largest foreign investor on the island, with an amount of approximately 9.3 billion USD(JETRO), equal to the previous year. This trend is not just about investment, but also about collaboration in technology and innovation. It's a testament to the strength of Japan's economy, the stability of its bilateral relations with the US, and the optimism that both countries share in facing global challenges together.
The US took it upon itself to debunk the myth of 'nearshoring' as the future of international trade in the Americas. In its place was the concept of "Friendshoring", which consists of relocating supply chains to allied countries or countries with friendly relations rather than unstable regions. Friendshoring between the two countries and Nearshoring in Mexico are strategic responses to changing global dynamics. Both seek to strengthen supply chains and reduce dependence on China, but they do so through complementary approaches. While one focuses on technological collaboration and political stability with a solid but distant ally, the other takes full advantage of the neighbour's geographical proximity and logistical efficiency. Such an approach seeks to reduce geopolitical risks and ensure the most reliable and secure supply chains. Both countries have reciprocally embraced friendshoring as part of their economic and strategic policies, following the onset of the trade war. Washington's national security concerns with the Asian dragon are about a threat regarding intellectual property theft, cyber risks, and the possibility of supply chain disruptions due to excessive fear of the emergence of a new world order.
Both governments provide incentives for companies to invest in each other's economies. These include tax incentives, subsidies and subsidies to build manufacturing facilities and research centres, in contravention of agreements reached in 1995 at the World Trade Organisation ("Prohibited subsidies are those whose granting is contingent on the achievement of particular export objectives or the use of domestic rather than imported products. They are prohibited because they are specifically intended to distort international trade and are likely to affect other countries' trade adversely" WTO). They also seek to improve infrastructure to sustain their projects, which includes developing transport networks, logistics hubs and digital infrastructure to facilitate efficient operations and thus compete with the Silk Road.
US-Japan Friendshoring is a strategic approach that aims to enhance security and economic resilience in a rapidly changing world. By collaborating in critical industries, the two nations can better navigate global uncertainties and mitigate risks, while also opening up new avenues for innovation and development.
Japanese innovation and technology are world-renowned, and the idea of closer collaboration attracts more US MNCs because of their competitive advantages. According to BEA, Japanese MNCs have four times more sales than US MNCs. (see graph)
US multinational companies, with their adaptability and strategic vision, can take advantage of their partners' knowledge in this new dynamic. Not only are business strategies and FDI between these nations being redefined, but economic and political ties, affected in the 1990s when the US accused Japan of what it now accuses China of, are also being strengthened.
In conclusion, the US friendshoring of Japan is a strategy aimed at improving security and economic resilience vis-à-vis China. Given Japan's factor endowment, this alliance will enhance its technological development capacity, mitigate risks and open up new opportunities for the country of the rising sun. With this, the West consolidates Japan as a haven and strategic ally for US companies. US not only diversifies its sources of supply, but also strengthens its geopolitical position in the Indo-Pacific region. By consolidating Japan as a safe haven and strategic ally, the West ensures a robust presence in an area crucial to global trade and security. This symbiotic relationship benefits both nations: Japan receives investment and the U.S. gains technology and a reliable partner in a key geostrategic location for the future of the fragmented economy.
Sucesivo a la conversación telefónica entre los presidentes, Peña Nieto y Trump y al anuncio de acuerdo bilateral entre México y EEUU, el 27 de agosto de 2018, toda la atención mediática y la presión política se dirigieron hacia Canadá. Después de un mes de negociaciones y polémicas, Canadá aceptó integrarse al acuerdo negociado bilateralmente entre EEUU y México. Al final, a pesar que el mandatario estadounidense hubiese calificado al TLCAN como “el peor tratado de libre comercio jamás firmado”, se acordó una versión actualizada de éste con pocas diferencias. ¿Qué tiene este acuerdo que no tenía el anterior? Con este acuerdo, EEUU extiende su política comercial proteccionista hacia sus socios de América del Norte. Pero ¿beneficia a México? Herrera de la Fuente piensa que fue una extensión y profundización de lo malo preexistente.1
Hubo un proceso atípico y contradictorio en los procedimientos de negociación internacional, señala Fidel Aroche (https://www.alainet.org/es/articulo/195692). EEUU pateó el tablero en el 2017 y desconoció el TLCAN de 1994 cuando se dijo entonces que eran indisolubles. Se ha visto que nada es indisoluble ante la política unilateral estadounidense. Se ha sentado un precedente. Los socios firmaron el 30 de septiembre del 2018 una renovación remozada a pedido de EEUU, desinteresado en la renovación trilateral, mientras había la disposición incuestionable de México y la renuencia de Canadá. Por protocolo, la propuesta del acuerdo tiene que ser aprobada por las cámaras legislativas de los tres; dadas las condiciones políticas y económicas de América del Norte, se podría dar por hecho que el documento publicado con 34 capítulos y 13 anexos será el “acuerdo” final.
Entre estos capítulos, destacan los capítulos 2, 3, 5, 8, 17, 23, 24, 31, 32 y 33. por las implicaciones regionales. De estos, hay tres que generarán profundas transformaciones económicas y políticas en América del Norte, y entre la región y el mundo. Una se refiere a la continuidad en la guerra comercial económica de EEUU contra China y Cuba tomando como aliados a Canadá y México; otro se refiere al deseo de sostener al dólar como moneda de reserva internacional; y el último se refiere a la regulación de los derechos de autor y la propiedad intelectual. Son tres temas estadounidenses, dada su pérdida de competitividad y debilidad hegemónica, y representan mecanismos de extensión de su política interna a sus socios comerciales vecinos.
En la cláusula 32.10 del capítulo Excepciones y provisiones generales, se estableció la prohibición de firmar acuerdos de libre comercio con economías que no sean de mercado, lo cual incluye a China y Cuba. La cláusula dice: “la entrada de cualquiera de las Partes en un tratado de libre comercio con economías no de mercado permitirá a las otras Partes terminar con este Acuerdo […] y reemplazarlo con un acuerdo bilateral”. China es el máximo exportador de bienes y servicios y el mercado más dinámico del mundo al que México le vende apenas 6,712 millones de dólares y le compra 78,594 millones en el 2017. Cuba, muy cercana a México, está en un proceso de reformas económicas y podría estar en una ruta comercial análoga a la de China. Con esta medida, el MEXCUSA queda alineado.
Con la cláusula 33.4 del capítulo Políticas Macroeconómicas y cuestiones de tipo de cambio, se incluyó una restricción al manejo del tipo de cambio. Se acordó que “cada Parte debe alcanzar y mantener un régimen de cambio determinado por el mercado”. Con esto se renuncia a la intervención del banco central en dicho mercado, quedando la tasa de interés como instrumento único para mantener dicha estabilidad. Esto puede ser muy recesivo si consideramos el erratismo de la política monetaria del FED en los últimos dieciocho años.
Como remate, con la cláusula 20.H.7 se aceptó la extensión del plazo de los derechos de autor y patentes. En el capítulo de Propiedad intelectual se estableció que los términos de protección para derechos de autor y copia serán, para una persona, de “no menos de la vida del autor y 70 años después de su muerte” y para otras formas de propiedad distintas a las personales (léase las corporativas), la propiedad será de “no menos de 75 años desde el día en que se autorizó la publicación” o “si no se autorizó la publicación, de 25 años desde la creación”. Esto constituye renta monopólica, si se traduce en patentes médicas (vacunas, antiretrovirales, anticancerígenos, etc.), por poner un ejemplo. Este correspondería al final de la industria de los genéricos que abaratan el costo de los tratamientos médicos en México y Canadá.
Esta breve revisión adeuda temas como la seguridad nacional, la lucha contra el narcotráfico, el medio ambiente, la migración internacional, los servicios financieros, etc., cada uno con un trasfondo similar. Pero permite observar que, en general, el resultado de la actualización y mejoramiento del acuerdo beneficia al socio mayor. El MEXCUSA asume la política económica internacional de Canadá y México como una extensión de la política estadounidense.
1 https://aristeguinoticias.com/1410/mexico/la-derrota-en-la-renegociacion-del-tlcan-articulo/
Desde el 2018, Estado Unidos ha comenzado a entorpecer las relaciones comerciales de China con el mundo, lo que ha resultado en una lenta pero notable disminución en el comercio con el gigante asiático. Los impactos de esta “guerra” son especialmente evidente en la interrupción de las cadenas de suministro, dado que la mayoría de los productos tecnológicos tienen algún vínculo con China, lo que ha causado una marcada disminución en la actividad económica mundial. Pero ¿Qué implicaciones tiene esto para la economía global?
Es esencial resaltar la importancia de este bloqueo para la economía mundial. China es actualmente el principal exportador de productos tecnológicos, pero sobre todo de los primeros eslabones de industrias automotriz, aeronáutica, telecomunicaciones, energías renovables y farmoquímica. Estas exportaciones han disminuido en los últimos años, especialmente las dirigidas a Estados Unidos y sus aliados. Esto deja a occidente sin suministros.
Debido a la naturaleza conflictiva de esta situación, los datos pueden llegar a ser contradictorios, ya que gran parte de la estabilidad económica mundial depende de un Estados Unidos y una China dinámicas que se dedica principalmente a proporcionar al resto del mundo de tecnología e innovación. Sin embargo, lo que realmente está emergiendo es que, aunque las cifras son menores de lo esperado, son positivas. China ha estado transformándose gradualmente en algo más que la "fábrica del mundo". Se ha convertido en un motor autónomo en términos tecnológicos y es el principal proveedor de la mayoría de los bienes en el mercado mundial y ha adquirido mercados de materias primas en el extranjero, consolidando así su posición como el "Gigante Asiático" que todos conocemos.
La guerra comercial ha creado oportunidades netas de intercambio en lugar de simplemente cambiar los destinos comerciales. Esto ha permitido que las naciones "periféricas" fortalezcan sus relaciones con la economía central actual. Le ha creado oportunidades a China de relacionarse con los países con los que EEUU tiene poco intercambio. también está el llamado efecto "espectador" que le ha brindado mayores oportunidades a países como México para aumentar sus exportaciones hacia Estados Unidos.
Mientras tanto, China, con la ayuda de los BRICS, explora nuevas direcciones al supervisar una serie de proyectos de la Ruta de la Seda que incluyen crecimiento agrícola en Brasil, financiar la construcción de un nuevo puerto en Perú, entre otras cosas con la finalidad de consolidar su posición en el mundo.
La inflación en EEUU tiene un incremento interanual del 4.9% según el Buró de Estadísticas Laborales al 2023. El FMI, de su parte, pronostica un aumento del 2% en la inflación de precios al consumidor en China para finales del año lo que no parece ser tan certero, ya que China ha entrado en un período de muy baja inflación en agosto y puede terminar el año con 1.5% o menos.
Es crucial recordar el control del gobierno chino sobre la economía y sus alcances. Ellos tienen la posibilidad de tomar medidas para regular su ciclo económico si fuera necesario. No obstante, algunos factores pueden contribuir a que, incluso con su intervención, no puedan evitar aspectos tales como, el exceso de capacidad instalada, efecto de la caída en la demanda internacional y el comportamiento de los precios internacionales. Esos son más visibles en medio de la guerra comercial.
Los periodos más recientes solo han demostrado la fortaleza y el tipo de potencia que China es para el resto del mundo, a pesar de distorsiones de la prensa occidental, así como la creciente preocupación de Estados Unidos por su propia fragilidad económica y su rezago tecnológico. Esto último ha llevado a las políticas de protección y de desglobalización de dicho país.
En resumen, el mundo parece estar dividido actualmente en dos frentes: por un lado, el estadounidense des globalizador que se enfrenta a una recesión, y acusa a China de sus problemas y déficits externos. Por otro lado, está China y su mercado interno creciente y abierto a la globalización, que enfrenta los verdaderos desafíos generados por la guerra comercial. La Guerra Comercial parece tener un impacto negativo mayor para EEUU que para China, ya que ha bloqueado el comercio con el principal proveedor mundial de bienes tecnológicos y líder del sector energético renovable, entre otras industrias. China ha pasado de ser una economía en ascenso a prácticamente una nueva superpotencia, y los días del dominio estadounidense en términos de innovación, nuevas industrias y regulaciones económicas mundiales quedó atrás, lo que erosiona la confianza de muchas naciones.
Finalmente, un conflicto económico inicial se convirtió en un ejemplo evidente de resentimiento geopolítico y temor al cambio por parte de los principales actores económicos. Esto resultó en consecuencias económicas y políticas a nivel mundial, como las interrupciones en las cadenas de suministro globales y la imposición mutua de aranceles y restricciones comerciales. Esto complicó la producción para muchas industrias que dependen de insumos chinos, contribuyendo al miedo y la desconfianza en una situación económica globalmente desacelerada.
Un contexto nada idílico para el TTIP
Hace ya algo más de tres años comenzaba una ambiciosa negociación que buscaba sentar unas nuevas y sólidas bases en la relación transatlántica, promoviendo la creación de lo que algunos consideraron se iba a convertir en una especie de “OTAN económica”. No solo eso, se argumentaba asimismo que la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés) tendría un impacto geopolítico de primera magnitud, y serviría para amortiguar en cierto modo el anunciado “pivote hacia Asia” de los Estados Unidos. Se esperaba que la negociación fuese sencilla y que antes del final del segundo mandato del presidente Obama se pudiese concluir con éxito.
Pero no ha sido así. Al fin, la Unión Europea ha reconocido algo que parecía evidente: es improbable (en palabras de la Comisaria de Comercio, Cecilia Malmström) y no es realista (según Peter Ziga, el ministro de Comercio eslovaco) cumplir el ambicioso timing que se planteaban las partes. ¿Por qué cada día es más difícil que se firme antes de que se marche Obama de la Casa Blanca? La explicación radica en la progresiva complicación de las negociaciones. En un primer momento, apenas había un actor importante por cada una de las partes (Obama y la Comisión Europea dándole el impulso político necesario); en estos momentos existe una multiplicidad de sujetos activos, muchos de los cuales son escépticos con el acuerdo, cuando no manifiestamente hostiles al mismo.
Al otro lado del Atlántico nos encontramos a un Presidente que ha logrado varios éxitos en materia exterior a lo largo de este mandato (entre otros, el acuerdo con Irán, el acuerdo con Cuba y la firma del Acuerdo de Asociación Transpacífico o TPP, por sus siglas en inglés), pero que actualmente no dispone ni del tiempo ni de la capacidad de influencia suficiente para lograr que su agenda respecto al TTIP se cumpla. Entre otros motivos, porque no existe en absoluto un clamor popular por los acuerdos comerciales, cuestión que se pone de manifiesto en los recelos de Hillary Clinton (sobre todo respecto del TPP, más que del TTIP) y en el rechazo directo de Donald Trump. No hay que olvidar, por otra parte, el menor atractivo del acuerdo tras el referéndum en el Reino Unido, en el que venció la opción de los partidarios del Brexit. Un TTIP sin el país que supone en torno al 25% de sus exportaciones a Europa… es claramente menos atractivo para los Estados Unidos.
Mucho más complicada si cabe es la situación a este lado del océano. Nunca antes un acuerdo comercial europeo había sido sometido a tal escrutinio público, pero el hecho de que tuviese una ambición mucho mayor que la meramente comercial y que fuese negociado entre dos grandes potencias como son la UE y EEUU, ha acabado provocando una mayor petición de rendición de cuentas, traducida en unos niveles de transparencia nunca antes conocidos en la historia de las negociaciones comerciales (si bien aún insuficiente para los críticos con el acuerdo). Quienes se oponen abiertamente a la firma del Tratado han logrado apoyos considerables, especialmente en algunos países de Centroeuropa como Alemania (a pesar de todo, y según datos del Eurobarómetro, un 53% de los ciudadanos europeos lo apoyaría, frente a un 32% que lo rechazaría). La labor de los contrarios al TTIP ha sido constante y muy efectiva, actuando tanto en el nivel analógico como en el digital, llevando a cabo numerosas manifestaciones en los últimos meses (quizás, la más importante fue la que reunió en Berlín en 2015 a más de 250.000 personas) o utilizando el hashtag “StopTTIP” para documentar dichas manifestaciones y los abusos que consideran que el Tratado acarrearía para los europeos.
El movimiento del “lobby” (entendiendo “lobby” como grupo de interés que articula unas demandas con el objetivo de que se promuevan decisiones a su favor) anti-TTIP ha sido tan efectivo que ha traspasado la frontera de influir a la opinión pública para pasar a la de influir a la esfera política. Tanto es así que en las últimas semanas hemos visto declaraciones de líderes alemanes y franceses (como Sigmar Gabriel o el propio François Hollande) declarando que el acuerdo comercial no estaba listo o estaba, directamente “muerto”. Incluso, a finales de la semana pasada se llegó a solicitar por parte de Francia y Austria la paralización de las negociaciones y la reanudación de las mismas bajo otro nombre, dada la mala prensa que tendría ya el TTIP. Esta nueva situación en Europa, en la que parte de la opinión pública (especialmente en algunos países) está claramente en contra, y algunos líderes europeos también lo están, complica radicalmente el panorama, a pesar de que, como bien sabemos, las competencias en materia comercial no sean de los Estados miembros, sino de la Comisión Europea.
Así pues, si le sumamos a todo lo ya mencionado las dudas sobre hacia dónde irá el proyecto comunitario tras el impacto (sobre todo psicológico) que tuvo la decisión británica de salir de la UE, junto con un calendario de citas con las urnas extremadamente complejo y agitado (presidenciales en EEUU, repetición de presidenciales en Austria, referéndum constitucional en Italia, posibles terceras elecciones en España, generales en Países Bajos, presidenciales en Francia, y generales en Alemania), donde además partidos que no comparten el clásico consenso pro-europeo tienen opciones reales de lograr avances muy significativos, entonces no podemos sino concluir que las posibilidades reales de que el TTIP se firme, al menos a corto plazo, son cada vez menores. Muy a pesar de los esfuerzos de la Comisión por mostrar aparente normalidad, el contexto no es nada idílico para el TTIP.
CARACAS (Sputnik) — La vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, destacó la importancia de los vínculos comerciales con Rusia y la posibilidad de dichas alianzas puedan concretarse en monedas locales como un estrategia para "romper" con lo consideró "la hegemonía del dólar".
"Tenemos también la cooperación financiera, ámbito esencial en las relaciones comerciales entre nuestros países, que las transacciones puedan realizarse en nuestras monedas nacionales, en el caso venezolano ha sido también una instrucción muy clara del presidente Nicolás Maduro, de cómo romper la hegemonía del dólar, que no es una hegemonía, es una dictadura criminal sobre los pueblos del mundo", expresó la funcionaria en una transmisión del canal estatal Venezolana de Televisión.
Asimismo, la funcionaria indicó que la XVIII reunión de la Comisión Intergubernamental de Alto Nivel (CIAN) entre Venezuela y Rusia, celebrada en esta capital, podría propiciar un nuevo modelo para el desarrollo y crecimiento económico de ambos países.
"Así que hemos hablado de que esta 18 edición de la CIAN permita un nuevo modelo, un nuevo modelo para hacernos más independientes, para hacernos más soberanos, para mirar hacia el crecimiento económico, hacia el desarrollo compartido", agregó.
Rodríguez ponderó que su país busca insertarse en el mercado gasífero internacional con la puesta en marcha de un proyecto que ejecutará junto a Rusia, tras la firma de 13 nuevos acuerdos en distintas áreas.
"Buenas noticias que las próximas semanas vamos a tener en el desarrollo de campos de gas que tiene Rusia en nuestro país (…) el presidente Nicolás Maduro tiene una política muy clara también de desarrollo del gas, para convertirnos por primera vez en exportadores de gas", abundó.
Previamente, el canciller venezolano, Yván Gil, compartió que la reunión de la CIAN con Rusia permitirá fortalecer las cooperación en diversas áreas entre ambas naciones.
El 23 de octubre, los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Rusia, Vladímir Putin, sostuvieron una reunión en el marco de la XVI Cumbre de los BRICS, que se llevó a cabo en la ciudad rusa de Kazán.
A principios del mes pasado, Maduro anunció que Venezuela y Rusia prevén firmar a finales de este 2024 una alianza estratégica para los próximos diez años.
Al respecto, señaló que ambas naciones han consolidado las relaciones a nivel energético, industrial, agrícola, educativo, económico y político.
Having removed the reformist President of Argentina, Cristina Fernandez de Kirchner, Washington is now disposing of the reformist President of Brazil, Dilma Rousseff.
Washington used a federal judge to order Argentina to sacrifice its debt restructuring program in order to pay US vulture funds the full value of defaulted Argentine bonds that the vulture funds had bought for a few pennies on the dollar. These vultures were called “creditors” who had made “loans” regardless of the fact that they were not creditors and had made no loans. They were opportunists after easy money and were used by Washington to get rid of a reformist government.
President Kirchner resisted and, thus, she had to go. Washington concocted a story that Kirchner covered up an alleged Iranian bombing in Buenos Aires in 1994. This implausible fantasy, for which there is no evidence of Iranian involvement, was fed to one of Washington’s agents in the state prosecutor’s office, and a dubious event of 22 years ago was used to clear Kirchner out of the way of the American looting of Argentina.
In Brazil, Washington has used corruption insinuations to get President Rousseff impeached by the lower house. Evidence is not necessary, just allegations. It is no different from “Iranian nukes,” Saddam Hussein’s “weapons of mass destruction,” Assad’s “use of chemical weapons,” or in Rousseff’s case merely insinuations. The Secretary General of the Organization of American States, Luis Almagro, notes that Rousseff “hasn’t been accused of anything.” The American-backed elites are simply using impeachment to remove a president who they cannot defeat electorally.
In short, this is Washington’s move against the BRICS. Washington is moving to put into political power a rightwing party that Washington controls in order to terminate Brazil’s growing relationships with China and Russia.
The great irony is that the impeachment bill was presided over by the corrupt lower house speaker, Eduardo Cunha, who was recently discovered to have stashed millions of dollars in secret Swiss bank accounts (perhaps his pay-off from Washington) and who lied under oath when he denied having foreign bank accounts. You can read the sordid story here:
http://www.globalresearch.ca/us-complicity-after-vote-to-remove-brazils-president-key-opposition-figure-holds-meetings-in-washington/5521059
Kirchner and Rousseff’s “crimes” are their efforts to have the governments of Argentina and Brazil represent the Argentine and Brazilian peoples rather than the elites and Wall Street. In Washington these are serious offenses as Washington uses the elites to control South American countries. Whenever Latin Americans elect a government that represents them, Washington overthrows the government or assassinates the president.
Washington is close to returning Venezuela to the control of the Spanish elite allied with Washington. The presidents of Ecuador and Bolivia are also targeted. One reason Washington will not permit its British lapdog to honor the asylum Ecuador granted to Julian Assange is that Washington expects to have its own agent back in as President of Ecuador, at which time Assange’s asylum will be repealed.
Washington has always blocked reform in Latin America. Latin American peoples will remain American serfs until they elect governments by such large majorities that the governments can exile the traitorous elites, close the US embassies, and expel all US corporations. Every Latin American country that has an American presence has no future other than serfdom.
President Trump has put the North American Free Trade Agreement — NAFTA — on notice. Canada and Mexico are gearing up to renegotiate the agreement, and Trump has stated that a failure to conclude a renegotiated deal to his liking could lead the United States to withdraw.
Here are five key things you need to know about NAFTA.
1. NAFTA involves three trade partners
NAFTA came into force between the United States, Canada and Mexico on Jan. 1, 1994. NAFTA added Mexico to a previous Canada-U.S. Free Trade Agreement, or CUSFTA, that had been in place since 1989.
The George H.W. Bush administration had negotiated NAFTA, and Bush signed the agreement on behalf of the United States on Dec. 17, 1992. When Bush lost his reelection bid, it was up to the newly elected President Bill Clinton to ultimately add the tweaks necessary to ensure political passage through Congress in 1993.
2. NAFTA cut import tariffs and had a modest economic effect on the United States, albeit with some localized losses
Under NAFTA, the three countries each cut their import tariffs to zero for virtually all manufactured products traded between them.
Trade between the three countries grew considerably. For example, U.S. total goods trade with Mexico and Canada — imports and exports combined — grew from $291 billion in 1993 to $1.1 trillion in 2016. That 267 percent increase seems like a lot, but U.S. trade with countries not in NAFTA also grew by 242 percent over that same period.
Economists face a challenge in pinpointing NAFTA’s exact effects because at least three other major global shifts were taking place almost simultaneously.
First, the U.S. tariff cuts on Mexican trade under NAFTA were enacted alongside cuts to most other countries when the United States entered the World Trade Organization (WTO) in 1995. Second, China rejoined the global economy and became a major exporting country during this same period. And technological advances — the Internet, information and communication technology, automation — transformed how businesses operate across the U.S. economy. These changes affected manufacturing in particular.
Economists Shushanik Hakobyan and John McLaren have documented communities of U.S. workers that suffered stagnant wage growth because of NAFTA. However, the overall effect on U.S. labor because of increased imports from Mexico — even ignoring positive effects arising because of jobs tied to U.S. exports — was much smaller than, for example, U.S. manufacturing job loss because of automation. And Mexico’s effect on U.S. labor markets is much smaller than the “China shock” that other economists have chronicled.
This is not to play down the problem of U.S. job losses — but NAFTA isn’t a leading cause. And a renegotiated NAFTA that would reestablish trade barriers is unlikely to help workers who lost their jobs — regardless of the cause — take advantage of new employment opportunities.
3. Trump isn’t a fan of NAFTA — but it’s not quite clear why
Countries that trade a lot tend to have more to fight about, but trade agreements provide for dispute resolution. Washington, Ottawa and Mexico City have litigated dozens of cases against one another, using WTO trade dispute mechanisms.
These cases were nothing exceptional — NAFTA countries resolved disputes over cattle, hogs, beef, tomatoes, wheat, corn, sugar, soft drinks, wine, tuna, lumber, steel, cement and telecommunication services. None of these disputes ever escalated to threaten the existence of NAFTA.
Those trade skirmishes shed no light on what it is about NAFTA that Trump finds so irritating now. And they also don’t seem to be informing his negotiating strategy.
Trump’s public comments have focused on the bilateral trade deficit with Mexico. He has used Twitter to call out such U.S. companies as Carrier, Ford, and General Motors for having established or moved production facilities to Mexico. And he has intermittently threatened Mexico with a 35 percent import tariff and other types of border taxes.
4. Other contentious elements of NAFTA: Investment, labor and environmental standards
Almost from the beginning, it seemed everyone disliked something about NAFTA. Three items stand out.
The Clinton administration entered office in 1993 and negotiated two new side agreements. Once these deals on labor and the environment were made, Clinton submitted NAFTA to Congress, where more Republicans voted for NAFTA than Democrats.
The North American Agreement on Labor Cooperation, or NAALC, was the first attempt for a U.S. trade deal to address labor standards. It was meant to appease U.S. labor unions concerned that a pact with Mexico would trigger a race to the bottom and a deterioration in American wages and workplace conditions. Nevertheless, unions were worried that the NAALC still had major problems. They feared that the right of workers to organize, bargain collectively, and strike could not be enforced in Mexico through trade sanctions. Without enforcement, U.S. workers feared a loss of their own competitiveness relative to Mexican labor earning lower wages.
The second Clinton compromise was the North American Agreement on Environmental Cooperation, or NAAEC. To environmental groups, the NAAEC also fell short: It was designed more as a forum for cooperation and dialogue. It did not provide a means for litigation and trade sanctions to be used as a tool to further regional environmental progress.
Third, NAFTA gave rights to foreign companies through something called investor-state dispute settlement, or ISDS. Suppose the government of Mexico nationalized a GM or Ford auto plant in Mexico City, or implemented an environmental or labor law that only applied to the U.S. facilities in Mexico and not their Mexican competitors. Under ISDS, the U.S. companies could sue the Mexican government. Civil society critics were troubled that ISDS is both nontransparent and provided foreign investors in each country — including in the United States and Canada — rights not available to domestic investors.
President Obama’s attempt to renegotiate NAFTA — through the Trans-Pacific Partnership, or TPP, agreement — addressed some of these concerns. The TPP made more labor and environmental provisions “enforceable” through trade sanctions. It also attempted to improve ISDS. But the TPP wasn’t limited to Canada and Mexico — it expanded coverage to include nine other nations across the Pacific Rim.
5. The initial NAFTA fallback
If the United States withdrew from NAFTA, other trade agreements could kick in. Because the NAFTA countries are all WTO members, at worst each must apply the import tariffs they offer to all other WTO countries.
New U.S. tariffs on imports from Canada and Mexico could increase to an average of 3.5 percent. For new trade barriers facing U.S. exporters, Canada’s import tariffs would increase to 4.2 percent and Mexico’s would increase to 7.5 percent.
But an asymmetric outcome — Mexico applying higher WTO tariffs against U.S. exporters than the United States applies against Mexican exporters — would seem antithetical to what Trump wants to achieve. Indeed, the only completely symmetric or “fair” deal on tariffs would seem to be the zero percent tariffs that each applies under the existing NAFTA.
If the United States withdraws from NAFTA, it is also possible for the United States and Canada to revert to the zero tariffs they granted each other during the CUSFTA years of 1989-1993. For Canada and Mexico, they could choose to continue to implement the terms of the NAFTA just between each other.
Less clear is what happens to cooperation over areas like labor, the environment or foreign investment. Unlike tariffs, labor and the environment are not covered in any other trade agreement that the United States has with Mexico. And the United States also does not have a bilateral investment treaty in force to protect U.S. company investments in these countries.
Will Trump borrow from any of the labor, environment, and investment provisions of the TPP for his NAFTA renegotiation? That’s a big question — but it’s one of many. Trump’s NAFTA renegotiation initiative leaves the international commercial interests in each of the three countries in a substantial state of uncertainty.
KUALA LUMPUR, Malaysia, Apr 3 2018 (IPS) - At Davos in January, US President Donald Trump warned that the US “will no longer turn a blind eye to unfair economic practices” of others, interpreted by many as declaring world trade war. Before the US mid-term elections in November, Washington is expected to focus on others’ alleged “massive intellectual property theft, industrial subsidies and pervasive state-led economic planning” pointing to China without always naming names. With the Republican Party already united behind his tax bill, Trump senses an opportunity to finally unite the party behind him and to continue his campaign for re-election in 2020.
Since January, Trump has taken steps threatened in his mid-2016 election economic policy document, drafted by US’s National Trade Council head Peter Navarro and Commerce Secretary Wilbur Ross. In particular, he has imposed tariffs and other restrictions on imports to revive US manufacturing. Import tariffs of 25% and 10% on steel and aluminium respectively have been imposed by invoking Section 232 of the US 1962 Trade Expansion Act, allowing unilateral measures to protect domestic industries for “national defence” and “national security”.
Trump’s action was supported by a US Department of Commerce Bureau of Industry and Security report, released earlier. It made the case for imposing import tariffs on both metals for national security reasons as “national security can be interpreted more broadly to include the general security and welfare of certain industries, beyond those necessary to satisfy national defense requirements….”
Trade war memories
After his announcement, several major trading countries and blocs retaliated or threatened to retaliate against US imports, raising the prospect of a trade war. The resurgence of US trade protectionism poses two threats. The US has a long history of using ‘anti-dumping measures’, especially on steel. Earlier, imports of washing machines and solar panels were restricted by Trump after the US International Trade Commission declared that they unfairly hurt domestic manufacturers.
The US President has also threatened to impose “reciprocal taxes” against countries imposing tariffs on US exports. This threat has invoked references to the 1930 Smoot-Hawley Tariff Act. Its Republican sponsors, Senator Reed Smoot and Congressman Walter Hawley then argued that it would protect US jobs by shielding American industries from import competition by imposing tariffs on over 20,000 imported goods.
This aggressive protectionism then precipitated the collapse of global trade, as its trade partners then restricted US export access into their own markets. The ensuing trade war undoubtedly exacerbated the Great Depression. Recent developments have understandably revived fears of a new trade war, with similar consequences.
Undermining trade multilateralism
The US’s unilateral actions have seriously challenged the multilateral framework of World Trade Organization (WTO) trade rules. The Trump administration has been challenging post-Bretton Woods rules-based trade multilateralism, which sought to develop international trade regulation. Besides many rhetorical attacks on the multilateral trading system, the Trump administration has largely avoided engaging with the WTO while also avoiding violating the letter of existing trade agreements.
Undermining the WTO and its rules is hardly new for the Trump administration, but what is rarely acknowledged is that it also represents continuity with previous presidents including his arch-nemesis, Obama’s. Both administrations have blocked appointing WTO Appellate Body (AB) members, effectively undermining the WTO’s dispute settlement process. The AB should have seven members, but will soon only have three members left, undermining its functioning. Aggrieved WTO members wishing to challenge alleged violations of its rules have no redress without a functioning AB.
Advocates of international trade liberalization have long claimed that it boosts growth and makes everyone better off in the long run, although many acknowledge shorter term casualties in ‘uncompetitive’ economic activities. With successful political mobilization around growing doubts over such claims, these claims have lost credibility, feeding the tide of ethno-populist-nationalism in the West.
Freer trade has widely distributed benefits in terms of lower consumer prices while seemingly concentrating costs on displaced producers. Conversely, tariffs meant to protect particular industries have concentrated benefits while widely distributing costs. Thus, even without considering the consequences of retaliatory trade measures by others, some (e.g., US steel) jobs may be saved while consumers pay more for ‘downstream’ products, threatening related jobs downstream. Consumers, however, are unlikely to act politically because they have to pay a little more for some goods, whereas workers are more likely to be mobilized if their livelihoods are threatened by foreign import competition.
Is Trump all that different?
Trump has long complained about US and foreign trade policies. He seems to believe that trade is a zero-sum game in which the goal is to export more and to eliminate the US trade deficit. Importing from another country implies that country has “won” and the United States has “lost”. Thus, his version of US ‘sovereigntism’ links trade to national pride. Thus, he accuses others, especially China, of “laughing at us”. As trade issues are about US jobs, pride and dignity, costs or losses become “a small price to pay”. Thus, imposing tariffs will show foreigners that the US is strong, and cannot be taken advantage of.
With this logic, “winning” may involve losing although the tariffs will benefit relatively few workers in protected industries at the expense of the vast majority of other workers in downstream industries and consumers. But longstanding economic imbalances and inequities are unlikely to be well addressed by protecting a few politically influential industries.
For half a century, the US has gone back and forth with trade liberalization, often coming dangerously close to trade warfare. President Ronald Reagan’s 1980s protectionism is rarely acknowledged as he is now the paragon of US economic neoliberalism. (Current US Trade Representative Robert Lighthizer earned his reputation in Reagan’s administration.) His trade restrictions used loopholes in trade agreements to raise tariffs and limit many imports besides forcing political allies to accept “voluntary restraints”. Dani Rodrik has argued that Reagan’s protectionism “let off political steam”, enabling the US economy to recover and globalization to accelerate.
International economic liberalization or globalization since Reagan has also transformed the international context and the consequences of Trump’s recent measures. Unlike Reagan who arm-twisted political allies to accept his demands as necessary concessions during the Cold War, Trump’s ‘US sovereigntism’ is based on ‘victimhood’, invoking the image of an ex-hegemon, and makes no pretensions of being mutually advantageous or reciprocal.
Yet, prematurely ‘crying wolf’ about trade war may also accelerate trade war momentum as it remains unclear how international policy is made and changed in Trump’s White House. While possibly ominous of much more to come, premature, exaggerated criticism of his unilateral trade measures may become ‘self-fulfilling’, given the political need for continued ethno-populist and nationalist mobilization against enemies, real or imagined.
US president Donald Trump’s goal of lowering the American trade deficit kicked off a tit-for-tat tariff war with Canada, the European Union, and, most prominently, China. The United States imposed tariffs of 10–50 percent on about $326 billion of annual imports from China, including washing machines, solar panels, aluminum, and steel. China retaliated, slapping its own tariffs on US automobiles, airplanes, and soybeans, among other items.
Two years in, has the US avoided damage from this trade war? No, suggests research by Harvard’s Alberto Cavallo and Gita Gopinath, Chicago Booth’s Brent Neiman, and the Federal Reserve Bank of Boston’s Jenny Tang.
US consumers may be unscathed by a trade war if foreign suppliers reduce the prices of their goods by the same amount as the US-imposed tariffs. For example, imagine the US levied a 25 percent tariff on Chinese steel, and Chinese steelmakers responded by reducing steel prices by 25 percent to keep their products competitive. In this hypothetical scenario, the burden of the tariff would fall entirely on China in the form of reduced profits, with US importers paying the same price and the US government earning more revenues.
If, instead, Chinese steelmakers left their prices unchanged, the steel would simply become 25 percent more expensive for US buyers. Facing an increase in their costs, firms in the manufacturing and retail sectors would have to either raise prices for their consumers or accept thinner profit margins.
In fact, Cavallo, Gopinath, Neiman, and Tang find that foreign producers didn’t lower their prices much at all in response to the Trump administration’s tariffs. The researchers analyzed Bureau of Labor Statistics data on the prices of goods coming from countries with the new tariffs and tracked those products to store shelves. As of this past April, the tariffs hadn’t forced China or other countries to lower prices significantly, and the data show that American retailers were bearing the brunt of the taxes, at least in the short run.
The researchers estimate that foreign companies dropped their prices only about 1 percent in response to a 20 percent US tariff. That left 19 percent for US importers to pay. US-based exporters, however, had to lower their prices by about 5 percent on goods subject to a retaliatory tariff of 15 percent, they find.
The research suggests the asymmetric response of US import prices and US export prices reflects differences in the types of goods targeted by the tariffs. US companies may have few places to look for alternatives to the Chinese products they import, which means Chinese suppliers may not face competitive pressures to lower prices to offset tariffs. But China does have alternative sources to the US for soybeans, for example, which puts US suppliers under greater pressure to lower prices.
The impact of these rising import costs on consumer prices has thus far been mild, the researchers find. They used data from two major multichannel retailers to estimate that a 20 percent tariff resulted in only a 0.7 percent increase in the prices of affected products, meaning the merchants were absorbing much of the higher tariff by realizing thinner profit margins.
Importers can avoid charging higher prices or dampening their profit margins by sourcing goods from nontariffed countries, and that seems to be happening, the researchers write. China’s share of tonnage shipped to those retailers before the tariffs was 80–90 percent, according to the study, but the share dropped to 60–70 percent after the tariffs.
There’s also evidence that between the time Trump announced the tariffs and the time they went into effect, US importers front-loaded their purchases to beat the new duties. As retailers work through inventory and restock goods that are subject to the tariffs, they may have to increase prices to shore up profit margins, the researchers speculate. The trade war may yet hit the US consumer even harder.
Nos encontramos ante un escenario donde la actividad económica global continúa dando mejores signos vitales. El pronóstico de crecimiento, de por sí ya fortalecido en 2017, mejoró en 0.5 puntos porcentuales respecto al año 2016 (pasando de 3.2% a 3.7%) Según el Fondo Monetario Internacional se apunta a que el 2018 seguirá con su tendencia alcista alcanzando hasta 3.9% al cierre del año.[1] Este diagnóstico económico se debe en gran parte al crecimiento de China e India y a algún reflejo de la actividad estadounidense, producto principalmente de la reforma fiscal promulgada en diciembre del 2017. En sentido contrario, se le suma un escenario de guerra comercial a principios de 2018 que pretende estimular la actividad económica americana al mismo tiempo que suben la tasa de interés cuatro veces en el año. Gran Bretaña afectada por el Brexit (1.5%) y Europa continental lo mismo.
El impacto de las decisiones americanas sobre el escenario económico internacional se ven, por ejemplo, en la llamada a Zuckerberg de la corporación estadounidense Facebook para que le explique al Parlamento Británico los informes sobre cómo la empresa de datos Cambridge Analytica recopiló información de 50 millones de usuarios de Facebook de forma inapropiada para darle un uso político en EEUU, dice el New York Times. La actitud previa de la empresa Facebook “de dejar hacer” la recopilación de datos por parte de las aplicaciones (Apps) ha pasado de liberal a descuidada dice Dealbook del New York Times del 20 de marzo, del 2018. El comisionado de información de Gran Bretaña está buscando una orden para examinar los datos de la empresa y se teme que involucre al presidente de la empresa. El precio de las acciones está cayendo.
Los planes de Europa para cambiar la forma en que se grava a las empresas tecnológicas podrían exacerbar las tensiones con los EEUU. UBER en Gran Bretaña y en Europa serán llamados para que expliquen sus políticas de tarifas y de pago de impuestos. Las represalias de China no surgen aún, pero probablemente se verán en la forma de darle los contratos de compra de 184 aviones de pasajeros a Airbus en lugar de a Boeing y frenando la compra de soya americana. Esto solo va a acentuar el quiebre en la relación entre comercio y crecimiento. (Ver gráfica 1)
A finales de diciembre de 2017, el rumbo de la política económica de EEUU se vio reforzado tras la aprobación de la reforma fiscal, con una nueva reducción de impuestos corporativos y un cambio en el régimen de tributación territorial. Los republicanos vienen haciendo lo mismo desde 1950, con el mismo resultado de mayor déficit. Es una política de concentración del ingreso en realidad. Con esta reforma se espera generar un crecimiento económico de 2.7% para este año al costo de un incremento del déficit fiscal y mayores tasas de inflación, positivas para EEUU, pero negativas para el resto del mundo, debido a la elevación del 0.25% de la tasa de interés de la FED.
La repercusión global de esto será el alza de las tasas de interés alrededor del mundo (Banco Central Europeo, Banco de México, Banco de Japón, Banco e Inglaterra y Bancos centrales asiáticos y latinoamericanos) con la subsecuente caída de la tasa de inversión privada y de consumo. Por esta razón, es poco probable que las proyecciones optimistas de los organismos publicadas en enero se mantengan y es más que probable que el crecimiento del 2018 sea menor que el 2017 y 2016.
Otras implicaciones que tendrá el incremento de la tasa de interés americana sobre la economía internacional se reflejarán sobre el mercado de tipos de cambio, por la apreciación del dólar y por la caída del resto de las monedas, así como sobre el mercado de las materias primas, que irán a la baja o al estancamiento. Si seguimos la hipótesis que no hay un doble arbitraje (tasa de interés y tipo de cambio), si no uno triple (doble con arbitraje de precio de activos financieros), (Ugarteche & Segovia, 2016) los capitales de corto plazo regresarán a las economías maduras por expectativas de rendimiento, generando alzas en las tasas de interés de las economías emergentes en prevención, lo que llevará a la disminución del precio de sus activos financieros (bolsas de valores y bienes raíces). Esto se agrega a los precios de las materias primas y depreciaciones cambiarias en países emergentes, lo cual tendría un efecto sustancial negativo sobre el crecimiento del PIB. Las economías primario exportadoras no se benefician de la depreciación de las monedas, sino que esta se refleja en el encarecimiento de las importaciones, lo que pega en inflación y costo de vida.
El entorno de Trump no parece entender que la razón del desequilibrio estadounidense con China es por las diferencias de productividad y que esas cosas se manejan con tipo de cambio y mejoras tecnológicas. Volkswagen ya anunció que para el 2022 todos sus automóviles producidos en Alemania serán eléctricos, y que a partir del 2020 fabricarán 1,500 vehículos eléctricos diarios habiendo desplazado a los de motores Diesel. Así, para el 2030 todos sus autos en el mundo serán eléctricos. Va seguido de Mercedes Benz, Tesla en Estados Unidos ha anunciado algo similar con su modelo 3 y Ford le sigue. Volvo, que desde el 2019 ya no producirá vehículos solo a gasolina. General Motors parece estar a la saga. China con su mega industria ha entrado en esto con fuerza. Trump quiere “America Primero” a todo costo, incluido el crecimiento mundial.
REFERENCIAS:
Hoekman, B. (2015). The Global Trade Slowdown: A new normal? Londres: Centre for Economic Policy Research (CEPR).
Ugarteche, O., & Segovia, L. D. (2016). Triple arbitraje, expectativas y crecimiento económico. ECONOMÍA, UNAM, 35.
Organización Mundial de Comercio (2016). Merchadise trade indices.
Fondo Monetario Internacional (2018), World Economic Outlook.
[1] World Economic Outlook, FMI, Enero, 2018.
President Obama is on his final trip to Asia as president for the G20 summit in Hangzhou in China and the East Asia Summit (EAS) in Vientiane, Laos. Leaders of Asia Pacific nations, including some of the largest and most powerful in the world — eight of them G20 members — will meet in Vientiane because Laos is the chair of ASEAN in 2016.
The ten Southeast Asian nations making up ASEAN will also hold their summit in Vientiane, almost as a sideshow alongside the EAS. Yet they are there because ASEAN is at the centre of Asian regionalism and regional cooperation. The ASEAN grouping celebrates its 50th anniversary next year and continues to defy the odds on falling apart. Conceived for geostrategic reasons, it has been pronounced dead or useless countless times while it still plays a key role in managing major power relationships in Asia and across the Pacific.
ASEAN is very much greater than the sum of its parts. At its best, when unified and on message, it projects the interests of 625 million people from a diverse set of countries ranging from some of the richest and most technologically advanced to some of the poorest countries in Asia and globally. Collectively it is a larger destination for US direct investment than China or Japan.
When divisions appear amongst the ASEAN ten — as has been happening again of late — or progress on economic integration lags behind deadlines — which is the norm — ASEAN looks more like a passenger than the driver of Asian regionalism.
Because China and Japan (and South Korea) are plagued by political squabbles, theASEAN plus three grouping including ASEAN’s three Northeast Asian neighbours has been useful for promoting broader regional economic and political cooperation. Australia, India and New Zealand, who are all in the neighbourhood and have strong interests in East Asia, build off the plus three and are part of the broader ASEAN plus six grouping. This was initiated in part by Japan’s desire to have more like-minded countries included in the East Asian arrangement. The East Asia Summit was set up to include the United States so Russia had to be brought in too. That ASEAN provides the venue for these powers to get face time is an achievement in itself, even though it could do more to set the agenda and progress Asian and trans-Pacific cooperation.
ASEAN has been successful in helping to institutionalise major power relations in Southeast Asia and in defining the role that great powers play, while giving voice to smaller states. A weakened ASEAN would put all that at risk.
Since the end of the Cold War the economic impact of ASEAN has been more important than its geopolitical impact. A necessary condition for ASEAN to thrive is for its members to deepen economic integration primarily as a base for the broader Asian supply chains that drive trade and economic growth in the regional economy.
The ASEAN Economic Community (AEC) was launched at the end of 2015. It’s an ongoing project towards a single market that has a long way to go and requires member states to commit to and deliver on difficult reforms — something not many have shown the willingness to do in recent years. Doing so collectively will help expand the benefits of regional integration but it is a slow process and theheadwinds of anti-globalisation in the rest of the world are not going to make it faster. Much of the region is still very poor or at risk of becoming stuck in a middle-income trap, unable to deliver high incomes. Lifting living standards, and doing so while reducing inequality, is a top priority in ASEAN economies.
The AEC sets the right agenda to achieve that — a gift for which many regions would be grateful. The rapid growth of East Asia in the second half of the 20th century was inclusive; now Asia must return to inclusive growth in order to sustain its future development.
ASEAN once again faces existential threats to its unity and centrality as Mathew Davies explains in this week’s lead essay. It faces the external pressure of ‘rival Chinese and US ambitions’, internal tensions, and questions of legitimacy in the eyes of its people, according to Davies.
Davies says ‘[n]either the United States nor China seem willing to make ASEAN unity a strategic goal’. That’s because it’s easier to ‘harness ASEAN, unified or not, for their own ambitions’. It’s easier to deal with individual member nations and the result is that some align with Washington, others with Beijing and most hedge between both.
The South China Sea tensions have exposed these divisions. It does not help that Indonesia, ASEAN’s biggest member, has shown a tendency to ‘drift away from multilateralism towards a more bilateral and global heavyweight role’, as Davies explains. Indonesia dominates ASEAN in terms of size and is ASEAN’s only G20 member, but has been inclined under its current President, Joko Widodo, to pursue its own interests independently of the ASEAN group.
Former Australian Prime Minister Paul Keating last week called for Australia to join the ASEAN grouping in the context of managing its relationships between the United States and China. Keating’s call suggests that in the midst of these emerging divisions, ASEAN must be doing something right.
ASEAN’s inability to take sides between the United States and China as a group, whether on the South China Sea or other issues, may frustrate many. That same strategic incoherence, however, can be a useful buffer between the superpowers even if it does little to broker cooperation and avoid conflict between them. The risk is that ASEAN, betwixt and between, becomes divided and fractures.
China is a larger economic partner than the United States for all ASEAN members. Many but not all of the ASEAN countries rely on the United States for security from a rising China. That certainly complicates affairs but does not make them unmanageable.
Though ASEAN’s potential is huge, it’s true that it has never fulfilled the more optimistic expectations for its role in the region. It has nonetheless played a critical geopolitical and geo-economic role.
ASEAN remains a force for keeping markets open in Asia, lifting the living standards of its 625 million people, acting as a facilitator of cooperation between major powers, reducing the risk of conflict in the Asia Pacific and bringing coherence to Asian arrangements. ASEAN’s greatest proponents would be shy of owning these lofty goals. But the continued existence of ASEAN itself is still critical to achieving them.
The EAF Editorial Group is comprised of Peter Drysdale, Shiro Armstrong, Ben Ascione, Ryan Manuel, Amy King and Jillian Mowbray-Tsutsumi and is located in the Crawford School of Public Policy in the ANU College of Asia and the Pacific.
Con la virtual cancelación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la actual Administración de EEUU ha contradicho más de tres décadas de política exterior. Con el elevamiento de aranceles indiscriminadamente y el ejercicio de una guerra comercial contra China, Unión Europea, India y el resto de América del Norte, la economía estadounidense ha violado todas las reglas comerciales que ella misma ayudó a construir. La actual política comercial internacional es una expresión de ausencia de política. El contradictorio rumbo sólo demuestra, a largo plazo, el peso de los intereses prevalecientes en ese momento. Ni siquiera expresa las ideologías liberales y conservadores de los partidos políticos en el gobierno.
La historia del proteccionismo estadounidense no es nueva. Todo el siglo XIX los aranceles medios ad valorem estaban en el rango de 45% hasta 1913. Luego hubo una baja que en la década de 1920 se revirtió a los niveles de 1909 con la Ley Arancelaria Fordney McCumber. Esto fue rematado en 1929 con el debate de la ley Smoot Hawley que los volvió a subir al rango de 60% ad valorem. (Ver Gráfico)
La reacción británica a Smoot-Hawley fueron la Conferencia Imperial de 1930 y la Conferencia de Ottawa de 1932, en las que se buscó una política comercial entre la Metrópoli y sus dominios. Se tomó de base la ley arancelaria inglesa de 1932 que estipulaba un arancel universal de 10% ad valorem universal. Con esa base para afuera de los tratados se construyeron acuerdos bilaterales entre la metrópoli y sus dominios, los exentaba de ese 10% y les brindaba preferencias comerciales. Los tratados bilaterales debían, a su vez, ser replicados por los demás miembros del imperio entre sí.
Frente a esto, EEUU centró toda su política comercial internacional en eliminar el Tratado de Ottawa y sus acuerdos bilaterales. El instrumento fue la Ley de Acuerdos Comerciales Recíprocos firmada por Roosevelt en 1934, la cual permitía negociar niveles arancelarios de manera bilateral. Así finalizó su periodo proteccionista y pasó a promover el libre mercado y a la remoción de barreras a la circulación del comercio mundial.
La victoria final estadounidense sobre Gran Bretaña la consiguió mediante la creación del multilateralismo financiero y comercial en la Conferencia de Bretton Woods, en junio de 1944. Este mecanismo incluyó una Organización Internacional de Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco para la Reconstrucción y Fomento. El efecto fue que en 1946 se disolvió el Tratado de Ottawa y, con eso, todos los acuerdos bilaterales que contenía. De modo que ya no fue necesaria la conformación de la Organización Internacional de Comercio y en 1947 se detuvo su conformación quedándose en la carta de La Habana y el GATT. La política comercial internacional de EEUU se quedó prendida del GATT de 1947 y de los sucesivos acuerdos con el FMI.
Recién en 1990, EEUU volvió a tener una política comercial activa, tras la desaparición de la URSS y del Muro de Berlín. Resurgió entonces con dos propuestas comerciales paralelas: por un lado hacer un tratado trilateral de libre comercio con América del Norte (TLCAN) y, por otro, un acuerdo multilateral comercial (OMC). Así, quedó establecida una política de comercio internacional americana bífida: una plurilateral y otra multilateral.
En ambos casos, el soporte fueron las políticas neoliberales que promovieron la flexibilización laboral, la extensión de cadenas de valor a través de todo el mundo y la deslocalización de la producción. El criterio fue la disminución de sus costos de producción, el aprovechamiento de los bajos salarios en las economías en desarrollo y la desregulación de los mercados. El gran promotor de esto fue EEUU y, a través de sus empresas transnacionales, deslocalizó su producción a sus fronteras y a zonas especiales de producción en China. Con esto esperaba aumentar la productividad de sus empresas y una mejora de la rentabilidad.
Sin embargo, el correlato de este proceso fue una sujeción deficitaria al mercado mundial, un aumento del desempleo interno y una disminución del peso salarial en el PIB. El resultado estructural es el conocido: una pérdida de competitividad internacional, derivada de una mayor caída de la productividad, llevando a un estancamiento del crecimiento con pérdida de empleos industriales poco calificados, un déficit comercial creciente, un déficit fiscal alarmante y un aumento de la deuda externa, para financiarlo, así como altísimo nivel de concentración del ingreso.
Es este el síntoma que resiente Trump, pero su diagnóstico está equivocado. No son la firma de “malos acuerdos” y el “abuso de todas las naciones” lo que afecta a la economía estadounidense sino las razones arriba mencionadas. Con ignorancia y mala fe, EEUU está destruyendo las instituciones que tardó siete décadas en consolidar.
Están repitiendo el ejercicio de los años 30 que le diera flacos resultados (Ver Gráfico). Lo más probable ahora es que se retiren por el momento de la OMC, como lo hiciera en 1921 con la Liga de las Naciones, que ellos mismos crearon.
¿Caída del comercio: tendencia temporal o nueva normalidad?
Uno de los “hechos estilizados” de las últimas seis décadas es que el comercio internacional ha crecido más rápido que los ingresos y la producción mundial. Esto contrasta fuertemente con periodos anteriores, cuando la elasticidad del comercio con respecto a la salida fue mucho menor (Irwin, 2002). De hecho, la historia de la posguerra ha visto crecimiento sin precedentes del comercio mundial respecto del ingreso global. Esto fue impulsado por una mezcla de cambio tecnológico, innovación empresarial y las reformas políticas alrededor del mundo – por no hablar de la reintegración de China en la economía mundial-.
La relación entre el comercio y el producto no es una constante. Ha habido períodos en la historia donde la proporción del comercio de la producción crece rápidamente, y períodos en que el comercio se ha movido mucho más en forma de tendencia.
El período entre mediados de las décadas de 1980 y 2000 fue un caso aislado al alza muy importante y vinculado a dos factores determinantes, uno que tiene que ver con la geo-política y otro relacionado a la economía global:
1. La caída del muro de Berlín y la reintegración de las naciones europeas centrales y del este con Europa occidental;
2. La reintegración de China en la economía mundial, tras la adopción de una estrategia de crecimiento orientada a la exportación que culminó con la adhesión de China en la OMC; lo que trajo una gran expansión en el supuesto uso global de cadenas de valor por grandes fabricantes y minoristas.
El trabajo escrito por Hoekman deja claro que una combinación de factores cíclicos y estructurales está impactando negativamente el desempeño del crecimiento del comercio mundial, pues el efecto de la situación macroeconómica crisis post-2008 – en particular la debilidad en la demanda agregada, en la que se incluye la demanda de bienes duraderos y bienes de inversión –, y el reequilibrio gradual de la economía China de un modelo impulsado por las exportaciones hacia una mayor dependencia de absorción interna, son algunos de los elementos que se encuentran vinculados a la debilidad de la eurozona, y que además repercuten en otras economías emergentes.
Hay pruebas claras de que el incremento en el comercio empezó a frenarse antes de que estallase la crisis de 2008, de tal manera que el crecimiento del comercio mundial en relación con el PIB era en parte, una consecuencia de la reintegración de China, los países de Europa central y los países orientales en la economía mundial, lo cual fue facilitado por el rápido aumento en la participación del cadenas globales de valor asociadas a los flujos de inversión extranjera directa.
Finalmente, este proceso, por su naturaleza, era una transición que generaba tasas altas de crecimiento en el comercio. Sin embargo, una vez que el ajuste asociado a la reintegración cumple su curso, el crecimiento inevitablemente disminuye.
What’s the Problem With Protectionism?
PORTO – One thing is now certain about the upcoming presidential election in the United States: the next president will not be a committed free trader. The presumptive Democratic nominee, Hillary Clinton, is at best a lukewarm supporter of freer trade, and of the Trans-Pacific Partnership in particular. Her Republican counterpart, Donald Trump, is downright hostile to trade deals that would throw open US markets. Breaking with modern Republican tradition, Trump envisages a 35% tariff on imported cars and parts produced by Ford plants in Mexico and a 45% tariff on imports from China.
Economists are all but unanimous in arguing that the macroeconomic effects of Trump’s plan would be disastrous. Repudiation of free and open trade would devastate confidence and depress investment. Other countries would retaliate by imposing tariffs of their own, flattening US exports. The consequences would resemble those of the Smoot-Hawley Tariff, enacted by the US Congress in 1930 and signed by an earlier, disgraced Republican president, Herbert Hoover – a measure that exacerbated the Great Depression.
When the economy is in a liquidity trap – when demand is deficient, prices are stagnant or falling, and interest rates approach zero – normal macroeconomic logic goes out the window. That conclusion applies to the macroeconomic effects of tariff protection in general, and to the Smoot-Hawley Tariff in particular. This is a point I demonstrated in an academic paper written – I hesitate to admit – fully 30 years ago.
Consider the following thought experiment. President Trump signs a bill slapping a tariff on imports from China. This shifts US spending toward goods produced by domestic firms. It puts upward pressure on US prices, which is helpful when there is a risk of deflation.
But then President Xi Jinping retaliates with a Chinese tariff, which shifts demand away from US goods. From the standpoint of American consumers, the only effect is that imports from China (now subject to tax) and their US-produced substitutes are both more costly than before.
Under normal circumstances, this would be an undesirable outcome. But when deflation looms, upward pressure on prices is just what the doctor ordered. Higher prices encourage firms to raise production and households to increase their spending. They also reduce the burden of debts. And because inflation is still too low, owing to depressed macroeconomic conditions, there is no need for the Fed to raise interest rates and offset any inflationary effects of the increase in spending.
To prevent this thought experiment from being misconstrued, I want to be clear: there are other, better ways of raising prices and stimulating economic activity in liquidity-trap conditions. The obvious alternative to import tariffs is plain-vanilla fiscal policy – tax cuts and increases in public spending.
Still, the point about tariffs is important. Just as tariff protection is not a macroeconomic problem in deflationary, liquidity-trap-like conditions, freer trade, the economist’s familiar nostrum, is not a solution. Those seeking a cure for the current malaise of “secular stagnation” – slow growth and sub-2% inflation – shouldn’t claim too much for the beneficial macroeconomic effects of trade agreements. And they shouldn’t invoke the old saw that Smoot-Hawley caused the Great Depression, because it didn’t. False claims, even when made in pursuit of good causes, do no one any good.
But Smoot-Hawley did have a variety of other damaging consequences. First, it disrupted the operation of the international financial system. Free trade and free international capital flows go together. Countries that borrow abroad must export in order to service their debts. Smoot-Hawley and foreign retaliation made exporting more difficult. The result was widespread defaults on foreign debts, financial distress, and the collapse of international capital flows.
Second, trade wars fanned geopolitical tensions. The French Chamber of Deputies was outraged by American taxation of French specialty exports and urged an economic war against the US. The UK taxed imports from the US while giving special preferences to its Commonwealth and Empire, angering Hoover and his successor, Franklin Delano Roosevelt. Canadian Prime Minister Mackenzie King warned of an outbreak of “border warfare,” diplomacy-speak for deteriorating political relations. Efforts to stabilize the international monetary system and end the global slump were set back by these diplomatic conflicts.
Worse, US, British, French, and Canadian leaders were at one another’s throats at a time when they should have been working together to advance other common goals. After all, economic policy aside, there was an even greater threat in the 1930s, namely the rise of Hitler and German re-militarization. Unilateral resort to trade restrictions, by making diplomatic cooperation more difficult, complicated efforts to mobilize a coalition of the willing to contain the Nazi threat.
Tariff protection may not be bad macroeconomic policy in a liquidity trap. But this doesn’t make it good foreign policy – for Trump or anyone else.
Trading Down
Is the TPP Making the United States a Less Benign Hegemon?
The United States may be on the verge of walking away from a trade pact, the Trans-Pacific Partnership (TPP), that it virtually wrote. When President Barack Obama said that “the TPP means that America will write the rules of the road in the twenty-first century,” he was not speaking metaphorically. Scholars Todd Allee and Andrew Lugg have documented the incredible extent to which the TPP draws on past U.S. Free Trade Agreements (FTAs)—around 45 percent of the language in previous U.S. FTAs can be found copied verbatim in the TPP, and that figure rises to 80 percent for the TPP’s investment chapter, which is of particular interest to the United States.
Yet the United States did not offer to open its market very much in return for the concessions that it was able to wrest from others. According to the U.S. International Trade Commission (USITC), by 2032 the TPP would boost U.S. imports by a negligible 0.2 percent of GDP compared to baseline projections. The pact does even less for U.S. exports.
In short, the United States has gained more on its priorities, such as investment, finance, and intellectual property, than it has given to its negotiating partners on theirs. And yet, after years of arduous negotiations, the normally pro-trade Republican leadership in Congress is now pushing to reopen settled issues, largely to please special interest groups such as pharmaceutical and tobacco firms. No wonder, then, that U.S. trade partners, after resisting some of their own domestic interest groups to reach a deal, are expressing outrage.
Senate Majority Leader Mitch McConnell (R-Ky.), for instance, has voted for every free trade agreement in the last two decades, but has said that he’d rather see TPP fail than allow it to pass in its current form. His major objection is over the exemption of cigarettes from the Investor State Dispute Settlement system, which allows investors to sue governments in special arbitration panels for, among other things, changes in regulations. Senator Orrin Hatch (R-Utah), chair of the Senate Finance Committee and longtime free trader, is blocking TPP due to its compromise on data exclusivity for a special class of pharmaceuticals called biologics. U.S. law currently protects companies’ regulatory test data for 12 years, compared to eight in the TPP. Speaker of the House Paul Ryan declared, “they [the Obama administration] have to fix this agreement and renegotiate some pieces of it if they have any hope or chance of passing it.” He added, “I don’t see how they'll ever get the votes for it.”
On the Democratic side, the ranking member on the Senate Finance Committee, Ron Wyden of Oregon—who last year corralled 13 Senate Democrats to vote forTrade Promotion Authority (TPA), which was meant to ease the TPP’s passage through Congress—says he is still studying the TPP to decide whether he’s for or against it. Unions and environmentalists have come out in force against the deal, and Democrats have made opposition to the TPP a top election issue in several close Senate races. Republicans in those races have therefore withheld their support for the agreement, even if they voted for TPA in 2015. If the Democrats retake the Senate, they will likely introduce their own renegotiation demands, such as enforceable rules on alleged currency manipulation, a favorite demand of labor unions and the auto and steel lobbies. The House, meanwhile, will remain in GOP hands and stick with its own demands, leaving the other TPP countries unsure about which house of Congress they are supposed to placate.
The politicization of the trade deal doesn’t mean that all criticisms of TPP are simply special interest favoritism. The agreement has myriad flaws and a fundamental shortcoming: because the TPP does not expand America’s trade very much, it won’t expand growth much either. According to the USITC, the TPP would increase U.S. GDP by only 0.2 percent after fifteen years. (The most optimistic projection, by the Peterson Institute for International Economics, says that the TPP will boost U.S. national income by a mere 0.5 percent.) Most U.S. citizens would feel neither benefitted nor harmed. Yet it has been the special interests, combined with public antipathy to trade, that have tipped the balance against the TPP by prompting many otherwise pro-trade members of Congress to bolt.
As a result, Congressional ratification of the TPP is a steep uphill climb. Both parties’ presidential candidates, Hillary Clinton and Donald Trump, oppose it. McConnell and Ryan have already ruled out a vote in the lame duck session of Congress between the November 8 elections and Congress’ December 16 adjournment. Obama claims to be confident that he can get them to change their minds, but it’s hard to see how. If the TPP is not ratified this year, it will have even less of a chance in 2017 and beyond, no matter who wins the presidency.
A TEST OF CREDIBILTY
In the post–World War II era, one of the United States’ greatest advantages has been that other countries have generally regarded it, despite its lapses, as a benign hegemon—especially compared with how they saw the old European colonial powers or the Soviet Union. A pillar of that benign posture was the United States’ willingness to pursue trade liberalization with its partners, enabled by a belief on the part of U.S. leaders that the country benefitted, both economically and politically, when its allies became prosperous and stable. As this attitude was shared by business and labor leaders, Washington was able to persuade domestic interest groups—even those with legitimate worries about trade—to compromise in pursuit of the broader national interest.
That spirit of compromise has now faded. As late as the mid-1960s, the largest U.S. trade union, the AFL-CIO, said it would support the Kennedy Round of trade talks in return for a Trade Adjustment Assistance (TAA) bill, which would help workers displaced by imports. Business, represented by the U.S. Chamber of Commerce, enthusiastically supported the bargain, even commissioning a study praising its benefits. Today, it seems as if there is almost no deal that would induce labor unions to accept a free trade agreement. The unions have therefore lost most of their leverage over U.S. negotiators. On the other side, business groups have refused to accommodate unions and actively worked to lower funding for TAA—or end it outright. (In 2015, the chamber accepted a stripped-down TAA in the interests of getting the TPP through Congress.)
When it comes to trade, the U.S. government simply no longer has as much power to corral competing interest groups. It can no longer induce them to agree on a trade pact that would promote growth through market liberalization, while at the same time addressing the concerns of those who are hurt by liberalization. Hence, U.S. negotiators have produced a TPP unable to command broad political support—a vacuum that gives narrow interest groups their veto power. This is part and parcel of Washington’s general policy gridlock. Yet to its allies abroad, the result is that the United States now appears both less benign and less hegemonic. During an August visit to Washington, Prime Minister of Singapore Lee Hsien Loong spoke for others in Asia when he warned, “For America’s friends and partners, ratifying TPP is a litmus test for your credibility and seriousness of purpose.”
OF CARS AND COWS
The essence of free trade is that nations open their domestic markets so as to expand their own access to foreign markets. But that’s not how the United States proceeded with the TPP. Instead, it focused on opening only a small portion of its market, even as it expected its trading partners to open more of theirs, as well as to adopt U.S. positions on issues like foreign direct investment and intellectual property rights. The United States tells itself that in most sectors, tariffs were already so low that even eliminating them altogether would not have done much to liberalize U.S. markets. However, there were many other things besides tariff reduction that the Obama administration could have offered other countries. It didn’t do so because Congress would have rejected the entire pact.
Consider government procurement, which amounts to more than ten percent of U.S. GDP and has a history of being protected by Congress. Under the current international General Procurement Agreement, the United States has only opened federal procurement to imports, along with, to a lesser degree, state-level procurement in 37 states. No localities have been opened. Yet 75 percent of U.S. procurement takes place at the state and local levels. Put that together with set-asides for small businesses and assorted “buy America” provisions in U.S. law, and foreigners are eligible to bid on only 20 percent of total U.S. procurement.
In 2014, only 4.6 percent of the United States’ total procurement was spent on imports, compared to 4.7 percent in Japan, 6.1 percent in China, and 7.5 percent in the European Union. Suppose that the U.S. procurement market had the same share of imports as the U.S. economy as a whole—roughly 13 percent. That would increase U.S. imports by one percent of GDP, five times what the USITC projects the TPP will accomplish. Given that Japan’s procurement market is worth about $1 trillion, and Canada’s about $265 billion, mutual liberalization of procurement would have boosted U.S. exports as well.
Virtually none of these procurement issues are addressed in the TPP. Although the United States wanted changes in procurement policies from Malaysia and Vietnam, the USITC reports that the United States was unwilling to accept real changes to its own procurement policies. Meanwhile, Japan and Canada, along with Australia, Chile, and Peru, have all agreed to liberalize procurement for provinces and localities—as they have done in past agreements—but only for countries that reciprocate. The United States, along with Malaysia, Mexico, New Zealand, and Vietnam, rebuffed the offer.
Two other issues illustrate how special interests boxed in U.S. negotiators. The first involved motor vehicle imports from Japan. To placate the U.S. auto industry, Washington insisted that Japan acquiesce to an extremely lengthy phase-out of auto import tariffs as a condition of joining TPP talks in 2013. Rather than using auto tariffs as a bargaining chip to gain more Japanese concessions in farming or other areas, Washington insisted they were nonnegotiable. As a result, the United States’ 2.5 percent tariff on imports of Japanese passenger vehicles and SUVs is to be phased out over 25 years. For pickups and work vans, the tariff is to stay at a stunning 25 percent until year 29 and then drop to zero in year 30. These are far more stringent terms than those granted to South Korea through the U.S.-Korea trade agreement, in which the passenger car tariffs are phased out in five years and the light truck tariffs in ten.
Second, U.S. negotiators provided only a token movement forward on the stated goal of eliminating tariffs and quotas on dairy imports from New Zealand. This came as a result of Canada’s refusal to dismantle its “supply management system,” a form of protection for Canadian dairy farmers. The U.S. dairy lobby, which is indispensable to congressional ratification of the TPP, threatened to withhold support for the agreement if the United States opened itself to imports without Canada doing the same. This cave was particularly upsetting to New Zealand, which is the world’s largest dairy exporter and lowest-cost producer, with dairy accounting for one-third of its total exports. Yet after punishing New Zealand for Canada’s sins, Congress feels no reluctance in demanding that New Zealand give up even more on issues such as data exclusivity for biologics.
The United States is hardly the only country that tries to protect politically connected special interests—Japan’s stubborn resistance to agricultural liberalization was a big factor in delaying the pact. But U.S. leaders should reflect that such behavior on the part of Tokyo is one of the reasons why Asia does not look to Japan as a leader.
In the United States, proponents of the TPP have largely failed to win the argument that the agreement will have substantial economic benefits, and have struggled to marshal support. Recently, the TPP’s champions have therefore begun to argue that failure to ratify the deal will hurt faith in Washington’s ability to keep its promises, weaken U.S. influence in the Pacific, and create a vacuum that China will be eager to fill. That may be. But TPP boosters should also recognize the damage that has already been done. That is, the loss of good will—among both the U.S. public and our foreign partners—stemming from the way that the United States negotiated the TPP in the first place.
El presidente de EEUU, autodefinido como el "hombre de los aranceles", emprendió una agresión directa a las organizaciones multilaterales responsables de preservar la paz y la coexistencia entre las naciones y el orden económico internacional. Tras cuatro años en el cargo, ha debilitado el orden multilateral sin ninguna alternativa. ¿Cuál es el escenario de las relaciones internacionales si esta tendencia a la desarticulación continúa? Las relaciones internacionales se acercan a un punto crítico.
El orden internacional, basado en la Pax Americana tras la Segunda Guerra Mundial, consolidó su poder económico y estableció el orden político mundial a través de una estructura de instituciones multilaterales como la ONU y sus agencias especiales: el FMI, el Banco Mundial, el GATT (más tarde la Organización Mundial del Comercio, OMC), los "brazos extendidos" de su política exterior. El Presidente de EEUU y su equipo ignoraron esta orientación de la política exterior y destruyeron muchos de sus cimientos.
En términos comerciales, casi inmediatamente después de su investidura, frenó las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y, poco después, el Acuerdo de Comercio e Inversión Transatlántico (TTIP) con la Unión Europea, iniciados durante la administración Obama. A principios de 2018, anunció una serie de aranceles sobre las lavadoras y los paneles solares de forma unilateral y, más tarde, sobre el acero y el aluminio. A mediados de 2018, con el argumento del comercio injusto y los abusos arancelarios, impulsó una guerra comercial con China. A finales de ese año, concluyó la renegociación de un nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte con el Canadá y México, pero continuó con amenazas de nuevos aranceles.
El marco multilateral de la OMC ha sido boicoteado, desde septiembre de 2018, al frenar el proceso de renovación del cuerpo de jueces del órgano de solución de controversias. Desde finales de 2019, con la finalización del mandato de los jueces, el órgano no puede resolver litigios (ver). Finalmente, en mayo de 2020, el Director de la OMC, Roberto Azevedo, presentó su renuncia a la Organización, para unirse a la multinacional Pepsico. La OMC se convirtió en una institución sin cabeza, ni cuerpo de arbitraje.
En materia militar, el gobierno estadounidense ha expresado su desdén por los acuerdos internacionales y las organizaciones multilaterales; se ha pronunciado en contra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y manifestado su deseo de retirarse. En 2018 dejó el Plan de Acción Integral Conjunto, conocido como el Acuerdo Nuclear Iraní, que comprometía a Irán a eliminar sus reservas de uranio y a no construir nuevos reactores. En 2019 se marchó del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, con Rusia que desde 1987 limitaba los tipos de armas que podían desarrollar. También, en 2020, se quitó del Tratado de Cielos Abiertos, que permite los vuelos de vigilancia aérea sobre el territorio de los 35 países signatarios y promueve la transparencia en las fuerzas y actividades militares.
Por otra parte, en 2017, renegó del Acuerdo de París, donde se comprometió a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y a tomar medidas para mitigar el cambio climático en el ámbito del desarrollo y el medio ambiente. Ese mismo año, se apartó de las conversaciones en las Naciones Unidas para el Pacto Mundial sobre Migración, que buscaba la cooperación en la gestión de la migración y el refugio, porque violaba su soberanía. Ese mismo año, debido al reconocimiento soberano de Palestina, abandonó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y, por la misma razón, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU).
Recientemente, en medio de la crisis sanitaria mundial causada por el COVID19, volvió a dar la espalda al orden multilateral. Anunció su abandono de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la retirada del personal médico y el cierre de las oficinas regionales vinculadas a la OMS, por supuesta corrupción en la Organización y encubrimiento a China sobre la gravedad de la pandemia. Poco después, se negó a participar en el Servicio de Acceso Mundial a las Vacunas para COVID19 (Covax), que busca la cooperación para desarrollar, producir y distribuir equitativamente la vacuna, debido a que la OMS lo coordina.
El abandono y la confrontación con las instituciones multilaterales ha debilitado el orden mundial. Ante la más grave crisis económica del capitalismo y una crisis sanitaria mundial no resuelta, la cooperación internacional tiene que avanzar sin EEUU, o incluso a pesar de éste. El punto crítico para el multilateralismo no son sólo las elecciones a la Presidencia de EEUU, el próximo noviembre. El horizonte del multilateralismo de la Pax Americana está por terminar y busca ser reemplazado por un orden unilateral directamente dirigido por ellos. Al contrario, frente a esta crisis multifacética, se ha iniciado una nueva era de cooperación y relaciones internacionales con estructuras diferentes, nuevas fuerzas económicas y la importante implicación de China con otras economías emergentes.
China ha aprovechado la cumbre del G-20 para impulsar su estrategia geoeconómica.
El analista internacional Pepe Escobar estima que lo que ha sucedido en la ya terminada cumbre del G-20 en Hangzhóu (Zhejiang, China) "es de una enorme importancia geoeconómica" porque este país asiático ha aprovechado para impulsar su estrategia geoeconómica.
Escobar hace hincapié en el hecho de que el presidente de China, Xi Jinping, llamó a poner fin a "la obsoleta mentalidad" heredada de la guerra fría para comenzar un nuevo concepto de seguridad inclusivo, integral, cooperativo y sustentable.
En la inauguración de este encuentro, Xi Jinping propuso "un ambicioso conjunto de medidas" que tienen como objetivo reanudar el crecimiento económico y, de manera simultánea, establecer reglas de juego económicas más favorables para China.
Escobar afirma que el gigante asiático juega un rol indiscutible en el mundo debido a que, "incluso durante su desaceleración económica", China protagonizó "más del 25 % del crecimiento económico global en 2015", con lo cual continúa siendo un motor clave en la economía mundial y el mejor representante de los países en vías de desarrollo.
El papel de los BRICS en la cumbre
Aunque las reuniones de los países que componen el colectivo BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— que se celebraron durante el G-20 "no fueron espectaculares de por sí", sí marcaron la pauta de su XVIII cumbre anual, que se celebrará en Goa (India).
Para Zhu Jiejin, de la Universidad Fundan de Shanghái, "los BRICS son una prueba para la nueva filosofía china en relaciones internacionales, a pesar de que sus frutos tomen mucho tiempo en madurar".
¿Por qué la cumbre del G-20 se celebró en Hangzhóu?
El autor subraya que el hecho de que la cumbre del G-20 se celebrara en Hangzhóu no fue casualidad, debido a que la seda es la actividad industrial tradicional de esta ciudad, incluso antes de que existiera la antigua Ruta de la Seda.
En 2013, China presentó el ambicioso proyecto económico OBOR (Un cinturón, una ruta, en inglés), cuyo objetivo es rememorar esa vía comercial y estimular la cooperación económica con el resto de Eurasia.
Este julio, los ministros de Economía y los representantes de los bancos centrales de varios países ya se reunieron en Chengdu para establecer políticas financieras globales, mientras que en el B-20 (Bussines 20), una cumbre de negocios enfocada en el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, participó el fundador de la compañía Alibaba, Jack Ma.
China se fortalece
Escobar considera que China está preparada para "mostrar su influencia" y "ejercer un rol geoeconómico mucho más activo" y ejerce una fuerte presión para que los países se unan en un marco de beneficio mutuo.
Para este especialista, Pekin prefiere que exista un sistema de comercio multilateral basado en la OMC, mientras que Washington "ha intentado manipular el juego" con tratados como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión.
Ante esta coyuntura, Pepe Escobar se muestra de acuerdo con He Weiwen, de la Sociedad China para Estudios de la OMC, quien plantea que "EE.UU. ya afirmó que no puede permitir que China establezca las reglas, pero parece ser que sus propias normas no conquistan corazones, ya que solo se centran en sus propios intereses".
La guerra comercial entre EE. UU. y China se inició en marzo del 2018 (ver cuadro OBELA) y se intensificó con los nuevos aranceles sobre semiconductores en 2024. Estados Unidos ha ejercido presión sobre México para que reduzca sus vínculos con China y los fortalezca con América del Norte, como lo hizo con la firma del T-MEC, cuya renegociación en el 2026 tendrá nuevas condiciones. Esta presión se convirtió en la aplicación de aranceles al 99% de las importaciones chinas. Este artículo analizará la ubicación de México en la guerra comercial entre las dos grandes potencias.
Entre México y su vecino del norte existe una relación de subordinación. De acuerdo con Susanna Hast (1) , las esferas de influencia son una respuesta a la desintegración del sistema de Estados y la formación de una comunidad global. Las relaciones internacionales giran en torno a esferas de influencia donde las potencias se reconocen entre sí y los pequeños estados reconocen al hegemón.
México cobra del 15 al 25% en aranceles a los países que tienen industria automotriz o no tienen tratado de libre comercio, desde el 2021 y va en aumento. Los principales países afectados son China, Corea del Sur e India. La Secretaría de Economía argumenta en el decreto por el que se establecen diversos Programas de Promoción Sectorial, publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 12 de julio 2019 con base en el Eje General III. Economía del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. Establece en su objetivo "Impulsar la reactivación económica, el mercado interno y el empleo" para lograr que la economía vuelva a crecer a tasas aceptables, que la finalidad es proteger la industria nacional, se apoya sobre el proteccionismo de Washington para la industria automotriz a combustión y eléctrica y evitar la triangulación de estas ramas al mercado estadounidense.
Los aranceles son para proteger la economía de Estados Unidos en la lógica de seguridad de América del Norte. Como México pertenece a la esfera de influencia de la gran potencia estadounidense, subordina su política comercial a esta relación, porque teme perder su principal mercado de exportaciones, divisas y receptor de migrantes. México es el principal exportador de migrantes del continente americano medido por 10 mil habitantes, el 97% de emigrantes mexicanos llegan a Estados Unidos (2)
Los principales productos sobre los que México ha implementado aranceles que han sido publicadas en diversos DOF incluyen:
- Acero, arancel del 15% sobre aceros planos laminados en caliente, de origen chino, independientemente del país de procedencia. Cuota compensatoria de $0.1874 USD, por kilogramo para las importaciones de aceros planos recubiertos del mismo origen.
- Cables de presfuerzo: arancel del 5% Cuota compensatoria definitiva de 1.02 USD por kilogramo.
- Tubería de acero sin costura: cuota compensatoria definitiva de $1,252 por tonelada métrica.
- Ferromanganeso alto carbón: cuota compensatoria del 21% vigente por cinco años más, a partir del 26 de septiembre de 2018, renovado en 2023.
Tabla 1 Productos afectados y su participación | ||||
---|---|---|---|---|
Categoría | Como % de las importaciones totales de México | % de importaciones de China | % de importaciones de EE.UU | |
Arancel (%) | II | III | IV | |
I | ||||
Textiles y Ropa | 15% - 25% | 2.80% | 34% | 23% |
Calzado | 20% - 30% | 0.30% | 39% | 6% |
Juguetes | -20% | 0.70% | 63% | 10% |
Electrónicos | 5% - 15% | 19.00% | 27% | 21% |
Electrodomésticos | 20% | 16.20% | 24% | 48% |
Muebles de madera | 15% - 25% | 0.50% | 36% | 45% |
Acero y Productos de Acero | 15% | 5.00% | 17% | 50% |
Neumáticos | 20% - 30% | 1.40% | 18% | 50% |
Productos Químicos | 5% - 20% | 7.50% | 49% | 24% |
Automóviles y Partes | 20% | 9.00% | 16% | 47% |
Carne de cerdo | 20% | 1.00% | 0% | 76% |
Manzanas | 17% | 0.30% | 0.32% | 79% |
Arroz | 10% | 1.50% | 0% | 83% |
Fuente: OBELA con datos OEC y DOF 2021-2024 |
En la tabla 1, se muestra el porcentaje que representa cada producto en las importaciones de México, así como, columna III y IV porcentaje de estas que proviene de China y EE. UU. respectivamente. Se impuso el arancel a productos como la carne de cerdo y el arroz, que no son importados de China, pero si la mayor parte de EE.UU., aunque, no tienen un alto impacto en las importaciones. Los electrónicos y electrodomésticos tienen un mayor peso en las importaciones, el primero lo lidera China con 27% y por detrás EE. UU. con 21%, en el segundo domina EE. UU., que duplica el porcentaje chino. Los productos más afectados son calzado, juguetes y productos químicos.
Históricamente, el vecino del norte ha sido el principal socio comercial de México y se vio reforzado con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) el predecesor del Tratado Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC). Esto fomentó la integración de la región, que ha dado como resultado menor crecimiento económico, con el costo de aumentar la vulnerabilidad de México a los cambios de la economía estadounidense que ha quedado al descubierto en múltiples ocasiones, como con la crisis del 2008 y la disminución del crecimiento económico de las últimas dos décadas.
La creciente interdependencia de México con China ha generado preocupación al vecino del Norte, principal destino de las exportaciones, debido a la gran presencia en las importaciones de México del gigante asiático y la vulnerabilidad en las cadenas de suministros. China es el segundo socio comercial de México sólo por detrás de EE. UU. Las relaciones en los sectores de electrónica, automotriz y manufactura se incrementaron, lo que ha traído un crecimiento económico bajo como se ha visto en la gráfica No.1 por falta de eslabonamientos para atrás en México. Desde la firma del TLCAN, Canadá y México concentran su comercio exterior con EE.UU., este último ha sido una fuente clave de insumos intermedios para varios procesos productivos, pero el inverso no se cumple necesariamente.
El modelo insumo-producto (IP) muestra la interdependencia entre las ramas productivas de un espacio económico y geográfico. Aroche desarrolló una matriz de insumo-producto de América del Norte 2005, que muestra los intercambios intersectoriales al interior de la estructura productiva, más la submatriz de demanda final y la de valor añadido. Concluye que la economía más desarrollada es también la más integrada entre sus sectores y sus ramas más interdependientes. Las economías menos desarrolladas son menos integradas, más heterogéneas y los sectores cooperan menos entre sí. La economía de EE.UU. y en menor medida la de Canadá están más articuladas en comparación con la mexicana.
De acuerdo con Liu Xuedong , los flujos comerciales no son unicamente bilaterales entre China y México, y México y Estados Unidos, sino flujos trilaterales China – México – Estados Unidos que vinculan a los tres donde México se ha convertido en un fabricante con creciente presencia de los productos chinos en el mercado norteamericano.
Desde 1994 las importaciones de China han alimentado las industrias exportadoras a Estados Unidos. Adicionalmente ha crecido el consumo de productos chinos (ver tabla 2). Todo esto lleva a un déficit creciente muy significativo que debería sumarse al déficit extrerno estadounidense con China, porque son insumos para su producción.
Tabla 2 Importaciones y Exportacines con China en 2022 | ||||
---|---|---|---|---|
País | Importaciones | Exportaciones | Déficit | Total de déficit América del Norte |
Canadá | $44,6 MM | $18,4 MM | $-26.2 MM | -$408.19 MM |
EE.UU. | $463,0 MM | $128,0 MM | $-335.0 MM | |
México | $55,0 MM | $8,01 MM | $-46.9 MM | |
Fuente: OBELA con datos OEC |
El déficit total de América del Norte US$408.19 MM de déficit de los países integrantes del T-MEC con China en el 2022. Del 2017-2022 las exportaciones chinas hacia Canadá han incementado a un ritmo anualizado de 73.5%, desde US$2,83 MM en 2017 a US$44,6 MM en 2022. En el mismo período de tiempo para Estados Unidos, ha crecido a un ritmo anualizado de 58,6%, desde US$12,7 MM a US$128 MM. México ha crecido el 169% promedio anual, desde US$ 387 M a US$55 MM. En 2023, las exportaciones mexicanas a China suman un cuarto de sus importaciones, más de $18.000 millones, pero sus importaciones superaron los US$81.000 millones, lo que resultó en un déficit comercial para México por US$ 62.000 millones.
Las medidas no afectan al 55% de las importaciones provenientes de EE. UU. por el tratado de libre comercio, no obstante, están orientadas a la protección de su mercado, a través de impedir la reexportación de productos o componentes desde territorio mexicano. La reexportación de productos chinos es un componente importante del sector de la manufactura mexicana que se verá obstaculizada por estos aranceles y restricciones.
El presidente Joe Biden en mayo del 2024 anunció un aumento en los aranceles bajo la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974 sobre $18 MM de importaciones procedentes de China para proteger a los trabajadores y empresas norteamericanas. Trabajar con sus socios en todo el mundo para fortalecer la cooperación y abordar las preocupaciones compartidas soobre las prácticas desleales de China. Para no debilitar las alianzas o aplicar aranceles indiscriminados del 10% que aumentarían los precios de todas las importaciones globales, independientemente de si participan en un comercio desleal. El presidente ordeno auentos de aranceles en sectores estratégicos.
Tabla 3 Nuevas Tarifas |
|
---|---|
Sector |
Arancel |
Acero y aluminio |
7.5% - 25% |
Semiconductores |
25%- 50% |
Vehículos eléctricos |
25% - 100% |
Baterías de litio y minerales críticos |
7.5% - 25% |
Paneles solares |
25% - 50% |
Grúa pórtico para contenedores |
0% - 25% |
Caucho médico y guantes quirurgicos |
7.5% - 25% |
Fuente: Obela con datos THE WHITE HOUSE |
Las industrias electrónica y automotriz dependen en gran medida de componentes chinos y han experimentado mayores costos de producción en México, lo que reduce su competitividad. Los mayores costos de los insumos importados pueden desencadenar presiones inflacionarias en el consumo interno tal como ocurrió con la Industrialización por sustitución de importación.
El proteccionismo de EE. UU. y Europa contra la industria china, con el argumento del dumping como práctica desleal, ahora ha pasado a América Latina. Trump inició con estos aranceles y Biden los subió del 7.5% al 25%, lo que desapareció el comercio del acero. En abril del 2024, México, Chile y Brasil anunciaron nuevos aranceles a las importaciones de este producto, para proteger empresas locales.
El gobierno mexicano justificó las medidas como un medio para salvaguardar las industrias nacionales, si bien los aranceles presentan efectos secundarios, como se argumentó en el informe del Banco Mundial de 1987. La represalia por parte de China perturba aun más los flujos comerciales existentes y daña a las industrias. Los aranceles pueden ayudar a generar empleo si es que hay empresarios mexicanos que inviertan. Alternativamente pueden perjudicar a los consumidores de América del Norte al elevarse los precios, limitarse las opciones y reducirse la competencia económica. La competencia entre las grandes potencias coloca a México en un papel protagónico, debido a su ubicación geográfica y se ha vuelto el campo de batalla entre ellas. Los empresarios mexicanos deberían ahora reaccionar.
Notas:
(1) Hast, S. (2016). Spheres of influence in international relations: History, theory and politics. Routledge.
(2) Canales, A. I., & Rojas, M. L. (2018). Panorama de la migración internacional en México y Centroamérica (1680-9009). Naciones Unidas.
(3) Aroche, F. (2012). Matriz de insumo-producto para América del Norte, Realidad, Datos y espacio revista internacional de estadística y geografía INEGI
Del 22 al 24 de agosto de 2023 tuvo lugar, en Johannesburgo, Sudáfrica, la XV Cumbre de los BRICS. La cumbre debe ser analizada a la luz del declive relativo de Estados Unidos y de sus aliados del Atlántico, ante el ascenso de una nueva hegemonía en el Asia: China. Esta coyuntura internacional, en donde vemos el auge y caída de grandes potencias, tiene implicaciones geopolíticas profundas que se caracterizarán a continuación.
El BRICS es un mecanismo de diálogo político y concreción económica fundado en 2008 por Brasil, Rusia, India y China derivado de la crisis financiera estadounidense. A principios de siglo XXI, estas economías presentaban un alto grado de dinamismo, con altas tasas de crecimiento de su PIB y eran destino de gran parte de la inversión extranjera directa por su alto potencial. En 2013 se unió Sudáfrica, que era en su momento la mayor economía en el continente africano. De esta forma se conformó una representación de los principales actores de las regiones del sur global, a saber, Asia, África y América Latina.
La asociación llegó a conformarse como un movimiento alternativo al G7 (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Japón e Italia) al que aspiraban ingresar otras naciones con altos índices de crecimiento económico pero que buscaban desmarcarse de las políticas económicas dictadas desde Washington. Acorde al FMI, el G7, tiene el 29.92% del PIB mundial en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA), sobrepasados por este nuevo conjunto de países que concentran el 32.1% del PIB mundial en PPA.
El G7 registró en 2023 un incremento promedio de su PIB en un 1.5%. Mientras que el grupo del sur global lo hizo, en el mismo periodo, en un promedio del 3%, que es la tasa de crecimiento mundial. China y la India lideran al interior ya que son las economías que más crecen en el mundo y durante la pandemia mantuvieron excepcionalmente números positivos. Es la mayor asociación de economías del planeta. El bloque representa al 40% de la población mundial, con 3.2 billones de habitantes, mientras que el G7 ronda solamente el 10% con 772 millones de habitantes.
En la pasada cumbre de Johannesburgo se acordó ampliar la membresía para incluir ahora a Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos; adoptando el nombre de BRICS+. La incorporación de estos 6 será formalizada a partir del 1 de enero de 2024, si bien, las implicaciones geopolíticas de dicha ampliación empezaron a gestarse desde que se decidió por la admisión que llevaban ya tiempo en espera de poder ingresar. El conflicto palestino-israelí, por ejemplo, pondrá a prueba su capacidad de articulación política.
La agenda que se discutió el pasado mes de agosto en el país austral incluyó: la seguridad energética desde un paradigma tradicional, es decir garantizar el suministro de hidrocarburos entre los miembros; impulsar la lucha contra el cambio climático a través de la inversión en tecnologías bajas en carbono; y, el comercio interbloque en moneda nacional, con el objetivo de reducir los costos de transacción. De los 6 países que se integran, 3 son “Petro estados”, es decir, la mayor parte de su economía proviene del petróleo. Otros 2 se localizan en la parte noreste del África, una zona de vital importancia geoestratégica para las potencias occidentales. Argentina es el único país Latinoamericano que se suma y esto responde al importante comercio que sostiene con Brasil.
Egipto, que contiene estratégicamente el canal de Suez, es un actor clave en el control del comercio marítimo mundial. Su participación en el BRICS ampliado refuerza la influencia del grupo en las rutas comerciales globales y podría tener un impacto significativo en las decisiones sobre política comercial y seguridad marítima a nivel internacional. Etiopía destaca por sus importantes sumas de IED que recibe hacia las grandes obras de infraestructura en energías verdes.
China sigue desempeñando el papel de líder en la reconfiguración geopolítica y el Sur Global. La iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda y el enfoque del trinomio del multilateralismo chino (militar/seguridad, económico/comercial y político) consolidan la influencia del país asiático en la toma de decisiones a nivel global. Además, la cooperación en energía, especialmente en la exploración y transporte de hidrocarburos, establece un terreno fértil para relaciones bilaterales y multilaterales más profundas entre sus miembros.
En conclusión, la expansión no solo implica una mayor diversidad geográfica y económica, sino también un cambio significativo en las dinámicas geopolíticas. El BRICS+ es un actor que ha dado lugar a un nuevo escenario donde se moldea el futuro de las relaciones internacionales y la política mundial. Dentro de la ampliación del bloque, la estabilidad en el Medio Oriente parece ser una prioridad, por lo que la capacidad de respuesta ante el conflicto palestino-israelí puede fungir como una excelente oportunidad para que el grupo muestre su poder de negociación y articulación política, liderada indudablemente por China.
Nació 2019 y el año recién estrenado se perfila lleno de retos, oportunidades e incógnitas, también en América Latina. ¿Revalidará Mauricio Macri su mandato presidencial en Argentina? ¿Será capaz Jair Bolsonaro de cumplir su programa electoral en Brasil? ¿Cuál será la actitud de Donald Trump hacía su "patio trasero"? ¿Qué ocurrirá en Venezuela?
Economía
La región se ha desarrollado de forma muy heterogénea. Países con una evolución económica muy notable, como Chile, Bolivia, Colombia o República Dominicana, cohabitan con otros en una fase de crisis aguda o crónica, como Argentina, Brasil o Venezuela.
El crecimiento promedio en toda el área será en 2019 de un 1,7%, según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Y las perspectivas se presentan muy diversas, con crisis en Argentina, incertidumbre en Brasil y Venezuela y resiliencia en la Alianza del Pacífico, el grupo regional conformado por Chile, Colombia, México y Perú.
En el mismo sentido, existen Gobiernos que apuestan por una integración regional marcada por la liberalización de los mercados, mientras otros priorizan la unidad política, lo que lleva a choques entre modelos contrapuestos, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América —impulsada por Caracas— o Unasur frente a otros acuerdos y organizaciones, como la Alianza del Pacífico o Mercosur.
La cifra del 1,7% de crecimiento general se antoja bastante baja, pero eso se debe a que tiene en cuenta los datos de Venezuela (-10%) y Argentina (-1,8%), en contraposición con los de Colombia (3,3%), Chile (3,3%), Perú (4%), y Bolivia (4,3%), o los de República Dominicana y Panamá, que superan el 5%. Todos estos indicadores macroeconómicos trascienden a tendencias políticas contradictorias: por ejemplo, Chile, Colombia y Perú han girado hacia el centro-derecha.
Los principales riesgos que todos ellos encontrarán por el camino serán el proteccionismo, la retirada de las medidas de estímulo de la Reserva Federal estadounidense, la guerra comercial entre China y EEUU, y la incertidumbre política en Europa (Brexit).
En cuanto al valor de las monedas latinoamericanas, los analistas del BBVA, un banco español muy asentado en la zona, pronostican un margen para las apreciaciones cambiarias en la mayoría de los países.
Por su parte, Moody's, una de los tres agencias de investigación financiera más importantes del mundo, prevé que el sistema bancario de la región será "estable" gracias a "los costes crediticios contenidos, la gran eficiencia y el mayor crecimiento de los préstamos".
Argentina
Macri se presenta a la reelección y ya hay varios precandidatos opositores kirchneristas dispuestos en su contra. Las primarias para elegir a los pretendientes se llevarán cabo en agosto. Los comicios están fijados para el 27 de octubre. Después de la fuerte crisis cambiaria de mediados de 2018, el presidente argentino está ahora en manos de los "hombres de negro" del Fondo Monetario Internacional (FMI), que vigilan que el Gobierno de Buenos Aires cumpla su compromiso de aplicar un severo ajuste presupuestario y monetario. Si la economía no remonta lo suficiente, los ciudadanos podrían echarle de la Casa Rosada y dar el triunfo a un peronista moderado. Macri no lo tiene nada fácil.
Bolivia
En octubre, la revolución auspiciada por Evo Morales pasará una prueba definitiva en las urnas, en las que sólo la unión de la oposición, desde disidentes a conservadores, en la figura del expresidente Carlos Mesa, podría arrebatarle la Presidencia. Para Morales, jefe del Estado desde 2006, y uno de los líderes más reconocidos de Latinoamérica, eso representaría su tercera reelección consecutiva, permitiéndole estar al mando hasta enero de 2024. Se vivirá una competencia más reñida y probablemente una segunda vuelta.
Brasil
El país-continente ha elegido como timonel a Jair Bolsonaro, un excapitán del Ejército, de extrema derecha, populista, producto del hastío ciudadano hacia la violencia y la corrupción. Bolsonaro prometió mano dura contra el crimen, defender los valores tradicionales familiares y reducir el papel del Estado. Es muy cuestionado por aquellos brasileños que le tachan de sexista y racista. Primero tendrá que tomar las riendas pues no tiene experiencia previa (fue diputado federal por Rio de Janeiro desde 1991), Deberá acometer reformas radicales y redirigir el gasto público desde los fuertes intereses personales creados, hacia la mejora de los servicios públicos y la inversión. Pronto veremos si sus palabras han sido huecas, y si su capacidad de maniobra y su eficacia dan frutos.
México
Andrés Manuel López Obrador o AMLO lleva poco más de un mes como máxima autoridad mexicana, pero sus primeros pasos suenan esperanzadores. Su elección ha marcado la diferencia y ha supuesto un toque de independencia muy necesario en América Latina. Ha prometido aumentar la inversión pública y el gasto social y eliminar el derroche presupuestario. Sabe que los desafíos a los que se enfrenta son gigantescos.
La revista The Economist, uno de los medios del establishment occidental, vaticina que "sus esfuerzos para abordar el crimen y la corrupción se mostrarán decepcionantes". Ojalá que se equivoque el semanario británico.
Venezuela
La gran incógnita de año: ¿Qué va a pasar en este bello y rico país caribeño? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Nicolás Maduro ha renovado su cargo presidencial, pero se encuentra aislado y más presionado que nunca dentro de la región, después de que todos los miembros del llamado Grupo de Lima —a excepción de México— firmaran un duro comunicado conjunto en el que no reconocen su autoridad, por considerar que se trata de un mandato producto de elecciones ilegítimas. Eso implica una crisis diplomática sin precedentes y a nivel continental. Por el momento, el fantasma de la intervención armada desde el exterior parece alejarse del horizonte, por el alto coste que tendría para los posibles países vecinos afectados, entre ellos Colombia.
EEUU
El viento ha cambiado de dirección en el poderoso vecino del norte. A mediados de año, Estados Unidos romperá su periodo de expansión económica más largo e ininterrumpido de la historia. Pero Donald Trump tiene otra obsesión: la construcción de un muro en la frontera con México.
No le preocupa demasiado que, por ese motivo, el Gobierno federal lleve cerrado ya tres semanas. Está dispuesto incluso a declarar el estado de emergencia. Se ha iniciado una nueva temporada del show Trump que esconde muchas sorpresas, pero donde Latinoamérica ha pasado a un evidente segundo plano en su guion geoestratégico. Otro error. ¿O no?
La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) entró en funciones en agosto de 2008 a través del Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas, firmado entre Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela, y ratificado en marzo de 2011. La búsqueda de su conformación fue motivada por la intervención abierta de EEUU en la vida política de Bolivia, después que Evo Morales saliera electo presidente. El presidente Morales conversó con los presidentes de Argentina y Brasil, Néstor Kirchner y Lula da Silva primero, y más tarde también con Hugo Chávez, de Venezuela, y acordaron que lo pertinente era crear un organismo autónomo a la OEA.
Apoyados de la convergencia política y económica de los gobiernos progresistas de Lula en Brasil, de Michelle Bachelet en Chile, Tabaré Vázquez en Uruguay, de Hugo Chávez en Venezuela, de Evo Morales en Bolivia, de Rafael Correa en Ecuador y de Cristina Fernández en Argentina, se conformó el bloque político más grande en la historia del continente. UNASUR buscó una integración regional autónoma, capaz de superar las limitaciones que imponen los organismos interamericanos y multilaterales.
Desde entonces, UNASUR enfrentó cambios en la convergencia de sus objetivos regionales con los giros políticos de los gobiernos de Argentina (2015), Brasil (2016) y Chile (2017). Los desacuerdos y divisiones generados entre los miembros llegaron al punto en que el organismo operó, desde el 31 de enero de 2017, sin Secretario General, ni acuerdos en la agenda o consenso sobre las reuniones de los órganos colectivos de decisión. Cada vez eran más repetidos los enfrentamientos políticos entre los distintos gobiernos. En este marco se creó, en agosto de 2017, el Grupo de Lima con el objetivo de presionar al gobierno de Venezuela a que renuncie.
El 20 de abril de 2018, una semana después de la VIII Cumbre de las Américas en Lima, y dos días después del nombramiento de la presidencia pro tempore boliviana de UNASUR, se presentaron las bajas indefinidas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú. La decisión fue anunciada con la consigna de no reincorporación hasta que “se garantice el funcionamiento adecuado de la organización”. UNASUR se quedó con menos de la mitad de los miembros, sin fondos suficientes, ni poder de decisión y, por lo tanto, relegada a ser un organismo testimonial. Se truncó, de este modo, otro esquema de integración política regional como antes se han truncado todas las iniciativas planteadas en América Latina, desde que Bolívar primero, y Diego Portales y Juan Bautista Alberdi después, pensaran los primeros esquemas de integración políticos y económicos, luego de la independencia de España.
Por otra parte, después de una década y media de gobiernos progresistas en América Latina, con fortalecimiento del mercado interno y promoción de la integración regional, han regresado las “repúblicas de los empresarios” y con ellas las políticas de crecimiento liderado por exportaciones y el fortalecimiento de las políticas panamericanistas. Con ellas no existe lugar para disputas por autonomía política, sino que los países latinoamericanos se parecen más a “un perro simpático que está durmiendo en la alfombrita y no genera ningún problema” (P. P. Kuczynski, Discurso en la Universidad de Princeton. Febrero, 2017).
La pérdida de un organismo regional como UNASUR representa un retroceso político en términos de integración y reafirmación de la identidad nacional, y un avance del reforzamiento del patrón económico neoliberal y dependiente. Su vaciamiento abre la puerta a la intervención económica y política de EEUU en Suramérica. El truncamiento de UNASUR, recuerda al ALADI, antes el ALALC, al Pacto Andino, a la Comunidad Andina, al SIECA, al Acuerdo de la Cuenca del Plata de 1941 y a la iniciativa de Rapp de 1876. Unos se recuerdan más que otros pero todos quedaron truncos a lo largo de dos siglos. Es decir el problema no era UNASUR sino el conflicto entre las elites y sus alianzas con EEUU y con el capital financiero internacional, idéntico hoy que en 1834.
Las élites sudamericanas se han dividido normalmente en dos; entre las industrialistas y las primario exportadoras; o entre las modernizantes y las tradicionales. Las tradicionales regularmente están asociadas al capital trasnacional y las modernizantes lo están menos. Las tradicionales ahora condensadas en la “república de los empresarios”, se han vuelto más dependientes del capital financiero internacional y se subordinan al mismo. Los truncamientos ocurren por la combinación de subordinación política e ideológica y por la incapacidad de las elites en pensarse autónomas. ¿Elites adolescentes? Sin UNASUR, América Latina está otra vez a merced de las disputas hegemónicas, ahora encarnadas por el conflicto en la región de China-Rusia-EEUU y sus capitales trasnacionales.
i Oscar Ugarteche es Investigador Titular “C”, IIEc-UNAM, SNI II, Coordinador Proyecto OBELA
ii Armando Negrete es miembro el Proyecto OBELA
Suppose that when addressing the question of “what’s left for the WTO?,” tariff negotiators relied not on the agenda established in 2001 but instead on the terms-of-trade theory of trade agreements to identify negotiating priorities. This paper uses the lens of the terms-of-trade theory to investigate three areas in which it is frequently alleged that currently applied tariffs remain “too high”; the implication being that the WTO’s job performance to date is incomplete.
This includes applied tariffs for countries that are not members of the WTO, applied MFN tariffs for WTO members that are unbound, and applied MFN tariffs for WTO members set in the presence of large amounts of tariff binding overhang. These are almost exclusively the domain of developing countries’ own trade policies and they are collectively important; 3.5 billion people currently live in countries in which the WTO has had minimal effect for one of these three reasons. This paper builds upon recent developments in the empirical literature to present evidence—some direct, some indirect—that sheds light on each area. It then identifies specific needs for additional research to clarify policy implications for the future role of the WTO in the ever-changing international trading system.
Tanto por el avance en un enfoque de derechos para las migraciones como por el fortalecimiento del proceso de integración hacia una ciudadanía suramericana, la Dirección General de Migraciones y Naturalización – DIGEMIN, ha dado a conocer el Acuerdo sobre Residencia para nacionales de los Estados parte de MERCOSUR (Mercado Común del Sur, originalmente integrado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, con las adhesiones de Bolivia y Chile en 2002, Perú y Ecuador en 2011 y Colombia en 2012).
El Acuerdo ha hecho un largo camino hasta su aplicación en los seis países originales en 2009, y ahora pugna por incorporar plenamente a los tres nuevos países adheridos. Se trata de la normativa migratoria más avanzada regionalmente ya que otorga residencia por dos años, por la sola nacionalidad y no tener antecedentes penales, sin exigir contrato de trabajo ni ningún otro requisito. Permitiendo regularizar a los irregulares que la soliciten sin multas. Todo un ejemplo de voluntad de integración en beneficio de los pueblos y ciudadanos.
El sitio de internet de DIGEMIN ha puesto a disposición del público el Acuerdo y los requisitos y trámites necesarios para que los suramericanos parte del mismo puedan acceder a esa residencia en Perú.
Link a página internet de DIGEMIN:
http://www.digemin.gob.pe/normatividad_comunicados.html
Link a la Cartilla de información y procedimiento para solicitar visa de residencia Mercosur en Perú:
http://www.digemin.gob.pe/comunicados/mercosur4.pdf
Link al Texto del Acuerdo:
http://www.parlamento.gub.uy/htmlstat/pl/acuerdos/acue17927-2.htm
Link a la adhesión del Perú al Acuerdo:
http://www.mintra.gob.pe/migrante/pdf/Adhesion_Peru_Acuerdo_Residencia_M...
El boletín ‘La Espada’ llegó a su n°11 en su más reciente publicación, contando con centenares de lectores. La presente publicación fue elaborada por siete estudiantes de las carreras de Economía y Ciencia Política y Sociología de la UNILA. En dichos artículos se tratan temas por demás interesantes de la constitución y arquitectura de América Latina, desde la crisis de Argentina hasta el descontento en Bolivia por los resultados del Censo que propiciaron Xenofobia.
Además, en temas propiamente de integración, se aborda el tema del financiamiento y la cooperación internacional a partir de un análisis sobre las acciones de la Corporación Andina de Fomento (CAF) enfocado especialmente en Brasil, pues dicha institución financiera, que nació en los años 70, incorporó países de fuera de la región andina y se fue convirtiendo en el principal Banco de Desarrollo de América Latina.
El presente número de la Revista está dedicado a la integración física latinoamericana. Al diseñar los contenidos que se reseñan a continuación, el Comité Editorial procedió de la manera habitual, lanzando una invitación a la presentación de trabajos. El texto de la convocatoria propuso tópicos y preguntas focalizados sobre el tema en cuestión, pero ubicados a la vez en un amplio espectro.
La integración física regional se apoya en una variada gama de instrumentos como las obras de infraestructura que reducen los costos de transporte y mejoran la conectividad, la estructuración financiera de inversiones de gran complejidad técnica y envergadura de capital. Pero no son menos relevantes los mecanismos de cooperación gubernamentales que proveen la necesaria coordinación de políticas y medidas que facilitan el comercio, o los impactos locales asociados a los emprendimientos especialmente aquellos ubicados en zonas fronterizas.
La primera sección de la Revista reúne pues la selección de trabajos realizada por el Comité. En el primero de los artículos, Muniz Costa desarrolla desde una perspectiva histórica aplicada a Brasil, la importancia del transporte terrestre. Así el autor señala que el diseño de la red de carreteras de aquel país, movido inicialmente por una preocupación geopolítica y de integración territorial interna, fue gradualmente evolucionando hacia una visión regional más amplia. En el último tercio del siglo XX, Brasil comienza una acción deliberada para conectarse gradualmente con los países vecinos; en la dirección de este esfuerzo no estuvieron ajenos los objetivos económicos y comerciales. El autor ubica en este contexto, y como un paso decisivo posterior, los acuerdos del MERCOSUR y más recientemente en el año 2000 la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), que cobraría un nuevo impulso con el lanzamiento de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Observa que al promover esta acción, Brasil traduce una atención explícita a los corredores bi-oceánicos y es consciente de la creciente importancia de Asia.
En el artículo sobre las exportaciones por la vía postal, Brandi da cuenta de la experiencia singular de un proyecto enmarcado dentro de IIRSA. Uno de los principales atractivos del mismo es su simpleza y su ventajosa ecuación costo-efectividad: el proyecto consiste en la utilización de la plataforma logística del correo para exportaciones de bienes de pequeño volumen y valor. A ello va asociada la reducción de costos de transporte y de transacción por la simplificación de trámites aduaneros y de gestión de pagos. Brandi describe no sólo el diseño de este programa y permite entender así la lógica sobre la cual está construido, sino que también discute la importancia del mismo para la pequeña y mediana empresa. Entre otros aspectos, el autor destaca como un factor clave la penetración territorial del programa que se apoya en la capilaridad de la red de correos.
En este bloque se encuentra el reporte semanal de noticias sobre integración, realizado por:
Oriana M. Suárez
Despacho Parlamentario Andino Alberto Adrianzén
www.parlamentoandino.org.pe
La agenda regional de la semana ha estado marcada por la Cumbre de presidentes de la UNASUR, y las reuniones previas que desarrollaron dos de sus Consejos. En la reunión del Consejo de Defensa, se aprobó el plan de acción para el 2013. Por su parte, Ecuador propuso la creación de una Escuela Suramericana de Defensa y el conjunto de los ministros pidieron la liberación de la Fragata argentina Libertad. En la reunión de Cancilleres se trabajó la declaración que aprobarían los Presidentes al día siguiente y el Canciller peruano afirmó que estamos viviendo "la hora de América del Sur.
Finalmente, el viernes 30, la Cumbre de Presidentes estuvo teñida por 4 ausencias. Hugo Chávez faltó por razones de salud, y lo mismo alegó la presidenta de Argentina (quien se había reunido bilateralmente con el presidente Humala a inicios de la semana). Por su parte, se estima que la presidenta de Brasil habría decidido no asistir por las diferencias que está teniendo con el gobierno peruano con respecto a Petrobrás y otras alianzas que no se han concretado. Adicionalmente, preocupa la ausencia de Evo Morales en un momento en el que el país andino está decidiendo su permanencia en la CAN.
De cualquier forma, en la Cumbre de presidentes se firmó la Declaración de Lima, en la cual podemos destacar, entre otros, el interés por promover una ciudadanía suramericana, a través de diversos mecanismos, pero especialmente los migratorios; la aprobación de los proyectos prioritarios del COSIPLAN; encomendación de un estudio sobre el tema energético y la creación de un Foro de la participación ciudadana.Asimismo, los presidentes firmaron otros documentos (que se pueden ver en el link correspondiente), sobre el proceso de paz en Colombia; un llamado a continuar la negociación de un Protocolo de Paz; un comunicado de Apoyo a la Lucha contra el terrorismo; una declaración sobre la cuestión de las Islas Malvinas, Palestina y sobre la situación en la República del Paraguay.
Adicionalmente, a través de declaraciones en la prensa, el presidente colombiano indicó que su país informó a la UNASUR su posición sobre el fallo de La Haya. Al respecto, el Secretario General del bloque, habia señalado que los fallos de tribunales internacionales deben cumplirse.
Por su parte, el presidente de Ecuador dijo que la mayoría de países de UNASUR respaldan crear una alternativa regional al CIADI. Asimismo, el presidente de Uruguay hizo un llamado a depurar la burocracia, ineficiencia y superposición de instancias en la integración latinoamericana.
En otros mecanismos de integración, con respecto a la intención de Bolivia de sumarse al Mercosur, el Secretario General de la CAN señaló que existe apertura para la negociación de convenios con terceros, sin embargo, se podrían dar incompatibilidades entre la normativa de la CAN y el Mercosur. Asimismo, algunos analistas advirtieron del riesgo para Bolivia de dejar la CAN. De cualquier forma, este viernes comenzará la Cumbre del Mercosur, donde se discutirá tanto el ingreso de Bolivia como de Ecuador al bloque. Por su parte, el Canciller ecuatoriano estimó que el Banco del Sur comenzará a operar en abril del 2013. Con respecto a la Alianza del Pacífico, Taiwán señaló que busca crear mecanismos de diálogo con la Alianza, que, a su vez, tendrá una oficina para los cuatro países en Turquía. Asimismo, la SELA ha puesto a disposición del público una lista de todos los organismos e instituciones intergubernamentales en Latinoamérica y el Caribe.
A nivel bilateral, el presidente peruano se reunió con su par de Argentina y firmó 6 acuerdos bilaterales. Por su parte, Brasil y Uruguay harán lo mismo durante la cumbre del Mercosur. Los presidentes de Colombia y Nicaragua se reunieron en México y acordaron buscar una solución diplomática tras el fallo de La Haya.
En el ámbito comercial, Ecuador y Colombia analizan exportar 200 subpartidas aprovechando los TLCs que tiene el último con diversos países. Nicaragua, último país del ALBA que quedaba pendiente, se aprobó la adhesión al SUCRE, que ya ha superado en Ecuador los mil millones de dólares negociados. Por su parte, la OCDE señaló que ha disminuido el comercio exterior en el G7 y en los BRICS.
Durante la semana la integración en el ámbito de UNASUR ha seguido avanzando. Por un lado, en la III Reunión del Consejo Suramericano sobre el Problema mundial de las Drogas, se acordó promover productos provenientes de desarrollo alternativo. Por otra parte, también se sigue avanzando en el diseño de una aeronave de entrenamiento para la región. Además, se confirmó su participación, al igual que la OEA, en las elecciones de Ecuador en febrero próximo.
Ante las declaraciones del Canciller de Brasil, que señaló que las elecciones de Paraguay no implican necesariamente levantar la suspensión de su país del bloque, la Cancillería paraguaya mostró su rechazo señalando "secretismo" en la UNASUR.
En otros bloques regionales, las agencias de promoción de exportaciones de la CAN definieron las actividades conjuntas que realizaran en 2013, como el Encuentro Empresarial Andino y la participación en Ferias internacionales. Asimismo, el Secretario General consideró necesario definir la doble pertenencia de bloques de Bolivia.
Por otro lado, se realizó la Cumbre de Presidentes de Mercosur, donde se acordó fortalecer la regulación financiera. Asimismo, se mantuvo la suspensión de Paraguay y Uruguay asumió la presidencia pro tempore del bloque. Por su parte, Venezuela está trabajando en la adecuación de la normativa para su incorporación y Bolivia firmó protocolo de adhesión.
A nivel de relaciones entre países, Ecuador y Argentina suscribieron seis convenios de cooperación. Asimismo, Ecuador trabajará en un plan de cooperación con Uruguay.
A nivel comercial, el Parlamento Europeo aprobó el TLC entre la Unión Europea y el Perú y Colombia.
Durante las últimas semanas, pese a la disminución de actividades con motivo de las fiestas, la integración entre los países de UNASUR ha seguido avanzando. El día de ayer, miércoles, se designó a Maria Emma Mejía, ex secretaria general del bloque, como jefa de la misión electoral que acompañará las elecciones de Ecuador. Asimismo, desde finales del año pasado, en Paraguay se viene discutiendo la posibilidad o no de una misión que la UNASUR que acompañe sus elecciones. El Tribunal Superior de Justicia Electoral sigue intentando invitar a observadores, pese a que la Cancillería anunció que no les dará inmunidad diplomática. Otros sectores del país también se han sumado al interés del acompañamiento electoral para quitar cualquier suspicacia del proceso. Además, el canciller peruano anunció que están preparando la Cumbre Presidencial con la Unión Africana.
En otros organismos regionales, a finales del año pasado se realizó la XI Reunión del Grupo de Alto Nivel de la Alianza del Pacífico, en el cual se evaluaron los avances. Por su parte, ALADI y el PNUD acordaron cooperar en la lucha contra el cambio climático, principalmente apoyando a las MYPYMES. Asimismo, el BID informó que existe un desfase en la infraestructura latinoamericana, que debiera suponer un financiamiento a largo plazo, pero no sólo con ahorro externo. Standar&Poors estimó que Brasil será el motor del crecimiento económico de la región en el 2013.
A nivel bilateral, Ecuador se reunió con embajadores de la Unión Europea, Perú ratificó su voluntad de profundizar la relación bilateral con Chile, Colombia anunció una millonaria inversión en la frontera con Ecuador, y México señaló que está en su agenda una negociación comercial con Brasil.
En el comercio, el embajador peruano en EEUU anunció que el TPP debiera concluir en el primer semestre de este año. Por su parte, Bolivia comenzó a enviar gas a Paraguay. Durante el 2012, el intercambio comercial entre Colombia y Venezuela se incrementó 32,9%, mientras que el de Argentina y Uruguay disminuyó. Asimismo, Paraguay redujo su déficit comercial con el Mercosur, y las operaciones en SUCRE crecieron un 520%.
En el ámbito de UNASUR, las actividades que han llevado la agenda en esta semana están en el ámbito electoral. Por un lado, se instaló y comenzó funciones la misión que observará las elecciones presidenciales en Ecuador. Por otro lado, el Tribunal Superior de Justicia Electoral de Paraguay invitó a observadores de UNASUR, pese a la oposición de la Cancillería de dicho país.
En otros organismos regionales, se realizó la primera Cumbre entre organismos judiciales de la CELAC y la Unión Europea, con la cual se busca mejorar la cooperación judicial entre los países de ambos organismos. Asimismo, el Parlatino está estudiando la posibilidad de convertirse en la instancia parlamentaria de la CELAC. Por otro lado, Evo Morales solicitó a Mercosur que le otorgue a su país preferencias comerciales, dado que no tiene salida al mar. Por su parte, las exportaciones paraguayas al bloque, pese a la suspensión, se incrementaron un 30%. Además, la CEPAL indicó que América Latina avanza a ser una región de clase media.
A nivel bilateral, Perú y Cuba firmaron convenios de cooperación en salud, cultura, educación y deporte. Asimismo, Perú fortalecerá cooperación bilateral con México; y México promoverá la cooperación con Brasil.
A nivel comercial, Brasil y Rusia señalaron que aumentarán su comercio. Ecuador apoyará la candidatura de Brasil a la OMC. El superávit comercial de América Latina con EEUU creció en noviembre 2012, aunque el balance de los 11 meses del año indica una disminución en comparación con el 2011.
A nivel internacional, funcionarios del FMI señalaron que se equivocaron en los cálculos del impacto de las medidas de austeridad en Europa. Asimismo, se realizó una reunión de alto nivel de los países BRICS
Durante la semana se difundieron análisis de los organismos multilaterales sobre el futuro latinoamericano. Naciones Unidas previó un moderado crecimiento para el 2013 y 2014, de 3,9% y 4,4% respectivamente. Por su parte, el Banco Mundial, menos optimista, estimó que la región crecerá sólo un 3,5% este año. Asimismo, la CEPAL señaló que la esperanza de vida al nacer de la población latinoamericana aumentará un 7,5%.
Por otro lado, en una reunión de UNASUR realizada en Lima, se acordó impulsar la creación de una instancia que permita transversalizar los DDHH en ese bloque. Asimismo, el Tribunal de Justicia Electoral de Paraguay invitó formalmente a UNASUR a observar las elecciones presidenciales de dicho país en abril de este año.
En otros mecanismos regionales, la CAN definió su plan de actividades del 2013, para fortalecer la calidad de la infraestructura. Asimismo, se reunirá desde mañana jueves el Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico, mecanismo subregional que, además, ha indicado que los países observadores pronto ingresarán a la Alianza.
Por su parte, el Mercosur se reunirá con delegados de la Unión Europea para avanzar en la negociación de un TLC entre los bloques. Además, buscará abrir una sede en Colombia, para mejorar el comercio con dicho país.
A nivel bilateral, la Canciller de Colombia se reunió con la Secretaria de Estado de EEUU para repasar la agenda bilateral de los últimos años. Por su parte, Uruguay y Brasil apostaron por estrechar vínculos en el sur, en la Reunión Ministerial de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS). Asimismo, se reunieron los Cancilleres de Ecuador y Venezuela para dialogar temas de cooperación.
A nivel comercial, el ministerio de RREE del Perú ratificó el TLC suscrito con la Unión Europea. El CADIVI de Venezuela recortará el uso de dólares para impulsar los sucres en el comercio exterior.
A nivel internacional, Sudáfrica será la sede de la V Cumbre de los BRICS, países que ya se pusieron de acuerdo para ampliar colaboración en temas fiscales. Por su parte, el Parlamento Europeo aprobó limitaciones para las agencias de calificación y Alemania anunció que comenzará a repatriar parte de sus reservas de oro en otros países.
Durante el fin de semana se realizó la I Cumbre CELAC - UE en Chile, la cual reunió a la mayoría de mandatarios de América Latina y el Caribe y la Unión Europea. La Cumbre culminó con la Declaración de Santiago y diversos compromisos de cooperación y fortalecimiento de inversiones. Paraguay estuvo ausente de este evento, a pedido de Chile.
De manera paralela, otros organismos regionales se reunieron en Chile aprovechando la Cumbre.
Por un lado, EuroLat, parlamento que incluye a América Latina y Europa tuvo su sesión días previos a la Cumbre. Asimismo, se realizó un foro académico CELAC - UE donde dialogaron diversas universidades de ambos continentes.
Representantes de la CAN, MERCOSUR, ALADI y UNASUR se reunieron para dialogar sobre convergencia y cooperación y acordaron la creación de un grupo de trabajo de cada una de sus secretarías para seguir tratando el tema.
La Alianza del Pacífico también aprovechó en tener una Cumbre, en la cual acordó desgravar el 90% de aranceles al 31 de marzo. Asimismo, se dijo que Brasil y Portugal estarían interesados en ser observadores de la Alianza y Paraguay también solicitó su entrada al bloque. Por su parte, España mostró su interés de relacionarse más con el grupo y Panamá espera integrarse pronto como miembro pleno.
Previamente, se realizó una Cumbre Brasil - UE, donde suscribieron diversos acuerdos de cooperación y acordaron impulsar un TLC entre la UE y el Mercosur.
A nivel bilateral, también se realizaron diversos convenios entre países. Perú estrechó sus vínculos con todos los países andinos y Chile, y acordó con la UE impulsar la industria y las Pymes.
Asimismo, Chile firmó con España un acuerdo para la homologación de títulos y con Brasil acuerdos de cooperación en Cultura, educación e investigación. Ecuador suscribió con China un acuerdo para evitar la doble tributación y con Colombia cooperación mutua para evitar delitos fronterizos.
Según un estudio presentado por la CEPAL en el marco de las actividades de la Cumbre de la CELAC, se señaló que las pymes pueden dinamizar las relaciones entre América Latina y la Unión Europea.
Por su parte, una delegación de la UNASUR siguió sus actividades de acompañamiento al proceso electoral ecuatoriano.
En otros mecanismos de integración regional, la CAN sigue avanzando en su proceso de reingeniería y analizando sectorialmente cómo agilizar el tránsito de las mercancías en fronteras, así como dar asistencia consular a ciudadanos en terceros países. Por su parte, la CELAC expresó su apoyo a la Argentina en la disputa por las Malvinas. Asimismo, la Alianza del Pacífico termina de definir un cronograma para el avance de sus actividades. En su reunión en Lima acordaron tener lista la normativa de reglas de origen en marzo (al igual que la liberación del 90% de los aranceles), y la unión de sus bolsas de valores en 2014.
De igual manera, el Ministro de Economía de Bolivia indicó que el país cumple los requisitos para ingresar al Mercosur y que presentará pronto una lista de productos a dichos países.
A nivel bilateral, Argentina y Brasil avanzaron en la integración de la industria naval, mientras que Argentina con Paraguay acordaron una agenda energética común. Asimismo, el ministro de economía argentino indicó que aplicará nuevo método para medir la inflación, luego del voto de censura del FMI.
A nivel comercial, Argentina derogó las licencias a la importación que afectaban a mercancías de diversos países de la región. Colombia colocó una salvaguardia a las importaciones de leche en polvo de Argentina. Por otro lado, el comercio colombiano con Venezuela aumentó 40% en 2012. Nicaragua se incorporó al mecanismo del sucre, mientras que Ecuador sumó 558 operaciones con Venezuela en sucres, en lo que va del año. Además, el ex presidente de Brasil, Lula, sugirió a México diversificar su comercio hacia América Latina.
La integración regional en UNASUR en estos tiempos está enfocada principalmente en los procesos electorales de Ecuador y Paraguay. En el primero, UNASUR junto con la OEA vigilarán el sufragio. La misión electoral de UNASUR concluyó recientemente la visita y anunció que presentará tres informes a lo largo del proceso.
Por su parte, en Paraguay, luego de la visita del encargado de la misión de UNASUR para dicho país, las autoridades paraguayas recomendaron objetividad e imparcialidad. Por otro lado, un funcionario de Argentina sugirió que el ex presidente Lula sea el próximo Secretario General de UNASUR.
En otros mecanismos de integración, la CELAC define hoja de ruta para temas educativos, luego de una reunión en Cuba. Asimismo, los países andinos evaluaron los resultados del trabajo conjunto en la lucha contra las drogas. Por su parte, los congresistas de los países de la Alianza del Pacífico se comprometieron a apoyar las normas necesarias para seguir impulsando la integración entre sus países. De cualquier forma, las exportaciones peruanas a ese bloque se redujeron 3,7% en 2012. Mercosur, por su lado, con la presidencia uruguaya, busca impulsar un TLC con Canadá, y la industria brasileña pide flexibilidad para negociar con la Unión Europea.
A nivel bilateral, comenzó a regir el acuerdo tributario entre Argentina y Uruguay. Asimismo, Uruguay firmó un acuerdo para el intercambio de información tributaria con Canadá. Por su lado, Bolivia optó por priorizar puertos peruanos para la salida de sus exportaciones a Asia, lo que, según la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso peruano, favorecería mucho al sur del país.
En el ámbito comercial, la Unión Europea y EEUU lanzaron las negociaciones para crear una zona de libre comercio. Por su parte, el superávit de América Latina con EEUU se redujo un 65% en diciembre del 2012.
En el ámbito internacional, se realiza la reunión de ministros y jefes de bancos centrales del G20, donde la agenda gira en torno a las devaluaciones de las monedas.
Expertos reunidos en un evento de la CEPAL destacaron que América Latina tiene importantes lecciones aprendidas luego de la crisis de la deuda. Por su parte, la CAF señala que Latinoamérica tiene que elevar su ritmo de crecimiento. Al respecto el presidente de Ecuador indica que la meta de la integración regional debiera está en la política laboral suramericana.
Por su parte, la UNASUR estuvo observando las elecciones en Ecuador, junto con el Parlamento Andino, la OEA y otros observadores internacionales, quienes indicaron que el proceso se desarrolló con normalidad. Asimismo, el Grupo de Alto Nivel de UNASUR presidido por Salomón Lerner, firmó un convenio con el Tribunal Superior de Justicia Electoral de Paraguay para observar las elecciones de dicho país. La presencia de UNASUR como observador genera rechazo en la cancillería paraguaya, que indicó que no dará estatus diplomático a los observadores.
En otros organismos de integración regional, el Secretario General de la Comunidad Andina terminó su mandato resaltando los logros de la integración andina y que es importante la complementación con el MERCOSUR con miras a una integración suramericana. Asimismo, la CAN aprobó el reglamento para garantizar la asistencia consular a ciudadanos andinos en terceros países. Por su parte, el Canciller de Canadá visitó el Perú para acelerar su ingreso a la Alianza del Pacífico. El Mercosur señaló que iniciará las negociaciones para definir su oferta a la Unión Europea. Asimismo, los cancilleres de Brasil y Argentina indicaron que esperan el pronto regreso de Paraguay al bloque.
A nivel bilateral, Perú y Qatar suscribieron diversos acuerdos para fortalecer la relación bilateral. Y Brasil y Rusia hicieron lo propio luego de la VI Reunión de la Comisión mixta de Cooperación Bilateral.
A nivel comercial, expertos brasileños alertan sobre el impacto de negociación del TLC EEUU - UE en el Mercosur. En 2012, el Perú alcanzó una cifra record en sus exportaciones no tradicionales. Asimismo, la Cancillería indicó que el TLC con la UE entrará en vigencia el 1ero de marzo. Por su lado, Corea y Colombia también firmarán un TL que desgravará más del 90% de su comercio.
A nivel regional, la CEPAL ha insistido en que para combatir el cambio climático en América Latina es necesario imponer regulaciones fiscales.
En la UNASUR, luego de la firma del convenio con el Tribunal de Justicia Electoral del Ecuador, el jefe de la misión de Alto Nivel que ve el tema de Paraguay se reunió con todos los candidatos presidenciales de dicho país y obtuvo el respaldo de muchos. Asimismo, se reunió con el presidente Federico Franco, quien garantizó su apoyo para la misión de UNASUR. Asimismo, culminó la Cumbre ASA (América del Sur - África), con 27 acuerdos de cooperación sur - sur.
En otros organismos regionales, los países andinos profundizaron mecanismos para garantizar la seguridad social en la subregión, y el ex secretario general señaló la importancia de la CAN en el proceso de integración regional. Por su parte, en Chile se dio inicio al trámite para la ratificación de la Alianza del Pacífico, y el Embajador de México en Paraguay indicó que en la próxima reunión se aprobará el ingreso de ese país como observador. En el MERCOSUR el proyecto Escuela Virtual busca ampliar la cooperación con Brasil y se creó un nuevo fondo para la agricultura familiar.
A nivel bilateral, Perú firmó 3 convenios de cooperación con Francia y propone una Hoja de Ruta para sus relaciones bilaterales con China. Asimismo, firmó un convenio con Ecuador para construir lanchas de patrullaje marino. Por su parte, Ecuador considera que sus relaciones con Perú y Colombia están en el mejor momento, mientras que Chile y México tienen un fondo conjunto de cooperación que busca aumentar el acceso a alimentos saludables.
En el ámbito comercial, EEUU no prevé un TLC con Brasil durante la administración de Obama. Asimismo, Colombia indica que los TLCs sirvieron más para importar que para ampliar sus mercados. Por su lado, Argentina en enero redijo su superávit comercial casi a la mitad.
Diversos mandatarios de la región y el mundo enviaron sus condolencias a la familia y el pueblo venezolano por la muerte del Presidente Hugo Chávez. La UNASUR, la Secretaría General de la CAN, ALADI, entre otros, hicieron lo propio en diversos comunicados.
En el marco de UNASUR, se realizó la primera reunión del Consejo Suramericano de Cultura para analizar el plan de acción. Asimismo, esta semana se determinará la delegación de observadores para las elecciones en Paraguay.
En otros organismos de integración regional, los países andinos buscan interconectar los sistemas informáticos, de aduana y transportes. Asimismo, se realizó la III Reunión del Comité Andino de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa, para fortalecer las Mipymes en la región andina. Por otro lado, el Parlamento Andino se reunió con delegados del Banco Mundial para profundizar relaciones de cooperación. Por su parte, el TLC de la Alianza del Pacífico entraría en vigencia en 2014, según informó el ministro peruano.
A nivel bilateral, el Canciller chileno dijo que junto con Perú trabajan para construir un futuro conjunto. Asimismo, Ecuador y Colombia trabajan en el reconocimiento de títulos académicos. Por su parte, el FMI advierte al Perú el riesgo de crecer mucho.
En el ámbito comercial, según algunos expertos, el TLC EEUU - UE dañaría a los países que ya tienen TLC con esos países. Por su parte, el PRI de México dice que es necesario actualizar su TLC con EEUU y Canadá. Perú envió a Rusia una comunicación formal para iniciar negociaciones para un TLC con ese país y Ecuador indicó que su balanza comercial con Perú le es favorable, aunque con muchos productos tradicionales. En tanto, Nicaragua realizó su primera operación con el SUCRE, instrumento de los países del ALBA.
Finalmente, cabe mencionar que según datos de la OIT, en América Latina se necesitará crear 40 millones de empleos hasta el 2020.
Según datos del BID, América Latina crecería menos en los próximos años. Además, dicho organismo ha creado un fondo con aportes de China para proyectos en la región.
En el ámbito de UNASUR, Venezuela firmó un acuerdo para que este organismo sea observador de sus próximas elecciones de abril. Asimismo, inició la misión de avanzada que mirará las elecciones en Paraguay y que está analizando los dispositivos de seguridad. En dicho país, algunos candidatos denunciaron discriminación en el debate presidencial, al que no fueron invitados. Por otro lado, se reunieron Consejos de UNASUR. En el de Educación, se está avanzando en la homologación de títulos y estudios, y se realizó la primera del Consejo de Turismo donde se plantearon diversas propuestas para integrar la región.
En otros organismos de la región, también se realizaron diversas reuniones de los Consejos Ministeriales de la Comunidad Andina. Por un lado, el de Telecomunicaciones planteó reducir el precio del roaming especialmente en las zonas de frontera. La Comisión adoptó medidas para proteger la sanidad agropecuaria y se actualizó la normativa para contrarrestar prácticas antidumping. Por su parte, se realizó una reunión de la Alianza del Pacífico, en la que se acordó concluir la desgravación arancelaria al 90% en junio, luego de la reunión presidencial que se realizará en mayo.
A nivel bilateral, Uruguay y Brasil firmaron un acuerdo de complementación económica. Por su parte, Perú y Rusia para cooperación antidrogas. Asimismo, Bolivia decidió que llevará su comercio al Pacífico a través de Perú. Brasil y China firmaron un acuerdo cambiario y Argentina convenios para financiamiento con el BID y la CAF.
A nivel comercial, el intercambio entre Perú y Chile se incrementó en 2012, pero las exportaciones peruanas a la UE decrecieron un 30%. La CAN se consolidó como el segundo destino de las exportaciones de Ecuador. Por su parte, Uruguay solicito incorporarse al SUCRE y Paraguay exportó más a la Alianza del Pacífico que al Mercosur.
Hace unos días la Organización Mundial de Turismo dio a conocer un estudio donde se evidencia que los latinoamericanos buscan conocer los países de la región cada vez más, demostrando el creciente interés por acercarse a los países que conforman la zona en aras de una mayor integración.
En el ámbito de UNASUR, el bloque firmó un acuerdo de acompañamiento electoral con el Consejo Nacional Electoral de Venezuela para las próximas elecciones del 14 de abril. Al respecto el Jefe de la Misión de observación indicó que Venezuela cuenta con un sistema electoral confiable y transparente. Por otro lado, la UNASUR emitió un pronunciamiento sobre la situación en la península de Corea, haciendo un llamado para preservar la paz.
En otros bloques regionales, la delegada del Organismo de la ONU para el desarme se reunió con la Secretaría General de la CAN en búsqueda de fortalecer los lazos de cooperación. Por su parte, los países de la Alianza del Pacífico liberalizarán el 90% de su comercio en la reunión presidencial del 23 de mayo, indicó el Canciller de Chile; en tanto que el FLAR recomendó a los países que diversifiquen sus reservas monetarias por plazos y aconsejó invertir a largo plazo.
A nivel bilateral, Perú y China se reunirán para impulsar una inversión diversificada, esto en palabras del Canciller del Perú.
A nivel comercial, la crisis ha comenzado a afectar las exportaciones peruanas, las cuales cayeron 20% en febrero en comparación con el mismo mes del año anterior; mientras que por su parte, Brasil registró un déficit comercial en marzo. Asimismo, luego de siete años del TLC con EEUU, Honduras tiene déficit comercial y los flujos de capitales han disminuido.
A nivel internacional, los países BRICS culminaron su reunión anual y no lograron constituir el Banco de desarrollo planificado, pero acordaron seguir trabajando en ello.
Durante la semana, los países de América latina decidieron seguir estrechando la cooperación en las tecnologías de la información, como uno de los mecanismos para el desarrollo e inclusión social. Por su parte, la CEPAL informó que la economía digital representa el 3,2% del PIB, en 4 países de la región.
En el marco de UNASUR, se realizó una reunión del Grupo de Trabajo sobre Solución de Controversias para seguir adelantando en esta materia. Por otro lado, se constató que el 60% del turismo de los países es intrarregional.
En otros mecanismos de integración, la CAN busca medir el impacto del sector cultura en la economía. Por su parte, China está interesada en la Alianza del Pacífico, y buscaría ser observadora. Mientras tanto, Costa Rica espera concretar su ingreso en la próxima cumbre presidencial. En la CELAC, se reunieron los países de la troika y representantes de las políticas ambientales, para ir monitoreando sus respectivas agendas. En el Mercosur, Paraguay busca refundar el bloque luego de su reincorporación y se muestra en contra de que Venezuela lo presida.
En otras relaciones bilaterales, los ciudadanos de Ecuador, Uruguay y Perú ya no necesitarán visa para ingresar a Venezuela. Asimismo, Ecuador y Colombia se unen para evitar el contrabando de bienes patrimoniales, mientras que Perú y China fortalecen su asociación estratégica.
En los temas comerciales, los Directores de Aduanas aprueban plan para agilizar en comercio en las Américas. Asimismo, el comercio intrarregional de ALADI creció en febrero. Sin embargo, el superávit comercial de América Latina con EEUU bajó casi 40% en febrero. Por otro lado, Cuba establecería la primera región industrial de libre comercio del país.
Según la CEPAL aún existe una importante brecha en la inclusión digital de las mujeres en los países de la región, explicó su Secretaria General.
Mientras tanto, en el ámbito de UNASUR, se dio el primer paso para la creación de una avión militar con la firma del estatuto del Comité Consultivo que lo gestionará.
Por otra parte, la misión que acompañó las elecciones de Venezuela llamó a aceptar los resultados que dan como ganador a Nicolás Maduro. Sin embargo, la oposición demanda un conteo "voto a voto".
En otros mecanismos de integración regional, la CAN creó un comité para diseñar la Estrategia Andina de Cooperación Transfronteriza. Por su parte, se ha calificado de positiva la reunión de Alto Nivel de la Alianza del Pacífico que se tuvo en México.
A nivel de las relaciones bilaterales, se reunió el presidente del Perú con el Canciller de Bolivia y designaron a la Autoridad Binacional Autónoma del Lago Titicaca. Asimismo, los Cancilleres de ambos países reforzaron el compromiso de la cooperación bilateral.
Por su lado, Paraguay y Colombia acordaron servicios de transporte aéreo para una mayor conexión entre sus países. Asimismo, Ecuador y Colombia crearon un fondo para el Desarrollo de sus Fronteras y Argentina y Venezuela acordaron profundizar sus relaciones.
A nivel comercial, la OMC rebajo la previsión de crecimiento del comercio global en 2013. En esa misma línea, el Perú tuvo una caída en sus exportaciones en el mes de febrero. Lo mismo le sucedió a Ecuador durante los dos primeros meses del 2013. Por otro lado, México señala que la prioridad para la integración es América Central y está a punto de consolidar un TLC sus dichos países. Además reactivo las negociaciones con Paraguay para concretar una zona de libre comercio. Por su parte, Guatemala presentó una queja contra el Perú ante la OMC por el incremento de aranceles.
Durante la semana, la UNASUR ha estado en el medio del debate internacional por las elecciones presidenciales en dos países de la región.
Sobre Venezuela, luego de los cuestionamientos de la oposición, se reunieron los presidentes de UNASUR quienes, luego de impulsar una auditoría del 46% restante de las actas que no habían sido auditadas, hicieron un llamado a respetar los resultados del Consejo Nacional de Elecciones de Venezuela. El presidente de Chile, respecto a la reunión, indicó que "se lograron frutos muy fecundos".
Por otro lado, en Paraguay, se realizaron las elecciones con el acompañamiento no oficial de UNASUR, bloque al que no se le dieron las credenciales diplomáticas pero que se le permitió hacer su trabajo. UNASUR destacó la transparencia en los comicios paraguayos y el electo presidente señaló la importancia de regresar pronto al bloque.
En otros bloques de integración regional, la CAN definió parámetros comunes para la producción y certificación de productos orgánicos. Asimismo, Portugal dijo que quería ser observador de la Alianza del Pacífico, lo que cuenta con el apoyo de Colombia y Perú.
En MERCOSUR avanza la propuesta para incorporar a Guyana y Surinam al bloque, y a finales de este mes se inician las negociaciones para la adhesión de Bolivia.
A nivel bilateral, Taiwán promoverá las pymes en el Perú y Colombia y Corea del Sur pusieron en marcha un proyecto de cooperación triangular.
A nivel comercial, el congreso de Costa Rica ratificó el TLC con Perú, la Unión Europea señaló que hacen falta reformas en el TLC con México, y la ONU indicó que las exportaciones mundiales crecieron a penas un 0,2% en 2012.
Asimismo, Argentina y Bolivia firmaron un acuerdo de intercambio comercial.
Por otro lado, a nivel internacional, en el marco de las reuniones de primavera del FMI y el BM, los países del G20 no lograron grandes consensos estabilizar las finanzas internacionales.
Según un estudio del BID, los subsidios han proliferado con la bonanza económica en la mayoría de países de América Latina.
Por su parte, la UNASUR felicitó al presidente electo de Paraguay, Horacio Cartes. Asimismo, se reunieron las autoridades vinculadas a la Gestión de Riesgo y Desastres del bloque, donde plantearon afrontar los desastres de manera integral.
En otros mecanismos de integración regional, se realizó en Bogotá el II Encuentro Empresarial Andino, que cerró con oportunidades de negocio de US$ 92,5 millones. Mientras tanto, la CAN armonizó indicadores para medir la participación política de la mujer y el Parlamento Andino, en su última sesión ordinaria realizada en Bogotá, acordó crear un observatorio económico para prevenir y afrontar eventuales crisis.
En tanto, los Ministros de la Alianza del Pacífico se reunieron en Lima, en el marco del Foro Económico Mundial. Ahí, propusieron la homologación del tratamiento tributario y de inversiones, avanzar en la integración de ventanillas únicas para el comercio y criticaron las políticas económicas de los países desarrollados; a la vez que Bolivia inició la ronda de negociaciones para incorporarse al MERCOSUR.
A nivel bilateral, se reunieron las presidentas de Argentina y Brasil y acordaron seguir impulsando el comercio y la inversión bilateral. Asimismo, Perú, Colombia y Ecuador firmaron un acuerdo para el visado inteligente, aprovechando las oportunidades que da la visa electrónica. Ecuador y Colombia suscribieron un convenio para el transporte de Petróleo y los Cancilleres de Colombia y Chile suscribieron acuerdos para compartir las embajadas y consulados de Argelia y Marruecos.
En el ámbito comercial, las exportaciones de Perú a México crecieron 9% en los últimos años, aunque en el 2012 cayeron. Luego del corte final, quedaron como candidatos a la dirección general de la OMC los representantes de México y Brasil.
A nivel internacional, Suiza aceptó debatir sobre su secreto bancario. Egipto indicó que está interesado en integrar los BRICS. España alcanzó más de 6 millones de desempleados.
Durante la semana pasada, el Banco Mundial señaló que América Latina pasará de crecer entre 5% y 6% a entre 3% y 4%. Por su parte, el Canciller Chileno señaló que su país será el candidato de América Latina para el Consejo de Seguridad de la ONU, e indicó que cuentan con el apoyo de la totalidad de países.
Por su parte, en UNASUR se reunieron autoridades del bloque y del CNE de Ecuador, para tratar de incorporar las sugerencias de la misión electoral que tuvieron en febrero de este año. Asimismo, el bloque solicitó a Perú pruebas para el diagnóstico del Dengue.
En otros mecanismos de integración regional, la CAN acordó luchar contra el tráfico de bienes culturales y desarrollar un sistema de alerta contra ese delito. Por su parte, los países de la Alianza del Pacífico dieron los primeros avances para constituir su Parlamento, el que se reunirá por primera vez en un junio de este año. Asimismo, el presidente de Ecuador anunció que su disposición para incorporarse al Mercosur como miembro pleno, lo cual fue recibido con agrado por la Presidencia Pro Tempore de dicho bloque.
En las relaciones bilaterales, Perú y Venezuela tuvieron una desavenencia por entre dichos políticos, que fue superada y luego normalizadas las relaciones diplomáticas. De igual modo, Perú y Ecuador nombraron nuevos Embajadores, luego de que una disputa en un supermercado llevara al retiro de sus diplomáticos. Por su lado, Ecuador y Argentina acordaron luchar contra el fraude y la evasión fiscal. Asimismo, Ecuador y Brasil intensificaron sus relaciones comerciales y de cooperación.
En el ámbito comercial, Alemania ratificó el TLC de la Unión Europea con Colombia y Perú. Asimismo, el Director de Promoción y Turismo del Perú indicó que el comercio con Ecuador se ha incrementado 200% en los últimos siete años.
Según la CEPAL, América Latina ha sido golpeada por el relajamiento monetario de Europa, EEUU y Japón, por lo que la Secretaria Ejecutiva sugirió evaluar medidas. Asimismo, la entidad señaló que la región recibió una cifra record de Inversión Extranjera Directa.
En el ámbito de UNASUR, se realizaron dos reuniones de Consejos. Por un lado, el Consejo de Defensa Suramericano, en donde se acordó cooperar en la lucha contra el narcotráfico y se adelantó sobre el prototipo de avión militar de entrenamiento. Por otro lado, se realizó la primera reunión del Consejo Suramericano de Ciencia, Tecnología e Innovación, donde se acordó utilizar el fondo de financiamiento para proyectos de UNASUR.
En otros mecanismos de integración de la región, expertos señalaron que los países de la CAN crecerán por encima del promedio de América Latina. Asimismo, varios alcaldes del bloque recorren las fronteras intereuropeas para analizar sus mecanismos. La Alianza del Pacífico tiene su VII reunión de presidentes esta semana/. Asimismo, Paraguay formalizó su solicitud de ingreso al bloque y los países miembros acordaron compartir embajadas en varios países.
En las relaciones bilaterales, el presidente de Paraguay anunció su deseo de regresar al Mercosur y a la UNASUR. Argentina firmó con Venezuela 11 acuerdos de cooperación. Asimismo, Venezuela, Colombia y Ecuador fortalecerán la seguridad aeronáutica. Por su parte, Perú, Argentina, Uruguay y Ecuador crearon un Consejo Empresarial para impulsar el turismo y Brasil y México intensificaran la cooperación petrolera.
A nivel comercial, el brasileño Roberto Azevedo fue elegido nuevo director general de la OMC. El Perú, por su parte, registró su primer déficit comercial trimestral desde 2008.
Durante la semana, UNASUR cumplió 5 años desde la firma de su tratado constitutivo. Al respecto se refirieron diversos políticos peruanos. Salomón Lerner, jefe del Grupo de Alto Nivel que hizo seguimiento a Paraguay señaló que el reto es ahora lograr la seguridad alimentaria, e indicó que UNASUR ha sido un paso fundamental para la integración suramericana, no solo en aspectos comerciales. Por su parte, el titular de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso señaló que el reto está en fomentar la transparencia, el diálogo y la democracia participativa. En su momento, el Parlamentario Andino Alberto Adrianzén indicó que a UNASUR se le contrapone erróneamente a otros bloques comerciales, pero su tarea es consolidar la integración y la unión de los pueblos.
En otros bloques de integración regional, la Comunidad Andina celebró 44 años de creación, donde su Secretario General señaló los importantes avances en comercio intrarregional principalmente. Por otro lado, se realizó la VII Cumbre de Presidentes de la Alianza del Pacífico, en donde se acordó desgravar los aranceles hasta en un 90% para junio de este año. Asimismo, se aceptó a Costa Rica como miembro pleno y a nuevos países observadores, entre los que se encuentran Paraguay y Ecuador. Además, acordaron crear una visa comunitaria para visitantes de terceros países.
A nivel bilateral, Brasil tiene invertidos en el Perú seis mil millones de dólares, principalmente en los sectores de construcción e hidrocarburos. Asimismo, Perú exoneró de visa de trabajo a sus pares de Chile, Colombia y México. De igual manera, Perú acordó con Argentina impulsar el desarrollo conjunto de las mipymes, especialmente en los sectores de agroindustria, industria de alimentos, textil, entre otros.
A nivel comercial, Colombia y Costa Rica firmaron un TLC.
A nivel internacional, los BRICS aspiran a presentar los estatutos de su banco en el 2014
El BID realizó propuestas de reformas e integración, para que los países de la región puedan mantener el crecimiento en los próximos años.
En el marco de la UNASUR, se realizó una reunión sobre recursos naturales, en la cual se planificó la realización de un inventario de los mismos. Al respecto, la CEPAL señaló que es importante fortalecer la institucionalidad para poder aprovecharlos. Asimismo, se realizó la reunión de los Ministros de Educación, donde se aprobó el plan estratégico 2013 - 2017 el cual, entre otras cosas, busca fomentar el intercambio de profesionales entre los países miembro.
Ante el aviso del presidente de Colombia de incrementar sus lazos de cooperación con la OTAN, Bolivia y Venezuela demandaron una reunión del Consejo de Defensa de UNASUR para analizar el tema. Sin embargo, el Secretario General de UNASUR señaló que no habría nada que preocuparse.
En otros mecanismos de integración regional, la CAN modificó su reglamento aduanero para facilitar el comercio, y junto con la Unión Europea aportaron 9 millones de dólares para el desarrollo fronterizo. Por su parte, la Alianza del Pacífico se promociona en París. El Mercosur retrasó su Cumbre de Presidentes para facilitar el reingreso de Paraguay. Asimismo, el presidente de Uruguay pidió a España un rol más activo para facilitar las negociaciones Mercosur UE.
A nivel bilateral, se realizó el Consejo de Integración Social entre Perú y Chile, que se espera sea un mecanismo permanente de cooperación. El presidente electo de Paraguay inició conversaciones con Brasil para retornar al Mercosur. Francia y Ecuador firman acuerdo de cooperación científica y tecnológica y Colombia y Argentina firman memorando de entendimiento para potenciar desarrollo de las mipymes, similar al que firmó la semana pasada con Perú.
En el ámbito comercial, el canciller ecuatoriano indicó que su país modificó sus destinos en 6 años. Además, entro en vigencia el TLC entre Perú y Costa Rica.
Durante la semana, el Banco Mundial abogó por incrementar la inversión en la región, y mejorar su calidad. Por su parte, la OEA llamó emprender reformas para la expansión de las economías latinoamericanas, a través de nexos con otras regiones. Asimismo, China junto con los países de América Latina y el Caribe firmaron la Declaración de Beijing para promover una mejora sostenible y salvaguardar la seguridad alimentaria.
En el ámbito de UNASUR, el Parlamento de Ecuador aprobó el Protocolo de compromiso de la Democracia del organismo.
En otros organismos de integración regional, la CAN señaló que el principal mercado de sus productos cosméticos es la misma CAN. Por otro lado, los embajadores de los países de la Alianza del Pacífico hicieron una presentación en Moscú. Asimismo, la Comisión del Congreso peruano ratificó el acuerdo marco de la Alianza y el presidente de Panamá indicó del gran interés que tiene su país en sumarse, luego de concretar TLCs con los países pendientes.
Por su parte, Ecuador invitó a los países que no son miembros a unirse al Banco del Sur, que empezaría a operar luego de la reunión de sus autoridades el día miércoles 12 de junio del presente año. El Mercosur ha creado una base de datos para compartir información sobre delitos. Además, se ha realizado la Primera Reunión del Grupo de Trabajo para la inserción de Bolivia.
En el ámbito bilateral, Ecuador y Costa Rica firmaron un acuerdo de intercambio de información tributaria. Asimismo, el presidente de EEUU se reunió con el Presidente del Perú, en el marco de una agenda de reuniones bilaterales que tiene el país del norte con sus pares de América Latina.
En el ámbito comercial, según ALADI el comercio intrarregional sigue recuperándose en abril, por noveno mes consecutivo. Por su parte, en Ecuador crecieron las exportaciones no petroleras, mientras que en el Perú el déficit comercial tocó record en abril.Además, el Congreso colombiano aprobó el TLC con la UE.
El Banco Interamericano de Desarrollo señaló durante la semana que América Latina y el Caribe podrían cubrir sus necesidades eléctricas con recursos renovables, pues la región tendría suficiente para cubrir más de 22 veces la demanda eléctrica proyectada para el 2030. Mientras que, por su parte, el Banco Mundial indicó que la clase media de la región crece a niveles históricos, aunque mostró preocupación porque esto se revierta debido a las condiciones internacionales.
La CELAC y la Unión Europea coincidieron en desarrollar políticas respecto al problema de la droga y fortalecer los mecanismos de cooperación para ello. Asimismo, la UNASUR inauguró el Centro de Comunicación e Información.
En otros mecanismos de integración regional, la Comunidad Andina eligió a su nuevo secretario general, el boliviano Pablo Guzmán, quien asumió el cargo con el compromiso de impulsar la construcción de una nueva visión de la CAN. Asimismo, la Comisión (ministros de comercio) aprobó 3 Decisiones sobre temas de facilitación aduanera y energía eléctrica. Además, la CAN lanzó un sistema de información sobre el turismo en los países andinos.
El Capítulo Peruano del Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico señaló que las ventanillas únicas de comercio exterior se conectaran vía electrónica en el 2016. Por su parte, la Sociedad de Agricultores de Colombia le retiró su apoyo al gobierno para la negociación en este bloque.
El Banco del Sur tuvo su primer Consejo de Ministrosz, para determinar los últimos aspectos de su funcionamiento. Sólo quedó pendiente poner la fecha de inicio.
En el ámbito comercial, Paraguay y México se reunieron en Asunción para avanzar en las negociaciones de un posible TLC. Se publicó el último reporte del Global Trade Alert sobre las políticas proteccionistas de los países, en vísperas a la Cumbre del G8.
Según un informe de la ONU que analiza la situación de algunos países de la región, América Latina es cada vez menos eficiente en generar ingresos por materias primas. Asimismo, el Banco Mundial advirtió de los efectos en el acceso a capitales de los países en desarrollo tras el fin del dinero barato. Por su parte, la CAF señaló que América Latina debe realizar una transformación productiva para crecer.
Por otro lado, los países de América Latina se reunieron en Brasil y crearon una plataforma de cooperación regional en ciencia, tecnología e innovación.
El jefe del Grupo de Alto Nivel de Unasur sobre la situación en Paraguay entregó el informe de la misión electoral, y señaló que ese país se reincorporaría a la UNASUR en la Cumbre de Surinam. Asimismo, los Ministros de Cultura de los países se reunirán hoy (martes) en Lima.
En otros organismos de integración regional, el Parlamento Andino analizó el impacto y oportunidades que significa la Alianza del Pacífico para la CAN. Por su parte, la Alianza firmó un acuerdo sanitario y tuvo una macrorrueda de negocios en Cali, donde los productos que más generaron expectativas fueron los alimenticios. El Canciller de Uruguay participó de un taller en Bolivia para explicar sobre la adhesión boliviana al bloque. Asimismo, Ecuador solicitó oficialmente iniciar negociaciones para entrar al Mercosur.
En otras relaciones bilaterales, se realizó una reunión tripartita de altos mandos militares de Perú, Colombia y EEUU para analizar la cooperación entre dichos países. Asimismo, las Cancilleres de Perú y Colombia aprobaron un plan de integración fronteriza. Perú también creo con Honduras un consejo empresarial para impulsar el intercambio comercial; y Ecuador y Vietnam firmaron un acuerdo de entendimiento para fortalecer la cooperación dentro del Pacífico.
En el ámbito internacional, los BRICS señalaron que buscarán limitar las consecuencias del retiro de estímulos monetarios de EEUU. Rusia, por su parte, colocó en el debate instituir un foro permanente de parlamentarios de los BRICS.
El bolívar venezolano sufre una nueva devaluación encubierta del 88%./El país, 25 de marzo de 2014.
Cumbre del ALBA e integración latinoamericana / Ludmila Quirós en DiariosigloXXI.com 7 de Febrero de 2012
Sucre sigue los pasos del euro
El Clarin 4 de enero del 2009
ALBA estudiara en enero propuesta de moneda común
El Clarin 25 de diciembre del 2008
Los Conflictos y las Tensiones en América del Sur afectará a la cumbre convocada por Brasil
Correio da Cidadania 10 de Diciembre del 2008
Afirma Brasil que fusión de bancos fortalece sistema financiero
Español . Pueblo en línea. 4 de Noviembre del 2008
Se fusionan los bancos brasileños Itaú y Unibanco
Cronista 4 de Noviembre del 2008
Comienza a regir el Sistema de Pagos en Moneda Local
Págína 12 6 de Octubre del 2008.
Lula en Exclusiva con Clarín: "No existe ninguna hipótesis de que Brasil se juege solo"
LeiturasFavre
"Cristina y Lula abren el Camino hacia la Integración Monetaria del Mercosur"
Ieco.clarin 9 de Septiembre de 2008
"El MERCOSUR retoma las Negociaciones para un Acuerdo Comercial con Centroamérica"
Ieco.clarin 9 de Septiembre de 2008
"El Dólar se quedó con un Mercado Menos"
El País 9 de Septiembre de 2008.
South Should Prepare To Counter Effects of Global Finance Crisis
Third World Network 8 de Septiembre de 2008
El lado oscuro del "éxito" brasileño
Ieco.clarin.com 4 de Agosto de 2008.
"No se puede hacer un paralelismo entre la Unión Europea y el Mercosur"
Ieco.clarin.com 4 de Agosto de 2008
Cristina y Lula buscan avanzar en los acuerdos pendientes
Ieco.clarin.com 3 de Agosto de 2008
"El Mercosur y la UE se estancaron" dijo Alain Rouquié en una conferencia en Buenos Aires.
Tabaré alertó que las retenciones puedan "lastimar" al MERCOSUR
Clarin.com 2-08-08
Inician Cumbre en Tucumán
2-07-08
MERCOSUR: La Cumbre en Tucumán
1-07-08
Argentina y Brasil eliminarán al dólar de su comercio
La Democracia.com 1 de julio de 2008
Lista la Iniciativa que fija moneda única para comercio entre Argentina y Brasil
Diariopyme 30 de Junio de 2008
Brasil y Argentia prontos para desdolarizar el intercambio comercial
Radiografía mundial.com 29 de Junio de 2008
Brasil y Argentina: Una moneda única
BBCMundo.com 8 de mayo de 2003
La Alianza de Pacífico quiere ser motor de la integración de América Latina/ El país. 22 de septiembre de 2014. http://economia.elpais.com/economia/2014/09/22/actualidad/1411418753_129532.html
Alianza del Pacífico incrementará productividad con mejora con capital humano/ Andina, 26 de marzo de 2014.
Evo Morales reclama a Chile una salida marítima para Bolivia/ El país, 23 de marzo de 2014.
En América Latina nada es tan bueno como parece, ni tan malo./El país, 24 de marzo de 2014
Vicepresidente de la Comisión Europea promueve el comercio con América Latina/ El país, 12 de marzo de 2014
Brasil delega en UNASUR una solución para Venezuela/ El país, 12 de marzo de 2014.
Alianza del Pacífico une a México y Chile: Peña Nieto/ El Financiero, 11 de marzo de 2014.
Observatorio América Latina-Asia Pacífico profundiza la integración económica entre ambos países/ Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 6 de marzo de 2014
Chile y Bolivia se unirán por el bien de los pueblos/ TelesurTV, 11 de marzo de 2014
Michelle Bachellet fue juramentada Presidenta de Chile/TelesurTV, 11 de marzo de 2014
Presidentes de México y Ecuador definirán el Lunes Agenda Bilateral/ TelesurTV, 9 de marzo de 2014.
Cámaras de comercio de Bogotá, Ciudad de México, Santiago y Lima acordaron promover entre el empresariado la Alianza-del-Pacifico (AP) integrada por Colombia, Perú, Chile y México/ Portafolio.co, 7 de marzo de 2014.
Tras ruptura con Panamá, Maduro no obtiene consenso en la UNASUR/ El País.com, 7 de marzo de 2014.
Firman acuerdo para que Bolsa de México entre a MILA / Dinero.com 5 de Diciembre 2012.
Provincia.com.mx 4 de Febrero de 2012
Terra.com 1 de Febrero de 2012
Nacion.cl 9 de Enero de 2012
BID: Crean nuevo fondo para Créditos a Microfinancieras / Univision.com 23 de marzo de 2010.
Cuba y Caricom llaman a integración y demandan cambios en sistema financiero / Empresaexterior.com 9 de Diciembre 2008.
Experta propone crear un centro financiero en Suramérica para combatir crisis.
Finanzas 14 de noviembre de 2008.
Pérdidos en Doha
Buenos Aires, 2 de agosto
Banco Del Sur Announces $10 Billion Capital Fund
1 de julio
Lula quiere Crear un Banco Central para América del Sur
Ieco.clarin. 27 de mayo
García propone moneda única luego de establecimiento de UNASUR
23 de mayo
Rodrigo Borja confirma su renuncia a la Secretaría de UNASUR
CDES 23 de mayo
World Bank urges U.S to pass Colombia Trade Deal
Reuters 8 de mayo
Brasil Continuó en 2006 como el Principal Socio Comercial de Mercosur con UE
HoyInversión 15 de abril
Aumenta Brasil Exportaciones a Latinoamerica
El Financiero 8 de abril
El BID pronóstica que Latinoamérica y el Caribe creceran menos en 2008.
IECO.Clarín. 7 de abril
Chavez Nationalises Cement Industry
Financial Times 4 de abril
Prominet British Figures Call on Exxon Mobil To Respect Venezuelan Sovereignty
Publicado en: Venezuela Information Center 28-02-08 - OBELA 28-02-08
Propuesta de Nueva Constitución Política del Estado de Bolivia
República de Bolivia
Públicado en: OBELA 25-02-08
Banco ALBA busca combatir a dependencia financiera junto ás IFIs
Publicado: ADITAL 17/01/08 - OBELA 28/01/08
Banco del ALBA potenciará la integración productiva Latinoamericana
Publicado: ABN 25/01/08 - OBELA 25/01/08
(22 de noviembre, 2013) Ministros y Jefes de Planificación de América Latina y el Caribe destacaron hoy en Brasilia el renacimiento de la planificación y su importancia como un instrumento para el impulso de una nueva cultura de la integración regional y de la agenda del desarrollo.
Al término de la XIV reunión del Consejo Regional de Planificación del Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES) de la CEPAL, los participantes subrayaron la relevancia de la coordinación, la evaluación y la prospectiva para impulsar el cambio estructural con igualdad.
Además llamaron a promover la integración a través del fortalecimiento de la perspectiva regional en la planificación del desarrollo y la inversión en infraestructura física y productiva.
El Consejo Regional de Planificación tuvo lugar a continuación de la XIII Conferencia de Ministros y Jefes de Planificación de América Latina y el Caribe, que se desarrolló entre el 21 y el 22 de noviembre, también en Brasilia, organizada por el gobierno de Brasil y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
En las resoluciones del encuentro, los Ministros y Jefes de Planificación solicitaron al ILPES fomentar la investigación aplicada, la cooperación técnica y la capacitación en temas relacionados con la dimensión regional del desarrollo, la inversión pública y privada, la infraestructura y el rol del Estado.
Asimismo tomaron nota de la estrategia a mediano plazo para la cooperación del ILPES con los países, que tiene tres componentes básicos. El primero es la creación de un centro de conocimiento sobre la planificación para el desarrollo y el segundo la incorporación de la perspectiva regional en la planificación del desarrollo y la gestión pública para el fortalecimiento de la cooperación y la integración regional.
El tercer componente es el desarrollo de capacidades humanas e institucionales para el fortalecimiento de los Estados en el ámbito de la gestión pública y la planificación.
El Consejo Regional de Planificación reiteró además que el sistema regular de aportes gubernamentales es crucial para la continuidad institucional del ILPES y recomendó la creación de un grupo de trabajo para analizar el sistema de financiamiento del Instituto y proponer medidas conducentes a su modernización. Las propuestas se someterán a consideración de los países miembros en la próxima reunión de la Mesa Directiva del Consejo que se realizará en Ciudad de Guatemala, en el primer semestre de 2014.
Los asistentes acordaron finalmente que la XIV Conferencia de Ministros y Jefes de Planificación de América Latina y el Caribe y la XV reunión del Consejo Regional de Planificación se realizarán en Quito los días 23 y 24 de noviembre de 2015.
China teme el colapso del reino ermitaño/ El País, 13 de diciembre de 2013.
Tres regresos en Asia/ El País, 12 de marzo de 2014.
Asian Monetary Fund to be approved in February: reports
Diciembre 16, 2008
Subprime Crisis may "Pause" China Reforms
Financial Times 4 de abril
La crisis de hipotecas de alto riesgo estadounidense y la consiguiente desaceleración mundial después del fiasco de Lehman Brothers, la economía china fue golpeada fuertemente, después de la caída libre de la economía mundial, el crecimiento de la economía china se redujo a 6 por ciento en el cuarto trimestre de 2008 de 13 por ciento en 2007. Al mismo tiempo, la presión inflacionaria desapareció de repente y fue sustituido por el de la deflación.
El gobierno chino respondió a los impactos de la crisis económica mundial rápidamente. En noviembre de 2008, un paquete de estímulo de 4 trillones de Yuans fue introducido. Actuaron en tándem, el Banco Popular de China (BPC) bajó agresivamente la tasa de interés, y la tasa de crecimiento de los créditos y de dinero en sentido amplio se disparó. Parece que la economía comenzó a tocar fondo el primer trimestre de 2009, debido a las medidas de estímulo y de la política monetaria extremadamente flexible. Desde mayo de 2008, brotes verdes comenzaron a verse. Sin embargo, todavía es demasiado pronto para juzgar si la recuperación es temporal o sostenible. En cierta medida, la recuperación del crecimiento se logra a expensas del empeoramiento de los problemas estructurales. Todavía es demasiado pronto para responder a la pregunta de si la economía china será capaz de salir de la crisis con una estructura más racional y embarcarse en una senda de crecimiento más sostenible.
Este documento tiene como objetivo reconstruir el desarrollo de la trayectoria de crecimiento de China antes y durante la crisis financiera mundial. Se examina cómo la economía de China se vio afectada negativamente por la crisis económica mundial, y la eficacia de las respuestas de política del gobierno chino para la crisis financiera y económica mundial. Desde septiembre pasado el gobierno chino se ha enfrentado a tres tareas principales: la crisis, la gestión, el ajuste estructural y la protección de la seguridad de sus reservas de divisas. La primera sección identifica los canales de las crisis financieras de la crisis mundial. La segunda sección presenta las respuestas de política del gobierno chino y examina la eficacia y las consecuencias de estas respuestas. El tercero analiza los problemas estructurales de China. La cuarta sección es acerca de las alternativas de política que China puede decidir no participar en la reforma del sistema monetario internacional y reducir al mínimo las pérdidas de capital posible en sus reservas de divisas.
Aemania acepta su papel de líder político sin complejos/ El País, 12 de mayo de 2014.
Putin amenaza a la UE con otra guerra de gas, si Ucrania no paga el suministro/ EL País, 10 de abril de 2014
Europa intenta mantener su peso en África ante el auge de China/El País. 4 de abril de 2014.
Bruselas alerta de caídas en el PIB europeo si se castiga más a Rusia/ EL País, 3 de abril de 2014.
Advierte Lagarde sobre crecimiento débil de la economía mundial/ La Jornada, 2 de abril de 2014.
A 60 días de las elecciones europeas más tensas/ El País, 15 de marzo de 2014.
Euro-krise: Inflation bedroht den Aufschwung/Der Spiegel, 1ero de abril de 2014.
La comisión europea exige a Francia que cumpla el déficit y acelere las reformas/ El País, 1ero de abril de 2014.
Ukraine-konflikt: Nato stoppt zivile und militärische zusammenarbeit mit Russland/Der Spiegel, 1ero de abril de 2014
La inflación cae a mínimos en los últimos cinco años y mete presión al BCE/ El País, 31 de marzo de 2014.
La inflación baja también asusta/EL País, 23 de marzo de 2014.
China elude mostrar su apoyo a la Unión Europea en la crisis de Ucrania/ El País, 31 de marzo de 2014
Barack Obama: Russia is a regional power showing weakness over Ucraine/The guardian, 26 de marzo de 2014.
Europa apuntala a la unión bancaria/El País, 20 de marzo de 2014
La inflación baja también asusta/El País, 12 de marzo de 2014.
Los países más industrializados apartan a Rusia del G-8 por la anexión de Crimea/ El País, 24 de marzo de 2014.
Putin firma la anexión de Crimea a Rusia/ El País, 18 de marzo de 2014.
Rusia comienza movimientos militares en la frontera con Ucrania y Bielorrusia/ El País, 13 de marzo de 2014.
La OCDE paraliza la adhesión de Rusia, y Moscú advierte que responderá a las sanciones/ RTVE, 13 de marzo de 2014.
Merkel advierte a Rusia de consecuencias graves si no cambia rumbo en Crimea/ El país, 13 de marzo de 2014.
Ante la grave crisis que atraviesa la Zona Euro, surge una alternativa nueva, que consiste en la emisión de títulos en la zona, que remplacen los de cada país. Sin embargo, dicha alternativa parece mostrar la poca solidaridad de la Zona: Alemania no está dispuesto a cargar con la deuda de los países ‘indisciplinados'. Por el otro lado, se considera que integrar un mercado de Eurobonos, sería una manera avanzar hacia una mayor integración fiscal y política continental. Por lo demás, falta ver quién termina por imponer su criterio y ver si Alemania lograr imponer su postura.
Beijing, el crepúsculo asiático post-Bretton Woods
Ariel Noyola Rodríguez[1]
El viernes 24 de octubre, un grupo de 22 países asiáticos se reunió en Beijing, para firmar el memorándum de entendimiento que aprobó finalmente la creación del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés), luego de más de un año de que el presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, presentara la propuesta por primera vez ante el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en la ciudad de Bali, Indonesia. A decir de diversos funcionarios entrevistados al respecto, el nuevo banco servirá como plataforma para financiar los proyectos más importantes de la región asiática en materia de telecomunicaciones, energía y medios de transporte.
Jin Liqun, ex presidente de la Junta de Supervisores del Fondo Soberano de Riqueza chino (Sovereign Wealth Fund) y ex vicepresidente del Banco Asiático de Desarrollo, quedará como responsable de la institución. Al igual que el banco de desarrollo del grupo BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), la ciudad de Beijing acogerá la sede principal del AIIB. Tendrá un capital suscrito de 50 mil millones de dólares y un capital autorizado de 100 mil millones de dólares. China aportará la mitad de los fondos y la India será la segunda mayor accionista. El monto del capital autorizado del AIIB representa tres quintas partes del capital a disposición del Banco Asiático de Desarrollo (165 mil millones de dólares), el banco regional de desarrollo de 67 miembros (48 regionales y 19 extrarregionales) que se puso en marcha en 1966 bajo los auspicios del Banco Mundial.
Los principios rectores del AIIB serán “justicia, equidad y apertura”, en clara alusión al dominio aplastante de Washington en la gobernanza de la Arquitectura Financiera Internacional. Después de siete décadas de haberse llevado a cabo la Conferencia de Bretton Woods, el rol de Estados Unidos como gendarme del capitalismo global permanece incólume a pesar de su estancamiento económico y alto nivel de endeudamiento tanto público como privado. “Se podría pensar en esto como un partido de baloncesto en el que Estados Unidos quiere establecer la duración del juego, el tamaño de la cancha, la altura de la canasta y todo lo demás para adaptarse a sí mismo”, sentenció Wei Jianguo, ex ministro de Comercio de China.
En este sentido, las operaciones de los bancos regionales de desarrollo son fundamentales para comprender los alcances del “poder blando” (soft power). Desde su fundación, tuvieron como objetivo complementar las funciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial como entidades proveedoras de crédito. El combate a la pobreza y los programas de transferencias hacia los sectores más desfavorecidos de la población, sirvieron como instrumentos paliativos de las contradicciones del capitalismo periférico a fin de garantizar el protagonismo de Estados Unidos en la economía mundial. En otras palabras, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Asiático de Desarrollo, tuvieron como leitmotiv apuntalar la expansión de las Corporaciones Multinacionales (CMN) y al mismo tiempo, mantener acotada la esfera de influencia económica y política de la Unión de Repúblicas Soviéticas y Socialistas (URSS) en los países del Tercer Mundo.
En plena Guerra Fría, el Banco Asiático de Desarrollo quedó bajo la órbita de los intereses geoeconómicos y geopolíticos de Estados Unidos con el apoyo incondicional de Japón. Tal y como ocurre con el FMI y el Banco Mundial, gobernados desde 1944 por europeos y estadounidenses respectivamente, Tokio conserva la presidencia del Banco Asiático de Desarrollo hasta la fecha. De manera aplastante, Japón y Estados Unidos se mantienen como los accionistas mayoritarios con 31.23 por ciento del capital suscrito y 25 por ciento del poder de voto. En contaste, China continental y Hong Kong poseen de manera conjunta 7 y 6.21 puntos porcentuales respectivamente.
Sin embargo, más allá de cuestiones relacionadas con la falta de representatividad, los proyectos de infraestructura representan un soporte clave sine qua non resulta imposible mantener altas tasas de crecimiento económico en el largo plazo. La acumulación capitalista en escala global se orienta cada vez más hacia el Este y el continente asiático requiere, urgentemente, movilizar recursos para conectar las cadenas regionales de valor, por ejemplo, a través de la “Ruta de la Seda del Siglo XXI”, un cinturón económico que incluye una extensa red de ferrocarriles de alcance continental que vinculará a China con Asia Central, Rusia, Europa y quizás Medio Oriente. Según las estimaciones del Banco Asiático de Desarrollo tan sólo entre 2010 y 2020 se requerirán 8 billones de dólares para proyectos nacionales y 290 mil millones de dólares para proyectos regionales en materia de infraestructura. Sin embargo, los préstamos otorgados por el Banco Asiático de Desarrollo por un monto de 10 mil millones de dólares en términos anuales, son abiertamente insuficientes para satisfacer el nivel de demanda de crédito.
Ante la desaceleración del crecimiento de la economía china a tasas inferiores de 8 por ciento y la creciente debilidad de la demanda externa, el financiamiento de proyectos de infraestructura a través del AIIB, dotaría a la integración asiática de un empuje sin precedentes y China gozaría de un acceso privilegiado a recursos naturales estratégicos y mercados de consumidores potenciales. China es hoy el primer socio comercial de la mayor parte de los países de la zona, entre ellos, India, Pakistán y Bangladesh, y el segundo de Sri Lanka y Nepal. En 2012, el comercio entre China y los diez miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) alcanzó un récord de 400 mil millones de dólares. Indudablemente, antes de que Beijing aspire a conquistar la hegemonía económica mundial, será necesario que consolide primero su liderazgo en el plano regional. Y no sólo en materia económica, sino a través de un mayor equilibrio geopolítico entre los países asiáticos a fin de mantener a raya la “doctrina del pivote” impulsada por el Pentágono y el Departamento de Estado.
Con todo y que Japón, Corea del Sur, Indonesia y Australia declinaron apoyar la puesta en marcha del AIIB por las presiones del gobierno de Barack Obama, el respaldo mayoritario del continente asiático no hizo sino poner de manifiesto que los esfuerzos de la Casa Blanca para debilitar la integración regional, resultaron extremadamente limitados frente a la diplomacia del yuan. En suma, la implementación de una nueva institucionalidad desafía de modo abierto los pilares de Bretton Woods y acentúa el proceso de transición hacia nuevas formas de gobernanza con eje en la regionalización financiera. Quizás en algún momento, la era estadounidense colapsará de manera inminente frente al brillo resplandeciente del crepúsculo asiático centrado en el ascenso multipolar de Beijing.
[1]Miembro del Observatorio Económico de América Latina del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Columnista de la revista Contralínea (México) y colaborador de la Red Voltaire (Francia). Contacto: anoyola@iiec.unam.mx
Para el analista Simon Johnson, el Tratado Transpacífico (TPP) posee grandes limitaciones ya que no cumple con algunas demandas importantes para su implementación.
Por un lado este acuerdo, ha adquirido una mayor relevancia ya que ha aumentado el número de miembros con el cual podría formarse. Por otra parte, la amplitud que tendría contrasta con la falta de normas de acuerdo con la subvaloración de los tipos de cambio. De este modo, aunque se ha anexado la lista a países como Corea de Sur, China, el TPP permanece como un proyecto con grandes limitaciones.
En este punto sobresale el caso de China que en los últimos años ha mantenido su tipo de cambio subvaluado para no afectar su comercio exterior. Sin embargo, con la implementación del TPP, se deben crear mecanismos para que los países mantengan tipos de cambio que no afecten a sus socios comerciales.
La iniciativa del Banco del BRICS y el Acuerdo de Reservas de Contingencia ha suscitado varias reacciones de acuerdo a los panelistas Mark Weisbrot, Nancy Alexander y Aldo Caliari. Por un lado, refleja la creciente importancia económica de países como China e India y, por otro lado, reflejan la necesidad de mecanismos en una época que está siendo caracterizada por crisis económicas recurrentes.
Para Nancy Alexander, el Banco del BRICS ha tenido una respuesta por parte de otras entidades que se dedican a financiar proyectos de infraestructura como el Banco Mundial. De esta manera, estas nuevas instituciones podrían desafiar el rol de Estados Unidos en la administración de las crisis. No obstante, el desarrollo de esta institución permanece incierto ya que la reglamentación bajo la cual estará regida todavía no ha sido formulada.
Por otro lado, el Acuerdo de Reservas de Contingencia ha sido un paso muy importante para encontrar fuentes alternativas de financiamiento al Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, solamente el 30% puede realizarse fuera de la jurisdicción del FMI y el restante necesita un programa de dicha institución. Por lo tanto, estamos enfrentando una época en la que hay cambios importantes en la arquitectura financiera mundial que cambiarán el papel geopolítico de los estados.
En América Latina los procesos de integración han sido a lo largo de su historia, tanto múltiples como distintos. Desde el análisis de la economía política internacional, la globalización del capitalismo tras la disolución de la URSS, ha llevado a la trasformación de la era geopolítica a la era de la geoeconomía y en esta "el regionalismo para fines económicos depende de la lógica del capital global"[1]
Al día de hoy, vista desde un ángulo de economía política, la crisis de liderazgo global ha puesto elementos que señalan un proceso de emancipación en las dinámicas regionales, lo que aparece como el surgimiento de hegemones por región.
Finalmente, desde el punto de vista de la política internacional, la globalización ha traído consigo la crisis del multilateralismo de 1944 y ha puesto sobre el tapete el plurilateralismo regional, más en Europa que en Asia o América latina. Desde las finanzas internacionales, lo que se ha observado es un proceso de endeudamiento acelerado fruto del comercio deficitario de las economías maduras con las emergentes, el debilitamiento de las monedas de reservas y del otro lado se fortalecen las monedas de las economías emergentes así como la acumulación de reservas internacionales con los efectos de esto sobre los mercados financieros nacionales, que podrían devenir en regionales, como el caso de la integración de los mercados de renta variable de Chile, Colombia, Perú y recientemente México (MILA)[2]
[1] Andras Inotai, "Introduction" National perspectives on the regionalism in the north, vol. 2 Björn Hetnne Andras Inotai y Osvaldo Sunkel (eds.), Londres, Macmillan Press, 2000
Adjunto | Tamaño |
---|---|
Agosto 2014.pdf | 41.47 KB |
El panorama en América Latina con el tema de la integración se ha vuelto cada vez más tenso, después de que en los últimos meses se han vivido situaciones turbulentas que ponen en jaque los principios de cooperación y unión latinoamericana que tan sólo unos meses atrás se manejan con tanta ilusión y esperanza.
La lucha entre vertientes de integración parece haberse intensificado, generando cada vez más desacuerdos y pocos avances. Aquellos que flaqueen en su postura, por mínimo que sea, serán condenados a desaparecer.
Por un lado está Mercosur, que a partir de incidentes como la postura sobre el tema de las Malvinas, el incidente de Evo Morales en Europa o los casos de espionaje por parte de Estados Unidos, han reaccionado fuertemente en contra de Washington y mantienen su postura más que firme a su proyecto de integración, incluso planteando el ya próximo regreso de Paraguay[1].
Esto plantea dos escenarios importantes: 1) Por un lado, el cómo caiga el regreso de Paraguay al bloque, pues si bien es una vía para fortalecerlo, por el otro lado no hay que olvidar que las intenciones del actual presidente de esa nación, Horacio Cartes, son de ingresar a su país en la Alianza del Pacifico. 2) El otro problema fundamental que radica aquí, es que el Mercosur en su afán de establecerse como “el bloque” está encontrando una fuerte oposición por parte de UNASUR, quien busca su proyecto de integración en otros términos. Si bien son empáticos, no son sinónimos.
Desde la Comunidad Andina, los países que conforman la Alianza del Pacifico y la CAN, al mismo tiempo, principalmente Perú y Colombia, parecen ya apostar con todo hacia la disolución del modelo de integración CAN y fortalecer la Alianza del Pacifico/TPP a pesar de la oposición que han encontrado en diversos sectores sociales de sus respectivas naciones. Con ello, el plan de Washington de libre comercio para las Américas parece estar avanzando de otra forma. Ecuador también estaría a favor de la disolución del Parlamento Andino en la lógica de incorporarse en el MERCOSUR. La sede de UNASUR se encuentra en la Mitad del Mundo en Ecuador y no se logró la iniciativa ecuatoriana de sumar CAN (multilateral) más MERCOSUR (bilateral) para hacer UNASUR (multilateral) por oposición brasileña quien debe tener muy claro que quiere acuerdos bilaterales, al estilo de América del Norte y acuerdos multilaterales, pero no se la ha hecho saber a sus vecinos. Por lo pronto reemplazó de un plumazo al Banco del Sur por el banco de los BRICS, más potente y global. El efecto político del BdelS se logró y el Banco Mundial anunció su retiro de la región, lo que ya es un avance político.
Ante estas situaciones, es lamentable anunciar la reciente disolución del Parlamento Andino. Creado en 1979 en el Acuerdo de Cartagena, el PA procuró dar seguimiento y mantener una postura firme dentro de la integración latinoamericana. Hoy ya sólo queda la tumba que cavaron aquellos quienes siempre vieron a la comunidad andina como un obstáculo y jamás como un punto de acuerdo dentro del cual pudiese formarse las bases para una integración sudamericana. No es de extrañar que el acto siguiente sea desaparecer algunas otras instancias supranacionales de la Comunidad Andina, o que en su defecto, sean seriamente reducidos.
Para los tres países que quieren el final del Parlamento Andino y de la CAN dos juegan a la ampliación de sus TLCs con Estados Unidos para convertirlos en el ALCA remozado. En este sentido el anuncio de un mercado Spot Regional de Divisas[2], una plataforma que busca facilitar las operaciones cambiarias entre los operadores de Chile, Perú y Colombia para que sus bolsas de valores funcionen con inversiones pagadas dólares spot es un paso en esa otra integración. Técnicamente mientras no dejen de saldar sus cuentas en dólares no pasa nada en términos de costos porque siguen con mercados cambiarios indirectos, una muestra de desconfianza en las monedas nacionales. Al menos ya es un mercado spot integrado. En los tecnicismos se verá el avance regional.
Disponible: Aqui
Referencias
[1] “Rousseff destaca la importancia de que Paraguay regrese al Mercosur”, Europa Press, Madrid, España, 30 de septiembre de 2013. Disponible en: http://www.europapress.es/latam/brasil/noticia-brasil-rousseff-destaca-importancia-paraguay-regrese-mercosur-20130930222419.html
[2] “Crean una plataforma para comerciar divisas en el Mila”, El Economista, México DF, 3 Octubre, 2013, http://eleconomista.com.mx/sistema-financiero/2013/10/03/crean-plataforma-comerciar-divisas-mila
La integración económica regional parece haberse convertido en el tema actual cuando el 28 de noviembre los ex Presidentes de Brasil y de Chile, Luiz Inácio Lula da Silva y Ricardo Lagos, en el marco del Seminario internacional Desarrollo e Integración de América Latina en Santiago, llamaron a dar un salto cualitativo en la integración de la región.
Para Lula, América Latina hoy encuentra la oportunidad de “hacer todo lo que no se hizo en los últimos diez años”[1]. Lula acierta en destacar que uno de los puntos de conflicto que más ha entorpecido la integración regional es la política. Mientras no haya convicción política por parte de los gobernantes, dice él, no podrá llegarse a la integración.
Por su parte Lagos, cuestionó la división geográfica con la que se abordan algunas de esas iniciativas, principalmente apuntando a la Alianza del Pacífico (AdelP), la que no conforme con tambalear las relaciones políticas dentro de la región, busca también incorporar a los países del Atlántico (Uruguay).
Una clara muestra de la evolución de la integración real es la tasa de crecimiento del comercio intrarregional que sigue siendo positivo a pesar de la apreciación de las monedas. Mientras el comercio extraregional se ha estancado a mediados del 2011 dado que los precios de los commodities han bajado en promedio 14% desde entonces, el intraregional crece. Como se recordará, la gran diferencia entre el comercio extraregional y el intrarregional es que en general el primero es de materias primas mientras el segundo de bienes industriales. El comercio energético intrarregional es cada vez más relevante, no obstante.
Paradójicamente, los países de la AdelP tienen más dinamismo comercial con los del Mercosur que entre sí, no obstante las facilidades adicionales establecidas en el último año. Esto se debe al tamaño de los mercados y a la especialización. Más notablemente los flujos de capital de corto plazo parecen fluir desde Chile y la AdelP hacia Brasil, el mayor mercado de valores después de Nueva York en el hemisferio, y no tanto entre los países de la AdelP. Ambos elementos muestran la naturaleza política más que pragmática de dicha alianza, que viene acompañada del discurso que la integración económica dentro de UNASUR es “chavista” y por lo tanto “antiimperialista” cosa que los gobiernos del Pacifico no desean ser.
Por otro lado, en la Reunión de Avanzadas de la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la CELAC contó con el respaldo casi unánime dentro de América Latina ante el debilitamiento y desprestigio creciente de la OEA. Las elecciones de Honduras no ayudaron.
Una instancia de derechos humanos regional como es la Corte Interamericana, a pesar de pertenecer a la OEA, parece haber logrado consensos y jurisprudencia para beneficio de todos los países que la han ratificado, según escribe su Presidente saliente Diego García Sayán.[2] No fue ratificada por los gobiernos de los Estados Unidos, Canadá y Belice ni por algunas islas del Caribe. Sin duda este es un instrumento útil que podría pasar a la CELAC.
Mientras tanto, el esperado cierre del Tratado Trans Pacifico parece haberse estancado[3] por deasacuerdos entre Japón y Estados Unidos. En cambio, en la 9vena cumbre ministerial de Bali de la OMC “casi dos décadas después de fundarse por sus 159 países se aprobó un acuerdo de "facilitación comercial" para poner normas de aduana comunes y aligerar el flujo de bienes por fronteras en el mundo entero. Se tomaron decisiones sobre una gama de temas que van desde cómo la OMC debería de responder a los programas de seguridad alimenticia hasta cómo asegurar el mejor acceso al mercado del mundo rico para las economías menos desarrolladas del globo.”[4] El destrabe de la OMC ahora bajo conducción brasileña puede poner fin a las aventuras del TTP y del TTIP y restablecer el multilateralismo bajo nuevos hegemones débiles.
Por último, la notica “bomba” de diciembre ha sido la aprobación del senado de Paraguay a Venezuela como socio pleno del Mercosur[5] lo que revitaliza fuertemente a este bloque, y abre nuevas perspectivas. Mientras tanto la UE difirió la firma del acuerdo con el Mercosur (menos 1) a enero quizás con la esperanza que Argentina adhiera. Con Venezuela de pleno en el Mercosur, cambia el panorama regional positivamente. Washington parece haber perdido en esta última jugada. Si le falla Japón y no se firma el TPP el tablero global se verá redibujado más nítidamente en regiones cada una con un hegemón distinto.
Disponible: Aqui
Notas[1]Comunicado de prensa de la CEPAL del 27 de noviembre, 2013.
[2]Palabras del ex presidente chileno Ricardo Lagos en el marco del Seminario internacional Desarrollo e Integración de América Latina
[3]“La justicia, herramienta de la democracia”, El País, 10 de diciembre, 2013.
[4]“US and Japan differences stall Pacific Rim trade deal” 10 December, 2013, http://www.ft.com/intl/cms/s/0/22256554-618b-11e3-b7f1-00144feabdc0.html#axzz2n6TZ4Ovl
[5]“WTO approves global trade deal” FT, December 7, 2013, http://www.ft.com/intl/cms/s/0/072486ac-5f3f-11e3-8d1d-00144feabdc0.html#axzz2n6TZ4Ovl
[6]“Capitanich consideró "muy importante" que Venezuela ingrese al Mercosur como "socio pleno"”, Telam, 11 de diciembre de 2013
Nuevamente, cual juego de ajedrez, las piezas en el tablero de la integración regional vuelven a moverse estratégicamente a favor de unos y en detrimento de otros. Los intereses de ciertos países reflejados en cada uno de los bloques, UNASUR con Buenos Aires, MERCOSUR con Brasilia, CELAC con México, la Alianza del Pacífico con Washington y la CAN siendo independiente, también han cambiado de dirección.
En esta ocasión, quien ha realizado los mejores movimientos ha sido sin duda la Alianza del Pacífico (los intereses de Washington, encabezados por el Perú), la cual parece afianzarse un camino sólido cada vez más. Esto ante el gran manejo mediático y las estrategias de promoción que ha tenido a su favor, expresados a su vez, en las propuestas de homologación del tratamiento tributario y de inversiones, así como en la clara intención de crear un Parlamento que sea el marco legislativo que dé luz verde a los acuerdos comerciales y de libre circulación de personas, capitales y bienes y servicios que surjan de este mecanismo[1].
Además, hay que sumar el hecho de que muchos países de la región están interesados en formar parte de la Alianza. El caso más adelantado es el de Costa Rica, quien el próximo 22 de mayo firmará una Tratado de Libre Comercio con Colombia[2] dando así un paso adelante hacia la integración en este bloque, pero también hay un interés muy serio por parte de los gobiernos de Uruguay y Paraguay, principalmente de este último, que al estar excluido temporalmente del Mercosur, busca “relacionarse muy bien con el mundo, especialmente con los vecinos” [3], según lo declarado por Horacio Cartes, presidente de Paraguay.
Ante este posicionamiento de la Alianza del Pacífico, varios países, principalmente europeos, han encontrado cierto atractivo por lo que ya han lanzado peticiones para poder participar como observadores, tal es el caso de Portugal; pero quizá la más llamativa de estas peticiones sea la de China[4], quien quiere entablar un diálogo para participar como observador y conocer los objetivos y alcances de esta Alianza, más a sabiendas de que ésta es un intento por dejar a dicho país fuera de las negociaciones.
Por su parte, MERCOSUR (Brasilia) parece estar en un punto muerto, pues por un lado el bloque está parado y generando conflicto en algunos sectores de las economías, ante lo cual no se han hecho esperar las criticas y las propuestas de refundarlo; pero por el otro lado, está fortaleciendo los vínculos de integración latinoamericanos incorporando a más países como Guyana, Surinam, Bolivia y Ecuador, cuya participación puede ser crucial en el desenvolviendo de este bloque, principalmente el de este último país ya que servirá como contrapeso a la muy posible adhesión de Paraguay en la Alianza del Pacífico.
Otro factor importante, que se mencionó en la Editorial anterior, es que todo parece indicar que gran parte del éxito o fracaso del Mercosur dependerá de cómo se lleven a cabo las negociones con la CAN y de que tanto termine pesando el descrédito del MERCOSUR en su atasco Brasil- Argentina.
A su vez la CAN, quien quizá por ahora sea de los más discretos, parece posicionarse inteligentemente pues entre las diversas propuestas hechas ha sugerido medir el impacto del sector cultural en la economía buscando estrechar aún más los lazos culturales entre los países miembros, además de que también ha buscado mantener una cooperación transfronteriza que sirva de apoyo a los ciudadanos de las naciones participantes con lo que sigue su avance.
Quien al momento lleva las de perder es la UNASUR (Buenos Aires), la cual ha sufrido diversos reveses que en gran parte se han debido al quizá excesivo apoyo que ésta ha brindado a Venezuela y al empeoramiento de la relación que mantiene con Paraguay, sobre todo por las declaraciones hechas previas a las elecciones en ese país.
Todo parece indicar que hasta el momento que la Alianza del Pacífico, con los intereses de Washington detrás, es quien ha hecho las mejores jugadas, sin embargo la partida no ha terminado sino que esto apenas comienza. Brasilia debe de reaccionar. El Perú es el pivote con la presidencia pro tempore y la nueva canciller debe de valorar bien sus jugadas. Mucha suerte a la flamante canciller peruana. Continuará.
Notas
[1] EFE, “Países de la Alianza del Pacífico ponen en marcha su propio Parlamento”, publicado en Radio Programas del Perú el 06 de mayo de 2013. Disponible en:
http://www.rpp.com.pe/2013-05-06-paises-de-la-alianza-del-pacifico-ponen-en-marcha-su-propio- parlamento-noticia_592184.html
[2] Óscar Rodríguez, “Costa Rica y Colombia firmarán TLC”, publicado en La Nación de San José el 04 de mayo de 2013. Disponible en:
http://www.nacion.com/(F04/Economia/Costa-Rica-y-Colombia-firmaran-el-TLC-el-proximo-22-de-mayo.aspx
[3] AFP, “Cartes busca profundizar relación con Alianza del Pacífico”, publicado en El Economista el 28 de abril de 2013. Disponible en:
http://eleconomista.com.mx/internacional/2013/04/28/cartes-busca-profundizar-relacion-alianza-pacifico
[4] Ivette Saldaña, “Interés de China por la Alianza del Pacífico”, publicado en El Financiero el 03 de abril de 2013. Disponible en:
http://www.elfinanciero.com.mx/component/content/article/44/9822.html
La gran turbulencia internacional provocada por la crisis de EU a partir del 2008 y los crecientes procesos de regionalización, han puesto al tema integracionista en la mira de todos en los últimos años. Ante esta situación, los bloques conformados en América Latina no se han quedado atrás y dan cuenta de su gran avance. Entre estos casos, quizá sea el de la desfalleciente Comunidad Andina el más lúcido de ellos. En marzo se publicó un informe que destacaba la magnitud del comercio de los países que componen este bloque, subrayando que las exportaciones al interior de la Comunidad Andina aumentaron en 12 por ciento en el año 2012, mientras que las exportaciones hacia afuera crecieron tan sólo en 3%[1]. Este mayor dinamismo, según el informe, se generó en las exportaciones de manufacturas compuestas principalmente por productos como el aceite de soja, el alambre de cobre refinado, la sacarosa químicamente pura, las aeronaves ultraligeras, los medicamentos para la venta al por menor, el polipropileno, entre otros; destacando que el comercio entre estos se ha dado a la par de medidas que buscan no sólo dinamizar el comercio sino también proteger la sanidad agropecuaria al tener un estricto control de calidad sobre productos. Si a esto le sumamos que la CAN aprobó en marzo un reglamento para garantizar la asistencia consular a ciudadanos andinos en terceros países (a través de la Decisión 548), nos encontramos con un bloque que intenta fortalecer los lazos de identidad y pertenencia con los objetivos de la integración[2].
Contrastando con la Comunidad Andina, se encuentra la Alianza del Pacífico, la cual parece no sólo haber arrancado con el pie izquierdo sino también da muestras de ir por el lado incorrecto. A pesar de que los cuatro países integrantes (México, Chile, Perú y Colombia) intentan legitimar esta alianza con la firma de un Tratado de Libre Comercio, que entraría en vigor en enero de 2014, no consiguen unificar criterios de los importantes gremios económicos de sus respectivos territorios. Esta situación se visualiza más en Colombia, sede de la reunión de este bloque el 23 de mayo, donde hay una fuerte oposición ya que consideran que esta propuesta no generaría nuevas oportunidades sino todo lo contrario: un detrimento de la balanza comercial y del empleo. El TPP (Asociación Trans Pacifica) que es el objetivo final parece desinflarse con solo 11 países adhiriendo a ella. Es el más claro triunfo de dividir para vencer de Washington en ambos lados del Pacifico. Chile tiene más flujos de capital con Brasil que con el resto del Mercado Integrado de LatinoAmerica, parte esencial de la AdelP, lo que hace de esta una suerte de impostación.
A esta situación hay que sumarle las perspectivas desfavorables sobre la inclusión de más países en el bloque, esto a raíz de las declaraciones del recientemente reelecto presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien dijo estar más interesado en que Ecuador entre en el Mercosur como miembro pleno, ya que "la visión comercial del Mercosur se acerca mucho más a la visión del Ecuador, que nada tiene que ver, con todo respeto, a la visión del eje del Pacífico, que es neoliberal"[3].
En tanto, Mercosur hoy exhibe una situación de crisis ante los últimos sucesos que han azotado a este bloque como lo fue el fallecimiento del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y la polémica resolución de suspensión de Paraguay. Sin embargo, la iniciativa de replantear Mercosur sigue en el ánimo de los países participantes, los cuales quieren revivir temas que parecían olvidados o relegados a segundo plano como la infraestructura, la energía y las comunicaciones; además de que buscan integrar otros temas enfocados al desarrollo social como lo es la educación, esto mediante la discusión de políticas de evaluación educativa que se tiene contemplada en la agenda para las siguientes sesiones. La realidad sin embargo muestra que la CAN tiene más dinamismo y que el Mercosur deberá de ver con ellos como seguir.
Notas
[1] Comunidad Andina, “El comercio entre países de la CAN superó los 10 mil millones de dólares en 2012, impulsado por mayor dinamismo de las exportaciones de manufacturas”. Publicado en Notas de prensa el 12 de marzo de 2013. Disponible en:
http://www.comunidadandina.org/Prensa.aspx?id=3363&accion=detalle&cat=NP&title=el-comercio-entre-paises-de-la-can-supero-los-10-mil-millones-de-dolares-en-2012-impulsado-por-mayor-dinamismo-de-las-exportaciones-de-manufacturas
[2]Comunidad Andina, “CAN aprueba reglamento para garantizar asistencia consular a ciudadanos andinos en terceros países”. Publicado en Notas de prensa, 21 de febrero de 2013. Disponible en:
http://www.comunidadandina.org/Prensa.aspx?id=3349&accion=detalle&cat=NP&title=can-aprueba-reglament
[3] IFinanzas.com, “Correa reformará la Constitución pero no la disposición sobre su reelección”. Publicado el 21 de febrero de 2013. Disponible en:
http://www.finanzas.com/noticias/ecuador/20130221/correa-reformara-constitucion-pero-1732128.html
Del 25 al 28 de enero se llevó a cabo la I Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea (UE), la VI Asamblea EUROLAT, la IV Cumbre empresarial ALC- UE, el VII Encuentro de la Sociedad Civil Organizada ACL- UE y el VI Foro Eurolatinoamericano de Sociedad Civil. Esta cumbre, que acaparó gran atención mediática, buscó fortalecer el diálogo político y estrechar las relaciones económicas y financieras basadas en una liberalización comercial de carácter integral y equilibrado al mismo tiempo que dio espacio para que las empresas financieras y no financieras hicieran tratos, los ONG acordaran estrategias conjuntas y que los medios de comunicación alternativos se coordinen. [2] Ha quedado claro que cuando se habla de integración, lo actores presentes no son solo los Estados sino las empresas financieras y no financieras, los académicos, los medios de comunicación y los sindicalistas. La idea de las viejas cumbres de jefes de Estado parece haber desaparecido salvo para asuntos tácticos, como en UNASUR o el G7.
Esta reunión ocurrió cuando la situación actual de América Latina es de bonanza y crecimiento y en medio de una crisis severa de las economías desarrolladas. Desde abril del 2012 se encuentran en recesión las economías de los países miembros de la Unión Europea. Los mercados preferentes de Europa están recesados igualmente. Quizás por esto la Unión Europea anticipó que buscaría establecer "una nueva alianza estratégica" [3] con los gobiernos de América latina y el Caribe, dado que nuestra región se ha convertido en un socio económico clave para la Unión Europea.
Europa sigue mirando a América latina con la misma visión colonial del siglo XVI. La región le es importante porque tiene materias primas y porque está cerca del mercado más rico del mundo. La crisis del mercado rico parece no interesar a esta visión. La poca relevancia de Europa como mercado para América latina no fue evidente en la cumbre de Santiago. ¿América latina quiere mercados industriales en una región sin crecimiento?, o busca mercados dinámicos. Quizás veamos pronto una cumbre Asean CELAC que refleje mejor los nuevos tiempos. Lo que está claro es que para Europa, América latina es una fuente de fortuna.
La metáfora de esta cumbre fue la visita de Mariano Rajoy al Perú camino a Santiago; en los tiempos de la renovación del contrato entre el estado peruano y Telefónica de España. La parada técnica de seis horas tuvo como beneficio que Telefónica no le pague al estado Peruano 2,300 millones de soles (pronto 1000 millones de dólares) de impuestos que adeuda desde el año 2000. Esta condonación de deuda a la empresa que está pasando por un pésimo momento en España, que pasa por una crisis aguda, es la metáfora de esta cumbre. BBVA declaró que su fuente de ganancias en Madrid salió de sus filiales en América latina, sobre todo México. Así las cosas, se puede proponer que el sentido de la cumbre ha sido político formal de un lado y pecuniario del otro.
El tema político formal más significativo es la resolución del conflicto de las Malvinas. Gran Bretaña, inversionista importante en la región, está en una posición de no negociar las Malvinas, como se apreció en 1982 cuando la fatídica guerra. Las islas son importantes tanto por su ubicación estratégica como por los yacimientos de gas cercanos.
En medio de esto, ha causado revuelo y regresado a las mesas de discusión, la idea de crear una moneda alternativa al dólar. Esto no es de interés sino para las economías más industrializadas de América latina y para las detentoras de altos niveles de reservas internacionales. Las perspectivas de que el dólar siga debilitándose son fuertes y aunado a la incertidumbre de los mercados sobre las decisiones sobre las tasas de interés de FED, llevan a pensar en que el dólar ya no ni una moneda estable y ni mucho menos segura, por lo que la necesidad de contar con una moneda alternativa en la función de unidad de cuentas que pueda estabilizar el comercio dentro de la región y recudir la incertidumbre, es latente. La función del dinero que se requiere estabilizar es la unidad de cuentas, porque los medios de pago pueden ser las monedas nacionales y las unidades de reserva podrían anotarse en la unidad de cuentas si se animaran a dar el paso. En el portal www. OBELA.org está el peso sudamericano para su apreciación.
Notas
[1] Texto redactado con colaboración de Francisco Josué Martínez Cervantes, proyecto ObELA, Universidad Nacional Autónoma de México: Instituto de Investigaciones Económicas.
[2] Carolina Mascareño Orellana, “Las claves de la Cumbre Celac-UE, la mayor cita internacional desarrollada en Chile” en La Tercera. Disponible en web: http://www.latercera.com/noticia/politica/2013/01/674-505599-9-las-claves-de-la-cumbre-celacue-la-mayor-cita-internacional-desarrollada-en.shtml
[3] Infobae, “Celac-UE cerró con llamado a "unir fuerzas"”en La Nación. Fecha de publicación: 28/01/2013. Disponible en web: http://www.lanacion.com.py/articulo/110974-celac-ue-cerro-con-llamado-a-unir-fuerzas.html